
El fin para un nuevo comienzo
Habían sido meses muy duros. Y es que nadie habla de cuán duro va a ser la maternidad una vez que tengas a tu hijo en tus brazos... Llevaba dos meses sin poder dormir bien, lo que afectaba mucho en su ánimo y, cualquier cosa que le dijeran, por más pequeña que fuese, la hacía explotar.
Algo tan básico como asearse cada mañana era todo un desafío; disponer de magia en su vida debería haber sido de ayuda, pero ese cansancio extremo que portaba le afectaba directamente en ella. Y Blaise... no estaba siendo de mucha ayuda. Después de que había nacido el bebé, en vez de pasar más tiempo con ellos (tal como había prometido que haría cuando eso pasase), estaba casi el día entero trabajando en la oficina.
Los fines de semana, que eran los días de descanso laboral, inventaba cualquier excusa para irse al trabajo y llegaba a casa hasta muy tarde cuando Pansy estaba tan cansada que apenas si tenía ánimo de reclamarle; solo le escuchaba entrar, besar la mejilla de ambos y acostarse a su lado dándole la espalda. Cuando escuchaba su respiración profunda, se permitía llorar un poco, solo un poco porque había leído que llorar mientras estaba amamantando no le haría bien a su bebé. No podía estar triste por su bebé, no podía reclamarle nada a Blaise porque eso provocaba peleas y si la veía llorar, se enojaba y se iba a dormir a la habitación de invitados. Tampoco se permitía llorar en la soledad del día pues de una manera u otra, acabaría en depresión y si eso pasaba, ¿quién cuidaría a su bebé como correspondía?
Estaba sola. Draco se había ido a vivir a Estados Unidos y Theo llevaba meses fuera del país por trabajo. Era con los únicos que podía contar, a los únicos que les tenía la confianza suficiente para poder hablarles de cómo se sentía, pero tampoco podía quejarse de ellos sobre la actitud de Blaise pues tenía miedo de que estuvieran de acuerdo con él.
¿Ginny? Ginny había sido una amiga un tiempo atrás, pero después de haber roto su compromiso con Harry, apenas si se le veía por alguna parte; es más, después de un tiempo se había dado cuenta que era más amiga de Blaise que de ella. Así que realmente se encontraba sola.
Su bebé se encontraba durmiendo una pequeña siesta matutina, así que aprovechando el poco tiempo que tenía, se dispuso a ordenar y asear su dormitorio. Sabiendo que hacerlo de la manera mágica la iba a dejar agotada (más de lo que ya estaba), decidió hacerlo ella misma. Cuando ya había ordenado la cama y aseado la habitación, tomó el cesto de ropa sucia para llevarlo al cuarto de lavado; a veces Blaise dejaba pequeños papeles en sus bolsillos así que se dispuso a revisarlos. En una de sus chaquetas encontró un sobre pequeño y dentro de este una pequeña fotografía de él sonriendo a la cámara acompañado de... Ginny. Se quedó viendo la fotografía durante unos momentos y al voltearla, notó una pequeña nota: «Gracias por tan maravilloso día, te amo». Sintió como el aire salía de sus pulmones y su corazón se rompía en mil pedazos; ahora lo entendía todo. Blaise no se iba al trabajo como decía, sino que salía cada fin de semana para pasarlo con su amante.
Si pensaba que su matrimonio estaba pasando un mal momento, al ver la fotografía se dio cuenta de su error. Blaise podría estar teniendo una aventura con Ginny o quizás un romance más serio; lo que sea que fuese, ella no podría perdonar jamás una infidelidad. Miró su cuarto, y pensó en los buenos momentos que habían tenido juntos y todo cobró amargura al pensar en cuánto tiempo llevaba engañándole. Solo cuando notó sus manos húmedas, es que se dio cuenta que estaba llorando.
Después de unos momentos en los que se permitió desmoronarse, llorar por pena, rabia y frustración, se acercó a su pequeño escritorio y escribió una carta; una vez finalizada, la envió con la esperanza de que le fuera respondida como esperaba.
Al llegar a casa, Blaise notó que Pansy estaba sentada en el sillón, algo inusual en ella, y que en silencio, observaba a su hijo dormir entre sus brazos.
—Hola, ¿qué tal tu día? —preguntó al acercarse e intentar darle un beso en la mejilla, pero Pansy le corrió la cara. «Ok, al parecer será otro día difícil» pensó. Al sentarse en la silla que estaba frente a su esposa, fue que de reojo vio algo que llamó su atención: una maleta—. ¿Qué es eso?
—Mi maleta —respondió su esposa tranquilamente.
Blaise no entendía... ¿Pansy iba a viajar y él lo había olvidado?
No le dio tiempo a preguntar cuando se escuchó ruido en la sala contigua indicando que alguien había llegado de visita por la Red Flu. Ambos se levantaron para ver de quién se trataba cuando Draco y Theo entraron a la sala. Pansy soltó un suspiro de alivio al verlos y Blaise se acercó a saludarlos, pero Theo le dio un puñetazo que lo arrojó al piso.
Mientras Draco se acercaba a Pansy y la tomaba del brazo, Theo tomó la maleta y se puso al otro lado de su amiga.
—¡QUÉ DEMONIOS TE PASA, THEO, CÓMO TE ATREVES A LLEGAR A MI CASA Y GOLPEARME!
—Oh, créeme, golpearte es lo más bonito que quiero hacer, maldito bastardo —le dijo mientras Blaise se levantaba.
—¿QUÉ ESTÁ PASANDO ACÁ? —exigió saber.
—Pasa que mi hijo y yo nos vamos de esta casa, Blaise —dijo Pansy con ecuanimidad.
—¿Qué?
—No mereces ninguna explicación, la única que se merece una soy yo. Pero no quiero escucharte hoy día, ni mañana, ni nunca.
Blaise no salía de su asombro. Pansy se iba sin saber el por qué y sus dos mejores amigos se la llevaban a ella y a su hijo, sin contar que Theo le había golpeado.
—NO TE VAS A IR DE ACÁ SIN DECIRME EL POR QUÉ.
—No vas a decirle a Pansy lo que puede o no puede hacer, imbécil, no después de que ella te descubriera siéndole infiel —espetó Draco mientras tomaba firmemente del brazo a su amiga.
De todo lo que podría haber imaginado, eso era lo último que esperaba escuchar. No podía ser. ¡Pansy se había enterado! ¿Pero cómo? Ginny no se habría atrevido, estaba seguro. ¡Había sido cuidadoso, por Merlín!
Sin darle tiempo a decir alguna cosa, los cuatro salieron de la sala para irse a la habitación siguiente.
—No, espera Pansy, podemos arreglarlo —decía mientras los veía tomar un puñado de polvo.
La mirada de Pansy lo detuvo. Sus ojos... demonios, ¿cómo no se había dado cuenta de que estaban rojos e hinchados por el llanto? Pero fue su mirada... La decepción en sus ojos fue lo que lo detuvo. Solo al verla comprendió el error que había cometido, el egoísmo y la lujuria que lo había llevado a tomar una decisión incorrecta hacía tantos meses atrás.
—Por favor, Pansy —rogó.
Pero ella no se detuvo; indicando su destino, arrojó el polvo para luego desaparecer. A los segundos sus amigos hicieron lo mismo sin siquiera dedicarle una mirada.
Desde su divorcio con Blaise, había pasado más de un año. Fue un año muy difícil, pero había podido seguir adelante. Draco había vuelto al país desde aquella noche y no tenía intención de volver a Estados Unidos. Theo, si bien seguía viajando por su trabajo, no aceptaba viajes que lo alejaran mucho tiempo. Si alguna vez tuvo dudas de que sus amigos apoyarían a Blaise, ellos durante más de un año habían demostrado lo contrario. Pansy se había ido a vivir con Draco y Narcissa a la Mansión Malfoy y tener compañía había ayudado considerablemente en su ánimo, que pese a que estaba viviendo una etapa muy triste, se sentía tranquila de no estar sola.
Llevaba un mes viviendo en la mansión, cuando se enteró de que el romance de su esposo había terminado. No quiso saber más, eso no iba a cambiar su decisión y para lo único que tenía que hablar con Blaise, era para coordinar las visitas que él debía tener para con su hijo. Su vida privada no era su asunto. No iba a perdonar una infidelidad y no iba a dar su brazo a torcer jamás.
Después de visitar las tiendas, se había pasado a tomar un café y estaba
Narcissa se había ofrecido a pasar la tarde con su hijo y así ella podría salir a hacer lo que quisiese. La verdad es que llevaba un tiempo queriendo cambiar su vestuario y aunque algunos diseñadores iban a la mansión, ella quería salir, tomar aire, cambiar de escenario, así que feliz aceptó su oferta.
disfrutándolo en la terraza cuando sintió que alguien corría la silla contigua y se sentaba. Al girarse, no pudo evitar asombrarse: Ginny Weasley estaba frente a ella, sonriendo ampliamente.
—¿Cómo estás, querida Pansy? —preguntó como si fuesen amigas. No podía creer el descaro de la pregunta; ¿acaso olvidaba lo que había sucedido?
Pansy hizo una mueca de disgusto.
—Estaba bien hace cinco segundos, pero apareciste y todo se arruinó.
—¡Qué bien! —exclamó aplaudiendo suavemente con un gesto de gran satisfacción en su rostro.
Pansy no pudo evitar notar que había algo en Ginny que la hacía verse muy distinta; seguía teniendo buen gusto a la hora de vestirse y maquillarse, pero se notaba a leguas un cambio en su actitud. El timbre sarcástico en su voz, la barbilla alzada denotando arrogancia, y esa sonrisa burlona pusieron nerviosa a Pansy, segura que la recién llegada podría herirla y hacerla rememorar todo el sufrimiento que estaba tratando de dejar atrás.
—¿Es en serio, Ginny? ¿Apareces acá como si nada y saludas como si fuéramos grandes amigas después de lo que hiciste con mi ex esposo?
—Dicen que la venganza se sirve en plato frío —le dijo con voz pausada mientras miraba sus impecables uñas rojas.
—¿Qué? —¿De qué venganza estaba hablando? Nunca, ni siquiera en el colegio habían tenido algún enfrentamiento y en el breve lapso de tiempo en el que fueron casi amigas, se habían llevado de manera excepcional. De repente, un escalofrío recorrió su espalda. No quería estar ahí, pero tal parecía que Ginny la había paralizado con solo mirarla.
—Verás —respondió acercándose demasiado a su rostro en una clara invasión a su espacio personal se acercaba—, nunca he olvidado que gracias a ti —le apuntó con el dedo índice sobre el pecho—, Harry terminó conmigo.
—¿De qué estás hablando? —inquirió apartándose de la mujer y masajeando suavemente donde la había tocado.
—Harry habló contigo la noche del aniversario de la batalla de Hogwarts hace dos años atrás. ¿Lo recuerdas?
Pansy lo recordaba... Habían hablado de todo y nada a la vez. ¿Pero qué tenía que ver eso con su rompimiento? Además, no había sido nada tan importante, nunca fueron amigos, solo ex compañeros de colegio que coincidieron en una fiesta.
—Hablaron del significado de la vida después de la guerra... No sé qué mierda le dijiste, pero lo que haya sido hizo que Harry rompiera conmigo. Tú. Fuiste. La. Culpable —remarcó cada palabra apuntándola nuevamente con el dedo, aunque esta vez con más fuerza
¿Qué ella qué? Ni siquiera podía recordar qué habló con él aquella noche, ¿cómo podía culparla de algo así? Haciendo un esfuerzo por mantener la calma, trató de que su voz sonara firme.
—No tengo idea de qué estás hablando —insistió.
—Por supuesto, es muy conveniente que no recuerdes, ¿cierto? —Ginny, alzando una de sus cejas, se recostó al respaldar de la silla y se cruzó de brazos y piernas—. Pero yo sé lo que dijiste y lo que le dijiste, fue lo que provocó que él terminara conmigo. Así que, prometí vengarme… —Sonrió con sarcasmo—. No fue muy difícil fingir tener una amistad contigo un tiempo y luego meterme en las sábanas de tu esposo. Fue demasiado fácil, pero aún así esperé. Esperé a que te enteraras de una u otra forma. Por más recuerdos que dejara de nuestras escapadas en sus bolsillos, pasaron meses hasta que por fin encontraste uno.
Pansy no podía con su asombro, su café estaba olvidado y lo poco que había podido beber, amenazaba con expulsarlo. No podía creer que Ginny Weasley fuera tan...
—Cuando te enteraste y te fuiste de casa y supe que no ibas a regresar con Blaise, di por terminada mi venganza. Estoy contenta de haber acabado con tu matrimonio, contenta de saber que nunca podrás perdonarlo porque pese a que fue mi venganza, quien te falló fue Blaise y eso, no podrás olvidarlo nunca.
Nada de lo que decía tenía sentido, pero Ginny parecía no pensar igual, puesto que su mirada desafiante al hablar era la de una mujer herida en su ego.
—Fue un gusto hablar contigo, cariño. —Se levantó y empezó a caminar, pero se detuvo luego de tres pasos y con sonrisa maliciosa, añadió—: Saluda a Blaise de mi parte cuando lo veas y dile que es patético en la cama. Era una tortura fingir lo contrario.
Al verla salir de manera tan despreocupada, casi feliz, hizo que Pansy se arrepintiera en el acto de haber salido de casa, pero ¿cómo iba a saber que algo así ocurriría? Hizo un esfuerzo por no llorar, aunque el dolor en el pecho por revivir la traición del hombre que tanto había amado volvió a doler como el primer día.
Al parecer, de una u otra forma, Ginny y Blaise seguirán lastimándola a pesar del paso del tiempo.