Manzanas Verdes

Harry Potter - J. K. Rowling
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Manzanas Verdes
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Summary
Donde Harry, triste por la muerte de su padrino, deja de comer y dormir. Como resultado le llegan manzanas Verdes.
Note
Esto lo escribí en el 2020, publicado en wattpad. So, nada, decidí pasar mis trabajos acá

No había pasado mucho desde que su padrino murió. No salió de su cuarto desde que dejó el despacho del Director y tiró cada cosa a su alcance.

Se sentía impotente, culpable. Si tan solo hubiera recordado el espejo, si tan solo hubiese aprendido oclumancia, si hubiera recordado que Snape estaba en la orden, si no hubiera caído en la trampa de Voldemort, su padrino seguiría con vida.

Hermione y Ron estaban preocupados al no verlo salir de su cama. Incluso Ron y, muy resignada, Hermione le mandaron elfos con su comida.

Estaba de más decir que no tenía apetito para nada.

Aún así, no pudo evitar ir a clases luego de casi una semana y media. Las insistencias de sus amigos y las preocupaciones de los profesores, a excepción de Snape cabe aclarar, lo obligaron a salir de esa cama tan cómoda.

Noto los rostros aliviados de sus amigos cuando lo vieron vestido en la sala común.

"¡Harry!"

Correspondido vagamente el abrazo que le dedicó su mejor amiga. Hermione iba a decir algo, y conociéndola preguntaría algo respecto a Sirius o si estaba bien, por lo que prefirió desviar de tema.

"Hay que ir al Gran Comedor estoy seguro que se nos hará tarde para la primera clase, lo que me recuerda ¿Me prestarías los apuntes de la última semana?"

Ron y Hermione se miraron, fueron solo unos segundos pero juraría que habían tenido toda una conversación. Ambos entendieron el punto de Harry y evitaron el tema.

Los tres Gryffindor empezaron a tomar su desayuno. Bueno, solo dos del trío dorado. El de lentes revolvía la comida aburrido, no tenía apetito y simplemente llevo a su boca dos galletas, como para hacer creer a sus amigos que algo comía.

Una fuerza invisible le hizo levantar el rostro. Gris y verde se encontraron. Draco Malfoy lo observaba con el ceño fruncido, lanzándole miradas desagradables.

No podía esperar menos, su padre terminó en Azkaban por su culpa. Bueno, el solo delató las acciones que lo enviaron ahí.

Ignoró su mirada como la de los demás al verlo entrar. Muchos queriendo preguntar por el suceso del ministerio, aún que estaba seguro que tanto el profeta como sus amigos se habían encargado de esa parte.

Incómodo y faltando unas horas para la primera clase, decidió ir y pasear por el lago.

"Voy al Lago..."

Ambos amigos hicieron el amago de levantarse y acompañarlo pero con una seña y una sonrisa algo débil, Harry les indicó que no era necesario.

Ahí estaban esas miradas otra vez, comunicándose en segundos como si se entendieran perfectamente con solo eso.

"Esta bien, trata de no llegar tarde"

" Vamos a estar un rato más por aquí si decides volver" Sonrió Ron con un pulgar arriba. Tenía migajas por toda la cara. El azabache asintió una ultima vez antes de desaparecer tras las grandes puertas.

Respiro el aire puro y bajo hasta el lago.

Aún quería llorar, aún quería patalear, aún quería deshacer todos los sentimientos que vinieron con la muerte de Sirius. Pero estaban más ligeros que los primeros días y era un poco más fácil de sobrellevar.

Cansado, de todo, de Voldemort, los mortifagos, Umbridge, la brigada inquisitorial, los rumores, el profeta, el ministerio, las visiones...

Estaba harto de tener que arriesgar su vida y la de otros como lo hizo con Cedric y Sirius. Estaba seguro que la muerte lo perseguía para llevarse a quienes los rodeaban.

Silenciosas lágrimas salieron de sus ojos. Estaba recostado en un árbol cerca del lago.

Cerro sus ojos sintiendo la frustración e impotencia llegar de nuevo. Pudo notar como por unos segundos su magia se descontrolaba.

Entonces algo interrumpió sus negativos pensamientos. Abrió los ojos encontrándose con una manzana verde restregándose contra su mejilla.

"¿Que demonios?"

Agarró la manzana y notó un pequeño pedazo de pergamino.

"Come"

Estaba escrito con una letra muy prolija, incluso se atrevía a decir que más que la de Hermione.

Miro a sus costados buscando al responsable, pero no pudo encontrar a nadie.

Con el ceño fruncido dejó la manzana a su costado.

No pasó mucho hasta que la manzana se elevó y esta vez golpeaba ligeramente sus mejillas, insistiendo.

"¡Oh por favor!"

La agarró con fuerza y la lanzó al lago, pero no llegó a caer por que rápidamente volvió hacia el, dándole un fuerte golpe en la frente.

Resignado, le dio un mordisco a la manzana. Casi podía percibir que alguien lo miraba con satisfacción en el rostro.

Volvió a darle otra mordida. De alguna forma, ahora se sentía un poco mejor, solo un poco, pero era algo.

Con cada mordisco se animaba un poco más. Estaba seguro que esa manzana tenía algo, pero no se quejó ¿Quién se quejaría de algo que te hace sentir mejor?

Tampoco era como si perdiera la lucidez, estaba, gracias a dios, con los pies en la tierra.

Cuando terminó, miro a los alrededores. Algunos alumnos habían salido del castillo pero nadie parecía sospechoso.

Ahora intrigado, se dirigió al castillo. No supo cuánto tiempo estuvo en el lago pero pudo visualizar a sus amigos saliendo del Gran Comedor.

Rápidamente les contó sobre lo sucedido. Mostrándoles la nota que venía en la manzana.

 

 

 

Había descubierto que el efecto de las manzana solo duraba unas pocas horas. Aún que había casos en las que las manzanas eran sólo eso, manzanas normales, pero aún así lograban animarlo.

Cada día, al desayunar cuando más fatal se sentía, una manzana le llegaba al estar solo, aún que era claro que no debía estarlo.

A veces decían "Come" otras veces "Duerme" si es que despertaba con horribles ojeras.

Incluso hubo veces en que no iba a desayunar y lloraba en los baños de Myrtle. En esos momentos la manzana decían cosas como "Tranquilo", "Todo va a mejorar".

Aun que a veces llegaban otras que le causaban gracia debido a que eran más agresivas. "Se un buen Gryffindor, levanta tu culo y enséñales a todos de que estás hecho". Estas le daban mucha más energía para el día.

Cada nota estaba bien guardada en su habitación. Creía que para ser el, estaban significativamente bien ordenadas. Desde la primera hasta la última, en una caja de zapatos. Todas permanecían en buen estado.

Ahora ni siquiera lo comentaba con sus amigos, aún que apostaría que ellos lo sabían al verlo irse luego de cada desayuno, sentía que esto era cada vez un secreto entre el y el dueño de las manzanas.

Así siguió hasta el final del curso.

 

 

 

Y las manzanas eran cada vez menos, suponía que era por que esta vez comía a diario, aún que su obsesión por descubrir a Malfoy haciendo una tarea para Voldemort no lo dejaba dormir a menudo, por lo que esperaba por lo menos las que le mandaban dulces sueños, las que pedían que descansara y siempre terminaba algo somnoliento.

Era adicto a esas manzanas.

 

 

 

 

Dumbledore había muerto.

Malfoy y los mortifagos.

El relicario ni siquiera era el verdadero.

Otra vez, todo salía mal, todo empeoraba cuando se trataba de él.

Tal y como hace un año en el despacho, tiró todo, rompió cada pertenencia que tenía a su alcance y las vio ahí.

Tres manzanas.

Las tomo temblorosamente, necesitando del alivio que siempre le mandaban. Empezaba a creer que eran casi como una droga.

"Cuídate"

Como si un loco sin nariz no lo persiguiera.

"¿Los Gryffindor son valientes, no? Espero lo demuestres, aun y si todo parece irse muy a la mierda"

Estaba muy seguro de que ya todo era una mierda desde el inicio.

"Lo siento"

Aquella no la entendió.

Les dio un mordisco, pero no sintió los clásicos efectos que casi siempre venían con ellas. Pero las comió igual, sintiendo que no importaba quien fuera, esa persona siempre velaba por el y lograba algo que para él era indescriptible.

Lloró de una manera incontrolable hasta caer dormido, igual que todo el castillo.

 

 

 

Había nombrado a Voldemort.

Ron se lo advirtió, ¿Como pudo olvidarse de tal detalle?

Por su culpa ahora estaban en Malfoy Manor. Encerrados.

¿La parte buena? Encontraron a Ollivander, Luna y Dean. También había un gnomo.

¿La parte horrible de toda esta mierda? Oír los gritos de Hermione siendo torturada por Bellatrix.

Un flash llegó a su cabeza y sacó el pedazo de espejo que tenía. Rogando que por una vez las cosas le salieran bien.

"Ayúdanos por favor..."

Rogó en cuanto vio aquellos ojos azules que tanto le recordaban a Dumbledore. Al momento en que estos desaparecieron algo golpeó su nuca.

"¿Que mierda? " Soltó Ron ante la repentina aparición del objeto.

"Esta vez viene con una nota..." Oyó murmurar a Luna, entonces lo agarró aquello que lo golpeó, sorprendido.

"Estúpido Potter ¿Como haces para cagarla? ¿Enserio lo nombraste? Tienen suerte, el duende evitó que Granger siguiera siendo torturada, más les vale salir de acá y terminar con ese desgraciado o si no..."

Esa era la nota más larga, con más insultos y muchas quejas y la más obvia que había recibido. Todo el maldito tiempo había sido Malfoy.

No tuvo el tiempo suficiente para procesar todo cuando de la nada Dobby apareció y aquello pasó a segundo plano.

El elfo se llevó a Luna y Ollivander, el se aseguró de guardar la nota y la manzana antes de escapar dejando atrás a Colagusano.

Todo paso muy rápido y ya estaban a punto de desaparecer. Pudo ver como, a pesar del forcejeo que tuvieron para obtener las varitas, Draco le dedicaba una discreta sonrisa aliviada, claro, antes de que junto a los demás miembros de su familia se dieran cuenta que Voldemort estaba cerca.

 

 

 

Sabia lo que tenía que hacer, lo sabía perfectamente.

Paso por el Gran Comedor y asegurándose de que nadie lo viera, se fue en dirección al bosque.

En el camino se encontró con Neville y le Informó que debía destruir al horrocrux Nagini, la serpiente.

Saco una nota que guardaba en el bolsillo. El pergamino estaba todo gastado de las veces que se lo paso leyendo en la casa de Fleur Delacour y Bill Weasley.

Sonrió de manera melancólica.

¿Quién diría que su enemigo desde primer año, ese niñito arrogante y tan molesto, era de las personas que más se preocupaban por el? ¿Debió haber aceptado su amistad ese día en el tren? Jamás lo sabría y eso sería algo que lamentaría.

Esperaba, que en la próxima vida no fuera tan estúpido como para rechazarla.

Recordó entonces la Snitch que Dumbledore le dejo.

Me abro al cierre

Ahí lo entendió. Aceptando su muerte en voz alta para la Snitch, esta se abrió y dejó ver la piedra de la resurrección, aquella que traía de vuelta a los muertos.

Quiso llorar al verlos. Sirius, Lupin  James y Lily se mostraron ante el. Sonrientes y apoyándolo en su innegable destino.

 

 

 

 

Sintió el llanto de las demás personas al creerlo muerto.

"¡Draco!"

Sintió como Lucius y Narcissa, su salvadora, llamaba a su hijo. Su corazón se aceleró tanto que creyó que Hagrid se daría cuenta de la verdad.

Era la primera vez, desde el suceso en Malfoy Manor que se encontrarían, aún que claro, aún tenía que fingir estar muerto.

Sintió unos pasos acercarse. Noto como Hagrid, aún llorando, se pensaba y lo escuchó.

" Estúpido Potter... " Reconocería esa voz en cualquier parte. Sonaba quebrada, con un hilo de voz y sabía, aún sin ver, que Draco quería llorar e imaginarlo le rompió el alma.

Recordó en sexto año como le lanzó ese sectusembra. Si, el rubio le iba a lanzar una imperdonable, pero el no debió seguir con eso tampoco. Debió evitar que siguiera llorando por lo solo que se sentía.

Por que Draco no tenía a quien acudir, nunca lo tuvo.

Entonces se obligó a concentrarse en la batalla que vendría.

Salto de los brazos de Hagrid y rápidamente cayó en que no tenía una varita. Estaba entre la espada y la pared, rodeado de mortifagos. Miro a sus alrededores tratando de encontrar una solución antes de recibir un Avada Kedavra por tercera vez en su vida.

Entonces plateado y esmeralda se encontraron. Vio como la duda en los ojos mercurio cambió a un gesto determinado, pero aún algo asustado.

"¡Potter!"

El menor de los Malfoy, ante la sorprendida mirada de todos, lanzó la verita que tenía en manos a Potter.

 

 

 

 

Todo había terminado, todos se abrazaban y lloraban aliviados.

Dirigió su vista a los Malfoy, los tres sin despegarse, en su propia burbuja.

Amablemente llamó a un elfo doméstico quien enseguida le trajo lo que había pedido.

Se acercó a la familia que al verlo se tensaron, más Lucius que su mujer e hijo.

Extendió su mano al menor, la varita con la que logró vencer al innombrable y una manzana verde.

"Gracias, Draco" Lo miró y juraba ver un color rosado en las mejillas del chico.

" No creas que volveré a salvar tu culo, Potter" A pesar de él golpe ligero que le dio su madre por su lenguaje, Draco sonrió arrogante siendo correspondido por una ligera risa divertida del niño-que-vivió-y-ahora- venció.