
Capitulo 1. Comienzo
Era extraño la manera en como todos se amoldaba a lo dictado por la naturaleza.
El como los omegas a pesar de tener su propia personalidad y carácter, al final de cuentas siempre terminaban siendo sumisos con su alfa destinado o por menos, con el alfa con quienes se habían enlazado.
Nunca podrías ver a un Omega retando a su propia alfa para imponer su opinión sobre el otro, no podrías ver a un Omega eligiendo a sus cachorros por encima de su alfa, no podrías ver a un Omega en un puesto alto de autoridad, no podrías ver a un Omega libre, eligiendo ser su propio dueño y lo más importante, nunca podrías ver a un Omega sin marca alguna pasearse libremente en un lugar pública, simplemente porque eran Omegas, ganado al cuál marcar, personas que tenían como obligación parir sin cesar a cuántos hijos pidiera el alfa , porque al fin y al cabo, eran el eslabón más débil de la escala de "supervivencia"
Porque un Omega no tenía valor sino tenía un alfa a su lado.
Y eso era realmente aterrador.
Como toda tu vida podía estar marcada por una simple casta secundaria
Cómo todos tus sueños podían ser destruido porque tu vida estaba planeada por personas desconocidas que tenían la mente tan cuadrada que si no hacías lo establecido por la sociedad, eras una aberración que necesitaba ser corregido lo antes posible.
Y aquello, no era una idea maravillosa.
Había habido casos de Omegas rebeldes, los cuales eran encarcelados en un reclusorio especializados para ayudarlos a volver la camino "correctos".
Todos aquellos omegas que habían ido a parar en algún momento en ese lugar, eral cruelmente quebrados tanto en espíritu como en mente.
Nadie sabía lo que ocurría ahí, nadie sabía los métodos que utilizaban para "rehabilitarlos" lo único que si era seguro, era el hecho de la completa sumisión y obediencia que tendrían una vez, dados de alta.
Y era por eso que Severus Snape, sabía que lo mejor que podía hacer, era callar y ver cómo el mundo seguía girando a su alrededor sin ser perturbado.
Él conocía como se ponían un alfa cuando esté caía en un frenesí casi imparable cuando era contrariado o enfrentado por un Omega, desde que tenía memoria.
Recordaba cada golpe, grito, insulto hasta casi hasta ver cómo su madre perdía en contadas ocasiones la vida, sino fuera por su núcleo mágico era fuerte, desde corta edad podría haber perdido a su madre, lo que significaría, que su padre no se tentaria el corazón para venderlo al mejor postor.
Los muggles y los magos/brujas, no eran tan diferentes ante la forma en como eran educados tanto en casa como en el colegio. Lo único que los diferenciaba era el potencial en su interior.
Los muggles a pesar de ser alfas, omegas y betas, siempre serían inferiores ante los magos, sin importar la casta, los magos siempre serían superiores a ellos.
Y lo supo en cuanto vio por primera vez cuando su madre había entrado en celo.
Una Omega muggle, podía ser fácilmente complacida por su pareja elegida, mientras que una mágica, al no tener la misma compatibilidad "genética"era una tortura caer en celo cuando se tenía una pareja muggle. Ellos se cansaban rápidamente, no podían complacer la lujuria que destilaban las personas mágicas, eran incompetentes en esos casos.
Cuando su padre dio por sentado que nunca podría complacer aquella mujer, muy a pesar de su orgullo, no dudo en ningún instante en usar a su mujer para hacer negocios muy "productivos" en aquellos días.
Era horrible presenciar en contadas ocasiones como su madre era usada como juguete sexual entre varios alfas a la vez, extaciados por el placer de poder usarla y demostrar su "masculinidad" en demostrar quién le daba más placer a la pequeña "zorra"
Era una hecho espantoso, ser un espectador del futuro que le esperaba cuando su padre se lo susurraba despacio en el oído, que en el momento en el que Severus diera su debut, este sería también su infierno. No era nada del otro mundo poder predecir su sexo secundario, cuando era más pequeño que otros niños, sumiso y escuálido. Con la piel lechosa que llamaba a la tentación para poseerla, marcarla y hacerla suya
Muchos de esos hombres, ya tenían puesto sus ojos en él, solo esperaban pacientemente el momento adecuado para poseerlo.
Cuando cumplió sus dieciséis años supo que era su perdición.
No solo por el hecho que no fue una revelación que era un Omega, sino porque fue en ese mismo colegio de magia y hechicería que descubrió quien era su "alma gemela", su pareja destinada. Y hubiera sido lindo, como un cuento de hadas el descubrirlo, sino supiera que todas las personas de ese lugar estaban corrompidas desde lo más profundo de sus almas. Que su alfa no lo protegería del dolor, de las personas que quisiera hacerle daño, que aquel ideal utópico que eran transplantados en sus enseñanzas solo era una cruel mentira para hacerlos aún más sumisos.
Que si un alfa se enfrentaba a un igual, no era por amor, sino por sus propios instintos territoriales, los cuales querían demostrar quién era mejor, que el verdadero enemigo eran los instintos y la sociedad en la forma en como eran manejados.
Aquel individuo revestido en la piel de una mansa oveja, no era más que un lobo, literalmente un lobo.
Su corazón arremetia fuertemente cuando sus miradas chocaron por primera vez, cuando hubo reconocimiento por parte de ambos.
El como sus amigos del lobo, habían dejado de buscarlo para hacerlo el punto blanco de sus bromas para después, ser el "hazmerreír" de ellos al saber la verdad que lo vinculado con Lupin.
No quería eso, no quería estar vinculado con una persona que anteriormente no le prestaba atención ni ayuda, y ahora parecía que era un "dios" antes aquellos ojos que reflejaban el cielo mismo.
No lo quería, no lo amaba y tampoco deseaba rendirse ante su Omega interior que chillaba de alegría cuando veía al alfa tan pendiente de él.
Momentos Como esos, envidiaba a las palomas, o a las aguilas que podían volar tan libres como podían, y no estar atados a un mundo terrestre tan podrido como era este.
Encontró su "libertad" en brazos del enemigo número uno de toda la sociedad mágica.
No fue un amor a primera vista, ni tampoco un salvavidas en medio de la tormenta, o tal vez si, simplemente fue sincero a lo que quería, a lo que deseaba.
Era mejor estar atado a un hombre que lo único que le pidio fue un heredero, pasar sus celos juntos y ayudarlo en cuanto pudiera para lograr sus sueños a cambio de poder, el poder de la "libertad" de hacer lo que quisiera, siempre y cuando, no se interpusiera en su meta.
No lo pensó ni dos veces en cuanto se entregó voluntariamente ante aquel hombre.
Fue un deleite ser presentado como un mortifago, pero más que un mortifago común y corriente, el consorte del señor oscuro.
Fue verdaderamente utópico ver el rostro deformado del lobo al tan solo verlo, y medio olfatearlo a lo lejos, cuando se encontraron en King's Cross, en el andén 9 3/4,
La furia reflejada en aquellos ojos azul cielo, el como casi perdía el control mientras empujaba a todo aquel que se interpusiera entre él y su "Omega destinado".
Al estar más conectado a sus instintos primitivos, era aún más peligroso ser pareja de hombres lobos y no ser de la misma stirpe.
En cuanto estuvieron frente a frente, lo único que pudo hacer fue burlarse del orgullo herido del lobo
—¿Que quieres, Lupin?— cada palabra destilaba veneno y burla. El gruñido bajo pero menos peligroso del lobo, no hizo ningún efecto en Severus, aún cuando su Omega sentía que había fallado a su alfa al dejarse marcar por otro, estremeciendose lentamente hasta que en su mente de Severus escucho como su nombre era pronunciado lenta y suavemente por el hombre de ojos escarlata, que hacía calmar rápidamente a su omega, hasta acerlo olvidar a su antiguo predestinado —Te lo explique la primera vez que intentaste márcame como tuyo, Lupin, que escaparía y buscaría de una u otra manera para librarme de ti y el yugo que significaría llevar tu marca en mi cuello.
Seis años habían pasado desde aquel encuentro, este día se celebraba Navidad y se encontraba con un pequeño de dos meses de nacido, recostado entre sus brazos, con piel blanca, unos bellos ojos color Borgoña y la pequeña matita de cabello negro como el suyo, viendo fijamente como su madre, no paraba de contemplarlo.
—Severus— su nombre fue susurrado con el inusual cariño que hace poco había empezado a emplear su alfa para dirigirse a él.
Tom Riddle necesitaba un Omega fuerte, no solo en su núcleo mágico, sino una que hubiera vivido un infierno y aún así, salir intacto con toda la voluntad de cambiar su destino aún si este pintaba todo mal. Un Omega inteligente, necesario para llegar a su meta, y no un lastre como era la mayoría al estar tan lavados del cerebro con tantas costumbres estúpidas de la sociedad.
Y aquello lo encontró en Severus.
Quedó cautivado al ver la fortaleza de su interior en uno de sus inesperados recorridos en el mundo muggle cuando sin darse cuenta había perdido su rumbo en busca del antiguo hogar de sus abuelos paternos.
No fue amor, sino más bien deseo, curiosidad lo que lo llevo acercarse ante aquel joven que parecía tener una mirada llena de odio y a la vez de determinación
Y ahora, se encontraba, sentado en aquella mansión sosteniendo a su primer cachorro, logrando que su corazón lo amase, como él había empezado a sentir.
Acababa de exterminar la vida de aquel molesto lobo, que a pesar de saber que había perdido al Omega, al principio de su séptimo año en Hogwarts, no se rendía en buscar a su Severus para intentar arrebatarselo por la fuerza, pero ahora, no había nada que tentara su destino a la derrota. Con su Omega destinada, muerta por sus propias manos, el mundo mágico a sus pies, y Severus a su lado, ¿que podía salir mal?
La respuesta, NADA, porque el haría todo lo posible para que sus elecciones no fuera perturbadas por ningún hombre o mujer que buscará destronarlo de su victoria.
PORQUE TOM RIDDLE, NO SERIA VENCIDO POR UNOS INSTINTOS TAN PRIMARIOS COMO ERA SER UN ALFA PROMEDIO...