
Capítulo uno 31 De Julio
Capítulo uno
31 De Julio
Harry Potter, lugar de residencia el número doce en Grimmauld place. Padre de tres hijos, dos varones y una niña. Estado civil: viudo. Actualmente soltero. Auror activo, es decir, cazador de magos tenebrosos e investigador de crímenes en el mundo mágico. Además, experto en sonreír y aparentar ser feliz el día de su cumpleaños.
Cada 31 de Julio, Harry Potter sonríe, abraza, agradece sus regalos y deja que hagan una fiesta para él. Lo hace por sus hijos y Kreacher, porque ellos se merecen eso, un padre feliz y contento (y Kreacher un amo feliz de comper todo su banquete). No merecen un Harry Potter amargado que tiene un nudo en la garganta y que extraña con locura a su fallecida esposa. Ni uno que tiene el cuerpo adolorido por su último trabajo como Auror y tal vez, solo tal vez, por la edad. Ni mucho menos un padre (y amo) que durmió mal porque la prensa es una loca y estúpida cosa horrible que no hace más que esparcir mentiras y odio al mundo mágico como por ejemplo: HARRY POTTER PODRÍA ESTAR MAL DE LA CABEZA, todo porque después de la denuncia de robo de un tal señor Dalloway él le dijo que no fue un mortífago quien le robó.
Ese es el real Harry Potter. Pero no puede mostrarle eso a sus hijos. Ellos necesitan tener esperanza y un pilar en su vida.
James Sirius Potter es su hijo mayor. Tiene 13 años. Un niño todavía que como bien aprendió Harry el año anterior, necesita guía y supervisión. Era muy Weasley, tanto en eso como en lo físico, pues había heredado lo pelirrojo, las pecas y los ojos azules de Ginny.
Su hijo del medio es Albus Severus Potter, pronto a cumplir doce años. Todo parece indicar que es más maduro que su hermano mayor. Tiene mejor sentido de la justicia, y eso que pertenece a la casa de Slytherin en Hogwarts. Todos estaban de acuerdo en que, físicamente, era un Harry en miniatura. Harry a veces pensaba si era lo que él hubiera sido de haber dejado que el Sombrero Seleccionador lo colocara en Slytherin.
Le sigue la pequeña, Lily Luna Potter, con sus diez años cumplidos hace dos semanas. Ella parece fuerte, decidida, pero aún tiene toda la curiosidad que una niña pueda tener. Más preguntas que respuestas, con mucha hambre de conocimiento, y necesitada de alguien estable que se lo dé. Era quien a menudo le provocaba un nudo muy grande en la garganta. No sólo se parecía a su madre, Lily Evans, de quien había heredado el nombre, sino también a Ginny de una forma que le dolía. El cabello rojo fuego, las pecas feroces en su rostro, y aquella mirada que decía que sería terca y dura de roer. ¡Por Merlín, si hasta estaba seguro que en Hogwarts su mejor hechizo sería el Reducto!
—¡Feliz cumpleaños, papá!—gritaron los tres esa mañana, abriendo la puerta de su habitación de par en par. Harry se hizo el sorprendido cuando James caminó con una torta, que sabía muy bien habían hecho los tres durante la noche.
—Wow, ¿eso es para mi? Esperen… ¿se puede comer? —preguntó, colocándose bien los anteojos. James frunció el ceño y Albus rodó los ojos. James le sacaba cabeza y media a Albus de altura.
—Claro que sí, papá —dijo Albus.
—La hicimos para ti todos juntos —cantó Lily—. Vamos, levántate. Hay que festejar entre nosotros antes que llegue todo el mundo.
Harry sacudió la cabeza, guardando su frustración. Todo el mundo. Si, solía venir todo el mundo.
—¡Lily! —escuchó que su hijo James regañaba a su hermana—. Se supone que es una sorpresa.
—Por favor, ¿desde cuándo las fiesta de cumpleaños de papá son sorpresas?
Harry rió fuerte. ¡Marlín! ¿Cuán parecida a Ginny tenía que ser? ¿Podría serlo más?
—Su hermana tiene razón —dijo, empezando a levantarse—. Debo decirles la verdad, han dejado de ser sorpresa desde que… ¿empezaron?
James y Albus abrieron la boca en shock. Awww, era tan lindo que sus hijos aún tuvieran algo de inocencia. Se rió de ellos pero una vez de pie los apremió:
—Vamos, vamos. Quiero comer esa torta. —Estaba muy fea, pero no se los dijo a sus hijos porque la verdad es que sería más rica que la comida de Hagrid.
Más tarde, empezó a llegar todo el mundo, lease Neville, su esposa Hannah y su hijo e hija. Hermione y Ron con Rose y Hugo. George y Angelina con Fred y Roxanne quien entraría al colegio el próximo septiembre. Hagrid. Molly y Arthur. Finnigan y su hija Jayde que entraría a Hogwarts también. Dean y su hija Kriersten que también tenía 11, lista para partir en septiembre. Más tarde llegaron Teddy y Andrómeda.
Harry conversó aquí y allá con todos. Se quedó un rato más con Ron antes de caer con Neville y Hannah. La última le decía que había puesto su nombre en la lista para ser enfermera en Hogwarts, al parecer Madame Pomfrey tenía ya ganas de jubilarse, pero aún no tenía respuesta. Le decía que esperaba ese puesto porque estaba cansada de la maldita burocracia en San Mungo. Harry supo que se refería a que aún seguían negándose a atender a ciertas personas.
Sin embargo, Harry no podía mantenerse concentrado sobre el tema del que hablaba enteramente porque había un detalle: Albus estaba un poco alicaído. Intentaba sonreír, pero no fingía tan bien como él que ya tenía la práctica. Logró acercarse cuando se escapó de Neville y su esposa.
—¿Qué sucede, Al? —preguntó, mirando alrededor, viendo a Rose en una conversación con el abuelo Arthur, seguro de cosas muggles—. ¿No quieres ir con Rose y el abuelo?
Albus miró en esa dirección e hizo un poco de cara.
—No.
—¿Entonces? Sé que es mi fiesta de cumpleaños, pero quiero verte feliz a ti también.
Albus suspiró y lo atravesó prácticamente con aquellos ojos verdes. Podrían decir que tenían los mismos ojos, pero Harry creía que el verde de su hijo era más fiel al de Lily Evans y único a su manera. Y eso con anteojos y todo.
—¿No te vas a enojar? —le preguntó su hijo muy bajito.
—Claro que no. Dime.
—Pensaba en que… si tu fueras… si… —Las mejillas de Albus se sonrojaron un poco pero levantó la barbilla—. Si fueras amigo del padre de Scorpius él estaría aquí. Y yo tendría un amigo, no un montón de primos y desconocidos. Ya ves que a excepción de Rose, todos se llevan más con James… —y Albus por primera vez bajó la cabeza—. Pero sé que eso no puede ser, él no es tu amigo… y no voy a pedirte que lo seas. Sé lo que ustedes eran en el colegio; enemigos. Ya aceptas mi amistad con su hijo. No puedo pedirte más.
Harry abrió la boca y la cerró. Repitió el procedimiento varias veces mientras intentaba buscar una respuesta e imaginarse a Malfoy y a él como amigos.
—Eso no es cierto —dijo al final—. Me refiero a tus primos y los demás niños —aclaró. Albus lo miró con los ojos abiertos llenos de incredulidad. ¡Ok! Era cierto. James tendía a acaparar la atención de todos los primos, especialmente desde que Albus entró a Slytherin—. De acuerdo. Tienes un poco de razón. Pero no estés triste. No quiero verte así. El próximo año no haremos esta fiesta.
—¿Qué? —su hijo se alarmó—. No. No importa, de verdad. Tu amas estas fiestas, el tío Ron… —empezó su hijo pero Harry negó y se agachó, poniéndose a su altura aunque Albus había crecido un poco desde el año anterior.
—Voy a contarte un secreto —bajó la voz todo lo que pudo—. El tío Ron se equivoca —Albus abrió los ojos como platos—. La única razón por la que he soportado estas fiestas sorpresas es porque hace felices a tus hermanos y a ti —y Albus se empezó a reír—, pero si uno de mis hijos no es feliz con eso, creo que debo confesar.
—Lo siento. Pensé que las amabas, papá.
—No. No lo hago. Y ahora —se acercó más al rostro de su hijo—, sé lo que puedes pensar para estar mejor.
—¿Sí, qué? ¿Qué el próximo año no habrá fiesta?
—Sí, pero no es eso, es algo más próximo. La semana que viene visitarás a tu mejor amigo, Scorpius. No te dije, pero anoche llegó la invitación formal.
La cara de su hijo cambió completamente. Aquellos ojos verdes brillaron como la mejor esmeralda.
—¿En serio? ¡Eso es genial! ¡Oh, pensé que se había olvidado! —Harry notó que aquello era cierto y era parte de lo que había estado mortificando a su hijo—. ¿Crees que a todos les haya llegado la invitación?
—Sí, a tío Ron también, pero no creo que Rose lo sepa aún.
—Yo se lo diré. Papá, eres el mejor. De verdad, muy feliz cumpleaños, papá —su hijo lo abrazó—. Te mereces lo mejor. Y si odias estas fiestas, no habrá ni una más. Lo prometo.
Listo. Su hijo fue feliz. Se fue corriendo a donde estaba Rose a contarle. Después pareció más que dispuesto a tener esas charlas sobre cosas muggles con su abuelo. Incluso escuchó como le contaba de su amigo Thomas, hijo de magos pero de abuelo Squib y como se crió en el mundo Muggle. Harry entonces se dio cuenta de algo. Era la primera vez que veía a su hijo hablar así de feliz desde el fallecimiento de Ginny.
¿Desde hace cuánto Albus la pasaba mal en estas fiestas como él? Fue bueno haberse dado cuenta este año.