
Fue por pura suerte y por nada más que Severus se encontró con Pettigrew cuando lo hizo, simplemente después de una mañana agotadora de preparar pociones que los mortifagos le habían solicitado, decidió casi a la 1 de la tarde, ir a un bar cercano a su casa para beber una cerveza y tal vez fumar un cigarrillo, una costumbre que si bien sabia no era saludable, le ayudaba a lidiar con la vida de espía doble en la que se había metido. Allí vio a Peter Pettigrew, encorvado en la barra del cantinero, bebiendo copa tras copa sin parar. Al inicio no le prestó atención, después de todo, no era su asunto ni de su importancia si el hombre de repente se intoxicaba por una sobre dosis de alcohol, pero un comentario lanzado al azar al cantinero hizo que toda su atención se centrara en él.
- ¡Se lo dije todo! – dijo arrastrando las palabras – ¡Ellos confiaron en mi para ser su guardián y yo le dije todo! – Él se rio como un maniaco por unos segundos – Pero James nunca fue muy buen conmigo, así que supongo que ahora tendrá su merecido.
Severus de inmediato corrió hasta donde estaba Peter, lo hizo encararlo y lo agarro por el cuello de su camisa.
- ¿¡Qué fue lo que dijiste!? – le grito.
- Suéltame… - La rata intento zafarse, pero estaba tan ebrio que no pudo hacer mucho.
- ¡Te hice una pregunta Pettigrew! ¡Contesta!
- Se lo Conte todo – El hombre se rio chillando como una rata – A quien-tu-sabes.
Severus rápidamente lo saco a rastras del bar ignorando al cantinero quien se quejaba de que no habían pagado la cuenta y lo llevo hasta su casa, abriendo la puerta de una patada y prácticamente arrojando al ebrio Peter al interior. Entonces saco su varita, la apunto hacia su cabeza y lanzo el hechizo legilimens.
De inmediato se introdujo en la mente de Pettigrew, con la rapidez que solo un experto en Oclumancia puede conseguir, busco en sus recuerdos mas recientes, encontrando lo que buscaba y confirmando sus peores temores. Allí estaba Voldemort, sentado en su silla ornamentada mirando complacido a Pettigrew.
- Bien hecho Colagusano, sabia que tarde o temprano me serias de utilidad.
- Lo que sea por usted mi señor.
- Ahora me dirigiré hacia allí. Hablaremos de tu recompensa cuando regrese.
Severus salió de su mente con el rostro contorsionado por la rabia.
- ¡Maldita rata traicionera! – Le escupió Severus a Peter para luego asestar un puñetazo en la cara de la rata.
El joven mortifago no podía creerlo, se suponía que Albus debía proteger a los Potter, sabía que lo haría mediante el encantamiento Fidelius, honestamente era la mejor opción, de hecho, era la única opción, puesto que de esa forma el señor tenebroso nunca podría encontrarlos sin importar cuan poderoso fuera.
Pero ¿Usar a Pettigrew como guardián de los secretos? De todas las pésimas ideas que se le podrían haber ocurrido a Potter, aquella era sin duda la peor de todas. En ese momento Severus no pudo entender como demonios es que James Potter fue seleccionado como Premio Anual en su séptimo año, sencillamente la situación en la que se encontraba actualmente era de las que evidenciaban que siempre fue más musculo que cerebro.
¿Por qué demonios no siguió el plan original y dejo que Dumbledore fuera el guardián de los secretos como se había organizado? Maldita sea, incluso el mil veces maldito Sirius Black habría sido una mejor opción. Pero ya tendría tiempo para maldecir a Potter por su infinita estupidez, ahora mismo tenia que arreglar su desastre, porque si el Fidelio estaba roto, eso significaba que Lily estaba en peligro y no había tirado por la borda su lealtad a los mortifagos y se había puesto en manos de Albus solo para quedarse de brazos cruzados mientras Voldemort mataba a Lily, no mientras el pudiera hacer algo al respecto.
Severus metió la mano dentro de su túnica para sacar un pequeño reloj de bolsillo, una de las pocas pertenencias que conservaba de su madre, lo abrió y reviso la hora: Casi las 6 de la tarde, significaba que el señor tenebroso se habría ido hace poco mas de 3 horas. Severus maldijo, como mínimo aún no había atacado la casa de los Potter, de ser así ya habría organizado una reunión para informarles a todos que el niño de la profecía estaba muerto, eso le daba un poco de tiempo, pero no mucho.
¿Pero porque no los había atacado aun? Ya había tenido más de tres horas para hacerlo, la única razón que pudo pensar Severus es que estaba buscando el momento justo, cuando ambos estuvieran desarmados y con la guardia baja, ciertamente durante el día no sucedería eso. Potter era un hombre de acción, por lo tanto, hasta que comprobara que el Fidelius se mantenía por el tiempo suficiente y no fueran atacados, seguro no se relajaría del todo y siempre se mantendría vigilante.
Eso le daba algo mas de tiempo, Severus conocía a Lily mejor que nadie, sabia que ella era una mujer de hábitos, siempre se preparaba para dormir pasadas las nueve de la noche, a menos que tuviera deberes adicionales que cumplir o cosas por el estilo, pero ya no estaban en la escuela, bien podría ir a dormir antes, lo que la dejaba vulnerable a un ataque.
¿Tal vez podría avisarle a Dumbledore? No, en definitiva no. Si había sido lo suficientemente idiota como para permitir que Potter usara a Pettigrew como guardia de los secretos, entonces ya no era digno de su confianza. No, Severus protegería a su amada el mismo, aunque tuviera que enfrentarse contra Voldemort en persona.
Volvió a apuntar su varita a Pettigrew, uso el legilimens para introducirse en su mente nuevamente, busco el mismo recuerdo de antes, pero un poco mas atrás, lo suficiente para escucharle decir donde exactamente estaba la casa de los Potter. Una vez que obtuvo lo que quería, miro con odio a la rata que a estas alturas estaba desmayado por todo lo que había bebido.
Por un momento, Severus pensó en torturarlo por lo que había hecho, pero decidió que no tenia tiempo para eso. Ya tenia todo lo que buscaba de la rata, no había razones para dejarlo con vida, no después de lo que había hecho. Apunto su varita hacia él y dijo “Avada Kedavra”, el haz de luz verde de la maldición asesina salió de la varita de Severus y golpeo al traidor justo en el pecho, no se movió realmente, pero Severus noto como su pecho ya no se movía. Era un muerte mucho mejor de la que merecía, pero no tenia tiempo para nada mas elaborado. Registro el cuerpo del muerto para buscar su varita, se la llevaría solo por si acaso.
Severus solo había estado en el valle de Godric una vez, meramente para vigilar a un objetivo de los mortifagos en el bar por unas horas hacia un año, por lo tanto, se apareció justo allí, asegurándose antes de lanzar un hechizo desilusionador para evitar atraer atención innecesaria. Severus miro los alrededores por un instante, no había mucha gente circulando por las calles, de hecho, estaba casi desierto, pero eso funcionaba a su favor.
Prácticamente hecho a correr hacia la dirección de la casa que obtuvo de los recuerdos de Pettigrew, rezando en silencio para que no fuera demasiado tarde, para que aun hubiera tiempo de salvar a Lily. Tras casi veinte minutos corriendo, se detuvo brevemente a recuperar el aliento, al doblar una esquina, reviso los carteles que indicaban los nombres de las calles, aliviándose al darse cuenta de que estaba en la correcta, solo debía buscar el numero indicado.
Corrió unos cuantos metros antes de poder visualizar la que buscaba, pero justo cuando se detuvo en frente de la casa y vio con horror que la puerta de la entrada estaba destrozada, el indistinguible chorro de luz verde de la maldición asesina ilumino el interior de la casa brevemente.
- No, Lily, por favor que no sea Lily – Dijo Severus en voz baja.
Severus entro rápidamente a la casa con la varita ya en su mano. Escucho voces provenientes de arriba, por lo que subió de dos en dos las escaleras, pasando por el cuerpo sin vida de James Potter sin siquiera mirarlo. Entonces lo vio, allí estaba Voldemort, en su túnica negra como la noche, con su varita en mano, gesticulando a una angustiada Lily Potter quien se interponía entre el señor tenebroso y la cuna donde sin duda estaba el pequeño Harry.
El mortifago ni siquiera lo pensó dos veces cuando apunto su varita hacia su amo y grito un hechizo aturdidor tan fuerte que envió volando al desprevenido Voldemort hacia la pared, atravesándola y lanzándolo a la calle que había más abajo. Rápidamente corrió para entrar a la habitación donde estaba Lily, se asomo por el agujero que había creado el señor tenebroso viéndolo unos cuantos metros en la distancia de la casa en la calle debajo, inmóvil, sabia que no estaba muerto solo momentáneamente aturdido. Pero eso les ganaría algo de tiempo.
Al girarse para ver a su antigua amiga, vio que esta había sacado a su bebe de la cuna y lo abrazaba contra su pecho mirando a Severus con una mezcla de miedo y sospecha.
- No voy a hacerte daño – Dijo en voz baja, metiendo su varita dentro la manga derecha de su túnica.
- ¡Tu estas con el! – Escupió Lily - ¡Eres uno de ellos!
Severus ignoro la punzada en su corazón que le provoco la acusación de Lily, debía darse prisa.
- Era uno de ellos. Ahora vengo a salvarte.
- ¿Por qué debería creerte?
- Porque en este momento soy el único que puede evitar que Voldemort te mate a ti y a tu hijo.
Ella lo miro en silencio por un momento, dudando sus palabras y Severus gruño.
- ¡No tenemos tiempo para esto! – le dijo - ¡Vámonos ahora, puedes seguir odiándome después si eso es lo que quieres!
Severus saco su varita de la túnica, camino hacia ella, tomo uno de los brazos de Lily y trato de aparecerse, solo para fallar. Claro, su amo debió crear una zona para impedir las apariciones en caso de los Potter intentaran escapar. Bueno, en ese caso debían correr hasta salir de la zona que impedía las apariciones para poder intentarlo nuevamente.
- Tendremos que correr.
Aun sujetando a Lily por el brazo, Severus prácticamente la arrastro fuera de la habitación hacia las escaleras, allí Lily se volvió para mirar a su marido muerto.
- ¡James! – ella grito e intento detenerse, pero Severus se lo impidió.
- ¡Esta muerto! ¡No puedes hacer nada por el!
No era lo mejor para decir, pero no podían detenerse para permitirle llorar a Potter, su única prioridad era poner a Lily a salvo. Usando tal vez mas fuerza de la necesaria, Severus siguió arrastrando a una sollozante Lily hasta que lograron salir de la casa, cuando miro a ambos lados de la calle, su corazón casi se detuvo cuando se fijó que estaba completamente desierta, eso no seria necesariamente malo si no fuera porque tampoco estaba por ningún lado la figura inconsciente del señor tenebroso.
- No me gusta para nada esto – Murmuro Severus.
Antes de que Lily pudiera preguntar que sucedía, una voz se le adelanto.
- Ah Severus, que agradable sorpresa.
Ambos se giraron bruscamente hacia la voz, allí estaba, Lord Voldemort parado en mitad de la calle, su varita empuñada casualmente a un lado de la cadera, sonriéndole casi con amabilidad y hablándole como si no acabara de frustrar su intento de asesinato.
- Lamento no poder decir lo mismo mi señor – Contesto Severus, moviéndose para cubrir con su cuerpo a Lily. Justo en ese momento, él bebe Harry comenzó a sollozar.
- Qué compañía tan interesante tienes. Supongo por el hechizo que me lanzaste antes, que no los sacaste de la casa para entregármelos.
Lily empezó a murmurar a su hijo en un intento por calmarlo, pero Severus no tenia dudas de que estaba al pendiente de la conversación.
- No, me temo que no mi señor.
El Señor tenebroso hizo una mueca casi imperceptible.
- Una verdadera lástima.
Severus considero lanzar algún hechizo, lo que sea, pero descarto la idea de inmediato.
- Respóndeme algo Severus, ¿cómo te enteraste de que estaba aquí?
- De la misma manera que usted se entero donde estaba la casa de los Potter.
Voldemort ladeo un poco la cabeza como si estuviera intentando dar sentido de lo que Severus dijo, entonces recordó.
- Ah sí, Colagusano.
Lily jadeo sorprendida.
- ¿Atraparon a Peter? – Ella pregunto.
- ¿Atraparon? No Lily, el los traiciono, le revelo donde se escondían de buena gana – Contesto Severus, manteniendo la mirada fija en Voldemort.
No tuvo que mirarla para ver cuan sorprendida estaba, sin dudas no podía creer lo que le había dicho, pero la evidencia estaba literalmente ante sus ojos.
- De manera que aquí estamos – Comenta casualmente Voldemort después de un momento de silencio - ¿Qué deberíamos hacer, en esta situación en la que nos encontramos?
Era una excelente pregunta, Severus muy en el fondo sabía que no podían simplemente echar a correr, si ambos lo hacían, el señor tenebroso los asesinaría y luego iría a por el niño. A pesar de toda la frialdad de Severus, él era muy consciente de que si elegía salvar a Lily por sobre su hijo, ella nunca se lo perdonaría y aunque pudiera convencerse a si mismo de que mientras ella estuviera sana y salva no le importaba si lo odiaba, la realidad era que eso es mentira, el no podría vivir consigo mismo, sabiendo que su amada solo sentía desprecio y odio hacia él, sería mejor estar muerto.
Severus sabia lo que debía hacer, lo veía claro como el agua. La mano que no sostenía su varita se movió para buscar dentro de su túnica la varita de Peter, la arrojo suavemente a los pies de Lily y le dijo:
- Tomalá y lárgate.
- ¿Qué? – Pregunto Lily confundida.
- Toma la varita, sal del área que impide las apariciones y vete, yo lo detendré.
- Severus no puedes… ¡Él te matara!
- ¡Pero tu vivirás! – él le replico - ¡Si no lo haces por ti misma, hazlo por tu hijo!
Severus no se atrevió a mirar a Lily.
- Por favor Lily, vete y vive – le suplico.
- ¿Por qué haces esto? – Ella pregunto.
- Talvez así logré ganarme tu perdón por lo que te hice – Contesto Severus en voz baja.
- Lo que me hiciste…
- ¡No hay tiempo! Vete – le ordeno.
Aunque no pudo verlo, Severus sintió como Lily recogía la varita, se daba media vuelta y empezaba a correr lejos de allí. Solo cuando se hubo alejado lo suficiente como para no escucharlos, Voldemort volvió a hablar.
- Quiero que me respondas una cosa Severus, ya que estoy realmente intrigado.
- Por supuesto.
- ¿Esa sangre sucia vale la pena? Acabas de arruinar el brillante futuro que tenia preparado para ti una vez que me hubiera apoderado de Gran Bretaña. Te habría nombrado director de Hogwarts, incluso tal vez ministro de magia dada tu inteligencia y tu habilidad. ¿Valió la pena renunciar a todo eso por ella?
Severus ni siquiera tuvo que considerarlo.
- ¿Por ella? Siempre valdrá la pena.
- Lamentable, solo… Lamentable.
El señor tenebroso evaluó a Severus por unos momentos antes de hablar.
- Quiero que sepas Severus, que no disfrutare el matarte. A pesar de esta traición, fuiste uno de mis mejores subordinados y como ultima muestra de respeto, me asegurare de que tu cuerpo no sea profanado, se te dará un entierro digno.
El joven mortifago no contesto nada, solo miro fijamente a su antiguo maestro, ahora su enemigo. Ambos contendientes se miraron a los ojos por varios segundos, evaluándose. Severus sabía que no tenía ni la más mínima posibilidad de matar a Voldemort en un duelo uno contra uno, solo podía aspirar a retrasarlo lo suficiente como para que Lily huyera, por lo tanto, cualquier segundo que pudiera comprarle, ya lo consideraba una victoria.
Finalmente, los dos levantaron sus varitas.
- ¡Avada Kedavra!
- ¡Sectumsempra!
Lily
Lily estaba corriendo mientras sostenía a su pequeño hijo entre sus brazos, no podía procesar todo lo que estaba sucediendo. Peter los había vendido a Voldemort, James estaba muerto y Severus quien creía jamás volvería a ver estaba actualmente luchando contra el mismísimo Voldemort para darle una oportunidad de escapar.
Desde que su amistad finalizo en quinto años y sobre todo desde que se entero de que Severus se había unido a los Mortifagos, Lily había dejado de pensar en el como su Sev, su amigo mas querido y cercano, aquel que le había mostrado quien era de verdad, las maravillas del mundo mágico. Había sido casi necesario pensar en el como un simple extraño, pues incluso tras varios años separados, el dolor de la perdida de su amigo seguía muy presente en su corazón. Muchas veces tuvo se pregunto si seria tan malo perdonarlo, empezar de cero, tener un nuevo inicio de su amistad, pero otra parte de ella supo que eso seria imposible, pues ahora era el enemigo, era parte de aquellos que quería lastimarla solo por las circunstancias de su nacimiento.
Y, sin embargo, allí estaba el, había corrido a su rescate cuando supo que estaba en peligro, no le importo quedarse atrás como sacrificio solo para darle una oportunidad de sobrevivir. Decir que los sentimientos de Lily en ese momento eran confusos era el eufemismo del siglo.
Cada pocos momentos, levantaba su varita para intentar aparecerse, pero siempre fallaba por lo que seguía corriendo. Le parecía que llevaba una eternidad corriendo mientras el sonido de la batalla que llevaban a cabo Severus y el señor tenebroso parecía seguirla a cada paso. Pero ella siguió corriendo hasta que de repente se hizo el silencio más absoluto.
Lily se detuvo un momento, al mirar atrás vio como una espesa niebla parecía cubrir la calle, no había ninguna señal de que alguien estuviera lanzando hechizos, lo que significaba que la pelea había terminado. La parte menos racional de Lily rezaba para que de alguna manera Severus hubiera logrado matar a Voldemort, así al menos podría hablarle como era debido, tener, aunque sea un momento para aclarar sus confusos sentimientos.
La maga pelirroja miro a su pequeño hijo, quien milagrosamente había dejado de llorar, ella le beso la frente mientras se daba la vuelta para seguir adelante. Aun no sabía cómo le diría que su padre había muerto, como viviría ella ahora que James no estaba, ni siquiera tuvo un momento para recuperar su cuerpo.
Cuando Lily levanto su varita para comprobar si podía aparecerse otra vez, una voz la hizo girarse.
- ¿Ibas a algún lado sangre sucia?
Era Voldemort. Ella ni siquiera respondió, con un grito ahogado acuno con más fuerza a Harry contra su pecho y corrió, tan rápido como sus piernas se lo permitieran, se metió en el espacio entre dos edificios esperando que el callejón la ayudara a perderlo, pero vio lo estúpido que fue esto cuando solo llego a un callejón sin salida. Lily se maldijo por lo bajo, en su imprudencia, se había encerrado a sí misma.
Una nube negra se puso frente a ella, desde la que salió Voldemort con una sonrisa triunfal en su rostro. Sin embargo, cuando Lily se fijo en su ropa, pudo notar que estaba destrozada, tenia cortes y quemaduras por todos lados, toda su manga izquierda había desaparecido y su piel extremadamente pálida tenia los obvios signos de haber sufrido graves quemaduras. Cuando comenzó a caminar hacia ella, Lily pudo ver como cojeaba con su pierna derecha y, de hecho, en esa sección de su túnica, había una horrenda apertura como si la hubieran desgarrado con una espada que por algún milagro no llego a cortar su pierna completamente, pero si había causado daño. Severus ciertamente había dado batalla.
- ¿No vas a intentar escapar nuevamente? – Pregunto Voldemort burlonamente, pero ya no tenia un aire tan amenazante por las heridas que exhibía.
Lily dejo a su hijo en el suelo detrás de ella y cuando se dio la vuelta respondió levantando su varita hacia Voldemort. Tal vez no podía matarlo, pero por muy fútil que fuera, ella moriría antes de permitir que alguien le hiciera daño a su bebe.
- Es patético – Se burlo Voldemort – ¿Esto es por lo que Severus dio su vida? Sencillamente patético.
- ¡Vete al infierno! – Le espeto Lily.
La sonrisa del señor tenebroso se borró de su expresión y su rostro de contorsiono por la rabia.
- Cuando Severus me revelo la profecía, me suplico de rodillas que te permitiera vivir…
Lily se atraganto con su propio aire, ¿Fue él? ¿Fue Severus quien revelo la profecía a Voldemort sabiendo que se trataba de su hijo? Ella estuvo a punto de maldecir al hombre, pero entonces la parte racional de si misma le dijo que el no podría haberlo sabido, la profecía nunca mencionaba ningún nombre especifico, solo hablaba de un bebe nacido a finales de julio, nunca se mencionaba específicamente a su hijo, así que Severus nunca pudo saber que era a su bebe a quien su amo apuntaría. Voldemort siguió hablando.
- Pero ahora que está muerto, supongo que no importan las promesas que le haya hecho.
El señor tenebroso levanto su varita hacia Lily y pronuncio su maldición.
- ¡Avada Kedavra!
Por puso instinto Lily conjuro un escudo, pero sabia que era imposible, nada podía detener la maldición asesina. Lily pudo casi en cámara lenta como el haz de luz verde de la maldición asesina salió disparado de la varita de Voldemort, cruzo el poco espacio entre ellos hasta llegar a su pecho… Solo para que, de alguna manera, en lugar de impactar contra ella y matarla, este rebotara.
Lily observo incrédula como el señor tenebroso era golpeado por su propia maldición y su cuerpo era completamente destruido por la fuerza del hechizo, no dejando ni rastro del mago tenebroso.
La joven maga se quedó allí, mirando fijamente el espacio donde antes había estado el señor tenebroso, incapaz de procesar lo que estaba sucediendo. Era simplemente imposible, claramente la maldición la había golpeado, ella debería estar muerta y sin embargo no lo estaba. Un suave tirón en la parte baja de su pantalón la devolvió a la realidad, al bajar la mirada vio a su pequeño hijo levantando una de sus manitas hacia ella, claramente pidieron que lo cargara. Con un sollozo ahogado ella lo hizo, acunando a su bebe y besando su pequeña cabeza con cariño.
Tras varios minutos, decidió regresar a su casa para buscar el cuerpo de James, necesitaba asegurarse de que recibiera una digna sepultura y todo lo que vendría después. Cada paso se le hizo eterno, susurraba palabras tranquilizadoras a su hijo, pero pronto se dio cuenta de que se las estaba diciendo a ella misma, puesto que le era difícil mantener la compostura en ese momento, todo el peso de lo sucedido golpeándola de repente mientras caminaba hacia su casa luchando por contener las lágrimas.
Una vez que volvió a su calle quedo boquiabierta por lo que vio. El lugar frente a su casa parecía un zona de guerra, rastros de explosiones plagaban todo el lugar, las farolas de las calles estaban casi todas caídas, múltiples edificios habían sido dañados y la gente había salido a las calles, tratando de controlar los incendios que se esparcían por doquier.
Pero Lily solo tenia ojos para el cuerpo que estaba tirado a un lado de la calle. Ella camino lentamente hacia allí, las lagrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Severus estaba boca arriba, con su mano derecha aun sosteniendo su varita, múltiples heridas cubrían su cuerpo, el lado derecho de su rostro estaba seriamente quemado como si lo hubieran puesto directamente sobre brazas ardientes, su mano izquierda estaba puesta sobre un corte que iba desde la parte derecha de su cadera hasta casi el lado izquierdo de su pecho, un corte tan espantoso que por algún milagro no lo había destripado en el acto, la sangre había dejado una enorme mancha en sus pantalones y en el suelo debajo de él. Lily no tenia forma de saber si Severus lucho mientras se desangraba hasta morir o si Voldemort de alguna manera le otorgo la piedad de una muerte rápida, ella cayo de rodillas ante él y lloro.
Ignoro a todos los que se acercaron a preguntarle si lo conocía o si sabía que había sucedido. Solo cuando encontró la fuerzas para levantarse, se dirigió a su casa, subió las escaleras, se detuvo junto al cadáver de su esposo y permitió que las lágrimas salieran nuevamente.