
Ella estaba bien, claramente estaba bien. Ella estaba haciendo unos muffins para los hijos de sus amigos, rallar las zanahorias, no importaba que sean las cuatro de la madrugada, azúcar una taza, no importaba que desde hace 3 días solo había podido dormir un puñado de horas, dos huevos, cuatro horas en total, ralladura de naranja, no importaba que su cuerpo este temblando de la ansiedad, harina, no importaba que haya estado llorando desde que lo vió por primera vez en más de siete años, unir con movimientos envolventes.
Precalentar el horno a 180°, no recordaba si había comido el día anterior, el gato por supuesto que comió él siempre comía era lo único que la motivaba a levantarse.
También era su único compañero constante, sus amigos por supuesto la visitaban pero con los niños, el trabajo, las reuniones familiares era difícil. Harry y Gin, hacían malabares con tres niños, Ron y Lavander estaban esperando a su segundo hijo, la primera una niña hermosa con bucles naranjas que gustaba de la carne apenas cocida. Esto último había herido a Lavander que rogaba que sus rasgos no fueran heredados, a Ron le daba igual, las amaba. Dejar hornear.
Por supuesto tenía otros amigos Pansy y Padma, pero estaban ocupados con su trabajo y fiestas, Hermione por supuesto que no salía de fiesta, desde hace tres años. No importaba, era algo frívolo, eventos donde corría el alcohol y faltaba intelectualidad, no era porque apenas podía estar en lugares demasiado cerrados y con mucha gente por supuesto que no.
Después estaba Luna, que la venía a ver de vez en cuando, cuando volvía de sus viajes con Rolf. La rubia se habia convertido en una magizoologa y seguía escribiendo para el quisquilloso.
Le gustaba que la visitara, sin niños, solo charlas sobre el mundo y los animales extraños que dice pronto hallar.
Luna no la miraba como si estuviera rota, no la trataba como si hubiese estado dos meses en San Mungo internada por un colapso mental y físico, un colapso que estuvo acompañado por convulsiones y una fuerte caída. La combinación le impidió caminar por un mes, luego seis meses de recuperación.
Luego de eso decidió renunciar a su trabajo y comprar una cabaña, ella se había cansado, años de tratar de modificar leyes, pasar por dos departamentos para tratar de crear cierta flexibilidad para los nacidos muggles y demás criaturas mágicas. El único resultado que tuvo fue ella en el hospital, ella llorando sin poder parar, ella durmiendo demasiado o sin poder dormir.
Ella estaba bien, tenía que estar bien, ella había estado bien, pero ella estaba tan enojada y tan triste al mismo tiempo hubo un tiempo en el que esta situación hubiese sido impensada para Hermione Granger.
Se suponía que ella iba a derribar los prejuicios, se suponía que iba hacer del mundo mágico un lugar más amigable para personas como ella.
También se suponía que se había olvidado de él, de su pelo rubio casi blanco, de su estatura que tanto le habia gustado en su momento, se suponía que no tenía que verlo en Callejón frente a la tienda de escobas mucho menos de la mano con un niño idéntico a él. Ella recordaba claramente cuando discutieron sobre niños, ella los quería él no dijo que quería terminar con la estirpe de su familia. Él estaba sonriendo a su versión mas pequeña, hasta que la vió.
Se sentía olor a quemado.