
XXIV. CABAÑA
Ginny le había insistido a Hermione para que llegara a Grimmauld Place temprano en la tarde ese dieciocho de diciembre, para así prepararse juntas para la gala de Navidad. Lo que realmente la había convencido fue la amenaza de lanzarle una bomba fétida apenas hiciera entrada al salón si no llegaba desde la hora de almuerzo, cosa que Hermione no tenía la menor duda que sería capaz de hacer ya que era extraordinariamente difícil de intimidar o asustar.
Ginny, la poderosa bruja que se volvía tímida con la sola presencia de Harry en sus primeros años, nunca le había temido a nada ni a nadie gracias al hecho de haber crecido con seis hermanos varones. Con solo once años incluso se había enfrentado a Draco en Flourish y Blotts cuando había insultado a Harry, años después había enfrentado a Hermione cuando acusó a Harry por el uso del sectumsempra y había hechizado a Zacharias Smith en varias ocasiones simplemente porque la había molestado. El coraje de Ginny también la había llevado a participar en un duelo a tres bandas en la Batalla de Hogwarts junto a Luna y Hermione contra la poderosa y desquiciada Bellatrix Lestrange. No, definitivamente no quería enfrentarse a una Ginny Potter enojada.
Ginny seguía siendo una de las mujeres más hermosas que Hermione hubiera conocido. Además, había sido un gran apoyo para Harry, llegando incluso a enfrentarse a él durante sus peores momentos; la admiraba muchísimo, y su amor de hermana por Harry se había extendido a ella, con mucha más razón ahora que se había convertido en su esposa.
Ginny le ayudó con un bonito recogido en la nuca y un maquillaje adecuado. Cuando hubo terminado, fue el turno de Hermione de hacer lo mismo por su amiga. Quedó maravillada con el hermoso vestido azul que llevaba unos bordados que parecían constelaciones. Largo hasta el piso, con la espalda desnuda, Madame Malkin había modernizado sus diseños y precisamente ese modelo lucía perfecto en el cuerpo de su amiga. Ginny también llenó de halagos su vestido color aguamarina y cuando Harry las vio, se quedó boquiabierto y luego las abrazó efusivamente. El mago, engalanado con sus mejores túnicas, las había estado esperando con sus elegantes abrigos para aparecerse todos juntos en el lugar de la fiesta.
—Seré la envidia de todos cuando llegue con las dos mujeres más hermosas del mundo.
—Y nosotras con el más guapo —comentó Ginny entusiasmada besando cariñosamente a su esposo.
Cuando se aparecieron en el lugar, ya estaba relativamente lleno, lo que ayudó a que su llegada pasara desapercibida por quienes insistían en rendirles pleitesía por sus anteriores hazañas.
Hermione inmediatamente divisó a Draco, quien estaba en una mesa junto a Theo y Daphne. Theo se levantó y les hizo gesto de que se acercaran y los invitó a unirse a ellos. Para sorpresa de Hermione, Harry aceptó sin consultarle a los demás e inmediatamente sintió sus mejillas arder al acercarse; tuvo que hacer un gran esfuerzo por mantener un papel desinteresado. Cuando los Nott se lanzaron entre ellos una mirada cómplice después de que Theo le guiñara un ojo, se azoró aún más.
—No sé si se recuerdan de Hogwarts, ella es Daphne, mi esposa —dijo Theodore con efusividad. La bruja llevaba un hermoso vestido color verde esmeralda que resaltaba sus hermosos ojos.
Harry lo imitó presentando a Ginny dado que era la primera vez que se reunían con las mujeres; Theo saludó a Hermione besando una de sus manos con pomposidad. Draco había murmurado un Granger que intentó parecer casual, pero no llenó esa expectativa e hizo una ligera inclinación de cabeza para todos; luego, haciendo gala de sus buenos modales, le mostró a Hermione un lugar vacío a su lado para luego ayudarle con la silla como usualmente lo hacía.
Hermione jamás pensó que se sentiría tan incómoda con la situación; sin embargo, poco a poco la tensión fue bajando cuando los tres hombres empezaron a hablar del Caso Diamante, caso que se había convertido en una verdadera pesadilla para los aurores al sumar al momento de la detención, ocho enigmáticos asesinatos. Dos días atrás habían dado con la asesina y el experto en psicología criminal había determinado que sufría de graves problemas mentales que la hacían elegir sus víctimas al azar simplemente por llamar la atención. Debido a que se habían realizado minuciosas pruebas forenses, le habían seguido los pasos hasta una cabaña en un bosque de East Sussex, donde se encontraron libros en runas antiguas, al menos veinte cartas escritas y firmadas con el dibujo de un diamante, muchas varitas probablemente robadas y un mapa donde la mujer iba poniendo una cruz en cada lugar donde había cometido el crimen, para descubrir con esto, que habían pasado por alto cuatro casos más anteriores a los oficiales, cometidos en Irlanda. De momento, la habían internado en la Sala Janus Thickey del Hospital San Mungo, pero era poco probable que se salvara de ir a Azkaban.
Mientras los magos comentaban el procedimiento a seguir con el caso, Daphne le preguntó a Ginny sobre James y eso fue suficiente para distraer a Hermione de la presencia de Draco a su lado.
Minutos más tarde, Hermione, quien había colocado sus manos sobre el regazo, notó una mano tibia sobre las suyas y tuvo que disimular que tosía debido a lo inesperado del gesto. Harry le ofreció una copa de agua, la cual tomó y casi podía sentir que Draco estaba disfrutando de ponerla nerviosa.
La cena fue servida y después las dos parejas oficiales se levantaron a bailar, dejando a la secreta en la mesa. Un poco más relajada, Hermione intentó no ver mucho hacia la derecha para no ponerse en evidencia ya que no podía pasar por alto que esa noche, su novio se veía mejor que nunca con la túnica de gala, e intentaba centrarse en Neville bailando con Hannah, Ron comiendo otro trozo de pastel y Luna sonriendo, pero era complicado cuando Draco había intensificado su agarre de manos y le decía lo hermosa que se veía.
Una tosecita como la de Dolores Umbridge a su lado la hizo pegar nuevamente un brinco; era Ginny, quien aun en esos días solía tomar a todos desprevenidos con esa broma que había iniciado en el colegio.
—¿Me acompañas al tocador? —le dijo con una sonrisa—. Creo que tomé mucho vino.
—¡Ginny! —la reprendió señalando con los ojos a Draco, pero la aludida se alzó de hombros restándole importancia.
—Estoy segura que también necesita ir al baño si se pasa con el alcohol —dijo con desfachatez. Parecía que su amiga no estaba en sus cinco sentidos y le extrañaba que Harry no la estuviera acompañando. Una vez en el baño, cuando Ginny se estaba retocando el maquillaje, la sorprendió con una pregunta.
—Te he visto sonriendo mucho hoy… ¿alguna razón en particular?
—Ninguna —aclaró Hermione sintiendo su corazón acelerarse. ¿Habría sido descuidada en ocultar lo que la presencia de Draco le ocasionaba?
—¿Y de qué hablabas con Malfoy?
—¿Yo? —Nuevamente el calor en sus mejillas, su mente trabajando a mil revoluciones por minuto para encontrar una excusa válida con qué justificarse.
—Estaban hablando hace unos minutos cuando yo estaba bailando.
—Nada en particular… qué podemos estar hablando él y yo…
—Pues te corrió la silla y te llenó la copa de vino; también lo he pescado mirándote.
—No digas tonterías… Es lo que hacen todos, ¿no? Correr la silla… el vino… —Enumeró nerviosa. Ginny volvió a verla con cara de «No, nadie hace eso» y Hermione se sintió tonta al haberlo traído a colación. Ella misma había notado la diferencia la primera vez que había salido con él. Alisó unas imaginarias arrugas en su falda para esconder el rostro con tal de disimular, pero sentía un nudo en la garganta. ¿Por qué Ginny tenía que hacer tantas preguntas?—. Solo mencionó algo de la cena, la verdad apenas si le presté atención.
—Deberías bailar con él… yo aprovecharía si estuviera soltera… mira que no se ve nada mal hoy.
Hermione se aclaró la garganta. Definitivamente Ginny siendo Ginny.
—No inventes, Ginny, es Malfoy…
—Por favor, Hermione, no me digas que sigues con las ideas del siglo pasado. Ni siquiera Harry piensa así de él y mira que esos dos tienen su historia… Si hasta ha llegado a Grimmauld Place, por cosas de trabajo por supuesto, pero sabes que Harry es muy quisquilloso con quien puede o no visitarnos.
Hermione no sabía si sonreír o brincar de alegría ante el comentario de su amiga. Si de verdad las cosas eran así, no tendría de qué preocuparse cuando ella hiciera pública su relación. Estuvo tentada a contarle que estaba saliendo con él, pero la entrada de tres brujas más la detuvo. Afortunadamente, eso hizo callar también a Ginny y rápidamente regresaron a la mesa, donde Harry esperaba a su esposa para seguir bailando. Rato después, Daphne se acercó con mirada traviesa mientras Theo iba por unas copas de vino y Hermione pudo percibir que Draco se tensaba.
—¿Ustedes dos no van a bailar? ¿Cuánto tiempo más van a fingir que no se conocen?
—¡Basta, Daphne! —refunfuñó.
—No te hagas de rogar, Draco, sé que estás deseando tenerla entre tus brazos y decirle al oído lo hermosa que se ve.
—¡Daphne! —advirtió nuevamente. Su mirada lanzaba cuchillos.
—No te enojes que ya sabes que a mí no me asustas con esa actitud. Simplemente que no entiendo este afán de seguir ocultando su relación cuando se ven tan lindos juntos. En fin, si se animan, la pista de baile está al frente.
Diciendo eso se fue en busca de su esposo y por primera vez en la noche, Hermione vio a Draco a los ojos. Sus manos continuaban entrelazadas bajo la mesa y la duda sobre lo que debían hacer los inundaba por igual.
—¿Quieres bailar? —preguntó ella con un hilo de voz.
—Si eso está bien contigo… —Hermione asintió. Ambos se levantaron y manteniendo cierta distancia, lentamente se dirigieron a la pista. Ginny la miró con picardía y como respuesta, ella medio sonrió.