
Era un día pesado. Las nubes se posaban en el cielo, tapando casi toda capacidad de luz natural que este poseía por sí mismo.
Sirius Black, estaba limpiando el número 12 de Grimmauld Place, con las ventanas abiertas, las pequeñas brisas de aire que salían de afuera y un poco de ayuda. Kreacher, aquel elfo doméstico que nunca había querido a Sirius estaba ayudándolo a limpiar un poco la antigua habitación de su hermano menor, Regulus Black.
—El maestro Regulus amaba todos estos libros, leía todos, todo el tiempo. — Decía el elfo mientras Sirius solo lo escuchaba con un poco de tristeza.
Sirius y su hermanito, Regulus, habían sido muy cercanos hasta que el menor de los Black ingreso a Hogwarts. Desde ese momento, se habían separado porque este mismo había hecho sus propias amistades y tenía, obviamente, sus propias preocupaciones.
Cuando Regulus fue seleccionado, Sirius no sé sorprendió en lo absoluto. Nunca tuvo problema con los slytherins (Claro, si descontamos a Severus) toda su familia era slytherin y el pudo haber ido, sin embargo, eligió Gryffindor porque su rebeldía fue mayor.
Sabía que su hermano no era igual que el. Nunca le presento un impedimento para amarlo, pero cuando empezaron a alejarse, Sirius no pudo sentir más que vacío y decepción.
Cuando Regulus eligió el camino del mal, cuando se unió a Lord Voldemort y salía con sus amigos mortífagos, cuando empezó a ser igual que toda su familia, el mayor de los Black sintió como su corazón se partía en miles de pedazos. Y cuando supo que falleció, posiblemente por culpa de Voldemort, Sirius no pudo más con todo ese rencor que le tenía a su familia y lloró como nunca antes había llorado. Quizás lloró más que cuando murió su otro hermano del corazón, James, junto con su esposa Lily esa fatídica noche.
Soltó un suspiro, sumido en sus pensamientos, hasta que chocó con una pequeña caja en el armario de su ya difunto hermano. — ¿...Uh...?— Era el baúl de Hogwarts. Ese que su hermanito usaba para llevar sus pertenencias hacía el andén que los llevaba a la escuela.
Lo abrió, bajo la amenazadora mirada del elfo doméstico que lo acompañaba, y miró el contenido.
Habían libros, un poco desgastados pero con hermosas tapas de cuero, algunos pergaminos escritos con una letra cursiva perfecta, y fotos.
Agarró con cuidado aquellas fotos, mirandolas con detenimiento. Eran fotos de Regulus con sus amigos. En específico cinco de ellas y en todas había una descripción con esa letra cursiva ya conocida para Sirius.
Una de Regulus y Pandora Ancrum, una de las estudiantes de ravenclaw de ese entonces. Ambos estaban sonriendo en la foto mientras la chica rubia hacia un símbolo con sus dedos y su hermano solo sonreía y reía. “Pandora y yo, siendo aterradoramente felices."
Sirius rió levemente ante la descripción y siguió pasando las fotos. Se le hacía extraño ver ese tipo de fotos de su hermano. Claro, a veces se le olvidaba que este también fue adolescente y también podría salir con chicas.
¿Era Pandora la ex novia de su hermano o algo así? Se sintió un poco mal por no saber la respuesta. Dejaba en clara evidencia que no sabía casi nada (por no decir absolutamente nada) de la adolescencia de Regulus y sus años de estudio.
Ahora podía ver una de Regulus y un ahora mortifago muy peligroso, Barty Crouch Jr. En ese entonces era un extraño chico de slytherin, en la foto ambos estaban jugando a los naipes explosivos en lo que parecía ser la sala común de la casa verde. Con la descripción de "Ganándole a Barty por quinto novena vez. Él no piensa rendirse.”
Su sonrisa está vez fue un poco torcida, incluso incómoda ¿Acaso Regulus sabía de lo peligrosos que eran sus amigos? Quizás no, pero aún así, no podía evitar estar molesto con su hermano por juntarse con gente tan maligna y tan cruel.
Barty Crouch Jr, no era más que un ser de maldad pura, quien no pensaba en los demás y había torturado (junto con su odiosa prima Bellatrix Lestrange y otros mortífagos) hasta la locura a Alice y Frank Longbottom, personas que habían sido muy buenos amigos de Sirius en sus años como estudiante, aún cuando eran un año mayores que él y sus amigos.
Decidió no amargarse más y seguir pasando las fotos a medida que guardaba con cuidado en su lugar las que ya había visto.
“Evan y yo en pociones. Este idiota no es capaz de crear amortencia sin llorar" y eran su hermano, junto con Evan Rosier en el aula de pociones, revolviendo algo mientras el castaño claro solo lloraba por, lo que pareciera ser, el olor que emanaba para él, del caldero que estaban usando.
Otro chico de slytherin que se había convertido en mortifago ni bien se había graduado de su séptimo año en Hogwarts. Sin embargo, este había muerto no hace mucho atrás.
Con respecto a Rosier, Sirius mentiría si dijera que sentía un poco de respeto y lastima por el difunto amigo de su hermano. Resistirse a una captura, y quitarle un ojo a Alastor Moody, es algo que solo un mortifago desesperado y demente podría ser capaz de hacer.
Encontraba muy graciosa la foto. Si es que interpretaba bien la situación, el olor que salía del caldero para el, en ese entonces, niño, debía ser como oler unas cebollas. ¿De quién podría estar enamorado que huela a algo tan desagradable?
Otra foto se hacía presente. Está vez eran su hermano y Severus Snape, junto con Lucius Malfoy, claro, está foto parecía ser un poco después de que se graduaron, en lo que parecía ser una sala bien acomodada y con decoración oscura. “Reunion.” era todo lo que estaba escrito en el pie de foto.
Decidió no pensar mucho en esa horrible foto. Tan solo imaginarse el contexto le hacía hervir la sangre y también le provocaba un escalofrío que le recorría toda su espalda y le causaba náuseas.
Y una última foto, que así como lo sorprendió, lo dejo muy confundido.
Era una foto de James, ¡Su James! ¡James Potter! Y Regulus, ¡Su Regulus! Felices.
James abrazaba a su hermano por los hombros, ambos sonreían, el Black menor más levemente y su amigo fallecido mostrando sus dientes radiantemente, cómo solía ser.
La foto parecía normal, quizás un poco rara fuera de contexto, pero normal.
Hasta que, el movimiento de la foto se hizo presente. ¡James besaba a su hermano por sorpresa y este le correspondía con felicidad!
En la descripción decía "Mi estúpido Gryffindor y yo." ¿Mi estupido Gryffindor? Sirius estaba mareado, ¡También estaba herido! No entendía por qué, su mejor amigo y hermano del alma no le había dicho nada sobre esto! El hubiera estado muy contento, esperanzado de que alguien pudiera hacer entrar a su hermano en razón y llevarlo hacia la luz.
Entendía que Regulus no dijera nada. Su hermano era reservado, y cuando se alejaron eso se hizo mucho más evidente que antes. Sin embargo, no podía evitar sentirse lastimado, traicionado y engañado por el. ¡Estaba molesto! Pero porque no podía creer que incluso después de la muerte de James, habían cosas que el Black mayor desconocía.
Por lo menos ahora estaba seguro de que aquella niña Pandora no podría haber sido más que una amiga para su hermano. ¡Siempre sospechó que no era fan de las mujeres! Después de todo son hermanos, pero no pensó que...¿Con James? Nunca pensó que ellos dos habrían sido TAN cercanos.
— El señor Black no debería espiar en las antiguas pertenencias del maestro Regulus. —Escuchó a Kreacher regañarlo entre dientes, a lo que Sirius solo pudo fruncir el seño.
—¡No estoy espiando! Estoy limpiando. — Le respondió a aquel elfo con una mirada de fastidio. Jamás se habían llevado bien, eso era obvio, pero se preguntaba, si este sabía más sobre Regulus que su propio hermano.
— Kreacher, ¿Qué sabías de Regulus? Más allá de lo obvio. ¿Cómo era el? — Preguntó el mago de la habitación, mientras regresaba las fotos a su lugar.
El elfo pareció dudar un poco. Pero al tratarse de, básicamente una orden, respondió de mala gana.
— El joven amo Regulus era un muchacho excepcional. Un mago talentoso, un verdadero heredero de la casa Black. Tenía los valores correctos y era muy bueno con Kreacher. —El elfo hizo una pequeña pausa. — Le gustaba leer sobre artes oscuras, también le gustaba mucho ese pastel de chocolate con el té de manzana y solía ser muy atento con su familia. Buscando siempre hacerlos sentir honrados y también buscando seguir las tradiciones de la noble y antigua casa Black.
Sirius no podía evitar sentirse un poco atacado, pero lo dejo continuar.
- El amo Regulus, protegió a Kreacher hasta el final, incluso del mismísimo señor tenebroso. - Con esto, se dió la vuelta y siguió limpiando con un plumero los otros muebles de la habitación.
-¿A qué te refieres con eso, Kreacher? - Preguntó Sirius, con notable confusion. ¿Cómo es que su hermano había protegido a su elfo doméstico de aquel señor tenebroso al que servía? Era algo imposible de creer. ¡Es más! No podía creerlo.
-Son órdenes del difunto amo Regulus no rebelar sus acciones. - Respondió el elfo, abandonando la habitación con una pequeña palita llena de polvo en sus manos. Dejando a Sirius con las palabras en la boca y con notable frustración.
El ahora, nuevamente heredero de la casa Black, bufo y siguió escarbando en el baúl, tratando de encontrar alguna pertenencia interesante de su hermano.
Hasta que encontró un pequeño cuaderno de un verde esmeralda un poco gastado, se le notaba que tenía unos cuantos años, que tenía grabado en la tapa de inicio "Diario privado de Regulus Arcturus Black, heredero de la casa Black, hijo de Walburga Black y Orion Black. Manténgase lejos."
Abrió el cuaderno y se sorprendió un poco cuando vio todas las páginas en blanco. Supuso que tendría algún encantamiento, sin embargo, la sorpresa de haber encontrado tal reliquia privada le había cegado un poco la razón que aún poseía.
- Veamos...-Estaba seguro de que tenía que decir una palabra en específico para poder activar dicho diario, sin embargo, no se le ocurría bien cuál podría ser aquella palabra.
Pensó en la fecha de su cumpleaños, lo dijo en voz alta, tocó con la varita, y nada. ¡Pues claro! Su hermano no podía ser tan tonto.
El nombre de sus abuelos, error.
El nombre de la lechuza que había llevado su hermano en sus épocas de estudiante, error.
¡Incluso probó con el lema de su familia y con el nombre de James Potter! Pero no.
Hasta que, se le ocurrió que podría ser el nombre del ser al que más cariño le tenía Regulus desde que eran unos niños.
- Kreacher. - Y con un movimiento de varita, todas las palabras en esa cursiva perfecta y bien practicada se hicieron presentes.
Querido diario. Septiembre de 1976.
Estoy empezando este diario, a espaldas de mis padres para poder plasmar de una manera más fácil mis frustraciones y molestias. Cómo ahora, futuro heredero de la casa Black, debo mantener la compostura cuando se trata de la felicidad o la tristeza, y un diario intimo parece la mejor opción.
Aún que también peligroso. Por eso puse de contraseña el nombre de mi amado compañero, Kreacher. El elfo doméstico de mi familia.
Hace apenas unas semanas, mi hermano mayor, Sirius, se fue de la casa, entre gritos y peleas, así como luces de hechizos, agarró su varita, su escoba, y se fue.
Mentiría si digo que no me avisó. Él me dijo que iba a irse, cuando lo encontré en su cuarto, entre algunos sollozos después se haber peleado nuevamente con nuestra madre y haber sido maldecido por segunda vez con el cruciatus ese verano.
"Reggie, ven conmigo, ¡vamos a morir aquí si no hacemos algo! Somos más que esto, ¡Eres más que esto!"
Yo guardé silencio. No había lugar para mí fuera de la casa Black. Amo a mis padres, aún que son crueles y malvados, son mi familia.
Por lo que, con una cara de tristeza y hasta asco por sus disparates, le respondí: "Ya cavé dos tumbas para los dos aquí, Sirius."
"Eres parte del problema. Tu cara de asco solo me confirma que la verdad es lo que te altera."
Sentí más que tristeza por sus palabras, ira. Sentí que podría quemarlo con mi mirada. ¡Es tan fácil para el! ¡Alguien tiene que aguantar los platos con las manos rotas y adoloridas! ¡Él puede ser todo lo rebelde que quiera, pero yo soy el hijo modelo, el que debe cubrir la vergüenza que Sirius le genera a la familia con sus actitudes ridículas y sin sentido!
Para Sirius es tan fácil. El no ama a mamá, tampoco ama a papá, ni a nuestras primas, ni a nuestros abuelos, el no ama a nadie.
Incluso dudo que me ame a mi. Si fue capaz de abandonarme por ese idiota de James Potter...
Lo eligió a él, antes que a mí.
Y ahí fue cuando firmó su sentencia. Sentencia que ni yo ni nadie más eligió.
Al separarse de la casa Black, se separó de mi. Tal y como nuestra prima Andrómeda había hecho.
Dejó a sus hermanas atrás, todo por alguien que no valía la pena.
La noche que mamá quemó su cara del tapiz, pude ver qué sus ojos estaban un poco vidriosos. Quizás de la ira, o quizás de la ̶T̶r̶i̶s̶t̶e̶z̶a̶ vergüenza de tener a un hijo defectuoso en su línea familiar.
Nuestra madre le había perdonado ser un Gryffindor, cuando toda la familia era, por tradición, Slytherin. ¡Incluso le había perdonado el estar en contra de ella todo el tiempo! Sin embargo, sé que ella no podría perdonar a un traidor de la sangre. Incluso si era su propio hijo. Mi hermano.
Pero uno o dos días después, se acercó a mi junto a mi padre para informarme que ahora yo sería el heredero de la casa Black y que debería sentirme honrado, orgulloso.
Mentiría si dijera que no me sentía así. Feliz. Honrado, reconocido por las personas que amo. Aún que con un vacío por haber perdido a mí hermano, la felicidad se sentía mucho mayor incluso con ese hecho.
̶P̶e̶r̶d̶ó̶n̶ ̶ Sirius, no quería que esto terminara así.
Sé que seguro está muy enojado conmigo por no haberlo seguido...
Sin embargo, espero que me entienda tarde o temprano.
Yo elegí mi camino. Elegí a mi familia. Elegí a la casa Black. Elegí a Kreacher. Elegí mi legado y mí futuro.
Él, eligió la traición, eligió a Potter. Eligió irse.
Respeto su decisión. Más no la comparto. Y teniendo en cuenta que se me prohibió hablar con él de regreso a Hogwarts, creo que no habrá lugar para debate cuando nos veamos.
Aún así, conservo nuestras fotos de cuando éramos niños. Son tesoros para mí. Están bien escondidas, le pedí a Kreacher que las protegiera. Así como también le pedí que protegiera las fotos con Andrómeda.
Eso es todo.
Prometo escribir seguido.
R.A.B.
Un nudo en el pecho se instaló en su cuerpo. Se sentía desgastado, un solo par de páginas que había leído y ya se sentía totalmente desganado.
¿Así era como Regulus había vivido su partida? ¿Se había enfadado por dejarlo? Lo que más le impresionaba era, cómo pensaba que lo había reemplazado por James.
Sirius jamás se paró a pensar en cómo se sintió su hermano con respecto a que había básicamente cambiado de hogar. Creyó, erróneamente, que Regulus solo estaba molesto porque había traicionado a su familia. Pero en esas páginas que había leído, se notaba que su hermano no sentía nada más que solo dolor por haber sido abandonado.
Abandonado por su propio hermano Mayor. Quien se supone, debía protegerlo siempre.
James jamás habría podido llenar el vacío que yacía en Sirius. Ese vacío que había dejado su pequeño hermano, ese vacío con el que aprendió a convivir conforme pasaban los años. Ese vacío que le recordaba constantemente de qué lado de la mecha se encontraba Regulus, y de qué lado de la mecha se encontraba él.
Aún así, estaba un poco aliviado de que su hermano haya podido encontrar algo bueno en su partida. Por más doloroso y duro de leer que haya sido, a Sirius jamás le había interesado ser heredero de una casa tan podrida como los Black, así que se alegraba de que eso era algo que a Regulus si le interesaba.
Por más asqueroso que le pareciera ser heredero de los Black. Pero supone acertadamente que solo es porque jamás llegó a amar a su familia tanto como Regulus si había llegado a amarlos.
Que ironía. Él era heredero de la casa Black ahora.
Hizo una mueca de incomodidad ante ese pensamiento y suspiró pesadamente, levantándose del suelo en donde estaba leyendo el diario y guardando éste en su enorme chaqueta.
Seguiría leyendo luego. Eso seguro.