
Chapter 9
"Segunda prueba"
Draco se sentía incómodo en su propia piel, mientras miraba fijamente las letras que se desdibujan ante sus ojos. Estaba en clase de adivinación, con Harry y Ron franqueandolo. Ninguno de ellos estaba hablando. Ron estaba enojado con Harry por sabe Merlín qué cosa, y Harry decidió corresponder la guerra de silencio por puro beneficio propio. Y Draco estaba pensando demasiado como para poder decir nada.
Su cerebro, una vez que se puso al día con sus sentimientos, no paraba de señalar una y otra vez lo lindo que era Harry, mientras leía atentamente su propio libro. A cada paso, cada acción, su cerebro se encendía ansioso y enviaba demasiada serotonina para que Draco la manejase.
Y Draco, sinceramente, sentía que perdía cada vez más la cordura.
¡Harry era un niño! ¡Draco era mayor que él, le llevaba mucho de ventaja!
Asqueroso, asqueroso, asqueroso. Era una persona repugnante.
El rubio solo encontraba más y más razones para asumir su propia falta de cordura e ir a entregarse ante un auror, porque era horrible lo que estaba sintiendo.
Ron le pasó una nota, " ¿Tenés algo que hacer a la tarde? ", citaba su desgarbada caligrafía en un tronador verde chillón.
Draco parpadeó lentamente, asimilando palabra por palabra, antes de poder hilar una respuesta decente.
" No " decidió responder
" ¿Querés hacer algo, entonces? Obviamente solo seríamos nosotros dos. Draco y Ron, nadie más. "
El rubio titubeó. Su mano, inquieta como nunca, jaló la manga de Harry, y ante la incrédula mirada de Ron, deslizó el trozo de pergamino hasta que Harry pudiera verlo. Draco se quedó mirándolo, mientras Harry leía, y después de que éste asintiera, y solo después, le confirmó a Ron.
" Bueno. " coincidió.
—Amigo, ¿Le pediste perm-?
Trelawny aplaudió, moviendo sus manos rápidamente para expandir el alcance del humo rancio que cubría cada rincón del salón.
— ¡Usen el ojo interno, mis muchachos! ¡La energía los guiará en su turbulento camino!
Draco toció, escondiendo su nariz y boca en la manga de su túnica, mientras Harry usaba el libro en sus manos para abanicarlos y alejar el humo de ellos. Necesitaban aire limpio.
El rubio se estaba mareando nuevamente.
— Me duele la cabeza. —murmuró finalmente—. No es buen momento para preguntarme nada, no estoy seguro de la mayoría de las cosas, por eso es mejor que responda...
Hizo un ademán, abarcando a Harry, que lo abanicaba con más ahínco, mientras Draco luchaba porque sus párpados no cayeran.
Quizás debería dejar la clase, el rejunte de aromas y la condensación del humo siempre lo llevaba a un estado demasiado voluble. Su cuerpo se inclinó hacia Harry, y el elegido lo sostuvo, el ceño fruncido en preocupación. La profesora trinó cerca de ellos, viéndose radiante al notar la inmersión del rubio.
—Tan fascinante, jovencito. —murmuró, dichosa— ¿Ves algo?
—Tengo náuseas.
— ¿Puede salir a tomar aire? —preguntaron Ron y Harry a la vez, uno más asertivo que cortés.
—Oh, no, no, eso entorpecería mis esfuerzos. Quizás tenga otra visión. —comentó risueña—. Será un gran vidente, así que necesito entrenarlo-
Harry pateó "accidentalmente" una silla y la hizo caer sobre una mesa baja, llena de velas, que se cayeron como domino. Ron gritó cuando los libros y mantas de enfrente se empezaron a prender fuego.
—Vamos, Dragón. —murmuró por lo bajo. El rubio entre abrió los ojos para ver el fuego que se expandía, mientras la profesora trataba de apagarlo con golpes de un trapo.
En su mente difusa no sintió nada más que cansancio, mientras Harry se lo llevaba afuera, junto a sus aterrados compañeros. El miedo al fuego que debía sentir no llegó, demasiado concentrado en la voz calmante del elegido, que se veía apático y distante del disturbio que vivían sus compañeros.
Vincent y Greg se pararon a sus costados, apartandolos del tumulto, sin querer que la horda de gente los aplastara o distanciarse de sus amigos. Ron estaba parado cerca, con su mano aferrada a la manga de Goyle para no ser empujado lejos. El Slytherin no se veía feliz por eso.
—... Aquamenti —murmuró el rubio—, ¿No debería usarlo? Es tan obvio.
El rubio lo hubiese hecho si no sintiera sus extremidades pesadas como el plomo mismo.
Harry tarareo, mirando hacia atrás, dónde el humo empezaba a espesarse, saliendo por la puerta. La profesora estaba chillando, y el elegido suspiró con molestia.
Alzó la varita y, con su voz haciendo eco en el pasillo, exclamó dicho hechizo. El potente chorro de agua impactó de llenó contra el fuego, y Harry no paró hasta que todo el salón estuvo inundado. Más por desprecio a lo que había ahí adentro que por precavido.
El director y el profesor Moody estaban llegando justo cuando Harry cortó el hechizo. Draco ya estaba más lucido, mirando hacia adentro del aula.
Y, aún rodeado por un brazo del elegido, se preguntó porque el terror frío no llegaba a él.
— ¿Qué pasó? —preguntó el rubio, confuso.
Harry se encogió de hombros, acariciando la espalda del chico, con calma. Sus ojos, sin embargo, estaban clavados como dagas en el profesor de DCAO que entraba a ver el salón de clases.
— A quién se le ocurre llenar una habitación de lana y velas. —se quejó Parvati— ¡También había madera y hojas! Esta señora quería matarnos.
El director le dio una mirada y la niña se estremeció, enmudeciendo. La profesora comenzó a hablar, retorciendo sus manos y cabello, en alguna crisis nerviosa. Harry la vio deshacerse en disculpas y explicaciones, sin ninguna culpa.
¿Creía que podía usar a Draco? ¿Dañarlo y ganar el favor de algunos nombres importantes?
Mejor que lo piense de nuevo.
Draco cerró los ojos, disfrutando en silencio el calor corporal del niño-que-vivió, sin notar nada a su alrededor. Greg miró a Vincent por encima de la cabeza del rubio, y este asintió lentamente.
Definitivamente Harry no estaba jugando cuando dijo que no habría una segunda oportunidad para nadie, no si querían lastimar a Draco.
Los niños reprimieron sus sonrisas. Ron seguía en shock, sin entender cómo se había causado tal alboroto.
— ¿La clase va a continuar o nos podemos ir? —cuestionó Harry, sus ojos fijos en las cejas crispadas del director, evitando cuidadosamente mirar los sobrenaturales ojos del viejo.
Moody gruñó, cazando la capucha del rubio y tirando de ella para apartar a Draco del brunette. Harry golpeó la mano del hombre, literalmente, y se adelantó, parándose directamente frente al profesor. El director se apresuró a tomar el hombro de Moody, quien miraba con furia su mano golpeada.
Draco se estabilizó, tomando la mano de Harry con premura, tratando de evitar un confrontamiento innecesario.
Todo el grupo estudiantil se tensó ante el abrupto encuentro, y más de uno retrocedió físicamente, para no verse envuelto.
—Alastor —llamó el director, con voz impasible, tratando de hacerlo retroceder—, los niños deben estar exaltados. Acaban de vivir algo muy aterrador, cálmate.
— ¿"Aterrador"? Si tienen miedo del fuego no tienen material de magos, ¡Cosas más peligrosas les espera en el mundo! ¡Si el fuego lo deja temblando como una hoja, señor Malfoy, le aseguro que no le depara nada más que la muerte!
Irónico, pensó Draco, porque literalmente me mató una vez.
Sin querer, una risa se le escapó. Moody gruñó, dando un paso más cerca, el director se tuvo que interponer físicamente entre ellos.
—Para ser un auror de renombre se irrita con demasiada facilidad, pierde la cabeza muy rápido, profesor. —seseó Harry, cadencioso—, ¿Es esa la razón por la que el ministerio lo apartó de sus actividades, forzandolo al retiro, señor?
La clase jadeo en sobresalto, mientras Moody modulaba sin voz, mirando con ojos desorbitados al niño. Casi parecía... perdido, como si no entendiera de qué hablaba realmente Harry. Draco tomó nota de ello.
— Señor Potter... —lo amonestó el director, buscando los ojos verdes, pero Harry no le estaba prestando atención, más ocupado en mirar con odio, infundado si a él le preguntaran, al profesor de DCAO—, eso no es agradable, joven. Le ruego lo disculpes, Alastor. Ya sabes cómo es la juventud en estos días, ja, ja...
Draco que se había mantenido al margen, midiendo la reacciones del ex auror, tarareó pensativo. Tal vez...
— ¿Y? ¿Va a dejar que nos vayamos o qué? —preguntó Vincent.
El director los despidió rápidamente, tratando de evitar que el alboroto y la confrontación se alzará en las jóvenes cabezas de los alumnos de Hogwarts. Pero mantuvo un ojo crítico en la espalda del único descendiente de los Potter, la rebeldía y soberbia que corría por las venas del niño eran un problema, pero con la gente que se fue a rodear solo se potenció más.
Y ponía demasiada dificultad para que Albus pudiera dictar el camino a seguir. Probablemente, si era sincero, el niño iría en el sentido opuesto de igual manera.
— ࿐*:・゚
Draco estaba garabateando languidamente, mirando sin enfocarse hacia el papel. Hermione parloteaba sobre Víktor, el baile y lo divertido que había estado (entre quejas sobre Ron). Y Neville le hacía preguntas sobre el cuestionario de pociones.
El rubio debería de prestarles atención, porque realmente parecía que la niña necesitaba sacarlo de su sistema, de contárselo a alguien, de ser escuchada... pero Draco estaba en otra órbita. Había pasado toda la mañana perdido en sus pensamientos, taciturno, mientras el grupo de gente a su alrededor se movía y cambiaba. Con solo Harry como constante.
Y Neville realmente necesitaba subir sus notas con Snape, así que ahí estaban.
—Falta poco para la segunda prueba... —murmuró entre dientes, mientras Hermione se distraía con sus libros. Ella hizo una pausa mirándolo por debajo de su flequillo—. ¿creen qué-?
—Viktor no me dijo nada. —cortó, a la defensiva.
Neville se atragantó, y Draco abrió la boca, para después cerrarla, mirándola, con ojos muertos. Suspiró profundamente y negó, cansado.
— ¿Y a mí por qué me importaría lo que dice Krum? —suspiró al aire—, si necesitara oír algo de su boca ya hubiese ido a buscarlo. ¿Qué podrías decirme vos, de entre todas las personas, sobre los planes de Krum? ¿Mh?
—Soy a quien mas le habla de todos los que "conoces" —argumentó, con confianza—, me tiene confianza. Pero, de nuevo, no me dijo nada. Y no le voy a preguntar.
Draco se lamió la cara externa de los dientes con sorna, mirándola fijamente por unos escasos segundos antes de barrer el tema. No estaba interesado en tener un duelo de egos con la niña, no es que lo necesitara tampoco.
Sabía lo que podía lograr, no necesitaba el aval de nadie. Mucho menos de una Gryffindor.
Neville carraspeó, retorciéndose un poco ante la mirada fija del rubio. Draco cabeceó hacia él, cuestionando.
— ¿Harry ya descubrió lo que tiene que hacer?
El rubio sacudió la cabeza, su cabello rubio balanceadose en su rostro. Neville siguió el movimiento.
—Más o menos.
— ¡La prueba es mañana! —chilló Hermione, escandalizada—, ¡¿cómo que "más o menos"?! ¡Draco!
—Shhh, baja la voz. —amonestó—. Tiene una idea, no es cien por cien seguro, pero la esencia está.
—¿Y la esencia lo va a ayudar a no morir? —inquirió—, esto es serio, Draco. No puede ir a medias nada más, ¡Su vida está en riesgo, ¿Entienden eso?!
Draco hizo una pausa, juntando cada gramo de paciencia en su haber, para no matarla. Se giró con suavidad hacia ella, ambas manos sobre la mesa, apoyadas delicadamente. Tan delicado como el hilo de la vida de Hermione.
— ¿Estás reclamandole a Draco por la seguridad de Harry? —preguntó Neville, sacándole las palabras de la boca al rubio— ¿En qué realidad alterna estás parada ahora mismo, Hermione?
— ¡En la original! —refutó—, que sea Draco no quiere decir que no pueda refutar o dudar de él. No siento que estén tomando seriamente esto, ¿Saben a qué se enfrenta? ¿y un plan? Se puede morir, Draco. Muerte.
El rubio rechinó los dientes en una sonrisa desdeñosa.
— ¿Y vos qué carajo sabes? —se entrometió una cuarta persona, otra vez interrumpiendo al rubio, quien se giró a ver a Harry, que se balanceaba en su elegante andar, hacia ellos, el cabello rizado húmedo y los ojos fríos. Draco le hizo puchero y Harry le agarró suavemente la nuca—. No pasas ni dos horas completas con nosotros estos días, Granger. Poco y nada sabrás de lo que estamos haciendo para ganar el torneo.
El pulgar del chico se movió suavemente contra la piel de su cuello y Draco sintió cada poro erizarse, con la mejillas rojas.
—Draco dijo que tenían una idea, la imagen de la "esencia" de la segunda prueba del torneo, ¿Qué se supone que deba pensar? ¡fue muy vago al respecto!
—Si pensaras menos te iría mejor. —masculló Draco, sin pensar.
Neville abrió en grande sus ojos, tapándose la boca. Harry no se inmutó, ni siquiera cuando Hermione balbuceo indignada.
—... Estabas diciendo cuán cercana eras a Krum —le recordó Longbottom, suavemente—, cualquiera pensaría que... ya sabes...
— ¿Qué? ¿Que iría corriendo a decirle? ¡Por supuesto que no haría eso! ¡Yo quiero que Harry gane!
—Disculpa, Granger, pero la última vez que chequeamos, eras el tipo de persona que si pierde el temperamento suelta demás la lengua. —argumentó, sin emoción, Harry—. No necesito una reincidencia, menos a estas alturas del partido.
— ¿Y cómo por qué crees que-?
—Hermione —cortó Draco, a secas, mirándola con ojos de alguien que sabe más de lo que demuestra—, somos pocos y nos conocemos mucho.
Por primera vez, la niña simplemente guardó silencio, renunciando a la pelea verbal. Los labios sellados y sus ojos evitativos. Draco se dio por bien servido, mirando a Harry, quien ya lo estaba mirando, con una mueca de cansancio puro.
— Me da gracia que sigan practicando Quidditch aún sin torneo, solo mírate, te ves miserable. —arrulló el rubio, agarrando el dobles del suéter del elegido, acercándolo más a dónde estaba sentado. Harry hizo una mueca, pero se dejó mover a gusto— ¿Flint te pateó el trasero, hm? Pobre cosita fea.
Harry refunfuñó, enredando sus dedos en el cabello rubio, dándole un tirón de advertencia, pero el rubio tan solo tararea.
(Lastimosamente) conectó sus ojos con los de Hermione, que se veía perturbada, por lo que comenzó a reírse nervioso, alejándose de Harry. Claro, sí, ¿Probablemente esto era raro?
Harry arrugó el entrecejo, sin abandonar su agarre en el cabello, y por ende la nuca, del heredero Malfoy. Parecía un cachorro perdido.
—Deberíamos irnos. —termino diciendo Harry, con intención, sus ojos fijos en el tembloroso rubio. Parecía estancado en su cabeza, probablemente pensando en algo tonto. Harry tenia que arreglar eso—. Tenemos que descansar bien para mañana.
—Son las tres de la tarde, Harry. —murmuró Hermione, entrecerrando los ojos.
— ¿Y? —repuso—, a diferencia tuya yo hago actividad física, puedo estar cansado.
Draco lo miró raro.
Bueno, no era exactamente verdad, puesto que Harry podía mantenerse haciendo cosas durante todo el día, sin tomar un descanso, gracias a que tenía una alta resistencia física, pero no queria pasar más tiempo con Hermione... por algún motivo.
Neville se apresuró a guardar todos su pergaminos, plumas y tinteros, viendo a Draco vacilar, sus ojos entre él y Harry.
—¡Bueno! Yo ya terminé, así que también me estoy yendo.
Draco asintió lentamente, muy lento, antes de levantarse. Hermione frunció el ceño, mirando hacia Harry con irritación, y Potter se permitió dar una sonrisa engreída, mostrando los dientes.
—Nos vemos más tarde. —saludó Draco, dubitativo, pero secretamente aliviado de poder irse lejos. La mano de Harry en su cintura era solo un plus para su desición, y nada más—. No te ofusques con Ron, él "simplemente está celoso" —enmendó a la propia Hermione, para no dejarla sin ninguna respuesta a sus quejas—, tenes que entenderlo, es normal.
Harry se burló en voz baja, tirando del rubio. Ambas serpientes, junto a Neville, salieron de la biblioteca, caminando en silencio, ameno.
— ¿Seguros que están listos para mañana? —curioseó Longbottom, por lo bajo.
—Sí. El mensaje es bastante claro, de hecho. —corroboró Harry— "Donde nuestras voces suenan, ven a buscarnos, que sobre la tierra no se oyen nuestros cantos..." dijo la voz del huevo, lo cual tiene tanta lógica que es irritante.
— ¿"Sobre la tierra"? —preguntó Neville, sin entender— ¿Donde más...?
Un momento de silencio, en donde Neville se horrorizó, gesticulando animadamente, exaltado. Draco y Harry le dieron sonrisas gemelas, provocando un sonrojo vibrante en el Gryffindor.
—"Y estas palabras medita mientras tanto, pues son importantes, no sabes cuánto." —siguió, risueño— "Nos hemos llevado lo que más valoras, y para encontrarlo tenes una hora. Pasado este tiempo ¡negras perspectivas! demasiado tarde, ya no habrá salida."
Neville jadeó, atemorizado.
— ¿Crees que el director dejaría que...? —murmuró, pasando bruscamente su saliva—, no. No, ¿Verdad?
— ¿Pensando lógicamente? No, no debería. Pero es Dumbledore, y estamos en Hogwarts...
Draco miró a Harry, mientras estiraba las palabras, tratando de no ser demasiado brusco.
—... Y en el torneo de los magos es normal que la gente muera. Supongo que no fiarse es lo mejor, para todos los involucrados.
Harry sostuvo con más fuerza a Draco, asegurandolo a su lado, mientras sus ojos se oscurecian gravemente. El rubio, sin percatarse de nada, se apoyó en el hombro de Potter, simplemente disfrutando del contacto.
Neville temió por su futuro académico.
Es decir, ¿Había alguna ley que dictaba que podría graduarse de inmediato si el colegia se prende fuego? El esperaba que así fuese, porque la amenaza en los ojos del elegido era tan tangible que casi podría iniciar el incendio mirando fijamente una cortina.
Para los tres era obvio quién o qué era lo que más valor tenía para Harry, pero cada uno lo asimilaba de distinta forma e intensidad.
—Todo va a estar bien —aseguró Harry, su voz no mostraba nada más que certeza—, no voy a aceptar nada más.
Draco tarareó, sonriendo, con el pecho floreciendo en revoloteantes mariposas.
Merlín, qué horrible es estar enamorado.
— ࿐*:・゚
Draco estaba mirando a McGonagall con ojos cansados, el estoico profesor Snape estaba frotando su espalda con suavidad, mientras veía a una pequeña niña rubia bostezar y frotarse los ojos. Chang estaba nerviosa, retorciendo su falda, mirando a todos lados.
Hermione estaba a su lado, balbuceando quien sabe cuántas tonterías entre diente. Decir que estaba sorprendido o desconcertado sería una mentira simple y llana; había esperado estar entre estos convocados, lo que no esperaba era la hora a la que se los apartó de sus casas.
Era tarde, mucho después de la cena. Harry se había ido a dormir, casi directamente, mientras Draco pasaba al despacho de Snape, para beber algo de té y charlar.
Si no supiera más de lo que un niño de su edad, Draco no hubiera sospechado nada. Era una actividad que solían realizar, dos o tres veces a la semana, por lo que ir con su padrino no era nada raro.
Ni para él, ni para Harry.
Duh.
— ¿Entonces? —preguntó, mirando desde Karkarov hasta Moody, de una punta a la otra, analizando cada expresión facial— ¿Alguien se va a dignar a decirnos algo o simplemente empezamos a adivinar, hm?
— ¿Te crees muy inteligente, no, muchacho? —gruñó Moody.
—Él es. —murmuró, apesadumbrado, el director de Durmstrang—. Lo más seguro es que ya sepa que hace aquí, a diferencia de los demas crédulos.
— ¡Oiga! —jadeó la niña, su dulce voz llamadores la atención. Se había parado encima de una silla, y señalaba con su pequeño dedo índice al búlgaro— ¡Eso no es amable!
El hombre, en su tosca apariencia, se sonrojo, y apremio a disculparse. Draco nunca pudo adivinar cuan maleable era este tipo.
¿Una niña pequeña regañandolo, y era todo?
Madame Máxime aplaudió, muy divertida—. Calma. Calma, niños, Dumbledog va a explicarles.
El susodicho estaba desenvolviendo un caramelo de limón, pero se quedó congelado por una décima de segundo, antes de adelantarse, con una sonrisa avergonzada. Draco se irritó un poco ante la obvia fachada, que hombre tan molesto.
—Así es, así es. —aplaudió, el caramelo entre sus dedos— ¿Alguno quiero un caramelo? —todos negaron, incluyendo la niña. Inteligente—, una lástima. En fin, muchos habrán deducido que están aquí, en mí despacho, por la segunda prueba. Soy consciente de cuán cercanos son a sus campeones, por lo que sabrán de qué va la prueba en cuestión, ¿No es así, mis niños?
Draco miró a Chang, quien ya lo estaba mirando. Ambos se asintieron, comprobando.
Hermione negó, pero no era tanto por no entender, sino por la nula información que debía tener en sus manos.
— Somos la «cosa» —declaró la Ravenclaw—, eso que los campeones tienen en la más alta estima. Parejas, familia y amigos. —enumeró, señalando a cada uno por representación.
— Y nos van a dejar desde ahora en el lago negro, —culminó Draco, desinteresado, apoyándose en el respaldo de la silla con sus manos, Snape suspirando a sus espaldas—, al cuidado de las sirenas, para que cuando tengan que ir por nosotros ya estemos propiamente enraizados
Hermione miró a McGonagall, esperando una confirmación, y la jefa de los Leones no hizo mueca alguna cuando asintió.
—Correcto. Empiecen de una vez, entonces. —descartó Cho Chang—. Acepto ser el anzuelo de mí campeón.
Un destello de oro brilló a su alrededor, casi como si hubiera hecho un pacto de algún tipo.
La niña fue la siguiente, recitando fuertemente que confiaba en el que el campeón del torneo la salvaría. Draco hizo una mueca ante el mal hilado de palabras, y Madame Máxime igual.
Hermione aceptó porque confiaba en Víktor.
Draco pensó por un rato, mirando al suelo.
— Si no confía en Potter, cambienlo. —gruñó Moody
— ¿Señor Malfoy, ocurre algo?
El rubio suspiró.
—Acepto. —cedió, sin tanta complejidad, siendo rodeado por el mismo brillo que a los demás.
No necesitaba ponerle presión o condiciones a Harry, él solo estaba siendo un eslabón más en todo eso, no necesitaba declarar su confianza o declarar que Harry ganaría.
Era más divertido si solo lo veían pasar y se amargaban. No necesitaba adelantarles nada.
El proceso en sí fue bastante más aburrido de lo que Draco se imaginó, pero eso era probablemente por lo vivaz que era su cabeza para armar escenarios ficticios.
Se imaginó de todo, menos tener que beber una posición sosa, sentados en sillas alineadas. La hermana pequeña de Fleur estaba a su lado derecho, Hermione al Izquierdo y Cho Chang al lado de ella.
No hubo mucho más, sólo ellos cuatro sentados, hablando en voz baja.
—Tu n'as pas peur, gosse? — le preguntó Draco, y la niña se sobresaltó, comenzando inmediatamente a hablar. Parecía que solo necesitaba un poco de incentivo, y su lengua materna era lo más atinado.
— Qui appelez-vous une fille ? J'ai un nom, prince ! —la rubia hizo una pausa, mirándolo de arriba a abajo, con ojos grandes—. Saviez-vous que vous ressemblez à un prince, tout droit sorti d'un livre ? Vous êtes jolie. Tu pourrais être de la famille, parce que je suis jolie aussi, et ma sœur aussi! Elle est belle! Tu l'as vue? Je suis sûr que vous tomberez amoureux
—Je l'ai vue, et je suis désolé de te le dire, mais elle n'est pas du tout mon genre. Je ne suis pas tombé amoureux et je ne tomberai pas amoureux, —sacudió la mano, con una sonrisa resentida. Por su cabeza paso un destello de Harry se tuvo que sacudir el cabello para despejarse. En definitiva su gusto iba por otro lado—, mais merci quand même pour le compliment
Incluso Madame Máxime se acercó a charlar, picada por la curiosidad al oírlo.
—Vous êtes étrange. Je vous aime bien, l'aimez-vous aussi, madame ? Il ressemble à l'un d'entre nous.
—Certainement, ma chère. —asintió, contemplativa, con la amabilidad destellando en su rostro—. Dis-moi, chéri, as-tu une famille française? Ou tu as pensé à aller en France? Je t'assure une place dans mon école si tu le souhaites, je te le promets.
Draco dejó salir una risa, fue tan fluido y tenaz, que era chistoso cuan fácil se mezcló, haciendo buenas migas, mientras que Hermione y Chang lo miraban con un gran signo de interrogación encima de sus cabeza. Karkarov refunfuñaba en una esquina, mientras Snape, Dumbledore y Moody charlaban en voz mesurada
Los efectos de la anestesia comenzaron a aparecer luego de unos minutos, y la profesora McGonagall se dedico a acomodarlos suavemente en los sillones. Lo último que Draco vislumbro fueron los ojos de Snape.
Y el jefe de la casa verde y plata se estremeció, viendo a su ahijado desvanecerse con tanta facilidad, quedando inerte ante él. Lo odio.
Su noche no fue la más placentera, viendo cómo enredaban plantas y raíces gomosas en las muñecas y tobillos de tres de sus alumnos, y de una niña. No entendía ni siquiera un poco la pasividad de Albus.
Incluso Karkarov se veía ligeramente consternado por la escena.
A veces, los "buenos" eran más temibles que los más fuertes tiranos, y está era solo una forma más de recordárselo.
La otra forma sería en la mañana, cuando tenga que enfrentarse a Harry y Sirius, sin Draco con él, pero por el momento, se quedo sentado en la orilla del lago negro, mirando la imperturbable superficie, justo en el punto en el que habia desaparecido el cuerpo de Draco, arrastrado por las sirenas.
Realmente tenía mucho en que pensar.
Casi tanto como Harry, cuando se despertó esa mañana, y vio el lado de Draco vacío. Vacío, frío y sin deshacer.
Se levantó, ojos nublados, mientras recalculando su vida en un par de segundos, aún demasiado dormido para funcionar de inmediato. Dobby y Kreacher estaban al pie de la cama, mirándolo, y si Harry pudiera ver algo quizás vería preocupación, pero sin sus lentes era muy difícil.
Ambos eran manchas sin forma, frente a él.
— ¿Qué hora es?
— Nueve menos cuarto, señor. —trinó Dobby—. Falta muy poco para la segunda prueba, Harry Potter debería prepararse, señor.
Harry asintió lentamente, y estiró a ciegas su manos, hacia la mesita de luz, pero Kreacher le hizo llegar los lentes, y se veía bastante rígido al hacerlo. O eso dedujo de la mancha.
— ¿Qué pasa, Kreacher? ¿Estás bien?
—El joven amo Draco, señor... —trinó, y Harry no se esperaba las gordas lágrimas caer del feo rostro del elfo. Dobby chilló, tapándose la boca—... Él fue-, e-e-stá....
—Ya. Está bien, tranquilo. —reprendió suavemente Harry, levantándose y tomando las manos frías y temblorosas de la criatura—. Entiendo perfectamente. Tranquilízate, lo traeré de vuelta.
—Harry Potter tiene que entrar en el lago, buscar su prenda... y liberarla de las sirenas y los tritones. Ellos tienen al joven amo Draco.
—¡Lo que Harry Potter más puede valorar, señor! —chilló Kreacher, en pánico —. Y pasada una hora...
—... negras perspectivas. —recitó Harry, mirando al elfo—; demasiado tarde, ya no habrá salida...
Lo dijo en un tono tan muerto que ambos elfos se sobresaltaron. Harry no lucía ni asustado ni preocupado, en sus ojos no había nada más que una oscuridad profunda y abrumadora.
El niño, entonces, se movió por la habitación, cambiándose lentamente a su uniforme de campeón, mientras se concentraba en su objetivo próximo, y en lo que seguiría después.
Está vez, como estaría nadando, Sirius le había enviado ropa nueva. Una remera sin mangas verde y unos shorts de playa negros, nada raro.
Lo simple era mejor para esta clase de actividades, después de todo, necesitaba tener buen rango de movimiento.
Se calzó una capa arriba y algunos hechizos calefactores, puesto que era pleno invierno y realmente la pulmonía no lucía atractiva para estas fechas. Esperaba que no se enfermaran al salir del lago.
Por último, agarró el recipiente que Draco le había dado días antes, las hierbas dentro no olían específicamente a campo y lo más seguro es que sabrían asquerosas, todas viscosas y amargas.
— ¡Branquialgas! —chilló Dobby— ¡Harry Potter podrá respirar bajo el agua, maravilloso!
Kreacher se sonó los mocos. Harry suspiró, palmeando suavemente la cabeza del elfo, profundamente consciente del aprecio que le tenía a Draco.
—Ve con Sirius, Kreacher, y asegúrate de que nadie se de cuenta de que sabes lo que está pasando. —ordenó, tronando los dedos—. Dobby, vuelve a tus tareas, nos vemos más tarde.
Y entonces salió, caminando por la sala común vacía, ni un alma corría por ahí. Bajó los peldaños de la escalera de tres en tres, por el simple hecho de querer llegar más rápido.
Bajar la explanada fue similar a estar en un desfile, los alumnos que iban en grupos para ver la segunda prueba se giraron a verlo y se quedaron ahí, viéndolo pasar. Colín y Dennis Creevey gritaron al verlo y trataron de acercarse, pero Harry saltó la escalinata de piedra.
Vio que las mismas tribunas que habían rodeado en noviembre el cercado de los dragones estaban ahora dispuestas a lo largo de una de las orillas del lago, por la que Harry estaba caminando hacia el tribunal, para poder presentarse y sentir las vibras, ver cómo estaban sus contrincantes.
—Hola —saludó, aburrido, Harry, que era el último en llegar. Delacour, Krum y Diggory estaban en fila, casi, mirando hacia el agua—. ¿Llegué muy tarde?
—¿Dónde estabas? —inquirió una voz severa y autoritaria—. ¡Falta nada para que empiece la prueba!
Harry levantó levemente la cabeza,hacia donde estaba la mesa del tribunal, de dónde provenía la voz, y se encontro con la expresión agria de Percy Weasley.
—Llegué, y con tiempo de sobra, ¿De que te estás quejando?
— ¡Bueno, bueno, muchachos! —interrumpió Ludo Bagman, en el tono cantarín y emocionado que parecía tener siempre—. ¡Ya están todos los campeones, eso es lo importante!
Dumbledore le sonrió, lo que es escalofriante por si mismo, pero Karkarov y Madame Maxime se veían diferentes, sus caras, varían del desagrado al que estaba habituado. El director de Durmstrang ni siquiera trato de mirarlo a la cara.
Si era sincero, eso le daba más intranquilidad que cualquier mirada mordaz.
Una punzada de preocupación lo atravesó de punta a punta, y la sola de idea de Draco pasándola lo suficientemente mal para que los adultos se comparecieron de él... pensarlo le daba náuseas, pero no había tiempo para esperar a que se le pasara.
Ludo Bagman ya estaba encaminando a los campeones, espaciándolos por la orilla del lago a una distancia de tres o cuatro metros. Harry se encontraba en un extremo, al lado de Krum. Y mientras Harry se quitaba la capa y sus zapatos, uno de sus compañeros campeones le habló.
—¿Todo bien? —preguntó Víktor Krum, su mirada fija en el agua—. ¿Tienes algún plan?
—Sí
El búlgaro lo miró de reojo por un minuto completo, en silencio, y Harry sentía perfectamente la helada mirada en él, pero no se doblegó, mientras evaluaba la calma de la superficie. Casi era un espejo hecho por la propia naturaleza.
—Bien, todos los campeones están listos para la segunda prueba, —aclamó Ludo Bagman, con un hechizo sonorus amplificando su voz—, que comenzará cuando suene el silbato. Disponen exactamente de una hora para recuperar lo que se les ha quitado. Así que, cuando cuente tres: uno... dos... ¡tres!
Harry se comió las branquialgas.
—Si no llegas a Draco a tiempo, lo tomaré. —gruñó Krum y Harry sintió una sonrisa sádica tirar de sus comisuras, justo cuando el silbato rompió el aire frío. Lo que incentivó a que las tribunas se convirtieran en un hervidero de gritos y aplausos.
Fue entonces que tomó carrera para lanzarse al lago de llenó, para evitar el shock de frío.
El agua estaba tan fría que sintió que la piel se quemaba, como si hubiese entrado a un mar de fuego, pero aún así no se arrepentía. Una vez que se acostumbrara no había nada más que lo entorpeciera.
Después de pocos minutos, donde sentia que el aire se le terminaba, repentinamente pudo inhalar oxígeno desde el agua. También notaba un dolor agudo a ambos lados del cuello.
Palpó la zona, sintiendo la rara textura, casi como si tuviera tres cortes paralelos pero no había sangre en el agua alrededor de él, así que, teniendo en cuenta ambos factores, asumió que eran los efectos de la planta que había ingerido. Las agallas, las membranas y las casi aletas, de las que Draco le había advertido, acabó desarrollando.
Con un encogimiento de hombros, Harry nadó hacia las profundidades.
Al deslizarse por aquel paisaje extraño, oscuro y neblinoso, el silencio le presionaba los oídos. No veía más allá de tres metros a la redonda, y eso estaba empezando a molestarlo severamente, porque a medida que avanzaba a gran velocidad, las cosas simplemente surgían de repente.
Bajó más y más hondo hacia las profundidades del lago, con los ojos bien abiertos, escudriñando, entre las sombras que habían más allá, donde el agua se volvía opaca.
Mientras nadaba solo miraba, sin parpadear, a su alrededor.
¿Las palabras de Viktor fueron una amenaza o una garantía? El búlgaro y él no tenían realmente una relación, solo compartían a Draco y él Quidditch como algo en común, pero incluso en ello difieren bastante.
Pero a Harry no le gustaba que lo mirarán hacia abajo, ¿Quien se creía? Hablando con tal confianza de sí mismo, y obviando las habilidades que Harry podía llegar a tener.
Pequeños peces pasaron por alrededor suyo, y casi frente a él aparecieron largas algas de color esmeralda y, si miraba más para abajo, vería un grupo de Grindylow metidos entre el prado de algas, mirando hacia él. La cabeza con cuernos era inconfundible.
Harry, sin esperar nada, tomó su varita. Lo que se demostró como una acción correcta cuando un gran grupo de Grindylow emergió y trató de abalanzarse a él, para arrastrarlo hacia abajo.
Pequeños demonios marinos horribles.
—¡Relaxo!
Sorprendentemente para nadie, ningún sonido salió de su boca al conjurar, solo burbujas grandes. Y, como era de esperarse, de la varita salió disparado un chorro de agua hirviendo, quemandoles la verdosa piel, dejando ronchas rojas bastante asquerosas.
Comenzó a alejarse, lanzando ciegamente más de esa agua hirviendo, escuchando los gruñidos de las criaturas, hasta que una se acercó lo suficientemente como para querer agarrarlo del tobillo, y Harry lo pateó en la cabeza con toda la fuerza capaz.
Vio al aturdido grindylow alejarse en el agua, bizqueando, mientras sus compañeros amenazaban a Harry con el puño y se hundían otra vez entre las algas, en lo que parecía ser una retirada estratégica.
Lástima que probablemente le quitarán puntos si hería a alguno de esos.
En fin.
Aminoró la marcha, aún en guardia pero menos rígido, mientras trataba un círculo completo en el agua. La presión de agua aumentó a su alrededor, por lo que era seguro suponer que había llegado a mayores profundidades.
E incluso siendo así, nada se movía salvo las ondulantes algas.
Tomó varias respiraciones profundas, calmandose. Debía encontrar la ciudadela de las sirenas, o algo cercano a ella, puesto que era obvio que esas criaturas eran las guardianas de su tesoro.
Giró hacia su izquierda por un segundo, porque en su periferia notó una silueta gris acercarse. Myrtle estaba flotando vaporosa mente hacia él, con una mueca de llano persistente en su rostro.
— ¿Myrtle? —intentó preguntar, pero obviamente nada salió.
La niña se apresuró aún más, llorando fuertemente ahora.
— ¡Harry, es Draco! ¡Tienen a Draco! ¡Esas criaturas horribles! —sollozó, sus manos traslúcidas tratando de aferrarse al brazo del elegido, pero obviamente no pudo y lloró más— ¡También está tu amiga!
Potter frunció el ceño, ¿Su amiga? ¿Qué amiga?
Miró hacia donde señalaba Myrtle, con la garganta seca. Y sabía que no importa cuánta agua pudiera pasar, nada aliviaría eso.
— ¡Tenés que sacarlo de ahí! —lloró— ¡Se ve pálido, como muerto! Me asusté muchísimo cuando lo vi, yo-... Yo...
Y más llanto.
Harry sacudió sus manos, haciéndola callar. Asintió enfáticamente, y luego se marchó nadando. Escuchó un balbuceo errante de la niña, pero no prestó más atención.
Fueron casi veinte minutos nadando, y Harry no veía nada. Era vacío, oscuro y frío.
Se hundió un poco más, la varita empuñada y firme, listo para cualquier cosa, cuando diferenció un vasto espacio. La extensión de barro negro, que ensuciaba las aguas a medida que Harry pasaba por encima, creando pequeños remolinos con sus aletas.
Fue entonces que escuchó las encantadoras pero tetricas voces, cantando en coro, resonando desde lejos. Las sirenas entonaron dulcemente su amenaza.
Nos hemos llevado lo que más valoras, y para encontrarlo tienes una hora...
Harry nadó más rápido, consciente de que estaba cerca, y no tardo mucho en vislumbrar una enorme piedra, tallada con sirenas en medio de una cacería. El elegido la rodeó y siguió las voces, guiándolo finalmente a lo que parecía un pequeño pueblo destartalado.
... ya ha pasado media hora, así que no nos des largas si no quieres que lo que buscas se quede criando algas...
En medio de toda esa oscuridad apareció un grupo de casas de piedra sin labrar, cubiertas de algas. Por las ventanas se veían rostros, que no se parecían en lo absoluto al retrato de las sirenas que tenían los humanos. Ni siquiera los magos, puesto que la pintura de la sirena que estaba en el baño de los prefectos estaba bastante alejada de la realidad.
Las sirenas y tritones eran en realidad seres de piel cetrina, con el pelo verde oscuro, que estaba suelto y revuelto, largo como sus brazos. Ojos amarillos, al igual que sus dientes partidos.
Le dirigieron a Harry sonrisas malévolas.
Y a medida que Harry nadaba por la ciudadela veía más y más casa, pero no tenía tiempo para investigar nada, mucho más preocupado por Draco de lo que estaba al comienzo de la prueba. Giró en una esquina, abruptamente, y se chocó de frente con lo que sería la plaza principal.
Una multitud de sirenas y tritones flotaba delante del coro que cantaba para atraer a los campeones, y tras ellos se erguían columnas de mármol, junto a una estatua de sirena bastante tosca.
Había cuatro personas ligadas con lianas a las columnas.
Draco estaba atado entre una niña, de no más de ocho años, y Hermione. Parecían dormidos, la cabeza les colgaba y de sus bocas salían pequeñas burbujas.
Levantó un poco la mirada y vio a tres sirenas, mirándolo. Eran las únicas que no parecían erraticas al verlo, no había maldad, pero sus ojos estaban en blanco.
Harry sonrió, llamando las con dos dedos.
Se miraron un poco, antes de moverse en sincronía, bajando hacia donde él estaba. Y entonces pudo lanzar un hechizo.
— ¡Deletrius!
Hubo un segundo de conmoción, hasta que las columnas de Hermione y Draco se desintegraron y sus cuerpos se elevaron flotando.
Los tritones se acercaron con las lanzas pero Harry realmente no estaba de humor, por lo que lanzó un «everte statum», viéndolos ser arrastrados de golpe y después cerró el conflicto con un «Stupefy».
Se apresuró a nadar hacia sus rescatados.
En general, no le importaba dejarla para que Krum llegara a rescatarla, pero su amenaza de más temprano le había tocado el orgullo. Entonces solo se tenía que llevar a su amiga, ¿Qué mal había?
Tomó a Draco por la cintura, y a Hermione la agarró de la túnica, pero antes de poder empezar a nadar, un corriente de agua llegó a él, y cuando Harry miró, vio a Noíl nadando hacia él.
— ¿Noíl es una serpiente de agua? ¿qué carajo? —se preguntó en voz alta, confundido, sabiendo que no saldría nada de su boca.
Igual la respuesta llegó al ver una burbuja recubriendo su cabeza bípeda.
¿Contaba como trampa que le enviaran un informante?
¿Le importaba realmente?
Joven amo, Krum está siendo atacado por Grindylows, y Diggory está perdido, no tan lejos pero aún queda tiempo antes de que llegue Delacour está fuera de la competencia.
Harry miró hacia abajo, viendo a la niña.
No le tomó más de dos segundos decidirse y también destruyó la columna que mantenía apresada a la niña.
No se iba a morir si la dejaba ahí, pero sabía que él mismo odiaría que alguien dejara a Draco esperando por un héroe que jamás llegaría.
Entonces, sí.
Noíl enredó su cola en la muñeca de Harry y el torso en la muñeca de la niña rubia, y Harry conjuro el ascendio para que el hechizo lo impulsará hacia arriba.
Tenía mucho equipaje como para esforzarse demás e intentar nadar. Si solo fuera Draco lo haría, pero como no era el caso...
Justo cuando los costados de su cuello volvieron a dolerle, su cabeza rompió la superficie. Y por detrás de él, salieron las tres cabezas de sus acompañantes.
Draco toció contra su hombro, Hermione chapoteo, probablemente perdida.
— ¡¿Harry?! —chilló— ¿Y Viktor? ¿Dónde...?
—Ni idea, no lo vi. —empujó su flequillo fuera de su rostro con la mano que no estaba sosteniendo a Draco, despejando su visión. Noíl ya se estaba alejando nadando, silencioso—. Pero sos mí amiga, ¿Qué más podía hacer? ¿Dejarte ahí, a esperar que el tipo ese llegue? No confío para nada.
La niña estaba temblando contra la espalda del elegido, y Harry notó nuevamente el frío quemarle la piel; fue entonces que comenzó a nadar, para llevarlos a la orilla.
— Sabías que no nos iban a dejar morir, ¿No es así? —preguntó Draco, mientras lo ayudaba a llevar a la niña—. Las trajiste por mero capricho.
—Y sí, ¿Para qué dejarlos esperando ahí? Quiero que esto termine lo más rápido posible, y si tengo que rescatar a todas las 'prendas' lo voy a hacer sin dudar.
La niña se rió a sus espaldas, y tanto Harry como Draco sonrieron en consecuencia.
Desde las tribunas, la multitud armaba muchísimo quilombo: todos estaban de pie, gritando y chillando. Cerca de la orilla estaban los directores, jueces y Fleur Delacour.
Dumbledore se veía pálido y Karkarov mascullaba maldiciones en voz alta. Delacour se acercó rápidamente, metiéndose al agua hasta las rodillas par a sacar a la niña.
—¡Gabguielle!, ¡Gabguielle! ¿Está bien? ¿Está heguida?
—¡Ella está bien! —aseguró Draco—. Solo tiene frío, y probablemente esté asustada. Pero no hubo daño físico.
Sirius se lanzó (prácticamente) de la tribuna, hacia ambos, con toallas en los brazos, y comenzó a rodearlos y secarlos, y en simultáneo se quejaba. Draco y Harry se reían en voz baja, dejándose hacer, por el bien de la cordura de Sirius.
—Merlin y Cirse, cada año que pasan en este colegio es peor y peor. —gruñó—. ¿No quieren estudiar en casa? Les consigo los mejores tutores, se los juro.
— ¡Potter! ¡¿Por qué-?! ¡¿Por qué la rescataste?!
Harry se giró con tranquilidad, mirando de arriba hacia abajo a Moody, antes de dedicarle una sonrisa tranquila.
—Medí mal el poder del hechizo y se rompieron ambas columnas. La traje porque no podía dejarla flotando a la deriva, ¿Por qué los pusieron tan juntos? Dificulta mucho el movimiento.
— ¡Eso no es excusa! ¡le quitaste el rehén a-!
— ¿Rehén? —masculló Hermione.
Dos pares de jadeos se escucharon, y Diggory y Cho salieron del agua.
—Es nuestra amiga, señor. Esto no es sobre un torneo estupido, es sobre la seguridad de una persona. —interrumpió Draco—. Una cosa es ser custodiados por sirenas y otra es salir flotando por ahí y ser atrapados por Grindylows, ¿Quien se iba a hacer responsable de eso? ¿Ah?
Moody gruñó.
Sirius escupió casi que a los pies del profesor y se le plantó enfrente, con una sonrisa.
—Tanto tiempo, Alastor. —saludó—. Vuelve a gruñirle a mí sobrino y te voy a hacer comer tus propios dientes, ¿Estamos? Ahora, no hay ni una regla sobre rescatar las personas de otros, simplemente hay que cumplir con la misión. Y eso hizo, con un plus.
—... Además, ¿Con qué cara cualquiera de estas personas podrían reclamar incumplimiento de reglas? Si todos sabemos lo que han estado haciendo tras bambalinas. —complementó Draco— ¿O alguno tiene quejas? ¡Hablé ahora!
Harry aplanó los labios, no había hecho nada de buena voluntad, pero ver a Draco defendiéndolo siempre era un placer visual. El rubio era un poder a tener en cuenta.
— ¡Suficiente! —exclamó Poppy, tomando a Draco y Harry de las manos, arrastrándolos lejos de los profesores—. ¡Les va a dar hipotermia, bronquitis y cosas peores si siguen impidiendo mí trabajo! ¡Dejen a los niños en paz!
Todos los directores, e incluso Moody, retrocedieron, visiblemente rendidos.
Sirius bufó, pero los siguió, junto con Hermione, Delacour y su hermanita. Diggory y Chang ya estaban envueltos en mantas, acurrucados juntos.
Cuando Harry miró más arriba, vio a todos sus amigos con toallas, mantas y hasta un recambio de ropa en brazos. Daphne tenía la capa y los zapatos que Harry había dejado tirados antes
—Amigo, literalmente los pasaste por arriba. Menos de cuarenta minutos y tres rescatados, ¿Como siquiera es eso posible? —preguntó Theo, confundido.
—El dueño del juego. —declaró Greg—. No se explica de otra forma.
—Simplemente el rey. —suspiró Daphne, teatralmente.
Pansy asintió con rapidez, envolviendo a Hermione como un burrito. Draco dejó reverberar una risa, mientras Vincent lo cubría con una manta felpuda.
Pomfrey ya estaba haciéndole chequeos a Harry.
Snape y Sirius los miraban desde el borde, dónde pesaba la explanada. El maestro de pociones le estaba hablando muy seriamente a un divertido Black, que solo asentía como esos muñecos cabezones.
—¿Cómo terminaste siendo lo más preciado de Krum? —indagó Pansy—. Cho Chang es la novia. La niña es la hermana. Draco es el mejor amigo. ¿Y vos sos?
Daphne y Theo compartieron una mirada, ambos haciendo muecas gemelas, antes de reírse en silencio. El heredero Nott llegó tan lejos como para hacer las comillas en el aire.
Blaise frunció el ceño.
—La amiga, también.
Greg y Vincent la miraron como quien mira a su tarea de pociones. Ergo, no entendían.
Pansy arqueó ambas cejas, pero su expresión era de aburrimiento.
—Veo.
El resto de los Slytherins rodó los ojos.
— ¡Harry, Draco! ¡¿Están bien?! —llamó Ron, aún desde las gradas, junto a sus hermanos.
— ¿Y yo estoy pintada o qué? —masculló.
El pelirrojo la miró, pero no dijo nada.
—... Literalmente lo estuviste ignorando toda la semana, Hermione. —susurró Draco.
Ella le frunció el ceño.
—Estamos bien, Ron. —respondió Harry, empujando a Draco hacia la enfermera—. ¿se divirtieron?
—Estuve con el corazón en la boca toda la prueba —sollozó falsamente Fred—, pero sí. Muchísimo.
Las charlas se mezclaron y siguieron por diferentes ramas, para cuando Snape y Sirius bajaron a buscarlos, estaban hablando de lo poco que entendían de herbología en esos días y de porque Fred era George y George era Fred.
Snape estaba sinceramente confundido, pero no enfatizó, prefiriendo llevarse a sus alumnos. Sirius siguiéndolos.
Y entonces...
— ¿De dónde sacaste las branquialgas? —preguntó Snape, mientras tomaban el té.
Draco ya estaba bien abrigado, acurrucado junto a él en el sillón, mientras Sirius los veía desde la mesa, dónde se había sentado a pesar del desagrado de Severus.
—Te los quité. —el rubio señaló hacia una de las estanterías, vagamente—. Previo al baile de Navidad, cuando "fui al baño", me extraña que no lo hayas notado.
—Me preguntó por qué será. —se burló en consecuencia, Harry.
Severus lo miró con ojos oscuros y negó severamente con la cabeza.
—Te castigaría, pero paso por hoy. Mucho estrés por el día. —tronó los dedos, hacia Harry, llamándole la atención—. ¿Por qué la salvaste? No creo que realmente puedas fallar un hechizo.
—Me molesta Krum. —masculló, sus dedos se enredaron en el cabello de Draco y el rubio se sonrojó—. Me molesta que me subestime, ¿Pueden creer que me dijo que si no podía rescatar a Draco lo haría él? Bueno, se la devolví.
—Hizo cero puntos, Harry.
—Me importa poco y nada la verdad.
Sirius se empezó a reír a carcajadas. Y Draco bufó.
— ¿James era así, Sirius?
Severus se estremeció, sus ojos bajaron al suelo.
— Peor. —aseveró—. Muchísimo peor, era el peor mezquino existente, lo que Harry acaba de hacer no es ni una pizca de lo que James podría haber hecho. Y gracias al cielo, yo sabía que los genes de Lily iban a eliminar lo malo de James.
Harry resopló una risa, escondiendo su rostro en el cabello del rubio, que también se estaba riendo. Movió sus pies para meterlos bajo los muslos de Harry.
Era tan hogareño. Se veía tan familiar y cómodo.
Severus arqueó una ceja y miró al león, quien le devolvió la mirada, con una sonrisa congelada, y los ojos entrecerrados.
En su cara se leía claramente un te lo dije. Enorme.
Severus suspiró, mirando al techo. Estaba empezando a lamentar la muerte de James Potter, como nunca pensó que haría.