The Missing parts of History [Traducción]

Harry Potter - J. K. Rowling
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The Missing parts of History [Traducción]
Summary
En retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso.Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vida mientras vivía en los años 50.Por extraño que parezca, Orion Black no se parecía en nada a lo que esperaba. Abraxas Malfoy tampoco. O sus amigos, en su mayor parte.Honestamente, tratar de mantenerse al día fue agotador.
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Chapter 24

1/7/1954


-¿Sobre qué?- Preguntó, sorprendido.

-De nosotros. Hadrian-. Dijo Abraxas, haciendo que Orión dejara su vaso de Whiskey de Fuego sobre la mesa sin siquiera probarlo y mirara a su amigo con el ceño fruncido.

-No entiendo lo que quieres decir-.

-Seguro que no te has perdido la forma en que casi nos hemos mudado con él, ¿verdad?-.

No había ninguna burla, ninguna broma interna, ninguna expectativa real de una réplica o respuesta. Orion no se lo había perdido. Oh, le había llevado algún tiempo, hasta que había ido a vestirse una mañana y se había dado cuenta de que no estaba en casa. Porque había pasado la noche en Grimmauld. Orión había decidido no pensar demasiado, no darle demasiada importancia.

Abraxas no parecía que fuera a darle la oportunidad de retirarse.

-No lo he hecho. ¿Es eso un problema?-.

Trató de sonar lo más calmado que pudo aunque lo único que podía oír era su propio corazón latiendo tratando de salir de su caja torácica.

-No. Pero debería serlo. Debería-.

Estudió a su amigo. Parecía incómodo, se estaba yendo por las ramas como si eso fuera a hacer que Orión dijera... algo. Tal vez ese era el problema, que Abraxas no tenía las palabras para expresarse correctamente pero Orión ni siquiera se había molestado en buscarlas. Había echado un vistazo a lo que se estaba convirtiendo su vida y había decidido que le parecía bien.
Sin embargo, algo había cambiado. Y ahora Orión tenía que enfrentarlo antes de que implosionara sobre él como una poción mal preparada.
-Abraxas, ¿se trata de Hadrian, o de ti mismo?- Preguntó. Hacer la pregunta lo asentó, Abraxas había estado cambiando mucho y mucho más rápido de lo que estaba acostumbrado, Hadrian lo hacía enfrentar las situaciones difíciles de su vida con un punto de vista tan diferente que el cerebro de Abraxas no podía evitar correr con él y tratar de acomodarlo.
-No sé. Las dos cosas. Ninguna de las dos. Orión, ¿he cambiado alguna vez mi forma de tratarte?-.

-No, claro que no, ¿por qué ibas a hacerlo?-.

-Era mi excusa, que las cosas eran normales por la forma en que te trataba. Eras mi mejor amigo, así que la forma en que te trataba era diferente a la forma en que trataba a los demás. Fuiste mi único amigo durante años, mucho antes de conocer a nadie más, así que por supuesto la forma en que te trato es especial. ¿Cómo no iba a serlo?-. Abraxas estaba cayendo lentamente en la histeria y el pánico, y Orión no lo entendía. No había nada malo en la forma en que interactuaban entre ellos.

-Abraxas...-

-Trato a Hadrian de la misma manera que te trato a ti, como si no hubiera diferencia. ¿Dónde está mi excusa ahora, ¿Orion? ¿Qué demonios estoy sintiendo?-.

Respiró hondo, la insinuación atravesó su mente y cada escudo de oclusión que había construido. Abraxas estaba...
Oh, no. Oh, no. Esto era malo. Tenía que detenerlo ya. No... no para siempre, pero por ahora... Abraxas no sabía ni la mitad de lo que hacía Hadrian, la traición total que sentiría si... Sólo necesitaba detenerlo, ganar algo de tiempo. Si Abraxas salía herido así...

-Abraxas detente-.

-¡No!- Gritó, levantándose de la silla y poniendo las manos sobre el escritorio, todo en un rápido movimiento. -¡No, no quiero, quiero entender qué coño me pasa! ¿Por qué están cambiando las cosas? Todo estaba bien, antes... ¡antes de esa maldita charla y ahora ni siquiera puedo pensar con claridad!-.

Bueno, pensó Orión, tal vez sea porque no lo estás. Pero de repente la ocurrencia le pareció cruel. Abraxas había luchado con los sentimientos -(sólo los suyos, catalogaba los de los demás)- durante años. Había sido más notable cuando Orión había empezado a ir de cama en cama en Hogwarts y Abraxas se había mantenido al margen, incapaz de entenderlo. Sentimientos románticos, sexualidad, relaciones. No eran más que palabras para Abraxas, cosas que existían para los demás pero que a él no le llegaban. Para ser honesto, Orión ni siquiera sabía si Abraxas tenía una sexualidad fija o ninguna, no había sido un asunto de importancia en su mente, nunca. Abraxas era sólo Abraxas, y si alguien lo molestaba estaba en la lista negra de Orión sin hacer preguntas.

Tal vez ese era el problema. Si miraba la situación teniendo en cuenta las insinuaciones de Abraxas, esas cosas habían llegado a Abraxas demasiado joven, demasiado inexperto, demasiado ingenuo. Había corrido delante de todos sin darse cuenta y se había topado con un muro en plena adolescencia, cuando no era capaz de comprender las cosas nuevas que para él eran normales. Orión se había dejado llevar por sus hormonas mientras Abraxas miraba desde la barrera. Ahora Abraxas tenía un nuevo enfoque que podía comparar y estaba poniendo las cosas en perspectiva, lo que estaba haciendo que las suposiciones de Abraxas sobre su propia vida se descontrolaran.

Pero ya no, ya que aparentemente Abraxas se había dado cuenta lo suficiente de sí mismo como para hacer las preguntas difíciles. Orion deseaba haberse preguntado estas cosas, hace años, cuando se dio cuenta de que él mismo trataba a Abraxas de forma diferente a los demás. No debería haberlo achacado al carácter de Abraxas y a su inusual amistad y lealtad mutua. En retrospectiva, la voluntad que habían tenido de hacer un lazo vinculante el uno con el otro cuando no eran más que niños no era normal, no se arrepentía de ello, pero pocas veces en la vida uno confiaba en otro tan completamente.

Orión ignoró, con dificultad, la implicación de lo que significaba para su relación con Abraxas.

El hombre lo necesitaba, no podía fallarle.

Abraxas lo miraba como un salvavidas, a un paso de temblar, de dejar caer lágrimas de frustración. Orión nunca llevaba bien las veces que Abraxas lloraba. Dejó escapar un suspiro, se recostó en su silla, cerró los ojos y pensó en una forma de hacer que Abraxas, el tonto enamorado que era, se diera cuenta de que estaba enamorado y no podía actuar en consecuencia.

Ni siquiera podía darle a Abraxas la razón completa de por qué era tan mala idea dejarse caer tan rápido. No era malo, pero si no lo frenaba Abraxas iba a chocar de mala manera, y lo peor de todo era que Hadrian se daría cuenta y no sabría lo que estaba pasando. No podía decir nada sobre la situación de Hadrian y al mismo tiempo se negaba a violar la intimidad de Abraxas de esa manera.

-Abraxas, siéntate-. Ordenó, el tipo de voz que Abraxas siempre obedecía pasara lo que pasara. Hoy no era la excepción. -Abraxas, has conocido a alguien nuevo por primera vez en años, alguien con quien has pasado una cantidad de tiempo fuera de lo común en los últimos meses. Hadrian tiene visiones del mundo que difieren mucho de las nuestras, una educación diferente, valores diferentes, una postura diferente ante la vida en general. Las cosas están cambiando, y muy deprisa, porque no se anda con rodeos cuando no está de acuerdo contigo, y no te oculta su apoyo cuando está de acuerdo-. Dijo en voz baja. En el silencio de la habitación, sus propias palabras resonaron en sus oídos como las campanas de Hogwarts en el toque de queda.

Abraxas no habló. Orión no esperaba que lo hiciera, Orión ya se imaginaba que Abraxas ya había pensado en esas cosas por su cuenta. La inteligencia del hombre podía estar cuidadosamente oculta, una máscara perfecta que la gente podía subestimar cuando él lo necesitaba, pero no sería el mejor Aritmancista de Europa y África y bastante de Asia sólo con su don natural.

-Para ti, significa que comparas su punto de vista, haces ajustes, cambias y creces. Yo me crié como tú, con los mismos valores y expectativas, y por mucho que siempre te cuide, no te empujo a reconocer el mundo que te rodea y a cuestionarlo-.

-Oh-.

-Sí, y... ¿voy a suponer que la charla a la que te refieres es la que oí por casualidad que tuviste con Hadrian?-.

Abraxas asintió, ahora parecía ligeramente avergonzado. -Oye, está bien, no hay necesidad de que te sientas mal por esto, incluso si no te va a gustar lo que tengo que decir-.

Orión no pudo soportar la mirada lastimera que Abraxas le envió, realmente no pudo. Se levantó y caminó hacia su amigo, que no dejaba de mirarlo. Sólo se detuvo cuando las rodillas de Abraxas rozaban sus piernas y, así, no pudo ocultarle al rubio sus manos temblorosas. Nunca las escondería, ni ningún otro sentimiento, no cuando Abraxas estaba obviamente comprometido a tener esta charla y ser abierto.

Así de cerca podía ver el brillo acuoso de los claros ojos azules de Abraxas. El rubio apretó los labios.

Abraxas intuyó que aún no había terminado de hablar y no quiso interrumpirlo.

-Voy a reiterar lo que dijo, o lo que me dijo que dijo cuando dejaste claro que no te importaba, ¿de acuerdo?-. Un asentimiento. Se arrodilló frente al hombre, lo que le dejaba algo más bajo respecto a él pero le ponía mucho más cerca de la altura de sus ojos. Abraxas inhaló, lenta y decididamente, y
Orion le dejó. -No hay nada malo en ti. Nunca lo ha habido, tus sentimientos son válidos-.

-¿Vas a decir algo malo ahora, verdad?-.

-Lo siento. No es malo, pero hay un problema. Lo sabes tan bien como yo-.

Se tomó su tiempo, dejando que
Abraxas controlara sus emociones y encontrara la fuerza suficiente para mirarle directamente a los ojos. -Estás captando sentimientos por él, y no puedo permitir que sigas como hasta ahora-.

-¡Pero...!- Levantó una mano lo más rápido que pudo, la palma hacia él en un gesto para que guardara silencio, no podía permitir una falta de comunicación ahora. Abraxas cerró la boca en un acto reflejo.

-No hay nada malo en tus sentimientos, ni en que los desarrolles. Me alegro de que estés encontrando tu camino y no me interpondría sin una muy buena razón-. Dijo, tranquilo y sereno.

El viaje en el tiempo, la guerra futura, la especie de pasado de Hadrian que Orion apenas podía reconstruir, eran cosas que Abraxas necesitaba saber antes de comprometerse más. Sin embargo, no eran cosas que él pudiera decir y por la protección de Hadrian no podía forzar al adolescente a hablar de ello sin estar completamente seguro de que confiaba a Abraxas un secreto tan grande. Odiaba hacerle esto a su amigo.

-¿Pero entonces por qué?- La súplica en la voz de Abraxas era firme y clara. Extendió la mano y la cogió. -Es todo tan confuso y extraño y tú nunca has guardado este tipo de secretos, así que ¿por qué?-.

-Porque por mucho que conozcas al Hadrian de ahora, hay muchas cosas que no sabes y que se interpondrán en tu camino si te dejo seguir ahora mismo. No quiero verte herido, y no me mires así, créeme cuando te digo que será mucho peor si te metes en esto a ciegas-. Tomó aire. -También está la cuestión de que es una década más joven que nosotros y menor de edad, en una etapa de la vida completamente diferente y tiene un estatus social distinto que, aunque no nos importa, se convertirá en un problema en el futuro de todos modos-.

Abraxas se estremeció. Probablemente no le había dado mucha importancia a la edad de Hadrian, el adolescente era tan maduro que el propio Orion se olvidaba de ello a menudo, o de su estatus social en absoluto.

-¿Qué hago?-.

-Vives como lo hemos estado haciendo. No hay razón para cambiar nuestra forma de comportarnos ni nada por el estilo. Tú sigue adelante e ignóralo lo mejor que puedas. Lo que tenga que venir, vendrá, no hay razón para no hacerlo, ¿verdad? Date tiempo, descúbrete a ti mismo, eres el mayor aquí y el que se supone que es más responsable, más que Hadrian seguro, por muy maduro que parezca-. Dijo, firme pero suave, no quería que Abraxas se rindiera sin más pero necesitaba que su amigo lo entendiera claramente. -El peor error que podrías cometer, sin embargo, es tratar de presionar a Hadrian de cualquier manera, ya sea con una relación o con su vida de antes no importa. Si lo haces, intervendré. Se merece tiempo para madurar y tomar sus propias decisiones y errores al menos-.

-Supongo...- Abraxas dejó escapar una débil carcajada. y tú?-.

-¿Yo?- Dijo levantándose del suelo pero sin dar un paso atrás.

-Sí, tú. Nosotros, tú no respondiste. ¿Qué estamos haciendo Orión?-.

-Sólo estamos siendo nosotros mismos, siempre lo hemos sido-.

-Sabes lo que quiero decir, Black, no te cierres ahora-. Dijo dándole un ligero golpe en el brazo.

-Somos sangre pura, Abraxas. Nuevos conocimientos o no, no deberías ni planteártelo-.
-Demasiado tarde, joder-. Abraxas maldijo, sin poder evitar reírse.

-Puede ser, pero si lo que buscas es tener dos relaciones cuando ni siquiera sabes tener una, vamos a tener un problema-.

-¡No! No es así, es confuso. Tú eres el que tiene experiencia. No cambies de tema-.

Orion lo meditó. Puede que se hubiera levantado, pero Abraxas no le había soltado la mano. Era cálida, más pequeña que la suya, sus únicos callos eran de escribir, los de su manejo de los componentes físicos de la alquimia hacía tiempo que habían desaparecido, a diferencia de la de Orión, que tenía que tallar cosas a diario y el trabajo dejaba huella. Coincidía, en cierto modo. Era todo lo que había conocido, Abraxas y él, por mucho que lo intentara no podía recordar una época sin el rubio a su lado, física y figuradamente.

Incluso cuando lucharon en el pasado, nunca tuvo que preocuparse de que Abraxas lo abandonara para siempre.

Y ahora...

-¿Estás seguro de que ves a Hadrian y a mí de la misma manera?-.

-No me habría dado cuenta de lo contrario. Quiero decir, no igual igual, son dos personas distintas y diferentes pero la forma en que reacciono y actúo con ustedes dos es la misma-. Miró a su amigo, considerando sus opciones.
Al final no era una decisión difícil, Abraxas era honesto, aunque le costara poner las cosas en palabras cuando nunca antes había tenido que hacerlo, y sería un amigo horrible si no coincidiera con eso, ¿no?.

-A mí también me gusta, aunque todavía no pienso tanto ni de esa manera, y en cuanto a ti... bueno, nunca te cambiaría-. Una vez más Orión tuvo que parar en seco a Abraxas. -No va a pasar nada entre nosotros, al menos todavía no-.

-Ahora sólo me parece que estás tratando de huir, Ry. Y me está cabreando-. Dijo, y Orion podría jurar que Abraxas no solía decir tantas palabrotas antes. Sonrió irónicamente.

-No me malinterpretes. Nunca me había planteado que no fuéramos normales para los demás. Yo también necesito mi tiempo para asimilar todo esto-. Y había sido sorprendente, encontrarse simplemente aceptando todas las palabras de Abraxas como verdades que él mismo no había descubierto.

-Huh, tal vez por eso soy incapaz de tener una relación real-. Dijo después de una pausa.

-¡¿Perdón?!-.

-Bueno, si la gente pensara lo mismo que tú, ¿no habrían asumido que estábamos juntos? No es que haya dejado de pasar tiempo contigo o de hablar de ti con alguna de mis conquistas, y con la forma en que actuamos el uno con el otro, ahora me pregunto...-

-Oh mi Lady Morgana, es tu culpa que Michael Johnson me amenazara en mi sexto año. Soy tan idiota-. Abraxas rió, sonrojado, como si Orión no recordara el suceso tan claramente como él. Qué vergüenza, había esperado que Abraxas no lo recordara, una esperanza inútil, pero realmente, se había mortificado en ese momento.

-Ah bueno, es un misterio resuelto-.

-¡Cállate, el chico recibió una carta oficial de mi padre por eso, y yo también!-.

-Bueno, volvamos al asunto que nos ocupa-. Dijo suavemente, no queriendo entrar en una discusión ahora que la mayoría de los temas difíciles estaban fuera del camino. -Si ambos queremos una relación con Hadrian, que llegará con el tiempo si es que alguna vez llega, y el uno con el otro para colmo, no sólo tengo que llegar a un acuerdo con el hecho de que aparentemente hemos estado cortejando toda nuestra vida, sino que me niego a estar en una etapa diferente de una relación que él-.

-¿Qué significa eso?- preguntó Abraxas, con cara de confusión.

-Si empezamos una relación ahora y, por algún milagro, él decide que nos quiere a los dos, ¿cómo crees que se sentirá al tener que unirse a una relación ya establecida?-. Abraxas asintió, comprendiendo su punto de vista. -Quiero decir, no sería imposible de superar, pero sólo para esto sería mejor que todos estuviéramos más o menos en la misma página al mismo tiempo. Además, no hay razón por la que no podamos facilitarnos las cosas, literalmente ya vivimos juntos extraoficialmente y dormimos en la misma cama-.

-Necesitamos una cama más grande, por cierto-. Claro, si eso era en lo que Abraxas quería centrarse, se rió.

-Convence a Hadrian, no a mí-. Abraxas hizo una mueca, bien acostumbrado al sentido práctico de Hadrian y su aversión a los gastos no necesarios. -¿Te parece bien, verdad?-.

-Sé que intentas cuidar de mí. No voy a presionar a nadie, y mucho menos a Hadrian. Y... bueno, debería haberme dado cuenta de que estaba volcando sobre ti bastante información con la que lidiar, así que... ¿lo siento?-.

Resopló. Por supuesto que Abraxas no se había dado cuenta de que sabía cosas que Orión no sabía. Era la historia de sus vidas. Apretó la mano del hombre antes de soltarla.

-No te preocupes por eso, mejor que salga así, en nuestros términos y en privado, aunque estuviéramos cortejándonos en los términos más laxos, no ser conscientes de ello dificulta las cosas, ya lo verás. También tienes que lidiar con Druella-.

-Sólo estamos casados sobre el papel. Ni siquiera es una relación propiamente dicha-.

-No todo el mundo se siente cómodo siendo cortejado por un hombre casado-.

-No es que yo pueda hacer nada al respecto-. Abraxas hizo un mohín, como si el hecho de que estuviera casado fuera el tema menos importante de la noche.

-Sólo tenlo en cuenta. Ahora, ¿tenemos un trato?-.

-No lo llames así-. Arqueó una ceja hacia su amigo. -Bien, sí, lo tenemos. Pero no voy a dejar nada de lo que he estado haciendo hasta ahora. Incluso me abrazó hace poco, ¡no voy a dejar eso ahora!-. Oh querido Salazar, Abraxas lo tiene mal.

Bueno, no estaba mejor, todavía sentía la mano caliente y casi se había olvidado de soltarla más de una vez. Se preguntó por qué nunca había considerado la posibilidad. Mirando al rubio parlotear, con la copa de alcohol a medio beber en la mano, Orión pudo reconocer que no le habría importado en absoluto estar con él. Sin embargo, al conocerse a sí mismo en Hogwarts, se dio cuenta de que nunca habría perseguido a aquel hombre, entonces adolescente, de aquella manera. Había estado detrás de una cosa y sólo una cosa y no era algo que Abraxas hubiera insinuado que quería.
Incluso durante la conversación, la atracción física no se había mencionado ni una sola vez y él respetaba demasiado a Abraxas como para considerarlo una opción. Tal vez las preferencias de Abraxas, o la falta de ellas, cambiarían con el tiempo o no lo harían. Orión se dio cuenta de que no le importaba esperar para averiguarlo, y entonces se sorprendió a sí mismo y detuvo esos pensamientos en el acto.

Sería un gran hipócrita si le dijera a Abraxas que se contuviera y luego empezara a fantasear sobre su vida con él. Ahora, sin embargo, las compuertas estaban abiertas y las imágenes de los tres juntos en algún momento del futuro se filtraban. Realmente no le importaría una vida así. Por desgracia, ni Abraxas ni Hadrian tenían experiencia en relaciones normales, y mucho menos en una tríada. Él tampoco, lo más cerca que había estado de ello había sido sólo una noche y no había terminado del todo bien. Tampoco sabía si Hadrian se abriría alguna vez a Abraxas sobre sus circunstancias o permitiría que Orion lo hiciera si él mismo no se sentía preparado para ser sincero al respecto.
No sentía que pudiera estar en una relación con Abraxas y Hadrian con tales cosas entre ellos. Le bajaría la autoestima a Abraxas y sus problemas de confianza aumentarían a un ritmo constante, y Hadrian probablemente se ahogaría en sus sentimientos de culpa. Así las cosas, había evitado que Abraxas presionara para obtener respuestas, pero sabía que eso no abandonaría la mente del mayor, lo carcomería hasta que encontrara algo que poner en su lugar.

Abraxas era respetuoso, pero todo el mundo tenía un punto de ruptura. Que el rubio se enamorara de Hadrian significaría que la falta de confianza dolería tanto más cuanto más tiempo pasara, pero eso era inevitable ahora mismo.

Desechó sus pensamientos, no había nada que pudiera hacer al respecto ahora mismo. Aunque la evasión, en estos casos, no era la mejor opción, Hadrian era demasiado joven para planteárselo así de la nada. Orión podía suponer que Hadrian ya confiaba en ambos como amigos, pero cualquier otra cosa estaba en el aire. Era otro tema, uno que no había querido discutir con Abraxas en este momento, que Hadrian podría nunca corresponder a sus incipientes sentimientos.

Orión veía las posibilidades allí, y podrían funcionar -(dormían juntos, vivían juntos, comían juntos, honestamente Hadrian o era inconsciente o un genio de la estrategia)- pero necesitaría mucho trabajo, confianza y comunicación. Aunque Orión aún no estuviera en el punto en el que Abraxas estaba, sabía que sería tan fácil como dejar que el tiempo fluyera para que él llegara allí, ya sabía que Hadrian ocupaba un lugar importante -(si bien extraño, todo era siempre extraño a su alrededor)- en su vida, no le costaría ningún esfuerzo trasladar ese lugar a su corazón.

Sólo el tiempo lo diría, pero por ahora se sentía feliz de pasar el tiempo así con su rubio mejor amigo, como si su conversación no hubiera cambiado en nada la forma en que se veían el uno al otro. Tal vez no, tal vez de eso se trataba, de que cosas como esas fueran tan normales que hablar de ellas no las hiciera incómodas.

Esperaba que todo siguiera siendo tan fácil como ser sinceros el uno con el otro. Sonrió, contento de vivir el momento por ahora.

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