Como sobrevivir a un cortejo mágico (y adoptar decenas de animales fantásticos en el proceso)

Harry Potter - J. K. Rowling Fantastic Beasts and Where to Find Them (Movies)
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Como sobrevivir a un cortejo mágico (y adoptar decenas de animales fantásticos en el proceso)
Summary
Luego de ser rescatado de las garras de Grindelwald, Percival Graves está decidido a retornar a su vida lo más pronto posible.Claro que dicha vida ya no es la misma, gracias a la intervención de un extraño magizoólogo y su maleta llena de criaturas mágicas.
Note
La trama principal de este fic es de silverynight, puesto que es mi idea del POV de Percival de su fic "How to get along with your boss (and accidentally seduce him in the process)", el cual tiene a Newt como principal narrador y al que recomiendo que lean muchísimo.Aquí para quien no lo ha hecho: https://archiveofourown.org/works/11423601/chapters/25594209Así que los créditos a silverynight como corresponde y, al principio de cada capítulo, tendrán el link a la obra original.Fuera de ello, quiero señalarles que soy humana, así que, de antemano les pido paciencia y perdón si cometo errores. Y, como siempre, la obra base no es propiedad de nosotros los fans, es de sus respectivos creadores, esto lo escribo para entrenerme, entretener a otros y al hacerlo no se ha producido ningún tipo de ganancia.Espero que lo disfruten y, nuevamente, muchas gracias a silverynight por dejarme escribir a Percival ^^
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De todas las veces que Percival Graves escuchó el nombre de Newt antes y de la única vez que realmente le prestó atención

La primera vez que Percival Graves escuchó el nombre de Newt Scamander fue luego de que los aurores de MACUSA irrumpieran en el escondite de Grindelwald.

El Director de Seguridad Mágica, débil y agotado, apenas había levantado el rostro cuando una de las paredes de su prisión voló por los aires.

Y es que en los tres meses que había sido prisionero del mago tenebroso, la constante tortura mental de este, había tomado varias veces esa forma: la de sus subordinados llegando a rescatarlo bajo el abrigo de la noche. El rubio europeo había disfrutado sádicamente ver la luz de esperanza desaparecer en los ojos de Percival cada vez que la ilusión se desvanecía y solo quedaba la certeza de que su cárcel y su carcelero seguían allí, riéndose a costa de su debilidad y del hecho de que su gente no pudiese distinguir entre el impostor y su persona.

“Pobre Director. Tan eficiente que olvidó que la única forma en que uno puede sobrevivir en este mundo es la lealtad” le susurró Grindelwald una vez en el oído mientras cortaba sus cabellos para la poción que aumentaba la potencia del encantamiento que usaba para tomar su apariencia “Y la lealtad no se cultiva ladrándole a la gente”

No lo negaba.

Su familia tenía abolengo e historia como una de las originarias dentro de los doce primeros aurores de MACUSA, pero no necesariamente tenía ya en esos años la espalda económica para llegar a los lugares que otros llegaban con facilidad, por lo que su ambición había estado cimentada en sus resultados de gestión.

En mantener al Departamento de Imposición de la Ley funcionando con la misma eficiencia que el reloj del atrio del Magicongreso de los Estados Unidos.

Y, para ello, su Director debía ser lo que los Presidentes necesitaban de él.

Un brazo ejecutor rápido, certero e inconmovible.

Lamentablemente, esas características parecían ser compartidas por los villanos de las historias, lo que, evidentemente, había favorecido a Grindelwald en su suplantación.

Hasta que llegó Newt Scamander.

El único que no había tragado la píldora del impostor y que había navegado a través de las mentiras del mago tenebroso, pese a que sólo había recibido cachetazos y molestias de parte de las autoridades de MACUSA por sus criaturas y su valija. El que, sin dudarlo un segundo, ante la desesperación de su amiga Tina Goldstein, en ayudar a rastrear al desaparecido Director de Seguridad Mágica y, junto con los demás aurors, liberarlo de su prisión.

Newt, de hecho, fue la primer voz que en su febril estado, Percival, pudo distinguir.

El acento británico, suponía. Todo lo que no sonará familiar, siempre lo ponía en alerta.

_¡No! ¡No toquen sus manos o sus pies! – escuchó exclamar poco después de la voladura de la pared a una voz clara, muy parecida a los de sus compañeros europeos del frente durante la Guerra – ¡Esos son grilletes de traficantes africanos de nundus!

_Pero…

Comenzó a protestar otra voz y Percival trató de distinguirla. ¿Roberts? ¿Fontaine quizá?

_Los grilletes de nundu no sólo se ubican en las manos y los pies – continuó explicando la primer voz de acento británico – sino en el cuello también. Capturar un nundu es muy difícil. Los traficantes suelen robarse entre sí. Entonces, si alguien trata de tocar uno de los grilletes de manos o los pies, sin desactivar primero el del cuello, esos grilletes están preparados para evitar que un competidor se quede con la ganancia del esfuerzo de otro…

_Oh, no…

Susurró una voz femenina al comprender que habían estado a punto de lograr que las restricciones que tenía puestas le cercenasen la cabeza.

El Director había querido golpearse el rostro con su mano entonces.

¿Es que acaso eran un montón de novatos?

¿No les había enseñado Graves mismo a buscar evidencias y correr diagnósticos de los artefactos mágicos presentes antes de liberar a cualquier prisionero?

Definitivamente su gente, tenía que agradecer que estaba al borde del delirio producto del hambre y de los cortes y golpes que tenía del cautiverio, porque, de otra manera, estaría enviándolos a todos de vuelta Ilvermorny para un curso intensivo en precauciones primarias a la hora de enfrentarse a una escena del crimen que involucrase presencia de actividad mágica.

_¿Director Graves? – le preguntó esta vez la voz británica muy cerca – Le pido no se asuste si siente algo en el cuello señor. Pickett va a ayudarlo, sólo tiene que quedarse quieto.

En otra circunstancia, Percival, se hubiese sentido profundamente avergonzado del gruñido mezcla con gemido que escapó de su boca, pero llevaba demasiado tiempo en ese infierno y ya no tenía fuerzas para moverse, por lo que esa era la única manera que le quedaba de demostrar que entendía lo que le pedían.

Momentos después una mano suavemente se apoyó en su hombro y pudo sentir como algo se movía cerca de su cuello. Por pura determinación pudo mantener la inmovilidad que le había pedido el británico, reinando sobre su afiebrado cuerpo, puesto que la sensación era supremamente extraña. Más, luego de unos minutos de sentir como eso que tenía en el cuello luchaba con la cerradura del collar, el artefacto se abrió y su cuerpo cayó desplomado hacia adelante, ya que los grilletes de sus manos y pies se habían abierto también.

_¡Tina!

Sintió que el británico gritaba al tiempo que sujetaba el cuerpo de Percival que, literalmente, le había caído encima.

Otras manos distintas ayudando a maniobrar el peso muerto que era el Director de Seguridad Mágica, le anunciaron que Goldstein se había unido al extranjero en auxiliarlo. Chica brillante. No dudaba nunca. Cuando volviese al Departamento, una vez que lograse sortear todo lo que, seguramente, allí lo esperaba, se iba a asegurar de promoverla a auror definitivamente y a sumar a la hermana de esta, Queenie, a las oficinas como secretaria. Las muchachas eran lo suficientemente eficientes como para no tener que soportar estupideces de nadie más y brillar dónde debían.

_¿¡Qué esperan para traer a un sanador?! – exclamó instantes después la voz de la mujer abandonando su lado para dejarlo en brazos del británico – ¿¡Una invitación?! ¡Tenemos un herido!

Varias otras voces se disculparon apresuradamente, mientras los pasos que se oían indicaban que los compañeros de la auror habían salido de su estupefacción para cumplir la orden que esta les había dado.

Si Percival hubiese tenido fuerza suficiente, hubiera sonreído. La chica había imitado su tono a la perfección y había puesto a hombres más grandes que ella a correr. Más, en ese momento, el agotamiento lo había alcanzado y, mientras unos brazos lo sujetaban con cuidado, se había dejado llevar por el sueño.

 

 

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La segunda vez que había escuchado el nombre de Newt Scamander, había sido en el Hospital Mágico de Nueva York.

Grindelwald realmente había hecho un hermoso número con el Director de Seguridad Mágica de MACUSA, asegurándose de que los medimagos no lo dejarán salir de la sala de cuidados intensivos por dos semanas y que los mismos galenos, después de eso, cuando ya estaba más recuperado, lo obligarán igualmente a una semana de confinamiento en una habitación privada.

Percival había discutido acaloradamente la decisión.

Tres semanas era una enormidad de tiempo.

El Departamento de Imposición de la Ley no podía esperar tanto.

Sí, Grindelwald ya había sido trasladado a Inglaterra y era ya problema de los británicos, pero eso no quitaba el hecho de que había estado personificándolo por tres meses, teniendo acceso a los más altos niveles de seguridad del gobierno.

¿Quién sabe con quiénes había compartido esa información?

¿Quién sabe qué dispositivos o encantamientos había dejado en el Edificio Woolworth para que él o sus seguidores pudiesen seguir recibiendo información?

No podía.

Era imposible permitirse más tiempo de descanso.

Las primeras dos semanas lo había aceptado, porque realmente no hubiese sido de ningún tipo de ayuda. Había estado saliendo y entrando de un sueño inducido por pociones, mientras los medimagos trabajaban en reparar su roto cuerpo y devolverlo a la salud.

Más, pasado ese tiempo, cuando ya podía inclusive moverse con bastante libertad, aunque no pudiese caminar normalmente aún, le parecía un verdadero desperdicio e insania el tratar de tenerlo restringido a una cama, con un jarrón con flores al lado, haciendo nada.

_Usted no puede darse de alta, Director.

Le contestó suspirando con cierta irritación en la voz el medimago a cargo de su caso.

_¿Cómo qué no? ¡Es mi derecho el decidir sobre mi propio tratamiento! – reclamó Percival al especialista – La ley 87…

_144, establece que un paciente puede, si así lo desea, continuar o interrumpir un tratamiento – lo interrumpió el galeno girando los ojos – Soy tan profesional como usted en mi campo, Director. Sé cuál es la normativa vigente. Sin embargo, tanto usted como yo, respondemos a una autoridad. Y la Presidenta Picquery acuerda con la decisión de la junta de medimagos que ha llevado su proceso de sanación. Es ella, junto con Newt Scamander, quiénes supervisan los tiempos que lleva ese proceso y lo que en este se ha utilizado.

_¿Cómo?

Le cuestionó asombrado el Director de Seguridad Mágica al medimago.

_Que la Presidenta…

_No, no – intervinó Percival – Lo de Sera… es decir, que la Presidenta decida amablemente velar por mi bienestar no es algo que me extrañe, pero… ¿Newt Scamander? ¿Un extranjero?

_El señor Scamander es un reconocido magizoólogo – le explicó el especialista – Ha sido recomendado desde San Mungo, que es nuestro equivalente inglés en el tratamiento de las enfermedades y heridas mágicas, (St Mungo's Hospital for Magical Maladies and Injuries) como una autoridad en el campo de las heridas por el uso de artefactos y/o elementos o pociones pensados para criaturas mágicas y sus consecuencias cuando las mismas se aplican irresponsable o delictivamente en magos y brujas. Desde el momento en que usted fue liberado, el señor Scamander ha sido nuestra primer referencia ante cualquier duda en nuestras decisiones, puesto que al acompañarlo junto al cuerpo de aurores a nuestra institución, fue él quien detectó que el criminal que lo había secuestrado había decidido que, por falta de una mejor explicación, sería “entretenido” y “educativo” tratarlo como una bestia y, por ende, todas las heridas y daño inflingidos en su organismo que teníamos que tratar eran el resultado de la aplicación de pociones, hechizos, encantamientos y elementos no aptos para humanos.

Percival tragó saliva al escuchar la voz del medimago comentarle con fría eficiencia que no sólo había sido objeto de secuestro y maltrato por parte de Grindelwald, sino que, también, el muy miserable lo había estado utilizando como conejillo de indias.

Su cuerpo había sido objeto de experimentación del señor oscuro.

En el Director de Seguridad Mágica de MACUSA el despreciable había decidido probar los límites y las reacciones de un organismo humano para resistir la aplicación de todo lo que los magos durante años habían desarrollado para usar en las criaturas mágicas que los rodeaban.

Los puños de Graves se cerraron sobre las mantas de su cama.

Grindelwald lo había reducido al estado de una bestia y lo había tratado como tal.

El retorcido sádico infeliz se había asegurado no sólo de darle los tres peores meses de su vida, sino de comprometer su recuperación una vez rescatado, de no haber intervenido el magizoólogo.

_El Señor Scamander también se ha asegurado de tenerlo monitoreado personalmente, pese a que nosotros ya lo hacíamos con suficiente eficiencia – añadió el medimago – Durante las dos primeras semanas de su recuperación, no sólo estuvo presente en el hospital y en su habitación por horas, sino que en reiteradas oportunidades hemos tenido que expulsar a varias de sus criaturas que, estando él ocupado, hacían las veces de su reemplazo.

_¿Disculpe?

_Un Escarbato es un problema no una enfermera, Director – aclaró el profesional ante su evidente asombro – El Bowtruckle era perfectamente aceptable ya que su conducta no era tan disruptiva, pero al pasar a formar parte formalmente del cuerpo de aurores de MACUSA, aparentemente el señor Scamander lo necesita a su lado para las funciones que debe llevar ahora a cabo.

_Imagino que sí, nuestro trabajo incluye abrir lugares y… – comenzó a decir Percival hasta que la última parte de lo que dijese el galeno le hubiese llegado al cerebro – ¿Qué? ¿Parte de los aurores de MACUSA?

_Por lo que tengo entendido, la propia Presidenta decidió ofrecerle el puesto tras comprobar la capacidad del Señor Scamander y el celo que ha puesto en su recuperación, como en restaurar el orden en MACUSA – continuó el especialista ahogando una risa, seguramente ante la cara que había puesto Percival – Nuestros colegas del otro lado del Atlántico comentan que en el Ministerio de la Magia Británico no están muy contentos con que la Presidenta les haya ganado de mano. Aparentemente tenían la esperanza de que, una vez publicado su altamente anticipado libro, el señor Scamander aceptase una mejor posición en ese Ministerio.

El Director de Seguridad Mágica pestañeó unos segundos.

Es decir.

No tenía dudas de que Seraphina Picquery viendo la oportunidad de robarles un profesional a los británicos lo había hecho sin remordimientos. Especialmente si este se abocaba a un campo del que, francamente, los americanos no tenían demasiada idea.

Máxime si el tipo en cuestión estaba a punto de lograr fama con una publicación que resultaba tan esperada por uno de los Ministerios de la Magia más antiguos del viejo continente y parecía además tan responsablemente abocado a su tarea que lograba el respeto de dos instituciones médicas a ambos lados del Atlántico.

Porque a Graves no se le escapaba que los medimagos, como el que ahora hablaba con él, estaban lo suficientemente impresionados con el hombre como para permitirle guiarlos en sus decisiones médicas, invadir sus zonas sanitarias y permitirle el ingreso al lugar de criaturas mágicas ilegales, con el sólo objeto de que este pudiese “monitorear” a Percival mientras estaba ocupado ayudando a sus aurores a ordenar el desastre dejado por Grindelwald.

El tal Newt debía ser una persona impactante para conseguir todo eso en tan poco tiempo.

_Por otro lado, Director – le dijo el médico devolviéndolo a la realidad mientras le extendía su varita con una mano y con la otra le señalaba unas cajas que se hallaban contra la pared – El que usted esté confinado a esta cama y esta habitación por una semana, no implica que no le permitamos trabajar. Sólo tómeselo con calma y recuerde que cuanto más se sobre esfuerce, menos rápido volverá a su trabajo.

Percival estiró su mano entonces y, prácticamente, le arrebató la varita al medimago.

Había pasado mucho, demasiado tiempo, lejos de esa extensión de sí mismo.

Goldstein le había asegurado al visitarlo que Grindelwald había usado su propia varita disfrazándola para que pareciese la del Director. Que su varita, la de Percival, no estaba entre los elementos que le habían secuestrado al desquiciado cuando lo capturarán.

Un breve consuelo entre tanto horror.

Su varita había sido regalo de su madre.

Para Percival era muy importante, puesto que ella había muerto antes de que él terminase el primer año de escuela y era, prácticamente, el último recuerdo que tenía de ambos juntos.

Hubiese sufrido su pérdida. O su contaminación por la mano de Grindelwald.

Pero no, allí estaba, sana y salva, con la misma firma de su magia, casi gritando en su mano el poder volver a estar junto a su dueño.

_Gracias

Le dijo al medimago entonces y el hombre asintió antes de retirarse, ya seguro de que no iba a desobedecerlo.

Graves inspiró profundo luego de que se hubiese cerrado la puerta dejándose caer sobre la almohada. Había sido una experiencia horrible el estar cautivo. Una que, por el momento, tenía lo suficientemente bloqueada y que, con la ayuda de las pociones correspondientes, no le estaba causando problemas para dormir. Y, aunque sabía que tendría que, tarde o temprano, como después de la Guerra, debería buscar ayuda profesional para superarla verdaderamente, no podía dejar de reconocer que había tenido la perseverancia y la suerte de sobrevivir a ese cautiverio. Gellert Grindelwald no había logrado su cometido. El Ministerio de la Magia de Estados Unidos, MACUSA y el propio Percival, habían logrado provocar la primer gran derrota del mago tenebroso.

Una semana más, entonces, como decía el medimago, no era tan alto precio a pagar en ese contexto.

El Director de Seguridad Mágica cerró entonces los ojos con satisfacción sin dejar de sujetar su varita, para abrirlos un instante después al sentir movimiento en su almohada. Algo se había apoyado en la misma.

Los instintos de Percival se dispararon y al girarse apuntó su varita a lo que sea que tuviese al lado, bajándola enseguida al ver que un muy poco impresionado bowtruckle lo observaba con los brazos cruzados.

Honestamente, ni siquiera atinó a moverse cuando la pequeña criatura destrabó sus brazos y se le acercó para subírsele a los hombros, comenzando un recorrido por el cuerpo del mago muy poco respetuoso del espacio personal del Director.

_¡Hey! ¡Hey! – exclamó Percival al sentir como la criatura lo caminaba de cabeza a pies, hasta que pudo capturarla con sus dedos para volverla a apoyar en la almohada - ¿Qué haces?

El bowtruckle lo señaló con una de sus ramas – brazo, luego señaló el conjunto de viales de pociones que tenía en la mesa adyacente a su cama y la propia cama de hospital en la que se encontraba, mientras emitía una serie de sonidos que el Director supuso serían la lengua de la criatura.

Sí, claro.

El medimago se lo había dicho, ¿no?

Las criaturas del magizoólogo suplían a su cuidador en monitorear el estado de Percival cuando el británico se hallaba ocupado.

Aparentemente, eso incluía revisar que los medimagos y el propio Graves, fueran sinceros acerca de la salud de este.

Y, pese a que realmente dudaba que un bowtruckle estuviese calificado como para auscultarlo, podía comprender que a este se le había otorgado una misión y tenía un superior al cual responder.

Por lo que, luego de aclararse la garganta, Percival se sentó en la cama y extendió su mano para que la criatura pudiese subirse y así hablar de manera más cómoda con la misma.

_Estoy mejor – le aseguro a su raro visitante – Me han dado una semana más de reposo, pero, aparentemente ya puedo trabajar aunque con limitaciones. Puedes decirle a tu… ¿amigo? ¿dueño? que estoy haciendo todo lo que me indican y que todo está marchando bien.

El bowtruckle giró su cabeza hacia un lado y hacia otro, como sopesando sus palabras y juzgando si mentía o no. Más, tras un par de minutos, la conclusión debió ser favorable, puesto que se descolgó de su mano y ágilmente se bajó de la cama para desaparecer por debajo de la puerta.

Percival Graves río bajo negando con la cabeza una vez que se hubo quedado solo.

¿Qué había sido de su tranquila, ordenada y lógica vida que ahora terminaba en la cama de un hospital dándole explicaciones a una criatura mágica que era poco más que una rama de árbol para que se las transmitiera a un mago extranjero que no conocía y que parecía ser algo así como una mini celebridad?

Esta vez fue el turno del Director de Seguridad Mágica de MACUSA de cruzarse de brazos mientras sopesaba lo acontecido.

Newt Scamander.

Magizoólogo.

Autor de libros.

Británico.

Probablemente relacionado con un viejo conocido suyo de ese país que portaba el mismo no muy común apellido.

Lo que explicaría el hecho de que, a ojos vistas estaba, el hombre era lo suficientemente testarudo como para convencer a Sepherina y al personal del Hospital de Nueva York, hasta tenerlos, básicamente, comiendo de su mano.

Muchas preguntas quedaban por responder en esas primeras conclusiones y, teniendo en cuenta que la aventura que los había relacionado estaba centrada en Grindelwald, la primera caja que se encontraba contra la pared y que llevaba un cartel con el nombre del mago tenebroso sería la prioridad a revisar en esa tarde, pensó Graves haciendo uso de su varita para levantar la tapa y levitar los reportes e informes que debajo de ella se encontraban.

 

 

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La tercera vez que escuchó el nombre de Newt Scamander, fue la vez que lo tuvo frente a frente.

Aunque no, realmente eso sería faltar un poco a la verdad, puesto que había leído el nombre del magizoólogo repetidamente en esos días, al ponerse al día con los reportes, tanto en el hospital como fuera de este.

Decir que había terminado atrapado con la lectura de lo que había vivido el británico durante su enfrentamiento con Grindelwald y su posterior captura era poco.

Y es que el tipo no parecía una persona preparada para el combate ni mucho menos.

En los reportes salía claramente su relación con Theseus Scamander, un viejo aunque distante conocido de Percival de sus tiempos en Europa, que hoy resultaba ser su equivalente en el Ministerio de la Magia Británico.

Más la foto que acompañaba el informe escrito hablaba de alguien muy diferente al auror.

Para empezar, Newt Scamander era mucho más interesante físicamente que su hermano. Más agradable a la vista. Percival no podía exactamente explicarlo, pero podría reducirse a que, lo que en Theseus delataba autoridad y amenaza, en Newt, por el contrario, reflejaba tranquilidad y hasta timidez. Los ojos claros, el cabello desordenado, la ropa menos severa, las pecas que se repartían por su rostro y el gesto de incomodidad ante la cámara, hacían que nadie pudiera pensar que detrás de esa imagen se hallará una persona capaz de realizar proezas.

Lo que lo llevaba a pensar que el magizoólogo, debía ser además, un actor consumado, puesto que nadie que no tuviese plena confianza y reino sobre sus habilidades, se hubiese animado a surcar el Atlántico en un barco lleno de No-Maj, con una maleta poblada de criaturas ilegales, para luego emprender una aventura de tamaño monstruoso junto a Tina Goldstein, en la que había terminado enfrentándose a uno de los magos más poderosos de su tiempo en repetidas oportunidades, logrando inclusive participar de su captura y continuar involucrándose en las actividades de MACUSA, hasta el punto de rescatar a su Director de la prisión en la que lo había encerrado Grindelwald, obteniendo de paso que la Presidenta del Magicongreso de Estados Unidos le ofreciese un empleo por el que muchos magos y brujas sacrificarían un brazo sin dudarlo.

En eso el chico, sí era parecido a su hermano.

Theseus Scamander era un animal de carrera y grandes metas.

Evidentemente, su hermano menor evidenciaba que los Scamander, eran hombres de ambición.

Muy bien. Podía respetar eso. Él también era un hombre con grandes ambiciones que se había hecho a sí mismo hasta llegar al cargo que ahora ostentaba.

Por ello, una vez que Roberts hubo terminado de comunicarle sus novedades en la primer mañana que pudo poner un pie en su oficina, le había ordenado sin levantar la mirada del pergamino en el que estaba tomando notas del informe que leía.

_Dile a Goldstein y Scamander que se reporten. Son los últimos que faltan.

La auror asintió y salió de la oficina de Percival dejando la puerta apenas abierta.

Una delicadeza que sus tropas habían desarrollado en su ausencia y que, aunque sentía que debía llamarles la atención puesto que no estaba hecho de cristal para que anduviesen teniendo esos cuidados, no podía menos que agradecer en silencio.

Desde su captura no soportaba las puertas cerradas.

Necesitaba sentir que el aire circulaba a su alrededor y saber que había una ruta de escape en caso de necesitarla.

Minutos después, unos pasos a la distancia le anunciaron que quiénes había convocado se aproximaban.

_Adelante

Expresó sin dejar de hacer lo que venía haciendo. Tenía una montaña de reportes y sabía que Goldstein no iba a inmutarse por su actitud.

_Buenos Días, Señor.

_Auror Goldstein – contestó Percival al saludo – ¿Alguna novedad?

_E… este es Newt Scamander, Señor. Es el nuevo magizoólogo del departamento. La Presidenta le ofreció formar parte del cuerpo mientras usted estaba recuperándose, Señor. Aprobó los exámenes y este es… su primer día.

_Muy bien Goldstein – le dijo a la muchacha asintiendo mientras llenaba la forma 123/A de transporte que llevaba la señal de “urgente” – La Señora Presidente me informó de la incorporación del Señor Scamander. Espero que comprenda que, al responder usted por su persona, será la encargada de guiar al Señor Scamander por los protocolos, las reglas y requerimientos que conllevan trabajar en MACUSA y que no se encuentran explicados adecuadamente en los exámenes.

_Sí, señor. Yo me encargo. No se preocupe.

Le respondió la auror sonando tan aliviada, que casi le arranca una risa a su jefe.

Tina Goldstein no podía saberlo porque el cascarrabias de Percival Graves no publicaba sus acciones, más convertirla en la encargada de Newt Scamander en MACUSA significaba señalarla como alguien en quien el Director tenía la suficiente confianza en sus habilidades para encargarle cuidar a una persona que, de acontecer cualquier accidente, bien podía convertirse en un incidente internacional entre Ministerios.

Ni su segundo, ni su tercero al mando habían sido considerados para el trabajo.

Lo que dejaba bien en claro para todos los miembros del Ministerio que la mujer, pese a haber sido promovida a una posición permanente muy recientemente, ya era considerada una igual en el cuerpo de aurores y que debía ser tratada como tal, sin fijarse en su trasfondo personal, ni en su género.

En un par de semanas, cuando la obstinada muchacha hubiese destacado, como sabía Percival que terminaría haciendo, Queenie Goldstein entraría también a trabajar en las oficinas de los aurores. Demasiado tiempo había pasado la chica soportando la discriminación por su condición de legeremante (legilimens), cuando podía ser perfectamente útil en su departamento, evitando tener que soportar a ciertos imbéciles que no entendían que una mujer podía ser bonita y no andar a la búsqueda de nadie.

Lo que le recordaba que tenía que tener una seria charla con Abernathy acerca de los límites que esperaba que tuviese este, una vez que Queenie estuviese cumpliendo sus funciones bajo el mando de Graves.

Claro que, antes de que eso sucediese sabía que debía espaciar ambos nombramientos, o Seraphina terminaría molestándolo con que se había ablandado con la edad y sus propias tropas comenzarían a cuestionar su salud mental.

_Muy bien. Eso sería todo. Pueden marcharse

Expresó volviendo a concentrarse en los informes, olvidando casi instantáneamente a los dos que tenía enfrente.

Habían sido unos largos días desde que saliese del hospital y, por la altura de papeles que tenía que revisar y que parecía no disminuir sino aumentar, no esperaba que las horas que estaba insumiéndole el trabajo fueran a reducirse.

Por lo que sentir unos pies moviéndose en el piso y la clara voz de Tina Golstein siseando “Newt, ¿qué estás haciendo? ¡Vámonos ya!” lo hizo detenerse a medio camino de lo que estaba escribiendo y levantar lentamente la mirada.

¿Es que acaso el británico había estado esperando un tratamiento especial?

Honestamente.

El atrevimiento del muchacho.

Más, antes de que su lengua rescatará alguna agudeza de las que lo caracterizaban, el chico, que no le había bajado la mirada en ningún momento, le dijo con evidente nerviosismo.

_¡Me gusta su chaleco! ¡Qui… quiero decir, le sienta bien ese chaleco!

_Perdona, pero, ¿dijiste que te gustaba… mi chaleco?

Le cuestionó el Director de Seguridad Mágica a un ahora muy sonrojado Newt Scamander, mientras no podía evitar levantar una ceja divertido.

_¡S… sí! Pero… también opino que luce usted bien… hoy

El tiempo se detuvo en ese momento, mientras el cerebro de Percival procesaba la escena en la que estaba a mil kilómetros por segundo.

En su oficina, más llena de informes que de comodidades.

En la que su nuevo magizoólogo, de la nada, había decidido que la primera vez que se encontraba con su nuevo jefe su mejor carta de presentación era ponerse colorado como un tomate mientras elogiaba su aspecto.

¿Por qué…?

O sea, no era tonto.

Por el contrario.

Era plenamente consciente que, para su edad, no conservaba todo, pero algo de su encanto de juventud permanecía y todavía podía hacer voltear un par de cabezas a su paso, más, esta era la primera vez que había provocado tal impresión que la persona en cuestión había decidido arriesgar el pellejo y el trabajo haciendo evidente en muy pocas palabras su interés.

Igualmente, segundos después, Percival Graves, Director de Seguridad Mágica de MACUSA había gruñido internamente sintiendo unas enormes ganas de palmearse su propio rostro.

Por supuesto.

No era la primera vez, ¿verdad?

Prácticamente desde su rescate Newt Scamander había estado dejándole saber que le interesaba.

No sólo había acudido, cuando ningún deber lo ataba, a rescatarlo, sino que se había involucrado activamente en su recuperación, ideando, como le había dicho el medimago, la mejor forma de procurarle una cura a sus múltiples y particulares heridas, pasando horas a su lado mientras había estado insconsciente cuando no tenía ninguna relación con el estadounidense que lo obligará a hacerlo y encargándole a sus criaturas que velarán por él en caso de tener que ausentarse.

Y no sólo eso.

También había decidido declinar una posición fija en el Ministerio de la Magia Británico a la primera oportunidad que le diera Seraphina de quedarse.

¿Es que acaso su olfato, tantas veces alabado por sus jefes y pares, se había malogrado tanto esos meses?

Naturalmente debería haber pensado que algo raro sucedía para que el más joven de los Scamander decidiera mudarse a New York, dejando las comodidades de su país natal y la protección de un muy bien posicionado Theseus Scamander. Especialmente cuando estaba a punto de hacerse conocido por producir un libro que los rumores anunciaban estaría agotado antes de salir a la venta.

Quizá, lo que había querido evitar inconscientemente su mente, había sido el tener pensamientos poco adecuados de su nueva auror permanente, puesto que esta había, después de todo, defendido con bastante entusiasmo la causa del magizoólogo. Más, ahora que podía ver que la compañera de aventuras del británico lo observaba pálida por su atrevimiento y con la boca tan abierta que unos milímetros más y tocaba el suelo, Percival podía concluir con toda seguridad que allí, no había ningún tipo de relación o interés mutuo.

Lo que sí había…

“Goldstein” pensó divertido el Director levantándose de su silla “Nunca hubiese imaginado que fuese usted una romántica encubierta”

Percival suspiro suavemente mientras dirigía sus pasos hacia el muchacho, en tanto la mujer trataba de buscarle excusas al comportamiento de su nuevo amigo.

No iba a negarlo.

Probablemente estaba casi tan sonrojado como el mismo Newt Scamander.

Y es que, aunque fuera consciente de que aún tenía el toque, no era de todos los días que se le aparecía alguien diciéndole literalmente que le gustaba en la cara.

“Pobre chico” razonó al ver que este bajaba la mirada y empezaba a balbucear alguna excusa al darse cuenta de lo que había hecho “Seguramente ha estado planeando este encuentro todas estas semanas y viene y le gana la ansiedad de esta manera”

Ok. Probablemente no tuviese demasiado que reclamarle a Tina Golstein cuando, a juzgar por la calidez que se le extendió por el cuerpo al pensar en ese adorable muchacho planeando con las Goldstein sus pasos para conquistarlo, era bastante claro que en el campo del romanticismo encubierto iban cabeza a cabeza.

Bien.

Momento de la verdad.

Se dijo Percival ampliando su sonrisa antes de contestar al halago que había recibido con uno propio e igual de absurdo.

_Gracias. Yo también pienso que luces encantador. El azul definitivamente es tu color, le hace justicia a tus ojos

Mercy Lewis.

Si esa era la reacción que iba a obtener cada vez, bien podía darse por perdido con ese chico.

El magizoologo volvió a levantar la vista, claramente asombrado, pestañeando por unos instantes, para después enrojecer mucho más de lo que ya estaba.

Estaba claro como el agua que había esperado que el Director de Seguridad Mágica lo echara a patadas de su oficina.

Pero no, Percival Graves no había sobrevivido a Gellert Grindelwald para hundir su cabeza en la tierra como un avestruz. Si la vida, luego de haber estado tan cerca de perderla, le daba esta oportunidad, iba a sujetarla por el tiempo que pudiese.

_Disculpa si fui algo rudo anteriormente – le dijo adelantándose y extendiéndole una mano en saludo – Deja que me presente adecuadamente… Mi nombre es Percival Graves, pero puedes llamarme Percival.

_Newt Scamander – le contestó el magizoólogo sujetando su mano sin dudar y correspondiendo al saludo – Pero llámame Newt. Todos me llaman así.

Ambos bajaron sus manos al mismo tiempo sin dejar de verse o sonreírse, cuando la voz de Tina Goldstein les recordó que no estaban solos.

_Debemos irnos. No lo molestaremos más, Señor. Sabemos lo ocupado que está

Ah, sí.

Los benditos informes y reportes.

Que deberían haber estado listos para ayer.

Sin embargo, no sintió ninguna culpa, cuando le dijo a la auror sin dejar de observar al británico.

_¿Sabe qué? Creo que voy a relevarla de la responsabilidad de explicarle a Newt las reglas y me encargaré personalmente de mostrarle donde trabajamos. Después de todo, es su primer día. Puede usted retornar a su escritorio, Goldstein. Yo me haré cargo de aquí en más (Actually, I think I'll explain Newt the rules and I'll show him around. It's his first day after all. But you can return to your desk, Goldstein. I'll take care of him)

Había que reconocerle algo a la auror.

No había buscado explicaciones a lo que había pasado.

Simplemente había aceptado que su amigo no había arruinado sus chances y que su jefe no la estaba castigando y había puesto pies en polvorosa, mientras Percival le sugería a su nuevo interés sentimental que ocupará un asiento junto a la ventana para poder charlar, lejos de los papeles y en el único mueble decente del lugar, mientras su mente hacía una lista de cosas que tenía que tener allí de ahí en más, a la cabeza de las cuales estaba un té lo suficientemente decente como para satisfacer un paladar inglés.

 

 

 

 

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