Draco Malfoy y las hienas mellizas

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
Other
G
Draco Malfoy y las hienas mellizas
Summary
La vida siempre ha sido incierta, eso lo comprende Draco porque el último año había tenido momentos felices y tristes, donde avanzó y retrocedió, donde una sombra de su pasado volvió para sacudirle el mundo, solo espera que este nuevo año sea completamente diferente.Obviamente sus deseos nunca son escuchados cuando de nuevo el bosque prohibido tiene unos habitantes con actitudes sospechosas, la pregunta que le carcome es ¿amigos o enemigos? ¿podría obtener de nuevo a una manada?Solo queda averiguarlo y no seguir sufriendo ante la respuesta que obtenga.
Note
Comenzamos la segunda parte de la serie.Espero les guste.El capítulo presente intenta detallar los días de vacaciones de Draco, los momentos felices antes de la tormenta.
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Pesadilla

Durante las vacaciones de verano hubo un problema recurrente con Draco Malfoy, este problema solo ha surgido en las noches, según Draco, se siente afortunado que esto solo haya sido dado en su hogar, y no en los hogares de sus amigos. Si hubiera pasado, el niño se hubiera sentido vulnerable por esa situación, además de avergonzado.

En total, fueron cuatro a cinco noches que sufrieron este problema, sufrieron estos sueños, o mejores dichas pesadillas.

Horribles y siniestras pesadillas que reflejaban su pasado tortuoso, que le generaron diversos traumas que no ha podido dejar atrás, quiera o no.

Aunque una parte de él busca vivir con ellas, a veces intenta sobrellevarlo, ignorando y escondiéndolo en una caja fuerte dentro de su mente, pero en ocasiones escapaban de ellas y lo atormentaban. Lo llenaban de culpa.

Draco siente que debe vivir con esos recuerdos para siempre y temerlos, de esa forma nunca olvidará que todo fue su culpa.

Siempre es su culpa.

Pero hubo una noche que fue diferente a las demás, una pesadilla que fue más terrorífica, aunque solo lo soñó una vez lo marcó para siempre. ¿cuantas marcas mas deberia tener?

Al final de la pesadilla se agregó un nuevo y terrorífico suceso. No era su pasado, no sabía que era.

 

Las pesadillas comenzaban igual.

Una habitación completamente oscura.

No podía ver nada en ella, pero sí podía escuchar. Los gritos desgarradores de diversas personas, los pedidos de auxilio continuos que buscaban una ayuda que nunca iba a llegar, y varios gritos pidiendo piedad o misericordia que eran ignoradas. Todos esos sonidos dañaban sus oídos, sentía que los desgarraban por dentro maltratando cada parte de ellos.

Al intentar taparlos para evitar seguir escuchándolos, pudo sentir algo húmedo saliendo de ellos, salía como cascada y empezaba a mancharle su cuello, sus hombros, sus manos.

“¡Cállense! ¡Cállense!” gritaba sin para Draco, esperando que los sonidos desaparecieran. Sin embargo, como siempre Draco nunca obtenía lo que pedía. Sus gritos eran opacados por los otros.

De un momento a otro los gritos cesaron, para empezar a ser acabados por leves susurros “Es tu culpa” “Tú debiste morir” “Por ti ahora estamos muertos” “Al final todos tenemos razón eres un monstruo”

Draco se agachó en el suelo, se abrazó a sus rodillas y escondió en ellas su rostro “Lo sé, lo sé. Soy un monstruo, un horrible y despiadado monstruo” susurraba con los ojos cerrados con fuerza. El niño solo se dedicó a disculparse.

“Monstruo” “Monstruo” “Monstruo” “Monstruo” se repetía una y otra vez, todo eso lo volvía loco. Hasta que en un momento todo estuvo silencioso, salvo por su respiracion agitada.

No sabía cuánto tiempo pasó, solo que estaba ahí intentando calmar su respiración en esa interminable oscuridad. Luego empezaban a aparecer los aromas, el aroma de una manzana verde que le traía paz y felicidad, tan refrescante y agradable, ese olor lo calmo algunos segundos, sin embargo, le recordaban la pérdida, el dolor y la desesperación. Este aroma siempre le traía de recuerdo de su manada, su manada que murió por su culpa.

Le recordaba a la risa tintineante de azul, quién siempre le ha gustado ver el lado positivo y divertido de las situaciones, siempre buscaba hacer reír a los demás; los bufidos de naranja, quien intentaba demostrarse frío a los demás, pero que tenía un corazón muy grande; el tarareo de rojo, quien amaba la música y aprendía rápido diversas canciones que les cantaba a la manada haciéndolos bailar; y los jadeos cansados de morado, quien tenia menos resistencia fisica, pero lo compensaba con su inteligencia que los sacaron de diversos apuros.

Y él era verde, el monstruo que los mató.

Las lágrimas se derramaban de sus ojos, ese aroma traía a su mente esos sonidos que en un momento le trajeron tanta paz y felicidad, que empezaba a atemorizarlo ahora. Le traía recuerdos de un pasado triste y sanguinario. El corazón le dolía con solo escucharlos.

El aroma a manzana empezaba a apaciguarse, y era opacada por otras. En el aire estaba el olor de diversos químicos y desinfectantes que solo traía en su mente recuerdos de las diversas cirugías y experimentaciones que le hicieron a su persona.

Y de un momento a otro, la oscuridad fue reemplazada por luz, una luz blanca que lo cegó por algunos segundos, segundos que aprovecharon para sujetarlo con fuerza en una camilla. Draco empezó a moverse desesperadamente, deseaba soltarse, no quería estar ahí. Se movía con fuerza, pero como siempre nunca pudo.

Sintió como se colocaban a su lado “Debes calmarte 5RU06, no queremos que volvamos a hacer un corte necesario en algún tendón, ¿verdad?” esa voz era lenta y temblorosa, la voz de un hombre mayor, pero que le sobresalió un frío por todo el cuerpo de Draco. El hombre estaba revisando una carpeta mientras sus ayudantes empezaban a arreglar todo para la cirugía “He notado que el gen de hombre lobo ha reaccionado muy bien contigo, eso me hace muy feliz, tan feliz” le dedicó una sonrisa agradable, pero tan falsa “ Este día vamos a hacer una biopsia, necesita muestras de tejidos, tanto de órganos, tendones, músculos y de ahí veremos que más para ver tu evolución. No queremos que falles al final” dijo con burla, con una sonrisa siniestra disfrutando del futuro dolor a provocar,

"Dr. Novak, ¿Le administramos la anestesia?”

Escuchó una risa del doctor y de los demás asistentes, para luego empezar a buscar sus muestras.

Draco gritaba lleno de dolor mientras sentía como le hacían cortes profundos por todo su cuerpo y empezaban a escarbar buscando las muestras necesitadas. Sentía la sangre derramándose por las heridas abiertas. El niño solo podía gritar de que lo soltaran. Sin embargo, como siempre, nunca le hicieron caso. El dolor se extendía por todo su cuerpo en una velocidad vertiginosa y abrumadora.

Luego ya no había gritos, solo dolor, ese dolor que lo callaba y silenciaba. No quería ver lo que le estaban haciendo, volteó su mirada a una pared que ya conocía por memoria.

Una grieta en forma de 'y' invertida que se extiende desde el techo hasta la mitad de esa pared.

Las membrillos manchas de sangre que no se pueden limpiar completamente.

Tres hechos aparecen en esa pared, con una pequeña profundidad. Eran del mismo grosor y largo.

Solo le quedará mirar a un lado, revisando cada una de esas características de esa pared una y otra vez. A veces, cerraba los ojos y apretaba los dientes por dolores arrepentidos a cortes de mayor profundidad, el tiempo en esos momentos era incontable. Solo deseaba que todo acabara, que lo dejaran desangrarse y morir.

No había nadie que le importara su vida, nadie lloraría por él.

Desde que tenía memoria todo era dolor y experimentación, solo conocía al doctor Novak ya sus asistentes. En esas pesadillas, siempre tenía cinco años y solo esas personas le eran familiares en ese momento. Y ellos siempre lo dañaban, lo hacían sangrar y llorar.

Todo paró “Es todo lo que necesitamos por el momento” habló el doctor pasándole la última muestra tomada para que sea guardada y más tarde analizada “Lo hiciste bien 5RU06. Te vas a ir a tu habitación y al día siguiente vas a tener tus clases particulares, necesito seguir viendo cuanta información puede retener tu mente”

El escenario cambió, se encontraba inmovilizado en el bosque prohibido, el león se encontraba encima suyo. Podía oler su aliento a podrido rozándole por todo el rostro, además de sentirlo caliente, escuchaba su fiero gruñido cerca suyo. Podía sentir las garras atravesándole la carne y su piel, hundiéndolo por todas partes de su cuerpo. Su pecho, sus piernas, sus brazos. Desgarrándolo y haciéndolo sangrar.

Solo habia dolor.

Siempre había dolor.

Intentó liberarse de su agarre mortal, lo intentó con su magia. Con los diversos hechizos que su padrino le había enseñado. Intentó desde 'Depulso' hasta 'Sectumsempra', pero no salía nada, no podía conjurar ningún hechizo. Su magia le había fallado, lo había abandonado.

Por lo que ahora intento transformarse, debe volver a ser el lobo. Cerró los ojos, y empezó a sentir el calor comenzando a explayarse desde su corazón hasta todas sus extremidades, pero cuando abrió los ojos, seguía siendo humano. Lo volvi a intentar varias veces, pero no sucedio nada. El león encima suyo solo lo miraba con burla.

No podía sentir a su lobo desgarrándole los músculos y huesos para transformarse, no sentía ese entumecimiento en su cuerpo cuando se transformaba. Le dio miedo.

Se sintió perdido e indefenso, porque no podía salvarse.

Esta vez no podria atacar. Solo cerró los ojos con fuerza esperando su inminente final.

Sintió como el león se acercaba cada vez más, volvió a abrir los ojos para verlo por última vez. Sobre él se levantaba la pata con unas garras afiladas, y la bajaba con velocidad para destrozarle el rostro.

Solo pudo gritar con miedo y desesperación.

Iba a morir.

Tal vez se lo merecía.

 

Ese era el momento que se despertaba gritando, sin embargo, en esa ocasión la pesadilla continua.

¿Por qué tuvo que continuar?

El dolor le desgarró todo el cuerpo, desde su rostro, su pecho y extremidades. En ese momento el león desaparecía, Draco empezaba arrastrarse intentando alejarse del bosque prohibido, intentando alejarse del lugar que el león lo abandonó.

Mientras más se iba arrastrando en el suelo, no sabía si acercando o alejando del castillo, sentía la sangre derramándose, ya no podía ver de un ojo. No sabía si lo había perdido o la sangre lo estaba cegando, pero Draco estaba siguiendo avanzando.

Estuvo arrastrándose por varios minutos, hasta que pudo notar entre los árboles a Firenze, que tenía una mirada de lástima hacia su persona, el centauro se acercó y le empezó a limpiar la sangre de su rostro “Los planetas han predicho un camino de dolor, ¿Qué mal hiciste? ¿Qué mal trae tu sangre?” lo ayudaba a levantarse y sostenerse en un árbol para que emprenda su camino, un camino que el centauro le dijera.

¿Tal vez la salida?

El niño caminaba sosteniéndose de los árboles, su caminar era tambaleante debido al mareo que sentía por la pérdida abundante de sangre, pero continuaba, no sabía a dónde, pero seguía. Y ello fue un error.

No tuvo que hacer caso a Firenze.

En el claro en el que habia llegado estaba manchada de sangre. El aroma era fuerte y metálico, un olor que él ya reconocía con mucha facilidad a su pesar.

Sentado a los pies de un árbol podía ver a Hermione, su mandona e inteligente amiga, sin vida, mientras podía ver como la sangre se derramaba de su antiguo fino rostro. Sabía que era su amiga, aunque se viera mayor y su rostro fuera irreconocible, era ella, esos cabellos castaños y esponjosos eran inconfundibles.

A unos tres metros de ella, tirando en el pasto boca arriba. Podía ver a Ron, su divertido y estratega amigo, con su camisa del colegio desgarrada y en su pecho se notaba marcas circulares profundas que habían desgarrado tanto piel, y músculo, podía ver los huesos de su amigo. Ron miraba el cielo, como si quisiera ver por última vez la luna, despidiéndose del cielo infinito.

Más alejado a ellos, casi arrecostado en un árbol, se encontraba Harry, quién no tenía puesto los lentes, y podía ver sus ojos verdes sin el brillo característico en ellos, sus ojos se encontraban sin vida, totalmente opacos. Su mano sostenía un lado de su cuello, a punto de caerse al suelo gracias a la gravedad. Todo ese lugar estaba manchado de sangre, su ropa también. Su piel pálida, por la pérdida de sangre, resaltaba en todo ese color rojo que lo rodeaba. También se había ido a su valiente y amable amigo.

Alejado de los tres niños estaba Lesath, quién no contaba con una pierna, quién no había sido tratado y por consiguiente había muerto por desangramiento. En su rostro se reflejaba el dolor y la desesperacion.

Y a sus pies, se encontró el cuerpo de Severus Snape, parecía que había muerto de forma natural, pero obviamente eso era mentira, su padrino era joven. Era la maldición asesina, Avada Kedavra. Podia oler la magia oscura.

La voz de Firenze volvió a escucharse por todo ese lugar “Los planetas han predicho un camino de dolor, ¿Qué mal hiciste? ¿Qué mal trae tu sangre?” se repetía varias veces a su alrededor.

Draco solo pudo gritar, gritó tanto que sintió como se desgarraba su garganta. El ardor fluía por esa zona, pero no podía evitar gritar. Cerró con fuerza el único ojo sano, y presionó su mano izquierda en ella mientras sentía como se clavaban sus uñas de esa misma mano en su cuero cabelludo.

Preferiría sentir el dolo físico que este dolor de ver a sus seres queridos ahí, tirados en el suelo, muertos.

Todo volvía a pasar otra vez.

No pudo proteger a su primera manada.

No pudo proteger a su segunda manada.

Nunca puede proteger a su familia.

Su mano estaba derecha enterrando sus garras en la piel de su brazo izquierdo.

¿Garras?

Cuando vio su mano, se dio cuenta que esta se encontraba deformada de una forma ruda y áspera, además sus articulaciones eran pronunciadas y las garras negras eran puntiagudas. Era horrible, como si su transformación fuera incompleta. Como si pudiera solo transformar su mano.

Entre las garras vio sangre seca y en ellas el aroma de su padrino, amigos y hermano. Él volvió a matar a su familia.

En realidad, era un monstruo.

Un asqueroso monstruo.

 

Empezó a sentir que lo movían, pero no había nadie a su alrededor. Los movimientos salieron a hacerse cada vez más fuerte, mientras el prado en el que se encontró empezaba a desmoronarse, los árboles empezaban a ir cayendo, los cuerpos iban desapareciendo, su cuerpo iba descolorándose.

Fue despertado de la pesadilla.

“¡Draco! ¡Draco! ¡Draco!” escuchó duro mientras abría sus ojos de golpe. Su respiración era irregular, podía sentir el sudor cubriéndole por todo el cuerpo. Sentía un aura cálida junto a él, pero todo estaba desenfocado, no podía ver dónde se encontraba. Sin embargo, en su interior sabía que estaba seguro.

Cerró sus ojos y se concentró en el aroma de té negro junto con el humo de diversas pociones que poseía la persona que se encontraba a su lado.

Era Severo.

Y podía escuchar esta vez el latir de su corazón, un latir que iba más rápido de lo normal, seguro por la preocupación que le estaba apareciendo.

Su mirada poco a poco estaba enfocándose, no estaba en una camilla, no estaba en el bosque prohibido. Estaba en su habitación y Severus estaba sentado a su lado, cambió leves caricias en su cabello.

Su padrino estaba vivo.

Sí, este era un lugar seguro.

“Todo estará bien Draco, aquí nadie te lastimará” habló suave y pausadamente, acomodó tranquilidad. “No lo permitiré, te lo prometeré”

Al momento de sentir su respiración tranquilizarse intentó hablar, pero su garganta se encontró seca y adolorida. Su voz fue rasposa y muy baja “Lo siento Severus, te he vuelto a moles…” su padrino lo hizo callar.

 “Sh… No tengo ningún problema Draco, no me molesta estar aquí apoyándote” habló en susurros, “Toma un poco de agua” le dijo mientras le entregaba un vaso con agua. Mientras tomaba podía sentir como su garganta se iba refrescando, y en eso Severus le pasó un nuevo pijama “Debes cambiarte, el pijama que tienes ahora está completamente mojada por el sudor y secarlo con magia solo hará que el aroma quede impregnado y sea molesto para ti”

Su padrino se levantó para acercarse a la puerta, eso lo asustó “No te vayas” Severus volteó a verlo y Draco no sabe que encontró en su mirada, pero asintió. Por ello, dedicaba darle la espalda para darle privacidad mientras se cambiaba la ropa con velocidad “Listo” se volvía a echar en su cama, unos segundos en silencio dedicaba a hablar “Fue una pesadilla Severus, las mismas de antes, pero a la vez diferente ” susurró mientras tapaba su rostro con la frazada, solo podía versar sus ojos “Lo siento, yo todavía no quiero hablar”

Su padrino se lo quedó mirando varios segundos hasta que soltó un suspiro “Si todavía no estás listo, esperaré. Sin embargo, quiero que sepas que debes recibir ayuda Draco” el niño solo asintió para dejar de lado la conversación. No quería hablar ni recibir ayuda sobre su pasado, quería esconderlo y sobrellevar él con eso, era su castigo, su carga.

Sabía que Snape quería que se abriera sobre esas pesadillas, pero Draco no estaba listo todavía de hablar sobre su pasado, y aunque su padrino no le gustaba eso, iba a respetarlo hasta que esté listo.

Tal vez cuando empiece a hablar podría empezar a curarse, pero tenía miedo de ser despreciado. No quería que su padrino lo odiara.

Solo quedará esperar.

Severus empezó a acercar mágicamente un libro a su mano y empezó a contarle una historia sobre un pequeño príncipe que tenía diversas travesías por el universo. Fue una bella historia llena de aventuras, amistad y amor. Lo distrajo completamente de la pesadilla que tuvo hace una hora y media atrás.

Empezó a cerrar sus ojos, deseando que el final de su pesadilla solo sea eso. Una pesadilla.

No quería profundizar en ella.

Solo era una pesadilla.

Una pesadilla.

 

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