
Entering the wizarding world
El videojuego de Hogwarts Legacy también era real, al parecer.
Él personalmente no lo había jugado pero recordaba algo de no se qué Magia Antigua, la cual al parecer él tenía.
Había de hecho algunas coincidencias. Tenía magia pero no le enviaron la carta a los once años. Y fue justo a los quince, como en el videojuego, que algo le llegó.
Decidió ir a Gringotts. Por suerte, le habían dado un Traslador en forma de moneda. Debía decir 'que sus riquezas se acumulen'. Y al parecer hizo lo correcto al repetirlas al duende que le recibió.
Preguntó que si era un saludo común para ellos y éste le respondió que sí, incluso dando algunas sugerencias también. Parecían ser medianamente majos si les mostrabas respeto.
Al final, llegaron a un pequeño pilar. Estaban solos por privacidad. Debía dar siete gotas de sangre. Ni una más, ni una menos. Por supuesto, teniendo en cuenta que al parecer existía la magia, preguntó si sólo se usaría su sangre para este uso y para nada más.
La sonrisa que recibió era escalofriante y sospechaba que se ganó un poco de su respeto, pero no estaba seguro de si eso era bueno.
Al parecer, recibieron una especie de notificación de su existencia. A veces, gente con capacidad de usar Magia Antigua aparecía. Normalmente de líneas Muggle antes que de Sangre Limpia. Y podían detectarlo una vez que llegaban a una cierta edad la cual era los quince.
Antes de nada, sin embargo, debía hacerse una prueba de sangre. Y luego ya le hablarían de las posibilidades.
Cuando le preguntaron cómo es que se lo estaba tomando tan bien, él respondió que ya había visto a gente haciendo magia y había tenido una idea de lo que sucedía (no era un mentira. Había visto las películas de Harry Potter, después de todo). Y también estaban unos pequeños accidentes de su infancia los cuales no habían tenido mucho sentido.
El duende le contó que la gente con Magia Antigua tarda más en madurar su magia con respecto a otros usuarios. Mientras que unos estaban preparados para hacer magia más constantemente a los once, él había tardado quince años en llegar al mismo punto. Aunque le aseguró de que una vez que llegaba esa edad, generalmente aprendían bastante más rápido con su magia. Al parecer, la madurez de la magia a los diecisiete años no hacía una excepción en los que eran como él, aunque ciertamente podría ocurrir que en vez de diecisiete, fuera a los dieciocho. Eso ya dependía del individuo.
Con el duende era sorprendentemente fácil de hablar cuando le tratabas con respeto como persona, cosa que al parecer los magos y las brujas no hacían. Porque eran 'superiores' o algo así. Y, bueno, Tom suponía que los ganadores escribían la historia, después de todo.
Cuando le hicieron la prueba de sangre, se confirmó su don con la Magia Antigua más algún otro don o afinidad.
En cuanto a magia oscura, lumínica o neutra, era algo característico de los usuarios de Magia Antigua tener la misma afinidad para los tres de manera natural. A la hora de las distintas ramas de la magia, como son la transfiguración y los Encantamientos, era otra historia.
No tenía el don de la adivinación (menos mal. No le apetecía saber el futuro más de lo que ya sabía). Pero sí tenía el don empático. No estaba del todo despierto pero eso explicaba por qué sabía cuándo alguien estaba enfadado por tal cosa sin tener a dicha persona justo delante diciéndole que estaba enfadada.
Tenía afinidad en las magias de la mente, algo sobre una mayor capacidad mental para su edad, lo cual no tenía por qué tener que ver con la inteligencia (no iba a comentar que había vivido otra vida y había sido adulto cuando murió. Al menos esto parecía haberle dado una ventaja. No quería que nadie leyera su mente).
Y también una afinidad para ser animago. Esto significaba que no necesitaba hacer el ritual completo, sino una versión más corta, para lograrlo.
Cualquier afinidad más era incierta y tendría que desarrollar su magia si quería descubrir más. O, al menos, si había más que descubrir.
La prueba de sangre, le dijo, era gratis... Lo cuál significaba que era una 'inversión'.
Era raro que apareciera gente como él. Tendían ser humanos y no solía aparecer más de uno o dos cada medio milenio en el mismo continente más o menos.
En estos momentos, sólo había dos personas vivas con la misma capacidad, ambas mucho más mayores que él. Uno era casi un viejo al borde la muerte a estas alturas, en América al parecer. Y la otra persona, una mujer en Oceanía, se asociaba más con magos y brujas y prefería la soledad de la vida de una hermitaña para el estudio de magias que ni siquiera eran Magia Antigua. Esto era debido a que a pesar de las muchas cosas que se saben que se pueden hacer con esta magia, los estudios en sí eran escasos y era difícil de estudiar puesto que era más un instinto que otra cosa. Se podía implementar en otras magias, como la transfiguración, pero esto seguía siendo instintivo.
Ahora tenía distintas opciones. Podía aceptar ayuda de Gringotts para mandar una carta a alguna escuela de magia, normalmente la más cercana. O mandarla él mismo también. Era usual que la gente hiciera esto para aprender mejor y/o para que la gente supiera sobre su habilidad (por alguna razón arrogante y egocéntrica, suponía Tom).
O bien podría no hacerlo. Estudiar por sí mismo y a lo mejor aceptar ayuda de Gringotts para conseguir lo que necesitaba para sus estudios. Y Gringotts definitivamente quería eso. Era una inversión, volvió a decir Roktas (el duende que le estaba atendiendo). Invertían en él para que estudiara y aprendiera y, a cambio, recibían unas buenas relaciones con un usuario de Magia Antigua.
Al parecer, esos túneles eran, en su mayoría, una mezcla entre el trabajo de duendes y usuarios de dicha magia. Y sería muy bueno que se 'renovaran', digamos. No tenía que cambiarlos, sino renovar la Magia Antigua, la cual era extremadamente duradera pero aún así, tanto tiempo desgastaba incluso a ésta. Teniendo en cuenta todas las guerras entre duendes y wixen (el nombre neutro para magos y brujas), había pasado mucho tiempo.
No era un mal negocio, reconoció. Por supuesto que le pagarían el dinero debido y todo, pero eso les aseguraba tener prioridad a hacer dicho trabajo o cualquier otro que requirieran con respecto su Magia Antigua mientras que no compitiera con una prioridad personal.
Y eso también le daba el anonimato. Nadie más que él y los duendes sabrían de su existencia. Y sólo él y duendes determinados sabrían que era específicamente él haciéndolo.
No tenía la posibilidad de ir a una escuela de magia. No si quería mantener un perfil bajo, no si tomabas en cuenta la familia que tenía (machista, racista y generalmente todos los tipos de intolerante de los que la sociedad de esta época gozaba). Pero sería fácil estudiar a sus espaldas.
Los estudios que supuestamente estaba estudiando por mandado de sus padres era algo que ya sabía, ese tipo de conocimiento estaba, por alguna razón, muy nítido en su memoria a diferencia de otras cosas de su vida pasada. Así que tendría más tiempo para los estudios mágicos.
Tampoco tenía que trabajar realmente. Técnicamente, heredaría el trabajado de su padre, lo cual era firmar unos cuantos papeles a la semana que otros empleados confiables le daban porque necesitaban su expreso permiso.
Y su familia no solía interaccionar entre distintas generaciones. Sus abuelos habían estado en lo suyo, ya fuera disfrutar de su jubilación o lo que quiera que hubieran hecho antes de morir, y eso no incluía pasar giempo con su hijo y la esposa de éste. Sus padres solían estar fuera y solamente interesarse en lo bien que iban sus estudios y la imagen que él les daba a ellos. La mayor interacción solía ser en las comidas, normalmente sólo las cenas cuando todos estaban en casa (y ni eso si siquiera uno sólo de ellos faltaba). Y las conversaciones eran ligeras, muy impersonales y predecibles.
Era la opción perfecta, pero no bajaría la guardia con los duendes. Se fiaba de ellos por ahora, pero nada más. No era tan tonto como para pensar que podría aceptar todo lo que ellos dijeran y estar bien. Todos tenían sus intereses y en esos momentos, los suyos coincidían. No le matarían o algo por el estilo, pero no le extrañaría que se intentaran aprovechar de él.
Eso estaba bien. Él también se estaba aprovechando de ellos. Pero sólo mientras que fuera mutuo y equilibrado.
¿Eso le llevaría a Slytherin si hubiera elegido ir a Hogwarts? Posiblemente.
No era que fuera particularmente cobarde, era simplemente que tenía una cabeza y sabía cómo utilizarla aparte de para dar cabezazos. Aún así, eso no quitaba el hecho de que no tenía la valentía de salir al mundo con sus ideas y morales del siglo XXI. Griffindor no era para él.
No era especialmente leal. Después de todo, ¿a quién tenía para serle leal? Sus padres eran unos intolerantes a los que la mayoría no soportaba y casi ni recordaba a sus seres queridos de su otra vida aparte de datos puros y duros como los gustos de su madre y el miedo a las arañas de su padre, pero no recordar cómo los descubrió. Podía ser trabajador, sí. Eso lo reconocía. Pero eso se centraba más bien en que era para lograr algo, un objetivo. Hufflepuff no era imposible, pero tampoco muy probable.
Le encantaban los estudios y tenía que ser razonablemente inteligente como para terminar una carrera como informática con notas bastante altas en los años mínimos adjudicados a la carrera. Eso le daría la posibilidad de Ravenclaw.
Sin embargo, en esa vida, él estaba más centrado en su objetivo. Vivir una vida lo más tranquila y anónima posible podría no ser un objetivo al que llamarías ambicioso, pero era un objetivo que quería muchísimo. Y estaba haciendo todo eso con el propósito de lograrlo. Slytherin era lo más probable.
A menos que el sombrero parlante tuviera otras opiniones.
Bueno, de todas formas, no estudiaría en Hogwarts.
Lo primero era utilizar los servicios de los duendes para que mandaran de su parte pedidos de libros y demás materiales de estudio que necesitaría. Comprar tantas cosas en persona llamaría la atención. Y si las pedía él mismo, también, ya que tendría que firmar el pedido con su nombre. Pero los duendes tendían a hacer esto para los wixen que no podían comprar las cosas en persona por una razón u otra y preferían utilizar a los duendes como medio intermedio para mandar a comprarlas en vez de mandar las cartas ellos mismos.
Los libros exigidos en la mayoría de las escuelas de magia desde primer año hasta quinto, el año que él supuestamente debería estar haciendo. Algunos otros sobre cultura, política del mundo mágico (genial, más política. Notad el sarcasmo), modales (tanto de wixen como de otras razas. Los duendes dejaron claro que si él iba a trabajar con ellos, no podían permitir que fuera como los otros wixen), tradiciones de distintas razas y algunos otros libros.
Material para pociones, herbología y demás. Incluso algún quit para runas.
Lo demás decidió comprarlo él mismo.
No quería comprar un baúl de los duendes. Todo lo que ellos hacían, volvía a ellos después de la muerte de quien lo compró. Era una ley duende. Una que los wixen no entendían y Godric Griffindor seguía siendo uno de los más odiados entre los duendes por eso incluso después de haber pasado siglos desde su muerte. Si no fuera por la profesionalidad de los duendes, ya se hubieran apropiado de todas sus pertenencias y de hacerles la vida más difícil a sus descendientes.
Nota: No meterse en el lado malo de los duendes.
Después de aclarar algunas cosas y la promesa de volver para hablar de negocios en algún momento en las siguientes semanas (le dieron otro Traslador, uno que sólo reaccionaba a él), salió de Gringotts por la puerta del Callejón Diagon.
Su primera impresión del Callejón Diagon no fue muy buena, la verdad. Tampoco tan mala. La magia era espectacular y no había visto algo así en la vida real. Pero su vida pasada fue en el siglo XXI con un montón de películas con cosas fantásticas y algo así ya no le parecía tan impresionante como para quedarse alucinado teniendo en cuenta...
¿Por qué estaba tan sucio?
Tenían magia y la usaban para limpiar. Pero había más en la limpieza más allá de barrer. Había también que fregar, limpiar mejor las ventanas, reemplazar trozos de pared o suelo cuando estén demasiado desgastados incluso con magia a su disposición, darle una mano de pintura o dos de vez en cuando...
Pero no, parecía que los wixen no hacían eso. Muchas paredes necesitaban más de dos o tres manos de pintura, claramente no limpiaban el suelo del callejón más allá de barrer...
No estaba tan mal, pero sí lo suficiente como para que hiciera impacto en su primera reacción de verlo.
Tom se juró a sí mismo no caer tan bajo incluso cuando estuviera más metido en esto de la magia.
Aún así, el callejón estaba lleno de vida y había mucha gente yendo de un lado a otro. Era normal, siendo verano y la época en la que la gente ya estaba empezando a venir a comprar las cosas para la escuela.
Lo primero era ir a por la varita. O varitas, más bien.
Ollivander era una buena opción para lo legal y todo eso. Pero si quería que nadie notara su uso de Magia Antigua, iba a necesitar realizarla con una varita sin detector de uso de menores de edad, lo cual significaba ir a un proveedor menos vistoso y más dispuesto a hacer ese tipo de negocios.
Debía decir que el Callejón Nocturn era igual de oscuro que en las películas. Era bastante más estrecho y no parecían creer en el uso de las farolas (unas mágicas) o de las velas.
Estaba aún más sucio que el Callejón Diagon pero la verdadera diferencia era la poca cantidad de gente que había y la que había, era más... ¿siniestra? Sí, llamémosla siniestra.
Los duendes le habían dejado tomar prestado una capa con capucha que le ocultaba lo suficiente como para que no se viera su ropa Muggle. Sólo se la podía quitar él mismo y la capucha tenía algún hechizo para hacerle sombra en la cara y ocultar todo excepto la parte inferior hasta su boca.
Tom era bastante alto, así que podía aparentar ser un adulto algo bajo. Y tenía una buena cara de póker, así que parecía que no le daba miedo cualquier intento de intimidación que mandaran hacua su dirección. La verdad era que estaba muy nervioso y estaba a punto de irse pitando a la más mínima alarma de ataque.
Por suerte, consiguió llegar a su destino.
La puerta no hizo ningún ruido al abrir pero de todas formas una mujer salió de detrás de la puerta más allá del mostrador como si hubiera sabido sin ningún ruido necesario que tenía un cliente.
"Vaya, vaya. Alguien nuevo." Su sonrisa era traviesa pero inteligente. "El mismo negocio que siempre, ¿no? Yo haré preguntas y usted tampoco. Más allá de lo mínimo, claro está. Puede ir pasando por el pasillo de ahí. Vaya pasando la mano cerca de los estantes pero sin tocar, ¿entendido?" Parecía que había suficientes tontos como ñara que tuviera que dar ese aviso. "A la izquierda están las maderas y los estantes de la derecha están los núcleos. Lo que más le haga cosquillas o como le quiera llamar, es el material con el que trabajaré. Puede tardar lo que guste, esto lleva su tiempo a veces, pero no me haga esperar innecesariamente. Sabré si está malgastando mi tiempo innecesariamente. Pueden ser varios materiales."
Una persona llena de amenazas que iba directa al grano. No le caía mal.
Tom asintió, no viendo necesario decir algo.
Primero decidió comprar las maderas.
Eso parecía ciprés y eso a lo mejor venía de un abeto. Aunque no toméis su palabra, no era un experto en plantas o en árboles.
Estas maderas parecían diferentes a las normales. Llamadle tonto o decidle que tenía poca imagonación, pero podía sentir magia en estas maderas.
O, al menos, algo raro que suponía que era magia.
Pero no había ningún 'cosquilleo' o algo raro cuando pasaba la mano por cada una de ellas.
Todas parecían igual, con ese sentimiento de magia pero nada más.
Lo único que le llamaba la atención eran las maderas con aspecto más diferente al resto, como esa que parecía más rojiza.
El pasillo parecía interminable. Aún así, estaba llegando al final y aún no encontraba la madera para su varita. No iba a decir una al azar, no era tan tonto, pero temía que a lo mejor las maderas podían sentir que él no era normal, no era de ahí y que, por eso, no respondían.
No fue hasta por el final que sintió algo.
No era un cosquilleo. No del todo. Era más bien como una especie de pellizco en tu interior que no te hacía daño pero que si te sorprendía por lo repentino que fue.
"Si sientes el cosquilleo, puedes coger la caja. Pero evita tocar los materiales. No te preocupes, aunque se te caiga la caja, los materiales no caerán al suelo."
Esa mujer parecía saber cuándo pasaba cada cosa aún sin mirar. Daba algo de repelús.
Fueron, de hecho, tres maderas.
En cuanto a los núcleos, no había muchos. Más de los que se había esperado, pero había menos estanterías que en el apartado de las maderas.
Había un montón de cosas que no sabían de qué eran. Estuvo muy agradecido de no sentir nada cuando su mano se acercó a algo que parecía ser alguna cosa con aspecto a mierda. Y había plumas coloridas e incluso escamas. Esta vez, fue un poco más rápido.
Unos pelos, unos trozos de astas más pelos.
Eran tres núcleos.
Tom le trajo las cajas a la misteriosa mujer. Tenía el pelo negro y los ojos marrones, nada destacable. Excepto por la cicatriz que iba desde un ojo hasta el labio. Aunque no parecía ciega de ese ojo.
"Interesante. La mayoría de la gente tiene un par de cada, ya que las personas no son tan simples como para tener una varita hecha de un sólo tipo de madera y un sólo tipo de núcleo, a diferencia de lo que parece creer ese viejo de Ollivander. Es un viejo que sabe lo que hace, es incluso respetable, pero que prefiere las cosas estandarizadas por el bien del público. Un aburrido, en resumen." Parecía que ese tema le hacía hablar más. "Es raro tener uno sólo de cada. Pero también lo es tener tres de cada uno. Aunque no demasiado infrecuente. Lo extraño son los materiales."
Genial. Atención innecesaria.
"No me malinterpretes, sea interesante o no, esto es un negocio. Usted consigues su producto, yo mi pago, y eso es todo a menos que vengas a por más negocios. Confidencialidad para ambas partidas." Le miró a los ojos, con algo que parecía una amenaza si se atrevía a divulgar algo que ella no quisiera. "Le haré un resumen de estos materiales.
Esto de aquí es madera de pino, con tendencia a personas independientes y a menudo solitarias, intrigantes y misteriosas. Triunfa en los usos creativos y se adaptan a los métodos y a los hechizos sin tendencias. Es versátil y adaptable pero no tan poco común." Bien, algo normal.
"Madera de haya. Sus portadores tienden a ser sabios más a allá de sus años si son jóvenes, y ricos en comprensión experiencia si son adultos. Van muy mal para los intolerantes, y cuando se usa bien, son increíbles para trabajos de sutileza y arte, a un nivel en el que las otras maderas tienen dificultad en igualar y mucho menos superar." Eso era un poco menos normal pero todavía no era raro. Lo de ser sabio... Técnicamente, lo era. Con respecto a su edad física, claro está.
"Madera de cerezo, una muy buscada en Japón o en los países asiáticos en general. Son símbolo de renovación, nuevos comienzos y esperanza, en el sentido de como volver a nacer. También simbolizan lo efímera y frágil que es la vida. Aunque los rumores de su simbología en la pureza y en la modestia no son ciertos. No tienen nada que ver." Ahora sí que estaba indicando que esta no era su primera vida.
"En cuanto a los núcleos, este de aquí es un pelo de rougarou. No se sabe mucho de lo que esta madera hace en las varitas ya que los efectos son muy variados, aunque tienen una tendencia a la magia oscura, lo cual no es estrictamente obligatoria para la bruja o el mago que la porte." ¿Valeeeee? No sabía cómo eso tenía algo que ver con él. ¿Por qué este núcleo.
"Astas de jackalope. Son materiales bastantes infrecuentes tanto por su escasez de disponibilidad como de su poco uso en varitas. Aún así, no tienen efectos muy extraños, aunque no menos poderosos específicamente. Estas varitas son buenas para la curación y para magia que tenga que ver con el clima. Me han dicho que los hechizos para controlar el clima de los invernaderos son inmediatos con esta. También tiene un efecto imitador. Sus portadores tienden a tener la habilidad de aprender mejor los hechizos si los ven o los experimentan primero, aunque no tienen por qué ser malos aprendiendo sin una demostración previa. Dicen que Isolt Sayre tenía una tendencia de usar este material como núcleo para crear varitas." Algo normal también.
"Y, por último, pelo de thestral. No es tan poco frecuente como material de varita como se piensa. Pero tampoco es normalmente usado. Los thestral están relacionados con la muerte, pero también con la vida. Así que sus portadores tienden a haberse acercado a la muerte o tendrán una experiencia como esa. Es aconsejable tener cuidado ya que si no se ha tenido una experiencia así en el pasado, en el futuro se podría tener."
Otro indicio de su vida pasada.
"Necesitaré el resto del día para terminarla. No son materiales tan raros como las plumas de fénix, ni siquiera las astas de jackalope, pero son bastantes y preferiría que no me explotara nada en la cara. Puede venir mañana a recogerla. No necesitará pagar nada por adelantado ya que viene recomendado por los duendes." A un lado del mostrador, había un papel con un mensaje que básicamente decía que esperara a un cliente con su descripción. Sí que trabajaban rápido los duendes. "Serán alrededor de cuarenta y cinco o cinco cuenta galeones. Sé que Ollivander las vende a siete galeones, pero sus precios están al cincuenta por ciento por la inversión que recibe para que esto sea así y, además, esta será una varita con tres maderas y tres núcleos, así que costará más del triple del precio medio original de una varita. Se lo especificaré cuando vuelva a por su varita. Sólo deme un nombre o apodo y podrá recogerlo."
Esto no lo había planificado.
No iba a ponerse un nombre ridículo. Se negaba a ser de los que ponían algo como Death o Shadow. Qué vergüenza. No sabía cómo algunos podían ponerse apodos como esos sin que se les pusiera la cara roja.
Pero tenía que pensar rápido. Algo que no pudieran relacionarlo con él.
"James." Un modulador de voz sonópara alterar su voz, otro hechizo de esta útil capa. James era un nombre que no estaba nada relacionado con él. Riidle era una opción pésima porque por más que fuera un apellido común, seguía siendo una conexión. Tom también era común pero con conexión. James lo sacó del padre de Harry Potter.
"Perfecto." Escribió algo en un papel, el cual arrancó y se lo dio. "Está modificado para que, cuando me lo devuelva para recoger su pedido, se le identifique como tal. Un placer hacer negocios con usted."
No le dio ningún nombre o apodo, le echó de la tienda en cuanto ya no tenía nada más que hacer ahí.
Parecía que no le gustaba perder el tiempo.
Bueno, ahora, a por las otras cosas. Todavía le faltaban la varita legal, un baúl, una mascota (no se iba a ir sin una mascota. Se negaba a hacerlo) y otras pocas cosas más.