Draco dormiens nunquam titillandus

Harry Potter - J. K. Rowling
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Draco dormiens nunquam titillandus
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Harry se sabe perfectamente el lema de Hogwarts, Draco dormiens nunquam titillandus.

Hermione le dijo el significado una vez:"No hagas cosquillas a un dragón dormido."

Siempre pensó que alguien tendría que estar loco como para hacer semejante locura.

Hasta que ese loco se volvió él.

Draco no se quería levantar de la cama y Harry no lograba sacarlo de ella por ningún medio.

—Draco, amor, cariño—dijo con voz cansada—. Levántate, vamos a llegar tarde a la boda de Ron y Hermione.

La noche anterior habían salido a festejar la despedida de soltero (muy hecha a última hora) de Ron y ambos volvieron borrachos y cansados a las 4 de la mañana.

Harry se despertó por Draco, quien lo empujó al suelo.

Con una gran resaca miró la hora en el pequeño reloj de mesa (regalo de Hermione por su último cumpleaños), y vio con horror como marcaba las 10:45.

Esperamos veros a las 12:00 en la Madriguera.

Atentamente, Ronald Weasley y Hermione Granger.

—¡La boda!—gritó.

Si de por sí a Draco le costaba una hora y media en arreglarse y tenían que ir antes al callejón Diagon a comprar el regalo de bodas; estaba claro que llegaban tarde.

—¡Despierta!—gritó, intentando despertar a su novio.

Lo único que consiguió fue un gruñido y que le diera la espalda mientras se tapaba hasta la cabeza con la manta.

Si no fuera que Harry estaba entrando en crisis mientras imaginaba la regañina de Hermione y de la señora Weasley por llegar tarde hubiera pensado que esa acción fue adorable.

—No me dejas otra opción.

Harry recordó la primera vez que le hizo cosquillas a su novio.

Se despertó rápidamente y fulminó a Harry con la mirada.

Luego quemó la cocina.

Aunque eso puede ser que intento hacer un pastel de manzana y acabo con todo fuera de control. Draco no era tan bueno en la cocina como lo era en pociones.

Se echó a la cama y le arrancó la manta, ganándose un quejido. Y le empezó a hacer cosquillas intensamente.

Draco estaba retorciéndose de la risa mientras intentaba escapar sin éxito de Harry.

—¿Despierto?—le preguntó.

—S-sí. Estoy despierto—consiguió decir Draco entre risas.

Una vez calmado, se levantó y fulminó a Harry con una mirada que conocía muy bien.

Era la misma mirada que le lanzaba cuando se comía la última manzana, cuando se olvidaba de su aniversario de primera cita, cuando llegaba diez minutos tarde o cuando perdía a Snowline, la serpiente albina de casi un metro del rubio y al que quería mucho más que a Harry.

—Date prisa Draco. La boda es dentro de una hora y aún no tenemos el regalo—dijo Harry bebiéndose rápidamente su taza de café recién hecha y quemándose la lengua.

—¿Cómo que regalo?—preguntó esté saliendo con una túnica negra elegante puesta a medias.

—El de la boda—dijo Harry mientras intentaba hacer algo con su pelo.

—Eso está resuelto—dijo, y Harry sintió un golpe en su espalda.

—¿Qué diablos?—exclamó y miró lo que Draco le había tirado. Un pequeño paquete envuelto en papel de regalo dorado y con un lazo rojo en forma de flor.

—Es un apartamento en Francia, al lado de la costa—le explicó—, también tiene un cheque de 500 galeones para muebles en una tienda mágica, aunque si quieren también funciona en las tiendas muggles de esa empresa.

—¿Cu-cuándo hiciste esto?

—No todo el mundo dejamos las cosas para el final Potter. Sabía que no comprarías nada hasta el último momento así que me tomé la libertad de prepararlo un poco antes. Ahora pásame la poción para la resaca.

Al final llegaron a tiempo a la boda, Draco se había preparado rápidamente y acabó siendo el que esperaba a Harry. Esta se celebraba en la Madriguera y vieron el emotivo momento en donde la pareja aceptaba unir su vida con la del otro.

Los regalos fueron entregados y cuando Harry y Draco les entregaron el suyo vieron la cara de sorpresa de ambos.

—No hacía falta—dijo Hermione—, esto es muy caro. Una casa en Francia y 500 galeones...

—No es un regalo Granger—le replicó Draco—, solo es una manera de asegurarme de que me traerás algo del mismo nivel cuando yo me case.

La chica sonrió sabiendo que el rubio no lo decía en serio (esperaba).

—Potter, ven acá—le llamó su novio.

—¿Qué has hecho Harry?—le preguntó su amiga, sabiendo que Draco sólo llamaba a Harry por su apellido cuando había hecho algo que enfadó al rubio.

—Nada importante Mione—le contestó y se fue a donde estaba el rubio sin dejar hablar a su amiga.

Draco estuvo comportándose normal; bailando en la pista, hablando educadamente con la gente, actuando como si no tuviera una tormenta de ira en el interior hacia Harry y diciendo en voz alta cada cierto tiempo lo encantadora que era la boda.

Esa noche ambos volvieron tras haber cenado con los Weasley.

Cansados, se prepararon para ir a la cama y dormir de una vez las horas de descanso que necesitaban.

—Buenas noches Dragón—dijo Harry.

Draco no le contestó.

💤🐉💤

Un mes más tarde.

Harry estaba cansado.

Se había ido a una misión hace dos semanas afuera del país.

Volvía con la intención de encontrarse con su pareja y tener un buen momento; compensando el tiempo que estuvo separado de él.

Cuando llegó a casa lo primero que notó al abrir la puerta fue un olor a quemado.

—¿Draco?—preguntó.

—¡Harry!—escuchó y fue empujado hacia atrás cuando su novio se tiró sobre él.

—¿Qué es ése olor?

Draco le sonrió con una encantadora sonrisa.

—He hecho tu pastel favorito para darte una buena bienvenida—le dijo.

Harry le sonrió de vuelta y fue en dirección a la cocina.

No vio la sonrisa maléfica de su novio.

Lo que encontró al entrar fue un fuerte olor a quemado y manchas por toda la cocina. Había rastros de comida quemada y había una tarta de melaza sin quemar y en aceptables condiciones.

Horas más tarde.

—Señor Potter, ya se puede marchar—le dijo el medimago—. Evita comer y hablar alto o sino tendrá problemas más graves y le tendremos que ingresar. Vuelva mañana por la mañana sin haber desayunado para saber si puede comer sin riesgo. ¿Entendido?—Harry asintió.

Salió de la habitación y se encontró a un despreocupado Draco esperándole con una sonrisa maléfica.

Después de comerse el primer trozo del pastel, Harry empezó a reír intensamente mientras Draco le miraba desde la puerta de la cocina. Luego de media hora o más riendo acabó con un dolor de estómago y de garganta intenso.

—Ha tomado una poción de risa. Son usados frecuentemente como broma hacia alguien, aunque las consecuencias son muy dolorosas. No le podemos administrar nada ya que se pueden producir efectos de risa prolongada si lo hacemos—le dijo el medimago—. Tampoco podrá comer ya que activaría los efectos de la poción. Estará sin poder hablar durante unos días.

Aunque nada de lo que dijo le prohibía castigar a su novio por eso.

Ron se encontraba en la puerta de la casa de su amigo cuando escuchó gritos del novio de Harry.

Volvió a casa con la cara completamente roja y no pudo contestar a ninguna pregunta de su mujer.

Al día siguiente Draco se levanto con todo el cuerpo adolorido. Su novio ya estaba despierto, le sonrió y le besó.

—Vuelve a despertarme como en el día de la boda de Granger y Weasley y te ingresaré en San Mungo por haber tomado una poción extraña por "accidente". A ver como sobrevives—le susurró.

Harry abrió los ojos sorprendido al saber la razón por la que su novio le hizo eso.

¡Fue hace un mes!

Esa amenaza funcionó para que Harry nunca más se atreviera a molestar a su novio cuando dormía. Ya que este era un dragón dormido, y a un dragón dormido no hay que hacerle cosquillas.

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