The Boy Who Needed To Be Saved

Harry Potter - J. K. Rowling
Gen
G
The Boy Who Needed To Be Saved
Summary
Harry Potter no era suicida.Él quería vivir .Solo en aquellos momentos en los que las palizas de Vernon eran peores que otras veces pensaba en acabar con todo, pero nunca lo hizo.Pero mientras estaba retenido contra la estatua, en el cementerio, pensó en la vida que había pasado en la casa de los Dursley, en que sus compañeros le juzgaron por hablar Pársel en segundo año y también por "meter su nombre en el cáliz de fuego", y en que sus amigos le habían dejado de lado.Y no encontró la fuerza dentro de él para defenderse de lo que quisiera hacerle Voldemort.
Note
¡Hola a tod@s! Bienvenidos a un nuevo fanfic, esta vez de Harry Potter. Es una serie de películas que me encantó desde el primer momento en que la vi, y aunque he leído fanfics en los que Harry se une a Voldemort, ninguno me ha convencido del todo, así que aquí estamos. Espero que os guste este fanfic, y quiero decir que no esperéis actualizaciones muy frecuentes, dado que solo tengo tres capítulos y he pensado en cambiar un poco el rumbo de la historia, pero espero que seáis capaces de esperar un tiempo para ver como la historia continúa :D Si hay alguna similitud con otro fanfic, lo siento mucho, pero este fanfic lo tenía en una de mis carpetas antes de leer cualquier otro fanfic de Harry Potter aquí en AO3, así que solo quiero decir que no he plagiado a nadie.

Chapter 1

Harry sabía que debería haberse asustado cuando vio a Voldemort salir del caldero, que debería haber gritado, aterrorizado porque hubiera regresado, pero lo único que sintió cuando el señor oscuro revivió fue un gran alivio.

No había estado esperando su regreso (después de todo era Voldemort), ni lo admiraba, ni estaba de acuerdo con sus ideales, pero el único pensamiento que pasó por su mente fue que por fin podría matarlo. Probablemente habría luchado en un mundo alternativo, en un universo en el que no estuviera tan roto, pero después del horrible verano que había pasado en casa de los Dursley (después del infierno que había pasado con ellos durante catorce años), después de que Ron y Hermione se alejaran de él por “haber hecho trampa” y el resto de los alumnos de Hogwarts le despreciaran por la misma razón, sus ganas de luchar desaparecieron.

No iba a proteger a alguien que le amaba un segundo y que podía odiarlo solo un segundo después.

No iba a proteger a las personas que le habían dejado a su suerte en una casa con unos muggles maltratadores, y mucho menos iba a proteger a los magos y brujas que sólo le querían porque podía salvarles el culo de Voldemort.

No era tonto, la primera vez que vio a Ron él le habló como si fuera un alumno cualquiera que iba a Hogwarts, como si no fuera nadie importante, y la forma de hablarle cambió cuando descubrió que era Harry Potter. Y Hermione estaba buscando a la rana de Neville y preguntó si la habían visto, y solo cuando se fijó mejor en él decidió quedarse junto a Ron y él. ¿Y Ginny? Sí, la había salvado en segundo año, en la cámara de los secretos, pero no era tan idiota como para no darse cuenta de cómo le miraba. Como si quisiera ser algo más que su amiga. Y, francamente, estaba un poco —muy— ocupado pensando en cómo sobrevivir como para prestarle atención a una chica que apenas sabía cosas sobre él y que cayó profundamente enamorada solo con mirarle y solo con saber cómo se llamaba.

Definitivamente no pensaba seguir protegiendo a gente que solo estaba interesada en él porque era “Harry Potter”. Porque estaba harto. Estaba harto de que eso fuera así. Cansado de tanta fama, cansado de que le llamaran “Potter”, “el elegido”, “el-niño-que-vivió”. ¡Merlín! Él era Harry, solo Harry, un chico normal. No Harry Potter, un mago que marcó un antes y un después en la historia de la magia.

¿Por qué no podían amarlo solo por ser Harry? ¿Sólo por ser él mismo?

Y también estaba cansado de que le dijeran que había matado a Voldemort. Eso era una completa estupidez. ¿Él? ¿Un niño de un año? ¿Un bebé? ¿Derrotando a uno de los magos más poderoso de todos los tiempos, a un señor oscuro experimentado que tenía más de cuarenta años? ¿Cómo podían ser tan idiotas como para pensar que él, cuando era un bebé, le había matado? No tenía ningún sentido. Si ni siquiera podía hablar, ¿cómo demonios iba a acabar con Voldemort?

Cerró los ojos con fuerza, sintiendo la cicatriz arder por el contacto entre el dedo de Voldemort y su frente, pero estaba demasiado ocupado pensando en otras cosas como para pararse a pensar en el dolor. Solo estaba cansado. Estaba harto de seguir viviendo de esa forma, con el resto de personas determinando su vida. Estaba cansado de tener que luchar contra Voldemort porque todos se lo dijeran. Cansado de tener que volver a la casa de los Dursleys cada verano. Cansado de que le repitieran una y otra vez lo importante que era para el mundo mágico.

Cansado de tanto dolor.

Él solo quería vivir una vida normal, quería ser un niño normal que no tuviera que preocuparse por sobrevivir. Solo quería descansar. Solo quería que todo acabara. Sintió las lágrimas formándose en sus ojos, pero las retuvo dentro de él. Tenía que controlarlo. Tenía que controlar sus emociones. No podía permitirse llorar frente a Voldemort o frente a los mortífagos, ¿verdad?

—¿Cuándo vas a parar de hacer eso? —preguntó Harry con los ojos cerrados—. ¿Cuándo piensas lanzarme la maldición asesina, Voldemort? —su voz salió en un susurro. Debería haber sonado como un quejido por el dolor, pero estaba demasiado acostumbrado al dolor como para quejarse por algo así.

Harry sintió cómo el dedo era apartado de su frente, y cómo la estatua dejaba de hacer tanta fuerza, haciéndole caer al suelo. En otro universo, probablemente habría corrido, arrastrado el cuerpo de Cedric y agarrado la copa para volver a Hogwarts, o quizás habría rezado por su vida, pero en ese momento solo se quedó de rodillas, con la cabeza bajada, esperando la luz verde del Avada Kedavra.

—¿Y? —preguntó al cabo de unos segundos, en los que todo estuvo en silencio—. ¿Vas a matarme o vas a quedarte ahí parado y voy a tener que matarme a mí mismo? —levantó su cabeza.

Todo se quedó en silencio después de que Harry pronunciara esas palabras. No era como si no le hubiera sorprendido. No todos los días tu enemigo a muerte te pedía que le mataras. No todos los días la persona a la que llevabas intentar más de diez años, y que siempre se enfrentaba a ti, te preguntaba de repente por qué tardaba tanto en matarte, como si quisiera morir.

—¿Por qué quieres morir?

Harry escuchó la voz de Voldemort de nuevo al cabo de unos segundos, y soltó una risa, o eso era lo que pretendía, porque el sonido que salió de entre sus labios fue más un sollozo.

—¿De verdad me lo estás preguntando? Mis padres están muertos, Cedric, una de las únicas personas que probablemente me apreciaban de verdad también está muerto, y si esto continúa, estoy seguro de que las personas que más me importan morirán igual.

Harry mordió su labio inferior con fuerza cuando en su mente apareció el rostro de esas cinco personas que tanto apreciaba.

No sabía que haría si en el transcurso de la guerra también perdía a Sirius, Remus, Neville, Fred o George.

No lo soportaría si perdiera también a las otras únicas personas aparte de Cedric que le querían simplemente por ser Harry y no por ser “el elegido”.

—Estoy cansado de tener que vivir como los demás quieren que viva, Voldemort. Cansado de tener que volver cada maldito año a la casa de unos familiares que solo me maltratan, cansado de que la gente me valore solo porque soy el “Elegido”. Cansado de que me digan que derroté a un mago oscuro teniendo solo un año.

Harry sintió unas gotas de agua caer de sus ojos y se maldijo a sí mismo. ¿Cómo podía ser tan débil? ¿Cómo podía mostrarse así frente a Voldemort o a los mortífagos? Merlín, era patético.

Pero no pudo encontrar la fuerza dentro de él para contener las lágrimas.

—Estoy cansado de que me obliguen a participar en una guerra en la que nunca he querido participar, cansado de que me obliguen a luchar contra ti. ¡Descubrí que existía el mundo mágico cuando cumplí once años y solo fue porque tenía que enfrentarme a un señor oscuro por sobrevivir a su maldición asesina! ¡Estoy seguro de que solo me sacaron de esa casa porque era el elegido! Todos los que quieren que les proteja de ti solo me valoran por eso. Por ser “Harry Potter”. Y bueno, en lo que a mí respecta, ya que no hicieron nada cuando mis tíos me pegaban o me dejaban sin comer, no importa lo que pase con ellos. Así que adelante, mátame. No me importa.

Harry esperaba que Voldemort le lanzara la maldición asesina de inmediato, pero grande fue su sorpresa cuando en vez de eso, caminó hacia él, y comenzó a sentir un dolor en su frente. Tocó suavemente su cicatriz, intentando que dejara de doler, pero sabía que, mientras estuviera con Voldemort, no se detendría.

—¿Tus tíos te maltratan? —se quedó callado durante unos par de segundos, hasta que el silencio de Harry le dio la respuesta—. Les mataré.

Harry no entendía por qué sentía tanta ira por parte de Voldemort, por qué había hablado con tanta rabia. ¿Estaba enfadado porque sus parientes le hubieran hecho daño? Casi soltó una risa irónica. ¿Por qué estaba enfadado por eso? Debería hacerle feliz que le hubieran herido, debería hacerle feliz que le hubieran maltratado tanto física como emocionalmente. ¿Por qué amenazaba con matar a las personas que le habían hecho tanto daño?

¿Por qué el señor oscuro sentía tanta rabia por eso, y al contrario que él, Hermione, Ron y Ginny solo le habían dicho que probablemente estaba exagerando? ¿Por qué, al contrario que él, Dumbledore le había dicho que era necesario por las “protecciones de sangre”, casi como si estuviera justificando el abuso, que probablemente le trataban así porque había cometido algún error? ¿Cómo era posible que Voldemort, su enemigo, tuviera una reacción tan diferente a la de sus “seres queridos”?

Una reacción tan… humana.

Un par de lágrimas cayeron de los ojos de Harry. Era la primera persona que le había dicho eso. La primera persona que no había justificado los abusos de sus tíos, que no había dicho que estaba exagerando, que había querido hacerles daño por hacerle daño a él. Ni siquiera Sirius y Remus, después de descubrir los abusos, sintieron tanta rabia como la que parecía estar sintiendo Voldemort en ese momento. Sí, estaban enfadados con ellos y aborrecían lo que le hicieron, pero no era comparable a la ira de Voldemort. Él parecía desear hacerles pagar, parecía querer matarlos. Por hacerle daño a él.

 

—¿Cómo puedes sentir esa rabia? —preguntó Harry—. Tú me odias, deberías… Deberías sentirte feliz porque me hicieran daño, ¿por qué no..?

—Ningún niño mágico merece pasar por tal cosa, Potter. Ni siquiera tú. Ningún niño mágico debería tener que ocultarse en su habitación para que un muggle no le haga daño.

—Sí, bueno —Harry soltó una risa quebrada—. Yo nunca tuve una habitación propia hasta mi primer año. Dormía en una alacena bajo de las escaleras, así que…

—¿Una alacena?

Harry mordió su labio inferior cuando dijo esas palabras. No pretendía decírselo. No pretendía decirle algo así a su enemigo, al hombre que había intentado matarle más de una vez. No pretendía decirle a Voldemort, de entre todas las personas, que le habían hecho vivir en una alacena, solo dejándole salir para desayunar, comer o cenar, y solamente las sobras.

Bajó la cabeza aún más. Iba a morir de todas formas por el Avada Kedavra de Voldemort, así que, ¿qué importaba si antes le contaba lo que pasó en casa de sus tíos? Después de todo, necesitaba contárselo a alguien, y en ese momento él era la única persona a la que podía decírselo sin tener miedo a que le dijera que había merecido esos abusos.

Estaba tan desesperado porque alguien le escuchara y no le juzgara que ni siquiera le importaba estar rodeado de mortífagos.

—Sí, una alacena. Una alacena en la que tenía que estar las veinticuatro horas del día excepto para desayunar, comer o cenar. Y las comidas eran las sobras de algo que había cocinado yo —al ver la expresión de Voldemort, al ver la sorpresa en su rostro, continuó—. No, ellos no cocinaban. Siempre me obligaban a mí a hacerlo. Y solo me dejaban los restos. De echo, en el primer año, después de comer, salí corriendo al baño para vomitar porque mi estómago no estaba preparado para tanta comida —sonrió para no llorar—. Pero no solo me dejaban casi sin comida. Siempre me obligaban a hacer otras tareas de la casa, y si hacía alguna mal, o me castigaban sin comer, o mi tío me golpeaba, o mi primo se burlaba de mí o mi tía me tiraba del pelo. Incluso me golpeaban cuando no había hecho nada malo. Me pegaban simplemente por existir —apartó la mirada, cubriéndose con el pelo para que no viera sus lágrimas—. Y siempre me llamaban bicho raro o chico. Llegué a pensar que ese era mi nombre hasta que descubrí en mi colegio que en realidad me llamaba Harry.

Harry se rodeó a sí mismo con sus brazos cuando sintió un dolor en su cicatriz y se encogió en el suelo, intentando ocultar sus lágrimas, mordiendo su labio inferior con fuerza. No estaba seguro de lo que iba a pasar. Realmente esperaba que le matara, que le lanzara otro Crucio, porque no había manera posible de que Voldemort sintiera compasión por él o algo así, pero cuando el dolor en su cicatriz se desvaneció levemente, y vio una mano extendida hacia él, dudó de lo que acababa de pensar.

—Ven conmigo.

—¿Qué?

—Recuerdas el trato que te hice en primero, ¿verdad? Te lo vuelvo a hacer. Únete a mí. Únete a mí y no tendrás que luchar más. No tendrás que preocuparte más por sobrevivir. No tendrás que preocuparte más por sufrir en soledad —hizo una pausa—. Puedo ayudarte a vengarte. Puedo ayudarte a hacer que tu familia pague por haberte hecho daño. Puedo ayudarte a hacer que todos los que te hirieron paguen por ello.

Harry solo pudo parpadear, sin poder creerse lo que estaba sucediendo.

¿Este era el mismo Voldemort que había intentado matarlo? ¿Este era el mismo Voldemort que había matado a sus padres, que había intentado tomar el control del mundo mágico, el mismo al que se había enfrentado en primer y segundo año? ¿El monstruo que todos decían que era? Porque en ese momento no lo veía como un monstruo, lo veía como su salvador. «No tendrás que preocuparte más por sufrir en soledad». Nunca nadie le había dicho eso. Nunca nadie le había dicho que si se unía a él todo se detendría. Cerró los ojos.

Todo pararía.

Todo el dolor, toda la pérdida, toda la lucha… Todo se acabaría.

Levantó su mano, pero se detuvo a medio camino y mordió su labio inferior. Estaba decidido a ir con él, pero no quería volver a sentir el dolor que había sentido anteriormente. Podía soportarlo un poco más, pero estaba cansado del dolor. Solo quería que acabara. Tanto el físico como el emocional. Solo quería que todo se detuviera de una vez.

—¿Potter?

Harry mordió con más fuerza su labio inferior cuando escuchó la voz de Voldemort.

—¿No quieres aceptar el trato? ¿De nuevo vas a negarte y a volver a ser la marioneta de Dumbledore?

—¡No! —exclamó Harry levantando su cabeza—. No es eso. Quiero ir contigo. —dijo sin dudarlo—. Solo… —su mano empezó a temblar y la retiró levemente—. No quiero volver a sentir dolor.

—No dolerá.

Harry siguió mordiendo su labio inferior. ¿Cómo estaba tan seguro de ello? ¿Cómo podía asegurarle de que no iba a doler? ¿Cómo podía asegurarle que no estaba mintiendo, que no estaba diciendo eso solo para agarrar su mano y causarle aún más dolor?

«Bueno, si no agarro su mano ya probablemente me acabe doliendo porque se enfadará por tener que esperar tanto»

Cerró con fuerza los ojos, extendiendo finalmente su mano, y cuando sus dedos rozaron los del señor oscuro esperaba sentir el fuerte dolor que había sentido antes, cuando Voldemort había tocado su cicatriz, pero no lo sintió. No sintió dolor. Solo sintió… Calma. Paz. Seguridad. ¿Por qué se sentía así? Debería sentirse peor, debería sentirse horrible, como lo había hecho antes, no tan malditamente bien.

Cuando Harry finalmente se puso de pie, la punta de una varita se apoyó en su brazo, y se preguntó por qué Voldemort había hecho eso, pero cuando sintió su herida cerrarse lo comprendió todo.

—Gracias —dijo Harry en voz baja, sin atreverse a mirar hacia arriba.

El azabache no sabía por qué, pero no podía hacer contacto visual con Voldemort. «¿Qué me pasa?» pensó, golpeándose mentalmente. Nunca había apartado su mirada, siempre se enfrentaba a él sin miedo, mirándole desafiante. ¿Por qué en ese momento le costaba tanto levantar su cabeza? «Maldición». Mordió su labio inferior con fuerza, hasta que vio una mano extendida hacia él. No hacía falta que dijera nada, Harry sabía que Voldemort estaba haciendo eso para que agarrara su mano y se fueran del cementerio.

Miró una última vez el cadáver de Cedric, que fue levantado por un mortífago en sus brazos, cerró los ojos con fuerza, y sujetó la mano del señor oscuro. «Lo siento mucho, Cedric. No quería que te pasara esto». Un par de lágrimas escaparon de sus ojos, pero intentó no comenzar a llorar —no quería mostrarse así ante Voldemort—, y sintió un tirón en su estómago que le obligó a cerrar con más fuerza los ojos. Cuando la presión en su estómago se detuvo, sintió un mareo, y antes de que pudiera procesar qué había pasado, o dónde estaban, giró su cabeza y vomitó, aunque no hubiera nada en su estómago.