
Remus Lupin era bastante inteligente, demasiado divertido (sin siquiera intentarlo), tenía una encantadora chispa de diablura, un poco bastante misterioso; sin embargo, tenía un alma tan linda y paciente que le permitía enseñar y ayudar a otros con tanta amabilidad, lo que le hacía destacar entre los alumnos. Y como si eso fuera poco, estaba el hecho de que era muy muy guapo, con ligeros rizos cafés, ojos verdes con un toque de marrón, piel pálida decorada con delicadas pecas, muy alto y delgado. Es por tal motivo que gran parte de la población estudiantil de Hogwarts había tenido o tiene un enamoramiento con el chico que comenzaba su quinto año en la escuela de magia y hechicería. Aparte de ser conocido como uno de los cuatro merodeadores, por ser prefecto, también lo era por ser un casanova. Remus no lograba entender el ridículo hecho de que él era considerado el “Casanova de la torre Gryffindor”, era simplemente absurdo. Si supieran que ni siquiera había tenido una relación seria, todos volverían a considerar el puesto de ese título injusto y dárselo a alguien como Sirius Black que lo tendría muy merecido.
¿Por qué alguien tan deseado como Remus Lupin no había tenido una relación seria?
Sencillo. Esas personas no le importaban en lo más mínimo, no eran lo que Remus anhelaba con tanto fervor por las mañanas, tardes y noches. Además de que no lograba entender qué diablos veían esas personas en él, estaba el patético hecho de que estaba enamorado de alguien e inconscientemente se estaba guardando para él. Sí, un él. Más específicamente uno de sus mejores amigos, el chico más promiscuo de todo Hogwarts, un chico injustamente hermoso e increíble: Sirius Black.
Remus sabía que las posibilidades de llegar a tener la oportunidad de salir con él eran nulas, sin embargo, el corazón es terriblemente divertido y rebelde. Hace lo que quiere, se enamora de quien quiere y no hay manera de evitarlo. Incluso Remus se había rendido ante esos sentimientos hace tiempo después de varios meses de negación, no tenía caso continuar en una guerra interna que terminara en crisis existenciales. Él tenía la esperanza de que si los aceptaba, poco a poco podría superarlos. No fue así, por supuesto, la suerte jamás estaba del lado de Remus.
Se resigno a esperar, y es que algunas veces Sirius era tan afectuoso que le daba ligeras esperanzas, tal vez, solo tal vez. Remus no era muy listo en cuanto a sentimientos se trataba, otro argumento que sostendría su punto de que ser llamado “casanova” era ridículo; él no sabía qué demonios hacer en el hilarante caso en el que estás enamorado de tu mejor amigo que claramente es heterosexual, y por supuesto, en los libros viejos de la biblioteca no había tales respuestas que facilitaran la vida del chico. Así que él hizo nada, como era bastante original con las decisiones que tomaba, decidió guardarse sus sentimientos y no compartirlos con nadie. Otro secreto, pues no era Moony sin sus secretos, ¿verdad?
En fin, Remus era deseado, pero se negaba a creer que eso fuera cierto. “¿Quién en su sano juicio lo estaría?” Esa pregunta se había vuelto su nuevo mantra. Aun si fuera cierto, él estaba enamorado y lamentablemente no tenía ojos para nadie más, así de gracioso es el corazón, un maldito caprichoso.
—Moony, otra vez las chicas de Hufflepuff te están viendo—comentó con una sonrisa James Potter. Remus se hundió en su asiento y picoteó su avena.
—Probablemente solo quieran unirse a una sesión de estudio y están esperando el momento apropiado para preguntarme.—dijo, pues era lo que más sentido tendría.
—Claro, no es como que quieran ver a través de tu ropa, compañero.—se burló amistosamente Peter dándole una palmadita en el hombro.
—¿Quiénes son las chicas descaradas?—Sirius Black frunció el ceño ligeramente, últimamente Remus estaba recibiendo bastante atención (¿Y cómo no? Moony había regresado de las vacaciones más apuesto que nunca) y por una extraña razón eso no le gustaba nada.
Remus estaba decidido a cambiar de tema, cualquier cosa estaría bien. Y para su salvación, las chicas llegaron, así que se relajó visiblemente y sonrió con sinceridad, aquel gesto no pasó desapercibido para Sirius.
—¡Buenos días, chicos!—Una animada Marlene McKinnon saludó sentándose del lado de Remus.
—Espero que no hayan olvidado encargar las bebidas para la fiesta—dijo como saludo Mary Macdonald sentándose del otro lado de Remus.
—Jamás, tengan por seguro que hoy nos emborracharemos hasta morir, damas y caballeros.—prometió James.—Hablando de eso, tengo que confirmar que todos nuestros amigos tienen conocimiento de nuestra pequeña reunión académica.—se levantó del lugar y caminó hacia la mesa de los Ravenclaws.
—He esperado esto por meses, ahora que es la última entrega de la semana podré relajarme—dijo Marlene mientras se servía un gran plato de comida.
—Marlene, tú siempre estás relajándote—se burló Mary.
Marlene abrió la boca en una gran “O” fingiendo estar bastante ofendida.
—Si no fuera por Lily, Mary y yo habrías reprobado “Cuidado de criaturas mágicas”—le recordó Remus, volviéndose a servir más comida.
—No es mi culpa que esas pequeñas criaturas me odien.
—No te odiarían si no trataras de agarrarlas y sacudirlas todo el tiempo.
—No uses ese tono de maestra buena onda, Lupin.
—¿Qué tono?
—Ese que siempre usas en tus reuniones de estudio cuando alguien acaba de decir algo realmente estúpido.
—Deja en paz el tono de viejita de Remus, recuerda que es un alma vieja en el cuerpo de un chico con bastante hambre como si hiciera mucho ejercicio aunque lo único que hace es leer, pero gracias a su excelente metabolismo no engorda y está esbelto como un modelo. ¿Se notan mis celos?
—Creí que nos estábamos burlando de Marlene, me has traicionado Mary—Remus retrocedió con dramatismo viéndose bastante traicionado.
—Nunca pierdo la oportunidad de burlarme de tu alma vieja y celar tu increíble metabolismo. De verdad te envidio.—Mary sonrió volviendo a su comida.
Continuaron bromeando entre ellos tres hasta que tuvieron que irse a clases.
Sirius no estaba particularmente contento cuando llegó la hora de la fiesta, en primera las chicas se veían muy encantadas con Remus en el desayuno; segundo, varias personas se habían detenido a hablar con Remus en los pasillos y ni siquiera se habían inventado una excusa académica apropiada, resultaba bastante obvio que estaban coqueteando; tercera y la más grave: ¡Remus no se veía molesto, para nada! ¿A dónde se había ido el chico que preferiría no comer chocolate por una semana a hablar con otras personas? Sirius no podía creerlo.
Por alguna rara razón el hecho de que varias personas habían descubierto lo increíble que era Remus lo hacía enojar. Una parte egoísta pensaba: “Yo siempre he sabido que es increíble y apuesto, yo lo reconocí primero.” Otra parte pensaba: “Solo estoy molesto porque quiero protegerlo, no quiero que se aprovechen de él.”
Sirius se aferraba con fuerza a la última, la primera sonaba rara y cruel. Remus merecía más personas que lo quisieran, además nadie podría llegar a amarlo más de lo que él lo hace aunque lo intentaran. Nadie se comparará nunca, Sirius lo amaría más que cualquier persona. Moony era uno de sus mejores amigos, era por eso que pensaba eso y se molestaba, solo estaba preocupado, eso era todo. Ignoraba con fuerza el hecho de que no tendría esos pensamientos si se tratara de James o de Peter. “Moony es especial” se decía así mismo tratando de convencerse.
—Deberías considerar cortar y dejar ese rollo desesperadamente posesivo que tienes con Remus, Sirius—dijo Marlene tan despreocupada, como si no hubiera lanzado una bomba.
—¿De qué hablas?—Sirius no se sentía orgulloso de chillido que había soltado mientras gritaba.
—Llevas exactamente siete minutos mirando con bastante desprecio al grupo que rodea a Rem, siete dolorosos y patéticos minutos actuando como un novio celoso.
Por supuesto Sirius se escandalizó y trató de negar todo con balbuceos sin sentido.
—Además siempre ha sido así, pero este año definitivamente empeoró, ves mal a todos los que se acerquen a tu precioso Moony. Ya era hora de que alguien te hiciera darte cuenta de tus sentimientos y se que yo probablemente no debí haber interferido pero tienes metida la cabeza en tu trasero desde que tengo uso de razón y madurez y francamente estoy harta de verlos a ambos sufrir. Así que sé un maldito Gryffindor y ve a hacer algo.
—Estoy bastante aturdido como para decirte algo ofensivo, pero cuando me recupere, verás mi furia o tal vez te agradezca. Maldita seas, McKinnon.—dijo para salir en busca de Remus.
—Sí, sí. Lo que digas imbécil, ve a sacar la cabeza del trasero. Después me cuentas los detalles.
Sirius corrió para hacer exactamente eso.
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Remus se encontraba en un círculo pequeño de estudiantes de quinto y cuarto año, por extraño que pareciera se estaba divirtiendo mucho, todos eran bastante atentos y divertidos. Él solo tuvo que decir que tenía sed e inmediatamente tenía tres vasos enfrente de él con diferentes bebidas, se sintió muy apreciado. Pudo haber pedido cincuenta galeones y estaba casi seguro que se los hubieran dado sin rechistar.
Este trato se debía a que querían ganarse el corazón de Remus y porque estaban agradecidos de que el chico los ayudara con sus tareas. Poco a poco todos regresaron a sus casas y el pequeño grupo de personas se redujo a un solo chico de Ravenclaw llamado Han que no paraba de alabar las habilidades mágicas de Remus, de verdad se estaba esforzando para conseguir una oportunidad.
—Lo juro Remus, eres magia, no veo otra explicación.—comentó con una sonrisa dándole un trago a su bebida.
—Soy bastante increíble lo reconozco.—el chico elevó la barbilla y sacó el pecho fingiendo petulancia a lo que el otro chico estalló en risas.—Pero hablando en serio, creo que tú también eres bastante increíble Han, en uno de estos días superarás mis humildes intentos de destacar en la escuela con mis geniales actos mágicos.
—¡Lo dudo! Eres una joya que no se puede remplazar, no hay nadie tan increíble como tú y esa es tu magia.
Remus se sonrojó, nadie, además de sus amigos, le había dicho algo así de lindo y no sabía qué decir. No hizo falta, ya que Han se acercó lentamente hasta quedar a centímetros de la boca del Gryffindor pidiendo permiso de acercarse más. Remus terminó con el espacio porque estaba contento, un poco borracho, Han había sido bastante encantador y le gustaba solo un poco y porque estaba desesperado por creer que alguien de verdad lo veía con deseo y podía querer estar con él de esa manera.
Se besaron por un tiempo y las cosas subieron rápidamente de nivel, Han lo acariciaba como si fuera precioso y valioso, lo besaba como si estuviera hambriento de él y siempre hubiera anhelado que esto pasara. Sin embargo, él no pudo evitar desear que el chico que lo estaba besando fuera Sirius, y se sintió terrible por eso.
Momentáneamente, acabó el beso, Han estaba que gritaba de la felicidad, Remus se obligó a sonreír, ambos chicos se despidieron y cada quien se fue a su dormitorio en su respectiva casa con la promesa de que hablarían al día siguiente de lo que pasó.
Por supuesto que Remus estaba bastante aturdido por todas las emociones recién experimentadas, definitivamente no estaba en condiciones para lo que estaba a punto de suceder.
—¿Sirius?—estaba extrañado de que su amigo aun estuviera despierto y sin duda enojado, cerró la puerta de la habitación y entró. Había visto a James coqueteando abiertamente con el pequeño príncipe de Slytherin en la fiesta y después ambos desaparecieron misteriosamente, y a Peter lo vio teniendo un acalorado enfrentamiento de ajedrez con un chico de Ravenclaw. Parecía que ambos se tomarían su tiempo para subir y Sirius lo sabía o jamás hubiera juntado el valor para discutir.
—Oh, así que ya acabaste de follar con ese imbécil—dijo prácticamente escupiendo las palabras. Bien, tal vez Sirius no era muy bueno para sacar la cabeza del trasero y hacer algo apropiado.
—¿Perdón? Soy un hombre soltero, tengo derecho a hacer lo que se me plazca con quien se me de la gana. No eres mi madre.
—¿Tienes derecho a prácticamente follar con alguien en la sala común porque estás soltero?—el tono del chico pelinegro estaba a un pelo de ser considerado altísimo y por lo tanto un grito.
—¿Porqué actúas como si tú no lo hicieras cada maldita tarde de cada maldito día? No tienes derecho a juzgarme—para este punto Remus se había molestado.
—¡No te juzgo! Solo sé que no deberías hacerlo con ese imbécil, no te merece.
—¿Y quién eres tú para decidir eso? Te quiero recordar que yo jamás he dicho esto con ninguna de tus parejas, no me entrometo en esos temas y no hago una escena.
—¡Carajo! ¡Yo sé que no te merece porque nadie pude amarte más de lo que lo hago yo!—Sirius no fue consciente de las palabras que había gritado hasta que vio la expresión asombrada del otro chico. Las cejas de Remus literalmente volaron y en otro momento se hubiera partido de risa, ahora sin embargo, estaba desesperado por tocar a su amigo y convencerlo. Así que era eso, esa era la maldita razón de porqué la furia se había apoderado de él. Él estaba desarrollando ciertos peligrosos sentimientos por Remus. Sin pensarlo lo besó con fuerza, buscaba que el beso expresara absolutamente todo lo que no podía con palabras ser explicado.
Remus pensaba que a diferencia de Han, Sirius era demandante, feroz, pasional. Era el chico que siempre había deseado, su corazón latía con fuerza dentro de su pecho y su mente solo podía pensar en: “Sirius, Sirius, Sirius”. Él despertaba una tormenta eléctrica en su pecho, un incendio que lo quemaba vivo y Remus haría lo que fuera por Sirius Black, incluso arder en llamas.
Estaba bastante confundido, alterado, descolocado cuando el beso estaba por terminar; una parte bastante alocada quería saltar o hacer un mortal, reírse como un loco pues había sentido como si hubiera descubierto algo que necesitaba y anhelaba, como si hubiera encontrado lo que le hacía falta.
Todas las preguntas que se había echo se respondieron: porqué las chicas no eran suficientes, porqué cuando Moony es demasiado cariñoso con otra persona siente que no puede respirar, porqué siente que debe cuidar y proteger a Moony de cualquier cosa y qué haría lo que sea para verlo feliz, porqué siente la extraña necesidad de tocar a Moony todo el tiempo. Era tan simple, tan jodidamente simple: Sirius está enamorado de Remus y hará lo que sea para que él sienta lo mismo. “Gracias, McKinnon” pensó.
Eventualmente el beso termina, Sirius abre los ojos para poder ver a Remus y saber que piensa él de lo que acaba de pasar, sin embargo este los mantiene cerrados.
—Sirius ¿qué significa esto?—pregunta finalmente abriendo los ojos, está tan asustado y confundido, necesita que el otro le haga sentir seguro.
—Que estoy enamorado de ti, como no lo he estado nunca con nadie. Te amo Remus, perdona que me haya tomado tanto tiempo entenderlo.
Remus cree que llorará en cualquier momento.
—¿Cómo puede ser eso posible? Tú eres Sirius Black, el chico más guapo de toda la maldita escuela y yo soy un chico, solo un chico. Es imposible. Debo estar lo suficientemente borracho para imaginar cosas.—dijo soltando una risa con nada de gracia.
—No digas eso nunca más. No te has dado cuenta de lo increíble que eres, pero yo me encargaré de que lo hagas, te lo repetiré tantas veces que dirás que me calle porque estás cansado de escucharme. Además, para mi sería imposible de creer que un chico tan hermoso y encantador como tú me amé, eso es lo único que yo esperaría de ti, que me ames y estés conmigo.
—No es imposible, yo te amo, te he amado por mucho tiempo.—confesó después de unos segundos en silencio.
—Yo también lo hago, te amo más que a nada en el mundo.
—Sirius, ¿están hablando enserió? ¿No es una broma?
—Jamás bromearía con algo así, de verdad estoy enamorado de ti, solo que me tomó bastante tiempo de aceptarlo.
—De haber sabido que besar a otro chico haría que me besaras, lo habría hecho desde hace mucho tiempo.—bromeó.
—¡No puedes besar a nadie más!—chilló Sirius después de soltar un gritito vergonzoso. “Patético” gritaba la vocecita estúpida de su cabeza que tenía un tono similar al de Marlene.
—¿Por qué lo haría cuando Sirius Black está besándome? No tengo idea si lo sabías pero esto era algo que yo deseaba mucho.—Tal vez si Remus recordaba decir esto se moriría de vergüenza, pero en esos momentos se sentía osado y valiente; culpemos al alcohol.
Sirius Black por primera vez se sintió completo y eufórico de felicidad. Estaba enamorado. ¿Por qué le había tomado mucho tiempo darse cuenta?