
¿Cómo podrías comenzar a describir a Harry Potter?
— Alguien con mucho sentido de la justicia, además de divertido. Un gran amigo.— Diría Ron Weasley.
— Alguien carismático, pero muy imprudente. Además de ser un poco irresponsable cuando se trata de hacer tareas. — Respondería Hermione.
— Bueno... es alguien amable, divertido. Y un poco suicida. — Aseguraría Neville.
— Guapo, gentil, carismático. Un chico de ensueño... — Cho exclamaría con voz soñadora.
¿Pero cómo lo describiría Draco Malfoy?
— Competitivo, idiota, tonto, vengativo, imprudente, obsesivo, explosivo, calculador, ambicioso, guapo, coqueto, descarado, amable, carismático, divertido, ocurrente, valiente... — Enumeraría con voz monótona. — Y sobre todo, nada, para nada gentil. — Admitiría con fingido pesar.
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— ¡Malfoy!
Draco detuvo su paso. La voz del idiota de su novio resonó en todo el pasillo.
Pansy y Theo se pusieron a la defensiva inmediatamente, mirando con ojos entrecerrados al chico de gafas que se acercaba a ellos. Blaise pasó su mirada del Gryffindor a Draco, levantó una ceja en una muda pregunta que no fue respondida y después sonrió con picardía.
Draco le enseñó el dedo medio de manera discreta.
— Potter. — Saludó con su usual arrastre de palabras. — ¿Se te ofrece algo?
Potter se hubiese acercado un poco más de no ser porque Parkinson y Nott ya tenían las varitas listas por si había que enfrentarse a un duelo.
— Creo que tú lo sabes mejor que nadie. — Fue lo único que respondió antes de pasar de largo, con una sonrisa que se le antojaba depredadora.
Cuando el chico dobló en una esquina para desaparecer de sus vistas, fue cuando Pansy no pudo evitar atormentarlo con preguntas.
— ¿Qué fue eso?, ¿Está insinuando algo?, ¿Te coqueteó?, ¿Es un tipo de broma?, ¿O peor, una amenaza?
Draco no respondió a ninguna de sus cuestiones, simplemente divagó un poco para cambiar de tema para seguir con su día. Afortunadamente los Slytherin sabían que si no eran llamados a meterse en un asunto, lo mejor era callar y esperar.
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Después de tomarse una ducha salió a hacer su ronda de perfectos. Eso no era nada más que una excusa para escaparse hacia la sala de Menesteres, el lugar en el que siempre se encontraba con Potter para hacer todo tipo de cosas. La mayoría de las veces lo ayudaba con sus tareas o simplemente convivían, pero, si Draco consideraba que Potter se había portado bien a lo largo de la semana... le daba un regalo.
Así que, caminó por los pasillos solitarios, su única compañera era la oscuridad misma.
El "enfrentamiento" con Potter por la tarde era una clara invitación para verse, y Draco no estaba del todo en desacuerdo. Después de todo, era obvio para lo que lo quería.
Cuando llegó al quinto piso, caminó tres veces frente a una pared hasta que de ella emergió una enorme puerta. Sin espera más entró y para su sorpresa, Potter ya se encontraba dentro del lugar, sentado sobre una acolchonada cama grande en dónde también había una caja de color rosa pastel con tres peculiares equis dibujadas en ella.
— Draco. — Saludó, su mirada depredadora sobre él hizo que su piel se erizara. Se puso de pie, ni siquiera le dió tiempo de saludarlo de regreso cuando ya había sido acorralado contra la puerta, la cual ya estaba cerrada con seguro. El rostro de Potter fue directo a su cuello, olisqueando el dulce aroma de manzana que emana Draco. — Merlín, de verdad que es cansado tener que fingir odiarnos. No sabes cuántas veces deseé a lo largo de la semana tenerte solo para mí. — Se presionó más hacia Draco, quien se rió suavemente al sentir los pequeños besos que repartía en su cuello. A veces era tan extraño para él ver a Harry actuar como un pequeño Crup y a la vez como un León hambriento.
— Lo sé, Potty. — Envolvió sus brazos alrededor del cuello del Gryffindor. Le encantaba sentir la calidez de su cuerpo contra el suyo, además del aroma a cedro que desprendía. Era como oler la frescura de un bosque. — ¿Para qué me llamaste? — Decidió preguntar, a pesar de ser obvia la respuesta.
Harry, en respuesta, succionó justo donde la manzana de Adán de Draco se encontraba, lo que ocasionó que el Slytherin suspirase de manera entrecortada.
— Creo que la pregunta sobra. ¿No te parece, amor?
Draco rió, fue un sonido gutural que salió desde lo profundo de su garganta.
— Bueno, ¿Qué estás esperando entonces?
Harry no necesitó nada más para atrapar los adictivos labios de su novio, envolviendolos a ambos en un abrasador beso. Su lengua comenzó a lamer con ímpetu los labios de su Draco, pidiendo permiso para profundizar más el beso, lo cual fue aceptado con gusto.
Mientras su lengua se adentraba en la cavidad bucal del rubio, sus manos se apresuraron a quitarle lo más rápido posible la túnica de Slytherin. Ansiaba tocar la delicada y sabrosa piel de su chico, delinear con sus dedos las curvas de su cadera, pellizcar los pezones que seguramente ya se habían puesto erectos.
La túnica finalmente fue quitada del camino y sin cuidado comenzó a desabotonar la camisa de Draco, lo que ocasionó que algunos botones salieran volando por los aires. El Slytherin ni siquiera se inmutó, más concentrado en las caricias que la lengua de Harry le proporcionaba a la suya propia, más las ardientes manos que habían comenzado a acariciar su pecho. La camisa también fue dejada de lado. Harry se separó solo un poco para poder apreciar la hermosa piel lechosa de su novio, no pudo evitar morderse el labio con lujuria. Ansiaba poder probar cada rincón, por más escondido que estuviese. Explorar los extremos del chico y hacerlo gritar de éxtasis una y otra vez hasta que su vista se nublara.
Atacó el cuello de Draco, sus manos no dejaron el pecho del chico, siguieron las caricias ahí mientras se encargaba de dejar todas las marcas que le fuesen posibles con su boca.
— Harry... — Dejó salir en un jadeo. El sonido de la voz entrecortada del Slytherin mandó una electrizante réplica al interior de sus pantalones, gruñó. Con su rodilla presionó de manera tentativa la entrepierna de Draco lo que ocasionó un melodioso gemido lastimero de su parte.
No aguantaba la espera. Ninguno de los dos la aguantaba.
Draco lo empujó un poco, obligándos a separarse. Antes de que Harry pudiese decir algo, ya estaba siendo arrastrado hacia la cama en dónde lo empujó sin cuidado. Sus pupilas se dilataron por el deseo al ver que su hermoso novio comenzaba a desabrochar sus pantalones.
Sonrió de lado, él también comenzó a desnudarse, creando todo un espectáculo para Draco. Quería que lo viera, que lo deseara tanto como él lo hacía.
Cuando ambos estuvieron desnudos, Harry jaló al Slyherin para que se sentara sobre su regazo. De manera inevitable sus miembros se rozaron. Ambas glandes se encontraban rosadas, además de palpitar por la anticipación y el placer de estarse probando una vez más. Tomó ambos penes, comenzando a masturbarlos a la par, los dulces gemidos de Draco resonaban en la estancia, el eco amplificaba el sonido desesperado de sus respiraciones.
— Draco. Draco. — El nombre de su novio salía de sus labios con todo el amor y deseo que sentía, con todo lo que pudiese trasmitir en el momento. El placer comenzaba a envolverlo, un ardiente fuego comenzó a albergarse en su vientre, quemando todo a su paso por la desesperación de liberarse de una vez.
— Harry... ¡Mhmn...! — Sus manos se aferraron a los hombros del Gryffindor, se retorcía sobre su regazo, moviendo sus caderas a voluntad para crear un poco más de fricción. — Carajo, Potter... — Siseó cuando Harry inclinó su rostro para comenzar a chupar y morder los pezones del chico, dejándolos hinchados y rosados. Amaba probar los lindos botones de su Draco. — P-Por favor... ¡Agh! — Gruñó cuando Harry presionó la punta de su glande.
— ¿Qué es lo que quieres?, dímelo, ¿Qué quieres ahora? — Preguntó entusiasmado, excitado por lo que sucedería.
— Maldita sea, quiero que me folles. ¡Ahora!
Harry no se hizo del rogar. Cambió posiciones con fluides y tan pronto como lo tuvo acostado contra el colchón a cuatro patas, tomó ambas nalgas y las separó para revelar el pequeño orificio de Draco, el cual palpitaba por la anticipación. Se acercó para comenzar a morder el suave y redondo trasero de Draco, asegurándose de dejar marcas y chupetones que solo él podría apreciar en otro momento. Draco gimió aferrándose a las sábanas, moviendo de manera involuntaria su cadera en busca de más.
— Estás muy ansioso... — Se burló sin malicia mientras se inclinaba una vez más, su lengua comenzó a delinear la entrada y se deleitó por la manera en que el ano de Draco se contraía. Sin esperar más, penetró el agujero de su novio todo lo que pudo, casi riéndose por la manera tan desesperada en que el chico movía sus caderas, además de que sus piernas habían comenzado a temblar.
— Harry, más... por favor, má- ¡Agh...! — Aún con su lengua dentro, decidió meter uno de sus dedos, el cual adentró lo más que pudo hasta que sintió lo que buscaba. Se separó para poder meter un segundo dedo y con vehemencia comenzó a acariciar el punto dulce de Draco.
Los gemidos resonaban por toda la habitación, cada vez más fuertes y exigentes. Cuando la entrada estaba lo suficientemente dilatada, Harry le dió la vuelta a Draco. Amaba verle la cara cuando hacían el amor, amaba ver esas expresiones que solo eran guardadas para él, amaba ver cómo su rostro reflejaba todo el placer que sentía cuando lo llevaba hasta el orgasmo.
Se posicionó entre sus piernas, alineó su pene contra la entrada del Slytherin y comenzó a entrar lentamente. Las manos de Draco se aferraron a su espalda, dejando rasguños en busca de algo que lo mantuviese lo suficientemente cuerdo.
— ¡Harry! — Gritó cuando entró en su totalidad, quedándose quieto para que se acostumbrara a sus dimensiones. Draco dejó escapar un suspiro entrecortado, asintió para darle a entender que podía comenzar. Harry se inclinó para atrapar los labios de su novio en un suave y delicado beso antes de comenzar a embestirlo lenta pero profundamente. Los suspiros y jadeos de Draco eran música para sus oídos, era adictiva la forma tan descarada con la que gemía con soltura.
Las embestidas se hicieron cada vez más rápidas y duras, el sonido de sus pieles colisionar esa sumamente lascivo. Era un sonido que a más de a uno haría sonrojar, además de los fuertes gemidos de ambos que no dejaban nada a la imaginación.
— Oh por... ¡Más rápido! — Harry obedeció, acariciando las curvas de Draco, besándolo con ímpetu.
El fuego en su vientre creció, sus movimientos se hicieron más erráticos, la respiración de Draco se agitó todavía más. No paraba de gemir.
Con una última embestida terminó por correrse en el dulce interior de Draco, pero no detuvo ahí las embestidas, esperando a que su novio alcanzara también el orgasmo, el cual no tardó mucho pues poco tiempo después se derramó entre ellos, manchando su vientre y pecho.
Draco amaba la sensación del semen de Harry dentro suyo, dejando marca permanente. La calidez del líquido lo hacía sentirse tan deseado. Cuando Harry salió de su interior, él cerró sus piernas con fuerza para que la semilla de su novio no saliera de él.
Ambos se quedaron recostados uno al lado del otro cuando se separaron. Harry los cubrió con una cobija, puede que estuviesen aún calientes por lo que habían hecho pero afuera de la candente habitación estaba el frío ambiente otoñal, con sus vientos fuertes y sus lluvias esporádicas.
Envolvió a Draco entre sus brazos, acariciando con cariño la espalda baja del chico, que ya se había acurrucado contra su pecho y que comenzaba a quedarse dormido.
— ¿Qué tenías planeado realmente? — Preguntó con voz adormilada.
— ¿A qué te refieres?
— La caja. — Draco respondió, se estiró un poco y se apartó para quedar cara a cara. — Cuando llegué te ví con una caja. ¿Qué había en la caja?
— Oh, la caja. Lo olvidé por completo. — Se lamentó. — Bueno, es inevitable olvidar todo lo demás cuando te tengo a tí enfrente. — Sus manos bajaron hasta el trasero de Draco, el cual comenzó a amasar.
— Maldito idiota pervertido. — Dijo avergonzado, dándole un puñetazo en el pecho sin real fuerza. — Pero ya en serio. ¿Qué hay en la caja?
Harry se quedó callado un momento, una idea cruzó por su mente.
Sonrió de esa forma que Draco solo podría catalogar como retadora.
— ¿Qué tienes en mente? — Preguntó con una sonrisa traviesa, esa misma que ponía cuando estaba por aceptar algún desafío.
— Bueno... ¿Te crees capaz de estar todo un día con un vibrador puesto?
Draco sabía muy bien lo que era un vibrador. Existían en el mundo mágico, solo que eran un poco menos "efectivos" que los del mundo muggle.
— Claro que me creo capaz.
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— ¡Mhm...!, Carajo, es incómodo.
Al día siguiente, tal y cómo había aceptado. Harry le ayudó a ponerse un vibrador, uno algo largo y redondo que era controlado por un control remoto pequeño, el cual estaría en el poder de Potter todo el día. Era extraño e incómodo, pero no se iba a echar para atrás, no, claro que no.
Harry lo veía con una sonrisa lasciva, con su dedo aún en el interior de Draco, empujado más profundo el vibrador hasta que estuviese en contacto con su próstata.
Jadeó al sentir un astibo de placer, tragó saliva, respirando de manera temblorosa cuando Harry por fin abandonó su interior, se había alejado un poco para admirar la maravilla que se le presentaba.
Draco Malfoy, el príncipe de Slytherin, su supuesto enemigo estaba recostado en la cama, recién duchado, totalmente desnudo y con las piernas abiertas de par en par sólo para él; chupetones en su pecho, cuello y torso, mordidas en el interior de sus muslos y marcas de manos es su cadera. Y ahora tenía un vibrador metido en el trasero para una constante tortura que se llevará a cabo todo el día.
— ¿Incómodo, dices? — Se burló de manera juguetona. — Eso ya lo veremos. — Tomó el pequeño control y presionó el botón de encendido. De inmediato comenzó a vibrar en el interior de Draco, sacándole un suspiro ante la nueva ola de sensaciones. — ¿No es suficiente?, ¿Qué tal si subimos el nivel? — Del nivel uno subió de manera brusca hasta el nivel cinco, vibraciones contantes, además de moverse en círculos estimulando el punto dulce del Slytherin. Draco gimió aferrándose al respaldo de la cama, mordiendo sus labios para no dejar escapar más sonidos vergonzosos. — Es perfecto, ¿No lo crees? — Lo apagó, se acercó a su novio y le plantó un dulce y casto beso que fue correspondido.
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— ¿Draco?, ¿Qué te pasa?, ¿Te sientes bien? — Preguntó algo extrañada, Pansy.
— S-si, no eh... no pasa nada. — balbuceó, sosteniéndose de sus piernas como si su vida dependiera de ello. El vibrador había comenzado a moverse, no tan fuerte como en la sala de Menesteres, pero sí lo suficiente para querer hacerlo jadear.
— ¿Seguro? — Theo también se preocupó, mirándolo con ojo crítico. Draco hizo un ademán con su mano para restarle importancia, mejor dirigió su mirada al frente, encontrándose con la mirada de Harry desde la mesa de Gryffindor, quien sonreía de manera arrogante y presumida.
Idiota.
Fue como si el chico leyera sus pensamientos porque subió el nivel un poco más, se sintió temblar ligeramente en su lugar a la par de que sus mejillas comenzaban a arder. Su respiración comenzaba a ser más erratica.
Sus puños se apretaron en los cubiertos, estampó su frente contra la mesa lo que ocasionó que sus amigos se alarmaran más, incluso el siempre risueño de Blaise.
— ¿Draco? — No respondió, se quedó callado. Temía que al abrir su boca saliese cualquier otro sonido en lugar de una respuesta.
Comenzó a transpirar, el sudor bajando en pequeñas gotas por su nuca y frente. Su entrepierna comenzó a doler.
Aún con lo que estaba sintiendo, se obligó a incorporarse con su usual máscara de indiferencia, a pesar de esto, sus mejillas estaban sonrojadas.
Terminó su desayuno rápidamente y sin decir nada más salió del comedor con la excusa de haber olvidado un libro en su habitación. Su caminar fue lo más fluido que pudo, estaba tenso y se tambaleaba un poco con cada paso, pero finalmente logró salir de los ojos curiosos de los alumnos.
Fue directo al baño, se encerró en un cubículo y puso un hechizo silenciador. La intensidad pareció subir varios niveles más, gimió en respuesta. Ahora lamentaba haber aceptado el reto, era muy excesivo todo ésto, aunque extrañamente placentero. La adrenalina que corría en sus venas por estar en un lugar público, a la vista de todos y de Harry, intentando aguantar cualquier tipo de quejido, jadeo o gemido para evitar ser descubierto. Oh Merlín santo, se excitó más ante la idea de alguna vez hacerlo con Harry en un lugar público con la posibilidad de ser descubiertos en cualquier momento.
— Salazar... — Suspiró aliviado cuando las vibraciones se detuvieron, tal vez Harry le estaba dando un momento de tregua. El cual aprovechó.
Se bajó los pantalones, gruñó de manera desesperada al ver el bulto escondido tras su ropa interior. Se acarició por sobre la tela, haciendo patrones circulares sobre su protuberancia.
— Carajo. — Bajó su boxer y sacó su erecto miembro. Lo tomó entre su mano, acariciando su glande y delineando sus testículos. Suspiros entrecortados salieron de su boca, sus piernas temblaban ligeramente por las réplicas que le había causado el vibrador. Comenzó a masturbarse, moviendo su mano de arriba a abajo de manera frenética, imaginando que en realidad era la mano de Harry la que le estaba proporcionando el placer. Su polla palpitaba, el líquido preseminal salía solo para manchar su mano y suelo. El fuego en su vientre era abrasador, sentía el éxtasis comenzar a recorrer sus venas. Un gemido gutural resonó en el cubículo cuando finalmente terminó, todo el semen salió disparado hacia la puerta.
Dejó que su cuerpo comenzara a relajarse, su respiración volvió a la normalidad. Tomó su varita y con un hechizo no verbal limpió los reciduos que habían quedado. También se limpió él mismo, eliminando el sudor y semen en su mano.
— Maldición... — El día sería largo.
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— No ahora... ahora no, por favor. — Murmuró para sí mismo, cerrando los párpados con fuerza y aferrándose a la mesa.
La clase de Pociones había transcurrido con normalidad, hasta que Harry había decidido que era un buen momento para hacerlo sufrir.
¡Con el profesor más temible y observador de Hogwarts!
Y no solo eso, ¡Era su puto padrino!
Si Severus se enteraba de lo que estaba haciendo y con quién... Ni siquiera quería imaginarlo.
Volvió a abrir los ojos, fingiendo prestar atención a la clase cuando en realidad estaba planeando la forma más lenta y dolorosa de asesinar al estúpido de su novio.
La clase se le antojó eterna. Cuando terminó prácticamente salió corriendo hacia su habitación en Slytherin. Al fin y al cabo, esa era su última clase.
No iría a cenar, eso era un hecho. No sabiendo que Harry estaría ahí para torturarlo de esa manera.
Lo que no imaginó es que el mismo chico que lo hacía sufrir lo hubiese seguido bajo esa tonta capa de invisibilidad.
Cuando se encerró en su habitación, inmediatamente supo que algo no iba bien. El que Harry apareciera de la nada solo lo confirmaba.
— ¿Ya no puedes resistir más? — Preguntó con tono burlón, acercándose peligrosamente a su espacio personal.
— Eres un maldito imbe-
No pudo terminar de hablar cuando Harry ya lo había atrapado en un lujurioso beso, mordiendo sus labios y succionando su lengua. Draco se resistió un poco solo para hacerse del rogar, además de que sí que estaba un poco molesto por lo que le había hecho en la clase de Pociones, pero tan pronto el ambiente comenzó a calentarse entre ellos, simplemente se dejó llevar por todas las sensaciones.
Pronto, ambos ya se encontraban sin ropa. Draco con las muñecas apresadas sobre su cabeza por una corbata, gimiendo con soltura por la deliciosa mamada que le estaba dando Harry. Acariciando sus bolas y chupando su glande.
— ¡Harry, por Merlín...! ¡Mhm...! — El vibrador fue encendido a su máxima potencia, podía ver estrellas por todas las sensaciones que le provocaba estar a la merced de Potter.
Sus gemidos parecieron encender algo más en Harry pues se separó, tomó el pequeño lazo que salía del orificio de Draco y lo aló sin cuidado, sacando el vibrador de su interior.
Draco gritó de placer, dolió, claro que dolió un poco, pero fue más el placer de sentir el vibrador deslizarse hacia afuera sin detener sus movimientos que no pudo evitar gemir.
Harry se colocó entre sus piernas, alineado su polla junto en su entrada.
— Draco... mhm... — Gruñó cuando comenzó a deslizarse en su interior, sintiendo las adictivas paredes de Draco apretarse alrededor de su erección. Joder, hacerlo con Draco siempre se sentiría como la primera vez.
Se inclinó para atrapar los hermosos labios de su novio en un candente beso mientras comenzaba a mover sus caderas contra Draco, el sonido de sus pieles haciendo eco en la habitación. El hermoso cuerpo de Draco solo para él, su lechosa piel manchada por marcas rojizas a lo largo de todo su cuerpo, algunas por la noche anterior y muchas otras recién hechas hace un momento. Sus manos se dirigieron a sus pezones, los pellizcó y torció con suavidad. El rostro de Draco en ese momento era simplemente erótico, orgasmico por sí mismo. Podría correrse en cualquier momento si se le presentaba enfrente ése lascivo rostro.
Embistió más rápido, más profundo hasta que Draco se corrió en un grito desesperado, casi convulsionado del puto placer y sintiéndose abrumado por las sensaciones. Harry lo siguió un segundo después, llenando su interior con la viscosidad de su semen.
Se quedó dentro de él incluso cuando se recostó a su lado, abrazándolo por la espalda y besando su nuca. Repartiendo caricias en su cadera y cintura, susurrando palabras cursis que hacían sonrojar a Draco.
Sí, amaba los momentos íntimos y candentes entre ellos. Esos momentos que los hacía gritar de placer, pero podía decir que incluso amaba más lo que pasaba después de eso, los mimos, las caricias, cuidar y limpiar el cuerpo del Slytherin.
Amaba por sobretodo también las miradas dulces y traviesas de Draco, sus dulces besos y bromas sarcásticas.
Amaba quedarse dormido a su lado, acurrucado uno contra el otro.
— ¿Ya te había dicho lo mucho que te amo? — Preguntó, su voz un poco adormilada.
— No, hoy no. — Respondió Draco, riendo un poco y disfrutando de los cálidos brazos de Harry a su alrededor.
— Pues te amo, y mucho.
— Yo también te amo, cara rajada. — Harry se quejó por el apodo, mordiendo con suavidad el hombro de Draco. — No seas animal, Potter. — En respuesta, el mencionado se carcajeó.
Sí, lo que pasaba después era lo que más amaba.