
Pidiendo perdón en voz alta.
(Y aún así nadie llega a pedirle perdón a él)
Él es más bajo que todos los niños que ha visto, tiene rodillas huesudas y moretones púrpuras en las mejillas. Su cabello es un desastre y sus lentes siempre están rotos. La ropa nunca llega a quedarle bien y es de un color gris sucio.
El niño se llama Harry .
Pero ha sido llamado de peores formas.
Hubo momentos donde una extraña debilidad hacia que, con cada nuevo insulto, se acercaba a Harry tapando sus oídos y lo llamaba suavemente por su nombre. Quizás como una manera de recordarle quién era. Nunca funcionó, pero al menos hizo el intento.
Harry come con grandes bocados desesperados, que le recuerda a los días de fríos y las noches de miseria. Es común verlo toser mientras se ahoga, demasiado hambriento para preocuparse por respirar. Toma el vaso de agua con manos pequeñas y estas ya tiene pequeños callos, como alguna vez él las tuvo. Su piel esta bronceada y cuando mueve su flequillo se puede ver una curiosa cicatriz.
Alguien pasa a su lado, siempre lo hacen, y tiran toda su comida al suelo, a Harry se le llenan los ojos de lágrimas, pero no llora. Tal vez lo hizo las primeras veces, pero ya no lo hace más. Baja la cabeza y encorva sus hombros como una tortuga. Todos los demás niños rien, y no hay nadie que ayude al niño huérfano.
Él tampoco puede ayudarle.
Y Harry, el niño abandonado por nadie y hambriento de todo, al ver la mirada impotente y malhumorada de la cocinera, abre su pequeña boca y solo dice una cosa.
—Lo siento.
Su voz pequeña y extraña. Cómo algo sin uso. Se agacha a limpiar la comida y parece aún más pequeña. Especialmente su corazón.
—Lo siento.
Y es lo que continúa repitiendo una y otra vez.
(Y aún así nadie llega a pedirle perdón a él)
Sus dedos tienen pequeñas heridas, y su frente suda por el brillante sol del medio día, traga saliva y mira por la ventana.
Su tía le a vuelto a servir otro pedazo de pastel a su primo. Ya está acostumbrado a esta crueldad, al aislamiento y al repudio.
Cierra los ojos, toca su estómago y vuelve a centrar su mirada al jardín. Arranca la maleza y el calor lo está mareando.
No ha crecido mucho. Se ve igual de pequeño, frágil y abandonado. Su cabello sudoroso se pega a su frente y sus mejillas hundidas están rojas como manzana. Sus lentes están torcidos hacia la izquierda y tiene un hematoma verde bajo la barbilla.
Los dedos sangran un poco y la tierra le ensucia las uñas, sus ropas sucias y sudorosas. Parpadea con más frecuencia mientras cabecea y traga saliva cada vez que se agacha.
Parece un punto de colapsar.
La puerta se abre y Petunia sale con un vaso de agua, levanta la cabeza y frunce la nariz. Lo mira como si fuera su mayor misericordia, como si el acto de darle un vaso de agua fuera un acto benevolente. Harry se levanta con prisa y toma el vaso entre sus manos.
No logra tomar ni un bocado cuando esté se le resbala y cae al suelo. El vaso de rompe a sus pies y el ceño de la mujer se frunce antes de agarrarlo del cabello y empujarlo hasta los trozos. El asco está marcado en sus facciones al sentir la humedad.
—¡Mira lo que has hecho, niño idiota! ¡Récogelo!
Él tiembla ante el nuevo jalón, pero no grita ni se queja, sino que permite sumisamente que la mujer le siga jalando el cabello mientras lo reprende. Comienza a recoger los pedazos de vidrio y algunos de estos cortan sus palmas.
—Lo siento, tía Petunia.
La mujer le grita un poco más, como una arpía venenosa y, después de lo que parecen horas, finalmente lo suelta. Harry continúa recolectando los trozos. Sus pequeños hombros tensos y sus piernas temblando.
—Lo siento.
La mujer pasa a la casa y cierra la puerta con fuerza. Él brinca un poco por el ruido y finalmente se levanta, da pasos tambaleantes hasta la basura donde tira los vidrios rotos. Los mira largamente y sus ojos se enrojecen.
—Lo siento.
Lo dice, pero casi parecen palabras para el niño reflejado en esos vidrios.
(Y aún así nadie llega a pedirle perdón a él)
Sus manos se ampollan y la sangre de su cicatriz ciega uno de sus ojos y el dolor es tan intenso que solo puede gritar, siendo Quirrel quien lo acompaña en su agonía. El hombre se empeñaba en lastimarlo aún cuando su rostro parecía convertirse en cenizas.
La piedra filosofal siendo un peso casi aplastante en su pierna y el recuerdo de sus padres parece estar grabado en sus pupilas. Coloca las manos por toda la piel de Quirrel. Porque quiere vivir un poco más hoy, porque tal vez también quiere morir un poco y porque no sabe que está haciendo.
Y el hombre cae mientras se retuerce de dolor, gritando como si se le estuviesen arrebatando el alma, y Harry quiere tapar sus oídos. Él lo hace para el niño.
Se arrastra, porque hay tanto dolor en él que no puede ponerse en pie, y mira más allá del fuego, a la salida. Algo se está creando a su espalda, como un espíritu iracundo y al voltear mira el cuerpo reducido a cenizas de lo que solía ser su profesor.
Algo golpea su estómago ante la imagen y sus ojos se mueven erráticos, dilatados, por todas partes. Su respiración es irregular y errática. Hay gritos de algo dentro de su cabeza y golpea varía veces su mano contra el suelo para mantenerse enfocado.
Su mano comienza a sangrar.
El uniforme es lo único que ha sido de su talla en mucho tiempo, los lentes siguen siendo los mismos y sus manos son iguales de pequeñas. La cicatriz estado más marcada que nunca, siendo un rayo atravesando su ceja muriendo como una degradación en su párpado. Su piel está pálida y sus ojos verdes parecen más oscuros en ese momento.
Harry le da una mirada, como el niño que fue y como la persona que siempre conoció. Su mano intenta alcanzarlo.
Pero nunca lo alcanza.
Dumbledore explica el mecánico detrás del espejo, le habla del destino y la responsabilidad. Habla de la muerte y sus significados.
Dumbledore habla como aquel que a visto todo y como aquel que no tiene nada.
Harry es inocente. No el tipo de inocencia que se espera en un niño, pero si la inocencia de alguien que quiere ser amado. Nunca ha conocido algo mejor, mira los ojos brillantes del anciano y se sumergen bajo los cuidados del manipulador.
Pero no puedes controlar tu pequeño corazón.
—Lo siento— eso es prácticamente un susurro, su voz inundada de lágrimas y sus dedos envueltos en vendas se aferran obstinadamente a la sabanas—. Lo lamento... te maté.
Ah, Quirrel era un hombre nefasto que intento lastimarlo y aún así el niño llora por él.
Es parte de él, siempre pide por otros.
Quisiera que no tuviera corazón, como lo es él mismo. De esa manera, nadie lograría tener esto de él.
—Lo siento...
Dice esas palabras como si realmente esperar el perdón de alguien.
Los muertos no pueden escucharte.
Esas palabras se volvieron constantes.
(Y aún así nadie llega a pedirle perdón a él)
Se dice que cuando nace un hombre poderoso, La Magia se encarga de destruirlo. Tortura su alma, mata su espíritu y hace sangrar su corazón.
Que si el hombre sobrevive a todo eso, ese hombre será tan poderoso como la propia Magia .
Harry Potter no es un niño poderoso, no está a su nivel y aún así ha visto por años como la magia se ha empeñado en machacarlo.
Es casi cómo si alguien, haya muy lejos, lo odiaba demasiado.
Pero también cómo si alguien, aquí muy cerca, lo amaba lo suficiente.
El veneno de basilisco es mortal, no tan rápido como su mirada, pero si mucho más doloroso. Lo ve prácticamente arrastrarse hasta la otra infante, ve un recuerdo tomando vida y un presente llenándose de muerte .
Es curioso como algo atrapado en el tiempo puede causar tanto daño.
Ah, tiene un colmillo en su mano.
Sus ojos son grandes, transparentes y ha visto millones de pensamientos cruzar por ellos en parpadeos. Algo de todo y algo de nada.
Apuñala el diario, el recuerdo comienza a morir y el niño cae a su lado. Cómo si muriera también. En ocasiones arrebatar vidas hace que por consecuencia arrebates partes de ti también.
Y quizás, esto ya ha pasado millones de veces. No como millones de vidas, sino como millones de muertes. Han muerto juntos todos los días, de todos los meses, de todos los años. Y a volver a vivir en ese mismo bucle.
La diferencia es qué, contrario a todas sus muertes, esta vez elimina parte de su alma extraña. Por primera vez.
Un fénix llora por alguien una vez cada cien años, se piden tres deseos a la luna y haces florecer una flor de un árbol marchito. Son solo tres amabilidades. Termina siendo una recompensa para ti.
Harry solo cumplió la primera parte.
Pero esa noche, al verlo cerrar los ojos y sentirse culpable. Hice, como algo codicioso, los otros pasos por él.
Le pedí silenciosamente tres deseos a la luna, todos a su nombre y, con lo poco que quedaba de mi, hice florecer las flores marchitas en el jarrón junto a su cama.
—Lo siento.
Los vivos siempre sienten remordimiento por los muertos. Pero Tom Riddle no debería de tener nada de eso. Y menos ese, que recuerda quién es, pero está demasiado preocupado por quién sería. Sin una identidad propia.
—Lo hice otra vez...
Y lo haré muchas otras.
—Rompí otra alma de nuevo.
No, nunca lo haces, siempre rompe la misma.
—Lo siento.
La tuya .
(Y aún así nadie llega a pedirle perdón a él)
Recuerdo no recordar la primera vez que lo conocí. El niño, prácticamente un bebé, había provocado una tormenta con su llanto, literalmente. Había tanta magia en sus emociones que me sentía sofocado bajo esos sentimientos.
Recuerdo que no sabía su nombre, no entendía porque está a ahí junto a él o porque luego tome su mano.
Pero no nunca pude tomarla.
Aprendí su nombre cuando fue dicho por otros y desde entonces lo sentí cómo algo que siempre estuvo presente en mi mundo. Creí que viviría por él y sabía, muy dentro de mí, que también moriría por él. Cómo algo destinado a estar.
Él sería mi único inevitable.
Me miró una noche, bajo la oscuridad que era ese armario debajo de las escaleras, con sus grandes ojos verdes. Aún sabiendo que era imposible verme ni un poco, Harry nunca supo de mi existencia ni siquiera y solo fue gracias a ese momento, que fui suyo.
Y decidí que eso significaba que él también era mío.
Habían tanto pensamientos confusos en mi mente, no entendía nada ya la vez sentí que podía comprenderlo todo.
Y luego...
Y luego él fue a Hogwarts.
Y ya no me perteneció.
Y ya no era mío.
¿No es horrible perder sabiendo que nunca fue tuyo en primer lugar? Para mí lo fue. Ese día. Y todos los días después de eso.
(Y aún así nadie llega a pedirle perdón a él)
Nunca necesito dormir, me pase noches enteras viendo dormir a Harry, el corazón se le lleno de todo lo malo y lo incorrecto, de todo lo oscuro. Pero nunca permití que eso lo lastimara.
No más de lo que era inevitable.
Y sin embargo nunca puede protegerlo, no importa cuánto lo intente.
Sirius Black es una amenaza desde el primer momento en que escucha su nombre. Un hombre que perdió la cordura en Azkaban y aún así se las arreglo para salir.
Si Harry fuera más como él, si Harry sintiera las cosas como él, nunca se arriesgaría por nadie. Ni siquiera por él.
Y a pesar de que de Harry es el único que tiene y el único que le importa. Él sabe que no es eso para Harry.
Y esas son verdades que lastiman.
Verlo arriesgarse por otros, aferrase a otros y guardarlos celosamente en su pequeño corazón. Harry tiene un corazón pequeño, y eso hace lo hace amar las cosas con mayor egoísmo. Y él sabe que no hay espacio para algo como él en ese pequeño lugar.
Es horrible.
Casi como ser parte del original.
Salvar a Sirius Black y Buckbeak, el hipogrifo. Le da a Harry por primera vez en mucho tiempo algo de calma en su corazón sangrante. Se acuesta y cierra los ojos y aunque las lágrimas manchan su almohada, estás lágrimas son tan diferentes a las otras.
Puede sentirlo.
—Una familia...— dice y él solo piensa en ese niño huérfano en un orfanato en ruinas, ese que deseo calidez y solo fue recompensado con el frío que le congelo el corazón—... realmente tengo una familia.
No hay un padre o una madre, y aunque sus amigos tengan familias que lo aman como parte de ellos, sigue siendo un forastero.
Él sabe que Harry piensa eso, porque él mismo lo pensó antes.
Antes, cuando aún tenía humanidad.
Sirius Black es lo más cercano que Harry tiene como una familia, una familia que lo ama.
Una familia para él.
Lo odia más por eso.
—Lo siento, Harry— sigue diciendo en voz baja—. Espera un poco más.
Se acuesta a su lado y suspira profundamente. Y aunque sabe que es inútil comienza a limpiar sus lágrimas.
¿Lloraría así por mi alguna vez?
La pregunta le hace sonreír, no una sonrisa feliz. Se acercó y beso la última lágrima que recorrió su mejilla.
No importa.
Él está acostumbrado a no tener existencia.
(Y aún así nadie llega a pedirle perdón a él)
Su cabello a crecido salvajemente, sus ojos perdieron suavidad y sus sonrisas son más naturales. Aún le incómodo dar abrazos y pierde la paciencia muy rápido. Se distrae fácilmente y sigue sin manejar bien las multitudes. Tiene una lengua afilada y la única materia que a logrado interesarle es Defensa Contra las Artes Oscuras.
Es su cuarto año, y después de que paso en los Mundiales de Quiddicth pasar desapercibido es su plan más inteligente.
O esa era la idea antes de que el Cáliz eligiera los campeones. Cuando su nombre fue llamado vio como toda la felicidad en Harry se esfumó y hubo tanta resignación en él que fue gracioso.
¿Un año normal? ¿Para Harry? Imposible.
Pero luego miro con más detenimiento la situación. Algo iba a ocurrir.
Y como siempre él no podría ayudarle.
Se dio el tiempo para acercarse tanto a Harry como le fuera posible, sabía que, al menos, bajo los años de almacenar poder, podía hacer algo en un momento clave.
Como salvar la vida de Harry.
La primera prueba era Dragones y gracias a su maravillosa suerte a Harry le tocó el más agresivo de todos. Con los años había aprendido a dejarlo estar. Ya no perdía la cabeza por estas cosas.
La segunda prueba puso su autocontrol en peligro. Harry estuvo a nada de morir ahogado.
Y todo estaba saliendo demasiado bien, teniendo en cuenta que Harry tenía 14 años, menos conocimiento mágico que los demás participantes y estaba prácticamente obligado a participar.
Cuando llegó la prueba del laberinto, todo cayó en su lugar.
Cedric muerto antes de cualquier cosa y Harry siendo parte de un ritual de resurrección tan oscuro que la cicatriz lo acompañaría para el resto de su vida.
Si es que podía sacarlo con vida.
Miro al monstruo, al hombre que ya no se parecía a nada y que se alejo de todo. La ironía sabiendo amarga en su corazón.
Tanto poder desperdiciado en la locura. Tenía recuerdos de querer ser más que una persona, y mírenlo ahí, era básicamente una abominación.
Harry es utilizado como un animal de circo, como un espectáculo, es tan humillante.
La burla, la tortura y la muerte.
Y es cuando se enfrenta que decide dar cada pequeño trozo de poder que tiene para que Harry pueda salir de aquí.
Aún si le costará parte de su vida después.
De alguna manera todo es extraño, aparecen las varitas de vinculan y los muertos por su mano.
Ellos los miran, y él se acerca en silencio para ayudar. Toma la mano de Harry y él casi parece sentirlo, mirando el lugar en donde está. Eso le da el tiempo suficiente para tomar el cuerpo del otro y escapar.
James y Lily Potter lo miran una última vez antes de que todos desaparezcan.
Harry tiene un pequeño corazón demasiado sangrante, eso hace que se culpe por cosas fuera de su control y que su mente caótica recuerde cada palabra que sería mejor olvidar.
Está tan débil que ya no puede verlo, pero sus emociones siempre hacen sangrar sus sentimientos y llena su oscuridad de rojos.
Y puede escucharlo mientras se desgarra.
Puede sentir como se aferra al cadáver frío del chico que apenas conoció.
Puede oler su sangre y sus lágrimas, su dolor.
Puede saborear su culpa y su odio.
Pero no puedes verlo.
No en esta habitación sangrienta.
Se está volviendo loco.
Hay una ira que viene de todas partes y un dolor que no le pertenece. Dale un descanzo, que deje de doler, que deje de sentir.
Mátame .
Solo mátame .
—Lo siento...
¿Por qué?
—Lo siento... Lo siento... Lo siento...
¿Otra vez? ¿Por qué siempre eres tú el que se disculpa? ¿Por qué?
—Perdoname... Lo siento tanto... Es mi culpa.
No, no, no, cállate. No sabes de qué estás hablando.
—Si yo no existiera...
Yo no existiría contigo.
—Si no te hubiera dicho eso...
Morirías en soledad .
—Solo sería yo.
Jamás permitiría que fueras tú.
—La vida me odia.
Eso está bien, yo puedo amarte por ella .
—Lo siento... Cedric.
Y fue ahí donde todo terminó.
(Y aún así nadie llega a pedirle perdón a él)
Cerré los ojos por un largo tiempo después de eso. No sabía que pasaba ni que estaba sucediendo. Solo había un cansancio que me mantenía en un sueño sin descanzo y vi imágenes sin sentidos que parecían recuerdos.
Harry era parte de todos ellos.
Y también el dolor.
Todo era dolor.
Cuando fui algo consciente fueron casi segundos, despertaba y volvía a la inconsciencia. Me sentí yo mismo y a la vez algo extraño y la imagen de Harry solo empeoró. Veía momentos aleatorios de castigos infinitos, de Dementores asqueroso y palabras despiadadas.
Hacia tiempo que Harry no era señalado por otros de esa manera, era como volver a ver al niño de pocos años aguantar sus lágrimas y pedir perdón con una voz desconocida.
Solo que ya no habían lágrimas, y no había nadie con quien disculparse.
Harry deja de sentir.
El frío lo acompañó días enteros y encerró cada dolor en lo más profundo de su mente.
Es ese lugar estaba yo.
Y su dolor me perteneció.
Y estaba bien con eso.
Hasta que otros intentaron usar ese dolor para dañarlo.
Me resistí tanto como pude, perseverando aún cuando Harry gritaba por el dolor, aún cuando sus lágrimas fueron ácidas y sus súplicas dañaron mis oídos.
Aún cuando el cansancio me dejó agotado y sentí que desaparecería, aún cuando note que Harry se estaba consumiendo conmigo.
Lo prefiero así. Ser uno en dolor, ser uno en vida y ser uno en muerte.
Y luego ya no pude.
Sirius Black había muerto. Es extraño como dos sentimientos tan diferentes pueden convivir en un mismo cuerpo, pero nunca olvidaría que era lo importante. Harry siempre fue más importante.
Y lo poco de cordura que Harry guardó para sí mismo como un desesperado intento de mantenerse al día, desapareció.
Fui utilizado como un medio para la posesión, como un objeto sin pensamiento y albedrío. Cómo algo sin libertad. Lo peor era saber con certeza que fui creado para eso.
Y casi privó de esas mismas cosas a la única persona que creí amar en mi vida.
Nunca podemos tachar algo de igual o diferente a la ligera.
Creí que Harry era igual a mí.
Y sin embargo no podíamos ser tan diferentes.
Hasta nuestra manera de amar eran diferentes.
Y eso estaba bien.
Estaba aprendiendo todo eso de él.
También aprendí que el dolor que sentíamos no eran iguales, yo sufría para él y él sufría para otros.
¿Fue cruel?
Fue una crueldad.
Estaba atrapado en el mundo que cree para mí, dónde solo existía él. Y él estaba libre haya afuera, dónde estaba acompañado por muchos.
Muchos que pudieron tomar su mano, muchos que pudieron hacerse escuchar, muchos que pudieron hacerse ver.
No como yo.
Una sombra.
Un último vestigio del alma de un moribundo atrapado en una cicatriz.
Sin una identidad propia, sin ser notado. Siendo la mejor prueba de una profecía destructiva.
Pero era parte de él, al menos.
(Y aún así nadie llega a pedirle perdón a él)
Harry tiene la tarea de aprender de mí.
O bueno, de Tom Riddle.
Hace años que no pienso en mi como él, o como parte de él. Me gusta la idea de imaginarme como parte de Harry, ser su odio, ser su liberación, ser su crueldad y su desahogo. Ser todos sus sentimientos malos para que él pudiera sentir solo los buenos.
No como un alma parasitaria del hombre loco que ha sido uno de los que provocaron todo lo malo en su vida.
Me gusta imaginarme como la parte inconsciente de Harry, imaginarme como otra personalidad que vino al mundo solo para protegerlo.
No como un trozo de un alma corrompida creado en un ritual tan aberrante que le arrebato a sus padres y le dejo una cicatriz maldita.
Me gusta pensar en mi como algo que nació de Harry.
No como algo que casi lo mató.
Ve las memorias de Tom Riddle, su infancia, sus padres y su destino. No siente nada. Era como leer información de algo de lo que eres vagamente consciente de su importancia, pero no te importa realmente.
Así era para mis memorias de Voldemort.
El viejo Dumbledore era más importante en ese momento.
Quizás, como un trozo de alma que uso la muerte para nacer era más susceptible a ella. Eso explicaría porque sabía que Dumbledore estaba muriendo. Y al ser algo oscuro, podía notar esa misma oscuridad en él.
Dumbledore mató a una parte de Voldemort.
Y estaba pagando el precio por hacerlo.
Le da por tarea a Harry descubrir que era un Horrocrux, como si él no lo supiera ya.
Slughorn era la persona menos indicada para hablarle de eso a Harry, demasiado Slytherin escurridizo para mi chico dorado. Habían pocas cosas que Harry podía hacer para lograr hacerlo hablar.
Y sin embargo, Harry se las arreglo para conseguir el recuerdo de aquella conversación.
También para casi matar a Draco Malfoy y conseguir un relicario falso.
Dumbledore muere bajo la mano de un hombre a su cargo, claramente demasiado planeado para ser otra cosa.
Pero Harry no logra verlo así.
A veces quisiera poder ser un peso real en él, ser algo vivo en sus ojos y hacerme escuchar. Ser todo él y que él fuera todo mío.
Escapa.
Vete.
Es una trampa.
Harry.
¡Harry!
¡Niño tonto!
—Lo siento.
Estoy tan cansado de esto. Tan cansado. Quisiera tomar control de él y llevármelo a algún lugar, lejos de aquí.
—Iré en busca de los Horrocrux y los destruiré.
Ah .
—¡Esa es la única manera!
Entonces está bien.
(Y aún así nadie llega a pedirle perdón a él)
No recuerdo bien lo que hizo Harry. No realmente, no recuerdo si fue una oración, una mirada o si por el contrario a todo eso, fue su silencio.
Hay belleza en el silencio.
El alma de Harry es silenciosa.
Me acogió y me hizo parte de si misma, me sano día tras día, año tras año y me protegió de mi propia oscuridad. Todo lo hizo en silencio.
Me gusta pensar en mi como algo que existió para ser cuidado por él. Cómo si Harry fuera las respuestas a la súplicas del niño huérfano, como si fuera el milagro del adolescente perdido y fuera la salvación del alma mutilada. Me gusta pensar en él como mi destino.
Pensar en sus ojos que no son inocentes, pero que aman con inocencia, me gusta pensar en sus manos rústicas, pero de agarres gentiles, me gusta pensar en su cuerpo lleno de cicatrices, pero sanando interiores.
Me gusta pensar en su vida como una maldición como pago por su alma llena de bendiciones.
Harry Potter que me tiene como una magia aberrante atrapada en su frente, pero nunca me noto como tal sino hasta el final de todo.
Yo soy un Horrocrux, Harry.
Él piensa entregar su vida a otros.
Yo pienso entregar mi vida por él.
Sirius, Remus, James, Lily, Harry y yo. Todos parecemos escoltarlo hacia su destino, ellos como su familia más cercana que pueden, de alguna forma, verme y Harry, que solo puede verlos a ellos, aferrándose a sus palabras que lo invitan a morir.
—El niño que vivió... vino a morir.
Harry no dice nada, aprieta la piedra en su mano y yo estoy a su lado. Beso su cicatriz y me pongo frente a él. Lo miró a los ojos y casi parece que Harry también lo está haciendo.
—¡Avada Kedavra!
Sonrío.
Oye, Harry, a pesar de mí.
Despídete de esta alma que te acompañó por 16 años.
Despídete del mundo oscuro detrás de tus ojos y del otro lado del cielo en tus sueños.
Despídete de mí, por favor, que tengo miedo.
Despídete de mí, ¿bien?
Y quizás, bajo los gritos silenciosos de mi alma, Harry sí se despidió.
Pero no lo escuché.
Cerré los ojos.
(Y aún así nadie llega a pedirle perdón a él)
Abre los ojos y prácticamente salta fuera de la cama. Está sudando, temblando como un loco y ha estado llorando.
Estaba soñando, pero ya no lo recuerda.
Ha pasado tanto tiempo desde la Batalla de Hogwarts y esto ocurre cada noche.
Se está volviendo loco.
La fatiga, el vacío y la soledad lo volverán loco.
Toca su pecho, su corazón latiendo aún exaltado y vuelve a acostarse.
—Lo siento...
No sabe porque se disculpa.
—Lo siento.
Así como cuando en la noche en que murió no sabe porque dijo adiós.