Cayendo en las manos del enemigo

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
Cayendo en las manos del enemigo
Summary
Tom Riddle alfaSeverus Snape Omega
All Chapters

Capitulo 5. Final

"—Dime por favor, ¿En qué te eh fallado, Tom? Te eh servido en todo lo que me haz mandado y eh obedecido sin dudar ni por ningún segundo. Eh prevalecido en dónde otros te han fallado. ¡Me niego a creer que esto es verdad! —lágrimas corrían cómo dos pequeños ríos sin caudal, por aquellas sonrosadas mejillas. Los ojos color avellanas reflejaban un enorme dolor y tristeza, mezclados con grandes piscas de irá y traición.

La distancia que los separaba era bastante corta, pero por algún razón, se sentía como si en vez de dos metros se sintiera como kilómetros de distancia. Su castaño y ondulado cabello, caía suavemente por sus hombros, y su peinado se encontraba un poco despeinado, sin darle una apariencia de desarreglo, al contrario, le daba un aire más tierno, pero eso ya no importaba, sus delgados labios temblaban mientras intentaba contener los sollozos, teniendo en cuenta de que a su alfa, odiaba los lloriqueos. Apretaba con fuerzas la palma de sus manos, enterrando sus uñas en su tierna carne, en espera de una respuesta a sus desesperadas preguntas.
—¡Respóndeme Tom! ¿¡Que eh hecho mal para provocarte este arrebato tan despiadado!?— no tenía varita en mano, se encontraba desarmada, después de todo, nunca la había necesitado cuando tenían sus encuentros fortuitas con su otra mitad.

—No eres tú querida, soy yo—una risita sardónica escapó de su boca, sin pena ni vergüenza por el eco que resonó en aquel lugar —En realidad, si eres tú, mi querida Sonya. Me haz servido obediente e implacablemente, y no creo encontrar a otro siervo como tú qué me deleite con tus infinidad de habilidades para hacer uso en mis planes; sin embargo, no haces mella en lo que busco para mí, aún si eres mi pareja destinada. No siento y no tengo esa satisfacción contigo. Eres débil, careces de esa fuerza que anhelo y necesito de alguien que tiene que ser digno para poder pararse a mi lado y decirse mi pareja— con lenta parsimonia, se acercó hasta donde se encontraba la pequeña mujercita, que temblaba tal vez en shock, ira, rabia hasta tal vez, desprecio de si misma, pero eso, ahora no le importaba en absoluto.

En realidad, no sentía nada más que una pequeña pizca de ¿Duda? Por lo que pronto sucedería. Fue un juguete bastante útil, pero no el suficiente para poder quedarse a su lado, ya no le servía ni satisfacía una vez que alcanzó su meta. Una herramienta que cumplió con su utilidad, debía ser desechado inmediatamente sin contemplaciones ni mucho menos vacilaciones, dado la información valiosa que tenía en sus recuerdos

—No temas a lo que te avecina, es más bien, tómalo como un regalo de misericordia por parte mía— acaricio por última vez aquellos pómulos que en más de una vez se tiñeron de rojo en una desmedida pasión que ella llegó a sentir en sus momentos más íntimos, pero mientras que él, buscaba tener una culminación por lo menos, decente. Su mano descendió hasta su cintura, para tomarla con fuerza y pegarla hacia su cuerpo, mientras con su otra mano, levanto con delicadeza su mentón para besarla con fiereza, deseando por un segundo que pudiera sentir algo, una pequeña chispa que lo hiciera reconsiderar lo que podría convertirse en un error, pero no sucedió nada, más que soltar un quejido por parte suya, al súbito dolor por recibir una mordida en sus labios sin contemplación. Sonrío por lo bajo, cuando lo siguiente que recibió fue una fuerte bofetada que le provocó el ardor en la mejilla izquierda. Y sin más, la soltó, dando unos pasos ligeros hacia atrás, observando divertido la situación.
—¿¡Así que al final te revelas contra tu dueño?!—grito fuerte cuando la chica salió corriendo hacia la única salida que se veía a simple vista.

En realidad, ambos se encontraban en la antigua Cámara de los Secretos, de Salazar Slytherin, y por ende, aparte de la más obvia salida y entrada principal, había otra más, pero esa, aquella chica no la conocía. Sintió la diversión recorrer cada poro de su cuerpo vibrar, y sin miedo o arrepentimiento, hablo en parsel, invocando al más antiguo basilisco gigante, ordenándole a cazar a la chica. No deseaba dejar rastro alguno que pudiera alertar a los profesores y director. No pasó mucho tiempo para que escuchará con gran placer, el grito agudo de la presa menguar con un simple "glup" seguido del arrastre conocido de su basilisco.

—Gracias mi preciosa niña—le acaricio arriba de su boca y con una simple seña con la mano, el basilisco se retiró.

—¿Tom?— el sonido familiar lo hizo sobresaltarse, girándose con un movimiento rápido para encontrarse con un Severus joven. —¿Acaso yo también acabaré de la misma forma cuando ya no te sea de utilidad? ¿Será Nagini quien me mate como mata a cada una de sus víctimas, atacándolos en la yugular repetidas veces hasta morir desangradas? o ¿serás tú con tus incontables torturas hasta quedar satisfecho en ver como se extinguen la luz de mis ojos?—
De un instante a otro, sangre comenzó a brotar del cuello de su Severus, provocando que su corazón palpitara con más fervor y aún más, cuando se vio a si mismo con varita alzada, teniendo conocimiento que él mismo había usado un hechizo cortante.

—No— susurro en shock, en un intento de acercarse a su marido, sintió algo espeso y tibio, comenzar a subir desde el piso, escalando poco a poco por su cuerpo, para luego cambiar de escenario, encontrándose dentro de lo que parecía el interior de un estómago el cual goteaba jugos gástricos en cada parte de sus paredes rosas. Severus ya no estaba ahí, pero de un súbito momento a otro, se encontraba rodeado de otras cinco Sonya's, cada una con distintas raspaduras en el rostro, tal vez, en su intento de huir y correr sin un rumbo fijo se hubiese caído y lastimado, el uniforme de Revenclaw hecho tirones y su casi siempre prolijo cabello, se encontraba en un estado descuidado y enmarañado.

—Te maldigo Tom Riddle, por cada injusticia y asesinato cometido a jóvenes inocentes; por ir en contra de la magia más antigua de los tiempos, nunca antes vista que ni los propios hombres han podido manipular ni con los pasos de los años- los jugos gástricos seguían subiendo cada vez más rápido, podía ver las burbujas bombear con más fuerza, el ardor en su cuerpo y el fuerte tirón venir de abajo lo hizo sobresaltarse, batallando por salir a la superficie..."

[•••]

 

El sudor comenzaba a brotar de su frente y resbalar por el costado de su rostro. El sobresalto dentro de la pesadilla, también lo hizo despertarse de una vez por todas, encontrándose sentado en la enorme cama con sábanas color bermellón. Su respiración aún agitada, y el temor de aquella acusación por parte de su esposo, aún resonaba en su psique. Giro la cabeza con miedo, encontrándose con la familiar silueta de su esposo, totalmente dormido gracias a Merlín, odiaría tener que dar explicaciones con una parte de su pasado, jamás revelada a nadie, más que a si mismo y aquel basilisco que aún se encontraba en ese lugar.

Era una pesadilla algo complicada, aún siendo un fuerte Oclumente, una vez al año lograba traspasar sus barreras y hacerle replantearse si había hecho lo correcto, pero está vez fue diferente, algo comenzaba a cambiar, y todo tenía que ver con la persona que dormía a su lado, pero ahora ya no tenía sentido analizar cuál era aquel cambio tan radical, lo único que ahora quería, era volver a dormir una vez que su ritmo cardíaco se calmara y pudiera relajarse para volver a su posición inicial que usaba para dormir.

Pasado cuarenta minutos después, se sintió frustrado al no conciliar el sueño pero sentirse lo suficiente cansado para hacer algo al respecto, cómo ir al botiquín y tomarse una poción de sueño sin sueños.

Se giró hacia la izquierda, observando el pálido cuello de su esposo, dónde sobresalía la cicatriz de su enlace, con su mano derecha acaricio un mechón de aquel cabello negrizco sintiendo la suavidad de este mientras deslizaba sus dedos entre ellos y sin dudarlo, se acercó lo más que pudo, escuchando el quejido del otro hombre por ser molestado al ser apresado desde su cintura y sentir el peso de la pierna de su esposo puesta encima suyo.
Tenerlo abrazado entre sus brazos se sentía acogedor, seguro, hasta hacer algo tan insignificante como estrecharlo más hacia su cuerpo se sentía tan natural sin forzar nada de su parte para tener que complacer a la otra parte, nacía de él querer hacerlo, cómo realmente apreciar y disfrutar del aroma que exudaba el cuerpo ajeno y en poco tiempo, la somnolencia hizo mella en su cuerpo.

[•••]

Desde el momento en el que nació, su futuro fue incierto; abandonado en un orfanato a temprana edad, desconociendo los lazos sanguíneos que lo unía a sus padres, despreciado por los propios cuidadores y temido por sus mismos compañeros de la hermandad.

¿Amor? ¿Empatía? ¿Piedad? ¿Pertenencia? ¿Cuidado?

Eran palabras conocidas, usuales en el vocabulario de los que lo rodeaban, pero para él no, en lo más profundo de su mente, estás carecían de un verdadero significado, pareciendo banales y estúpidas, mentiras que envolvían a todo ser humano, que emprendía una búsqueda de la famosa felicidad, sin darse cuenta que lo único que buscaban era subyugarse con alguien, buscaban la esclavitud sin ser conscientes.

Lo podía ver, sentir hasta oler, cuando parejas iban en busca de un cachorro, llenando un vacío que jamás se llenaría. La manera tan estúpida como todos caían ante la fragancia del otro, la tensión que se formaba en demasiadas ocasiones ante los desacuerdos, las inofensivas y sutiles caricias, (empujones, pellizcos) palabras, susurros (amenazas) bien intencionados para doblegar al otro.

Eran una mierda

Los odiaba.

Considerado una paria, una peste entre los demás niños del orfanato por sus dotes mágicos, desesperados por lo que él tenia, por lo que Tom era diferenciado y destacado, cultivaron en sus corazones semillas de envidia que brotaron con fervor. Jóvenes mayores intentaron someterlo en contadas ocasiones, creyéndose mejores que él, presumiendo su segundo género como poderosos y respetados alfas; cada uno, fue humillado a la par de su ofensa hacia él, de nadie tuvo piedad, aún si ellos lloraban, rogaban y clamaban clemencia, su corazón se había endurecido como una piedra, temiendo que algún día, realmente este dejara de latir, para convertirse en hombre diamante, conocido como el mineral más duro y difícil de destruir, levantando una coraza donde estarían a salvo sus propias inseguridades, anhelos, sentimientos y emociones que podrían ser usados en su contra.

Diez años, faltando unos cuantos meses para cumplir los once, cuando aquel anciano llegó buscándolo, explicándole cosas grandiosas e inimaginables, haciéndole entender que sus rarezas, tenían nombre, al igual que él.

Mago y magia.

Ilusionado, se adentro en aquel mundo lleno de maravillas, deseoso de aprender, de absorber toda información y conocimiento que pudiera, en cuanto piso por primera vez, Hogwarts. Fue un alumno destacable, con una fuerte facilidad sobre el manejo y aprendizaje de hechizos, con dotes inusuales, como el Pársel, hechizos no verbales y Legeremancia,

En ciertas ocasiones pensaba que se estaba volviendo loco, cuando escuchaba las voces de aquellos que estaban frente suyo, y comenzaban a susurrar. Fue castigado varias veces por mentiroso, sin embargo, ahora eso tenía sentido, solamente que ahora, debía de pulirlo, tendría que aprender a dominarlo, sino quería realmente volverse loco con tantos pensamientos a su alrededor que parecían hacerse más fuertes, y más, con emociones intensas, aún si sus rostros parecían estar apacibles.

Al estar seleccionados en la casa de las serpientes, Slytherin, prominentemente se dio cuenta lo importante que era tener un apellido distinguido, lo que un apellido abría puertas donde para otros estarían cerradas toda su vida. El pinchazo de ira, se volvió una constante que aprendió a esconder, creando un plan de acción, para poder descubrir de dónde provenía, si genuinamente era un nacido de muggles o si tenía sangre mágica en su árbol genealógico, puesto que tenía entendido que el Pársel era un don proveniente de la familia Slytherin la cuál se creía extinta.

Intento confrontar varias veces a Dumbledore, sin embargo, el viejo tonto, que decía llamarse a si mismo su tutor, huía en cada oportunidad de él, disponiendo tontas excusas por ejemplo; "no tengo tiempo", "hablaremos luego Tom", "tengo asuntos importantes que atender en el Wizengamot, ahora no es momento"
Aún si este estuviera merodeando a los alrededores del colegio, cotilleando con los fantasmas, retratos, alumnos hasta con animales, pareciendo un demente.

Descartando obtener respuestas del Director, prefirió ganarse a un profesor cercano a él, buscando una brecha expuesta en cada profesor dónde pudiera colarse poco a poco y fue así, como se ganó el favor del profesor Horace Slughorn.
Fue demasiado fácil al estar siempre entre los primeros, sino el primero, de los que fabricaban pociones a la perfección, aún sino tenía el talento natural. Práctica y error, robando ingredientes entre clases, practicando en aulas vacías para llamar la atención dentro de clases.
Investigo todo lo que pudo entre libros y en algunos de sus compañeros, que hablaban hasta los codos con tal de ser el centro de atención. Es así, como supo cómo y en donde buscar respuestas.

Gringotts

Solo los duendes serían los únicos que podrían darle información acerca de las líneas de sangre que se emparentaban con él.
Fue sencillo hacer que el profesor fuera al callejón Diagon y que él, como su aprendiz lo acompañará a su pequeña travesía; perderlo, fue rápido y sutil, e ir en busca de respuestas, fue por menos decir sencillo.
Bendito Merlin, los duendes eran discretos y fue así como ahora ya no era solo un mago huérfano, sino que en verdad estaba emparentado con Salazar Slytherin, sino que sus abuelos muggles, tenían dinero. Era un joven rico.

[...]

Sonya Burke, había sido criada bajo fuertes estándares morales sobre que se creía aceptable y lo que no, respecto a los de su misma estirpe mágica. Llena de cuentos encantadores acerca de las parejas destinadas, siendo sus padres, uno de las leyendas hechas realidad. Era una señorita nacida con una gran sensibilidad emocional, siendo una enorme debilidad o desventaja para su familia, dado que ella, desde niña, no le importaba tanto la pureza de la sangre, pero rápidamente se vio sometida por la educación estricta y regente de sus mismos cuidadores. ¿Talento mágico? Era excepcionalmente buena bajo momentos de estrés, su temple había sido forjado en contra de su propia fuerza natural, destacando una máscara de frialdad e indiferencia hacia los menos afortunados, de sangre mestiza o "sangre sucia"

Podría tener todo lo que desearé, si de algún lujo mundano se tratase, pero lo único que ella podía desear con mucho fervor, era poder ser ella misma, tantos protocolos aprendidos la hacían sentir una persona inestable, olvidándose por completo ser fiel a ella misma, perdiéndose en aquel mundo regido por sus padres y no solo ellos, sino también dentro de la sociedad. Solo buscaba un poco de aprobación que no encontraba en ella misma, se sentía pequeña entre tanto círculo conocido de adultos poderosos, por eso, en cuanto se enteró que asistiría al colegio de Hogwarts, una alegría inmensurable cruzó por todo su cuerpo, por fin tendría alguien con quién charlar, por fin podría conocer a otras personas en su misma situación, pero por fin, se sentiría libre de tanta presión dentro de su hogar. Imagínense la decepción que sintió al ver qué lo que sus padres hicieron con ella, podía verlo como un signo de protección, dada la presión social aún dentro del colegio. Los diferentes tratos preferenciales que daban los profesores a sus alumnos por pertenecer a una de las casas, marcaba un rumbo distinto para cada estudiante. Una casa a la que estaba orgullosa de querer pertenecer, estaba siendo mancillada frente a sus narices, sin poder hacer nada más que agachar la cabeza en un intento desesperado de no mostrar sus verdaderas emociones y romperse como un plato frágil de una costosa porcelana importada. Sus propios compañeros de la misma generación, venían con grupos formados fuera de los muros, difíciles de encajar sino quería ser tratada como "la colita".

Fue una tarde como cualquiera en las salidas de Hogsmeade, después de levantar el estricto régimen del Director después de la desaparición y posterior muerte de Myrtle Warren, en su cuarto año, lo conoció.

Cuando sus padres le contaban la historia de como se conocieron, e intentaron describirle las sensaciones que sintieron en ese preciso momento, no podía compararse con lo que ella sintió, la magia que sintió recorrerle en cuerpo desde los pies hasta la coronilla de su cabeza, una ráfaga de electricidad combinado con un calor inesperado surgir desde la altura de su vientre, como fuego líquido tener dentro de su cuerpo en vez de sangre. Solo fue un rose entre sus manos, ella está apunto de caer en el suelo debido a lo congelado que se encontraban las calles del pueblo mágico, cuando aquel joven, alto, de ojos verdes y cabello ondulado color castaño, la salvo de tener que pasar un momento vergonzoso en medio del cruce de casi todos los puestos. Un extraño gemido escapó de sus labios lo que hizo que reaccionara, al escucharse a su misma. La vergüenza la inundó, así que más por instinto propio, corrió del lugar.

Una semana después, de terminar su primer celo como Omega, la racionalidad volvió en su misma, deseando querer golpearse a si misma al no preguntarle su nombre. La emoción se abrió paso en ese segundo, combinado con la vergüenza, pena hasta miedo de ser rechazada, pero eso quedó en segundo plano, para cuando bajo a la entrada de su casa, y ahí nuevamente sintió todo aquello, sin ser síntoma de un nuevo celo. Con cautela ambos se acercaron al otro, reconociendo su "pertenecía" acariciando lentamente sus mejillas, esperando que ningún movimiento brusco hiciese desaparecer aquel inesperado momento. Ambos sentían la necesidad de contarse toda en cuestión de minutos, queriendo aprender más del otro pero la cordura de ambos, los hacían retroceder, teniendo pequeñas citas en secreto para conocerse, prometiendo no decir nada a nadie acerca de su lazo. Los siguientes meses fueron como miel sobre hojuelas, la caballerosidad de Riddle la fue cegando en cada encuentro, mostrando lo más preciado que ella sentía que tenía, y siendo por fin aceptada y aprobada por alguien más....

[...]

Sus instintos eran fuertes desde el momento en que la reconoció, pero él se creía más fuerte que ellos, no podía regular ni sus propias emociones al estar tan acostumbrado no estar conectado con sus emociones. Lucho consigo mismo todo ese tiempo hasta aquella inesperada salida. Tenía conocimiento sobre la familia Burke, la influencia que está tenía en cuanto a la rama política y su poder sobre está, pero cuando la analizaba en total discreción aquella chica, no veía ni encontraba lo extraordinario que debía de tener, a excepción que tenía embobado su alfa interior. Aquel encuentro solo trajo una vorágine de emociones, situaciones comprometedoras hasta que llegados a cierto punto, logro estabilizarse nuevamente, pero para su sorpresa, sus cálculos al entrar en una clase de relación con la chica, fueron totalmente erróneos, en vez de ser considerada un tropiezo lo ayudo bastante en el impulso de meta contrario a los cálculos, en cuanto a su idealización, fue favorable para él, sin embargo esto tampoco le duró mucho tiempo, su alfa interior se revelaba constantemente en cuanto a las decisiones que tomaba respecto a su pareja, en como la veía, y lo que ella representaba para él...

¿Qué pesaba más?
¿Su "amor predestinado" por ella, o su ambición?

Le reveló parte de sus planes, en un afán de tener ambas cosas, y aunque al principio estuvo renuente en ayudarlo para algo que veía perverso, logro conversarla con palabras dulces y un mejor futuro para ambos, revelándole que él no era un completo sangre pura, sino más bien un mestizo, diciéndole que él realmente quería tener un futuro con ella pero sus padres se opondría al contaminar su árbol genealógico de pureza ...

Llegados a cierto momento de su último año, la bomba entre Sonya y él, explotó...

Ser joven, rico, soltero, proveniente de una de las familias más antiguas y reconocidas, le abrieron puertas, en varias familias de clase alta, que deseaban desposarlo con alguna de sus hijas, haciendo todo lo posible para quedar bien visto sin importar ser humillados y tener que agachar la cabeza, la sed de poder nublaba sus propios ideales y legados familiares.

Sin embargo, Sonya ya no deseaba esconderse, quería gritar a los cuatro vientos su relación, ardía de celos al ver a Tom rodeado de esas arpías, usando su feromonas para atraerlo, y él, no hacia absolutamente nada para apartarlas, al contrario, les seguía el juego, por muy caballeroso que se diera a conocer...

Fue a tal punto, que en un arrebato de euforia, lo amenazó a contarle a sus seguidores de su mayor secreto. Que el grandioso y poderoso Tom Riddle, no era más que un sucio y mentiroso mestizo, abandonado por sus padres en un pobre y polvoriento orfanato

[...]

Tom Riddle, mejor conocido como el señor Tenebroso o Voldemort, tenía un secreto al que nadie tenía acceso, más que él mismo, sin embargo, en varias ocasiones se dudaba de su cordura cuando en distintas incursiones, las órdenes de las misiones eran poco claras y precisas, y se creía que en vez de ser beneficiosas para la cruzada, era más bien, poco ético y moral, a lo que sus creencias como magos, aún tenían, y veían claro cuando su cordura se nublaba atravesó del poder.

La verdad era, que después de haber asesinado a su alma gemela, no paso más de tres años, que la primera pesadilla se hiciera presente en sus sueños para atormentarlo, pero no solo era en sus sueños, no sabía si lo último que recordaba de su inusual sueño, en realidad era una maldición verdadera oh su inconsciente lo traicionaba...

Todo era posible en un mundo como el suyo, dónde la magia no tenía un patrón para actuar.

Su voluntad era fuerte, en más de una ocasión mantuvo a su alfa interior a raya, en un límite para que no interviniera en asuntos delicados, no obstante, en ocasiones, cuando las pesadillas eran más fuertes que otras, su alfa se salía de control, tomaba el control de su cuerpo, y en más de una ocasión podía sentir como era encerrado en el mismo lugar donde el mantenía encerrada su propia bestia.

Algunos historiadores, llegaban a la conclusión que el lazo que unía la consciencia humana y la consciencia "animal" del lado Omegaverse, eran dos entes distintos; mientras que la consciencia humana usaba el raciocinio, la cultura, la educación inculcada desde niños; la consciencia "animal" como así le habían denominado, se guiaba a base de instintos, que no evolucionaba como la consciencia humana, sino más bien se guiaba conforme la naturaleza dictaba. En los mejores de los casos, la mayoría de lo individuos se encontraba un balance entre ambas consciencias para hacer toma de decisiones importantes en la vida de cada día, aunque bien, había casos en los que una minoría de personas, no lograban tener ese nivel de balance, y terminaban en una constante batalla interna para ver quién tenía el mando en el cuerpo, para la mala suerte, en estos casos, la consciencia humana, tenía las de perder.

El grupo de historiadores mágicos, no solo encontró interesante la conclusión a la que habían llegado, sino que lo llevaron a la práctica, experimentando con animales no mágicos, que en el mundo muggles, eran comúnmente conocidos como lobos, una jauría de lobos. Estudiaron con precaución su forma de vida en manada, observando con detenimiento sus reacciones en diferentes tipos de escenarios y comparando esos resultados con un grupo de personas voluntarias, para experimentar libremente en ellos, para poder explicar de algún modo como funcionaba el fenómeno natural con el que habían nacido.

Por naturaleza del hombre, se levantó otro grupo debatiente, que no aceptaba dicha locura de ser comparados con unos simples animales de carroña. Ese grupo de personas, explicaba el fenómeno Omegaverse como un tipo de don dado por la misma madre Magia, que estaba en ella escoger quienes tendrían el don de concebir vida sin importar su sexo, quienes estarían al mando de las decisiones tomadas dentro de la familia, trabajaría y tendría mayor poder en dicho hogar, que serían los alfas, y por ende, quienes serían los esclavos, que eran los comúnmente llamados betas, al no representar algún don inusual más que el ser trabajadores a mano de obra; y los muggles, eran un tipo de sub clase muy baja, aún más que la de un elfo doméstico.

Tocar el tema de la madre Magia era algo muy delicado, y la mayoría de magos, no querían tener que lidiar con las consecuencias si llegaban a faltarle al respeto, así que simplemente quedó como una teoría al aire, que la mayor parte de la comunidad mágica, tomo como una verdad absoluta.

Lo peor del caso, es que ahora era él, quién sufría esa grave consecuencia, y no era para nada gratificante, despertar una mañana y ver el destrozó que había causado, y si sobre todo, se levantaba bañado de sangre que no sabía de quién era, pero por el olor, podía razonar que se trataba de un Omega.

Se encontraba cada vez más cansado mentalmente desafiando e intentado educar su lado alfa, quién no podía comprender ni entender de dónde demonios le salía tanta fuerza, y no cansarse, ni siquiera por las noches. Podía jurar que se estaba volviendo loco, y no era tanto, por crear horrocruxes, fragmentando su alma para protegerse de la muerte, sino más bien por este problema. En sus momentos libres, buscaba ayuda de como solucionar esto, pero al no tener una respuesta favorable, más que la experimentación con su persona, lo enfurecida de sobremanera que terminaba masacrando al individuo.

Cada vez, se volvía más difícil de controlar.

Fue en ese momento que busco a su familia materna, para ver si tenía alguna otra posesión perdida que no hubiera encontrado en las bóvedas de la antigua casa Slytherin.

¿Destino? ¿Casualidad? ¿Segunda oportunidad?

No tenía ni idea lo que sucedió, pero fue en ese instante de su camino, donde vio por primera vez a Severus. Su alfa por unos segundos, fue capaz de calmarse con tan solo verlo, ni siquiera él sabía que sucedía pero por fin, por unos segundos pudo un descanso en su constante lucha. Cada noche, sin importar parecer un acosador, estuvo buscándolo, acercándose cada vez más lento hasta descubrir de quién demonios se trataba.

Lo necesitaba, aún si aborrecía necesitar a alguien, pero si estúpido lado animal, no comprendía, solo quería tomar lo que lo anestesiaba del dolor y le daba paz.

Haría todo lo que estuviera en su poder para tener a su lado, aquel pequeño Omega de negras hebras y piel pálida, mataría a cualquiera que se interpusiera entre ellos, aún si tuviera que ir al mismo inframundo y enfrentarse a la mismísima muerte.

[•••]

[En la actualidad]

Tom se encontraba sentado en la comodidad del despacho de su casa.

Sentía el cuello y las manos, entumesidos por pasar gran parte del tiempo leyendo o firmando documentos oficiales debido a su actual posición en el poder; sus piernas comenzaban a hormiguear de manera lenta, por el tiempo prolongado de estar sentado en una sola posición sin poder estirarse ni un segundo. Observó el reloj de su despacho marcando las 12:30 de la tarde y sin más, decidió tomar un descanso por el momento, dejando de lado los últimos documentos que consideraba más importantes y sin más, dejo su asiento para ir directo a la ventana para observar desde la altura los preparativos que estaban siendo instalados en el patio trasero.

Trabajar desde casa fue una buena decisión, al menos por ese día. Aún no podía creer que desde aquella noche en la que adoptaron aquellos niños quienes realmente se volvieron unos hijos para él, estuvieran cumpliendo seis años el día de hoy. Ahora ya no podía imaginarse una vida sin todos ellos.

En completo silencio se movió de la ventana hacia uno de sus libreros más cercanos, y con un movimiento de varita junto con un susurro en lengua parsel, uno de los libros más gruesos pareció partirse a la mitad para dar paso a su viejo diario que uso en sus años de estudiante en Hogwarts.

Rara vez, en ocasiones “especiales”, cuando la melancolía tocaba a su puerta, solía leer su diario, no todo, pero si una parte en específico donde tomaba una vieja foto y en diferentes momentos lo llenaban de culpa y reproche hacia si mismo por ser tan impulsivo pero ahora agradecía desde lo más profundo de su ser haber tomado la decisión correcta por lo que ahora tenía, y aquellos pensamientos de autorecriminacion de haber tomado mejores elecciones en su momento, ya no existían.

[°°°]

—¿Qué ah pasado Harry? ¿No estás contento?—

Hoy era el cumpleaños número seis del pequeño Harry, los preparativos habían sido planificados con dos semanas de anticipación, después de todo, tener a dos cumpleañeros  continuos no era nada fácil de manejar, teniendo en cuenta los gustos diferentes que ambos tenían. Sin embargo, Harry no parecía emocionado cómo cada año desde que empezó a ser consciente de las “ventajas” que tenía ser el cumpleañeros. El día de ayer, había sido diferente al de hoy, Neville había sido festejado con la temática de herbologia, contento de recibir diferentes plantas que por la región no eran cultivadas y costaba demasiado conseguir, no obstante, tanto Severus como Tom, estaban al corriente de los gustos de su hijo, habían climatizado varias partes de un invernadero especializado solo para él, lo que le había encantado al pequeño niño, transplantando sus primeras plantas junto con sus padres y hermanos, dando la inauguración de su regalo.

Los niños habían estado corriendo por todo el patio mientras jugaban algunos juegos muggles, bebido y comido un montón de dulces, comida y jugos diferentes. Todos lo habían pasado realmente bien, y habían creado nuevos recuerdos juntos.

Pero hoy, jueves, Harry a las 12:30 de la madrugada se había despertado llorando, teniendo una clase de pesadilla que no había querido compartir con nadie, ni siquiera con él. Estaba taciturno, respondiendo de modo automático y algo distante con ellos. No estaban seguros si era buena idea seguir con la fiesta, Tom en medio de su desesperación quería utilizar Legilimens para apresurar el proceso y buscar una solución rápida, volviendo hacer una familia tranquila y feliz de nuevo.

Obviamente Severus lo amonestó.

Ahora se encontraban en el patio trasero, alejados de los globos encantados y el espacio que se había preparado para que los niños jugarán un partido de Quidditch, con varios asientos libres para los espectadores. Harry estaba observando el lago donde florecian algunos lirios acuáticos siendo los favoritos de su padre Severus. Se veía tan distante y confundido, como si algo le faltara y no sabía que era.

—Papi, ¿De verdad soy tu hijo?— su voz sonaba triste, conteniendo las ganas de llorar, que por más que se esforzaba la primera lágrima había caído, siendo limpiada rápidamente.

—¿Por qué preguntas eso, Harry?— el terror se extendió por su cuerpo, no estaba seguro de dónde abría sacado aquel detalle su pequeño, aquellos que habían participado en la emboscada de los Potter y los Longbottom, había sido obligados hacer un juramento inquebrantable para que jamás revelarán información de lo sucedió aquella noche. Ni bajo tortura o Veritaserum. No tenían que preocuparse por aquellos que habían sido parte de la Orden del Fénix o de Dumbledore, actualmente estaban exterminados, muertos en el olvido. La profecía fue tomada por el mismo Lord Voldemort, y destruida para que así nadie más tuviera dicha información, después de todo, él era el ministro de magia y podía ir y venir sin que nadie le comentará nada.

El primer sollozo salió de los labios del pequeño Harry, agachándose para poder tocar con sus dedos un pétalo de aquel lirio blanco.

—Hay una mujer…—

—¿Qué te ah dicho?—

[…]

—Es momento de dejarte morir en el olvido, Sonya, y está vez, para siempre— con esas últimas palabras, le prendió fuego a la foto vieja, observando maravillado cómo está se consumía, dejando pequeñas virutas volar en el aire, para desaparecer.

Era momento que Severus también soltará el pasado, sino quería perder una parte fundamental en su pequeña familia.

—Creo que es momento de bajar, y recibir a los invitados—

Camino con parsimonia, hasta la puerta, observándose por última vez si se veía presentable, desde la punta de los pies hasta la coronilla de la cabeza, y con una sonrisa, tomo el pomo de la puerta

—Es momento que también digas adiós, Potter—

[°°°]

—La escucho es mis sueños, me llama por mi nombre cada noche, antes de mi cumpleaños desde que tengo 4 años. Al principio me gustaba, me cantaba una canción de cuna, y me gustaba pasear mis dedos en su cabello rojizo. Me decía cuan grande estaba y lamentaba no estar ahí conmigo, pero cuando le preguntaba quien era y como es que me conocía, cambiaba a una expresión triste, y me decía que ya tenía que irme… Pero está vez ah Sido diferente— apretaba con mayor fuerza los puños de su mano, aquella mujer vivaz y gentil, había desaparecido, en cambio su sueño se había tornado extraño…

En el sueño de Harry, se encontraba en una especie de pasillo oscuro, con paredes de piedras, colgando a cierta distancia, antorchas para alumbrar el camino. Sus pasos resonaban cómo ecos, su corazón latia fuerte, sus brazos estaban pegados a su cuerpo, mientras que sus antebrazos cubrían su pecho y sus manos estaban apretados en un puño. Comenzó a caminar por el pasillo, mientras más se adentraba, el frío aumentaba, no pasó mucho tiempo para que sus dientes iniciarán a temblar, hasta que el primer susto que se llevó, lo hizo brincar, acelerando más su corazón. Los gritos de un hombre llenaron todo el pasillo; gritos de pena, dolor y desesperación, resonaban en sus oídos. Comenzó a correr, adentrándose más al recinto, observaba puertas medias abiertas donde se escuchaban más y más gritos, todos distintos a los anteriores. Rogaban piedad, que se detuvieran pero solo respondían con risas. Aún sintiendo todo el miedo que podía soportar, se detuvo, abriendo una de las puertas, queriendo ayudar, pero se espanto aún más, cuando una persona o lo que creía que era una persona, vestía una larga túnica negra con una máscara blanca con tres orificios dónde deberían estar sus ojos y boca, con un sombrero o lo que creía que era un sombre, largo y punteagudo, quien sostenía su varita apuntando a un hombre con claras marcas de tortura, su cuerpo cubierto de suciedad, su cabello enredado color miel, sus ojos no parecian enfocados y no paraba de temblar. Ni siquiera pudo decir una palabra, para cuando vio que el hombre encapuchado quería tocar su cabeza, volvió a salir corriendo.

Corrió, y corrió, sin encontrar alguna salida, entre más corría, las antorchas comenzaban a desaparecer, dando espacio a la oscuridad. Cuando creyó que ya no podría más, sus piernas se sentían cansadas, de la nada, apareció un ataúd blanco, en medio de ahí, que lo alumbraba desde el techo, una luz blanca. Con temor se acercó al ataúd, rodeándolo, y observando el grabado de atrás que decía la palabra “Always”, para cuando llegó a la parte de enfrente, vio a la mujer de sus sueños, rodeada de varios lirios blancos.

Era realmente bonita, aún si se encontraba dormida. Ni aún en sus sueños anteriores, había tenido la oportunidad de verla así de cerca. Su cabello era de un rojo intenso, largo y se notaba sedoso, su aroma lo tranquilizaba de una forma familiar, adoraba el aroma de los frutos rojos. Seguía observandola, dándole paz, olvidandose de los gritos y el miedo que sintió con anterioridad, hasta que de la nada, de un segundo a otro, la misma mujer, abrió los ojos.
Sus ojos eran grandes, de un color verde fuerte, sus pestañas eran largas y su mirada por un momento veía a la nada hasta que se enfoco en él.

—Eres un traidor Harry, me has olvidado, a mi quien te dio la vida. Me has dado la espalda aún cuando yo eh estado aquí encerrada en contra de mi voluntad. Llamas familia a quien ni siquiera te llevo en su vientre todos esos meses. Fue gracias a mi que existes—

Las palabras dichas por esa mujer lo aterraron, no razonó en ese momento el significado, pero ahora quería despertar, correr a los brazos de sus padres, pedir permiso para dormir con ellos como cuando era pequeño, después su padre Tom iría por Neville, así estarían juntos, papá Sev, invocaria su patronus, observarán el recorrido que este haría en una danza, y sería ahí, dónde su padre comenzaría a contar una historia para dormir, haciendo varios hechizos para darle forma a la historia, el miedo se iría, el asombro ante los colores y las imágenes se abriría paso, hasta que al final, su papá cantaría la canción de cuna, y junto con su hermano, caerían dormidos. Su hermanito menor dormiría en su propia cuna, y antes de caer dormido, podría escuchar por unos segundos, la suave respiración del menor, el cual amaba y quería muchísimo aún si aún no podía jugar con ellos.

Quiso darse la vuelta, pero en eso, la mujer atravesó el cristal, y lo tomo del brazo con fuerza.

—Voy a despertarme, cueste lo que cueste, e iré por ti, y nunca más volverás a verlos, ¡Jamás! Lo has escuchado—

Y con eso, el pequeño Harry, despertó llorando en la madrugada

—Me dijo que se va a despertar, y me llevará con ella, y nunca más la volveré a ver— dicho lo último comenzó a llorar, ya no quiso hacerse el fuerte y fue abrazar con fuerza a su padre, aferrándose con esmero a su ropa, sin darse cuenta que si papá estaba estático, y más pálido de lo común. —No dejes que me lleve, por favor, papá —

[°°°]

Tres simples toques, fue suficiente para saber que ya era hora.

—Puedes pasar, papi— la voz del otro lado sonaba baja, casi chilloncita.

—¿Estás listo pequeño Nev?—

—Si papi, pero escuche sollozar a mi hermanito y vine a ver qué le sucedia— su brazo estaba dentro de la cuna, siendo uno de sus dedos apresados por una mano más pequeña. —¿Cómo sabías que me encontraba aquí?—

—Harry y tú, les encanta pasar tiempo con su hermanito, cuando no te encontré en tu habitación, tenía el presentimiento que estarías aquí. Ahora, vamos, debemos ir a recibir a los invitados mientras baja Harry con Verus— con un simple y mudo si, padre junto a sus dos hijos, salieron de la habitación, para bajar la escalera e ir a la entrada de mansión.

—Papi, ¿Por qué estás tan contento el día de hoy?— podía ser pequeño, pero era bastante observador cuando no debía, aún así, lo adoraba con todo su corazón.

—Me alegra pasar tiempo con ustedes, hijo— y con eso, acaricio su cabeza, en un gesto de cariño.

[°°°]

Cuando por fin pudo reaccionar, solo una pregunta cruzó por su mente, ¿Cómo había sucedido esto?

—Mirame Harry — con ternura y un poco de fuerza, logro que lo viera a los ojos. Su corazón se estrujó un poquito más, cuando vio aquellos ojos verde claros, todos llorozos, soltando una que otra lágrima —No dejaré que eso suceda. Yo me haré cargo de esto, no te preocupes, yo te voy a proteger. Confía en mí, ¿Si, Harry?— un sollozo más fuerte salió de los labios de pequeño hijo, lo que hizo que está vez correspondiera el abrazo, sintiendo como su pequeño temblaba entre sus brazos, y mojaba un poco su ropa.

[°°°]

 

—Querido Harry, ¿En dónde te has metido todo esté tiempo?— pregunto Tom, cuando a lo lejos, venia Harry directo hacia él. —¿Estás bien? ¿Has estado llorando?¿Alguien te hizo algo?— se agachó a la altura del pequeño niño, teniendo cuidado de no tirar a su pequeño cachorro, y abrazándolo con un solo brazo. Lo único que Harry pudo hacer, fue abrazar a su papá con fuerza desde el cuello, sintiendo su aroma singular, sintiendo la suave caricia que recibía en la espalda. Desde pequeño, recordaba aquellas suaves caricias que lo relajaban —¿Sabes dónde está tu papá Sev?— no presionaría al pequeño, sabía lo reservado que era Harry en algunas ocasiones, y presionarlo, no era una vía factible, al fin y al cabo, cuando Harry se sintiera seguro, sabía que podría confiar en él.

—Papá Sev, dijo que ahorita vendría, solo iba a atender algo urgente, y enseguida regresaba— se alejo de su padre para sonreírle y salir corriendo en busca de sus amigos y hermano.

[°°°]

Severus se encontraba en su laboratorio personal, sentía las piernas temblarle, la igual que las manos. Su garganta se encontraba seca, y por un segundo, creyó haber escuchado su nombre. Se suponía que este día iba a ser dedicado a Harry, por su sexto cumpleaños, su regalo sería un pequeño frasco de escencia de Lily, hecha con un poco de su sangre y pedazos pequeños de su cabello, se había esmerado en hacerlo, creyendo que sería una buena idea de sentir a Lily cerca del niño, sin que esté se enterará, pero ahora, después de haber platicado con él, no lo consideraba una buena idea. Camino hasta donde estaba su estudio propio, y se quedó estático unos segundos, conmemorando aquel día en el que tuvo por primera vez a Lily dormida frente a un frenético y colerico James Potter; la satisfacción que sintió aquel momento, no se sentía igual ahora, siguió caminando para encontrarse con la primera puerta, dónde había torturado incansablemente a un Sirius Black, hasta volverlo loco en su totalidad, hasta que se aburrió, y simplemente lo degolló, viendo con fascinación cómo la sangre escurría de su cuerpo. Suspiro con cansancio, tuvo miedo a que su pasado le tomara de los pies, y lo arrastrara frente a sus hijos, expusieran su pecado y fuera desechado como un vil y cruel villano más. Siguió caminando, hasta que en una puerta color caoba con runas grabadas en ella, fue en la que entró, y pudo verla una vez más, ahí se encontraba Lily Potter, dormida, descansando en completa paz, perdida del mundo exterior que seguía en un constante movimiento y cambios, sin que ella lo notará y fuera participe de ello.

Sabia exactamente a qué había ido ahí, pero se preguntaba si estaba haciendo lo correcto, pero para su sorpresa, mientras la contemplaba, Lily susurro el nombre de su hijo.

Aterrado comenzó a llorar, no quería ni deseaba matar a su mejor amiga, a su primer amor en la adolescencia, siendo sincero consigo mismo, pensó que siempre podria tener a su familia unida, y mantener cuidando su mayor secreto, que era Lily. Sonaba enfermizo, sin embargo, ya no quería seguir viendo, lo que más quería, ser alejado de él, nuevamente pero ahora, tenía que elegir, una decisión difícil que no quería tomar.

—Lo siento tanto Lily, pero esto no parece descabellado, al ser tú su madre, compartes un vínculo que ni yo mismo puedo destruir o borrar aún si tengo una relación fuerte con Harry, la cual tu no posees— de su bolsillo izquierdo, saco una pequeña botella que contenía veneno de basilisco, regalo de su esposo, abrió dicho ataúd blanco, y con una delicadeza, vacío el contenido en los labios de su querida Lily. —Prometo seguir cuidando de nuestro cachorro, cómo si se hubiese formado en mi vientre, así que ahora, puedes descansar en paz— le dio un último beso en la frente, y con eso, sello para siempre el ataúd. Después se haría cargo de enterrarla, pero por el momento bastaria con esto.

[°°°]

La fiesta de cumpleaños continuo sin más contratiempo, varios niños sangre puras llegaron al recinto, a si mismo como niños nacidos de muggles siendo dotados en magia, arrancados desde el primer estallido de magia, siendo esto confirmado y avalado por el ministerio, para su pronta reubicación con una familia mágica que pudiera costear la educación del pequeño mago, así mismo tener las herramientas, no solo de economía sino también mental, para dicha obligación, más que nada, poniendo a parejas que ya no podían tener un bebé de manera natural, siendo un éxito en la comunidad mágica.

[•••]

 

Tres semanas después.

Severus se encontraba totalmente agotado tras una últiman ronda de sexo, en el último día de su celo, que pasaba con su esposo. En esta ocasión, su lado Omega de Severus, se encontraba más necesitado de atención, lloriqueando si se le dejaba por más de tres minutos solo en la enorme cama, para Tom, esto era más que un bono extra, y sabía realmente porque de su actitud, aún si Severus no lo demostrara cuando estaba consciente, enterrar a Lili Evans, en una pequeña isla donde crecían lirios después de tanto tiempo, había sido un golpe duro para él, pero no estaba solo para afrontar esto, lo tenía a él de su lado al igual que sus hijos, y no lo dejarían solo ni sentirse así.

Acariciaba su cabello con parsimonia, sintiendo un placer culposo, al acariciar su cabello, aún si su amado Verus le reclamaba que no era un cachorro, aún si él mismo ronroneaba en el proceso. Siempre tan adorable.

Decir que estaba orgulloso de su elección de pareja, era quedarse corto con todas las emociones que ese hombre había despertado en él.

Le había tomado un largo periodo de tiempo poder ser consciente de las pequeñas manipulaciones de su querido esposo; solo fue un pequeño tropiezo por parte suya -si tomar unas cuantas descisiones sin consultarlo a su pareja y movilizar a su propia gente podría ser considerado un tropiezo-. Severus era un experto en Oclumancia pero cuando domino por completo la Legeremancia fue donde se desató el caos. Lograba pasar desapercibido entre sus seguidores combinando aquella arte junto a sus habilidades como omega, para plantar ideas dentro de ellos casi como si ellos mismos lo hubiesen pensado, haciendo así tropezar varios planes suyos cuando le llevaba la contraria para después, este mismo pilló los solucionaba a su manera.

¿Sentirse molesto o enojado?
¿Desconfiar de él? ¿Castigarlo?

Imposible. Esos pensamientos solo lograron brotarle una sonrisa de satisfacción que se reflejo en la forma en cómo sus hombros se relajaron.

Siendo pareja después de algunos años era algo obvio que ambos tendrían que aprender del otro algunos trucos y hacerlos propios.

No obstante, habia ocasiones como el tener a aquella Omega durmiendo bajo su mismo techo, y ser visitada día y noche sin excepción, ni siquiera en sus días de celo, fue donde comenzó su verdadera frustración, así que ideo un plan para acabar con ella, y vaya que resultó mejor de lo esperado, ahora sí, no abría nadie que se interpusiera entre ellos dos, tenía una familia que amaba, logro su cometido pero sobre todo, podrían tener todos los cachorros que quisieran.

Sonrío con galantería, cómo un depredador al tener a la vista a su presa, y se acercó al cuello de su esposo para besar el lugar donde se encontraba su unión, dejando salir un gruñido posesivo

—MIO—

Sign in to leave a review.