Se necesitan dos demonios para bailar un tango

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Se necesitan dos demonios para bailar un tango
Summary
¡Noticia de última hora! La princesa del infierno está embarazada.¿El problema? No sabe quién es el padre. Atrapada en este gran misterio, Charlie busca la manera de dirigir su hotel, salvar su relación con su novia, lidiar con la opinión de sus padres y las críticas de todo el infierno mientras se enfrenta a las dificultades de ser mamá. ¿Podrá lograrlo? O fracasará hasta caer hacia el oscuro pozo del fracaso...
Note
"It's not always about money..."https://www.youtube.com/watch?v=txniR3oHNqo
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La verdad entre las sombras

Una lujosa limosina se estacionó frente al hotel. De la cabina del conductor bajaron Razzle y Dazzle, quienes volaron hacia la puerta de los pasajeros. Razzle abrió la puerta y ambos entraron a la limusina y salieron cargando un asiento portátil para bebe y una pañalera azul. Después de ellos emergió del interior Charlie Morningstar, cargando a su bebé en sus brazos. La princesa vestía una camisa holgada color rosa pastel con un listón negro en el cuello, pantalones negros y zapatos blancos de punta negra.

Charlie bajó su vista y miró a Silas acurrado en su pecho, con sus pequeñas manos jalando la tela de su camisa. La princesa sonrió con cariño y habló suavemente. “Bienvenido a casa, cariño.”

Acompañada de sus mayordomos cabra, Charlie caminó hacia el hotel. Al llegar a la entrada fue recibida por Angel Dust, quien estaba parado frente a las enormes puertas con su elegante uniforme rojo. “¿Lista para hacer tu gran entrada?” -Preguntó con una sonrisa.

“Sí.” -Respondió con determinación.

Entonces, el demonio araña abrió lentamente las puertas. La luz del interior golpeó el rostro de Charlie y la vista que tenía ante ella le hizo sonreír de inmediato: fue recibida por globos de colores flotando a su alrededor y paredes adornadas con guirnaldas festivas y pancartas que proclamaban “¡ES UN NIÑO!” y “BIENVENIDO A CASA” Sabía sin dudarlo que era obra de Vaggie. ¿Quién más pondría tanto amor y cuidado en ello? Como si la convocara con sus pensamientos, la esbelta figura de Vaggie emergió de las sombras del pasillo y caminó hacia ella. Sus labios se encontraron en un tierno beso. Separándose, Vaggie acarició suavemente la cabeza de Silas con una sonrisa.

“Por fin estás aquí.” -dijo la chica polilla.

Antes de que Charlie pudiera decir algo, Angel se acercó a ambas chicas. “Les recuerdo que hay una fiesta al final del pasillo así que, ¡¿qué estamos esperando?!” -Exclamó con entusiasmo.

Las chicas sonrieron en respuesta y juntos caminaron al gran salón del hotel, donde los esperaban los demás residentes y una pequeña fiesta de bienvenida que Vaggie había preparado. Tan pronto como entraron a la fiesta llena de decoraciones todas las miradas de los invitados se posaron en la princesa. Todos se quedaron en silencio hasta que Angel los regañó alzando la voz.

“¡No se queden ahí parados idiotas! ¡Saluden a Charlie y al pequeño Silas!”

Al instante todos saludaron. “Hola. Bienvenidos. Bienvenidos a la fiesta. ¡Ey! ¡Es una fiesta, no una guardería! ¡¿Y ese niño?! ¡Se coló un niño a la fiesta!”

Cherry salió de la multitud y se acercó a Charlie. “Bienvenido a la fiesta enano” -la pelirroja lanzó confeti al aire, creando una lluvia de colores que cayó sobre la madre y el niño. Silas sonrió y agitó su mano en el aire, intentando atrapar los pedazos de papel.

Antes de que Charlie pudiera decir algo, su novia la garró de los hombros. “ven conmigo cariño.”

“¡Oh! De acuerdo.” -Respondió Charlie mientras la chica polilla la guiaba al escenario.

Vaggie sentó a la princesa en un trono de color dorado con un arco de globos detrás y dos floreros. La chica polilla se paró a un lado de Charlie y alzó la voz para captar la atención del público.

“¡Oigan todos! Los que quieran ver al bebé y ofrecer sus obsequios formen una fila. El resto puede continuar disfrutando de la fiesta.”

Los demonios así lo hicieron. Aquellos que traían bolsas de regalos y cajas decoradas se acercaron a saludar a Silas y dejaron sus obsequios junto a Charlie. La princesa se sorprendió por la enorme cantidad de regalos. Definitivamente no esperaba que tantos residentes del hotel se preocuparan por ella, pero le calentó el corazón ver todas las caras curiosas apiñándose a su alrededor esperando su reacción ante el contenido de los regalos. Eran su familia, este grupo de inadaptados que otros consideraban un caso perdido. Sólo ella persistió, tratándolos con amabilidad, y esta fue su recompensa. Charlie se sentó en el suelo junto a la pila de obsequios y Vaggie se unió a ella, tomando a Silas en sus brazos para que Charlie no tuviera que preocuparse por él ni un minuto. La nueva madre extendió la mano, tomó una elegante tarjeta adornada con bordes dorados ornamentados de la parte superior de uno de los regalos y la abrió de inmediato. Era un mensaje de sus padres, sus distantes y ocupados padres que no podían estar allí en persona. Si bien su ausencia le dolió, el hecho de que la hubieran recordado y su reconocimiento a Silas la llenó de una felicidad agridulce. Se aferró a la esperanza de que tal vez, solo tal vez, estuvieran comenzando a ablandarse y aceptar a su nieto.

Niffty colocó un regalo envuelto impecablemente delante de Charlie. La princesa desató la cinta y quitó las capas, revelando una colección de pequeños suéteres y gorras. Como había prometido, Niffty los tejió ella misma basándose en las sugerencias de diseño de Angel Dust. Charlie seleccionó una pequeña gorra con un arcoíris bordado en el lado delantero de la pila perfectamente ordenada. Tomó a su bebé de los brazos de Vaggie y sentó a su hijo en el suelo del escenario. Le colocó a Silas el pequeño gorrito que tejió Nifty y se llevó las manos en su pecho y musitó un “Awww” al ver su hijo, pero el niño se quitó el gorro y gruñó en desacuerdo. Al ver la reacción del bebé los pecadores que estaban de pie debajo del escenario respondieron con una carcajada unánime. Charlie comenzó a desenvolver los regalos restantes, revelando cada vez más ropa y juguetes. Con esta abundancia, se dio cuenta de que fácilmente podría proveer no solo para uno, sino para tres niños con la gran cantidad de regalos que tenía frente a ella.

El último regalo era una versión para bebes de “golpea al topo” con su propio martillo. Silas observó el regalo mientras su madre lo miraba luciendo satisfecha. “Muy bien, creo que este es último.” -Comentó. Luego alzó la vista y miró al público con una sonrisa. “Muchas gracias a todos por sus maravillosos obsequios.”

La chica polilla se puso de pie y miró la multitud frente a ellas. “Ahora dispérsense.” -Dijo de forma autoritaria.

“Disfruten de la fiesta.” -agregó Charlie alegremente mientras los invitados se alejaban del escenario, dejando a ambas chicas a solas con la montaña de regalos.

De pronto unos horribles gritos llamaron la atención de las chicas. Los gritos provenían del juguete de “golpea al topo” con el que Silas estaba jugando en ese momento. Con el martillo en su mano, el bebé golpeó a las criaturas que salían de sus madrigueras y gritaban de dolor al recibir un golpe. Con el rostro reflejando su inocencia, Silas continuó golpeando con el martillo mientras soltaba una risa infantil al mismo tiempo que las criaturas gritaban de forma desgarradora.

Al ver al niño jugar, Vaggie frunció el ceño con preocupación. “¿No crees que le está dando el mensaje equivocado?”

Con la vista en su hijo, la princesa respondió. “Tal vez.” -Fijo su atención en su novia y agregó. “¿Podrías traer otro juguete?”

Vaggie asintió. “Vuelvo enseguida.” -Dijo antes de caminar hacia el otro extremo de la enorme pila de obsequios.

La princesa volvió a fijar su atención en su hijo y le arrebató el juguete de sus pequeñas manos. Al ver la acción de su madre, Silas frunció el ceño y se quejó en protesta. “¿Uh…? wua, bah, bah… ¡bah!”

Charlie sonrió, frunciendo las cejas, e intentó consolar a su bebé. “No, bebé. Este juguete no es bueno para ti.”

De pronto, el demonio de la radio se materializó de pie frente a la princesa y la miró hacia abajo con una enorme sonrisa. Su voz llena de estática resonó en el ambiente. "Veo que por fin has vuelto.”  -bromeó Alastor mientras inclinaba la cabeza hacia ella. "Con tu... paquete de alegría, como dicen.”

Charlie y Silas alzaron la vista y miraron al demonio de la radio. El bebé lo miró confundido y ladeó la cabeza. “¿Uh…?” -balbuceó.

La princesa saludó a su socio comercial con una sonrisa. “Oh, hola Alastor. ¿Podrías ayudarme a destruir de este juguete?” -Preguntó Charlie, ofreciéndole el juguete para bebés al demonio ciervo.

Alastor objetó alegremente. “¿Por qué? Yo creo que es un juguete muy educativo. Después de todo estamos en el infierno y ese pequeño tuyo necesita familiarizarse con los gritos de sufrimiento, ¿no te parece?”

Charlie agitó su cabeza en señal de negación, con una enorme sonrisa en sus labios color carbón. Al ver la reacción de la princesa, Alastor chasqueó los dedos de su mano derecha y al instante el juguete infantil desapareció de las manos de Charlie. “Sabes, cada día resulta más difícil creer que tú eres la princesa del infierno. Sin ofender.” -Dijo en broma.

Charlie se puso de pie sosteniendo a su hijo en sus brazos y miró a Alastor con una sonrisa. “No me ofendo. Por cierto, ¿le trajiste un regalo a Silas?”

“¿No crees que ya tiene suficientes regalos?” -Comentó, mirando de reojo a la pila de obsequios mientras Vaggie buscaba un juguete para Silas.

Charlie miró la montaña de juguetes y se rió ligeramente. “Si, tienes razón.” -Regresó a ver al demonio de la radio y le extendió los brazos, sosteniendo al bebé con una mirada orgullosa de madre primeriza iluminando su rostro. “¿Quieres sostenerlo un momento?”

“Gracias, pero estoy bien.”

“Vamos Alastor. No te morderá.” -Dijo Charlie poniendo a Silas en las manos del demonio de la radio.

El demonio ciervo estiró los brazos para alejar al bebé de su elegante traje rojo. Desafortunadamente Silas le estornudó en la cara antes de que pudiera alejarlo lo suficiente. Alastor cerró los ojos al instante mientras Charlie se reía ligeramente al ver que su bebé había arrojado un poco de baba en la cara del demonio de la radio.

Él entreabrió los ojos y miró al bebé en sus manos. “Hm… es más ligero de lo que pensé.” -Comentó de forma casual ignorando la baba en su rostro.

“Es un bebé prematuro, así que es más pequeño que los bebes normales.”

Alastor volteó a ver a la princesa fingiendo interés. “¿A sí?”  -Preguntó, ensanchando su sonrisa y abriendo más los ojos.

Charlie ignoró su sarcasmo y respondió amablemente. “Sí, y por eso hay que ser muy cuidadosos con él.”

“Oh, entonces… ¿no debo hacer…? ¡Esto!” -Exclamó arrojando al bebé al aire.

Al instante la sonrisa de Charlie se desvaneció y su cuerpo se tensó al ver a su bebé ser arrojado por Alastor como si fuera un balón. Pero quedó más confundida al ver que el demonio de la radio usó su magia para evitar que el bebé callera al suelo. Ahora Charlie contemplaba atónita a Silas flotar frente a ella, con la magia de Alastor envolviendo su pequeño cuerpo con una luz verde. Ajeno al mundo a su alrededor, Silas miró fascinado el suelo mientras agitaba sus manos y pies en un intento por encontrar algo en donde apoyarse.

“Uh… ¡uhm! ¡uhm!” -balbuceó

Alastor bajó al pequeño Silas usando su magia y lo regresó a los brazos de su asustada madre, quien lo recibió sin dudarlo y lo apretó contra su pecho. “… ay satán.” -murmuró Charlie cerrando los ojos. “Casi me da un infarto.”

El demonio de la radio giró sobre sus talones y le dio la espalda a la princesa, murmurando en francés. “Au revoir princesse.” -Dijo antes de dar un par de pasos para alejarse de ella.

En ese momento Caiphus hizo acto de presencia y se acercó a la princesa con la vista fija en el demonio de la radio. “Ese sujeto me da escalofríos.” -Comentó frunciendo el ceño con desagrado. Luego regresó a ver a Charlie con una sonrisa. “Por cierto, puedo cargar al bebé.”

Charlie abrió los ojos y lo miró con sorpresa. “¿eh…?” -murmuró. “¡Oh!, Por supuesto.” -Respondió entregándole al bebé y luego agregó sonriendo con nerviosismo. “Solo promete que no lo lanzaras como un balón.”

“¿Por qué haría eso?” -Preguntó confundido mientras sostenía a Silas.

“Ahm… no lo sé.”

De pronto el bebé comenzó a retorcerse, gruñir y estirar los brazos exigiendo volver con su madre. Caiphus intentó calmarlo, meciendo a Silas torpemente. “Oye, para. Soy yo, tu papá.”

Charlie recuperó al niño y lo sostuvo de nuevo en sus brazos. De pronto Vaggie se unió a ellos, sosteniendo un peluche de cerbero en sus manos. “No parece que le gustes mucho, papá.” -comentó Vaggie en broma con una sonrisa.

Caiphus cruzó los brazos sobre el pecho y frunció el ceño. “El niño de mamá.” -murmuró en voz baja.

Charlie sonrió en tono de disculpa mientras le daba unas palmaditas suaves en la espalda al bebé. “Es que todavía no se ha acostumbrado a ti.”

Silas estiró sus brazos al ver el peluche en las manos de Vaggie. Entonces ella se lo entregó con una sonrisa. “Aquí tienes.” -Silas agarró el peluche y lo mordisqueó.

Charlie enfocó su atención en Caiphus y Vaggie. “Bueno, creo que tengo algo de hambre, así que iré a picar el bufé.” -Dijo antes de bajar del escenario y caminar entre la multitud con Silas en sus brazos.

Vaggie miró a su novia irse y luego se giró hacia el sabueso. “Oye, necesito que te encargues de llevar esa montaña de regalos a la habitación de Charlie.” -Ordenó, señalando la excesiva cantidad de regalos en el suelo.

El sabueso regresó a ver los regalos y frunció del ceño. “¿Qué?” -Musitó y regresó a ver a la chica polilla con indignación. “¿Por qué siempre tengo que encargarme de estas cosas?”

Vaggie frunció el ceño y puso las manos en sus caderas. “En primer lugar, esas cosas son de tu hijo, así que alégrate por ello y ayúdame a guardarlos.”

Caiphus rodó los ojos. “Bien.” -Respondió con resignación y caminó hacia la pila de regalos. Se agachó y tomó todos los objetos que pudo en sus enormes brazos, luego se puso de pie y caminó hacia el ascensor, dejando caer accidentalmente un par de juguetes en el piso. 

Vaggie lo miró con detenimiento y luego suspiró. Después bajó del escenario y caminó hacia la multitud para buscar a Charlie. Pero en medio de su búsqueda escuchó accidentalmente la conversación entre dos pecadores.

"¡El bebé es tan lindo!" -Comentó el primero, un demonio serpiente con una piel rosada vibrante. "¡Me dan muchas ganas de tener uno también! Lástima que solo los nacidos del infierno puedan tener hijos..."

“Lo sé, ¿verdad? -El segundo demonio, una pequeña criatura parecida a una rata, asintió con la cabeza y sus bigotes se movieron. “¿Pero te has dado cuenta? No se parece a Caiphus. En absoluto.”

Su compañero se rió entre dientes. "Y parece muy enojado por eso, ¿no?"

Los engranajes en la mente de Vaggie comenzaron a trabajar. Lo que decían esos pecadores era cierto. Silas no se parecía en nada a Caiphus. Por un lado, era bueno, ya que no había nada que ganar con los genes del perro del infierno, pero también planteaba preguntas. Tal vez las orejas eran similares, pero Vaggie no estaba tan segura. Algo se sentía mal y no podía deshacerse de esa sensación. Decidida a encontrar una respuesta, la chica polilla buscó entre la multitud a Baxter. Afortunadamente lo encontró en una esquina siendo acosado por Nifty, quien no paraba de hablar mientras Baxter bebía su vaso de refresco en silencio, con el ceño frunció.

“El otro día pasé cerca de tu puerta y escuché algo como… un clic, clic, clic y luego un ¡bang, bang, bang! Y después un ¡Wuash!”

Vaggie se acercó a ellos y se agachó para estar a la altura de Nifty. “Hola Nifty, ahm… Ya desocupamos el escenario así que, ¿podrías ir a limpiarlo?”

“¡Por supuesto!” -Respondió alegremente antes de salir corriendo.

La chica polilla fijó su atención en Baxter y abrió la boca para tomar aire. “Hola.” -Dijo intentando sonar casual.

“Hola.” -Respondió él con simpleza.

“Ahm… sé que eres científico y… quería saber cuál es la probabilidad de que un hijo no se parezca a su padre.”

Baxter cerró los ojos y resopló. “Déjame adivinar… ¿Tú también tienes dudas sobre el hijo de la princesa?”

Vaggie abrió los ojos con sorpresa y luego apartó la mirada de él con incomodidad. “Odio admitir esa parte, pero si no soy la única que lo piensa, por algo ha de ser.”

Baxter miró detenidamente a Vaggie con los ojos entrecerrados. Luego bajó su vista hacia su vaso y lo agitó levemente, mirando con desinterés el líquido moverse en círculos, mientras respondía de forma vaga según sus conocimientos. “Las probabilidades dependen de los genes dominantes de ambos padres, además de otros factores. Así que el hecho de que el hijo de la princesa se parezca más a ella no es una sorpresa, sino un resultado de las probabilidades.”

Vaggie negó con la cabeza. "No, no es solo eso. Silas tiene algunas características que no son como las de Charlie... y tampoco puedo encontrarlas en Caiphus.”

Baxter tomó otro sorbo de su bebida y agregó. "A veces los niños sólo empiezan a parecerse a sus padres cuando son mayores. Y a veces no se parecen en nada a ellos, pero son la viva imagen de sus abuelos. La genética es un campo de estudio fascinante.”

Vaggie lo miró con un interés evidente en sus ojos. Nunca había profundizado en las peculiaridades del trabajo del flemático científico ni en sus capacidades, pero ahora una idea comenzaba a tomar forma en su mente.

“Baxter...” -empezó a decir, vacilante, mientras pensaba en sus palabras. “¿Podrías... hipotéticamente hablando... averiguar si alguien es el padre de otra persona? Sé que en la tierra existen esa clase de pruebas.”

“Para tu información conozco las pruebas de paternidad.” -respondió, sonando ofendido. “Pero no soy medico certificado ni cuento con el equipo para hacer tal cosa, así que te aconsejo ir a una clínica en tu tiempo libre.”

Vaggie sabía que Baxter tenía razón. Con su estatus real, Charlie recibía mucha mejor atención que los demonios ordinarios, y podía hacerse la prueba de inmediato. Pero Vaggie no quería que ella supiera de sus sospechas, al menos no de inmediato. Los últimos meses habían sido una montaña rusa de emociones para la princesa: desde la conmoción de un embarazo inesperado hasta la alegría abrumadora de traer una nueva vida al mundo, todo sucedió tan rápido. Charlie merecía un respiro, y Vaggie simplemente no quería sobrecargarla más con las dudas que acosaban sus propios pensamientos. Tal vez solo estaba pensando demasiado, pero los eventos recientes plantaron una semilla de sospecha en su mente. Las palabras de los pecadores, la falta de parecido con Caiphus...

Si tan solo Charlie, o cualquier otra persona, recordara lo que sucedió en esa fiesta.

Esa maldita grabación era lo único que Caiphus tenía para respaldar que era el padre. Vaggie se detuvo por un momento... pero ¿y si la grabación no era auténtica? ¿Y si alguien sobornó a 666 News para que lo transmitiera? ¿Cómo habían tomado todas las pruebas sin considerar otras posibilidades? La revelación de la aventura de Charlie sorprendió tanto a todos en el Infierno que automáticamente la aceptaron como una verdad cómoda que convenientemente llenaba los recuerdos faltantes. Después de todo, lo único que sabían es que Charlie y Caiphus estaban charlando juntos en la fiesta. Pero ¿qué prueba eso?

Si Caiphus no era el padre de Silas, entonces ¿quién lo era?

Baxter observó la mirada de inquietud en el rostro de Vaggie, intrigado por su lucha interna.

Ella no podía sacar conclusiones precipitadas sin pruebas concretas. Compartir sus sospechas con Charlie prematuramente solo le causaría un dolor innecesario. ¿Y si después de todo ella estaba equivocada? Ir a un hospital era demasiado arriesgado. Alguien podría verla allí y, entonces, solo sería cuestión de tiempo que los paparazzi y Charlie se enteraran. No, no podía hacer eso. Por injusto que fuera, Vaggie tenía que tomar el asunto en sus propias manos. En secreto. Y Baxter iba a ayudarla.

“Baxter. Necesito pedirte un favor. Y si prometes ser discreto al respecto, yo te prometo mantener a Nifty lejos de tu laboratorio, ¿te parece bien?”

El demonio pez la miró detenidamente unos segundos antes de reírse entre dientes. “La probabilidad de que cumplas con tu palabra es de un 50%, así que necesito una prueba factible para saber que hablas enserio.”

“¿Qué clase de prueba?”

Baxter respondió de forma sarcástica. “Hm… no lo sé, tal vez algo referente a lo que buscas. Como una muestra de ADN tanto del padre como del niño. Preferiblemente sangre, aunque si no tienes las agallas para pinchar al bebé, la saliva también funciona."

“Hecho.” -Declaró Vaggie poniéndose de pie y dispersándose entre la multitud.

 

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En los confines de su habitación, la princesa se paró frente a la cuna que ella había instalado junto a su cama. Después de convivir con sus invitados, Charlie se despidió y subió a su cuarto. Con la delicadeza de una madre primeriza, ella alimentó a su hijo, lo bañó y lo vistió con su mameluco, preparando al niño para tomar una siesta. En ese momento Charlie esperaba que Silas se quedara dormido después de un ajetreado día de nuevas experiencias. Pero a pesar de sus mejores esfuerzos por adormecerlo, el pequeño demonio parecía tener mucha energía. Su querido regalo del infierno estaba acostado boca arriba, agitando sus diminutos brazos y piernas mientras miraba a su madre. Charlie suspiró con resignación y lo recogió con cuidado. Luego salió de la habitación para llevarlo a dar un paseo como lo había hecho muchas veces antes de que naciera. El destino perfecto parecía ser el jardín de la azotea del hotel, que había sido construido hace semanas y donde le gustaba descansar, contemplando la hermosa vista de la ciudad pentagrama.

Charlie subió lentamente las escaleras hasta el piso superior y abrió la estrecha puerta de metal, que era el único acceso a la azotea. Como era de esperar, el jardín estaba tranquilo, pues todo el mundo estaba disfrutando de la fiesta. Ella se acercó hacia un banco de madera y se sentó, empujando a un lado una botella de vino olvidada con el pie. Los débiles sonidos de risas y música llegaban desde los primeros pisos del hotel, indicando que la fiesta de bienvenida estaba en pleno apogeo y continuaba incluso sin la princesa y su bebé.

Sintiéndose inquieta, Charlie se puso de pie y caminó hasta el borde del tejado, sosteniendo con cuidado a Silas para que pudiera ver el vasto panorama de la ciudad pentagrama que se extendía frente a ellos. La princesa extendió su brazo libre y señaló hacia el horizonte mientras conversaba con su hijo con una voz suave.

“Mira, Silas. Esta ciudad es tu hogar. Puede que esté llena de gente mala y egoísta, pero también es un lugar donde la redención es posible para cualquiera lo desee de todo corazón. Yo sé que no todos están interesados en cambiar, pero el cambio transforma las cosas en algo muy hermoso. Por eso quiero ayudar a cambiar el infierno, porque quiero darte un Infierno que sea diferente, un Infierno donde puedas ser tú mismo, cometer errores y aprender de ellos hasta llegar a ser la mejor versión de ti. Y un día, será tu responsabilidad gobernarlo y protegerlo. Y estoy segura de que harás del infierno un lugar maravilloso, ¿no es así, mi pequeño rayo de sol?” -Apegó su rostro al de su hijo y acarició el costado de su cara con ternura.

Los ojos de Silas exploraron el paisaje y su pequeña mano se extendió para tocar el horizonte. Los ojos de Charlie brillaban de amor y determinación mientras contemplaba al niño que había llegado a su vida de forma tan inesperada. Silas, ajeno a la magnitud de su existencia, se acurrucó satisfecho contra el pecho de su madre, con sus pequeños dedos enroscándose alrededor de la tela su camisa color rosa.

“Eres mi mayor regalo, Silas.” -susurró y el bebé la miró. “No tienes idea de lo mucho que significas para mí. Te he amado desde el momento en que me enteré de tu existencia.”

Silas balbuceó un suave “uhm…” en respuesta, y su pequeña boca formó una sonrisa casi traviesa. Este pequeño era un milagro precioso que Charlie aún no podía comprender del todo. Sus orígenes permanecían envueltos en un recuerdo borroso que ella no podía recordar: una sola noche que había cambiado su vida para siempre. Pero había algo en Silas, algo en su sonrisa, que le resultaba... familiar.

Inconscientemente, Charlie comenzó a tararear una canción. Era una melodía extraña, una que había escuchado antes pero no podía recordar cuándo ni dónde. Para su sorpresa, la misma melodía parecía resonar en algún lugar cercano. Charlie alzó su vista y miró alrededor de la azotea, buscando la fuente del misterioso sonido. Sus ojos vagaron hacia la torre de radio de Alastor, pero el letrero de “On Air” seguía apagado y las ventanas de la torre estaban a oscuras. ¿Podría venir de abajo?

Silas en sus brazos bostezó, su pequeña boca abriéndose y cerrándose, sus diminutos párpados se volvieron pesados. Charlie se rió entre dientes, presionando un suave beso contra su frente somnolienta. Silas finalmente se quedó dormido, sintiéndose seguro y amado en el abrazo de su madre. Y tan inesperadamente como la música comenzó a sonar, se detuvo, dejando a Charlie reflexionando sobre su origen y los secretos que puede contener.

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