
Ruido de llaves traqueteando, tarda unos segundos, se abre la puerta.
Ese sonido que para Sirius era como agua de manantial en un desierto. Ruido que significaba que habría alguien en la casa hoy, alguien que no fuese él, el odioso cuadro de su difunta madre y esa criatura que seguía rondando la casa, murmurando cada vez que se cruzaba con él.
- ¿Hola?
Era Remus.
- Hola, Lunático
No habían tenido la oportunidad de hablar durante mucho tiempo. Los primeros días posteriores a su reencuentro fueron más un “¿pero entonces…?” “¿cómo pasó esto?” y “la puta rata”. Después Sirius tuvo que huir, se alojó en un antiguo piso abandonado de su tío Alphard. Remus lo visitaba esporádicamente para ver como estaba, pero no el suficiente tiempo para no levantar sospechas. Un año después, acabó dejando ese lugar para vivir aquí, dejando el lugar a Dumbledore y a la Orden del Fénix para sus reuniones, además de a Molly y sus hijos. Solo quería poder ayudar en lo que pudiese, intentar volver a ser de utilidad, y sobre todo poder volver a estar con gente en la que confiase.
- Tienes mejor aspecto
- Bueno, muchas gracias, tú si que sabes halagar a alguien
¿Cómo se hablaba con la gente? Había pasado tanto tiempo. Antes de Azkaban, era el rey del sarcasmo, era carismático, tenía ese don de gentes. Charlaba con todo el mundo, constantemente, a veces simplemente para ganarse a algún profesor, a veces para conseguir que le invitaran a una copa, a veces para hablar de cualquier absurdez con sus amigos.
Amigos, Remus, Lily, James…
- Era un halago Canuto, luces bastante bien para haber estado 12 años en la cárcel, la verdad.
- Qué decir… es difícil deshacerse de esta carita.
Le costaba volver a tener esa confianza, ese brillo en la mirada mientras decía la mayor absurdez que ibas a escuchar en tu vida.
- Bueno, Molly me ha comentado que viene estas navidades aquí, me ha dicho que te pregunte si no te importaba
- Claro, por favor dile que puede venir cuando quiera, la casa es de todos.
Remus permanecía con la misma expresión, neutral. Parecía bastante cansado, le costaba reconocerlo. Aún seguía siendo igual de alto, y su expresión neutral era la misma, pero sus ojos mostraban cansancio, tristeza, estaban apagados. Los ojos que en un momento se vieron llenos de luz, mientras observaba a sus amigos reírse desde la distancia, esa luz no parecía volver a aparecer.
- Bueno, venía simplemente para ver como estabas, me voy ya.
- Espera
No quería estar solo. Podía pasar días, semanas solo. Era una tortura, tener que estar entre esas cuatro paredes, yendo de habitación en habitación, con una punzada en el pecho que no desaparecía. Los recuerdos de su paso por esta casa aparecían y lo alejaban de su tranquilidad.
- ¿Por qué no te quedas a desayunar? Acabo de hacer tostadas, puedo hacerte algo para comer.
- No creo que…
- ¿Tostadas de mantequilla de cacahuete y café con leche? A menos que hayas cambiado de gustos
- ¿Todavía te acuerdas de eso?
Nunca lo había olvidado, no había olvidado nada de él.
- Claro, eras bastante reacio a cambiar tu preciado desayuno
- Bueno… me quedaré un rato.
No quería admitirlo, pero esa respuesta había hecho que algo dentro de él diese un pequeño vuelco. Sonrió levemente.
- Perfecto - Estaba bastante inquieto - Deja, dame el abrigo, que voy a guardarlo, ve a la sala de reuniones que ahora mismo traigo las cosas.
- Puedo ayudar si quieres - No dejo que terminase de hablar.
- No, no, no te preocupes.
Fue corriendo a dejar las cosas y a preparar el desayuno. Se dio cuenta mientras iba a buscar los platos que aún mantenía la sonrisa en su cara. Estaba feliz, eso era indudable, ¿por qué?, eso era ya una incógnita. Tampoco quería pensar mucho en ello, Remus estaba ahí y era lo importante.
Llegó con ambos platos y posteriormente los cafés.
- Haberme dicho que necesitabas ayuda con las cosas, que podía ayudarte.
- Que va, lo llevo todo bien, te lo juro - Uno de los cafés cayó al suelo- ¡NOO!
- ¿Qué te he dicho? Dios mío Canuto, mira que eres cabezota.
Remus se levantó rápidamente a recoger los trozos de cerámica esparcidos por el suelo. Sirius se quedó estático en el sitio, observando, y comenzó a reírse. Remus le miró confuso.
- Es que - No paraba de reír - Esa taza era de mi madre, que se joda.
Ambos se miraron, Remus desde abajo mientras seguía recogiendo los restos de lo que era la taza, y se unió a la risa de Sirius.
- Algo de veneno tendría, eso seguro, así que mejor no haber bebido de ahí.
Ambos se sentaron en sus respectivos asientos. Sirius le ofreció la taza todavía intacta.
- Pero ese café no es mío, ¿no?
- No importa, ya había tomado algo antes, este es para ti.
Dudó en aceptarlo unos segundos, pero tenía demasiada sed, por lo que terminó tomando la taza. Sirius se dedicaba a observar en silencio mientras éste devoraba sus tostadas con bastante ansia. ¿No había comido nada?
- Sirius
- Dime
- No me mires, da miedo.
- Perdón, perdón. Es solo que estás literalmente engullendo el desayuno.
- Sí, perdón, no había desayunado.
- ¿Y eso?
- Eh, no sé, no tenía tiempo.
Bajó levemente la cabeza, mirando el plato. Siempre que mentía o se avergonzaba de algo, solía bajar la cabeza.
- Remus…
- No pasa nada, en serio.
- ¿Seguro? - Acercó ligeramente la cabeza.
- No estoy en mi mejor momento económicamente. Ya sabes, después de que dieran la voz de alerta sobre mi condición, me ha sido más difícil encontrar trabajo.
- Remus, pe-
- No, no quiero ni que te compadezcas de mí, ni nada, por favor te lo pido.
- No me estoy compadeciendo. Es solo que, te recuerdo que soy asquerosamente rico, y soy tu amigo, ¿por qué no vienes aquí?
- No quiero que nadie me mantenga
- Remus, por favor. No te estoy manteniendo, te estoy ayudando… ¿no harías lo mismo si ocurriese al revés?
- No es lo mismo.
- Sí, es lo mismo. Dios, Remus, pasarán los años y seguirás siendo como cuando tenías 17 años. Acepta la ayuda que te da la gente. Te quieren y quieren lo mejor para ti.
Hubo un silencio durante varios segundos.
- No puede ser que hayamos tenido la misma conversación. Exactamente igual que hace años.
Por unos segundos, Sirius intentó recordar qué momento estaba rememorando, hasta que una imagen rondó por su cabeza.
- ¡No puede ser! En aquella fiesta…
- Sí, sí. Pensaba que no te acordarías.
- ¿Por qué no me iba a acordar?
- Porque estabas como una cuba.
- Touché.
Intentó ahondar más en ese recuerdo.
- ¿Lo recuerdas entonces?
- Si te digo la verdad, estoy intentándolo. Recuerdo cosas.
- ¿Cómo cuáles?
- Fue el cumpleaños de James, ¿verdad?
- Exacto, estuviste fuera la mayor parte del tiempo. Llegaste cuando soplaron las velas, porque habías tenido una cita con una chica.
- ¿Ah, sí? - No recordaba bien la cara de aquella chica, pero recordaba haber estado fuera, bebiendo en un bar muggle perdido en las afueras de Londres. - ¿Quien?
- Alina, de Ravenclaw.
Seguía sin recordar su cara
- Alina… No, ni idea. Bueno, eso es lo de menos. Recuerdo a James soplando las velas, todos estábamos un poco borrachos.
- No Sirius, solo tú.
- ¿¡Cómo!? No, Lily me dijo que sí, cuando le pregunté.
- Te lo dijo para que no te sintieras mal, pero no hubo alcohol en esa fiesta.
- Dios, que vergüenza, ¿por qué no me lo dijiste?
Hubo una pausa donde Remus estaba dudando de si decir algo o no.
- A ver, no estábamos en la mejor situación
- ¿Cómo? - Azkaban había hecho que sus recuerdos quedasen disueltos. Le costaba hilar algunos recuerdos con otros, tenía lagunas. Estaba intentando con todas sus fuerzas mantener un hilo conector en aquel recuerdo de su adolescencia.- Es verdad, no recuerdo verte en toda la noche, solo cuando volví a la habitación… Estabas solo, leyendo, y te pregunté qué tal estabas, pero tenías la cara roja de haber llorado y… eh, dame un momento, creo que me acuerdo. Te pregunté y me dijiste que no pasaba nada, más o menos como ahora mismo. ¡Ah! Aquí es cuando tuvimos esta misma conversación. No fue por el dinero, pero te dije que dejases que la gente te ayude, que no guardaras todo eso dentro de ti.
Una de las imágenes dispersas en su mente le bombardeó en ese momento. Oh.
Su primer beso. Fue totalmente inesperado para ambos. Cuando aquel Sirius de 17 años estaba allí, mirándole con una amplia sonrisa, mientras le decía que no debía guardar toda esa tristeza para él, que había gente que lo quería.
Aquel joven Remus, inseguro, con aquel amor imposible guardado, con miedo de perder aquella amistad con un Sirius bastante borracho por aquel entonces, estaba ahí, mirándole, sonriendo. No pudo aguantar más y su primera reacción fue besarlo. Aquel beso duró varios segundos, hasta que se dió cuenta de lo que había hecho y se separó, asustado. No paraba de disculparse
Pero para entonces algo en Sirius había hecho “click”, había entendido de repente todo de Remus, y se había entendido a él también. Antes de que pudiera decir nada, fruto de aquella confusión, pero también aquel vislumbro de claridad, le devolvió el beso.
- Oh, sí, lo recuerdo…
- ¿Qué recuerdas, exactamente?- Quería estar seguro.
- El beso, sí, como había podido olvidarlo.
- Fue una tontería, éramos críos…
- ¿Fue una tontería para ti?
- ¿Qué? No, no, simplemente entiendo que no lo recordarás.
- Remus, lo recuerdo todo, Créeme. Recuerdo estar al día siguiente completamente confundido. No me hablabas, porque tienes la dichosa manía de alejarte de la gente porque piensas que es lo mejor. - Miró de reojo a Remus, quien había agachado la cabeza, mirando aquel plato vacío - Fui a hablar con James, asustado, sin saber cómo iba a tomarse eso. Pero en ese entonces necesitaba contarle a alguien lo sucedido. Su respuesta fue algo como “Ah, ya lo sabía” y luego “Por favor Sirius solo era ver como le mirabas mientras desayunaba, o cuando estaba leyendo”. Me dió mucha vergüenza en su momento, pero era verdad, no sabía que James se había dado cuenta de que me gustabas antes que yo.
- James siempre ha sido muy observador para eso.
- Sí… Pero luego, te vi al día siguiente y te obligue a que me hablases, ¿te acuerdas?
- Claro que me acuerdo. Simplemente pensaba que al estar borracho, por eso me habías besado y que luego te habías arrepentido, No se, Sirius, no parecías la persona más homosexual del colegio. De hecho, es que no lo parecías. Estabas todos los días saliendo con chicas, permíteme que dudase de la genuinidad de ese beso.
- Por favor, yo tampoco lo sabía… Espera, ¿por eso te acordabas del nombre de aquella chica? ¿A…, cómo era?
- Alina. No…
- Oh Remus, estabas perdidamente enamorado de mí.
- Cállate
- Lunático, que decir, lo entiendo perfectamente, solo hace falta verme.
- No te soporto, en serio.
Ambos comenzaron a reírse a carcajadas, de repente el aire parecía haber cambiado. Ese aire parecía ser de un día de semana, de 1978, aire de habitación de Gryffindor, aire de ambos en la cama riendo mientras veían desde ella a gente de fuera. Aire de todos riendo porque James había sido rechazado por Lily por decimoquinta vez.
- Echo tanto de menos esto. Los días en Hogwarts.
- Sí, yo también lo echo de menos, Canuto.
No se habían permitido estar tranquilos durante tanto tiempo y de pronto, se encontraban ahí, reviviendo todos aquellos momentos, momentos que habían sido arrebatados para siempre de ellos, momentos que no habían podido revivir nunca juntos, y de repente Sirius se derrumbó.
Comenzó a sollozar, y cayó al suelo de rodillas, mientras Remus se acercaba y apoyaba su barbilla en su cabeza, dejando que Sirius se apoyará en su pecho, mientras una de sus manos acunaba su cara y otra se apoyaba en el suelo para mantenerse estable. Durante varios minutos, ambos se quedaron allí, estáticos en ese momento. Remus había comenzado a llorar de igual manera, pero él nunca lloraba en alto, simplemente dejaba que sus lágrimas corriesen por su cara, mientras tenía su vista enfocada en un punto de la casa. Ambos quedaron inmersos en ese ambiente, de nostalgia, de tristeza, pero de calma y tranquilidad, pues aún tenían un enlace a esos recuerdos en ellos, estaban ahí, el uno con el otro.
Sirius se separó y le miró. Remus también le estaba mirando, y esta vez, por un segundo, pudo ver esa luz en su mirada de nuevo. Casi como un consuelo y una necesidad, ambos se acercaron poco a poco, hasta que sus labios se juntaron.
No podía considerarse un beso como los que vivieron en su adolescencia, era un beso de “al menos estamos aquí” un beso de “no quiero perder esto, por favor, quédate” un beso salado, pero dulce, calmado y nostálgico. Beso de, “aun recuerdo todo” de “echo de menos a James y a Lily” de “éramos demasiado jóvenes” beso de “no me imagino lo que habrá sido tu vida desde entonces” beso de “no quiero que vuelvas a estar solo nunca”.
Ambos se separaron, aún seguían en el suelo y algunas lágrimas permanecían en sus mejillas, reacias a querer irse. No querían separarse, porque este momento era lo último que iban a tener que les recordase a lo que fueron en aquel entonces. El único momento donde podrían respirar ese aire de Hogwarts, ese aire de juventud, ese aire de risas y ese aire de nostalgia por lo que ahora estaba perdido en un vago recuerdo.
Remus continuaba acariciando suavemente su mejilla, mientras ambos sonreían. Era hora de dejar marchar aquello. Se dieron un abrazo y aquel momento fue interrumpido por el sonido del timbre sonando.
- Debe de ser Molly- Mencionó Remus mientras se alejaban poco a poco de su agarre.
- Oh, cierto, sí.
- ¿Deberíamos abrir no crees?
- Sí, claro.
- Sirius…- Se giró.
- ¿Sí?
- Se que esto es diferente ahora, pero, tienes razón, sé que hay gente que me quiere y que quiere ayudarme.
- Claro, sí, Lunático, sabes que yo te - No le dejó terminar. No quería escucharle decir esas dos palabras, en el momento en el que las dijese, para Remus sería una realidad. Una realidad del pasado, una realidad que quería procesar con el tiempo. No ahora. No tan pronto.
- Lo que quiero decir, es que, podría ir aquí de vez en cuando, quiero decir, más de vez en cuando, no sé. Esta casa es bastante tétrica, no es bueno que estés solo tanto tiempo. Claro, todo esto si quisieses, no te voy a oblig - Antes de que pudiese acabar, Sirius se acercó, abrazándolo con todas sus fuerzas.
- Me encantaría, Lunático. Siempre eres bienvenido aquí.
Remus le devolvió el abrazo. Se separaron pocos segundos después. Volvió a sonar el timbre.
- ¡Ya voy!