Chapter 1
Narrador Desconocido-Tiempo desconocido
El viento susurraba entre los árboles del antiguo bosque, mientras las hojas crujían bajo los pies de un hombre solitario. Harry Potter, cuyo rostro aún conservaba la juventud, caminaba con pasos lentos y pensativos. La guerra contra Voldemort había terminado hacía años, pero las cicatrices, tanto físicas como emocionales, seguían presentes en su vida.
Sus ojos verdes, antes llenos de determinación, ahora reflejaban una profunda melancolía. Había cumplido su destino como el "Elegido" y derrotado al Señor Oscuro, pero a un costo inmenso. La pérdida de amigos y seres queridos lo perseguía, y a pesar de su fama, se sentía vacío.
Por eso, Harry había asumido su nuevo papel con menos dudas o quejas, un papel que nadie más podría haber desempeñado. Se había convertido en el Maestro de la Muerte, un ser que existía en el limbo entre la vida y la muerte. La Muerte misma era su constante compañera, una presencia etérea que lo visitaba en los momentos de soledad. La Muerte conocía sus pensamientos, sus deseos y sus miedos. Sabía que Harry anhelaba algo más, que sentía que sus habilidades se estaban desperdiciando en un mundo al borde del abismo.
Así que, una noche, mientras contemplaba las estrellas desde el limbo entre la vida y la muerte, una figura etérea familiar apareció ante él. No dudó en aceptar la oferta.
"Maestro," susurró la Muerte en un tono bajo al acercarse, "sé que sientes que tus habilidades se están desperdiciando en un mundo que parece al borde del abismo. Por eso, te ofrezco una oportunidad, un nuevo comienzo en un universo diferente."
Intrigado por la propuesta, le pidió a la Muerte más detalles. Su fiel compañera le explicó que viajaría a otro mundo donde la magia existía, pero estaba diluida, y que retendría todos sus poderes y los que venían con ser su amo. Del mismo modo, la Muerte le explicó que era un mundo gobernado por reglas medievales, y la tecnología moderna no había llegado. Al no ver nada negativo en lo que se decía, aceptó la propuesta. Después de todo, no había nada que lo retuviera en este universo. Los humanos de este mundo no tenían salvación porque solo creían en la guerra, ya fuera mágica o no.
Así que ahora, en el presente, al ver a la Muerte frente a él con la mano extendida, no sintió arrepentimiento. Su percepción de la realidad se distorsionó cuando la Muerte, con su mano extendida, lo envolvió en una niebla oscura que lo transportó a través del tiempo y el espacio. Cuando la niebla se despejó, Harry se encontró en un lugar completamente desconocido.
Harry Potter
Meses habían pasado desde que renació en este nuevo mundo. Su nuevo nombre era Haradrian Targaryen, y podía decir que era querido por sus padres. Según la información que la Muerte le había proporcionado al llegar, su padre era Jaehaerys II Targaryen, el heredero al trono de los Siete Reinos de uno de los dos continentes de este mundo, y su madre era Shaera Targaryen, quien era la hermana de su padre. Aparentemente, el incesto no era un tabú en este nuevo mundo.
Pero, por supuesto, esta no era la única información que la Muerte había compartido sobre el nuevo universo en el que se encontraba. En este universo, existía algo llamado "dinámicas".
Las dinámicas eran simplemente un cambio en la biología de las personas de este mundo. No había solo dos géneros, como en su viejo mundo. En esta dimensión, seguían tres géneros principales, descartando en su mayoría los conceptos de masculino o femenino.
Los géneros predominantes y los que usaban como guía eran alfa, beta y omega. Entre estos, los alfas y omegas podían ser dominantes o sumisos. De estos tres, los alfas tenían la mayor importancia en la jerarquía social como protectores y proveedores. Los omegas, por otro lado, asumían los roles de madres y cuidadores del hogar. Por último, los betas eran las personas comunes de la sociedad.
Según lo que la Muerte le había informado, se presentaría como un alfa dominante a los 13 años, lo cual era bastante bueno considerando que era el heredero al trono y todo eso.
En resumen, su nueva vida era bastante pacífica, y realmente le gustaba eso. Como príncipe heredero nacido en tiempos de paz, no tenía preocupaciones de ningún tipo. La Muerte le había informado que antes de su nacimiento, había habido muchas guerras dentro de su familia por la sucesión al trono, pero todo eso había terminado, y ahora la paz prevalecía en la tierra.
Cuando cumplió 7 años en este mundo, se dio cuenta de que esos pensamientos que tenía a los 7 años no eran más que la calma antes de la tormenta. Su querido tío Daeron y su caballero, Ser Jeremy, habían muerto a manos de tres forajidos que habían atacado a una de las princesas que, sabía, aún existía, pero no tenía derecho al trono. Sabía que la mujer era técnicamente parte de su familia, pero, honestamente, no tenía interés en ella; solo sentía la tristeza de perder a un miembro de la familia en esta vida.
Pero al menos no todo era negativo, porque en ese momento estaba sosteniendo a su hermanito, que tenía solo 1 año. Aerys era un niño precioso, con sus enormes ojos púrpuras y su cabello plateado. Sabía que él también tenía esos rasgos en este nuevo cuerpo, pero no podía evitar admirar a su hermano menor.
El sentimiento de protección que le causaba la pequeña criatura era innegable. Sabía que era algo parcial con él porque también tenía una hermana menor de solo unos meses que descansaba frente a él. Pero Aerys era su pequeño milagro.
Su madre casi lo había perdido durante el parto. Esos momentos de incertidumbre, cuando no sabía si su hermano pequeño sobreviviría, eran experiencias que nunca quería volver a vivir. Rhaella era una niña fuerte, así que no se preocupaba tanto por ella. Los dioses sabían que la amaba, pero no necesitaba su protección como Aerys.
Si lo que la Muerte había dicho sobre el futuro que esperaba a su hermano antes de su llegada era cierto, no podía permitirse ser descuidado con él. Sabía que la Muerte le había dicho que ese futuro no ocurriría, pero nunca estaría completamente tranquilo respecto a la seguridad de su hermano.
A veces, lo atormentaban visiones del posible futuro en el que Aerys se convertía en una cáscara sin emociones y completamente loca, así que siempre trataba de pasar tiempo con el niño para asegurarse tanto a sí mismo como a Aerys de que tal cosa nunca sucedería.
Con un beso suave en la frente del niño y después de asegurarse de que Rhaella estaba profundamente dormida en su cuna, se dirigió al nido de almohadas que su madre había creado en la guardería para echarse una siesta con su hermanito. Después de todo, el sol pronto se levantaría, y tendría que ir a entrenar con Ser Duncan.