BEYOND TIME (ES)

Harry Potter - J. K. Rowling Chronicles of Narnia - All Media Types Chronicles of Narnia - C. S. Lewis Chronicles of Narnia (Movies)
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BEYOND TIME (ES)
Summary
En una búsqueda por encontrar una nueva y temible arma, El Señor Oscuro se adentra en territorios inexplorados, en busca de algo que le faltaba en su anterior reinado de terror.La Orden del Fénix sospecha que su enemigo ha tropezado con la existencia de nuevos mundos, un secreto celosamente guardado y cuidadosamente transmitido a lo largo de generaciones de varios de sus miembros.Poco saben que la respuesta a su dilema podría encontrarse donde menos lo esperan: en los hermanos Pevensie, quienes albergan un secreto propio que será clave para la salvación del mundo tal y como lo conocen.
Note
Antes de comenzar, quiero aclarar varios puntos sobre el contenido de esta historia:- Esta historia de fanfiction se esfuerza por mantener un alto nivel de fidelidad al canon establecido del universo de Harry Potter. Los elementos centrales, las reglas y la mitología del mundo mágico de J.K. Rowling son mantenidos y respetado. Sin embargo, se introducen modificaciones significativas debido a la inclusión de Narnia y sus personajes en la trama. Esta fusión de dos universos ficticios distintos crea una dinámica en la que la narrativa familiar de Harry Potter se ve alterada por la introducción de elementos de Narnia.- Como resultado de esta fusión, surgen nuevas relaciones y personajes. Las interacciones entre los personajes de ambos mundos conducen a desarrollos únicos e inesperados, enriqueciendo la complejidad de la historia.- El siniestro plan de Voldemort experimenta cambios sustanciales debido a la presencia inesperada e influencia de Narnia en el mundo mágico. Esta alteración en su estrategia introduce un nivel de imprevisibilidad que desafía la narrativa convencional de Harry Potter.- El fanfiction mantiene una línea de tiempo paralela a la serie original de Harry Potter, con la distinción clave de que la familia Pevensie se integra perfectamente en el mundo de la magia. Poseen su propia ascendencia mágica, historia y conexiones familiares dentro de este universo, enriqueciendo la profundidad de la historia.- Los eventos de los tres viajes de los hermanos Pevensie a Narnia ya han tenido lugar en la historia, manteniendo su esencia. Los Pevensie triunfaron exitosamente sobre la Bruja Blanca y ayudaron a Caspian, como en el canon de Narnia. Sin embargo, en esta narrativa, nacen en una época y entorno diferentes dentro de nuestro mundo.- Además, este fanfiction tiene como objetivo dar importancia a personajes secundarios de la serie de Harry Potter, brindándoles la oportunidad de dar un paso al frente y desempeñar roles significativos en la narrativa que se desarrolla. Si bien los personajes principales siguen siendo fundamentales, estos personajes secundarios aportarán nuevas perspectivas y profundidad a la historia. Conoceremos a personajes de otras cosas que pasaron desapercibidos en la saga original, como por ejemplo: Hannah Abott, Eloise Midgen, los hermanos Creevey, Pansy Parkinson... entre otros.- Sin hacer spoiler sobre de qué manera ocurrirá esto, los lectores encontrarán personajes de diversas eras en la historia del mundo mágico. Esto incluye a los Merodeadores y sus ancestros, ampliando el alcance de la historia y brindando perspectivas sobre la rica trama de la historia mágica.Eso es todo, creo ¡Espero que disfrutéis de esta historia! ¡Hogwarts y Narnia os esperan!
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Chapter 20

- Obliviar a una persona sin experiencia puede tener serias consecuencias, Señorita Pevensie – continuó el director, pausadamente – fue una imprudencia.

- Lo sé, profesor – dijo ella – me sentí atacada.

- De todas formas, está hecho – dijo Polly – pero Susan solo borró sus interacciones con ella y el descubrimiento del mural.

- Además, parece igual que siempre – interrumpió Edmund – aunque no sé si le quedaban neuronas que estropear.

- ¿Qué es lo que sabe el muchacho? – prosiguió Polly como si nada - ¿Qué es lo que saben los Malfoy? ¿Lo que sabe Voldemort?

- No lo sabemos – dijo Albus – pero, creo, que la señorita Pevensie es la indicada para indagarlo. Llevamos tiempo sabiendo que a Tom le interesa el tema del viaje entre mundos. Lo que no sabíamos es que pudiera estar tan cerca de la clave.

- Pero nosotros no tenemos la respuesta que busca – dijo Lucy – Narnia simplemente... nos llamó.

- Pero no fue del todo así con nosotros – musitó Polly – no recuerdo la exactitud, pero como os expliqué, la familia de Digory llevaba años indagando el tema. Como otras familias mágicas. Lo que el Tenebroso no sabía hasta ahora es que existimos, que algunos de nosotros si hemos viajado. No somos una leyenda antigua, somos ejemplos de que esos viajes realmente existen, no solo en los libros.

- Debe dejarnos ir a la mansión Kirke, profesor – dijo Peter – sé que no estaba muy por la labor, pero tiene que dejarnos la oportunidad de explorar. Sabemos donde buscar. Y Voldemort podría hacerlo en cualquier momento.

- Me temo que es cierto – dijo el profesor – voy a necesitar de su colaboración. Edmund y Susan, debéis mantener a Draco bajo control, y si puede, señorita, intentar sonsacarle información. El resto irán todos a la Mansión. Creo que hemos esclarecido mejor esta partida de ajedrez. Ambos bandos tenemos las herramientas para lograr una respuesta.

- Bien – dijeron los hermanos al unísono.

- Los acompañaran miembros de la Orden...

- Yo y Robert entre ellos – interrumpió Helen.

- Me parece justo, Señora Pevensie – dijo el director – en cuanto al armario evanescente, debemos averiguar a donde llega. Convocaremos una reunión de la junta de la Orden en la Madriguera.

- ¿Y sobre el otro tema, Albus? – dijo Polly.

- Creo que por hoy podemos dejar a los muchachos descansar, y podremos hablarlo nosotros.

Los Pevensie asintieron, sin muchas ganas. La curiosidad les picaba enormemente. La curiosidad por saber sobre ese gran secreto. Pero Helen y Polly habían decidido en su reunión previa mantenerlos al margen de ese otro tema, y ellos habían tenido que confiar en que era la mejor decisión. Pero al menos, Dumbledore tendría que compartirlo ahora con varios miembros de la Orden.

 


 

Peter avanzó por los oscuros pasillos del colegio, desconcertado. Se sentía como desnudo, desprovisto de algo importante. No había sido agradable para él soltar uno de sus mayores secretos, dos veces, en una misma noche. Sus secretos eran parte de su ser, de lo que hacía de él Peter Pevensie. Pero quizás, para proteger estos secretos, a veces hay que sacarlos brevemente a la luz.

Una risita resonó en el pasillo, y el muchacho se giró, levemente sobresaltado, para observar de reojo a Lavender Brown, que intentaba animar a un entristecido Ronald Weasley. Ella le hablaba de lo bien que había jugado, intercalando en el proceso, pequeños besos que conseguían levantar levemente el espíritu del pelirrojo.

Peter se giró rápidamente y se dirigió a las escaleras para evitarlos. Sentía como si hubiera visto algo que no debía ver. La escena le había causado un malestar extra que no necesitaba aquella noche.

Comenzó a bajar los escalones a toda prisa, pero paró de golpe al ver una figura sentada sola en las escaleras. Hermione Granger rozaba su varita sobre el suelo, dibujando en la leve capa de polvo de aquel poco transitado pasillo. También parecía triste. No lloraba, simplemente observaba el vacío, con los ojos vidriosos.

- Ey – dijo el muchacho con suavidad, para no sobresaltarla - ¿Todo bien?

Hermione se giró con la cabeza aún apoyada en su brazo izquierdo, y sonrió al muchacho.

- No todo mal – dijo ella – supongo...

Incluso triste, estaba realmente guapa. Dudando un segundo, Peter se sentó a su lado en el escalón, con algo de torpeza. Ambos se quedaron en silencio unos segundos, sintiéndose cómodos en la presencia del otro. El castillo estaba en un silencio que solo el silbido del viento interrumpía, mientras los copos de nieve caían en un armonioso baile.

- Peter – dijo Hermione

- ¿Sí?

- ¿Todo bien tú? – dijo ella, con una risa triste.

- No... - respondió, sin poder evitar sonreír un poco – no, hoy no es mi día tampoco.

- ¿Has visto a Ron? – preguntó ella, sin poder contenerse.

- Eh ¿a Ron? Si, está...- comenzó, nervioso.

- Arriba con Lavender, lo sé – dijo en un tono aún más triste.

- Sí – dijo él, cortado – lo siento.

- Yo también lo siento – dijo ella – estaba aquí, sentada, enfadadísima, y casi a punto de llorar. Pero tú me has hecho sentir más calmada.

- No he hecho nada... - empezó a decir él.

- Siempre haces más de lo que crees, Peter – dijo, sonriendo al chico.

- Tú también me haces sentir mejor... siempre – dijo él – eres... genial.

"Eres genial". Peter sintió vergüenza de su propia frase. Después de leer prácticamente todos los libros de poesía del colegio para el trabajo de estudios muggles y escribir decretos reales durante décadas, lo primero que se le ocurría para describir a una chica como Hermione era "genial". Podría haber usado tantos y tantos adjetivos para alagarla, pero no: Genial. Miró a la chica, nervioso, pero ella sonreía.

- Gracias – dijo ella, con sinceridad.

- Solo he dicho la verdad – dijo él.

- Pues gracias por eso también – dijo Hermione – me alegra haber ayudado con tu misterioso problema.

- Te lo contaría, pero me creerías loco – dijo él – pero podría resumirse en que he tenido que contar un secreto, y no quería hacerlo.

- Suena horrible – dijo ella – aunque me intriga saber que grandes y misteriosos secretos puede tener Peter Pevensie.

- Oh, te sorprendería – dijo él moviendo las cejas, cómicamente – soy una caja de sorpresas.

La chica rio y Peter sintió como otra parte de su pesadumbre se escapaba de su pecho. Hermione se quedó sonriéndole, claramente sintiéndose mejor. Peter se fijó entonces en que cuando la chica sonreía, no lo hacía solo con la boca, sino con toda su cara, pero muy especialmente, sonreía con los ojos.

- Seguro que Ron Weasley es encantador – dijo Peter mirando a la chica – pero en lo que a ti respecta es un estúpido, Hermione Granger.

Hermione pareció sonrojarse en la oscuridad, pero no dejó de sonreír. Retiró la mirada unos segundos después y volvió a mirar al suelo.

- Creo que me da miedo solo tener que cruzar por el pasillo de arriba para volver a la sala común.

- Bueno, entonces hay dos opciones – dijo Peter – podemos quedarnos aquí el tiempo que quieras, charlando o en silencio, o podemos cruzar el pasillo juntos. Prometo distraerte en cualquiera de las dos opciones.

- ¿Qué te parece si esperamos unos minutos? – dijo ella – y luego tomamos la opción que se esperaría de una Gryffindor.

- El tiempo que quieras – dijo él, moviendo inconscientemente el brazo hacia la muchacha en un gesto galán.

Hermione entrelazó su brazo con el de Peter antes de que el muchacho pudiera darse cuenta. Notó el rubor en sus mejillas, y su corazón acelerándose en su pecho. Segundos después notó la cabeza de Hermione caer sobre su hombro suavemente, y ante su sorpresa, su pulso se relajó, y la zona sonrojada de su cara pareció repartirse por todo el cuerpo, haciéndole sentir un confortable calor en el frio pasillo.

Y por una vez, Peter Pevensie dejó bajar su guardia durante un rato, y disfrutó de aquel pequeño momento.

 


 

Susan estaba obsesionada. Solo quería respuestas. Quería erradicar el problema para su seguridad que suponía Draco Malfoy. Así que, a la mañana siguiente, se tomó muy enserio lo prometido a Dumbledore, y aprovechó cada oportunidad que tuvo para vigilarlo en el mapa del merodeador. No parecía estar haciendo nada extraño. Estuvo casi todo el día en la sala común, rodeado de sus amigos habituales.

Pero había alguien que igualaba a Susan en ansias de respuestas. Harry Potter apareció a buscarla tras la comida.

- Por fin te encuentro – dijo el muchacho - has descubierto algo, ¿verdad?

- ¿Qué me ha delatado?

- Tienes la misma expresión que pone Hermione en clase cuando sabe la respuesta a algo – dijo el chico.

- Grandes mentes actúan igual, supongo – dijo ella – sí, he descubierto algo, sígueme...

Sin preámbulos, Susan Pevensie comenzó a guiar a El Elegido a través del gran comedor, dispuesta a salir por la puerta cuando alguien la paró con delicadeza. Henry Davies la agarró delicadamente del brazo, sentado en la mesa de Gryffindor.

- ¿Todo bien, Susan? – dijo el muchacho, mirándola a ella y Harry – pareces preocupada.

- Sí, sí, todo bien... - dijo ella – solo voy con un poco de prisa, pero está todo bien.

- Te eché de menos ayer en el partido – dijo él – me hubieran venido bien tus ánimos, pero no pude encontrarte por ninguna parte.

- Lo siento... de verás – dijo ella – prometo compensarlo, de verdad, pero ahora tengo que irme, llevamos algo de prisa.

- Está bien – dijo él, sonriendo, pero sin poder evitar mostrar cierta decepción – esperaré pacientemente...

- Pronto, lo prometo – dijo Susan, mientras seguía avanzando.

Harry y ella salieron del comedor hacia la Sala de los Menesteres. El muchacho entendió en seguida hacia donde iban y comenzó a atar cabos rápidamente.

- Por eso no aparecía a veces en el mapa – murmuró, cuando las puertas de la sala aparecieron ante él.

- Exactamente – dijo ella – era aquí donde iba.

- ¿Y qué buscaba? – preguntó él mientras avanzaban entre la pila de objetos.

- Creo que era por aquí – dijo la muchacha.

La sala estaba llena de objetos por todas partes, y era fácil perderse. Pero por suerte, Susan había pasado otra vida surcando senderos por bosques y colinas como para encontrar el camino entre pilas de recuerdos.

- Es esto – dijo, tocando el armario – es un...

- ¡Es el que vimos en Borgin y Burkes! – exclamó en muchacho.

- ¿Cómo dices...?

- Seguimos a Malfoy, en el callejón, a final de verano – dijo Harry, tocando el mueble como si no pudiera creerlo.

La muchacha añadió esa información a lo que Polly había explicado el día anterior. Pero una voz tras ella habló antes.

- Un misterio menos, resuelto – dijo el director – veo que no pierde el tiempo, Señorita Pevensie.

- ¿Profesor? – preguntó Harry.

- Enviaré a varios miembros de la Orden esta misma noche – decretó el anciano – no podemos tener esto aquí, sabiendo que en cualquier momento un mortifago puede cruzar hasta esta sala ¿No cree, Señorita Pevensie?

- Totalmente de acuerdo, director – dijo ella, con una sonrisa.

"Jaque Mate, Malfoy" pensó para sus adentros, recordando la analogía que había hecho con Dumbledore la noche anterior. Estaba ganando la partida, pero aquello no era suficiente. Debía destruir cualquier oportunidad de que Malfoy dañara su futuro. Cortar cualquier conexión con Voldemort en el castillo. Quizás, pudieran evitar la guerra. Si jugaban bien sus cartas.

- Sea benévola, Señorita Pevensie – dijo el director, guiñando el ojo – pero nunca ingenua. No le quite el ojo al Señor Malfoy ¿de acuerdo? Creo que el Señor Potter compartirá esa misión, gustoso.

- Por supuesto, señor – dijo Harry - ¿Entonces, este armario...?

- No es el que viste, muchacho – dijo Albus – es su gemelo... uno conecta con el otro, como un pasadizo.

- Parece que Draco es más inteligente de lo que parece – dijo el chico.

- Y aún mas escurridizo de lo que creemos – dijo Susan.

- No debe darse cuenta de que lo hemos descubierto – dijo Albus – si sospecha que ha sido descubierto, intentará otra cosa. Y si esto era un encargo de Voldemort, podríamos estar poniendo al muchacho en peligro.

- Se ha puesto el voluntariamente – dijo Harry.

- No lo creo, Harry – dijo el director – no todos en este colegio tienen a día de hoy plena voluntad.

- ¿Esta siendo forzado? – preguntó Susan.

- Quizás el mismo no lo crea así... - dice Albus – pero en el fondo sabe lo que pasaría con sus padres si falla a Voldemort. Tenías razón, Harry, Draco Malfoy es ahora un mortifago, pero no por decisión propia. El Señor Tenebroso le ha dado una misión.

- ¿Qué misión?

Susan recordó entonces el incidente de Katie Bell. El collar, que iba directo como regalo al director. Había escuchado a una amiga de la chica de séptimo hablando sobre ello con Cho Chang, en el pasillo de las chicas de la torre de Ravenclaw.

- Es usted, ¿verdad? – dijo la chica – usted es su misión.

Dumbledore miró a la chica, sin poder evitar sonreír de admiración.

- Me temo que sí, Señorita Pevensie. No sé si Voldemort le habrá encargado algo más – dijo él – pero la misión de Draco Malfoy, a día de hoy, es acabar conmigo. Si Draco falla, me temo que el Señor Tenebroso acabará con él.

Un frio recorrió el cuerpo de Susan Pevensie, al darse cuenta de la gravedad del tema. Todo este tiempo, había visto a Draco como un peligro, y había estado en lo cierto. Pero se había enfrascado tanto en su rivalidad, que había olvidado lo que ocurría detrás, inconscientemente. Voldemort no pararía hasta acabar con todos sus enemigos, derramando toda la sangre necesaria en el proceso, daba igual a quien fueran leales y si tenían ascendencia mágica o no.

Y ella y sus hermanos, ella y su familia, lo supiera Voldemort aún o no, estaban en medio de su plan. Tenían algo que el quería. Quizás algún día, el precio de la vida de uno de esos jóvenes Mortifagos, fuera su propia sangre.

- Nada va a parar esta guerra – musitó la chica.

- Me temo que no, muchacha – dijo el director.

- Entonces toca luchar – dijo ella.

- Si, Señorita Pevensie, va a tocar luchar – dijo él – su misión ahora es asegurarse de que el Señor Malfoy no hace daño a nadie más, si es que es posible...

- Entiendo – dijo ella.

- ... y si es posible, buscar la manera de que acepte nuestra ayuda, para poder salvarlo...

Susan miró al director, sin saber que pensar ¿Estaba involucrándose demasiado? ¿se estaba poniendo en riesgo? ¿o el riesgo ya estaba allí? Quizás solo quedara formar parte de esta guerra para acabar con ella.

- ¿Cree que podrá hacerlo? – preguntó el profesor, intrigado.

- Sí – dijo ella, con una pequeña sonrisa – y tengo un plan. Pero necesitaré de su ayuda, profesor.

Dumbledore sonrió.

 


 

- ¡Ven aquí muchacho!

El grito de Filch se escuchó desde el final del pasillo, antes de ser visible a los pocos alumnos que caminaban por él en aquella tarde de domingo. Lucy se giró, sorprendida por el ruido, y vio la figura de Dennis Creevey corriendo en su dirección. Parecía asustado mientras cargaba un enorme maletín de su brazo.

- Mierda, mierda, mierda... - musitaba el chico mientras corría.

Lucy miró a los ojos al muchacho, y sin pensarlo demasiado, le hizo una señal, para que la siguiera a un recoveco del pasillo. Fue instintivo. El chico agarró su mano y ella tiró de él por el recorrido perpendicular. Pero Filch debió verlo girar, porque pasados unos metros, escucharon sus aullidos de nuevo.

Fue en ese extraño momento donde Lucy se sintió de nuevo observada. No por Dennis, no por Filch. No, fue de nuevo esa extraña sensación de que algo la miraba.

Giraron por el pasillo para comprobar, con miedo, que era un callejón sin salida.

- Oh, no – dijo Dennis.

Lucy se giró otra vez, sintiendo que alguien seguía cada movimiento que hacía. Y por una vez, probó algo distinto. Ambos estaban apoyados en la pared, cuando Lucy, mirando a su alrededor, pronunció una palabra, casi inaudible.

- Ayúdame

Sucedió en un instante. Notó su cuerpo caer, mientras las piedras de la pared giraban sobre si mismas. Cayó de bruces, contra el cuerpo de Dennis, y su maleta cayó sobre ella, haciendo extraños sonidos al golpearla. Con la visión aún borrosa por la adrenalina, observó como la pared volvía a cerrarse tras ellos.

Dennis la miró, sorprendido.

- ¿Cómo has hecho eso?

- No he hecho nada – dijo ella, mientras se apartaba un poco de él – el castillo se mueve a veces ¿no?

- Si, pero nunca ha sido tan preciso, salvo...- miró a su alrededor – esto no es la sala de los menesteres.

- No, no lo es – dijo la muchacha – parece un ala del castillo, más antigua.

- A mí me suena, creo que alguna vez en primero tomé este camino para ir a pociones – dijo el Gryffindor – pero en segundo ya no fui capaz de encontrarlo.

- Como hemos dicho, el castillo no está quieto – dijo ella.

- Pero eso ha sido raro – dijo él.

- Bueno, sea lo que sea, nos ha salvado de... - comenzó a decir ella - ¿Por qué huías de Filch?

- Me requiso un paquete al llegar al castillo, no lo llegué a ver, estaba entre mis cosas – dijo él.

- ¿Algo peligroso? – preguntó ella.

- ¿De verdad lo crees de mí?

- No encajas en el perfil, no – dijo ella riendo - ¿Qué era entonces?

- Mi guitarra eléctrica – dijo él.

- ¿En serio? – dijo ella, riendo – la que dijiste que era de tu padre ¿No?

- Eso es – dijo él – buena memoria, Pevensie.

- ¿Y no vendrá a por ti? – dijo ella – Filch.

- No me ha visto la cara – dijo él – y tiene esto en un desván lleno de cosas sin clasificar. Dudo que sepa a quien pertenecía.

- Arriesgado – dijo ella.

- No lo niego – dijo él – pero necesito un poco de música.

Ambos se levantaron del suelo y Dennis abrió el paquete, que sin duda tenía forma de guitarra, para sacarla. Era roja oscura y a Lucy le pareció uno de los artefactos más bonitos que había visto nunca. No tardó en pedir al chico que le tocara una canción, y el sonido, amplificado por la magia del muchacho, fue aún más interesante de lo que hubiera podido esperar.

Solo una vez en medio de la canción se paró a pensar en la extraña escena, y como la pared había parecido obedecer a sus palabras. Solo en un instante, se planteó que tal vez la sensación de ser observada que le asaltaba a veces no era solo una sensación.

Pero descartó la idea, entre los acordes de Dennis, y simplemente, se perdió en la música.

 


 

- Pevensie – dijo Pansy a modo de saludo, sacando a Peter de su ensoñación.

- Pensaba que volverías a dejarme plantado otra vez – dijo él.

- No voy a jugarme una nota, si es lo que piensas – dijo ella – tenías razón, tengo un motivo para sacarme esta asignatura, y pesa más que el desprecio que te tengo.

- Me alegra saber que hay impulsos más fuertes en tu vida que el desprecio, Pansy Parkinson – dijo él.

La muchacha tomó asiento al otro lado de la mesa, y sacó los libros de su bolso. Peter se sorprendió al ver que tenía marcadores en las páginas. La Slytherin realmente había estado haciendo sus deberes.

- ¿Qué piensas de los libros? – dijo él – has encontrado algo interesante.

- Quizás no todos los muggles sean tan estúpidos – dijo Pansy – ellos también encuentran un problema en el poder, y quien debe ostentarlo.

- ¿De que manera?

- Se dan cuenta de que todo poder caer – dijo ella – o puede caer... lo que es una idea... "inquietante".

- ¿En qué poema te basas?

La muchacha abrió el libro por la mitad y busco uno de sus marcadores hasta encontrarlo, señalando a Peter la página. El muchacho recitó:

 

Algo ha sido escrito en el pedestal:

«Soy Ozymandias, el gran rey. ¡Mirad

Mi obra, poderosos! ¡Desesperad!:

La ruina es de un naufragio colosal.

A su lado, infinita y legendaria

Sólo queda la arena solitaria».

- Percy Bysshe Shelley

 

- Suena triste ¿No? – dijo él.

- Háblame de un imperio que no haya caído, Peter Pevensie – dijo ella – da igual que tallen tu nombre en piedra, tus hazañas en los libros. Al final, todo cambia.

- Sí, pero... es una visión triste – dijo él - ¿no hay algo más por lo que luchar que por el poder? Otros ideales.

- Son la arena solitaria – dijo ella, mirando de nuevo al poema – al final todo muere.

- ¿Y? – preguntó él.

- ¿Cómo qué "y"? – dijo ella, mirándolo como si fuera tonto.

- Que, si tu postura es cierta, todo da igual – dijo él.

- Esto son muggles, no pueden acceder al poder de la misma manera – dijo ella – es el problema. Con su mirada del mundo, los magos no sacamos nuestro máximo potencial. Quizás podamos conquistar la muerte.

- No sé si es algo que pueda ser conquistado – dijo él.

Peter abrió su libreta, ante la atenta mirada de Pansy Parkinson, que seguía determinada a mirar al muchacho como si solo le funcionara una neurona, y ella fuese el ser más inteligente del planeta en comparación con él por tener que explicarle cosas tan obvias.

 

Muerte, no seas orgullosa, aunque algunos te hayan llamado

poderosa y terrible, no lo eres;

porque aquellos a quienes crees poder derribar

no mueren, pobre Muerte; y tampoco puedes matarme a mí.

John Donne

 

 

- No entiendo que quieres decir con eso – dijo ella - ¿los muggles han conseguido vencer a la muerte?

Peter sonrió.

- Sí, pero no en la manera que crees – dijo él.

- Si mueres no vences a la muerte – dijo ella – de nuevo, todo decae.

- Sí, pero no es lo mismo morir luchando que morir rendido – dijo él.

- Es un concepto demasiado Gryffindor para mí, me temo – dijo ella.

- Yo creo que no es lo mismo ser derribado luchando por quienes amas, o por lo que crees – dijo él.

- Todo esto es muy abstracto – dijo ella – nada merece la pena lo suficiente para ponerse en riesgo...

Peter miró a Pansy, y por una vez, vio la tristeza en su mirada, detrás de su amargura. Él había visto tanto. Nobles ideales en su familia, ejércitos luchando por su libertad, Aslan volviendo cada vez que todo parecía perdido... ¿Pero que había visto Pansy?

No encontró respuesta.

- ¿Sabes qué? – dijo él – creo que podemos trabajar con tu poema.

- ¿Vas en serio? – dijo ella, resoplando – que "caballeroso"

- El problema del poder es ciertamente actual, y podemos escribir una serie de argumentos y contraargumentos. Bastará para esta primera entrega.

- De acuerdo – dijo ella.

Trabajaron durante un par de horas más. Hablaron lo justo y necesario el uno con el otro, sin apenas mirarse mientras Peter redactaba las ideas en un pergamino. No fue hasta que decidieron dar el trabajo por terminado cuando, de la nada, mientras recogían sus cosas, Pansy Parkinson preguntó:

- ¿De verdad tienes algo por lo que merece tanto la pena luchar? – dijo ella - ¿y no es el poder?

- Sí, así es

Peter lo dijo, sorprendido por la pregunta. Sonrió de verdad por primera vez en todo ese encuentro, al recordar la melena de un león al viento en su memoria.

- Creo que es la única cosa por la que podría llegar a envidiarte, Pevensie.

Casi sonó como un halago, pero no estuvo seguro. El tono seguía sonando algo despectivo y la muchacha no le miró a los ojos al decirlo. La Slytherin desapareció entre las estanterías de la biblioteca como si nunca hubiera estado allí, y como si jamás hubiera pronunciado esa última frase.

 

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