Lucian Camout y el precio de la inmortalidad

Harry Potter - J. K. Rowling
G
Lucian Camout y el precio de la inmortalidad
Summary
“Morir es como quedarse dormido, un sueño profundo e infinito que alivia el peso de las almas cansadas. Las manos de la muerte son gélidas e inamovibles, cubren con ellas el dolor y el miedo dejando atrás los recuerdos; cautas y precisas remueven el alma dejando la vasija vacía. La muerte es la última compañera, si estás preparado solo será otra gran aventura”.
Note
DESCARGO DE RESPONSABILIDADNo soy propietario de ninguno de los personajes ni de la base de la historia creada por JK Rowling. Realmente no creo que la historia está bien desarrollada si se tiene un solo punto de vista protagónico (Harry) ni me gusta la forma en como la autora trata varios temas a lo largo de la saga. Esperaba un mejor final para el trío de oro.Saludos, soy Lazy_goddess1 y este es mi primer fanfic oficial.Quiero aclarar que las etiquetas irán cambiando según el transcurso de la historia, así como las advertencias serán agregadas según lo considere necesario.Por ahora, no cuento con un lector beta, pero sí con un proceso de edición, por lo que los capítulos se irán modificaran para lograr un mejor escrito que supere a los borradores.En última instancia, este fic se basa en la historia de un personaje original llamado Lucian y de como este va a ir interactuando con el mundo mágico de Harry Potter y sus respectivos personajes. Adicionalmente, irán apareciendo más puntos de vista para aclarar algunas motivaciones de los personajes tanto canónicos como originales, así como sus tramas secundarias.Finalmente, me ayudaría mucho si dejan algún comentario, sugerencia o crítica constructiva. Como se trata de un ejercicio de escritura, se irá mejorando conforme avance la trama.Gracias por todo y disfruten la lectura.
All Chapters

Nicolás Flamel y las confesiones

Hermione Granger no era como cualquier otra niña común y corriente. Sus padres lo sabían, siempre orgullosos de alabar la inteligencia de su hija, sus maestros de primaria lo constataban, siempre complacidos con sus excelentes notas y diplomas, sus compañeros lo envidiaban, siempre primer puesto de la clase, con un comportamiento impecable y la favorita de los docentes. Hermione se enorgullece de ser una niña brillante, pero sabe que en muchas ocasiones su comportamiento de sabelotodo molesta a los demás, en especial, a sus compañeros de aula. Siempre burlándose de ella por ser un ratón de biblioteca, por no tener amigos, por no ser buena en educación física, la única materia en la que presenta dificultades. Todos la ignoraban y para Hermione ya era costumbre comer sola en la hora de recreo, no salir al patio a jugar. En vez de eso, se quedó todo el receso en la pequeña biblioteca de su escuela, demorando ansiosamente un libro tras otro. Siempre con las ansias del nuevo conocimiento. 

Ella no entendía como los demás niños no podían disfrutar de una buena lectura. Las niñas con sus muñecas y cuerdas de saltar, sus vestidos floreados y sus grandes lazos de diferentes colores en el cabello. Los niños con una pelota de fútbol a la mano, con su ropa descuidada y sudada de tanto correr. Las caras llenas de barro en la época de lluvia y el comportamiento grosero habitual hacia las niñas. Pero a pesar de sus diferencias, todos ellos parecían compartir el desagrado de leer. Siempre que la profesora los llamaba a pararse, pronunciaban las palabras entrecortadamente, con pausas desiguales y pronunciando varias letras en el orden equivocado. Hermione siempre tuvo que levantar la mano para detener la diatriba irregular, exasperada porque no podían leer algo tan simple como una estrofa de poesía. En las ocasiones Hermione consideraba necesario guiar a sus compañeros, ayudarlos a subir sus notas pero nunca la escuchaban, pretendían como si el aire les hablaba y Hermione, luego de otros intentos fallidos, capto el mensaje y ya no lo volvió a intentar.

Era perdida suya si no querían escucharla. Las notas publicadas al final del tercer grado lo demostraron.

Ella no necesitaba amigos, es lo que regularmente se lo comentaba a sus padres cuando llegaba su cumpleaños y nadie de su salón asistía. Hermione estaba bien si solo estaban sus padres y alguno que otro amigo de la familia se presentará en su celebración. Con los años siguientes, la rutina no cambió hasta que una tarde, meses después de su undécimo cumpleaños, recibió una carta.

Algo que Hermione sabia, además de ser inteligente, era su extraña habilidad que la hacía mantenerse alejada de los otros niños. Esta “habilidad” no era algo que ella controlara a voluntad, al contrario, ocurriría espontáneamente. Se sentía alegre y las cortinas cambiaban de color, se sentía enojada y las luces de su casa estallaban, se sentía frustrada y las cosas de su recámara se movían, se sentía asustada y hacía vibrar las ventanas. Detecto un patrón: esta extrañeza se activaba ante una emoción fuerte. Hermione aprendió al menos no tener un episodio de estos fuera de casa, no quería que los demás obtuvieran otra razón para fastidiarla.

Sus padres estaban ocupados con el trabajo como dentistas bien requeridos, una razón obvia para nunca tener dulces ni azúcar en la comida diaria ni de estar en muchos de eventos escolares. Sin embargo, eso no impidió que priorizaran a su hija y siempre vieran por su bienestar. Hermione sabía que sus padres estaban muy preocupados por ella, tanto que consultaron con varios médicos renombrados, pero ninguno de ellos encontró nada que justificara su “habilidad” ( Hermione se resistía a llamarlo rareza). Una vez fue a una librería cerca de su casa y había preguntado por la sección de fantasía. Desde superpoderes, habilidades psíquicas hasta magia, eran respuestas alternativas. Ella recuerda haberse burlado de ello por no ser científico, pero ahora, cuando acaba de ver a un gato transformarse en una mujer, no sabe que más pensar. Tal vez por fin tanta información que recopilo en la biblioteca la volvieron loca. 

Al final resultó que poseía habilidades mágicas, era una bruja y la mujer que se presentó como Minerva McGonagall, era la subdirectora del colegio Hogwarts de magia y hechicería al cual asistiría a partir de septiembre. El proceso fue largo e interrumpido varias veces tanto por sus padres que expresaban sus dudas sobre dejarla ir como las preguntas sobre el mundo mágico por parte de Hermione. Al final, la subdirectora, que también era su futura maestra de Trasformaciones, le aseguro la seguridad del colegio y le regaló un libro a Hermione sobre la historia del colegio, antes de decirle que la esperaba ver en la ceremonia de apertura.

Hermione nunca se sintió tan emocionada en su vida y paso el resto del verano engullendo toda la información del libro con entusiasmo. Quería memorizar todo, por fin se encendió la llama de esperanza dentro de su pecho: un mundo nuevo por descubrir y tal vez hasta ser aceptada. La primera vez que piso el callejón Diagon, unos días antes del inicio de clases, se sintió como un sueño hiperrealista. Mientras sus padres cambiaban una bolsa llena de libras por la moneda mágica equivalente, Hermione analizaba hasta el mínimo detalle de lo que veía. Se hubiera acercado a los goblins si no hubiera sido por el fuerte agarre de su nerviosa madre. Otra experiencia igual de fascinante fue subir al expreso de Hogwarts, luego de despedirse efusivamente de sus padres y unas cuantas lágrimas involucradas, Hermione recorrió el pasillo del tren buscando un compartimiento, pero antes de poder decidirse escuchó unos sollozos detrás de una puerta. La abrió pensando en que algún otro niño o niña ya extrañaba su hogar, pero no fue así.

— ¿Qué pasa?, ¿Por qué lloras?

—Tre… Trevor se ha perdido —hipo, sobándose los ojos. El niño tenía la cara hinchada de tanto llorar.

— ¿Quién es Trevor?

—Mi sapo —contesto con la voz entrecortada—, mi sapo escapo…la abuela se va a molestar mucho….no quiero que me pegue en la pantorrilla otra vez —lloró.

—Bien, te ayudaré a buscarlo. —Hablo Hermione con seguridad— Mi nombre es Hermione, Hermione Granger. ¿Cuál es el tuyo?

—Neville Longbottom —susurró con un hilo de voz.

A Hermione le pareció un niño tímido pero amable con una extraño gusto por los anfibios. Una resolución tomo fuerza en su mente: lo iba a ayudar a encontrar a su mascota perdida aunque le cueste el resto del viaje. 

—Muy bien, Neville, te acompañaré. Los dos hallaremos a Trevor. —dijo, abriendo la puerta del compartimiento— Preguntaremos a los demás, no te preocupes, tu sapo aparecerá.

A pesar de los esfuerzos en conjunto, Trevor no apareció hasta la llegada a Hogwarts. Ya en el camino, Hermione había conocido a varios estudiantes de su mismo año, algunos más desagradables y molestos que otros. Negó al recordar al niño pelirrojo de nombre Ron y su fallido intento de encantar a su propia mascota ratonil. 

El debate del Sombrero Seleccionar para clasificarla fue largo, pero al final la selecciono a Gryffindor junto con Neville, Ron Weasley y el tan famoso Harry Potter, a quien ya había conocido en el viaje. Las clases eran llevaderas, Hermione no se podía quejar, pero el hecho de que parecía ser insoportable hasta por sus mismos compañeros de casa la ponía triste. Todos ocupaban los asientos con cualquier cosa que encontraran disponible cuando ella ingresaba al salón, si no se quedo sin asiento fue solo porque asistía puntual a clases. Los únicos que parecían no molestarse con su presencia o al menos lo disimulaban bien eran Neville, quien a menudo le sonreía tímidamente cuando se cruzaban por los pasillos o en la sala común, Seamus Finnigan, que parecía más pendiente en causar cualquier tipo de explosión y Harry Potter, que a veces la observaba con curiosidad. Eran excepciones pero Hermione prefería la indiferencia ante el abierto desprecio que le tiraban los alumnos de Slytherin, sobre todo, de las niñas como Parkinson y Davies. Hermione ya había perdido la cuenta de cuantas veces la hicieron tropezar, le encantaron el cabello o se burlaron por cualquier cosa mínima que hiciera. Olvido cuantas veces se encerró en el baño a llorar o las veces que se escondió en la seguridad de las sabanas y deseo con desesperación volver a casa. Pero si algo la caracterizaba es que siempre era perseverante, no se iba a dar por vencida y si no destacaba a nivel social al menos seria aceptada a nivel académico.  Les demostraría a todos que no solo podía mantenerse al ritmo sino hasta superarlos en sus propias materias. Hermione se haría su lugar. 


La ruptura fue en octubre, Hermione recuerda que ocurrió la noche de Halloween. Mientras todos se divertían ella se encerró en el baño de chicas y lloró a yeguas. Ni siquiera había sido el comentario de Ron Weasley sino el hecho de que tenía razón: no tenía ningún amigo, nadie la quería ahí sin importar cuanto se esforzara. 

El mismo día que se sintió renunciar a todo y volver a casa sucedió algo espectacular, un troll había logrado invadir los terrenos del colegio y deambulaba libremente los pasillos. Hecho que Hermione no se enteró hasta después de que Harry y Ron la rescataron. Mentirle a la profesora McGonagall fue el acto fundamental que tuvo que decir para salvar a sus compañeros. Esa noche durmió con una sonrisa en su rostro, ignorando los comentarios quejosos de Lavander Brown. Había conseguido dos amigos, nunca pensó que podía sonreír tanto como lo hizo aquella noche. 

Por supuesto, Hermione nunca anticipó que ser amiga de Harry traería problemas consigo. Era como si él estuviera incluido en un paquete lleno de detenciones, misterios y más problemas a resolver. A pesar de ello, Hermione está feliz, aunque tuviera que soportar los escasos modales de Ron a la hora de comer y las tardanzas. Lo que no espero fue involucrarse en una investigación sobre Nicolás Flamel, semanas después.

Todo comenzó con la temporada de Quidditch, ese sábado Harry jugaría su primer partido luego de varias semanas de entrenamiento: Gryffindor vs Slytherin. Hermione no se encontraba muy emocionante en el juego, ella prefería estar al ras del suelo pero tanto a Harry como a Ron les gustaba y ella estaba decidida a apoyarlos.

El día anterior al partido Hermione junto con Harry y Ron habían tenido una “conversación” con Snape, el profesor que parecía odiar a Harry con fervor, él le dejó a su amigo su libro de Quidditch a través de los tiempos, el regalo que ella le había comprado cabe resaltar, antes de desaparecer con una andada inestable.

—Chicos, le preguntare a Snape si me puede devolver el libro —avisó a Harry antes de levantarme y hacer caso omiso a las protestas de Ron y Hermione.

Va dirigirse a la sala de profesores y lo van a castigar. Seguro ni consigue su libro de vuelta — pensó airada.

Dicho y hecho, fue lo que pasó pero Harry no parecía molesto, más bien estaba algo nervioso mientras les relataba lo que había visto.

— ¿Saben lo que significa? —dijo Ron—Trato de robar lo que custodiaba el perro de tres cabezas y seguro dejo entrar al troll para usarlo como distracción.

—No, no puede ser. —exclama Hermione con incredulidad— No creo que haya tratado de robarlo…o ¿sí?

—Por Merlín Hermione, Snape es capaz de cualquier cosa.

—Creo que Ron tiene razón —le siguió a Harry— Pero ¿Qué busca? ¿Qué es lo que, con tanto empeño, guarda el perro?

Y junto con esas preguntas se van a dormir tratando de concentrarse en el juego de mañana. Esa noche Hermione no pudo conciliar el sueño por las dudas. A la mañana siguiente no hubo muchas clases, Harry, a su lado, parecía tener un tic nervioso y se negaba a probar algún bocado a pesar de sus súplicas. Daba la impresión de que en cualquier momento se iba a desmayar, Hermione esperaba que no ocurriera durante el juego.

El tiempo paso volando entre conversaciones alentadoras y emocionadas por parte de sus compañeros, quienes con banderines y pancartas hablaban sobre el partido que se disputaría. La rivalidad entre Gryffindor y Slytherin era bien conocida, Hermione personalmente había tenido roces con algunos de sus miembros y la experiencia no fue mínimamente agradable. Cuando llegó la hora de salir, una vez de la mañana, todo el colegio se encontró reunido alrededor del campo de Quidditch.

Ron y Hermione junto con Seamus y Dean se reunieron en las gradas más altas dando a través de una pancarta “Potter, presidente”, ánimos a su amigo.

La señora Hooch, la instructora de vuelo del primer año, hizo de árbitro y mandó una advertencia, específicamente al capitán de Slytherin, antes de dar un largo pitido con un silbato. Hermione contempló el comienzo del partido.

—Y la quaffle es atrapada de inmediato por Angelina Johnson de Gryffindor… Qué excelente cazadora y, a propósito, también es muy guapa…

— ¡JORDANIA!

—Lo siento, profesora.

—Y realmente golpea bien, un buen pase a Alicia Spinnet………..y… ¡Aaayyyy!, eso ha tenido que dolerle, un golpe de bludger en la nuca… La quaffle en poder de Slytherin… Adrian Pucey cogiendo velocidad hacia los postes de gol, pero lo bloquea otra bludger, enviada por Fred o George Weasley, no sé cuál de los dos… bonita jugada del golpeador de Gryffindor, y Johnson otra vez en posesión de la quaffle, el campo libre y allá va, realmente vuela , evita una bludger, los postes de gol están ahí… vamos, ahora Angelina…el guardián Bletchle y se lanza… no llega… ¡GOL DE GRYFFINDOR!

Los gritos de su casa llenaron el aire frío junto con los quejidos de Slytherin, por su parte, Hermione observó atentamente el ascenso de Harry, parecía estar escaneando el campo en busca de la snitch.

Fue hasta que el comentarista dio aviso sobre el avistamiento de snitch que Harry se impulsó al lugar señalado, siendo seguido de cerca por el buscador de Slytherin. Hermione se sostuvo del barandal con fuerza al ver la falta de Slytherin, rezando internamente por el bienestar de su amigo.

—No sé qué está haciendo Harry. —murmuró Hagrid. Miró con los binoculares— Si no lo conociera bien, diría que ha perdido el control de su escoba... pero no puede ser...

A Hermione se le helo la sangre. De forma súbita todos señalaron a Harry. Su escoba tenía la intención de derribarlo. Su amigo no iba a resistir por mucho tiempo.

—No puede ser. — dijo Hagrid, con voz temblorosa— Nada puede interferir en una escoba, excepto la poderosa magia tenebrosa... Ningún chico le puede hacer eso a una Nimbus 2.000.

Ante esas palabras, Hermione cogió los binoculares de Hagrid, pero en lugar de enfocar a Harry, comenzó a buscar frenéticamente entre la multitud. Tenía que encontrar al responsable y rápido, y fue cuando lo vio. El profesor Snape estaba en el centro de las tribunas frente a ellos. Tenía los ojos clavados en Harry y murmuraba algo sin detenerse. Antes de que pudiera avisar a Ron vio algo más por el rabillo, al enfocar mejor era un estudiante corriendo en dirección a los profesores.

¿Será que también se dio cuenta?

—Ron, sostén esto. —dijo pasándole los binoculares— Es Snape, debo irme.

Hermione había cruzado las gradas hacia donde se encontraba el profesor Snape y en aquel momento corría por la fila de abajo. No se  disculpo cuando atropelló al profesor Quirrell debido a la prisa, pero se detuvo abruptamente ante la presencia del otro estudiante que había vislumbrado antes por los binoculares. La figura le parecía muy familiar, pero algo en su postura le trajo desconfianza. Por precaución levantó su varita, justo un tiempo para ver con exactitud que estaba apuntando.

Era su amigo pero el mal presentimiento no se difumino. Algo le gritara que no podía ser él, Hermione, sin dudarlo, conjuro un Desmaius pero su oponente reaccionó muy rápido y antes que se diera cuenta yacía petrificada en el suelo. Eso fue lo único que la detuvo de jadear con incredulidad al ver a Neville sosteniéndole la mirada con frialdad. Logra escuchar un ¡Hermione! por parte de Ron antes que este apareciera y le lanzara un contra hechizo. Hermione no tuvo tiempo de explicar lo que ocurrió pues los gritos de euforia amortiguaron su voz. 

— ¡Tengo la snitch! —gritó Harry, agitándola sobre su cabeza. El partido terminó en una confusión total.

Lee Jordan, veinte minutos, después seguía proclamando la victoria de Gryffindor, ganada por ciento sesenta a sesenta. Hermione, en cambio, tomó una taza de té, en la cabaña de Hagrid con Ron y Harry. Tuvo que agarrar su taza con más firmeza de lo normal, noto  consternada que le temblaban las manos. Ella frunció el ceño y dejo la taza sobre la mesa; no quería derramar el te sobre la grisácea  alfombra de Hagrid.

—Era Snape. —explico Ron apresuradamente— Yo y Hermione lo vimos hechizando la escoba de Harry.

—Tonterías —intervino Hagrid— ¿Por qué haría algo así?

Hermione notó la persistente mirada de sus amigos, pero guardó silencio. Había algo que no le sentaba bien en todo el asunto. No podía ser Neville, ella no creía que un niño tan bondadoso y tímido como él pudiera haberla atacado o siquiera haber intentado algo contra Harry. Simplemente, era imposible, pero al menos que haya sido una alucinación, era un hecho cierto. Decidió que más adelante les contaría lo sucedido, cuando tuviera la mente más despejada. 

—Snape trato de pasar al perro de tres cabezas, pero este lo mordió en la pierna. Nosotros pensamos que estaba tratando de robar lo que custodiaba —explicó Harry con prisa.

—Oh, saben de Fluffy —afirmo Hagrid— es mío, lo compré el año pasado y se lo presté a Dumbledore para guardar…

— ¿Para guardar, tal vez vigilar algo? —preguntó Harry. 

—Bueno, es un secreto. —menciono con rudeza

—Pero Snape trato de robarlo —insistió.  

—Él nunca haría eso...

—Entonces, ¿Por qué trato de matar a Harry? — vocifero Ron, Hermione, le codeo el costado— Vamos Hermione, dile lo que viste.

—Están equivocados. —Hagrid pronuncio ofusco— Mejor olviden a ese perro y lo que vigila. En eso solo tienen papel el profesor Dumbledore y Nicolás Flamel.

—Ah —pronunció Harry complacido— Hay un Nicolás Flamel involucrado en esto, ¿no?

Hagrid no respondió y pareció enojarse consigo mismo. Hermione no pudo evitar compadecerse, a veces Harry tenia una facilidad en sacarle información a la gente de una manera tan sutil que era difícil notarlo. Para si, pensó que era un rasgo de astucia propio de slytherin pero nunca comento al respecto. No creía que su observación seria bien recibida por sus amigos.


Después de ese descubrimiento se dirigieron a la sala común donde Hermione fue invitada a pasar a la habitación de los niños, aprovechando que todos abajo seguían celebrando.

— ¿Hay algo que nos quieras decir, Hermione? —preguntó Harry expectante. 

—Mm… ¿Qué pasa? —cuestiono Ron confundido

—Chicos, hay algo que todavía no les he contado —empezó mirando a Ron— Ron, ¿Recuerdas cuando vimos a Snape controlar la escoba de Harry a través de los binoculares? —recibió un asentimiento y siguió esta vez dirigiéndose a ambos—Bueno… cuando me percate de esto corrí por las gradas, con la intención de detenerlo.

—Sí, lo sabemos Hermione —afirmó Harry, asintiendo.

— ¿Esto tiene que ver con el hecho de encontrarte petrificada? —pregunto Ron con seriedad.

Harry los miro confundido, Hermione le iba a explicar cuando su amigo se adelantó.

—Cuando Hermione corrió para detener a Snape yo después la siguió por si necesitaba ayuda...—narró— pero cuando llega, Snape ya no te estaba apuntando, en cambio, creo que vi desconcierto en su rostro…no lo sé muy bien… Hermione se encontró petrificada a unos metros de distancia —iba a continuar, pero Harry lo interrumpió bruscamente.

— ¿Quién te hechizo, Hermione? ¿Fue Snape? —dijo en un tono brusco, Hermione se apresuró a negar.

—No fue el profesor Snape —los dos la miramos con detenimiento— De eso les quería hablar…cuando estaba corriendo me cruce con el profesor Quirrell, eso no es importante —se corrigió—, había otra persona que parecía apuntar en dirección tuya, Harry.

— ¿Quién? —gritaron al unísono.

—No sé quién era, estaba cubierto con una túnica —mintió no queriendo exponer a Neville sin pruebas—pero era un estudiante como nosotros —comento seria. 

— ¿Casa?… aunque haciéndome una idea, seguro era de Slytherin ¿no? —cuestiono Ron irritado. 

Hermione ya había notado antes que siempre que mencionaran a slytherin bajo cualquier contexto, Ron se ponía tan rojo como su cabello como si alguien le hubiera pisado la cola figurativamente. Ella teorizo que era más reacción reflejo que intencional como cuando un gato se erizaba al ver a un perro acercarse. 

—No Ron, eso fue lo que más me sorprendió….era de nuestra casa, Gryffindor —confesó pesadamente.

— ¿De Gryffindor? —exclamaron sorprendidos

—Usaba nuestras túnicas —anunciamos antes de agregar—Por eso decidí enfrentarlo primero y luego enfocarme en Snape, pero….él fue más rápido y me lanzó un Petrificus Totalus, por eso Ron me encontró en ese estado. 

— ¿Entonces como Harry consiguió el control de su escoba, si él y Snape estaban, ambos con su varita? —pregunto Ron confundido.

— Eso es lo más extraño…cuando me apunto para hechizarme, Harry ya había recuperado el control de su escoba, por lo que escuche del comentarista y eso no es todo….

- ¿Qué Paso? ¿Te hizo algo más? —interrumpió Harry. 

—No, bueno, tengo que investigar más, pero—Hermione dudo en dar la siguiente información—era alguien de nuestro año.

— ¿Qué?, eso es imposible Hermione —exclamó Ron, se veía pálido por la implicación. Harry estaba en condiciones similares.

 —“A veces simples coincidencias al azar, pueden culpar a la persona equivocada” —citó.

— ¿Y qué significa eso? —vocifero Ron frustrado, recibiendo una mirada de advertencia de Hermione.

—Que no podemos sacar conclusiones apresuradas, tengo que corroborar si lo que vi es cierto —explicó con agitación.

—Hermione, si sabes quién es dinos —clamó Harry con decisión—, al menos así podremos tomar preocupaciones.

—Bueno…

— ¿Quién?, ¿Dean?, ¿Seamus?, tal vez...siempre parece tener un comportamiento compulsivo...

— ¿Me dejas continuar, Ronald? ¿O seguirás interrumpiendo mi explicación?… Bien, luego de petrificarme pude ver su rostro más claramente antes de que se dispersara entre la multitud, Ron vino y me ayudó a deshacer el hechizo.

—No sé qué me impresiona más: El hecho que Ron sepa capaz de revertir un Petrificus Totalus o la presencia de esa misteriosa persona en todo ese asunto —dijo Harry asombrado, recibiendo un ¡Oye! De parte de Ron y una mirada divertida de Hermione.

¿Además, ese hechizo no se aprende en tercer año? —interrogo. 

—Fred y George me enseñaron, ellos lo usan en algunas de sus bromas y varias veces yo fui víctima de ellas —declaro Ron con las mejillas rojas.

—Oigan, chicos, vuelvan al punto —amonestó Hermione, al tener la atención de sus amigos, siguió—… Vi a Neville.

Ron y Harry parecían no haberla escuchado, no pronunciaron ningún sonido, están en shock.

—Imposible —susurró Harry con un hilo de voz.

—Neville, Hermione, ¿hablas de nuestro compañero de cuarto? —Ron parpadeo con incredulidad, como si la simple idea no le cuadrara—, estás alucinando.

— ¿Acaso conoces a otro Neville, Ron?, porque házmelo saber, si no cállate —Hermione se enfureció al contemplar las miradas dudosas de sus amigos— Yo lo vi, estaba parado, literalmente frente mío. A menos que Neville tenga un hermano gemelo, no creo en otra posibilidad.

— ¿Tal vez un alter ego malvado? —sugirió Ron con una mueca.

—No, Ron —cortó con enojo.

—Hermione, compréndenos, esto es difícil de considerar —enunció Harry —Neville, no solo comparte dormitorio conmigo y Ron, sino que es nuestro amigo. A no ser que sea un excelente actor, no pienso que su amabilidad hacia nosotros sea falsa.

—Lo sé Harry —suspiró Hermione derrotada—, tampoco lo creo, pero yo lo vi con mis propios ojos.

Harry puso una mano en su hombro para reconfortarla.

—Te creemos Hermione, pero como dijiste antes todavía no podemos asumir que sea el verdadero Neville, primero debemos investigar los hechos.

—Así es, tal vez alguien se hizo pasar por él por medio de un hechizo o poción— afirmo antes de pronunciar un exagerado bostezo— Ah, este asunto me está mareando, porque mejor no continuamos otro día.

—Bien, pero no se olviden que también debemos investigar sobre Nicolás Flamel —mencionó Hermione, Ron se quejó entre dientes sobre que la lista se estaba volviendo demasiado larga para su gusto. Harry río ante al rechazo expresado de su amigo, Hermione rodó los ojos antes de despedirse y salir de la habitación.

Con estas nuevas incógnitas dentro de su cabeza, Hermione se fue a dormir, cansada por todo lo ocurrido.

¿Si no fue Neville, quién? —fue su último pensamiento antes de apagar su lámpara de noche.

Sign in to leave a review.