In the Shadow of Dragons

A Song of Ice and Fire & Related Fandoms A Song of Ice and Fire - George R. R. Martin Harry Potter - J. K. Rowling
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In the Shadow of Dragons
Summary
Después de derrotar a Voldemort, Harry Potter se siente vacío y atormentado por su pasado. Entonces, la Muerte se le acerca y le ofrece la oportunidad de una nueva vida en un universo diferente. Harry acepta y renace como Haradrian Targaryen en un mundo con dinámicas de género únicas. Crece como príncipe heredero en un reino pacífico, pero su vida toma giros inesperados. Mientras navega por este nuevo mundo, experimenta tanto alegrías como desafíos, especialmente al cuidar de sus hermanos menores.
Note
Aquí vengo con otra historia. La verdad, no lo puedo evitar. Pero esta historia la voy a publicar solo cuando esté terminada. Subí este capítulo nomás porque era necesario.Las advertencias para esta historia estarán a partir del próximo capítulo.¡Nos vemos pronto! 😉edit:Algunos seguron vieron algo distinto lol.Pero esta historia junto con mis demas historias pasaran a publicarse en español.
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Chapter 4

Haradrian I Targaryen-260 DC,Desembarco del rey

Con 22 años, debo dar gracias a la capacidad que obtuve en mi vida anterior de resistir ciertas tentaciones y pruebas. Ahora, mientras vuelo de regreso a la fortaleza, no tengo idea de dónde está esa misma fuerza. La presentación de Aerys llegó de forma repentina hace una luna mientras nos encontrábamos en nuestro vuelo matutino. Cuando el olor a omega maduro me golpeó, fue solo por mi propia voluntad que logré mantenerme sobre Seraphon a tal altura en el aire.

Hadryx, el dragón de Aerys, de alguna manera sabía lo que pasaba con su jinete, pues rápidamente aterrizó para protegerlo de forma más eficiente desde el suelo. Viendo esto, rápidamente seguí al joven dragón. Debía llevar a Aerys de forma segura a la fortaleza. Aunque claro, para el dragón, en ese instante yo era una amenaza para su jinete como cualquier otra persona. Por lo que fue una misión bastante difícil para mí realizarla solo.

Sabiendo que no podría acercarme a Aerys mientras su dragón lo protegía, decidí que la mejor opción era regresar rápidamente a la fortaleza y conseguir la ayuda de mi madre o del tío Duncan. Así que, subiendo rápidamente a Seraphon, me dirigí a toda velocidad a la fortaleza roja. Llegué en lo que podrían haber sido segundos al patio de la fortaleza roja, que claramente estaba en uso por parte de la guardia que entrenaba, pero nada de eso me importaba mientras aterrizaba.

Una vez en el suelo y sin perder tiempo con saludos, me dirigí al interior de la fortaleza. Sabía que parte de mi familia estaría rompiendo su ayuno en el ala familiar. Después de todo, Rys y yo volábamos con el primer rayo del sol para llegar a tiempo a romper el ayuno con nuestra familia.

Cuando entré al comedor, pude notar la presencia de mi madre, el tío Duncan, así como la de mi abuelo y padre. Todos claramente estaban en medio de una conversación cuando mi presencia los desconcertó.

—¿Rian? —cuestionó mi madre, viendo mi agitación—. ¿Estás bien, hijo? —preguntó, para luego mirar detrás de mí—. ¿Y Aerys? —dijo ahora mirándome con pánico mientras se levantaba y era seguida por los otros presentes en el lugar.

—Todo bien, madre —le dije, tratando de tranquilizarla—. Rys está sano —le dije y noté cómo se relajaba un poco.

—Entonces, ¿qué te ha hecho entrar como si una estampida te persiguiera, muchacho? —cuestionó mi abuelo, el rey.

—Rys está sano —empecé a decir de nuevo, soltando un suspiro—. Pero se ha presentado durante nuestro vuelo matutino. —Tras mis palabras, noté cómo la preocupación volvía a invadir el lugar.

—¿Dónde está tu hermano? —cuestionó mi padre, mirándome fijamente.

—Es por eso que he venido, padre —le informé—. Intenté traerlo a la fortaleza, pero Hadryx no me ha dejado acercarme —le dije y noté cómo mi madre volvía a relajarse. Amo a la mujer, pero ciertamente no puedo evitar cierta molestia al notar cuáles son sus pensamientos. Honestamente, a pesar de la nueva presentación de Rys, no lo vería de otra forma hasta que él tuviera la edad adecuada.

—He venido por madre o el tío Duncan —continué, rompiendo el breve silencio—. Estoy seguro de que Hadryx permitirá a alguno acercarse —terminé de decir.

—Vete —le dice el tío Duncan a mi madre—. Yo me quedaré organizando la cámara para Rys.

—Está bien —dice mi madre de forma firme, dirigiéndose a mí—. Llévame con tu hermano, cariño —dice de forma suave, a lo cual asiento.

Después de ese momento, todo fue un torbellino de situaciones. Llevé a mi madre donde se encontraba Aerys, aún protegido por su dragón, gracias a los dioses, y observé cómo mi madre, de forma experta, lograba cruzar el dragón protector y hablar con Aerys de forma suave. Logró convencer tanto al jinete como al dragón de ir a un lugar más seguro, y el dragón aceptó llevar tanto a Rys como a mi madre a la fortaleza. Sin perder tiempo, los seguí a una distancia prudente para protegerlos.

Cuando llegamos a la fortaleza, todo el lugar estaba libre de personas. Al parecer, el tío Duncan se había encargado de que no hubiera nadie cerca. El mismo hombre estaba en el patio esperando a mi madre y hermano para luego entrar con ellos rápidamente y llevar a Rys a uno de los aposentos de aislamiento para presentaciones de la familia.

Sabiendo que lo mejor era no estar en el castillo por el momento, decidí tomar vuelo para ir a cazar durante el tiempo que durara la presentación de Aerys. Lo cual me devolvía al presente. Sabía que el celo de Aerys había terminado hace unas semanas. Pero mi terreno de caza me llevó bastante lejos y una luna había pasado. Solo esperaba que el pequeño cachorro no estuviera enojado por mi ausencia. Rhaella definitivamente sería más fácil de convencer para lograr el perdón. Pero Aerys ciertamente era un pequeño dragón furioso y solo los dioses saben cómo madre ha logrado mantenerlo en tierra después de su recuperación.

Con un suspiro de resignación, logré vislumbrar finalmente la fortaleza roja. Mientras pasaba por encima de la ciudad, podía notar cuán viva estaba y escuchar, de forma lejana, el asombro de las personas comunes por ver volar un dragón. Pronto llegué al patio de la fortaleza, donde, en la entrada, estaban claramente mi padre, mi madre y la pequeña Rhaella, quien, en cuanto me vio finalmente en el suelo, se lanzó a abrazarme.

—¡Hermano! —exclamó con emoción mientras sus pequeños brazos me aprisionaban—. Te extrañé —dijo, alzando su pequeña carita y mirándome con sus hermosos ojos lilas.

—Yo también te extrañé, mi pequeño lobito —le dije, acariciando su suave pelo plateado—. Madre, padre —saludé a los dos mayores mientras me acercaba a ellos, aún con Rhaella aferrada a mí.

—Es bueno tenerte de vuelta finalmente, hijo —dijo mi padre, a modo de saludo.

—Ciertamente te tomaste tu tiempo, cariño —dijo mi madre con una suave sonrisa.

—Era lo mejor —les respondí a ambos—. Hablando de eso, ¿y Rys? —les cuestioné mientras iniciábamos nuestra caminata al interior de la fortaleza. Escuché cómo Rhaella soltaba un bufido de molestia, a lo cual mi madre la reprendió.

—Lo siento, madre —respondió tranquilamente—. Pero Haradrian tiene derecho a saber lo tonto que ha sido Rys —dijo con su tono firme, a lo cual mi madre solo dejó escapar un suspiro de resignación.

—¿Ha sucedido algo en mi ausencia? —le cuestioné preocupado a mi madre.

—No es nada grave, cariño —dijo de forma suave—. Aerys solo está un poco molesto de no haberte visto una vez que terminó su calor —explicó brevemente—. Le explicamos el porqué y se calmó, pero al notar que pasaron semanas y no habías vuelto, el enojo volvió. Por eso no vino a recibirte —terminó de decir la mujer mayor.

—Ya veo —expresé de forma tranquila—. Me imaginaba que algo así podría suceder cuando me di cuenta de cuánto tiempo había pasado en el bosque —dije con un suspiro—. Supongo que después de que me aseo, debo ir a buscar perdón.

—¡Hermano! —exclama Rhaella, enojada—. Rys es un tonto, no tienes que rogarle —dice enojada—. Cuando yo me presente, puedo ser tu esposa y no me enojaré como el tonto de Rys cuando te vayas —dijo, mirándome de forma determinada, lo cual solo hizo que me riera ante lo cual frunció el ceño.

—Esa es una idea muy buena, mi querida hermanita, si no fuera porque sé que serás una pequeña alfa poderosa —le expliqué mientras revuelvo su pelo—. Pero Rys solo está triste, su tristeza lo hace actuar así y es por eso que debo pedirle perdón por hacerlo sentir triste —le digo, tranquilizándola—. Es mi deber como hermano mayor no dejar que ninguno de ustedes esté triste y menos por mi culpa, ¿lo entiendes?

—Supongo que tienes razón —dice en modo de acuerdo.

—Bien —le digo—. Entonces, ¿qué te parece si me quito este olor a dragón para luego buscar a nuestro hermano y rogar su perdón? —le pregunto—. Así podremos cenar todos juntos y felices esta noche mientras les cuento a ambos mis aventuras en la isla de las caras. —Ante mis últimas palabras, noto cómo asiente con emoción.

Tras esto, me despido de igual forma de mis padres para luego ir a mis aposentos, donde seguro ya las criadas tendrían un baño y ropa limpia esperándome.


Inmediatamente estuve limpio, dejé mis aposentos para ir en busca de mi pequeño dragón. Conociéndolo, estaría en algún rincón escondido leyendo. Le pregunté a los sirvientes y estos solo confirmaron mis pensamientos. Al parecer, el lugar escogido por Rys fue el Bosque de los Dioses.

Sin perder tiempo, me dirigí al lugar y, en cuanto llegué, lo primero que me asaltó fue el aroma más tentadoramente dulce que había olido alguna vez. Era como si el cacao y la vainilla se hubieran fundido con el aroma de pergamino creando una mezcla alucinante. Podía sentir mi parte alfa reaccionar con alegría y un gruñido de satisfacción quería escapar de mí. De alguna forma, logré controlarme y, sacudiendo mi cabeza, me acerqué a donde sabía que estaba el dueño de tal maravilloso olor.

Pude vislumbrar el hermoso cabello de Aerys primero; lo tenía atado en una suave trenza que solo resaltaba su hermosa y delicada cara, que en ese momento se encontraba fruncida en concentración por las palabras que estaba leyendo en el enorme libro en su regazo. Claramente estaba concentrado, pues no sintió mi presencia acercarse hasta que estuve lo suficientemente cerca para hablarle.

—Creo que este es el lugar más ventilado donde te has escondido a leer, mi dulce pétalo —le digo y noto cómo se sobresalta para luego mirarme brevemente y luego proceder a ignorarme. Al parecer, el enojo es grande.

—Mi pequeño dragón me ignora —le digo de forma burlona mientras me hago espacio para sentarme a su lado—. Eso es algo que ciertamente no puedo tolerar —continuo adoptando un tono semi-serio—. Creo que debería implementar un castigo especial para pequeños dragones enojados —noto cómo se pone alerta a mis palabras, pero no hace ningún comentario con sus ojos aún firmes sobre el papel que lee—. Sí, definitivamente lo aplicaré —termino de decir asintiendo para mí.

Sin darle tiempo a reaccionar, quito el libro de sus manos, lanzándolo cerca de donde estamos sentados, para luego proceder a llevarlo a mi regazo e iniciar a hacerle cosquillas de forma mortal. Las pequeñas risas que suelta no hacen más que calentar mi corazón de alegría por poder finalmente verlo y escucharlo de nuevo.

—Hermano, para, lo siento —dice de forma entrecortada entre risas—. Ya no te ignoraré, lo juro —dice, aún sin aliento. Solo duró unos minutos más torturando cosquillas antes de dejarlo finalmente sobre mi regazo para que recupere el aliento.

—Bien, esas eran las palabras mágicas —le respondo mientras lo recostaba contra mi pecho y besaba suavemente su cabeza plateada. Su hermosa trenza estaba casi deshecha por el movimiento previo, pero igual se veía maravillosa.

—Lo siento —digo tras unos minutos, rompiendo el tranquilo silencio que nos rodeaba—. No fue mi intención estar tanto tiempo fuera.

—Creí… creí que ya no me querías —me habló con voz insegura—. Madre y padre me explicaron por qué te fuiste, pero igual dolía —terminó con un tono bajo.

—Oh, mi pequeño pétalo —le digo mientras lo abrazo más firmemente contra mí—. Prometo no volver a hacer tal cosa nunca más —le digo, repartiendo besos por todo su cabello.

—Madre también me habló sobre el compromiso —me dice un rato después, rompiendo el tranquilo silencio que se había instalado a nuestro alrededor. Puedo notar la inseguridad en su tono, por lo que, con bastante delicadeza, le hablo.

—Mmm, es así —le afirmo—. Cuando tengas la edad adecuada, me gustaría que te convirtieras en mi esposo, ¿qué te parece? —le pregunto de forma suave—. Solo si es este tu deseo, mi pétalo, jamás te obligaría a nada, ¿lo sabes? —le digo, ahora girando su cara para que me mire a los ojos. Noto cómo traga saliva antes de asentir.

—Por supuesto que lo sé, Rian —me dice con un tono más tranquilo y suave—. Y me gustaría bastante ser tu esposo —me dice ahora con una profunda sonrisa—. Sé que tú, más que nadie, siempre me cuidarías y sería lo mismo para... para nuestros hijos —termina de decir de forma nerviosa mientras se sonroja y mira hacia otro lado.

—Por supuesto que sí, mi pétalo —le respondo—. Seré un buen alfa y te protegeré a ti y a nuestros cachorros —le susurro en el oído y puedo sentir cómo ese aroma suyo incrementa poniéndome delirante. Sin pensar mucho en las consecuencias, entierro mi rostro en su cuello para oler más profundamente la suave vainilla—. Tú serás un buen omega para mí, ¿no? —le cuestiono, dejando salir un poco de mi aroma para marcarlo suavemente.

—Sí, alfa —dice con un pequeño ronroneo mientras se retuerce entre mis brazos. Duramos unos minutos así, solo oliéndonos y acurrucados, cuando sentí cómo algo mojaba mi túnica y el olor a vainilla envolvía todo. Mierda.

—Creo que sería bueno si paramos ahora, pétalo —le digo, rompiendo el silencio.

—Mmm, ¿qué? —dice en tono apagado.

Bueno, doble mierda, pienso con las manos llenas de un omega drogado en feromonas. Madre definitivamente tendría algunas palabras para mí cuando se enterara de esto.

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