
Fuerza de voluntad y el plan de adaptación infantil
La habitación se presento en total silencio, si alguien hubiera dejado caer un alfiler se escucharía fácilmente. Los tres niños se encontraban arrodillados y en dila; el primero esta mudo, parecía haber entrado en un estado de meditación autoimpuesto; el segundo, estaba con una postura desgarbada, inquieto y mirando hacia varios lados en busca de una distracción; el tercero, en cambio, tenía una postura abatida, de vez en cuando Lucian detectaba mirada taciturna por el rabillo del ojo, lo opuesto a la expresión determinada que tuvo al iniciar este proceso.
—Bien, Theodore, puedes levantarte —anunció Lucian con un ademán de mano, mientras continúa desarrollando su ensayo de Herbología.
El mencionado salió de su ensoñación y se levantó con cierta torpeza, con un suspiro de alivio aterrizó en su cama.
— ¿Por qué solo Theo? —lloriqueó Blaise con una cara compungida— Eso es injusto, él también estuvo involucrado.
—Blaise, ¿quieres que te recuerda la razón por la que tienes más tiempo de reflexión? —comentó Lucian sin prestarle atención— Cinco minutos más y ya todo acabara Pansy.
La niña asintió con más ánimos pero su punto estaba fijo en el único reloj del dormitorio, lo miraba con tanto detenimiento como si con solo eso pudiera acortar el tiempo. Blaise a su lado, bufó de mal humor.
— ¡Por Salazar, si crees que esto es una reflexión! —gruño con fervor— Punto uno: tal vez no lo crees, pero esto no es un castigo más bien una tortura me atrevería a decir, si tú lo ves como un buen método de aprendizaje algo debe estar mal en tu cabeza. Punto dos: si crees que esto me va a hacer reflexionar, estás equivocado. Punto tres: ¿Realmente vale la pena? ¿Qué importa si digo uno que otro insulto a gente que no me agrada?, ¿Me castigas por el término “sangre sucia”? Tú también lo has dicho, que no lo recuerdes es tu problema.
Lucian alzó una ceja sin impresionarse por los comentarios mordaces de Blaise. Se necesita algo más drástico y letal para siquiera rozar la superficie de su coraza. Sin más miramientos y acomodando sus pergaminos en una pila encima de su escritorio, anunció:
—Diez minutos más, Zabini, Pansy ya puedes pararte—ordeno.
Lucian ignoró el aullido furioso de Blaise, solo eclipsado por los chillidos de festejo de la niña de poder estirar las piernas luego de treinta minutos seguidos. Eufórica, se unió a Theodore, quien ya había sacado un libro para distraerse.
— ¡Eres un hipócrita! —anunció Blaise tratando de levantarse.
El hechizo adhesivo, sin embargo, le imposibilito la tarea. Pansy estalló en carcajadas al ver los inútiles intentos del niño. Lucian contemplo la idea de colocar un hechizo insonorizador alrededor del niño, pero al final lo descarto. Lucian no entendía cual era el problema de Blaise con respecto a la hora de reflexión. Giovanna solía supervisar su hora cada vez que Lucian cometía algo que debía ser corregido. Personalmente, no le parecía un castigo sino una hora libre. Si lo comparaba con los correctivos de su progenitor, esto solo era un paseo en un jardín de flores.
— ¿Quién dice que no voy a cumplir la misma enmendación? —dijo y ante las miradas atónitas de sus compañeros, imito la misma posición de Blaise. La postura recta, las piernas pegados al suelo y las manos cruzadas sobre su regazo— No lo hice con el propósito de castigarlos, sino de enseñarles algo importante.
— ¿Qué sería tan importante como para tenernos sentados durante casi una hora? —pregunto Theodore, desviando su atención de su libro a Lucian— Porque no ve un motivo concreto.
—Es algo que es muy difícil de conseguir, ni siquiera los más grandes magos siempre lo han poseído—empezó Lucian, mirando a cada uno de los infantes—pero ustedes hoy demostraron un fragmento de ella. —el asombro y la incertidumbre apareció en sus jóvenes rostros, todos escucharon con atención las siguientes palabras— Se trata de voluntad.
— ¿Qué? —pronuncio Pansy con incredulidad, Theodore y Blaise también parecían dudosos.
—La fuerza de voluntad se define como aquella capacidad para resistir las tentaciones a corto plazo con el objetivo de cumplir metas o propósitos a largo plazo, es decir, es una habilidad que te permite aprender autocontrol. —cito con indulgencia— Si los deseos no se transforman en objetivos concretos y bien definidos es muy probable que no se conviertan en una realidad.
— ¿Por eso pusiste una bolsa de dulces frente a nosotros? —cuestionó Pansy— ¿Querías que resistiéramos a la tentación?
—Oh, no, eso es para mí—corrigió Lucian.
—Parece adiestramiento —comento Blaise sin templanza—, exigir sumisión para obtener una banal recompensa.
—Blaise —advirtió Pansy, mirándolo fijamente.
—Calma Pansy, todos tenemos diferentes perspectivas. No está errada su opinión—aclaro Lucian, serio— El fin de esto es el autocontrol. No importa los factores externos o internos, siempre deben mantener la tranquilidad en cualquier situación. Dejen los sentimientos de lado y solo fijen un objetivo, plantea un juego mental con tu oponente: el primero que deje su pasividad, pierde.
—El hechizo adhesivo no estaba todo el tiempo, ¿no es así? —comento Theodore por sobre los gritos sorprendidos de sus amigos— Lo pude notar: mientras más relajaba el cuerpo la presión era menor, además no hubo un tiempo determinado. Solo decías números alzaren momentos aleatorios, el reloj esta errado, querías probar—anuncio con seguridad—si cedíamos o seguíamos luchando. Todo el tiempo, nunca fue un castigo, solo buscas probar nuestras actitudes: perseverancia, tolerancia, enfoque de atención, determinación, obediencia, asertividad, todo son requisitos para la autorregulación.
Lucian sonrió por primera vez frente a ellos. Asintió con firmeza en dirección al niño y observó las expresiones atónitas de Blaise y Pansy.
—Excelente deducción Nott, como siempre tan observador —felicitó y hablo en general— Cada uno de ustedes ha demostrado al menos dos actitudes especificadas, Theo: tolerancia y obediencia, creo que no debo mencionar en cuál hace falta mejorar— el mencionado asintió— Pansy: enfoque de atención y tolerancia; Blaise: perseverancia y determinación.
— ¿Por qué perseverancia?, me frustré demasiado rápido —masculló Blaise con sinceridad.
—No te rendiste a pesar de las dificultades: sabías que no podías pararte, pero lo intentaste una y otra vez, nunca te rendiste y aunque te quejaste en cada ocasión seguías intentándolo. Hay diferentes formas de demostrar fuerza de voluntad Blaise, tú demostraste una de ellas —menciono Lucian complacido—Siente orgullo por ti mismo, todos hicieron un buen trabajo.
Para ser la primera vez, lo hicieron mucho mejor que yo—pensó melancolico —tal vez eso signifique que ustedes tienen un ambiente familiar estándar. No los han obligado a madurar antes de tiempo, no los han dañado de una manera irreparable...
Las lágrimas no tardaron en ceder, los ojos chocolate de Blaise se volvieron acuosos y más resaltantes, con un gemido se abalanzó a Lucian, quien no tuvo tiempo de huir o gritar antes de ser aprisionado por un cuerpo más joven. Lucian se congeló, con un salto mortal su respiración se acelero de golpe, esto era peor que un abrazo normal. Como un mantra se recordó a sí mismo: Es un niño, es un niño, es un niño, no te hará daño, es un niño, solo quiere consuelo, no te hará nada.
Pansy y Theo no tardaron en unirse al efusivo abrazo, los sollozos continuaron. Lucian agradeció a todas las deidades conocidas porque gracias al llanto, los temblores de su cuerpo pasaron desapercibidos. No sabía la razón detrás del rechazo pronunciado al contacto, pero algo le decía que no era producto de su educación estricta. Con un escalofrío sintió que era mejor no saberlo, a veces era mejor ser ignorante y feliz.
¿Por qué me quiero alejar y al mismo tiempo no quiero apartarme? No lo entiendo.
Una semana después, Lucian recorrió los pasillos en silencio, no queriendo ser atrapado por Filch y su gata, la señora Norris, quienes no dudarían en reportarlo si lo encontraban merodeando. Su primera parada fue la biblioteca de la cual sacó un libro de metamorfosis; la segunda, el baño abandonado. Bajo hasta el primer piso del Castillo de Hogwarts, justo encima del Gran Comedor, e ingreso al lugar deshabitado esperando encontrar al fantasma.
Sin embargo, ella no apareció por ningún lado; Lucian decidió esperarla mientras se acomoda en una buena posición. Saca de su bolso la nueva libreta que logró trasfigurar de una de sus clases de trasformaciones y empezó a escribir los acontecimientos desde el principio al fin de la piedra filosofal. Los datos que parecen irrelevantes siempre se deben recordar por si las moscas.
- Harry Potter siendo un bebe es dejado en la puerta de la casa de sus horribles tíos muggles.
- Sus padres muertos por Voldemort, quien fue vencido por Harry.
- La historia continua cuando cumple diez años y seguía sin saber que era un mago.
- Le habían ocurrido cosas extrañas, en el zoológico hizo desaparecer un vidrio y su primo cayó, con tan solo pensarlo, habla con una serpiente. Dato relevante para el segundo año.
- Poco antes de su cumpleaños recibe una carta de Hogwarts. Sus tíos lo tratan de ocultar.
- El día de su cumpleaños apareció un hombre en la casa, Hagrid, le informo sobre la invitación del colegio de magia y hechicería y le dice que es un mago.
- Ese mismo día Harry se fue con Hagrid comprar las cosas que necesitaba para iniciar sus estudios de magia y se entera de que tenía una gran fortuna que le dejaron sus padres.
- Hagrid busca un paquete misterioso en el banco-. Dato muy importante: la piedra filosofal
- Conoce al profesor Quirrell por primera vez en el Caldero Chorreante del Callejón Diagon.
- También conoce al original Draco Malfoy en una tienda de túnicas.
- Comienza a asistir a Hogwarts y es seleccionado en la Casa de Gryffindor. Se convierte en el mejor amigo de Ron Weasley y Hermione Granger y en el jugador de Quidditch más joven en más de un siglo.
- Incluso vencieron a un Troll que entro a la escuela en Halloween.
- El tema de la piedra filosofal sale gracias a una conversación con Hagrid.
- Harry derrota a Voldemort (profesor Quirrell), luego pasar las pruebas junto con sus amigos.
- Slytherin gana, pero la doble cara de Dumbledore en vez de decir que realmente gano Gryffindor dando puntos de derecha a izquierda, ilusiona a los tontos niños.
Lucian termina de redactar la lista con todo lo que puede recordar, guarda su libreta para evitar que en un descuido se caiga y se arruine por completo cuando se percata de un detalle que había pasado desapercibido por la prisa. Una plataforma falsa yace debajo de algunos libros de Herbología, lo nota al tocar y escuchar un sonido hueco. Hay un pedazo de hoja arrancada en una esquina que dice: Abrir solo en caso de emergencia o peligro de muerte. Un encantamiento escrito se encuentra debajo de las palabras. Lucian reconoce al instante su pulcra letra, pero no el hechizo: revelare secretum.
Sabe latín por las clases de su vida pasada, pero el procedimiento al momento de realizar el encantamiento le es desconocido. Además, no recuerda que el personaje de Draco Malfoy tuviera algo así en su bolso en el canon original. Esta es otra de las cosas que debe anotar en su libreta sobre eventos no canónicos, la lista es más larga de lo esperado: compartir cuarto con Theodore Nott y Blaise Zabini y no con los guardaespaldas Crabbe y Goyle que no se han acercado mucho, suponiendo que él es su “líder”, el hecho de no encontrar ningún bote de gomina para el cabello, tener una libreta llena de dibujos, que los elfos domésticos lo saluden con tanto entusiasmo cada vez que visita el comedor amarillo y al parecer tocar la guitarra y la flauta, según las afirmaciones de Theo y Pansy. Todo parece más confuso mientras más analiza los pequeños detalles que paso por alto, más preguntas surgen y las respuestas, por ahora, están lejanas.
De pronto escucha unos pasos, el agua al ser pisada emite un ruido hueco pero intenso. Lucian voltea, una figura borrosa se acerca cada vez adquiriendo más velocidad. Él no puede moverse, su cuerpo no le responde, sabe que es presa fácil cuando siente que la figura lo aprisiona contra las baldosas del suelo, siente humedad en su cuero cabelludo, si es sangre o solo agua residual no está seguro, pero no duele, no siente nada hasta que su opresor presiona su brazo firmemente contra su tráquea, una de sus manos jala su cabello hacia adelante con brusquedad. Su respiración se dificulta con cada segundo que pasa, sin previo aviso las cañerías se rompen y empiezan a llenar todo el baño. Lucian se ahoga ya sin prestar atención si es obra de la asfixia o el agua que entra por su boca y parece llenar sus pulmones. Su pecho arde, cada bocado desesperado de aire es dificultoso y duele sonoramente. La figura encima de él ríe maniáticamente, su risa inunda todo el salón y hace eco en las paredes. Parece estar hablando, pero Lucian no entiende nada, imagina que así se debe escuchar cuando la radio no está sintonizada a ningún canal, una especie de interferencia en sus oídos. Siente que la vida se escurre de su cuerpo, una comparación irónica con el agua que cada vez se eleva más alto, cubriendolo como una manta de muerte. Con una última exhalación, Lucian Camout muere, el vacío lo encuentra y la muerte lo acompaña en su camino al averno.
Lucian despierta sobresaltado, siente su cuerpo entumecido y frio, con dificultar se endereza y mira a su alrededor: sigue en el baño. Espera unos minutos para recuperarse y recoge su libreta que en algún momento dejo caer debajo de los lavabos. Mal lugar para quedarse dormido y tener una pesadilla, decide. Mejor regresa a su dormitorio porque a pesar de la espera, Myrtle no aparece. Ya en otro momento Lucian vendrá a visitarla. Sigilosamente, con la respiración más amena pero los latidos alarmantemente ruidosos sonando en sus oídos, vuelve por donde vino. Al llegar Blaise ya duerme; Theo, en cambio, está sentado en su cama, esperándolo. La imagen lo hace detenerse.
—¿Dónde estabas?
Lucian lo ignora, no tiene ganas de iniciar ninguna conversación. El niño, sin embargo, es persistente.
—Draco, no estarás escabulléndote de nuevo al bosque, ¿verdad?
Eso capta su atención.
—¿A que te refieres?
Nadie seria tan estúpido como para ir al bosque prohibido de noche y encima solo ¿verdad?
—Al comienzo de la primera semana fuiste, aunque nunca me comentaste por que —Theo lo observa con algo parecido a la sospecha.
¿Qué diablos?
— ¿Y eso no te pareció extraño?
—Por supuesto que sí. —Ahora el niño le frunce el ceño, ofendido— Pero dijiste que no era asunto mío.
— ¿Entonces por qué preguntas?
—Draco, hace no mucho te han atacado, por supuesto que estoy preocupado por saber a donde vas—responde Theodore con fervor— ¿Y si te vuelve a suceder algo?
—Esta vez será diferente. —promete— No te angusties, no volverá a ocurrir.
—¿Cómo estas tan seguro?
Porque esta vez no se enfrentará a un niño indefenso sino a mí. —piensa decidido en represalia— Voy a jugar con esa persona hasta que me de la información que busco y luego...bueno, digamos que pasara a mejor vida.
—Confía en mi—es su respuesta.
El sonido típico de una cámara al ser activada, es lo que lo obliga a entreabrir los ojos. Lucian parpadea durante unos segundos, sus ojos luchan por ceder al sueño; con un bostezo pronunciado detecta la figura borrosa de Blaise. El niño sostiene una cámara entre sus manos, sonríe en su dirección y se prepara para tomar otra foto. Antes que Lucian lo tire de su cama por la intromisión, es derribado por varias almohadas.
—Maldición, Blaise, esa cosa muggle hace mucho ruido. —se queja Pansy, sin intimidarse ante los reproches de su amigo— Al menos quítale el flash.
—No tomes fotos sin el permiso de la gente, niño —exhorta Lucian, quitándose las sabanas de encima. El «no me llames niño» usual de siempre es ignorado. Lucian ordena su ropa antes de ir al baño.
Una vez todos están arreglados con sus prolijos uniformes, Theo comenta sobre el aparato que Blaise guardo con tanto cuidado en su baúl.
— ¿Dónde conseguiste la cámara?, nunca había visto algo similar —comenta intrigado.
— Es una cámara de fotografía instantánea que conseguí del novio actual de mi madre, recuerdo que su nombre era John, un mestizo —aclara y mete desordenadamente unos libros en su mochila—, al parecer su madre muggle trabaja tomando fotos a la gente. Sí, lo sé, es perturbador que las fotos no se muevan.
—En otras palabras, lo robaste —completa Pansy, rodando los ojos ante los escalofríos fingidos de Blaise.
—Oye, robar suene mal, yo prefiero decir que lo tome prestado y me olvide devolvérselo —recita con una de sus típicas sonrisas.
Lucian agarra una de las fotos, es el mismo durmiendo. Parece tan pacífico, vulnerable y pequeño, a él le perturba.
—No cambies Blaise —dice Pansy divertida por sus singulares ocurrencias.
Los cuatro se enfrascan en diversos temas, las clases, los deberes asignados, las tendencias de moda actuales por parte de Pansy y preguntas como ¿Qué profesor te cae mejor?, entre otras, o eso ocurria hasta que Blaise saca el tema del Quidditch.
—Oigan chicos, ya va a comenzar noviembre en unos días, saben lo que significa ¿no? —cuestiona.
—Sí, comienza la temporada de quidditch —hablaron Pansy y Theo a la vez
—Y el primer partido será Gryffindor vs. Slytherin —menciona Lucian.
—Así es, aunque lamentablemente los de primer año no podemos jugar, iremos a ver el partido y apoyar a nuestra casa —decidió Blaise con evidente euforia.
—Claro que estaremos ahí —dicen sus amigos.
Lucian percibe el entusiasmo infantil con indiferencia. Personalmente, el Quidditch no le atrae ni como deporte ni como afición. La idea de ver niños y adolescentes volando a varios metros de altura sin protección o soporte le revuelve el estómago de una manera desagradable. Al menos cuando leía sobre los partidos en los libros, su imaginación hacía que fuera más aceptable, pero ahora que estaba dentro del mundo, las cosas eran diferentes. A Lucian le incomoda la idea de ver un espectáculo de circo o peor aún, la muerte de alguien por caída libre.
—Así se habla, Slytherin ganará —gritó Blaise, interrumpiendo su monólogo interno.
Lucian omite el detalle de que Potter siendo de primer año jugará y hasta ganará el partido. No quiere entristecer a los niños, que emocionados, secundan el coro de Blaise.
Pasaron los días y como era de esperarse del mes de Noviembre el frio siguió azotando Hogwarts. Las montañas continuas al colegio adquirieron un tono gris de hielo y el lago parecía acero congelado. Este sábado, se iniciaría el primer partido entre Gryffindor y Slytherin, junto al comienzo de la temporada de quidditch. Todos estaban emocionados mostrando su júbilo mediante las diversas pancartas, vítores y frases con el fin de apoyar a su respectiva casa.
Lucian participó en los preparativos, más que todo por Pansy, quien organizo varias pancartas y accesorios para estar preparados durante todo el partido. El asunto de ser voluntario no le sentó muy bien. Los niños se le habían apegado en un intento para persuadirlo por su colaboración, al final cedió para obtener su espacio personal de vuelta.
—Que vayamos a ver un partido de quidditch no es excusa para no estar presentables como apoyo —menciono Pansy orgullosa. Agarró uno de los delineadores y siguió trazando en la tela.
Theo, por su parte, se encargó de buscar la mejor posición en las gradas para un buen enfoque de lo que ocurrirá durante el juego, y mientras todos están enfocados en el próximo partido, Lucian ideó un plan para deshacerse del profesor Quirrell en el acto. El profesor hechizará la escoba de Potter bajo las órdenes de un, todavía, debilitado Voldemort. Lo que le daría desventaja si ocurría un ataque “accidentado” por detrás.
Un simple Avada Kedavra terminaría con este asunto rápido —pensó Lucian con aburrimiento—, qué horrible es tener once años otra vez.
Se desharía del cuerpo del Quirrell y olvidaría a Voldemort por el resto del año. Lucian toma en cuenta los recuerdos que tiene para evitar circunstancias no deseadas. Una vez repaso la estrategia, sale junto con Blaise y Theo directo al Gran comedor. Pansy, eufórica, los espera.
—Hola chicos —responde al verlos.
—Hola Pansy —contestan los niños al unísono.
Lucian asiente en dirección a las amigas de Pansy, quienes le devuelven el gesto.
— ¿Están emocionados por el partido de mañana?
—Obvio que sí. —dice Blaise con una sonrisa maliciosa— Slytherin ganará, ya quiero ver como esos tontos leones se revuelcan en miseria.
—Yo también lo deseo —agrega Pansy con ahínco.
Qué lástima, Gryffindor se llevará la victoria —piensa Lucian; realmente no le importa quién gane siempre y cuando pueda cumplir su misión impuesta.
— ¿Saben lo he estado suponiendo?, creo que Gryffindor tiene más posibilidades de ganar —cita Theo con soltura. Se sirve unas cucharadas de miel del tarro y remueve su té.
— ¿Por que dices eso? —Blaise tiene la expresión de un cachorro pateado.
—Acérquense disimuladamente —menciona en un tono bajo siendo obedecido rápidamente.
—Miren, he observado a Gryffindor, específicamente a su equipo —señala ante las miradas impresionadas— y los veo muy tranquilos como si tuvieran algo que les brindara la victoria, es… No lo sé…un as bajo la manga.
Vaya, nada mal —piensa Lucian —acertaste.
Ellos miran en su dirección y entonces se da cuenta de su error.
— ¿Cómo que acertó, Draco? —cuestiona Pansy
—También he notado un comportamiento un tanto extraño en ellos. —aclara y señala a la mesa roja con un gesto lleno de parsimonia— He llegado a la misma conclusión que Theo: tiene un método “infalible” que les dará la victoria, un jugador estrella o una nueva estrategia en el campo. Apuesto más por el jugador, considerando el poco tiempo de preparación.
—Así que tú también lo supones, entonces definitivamente hay más posibilidades para ellos —concluye Theo sin inmutarse ante los gemidos poco entusiastas.
— ¡No arruinen esto con sus teorías! —menciona Blaise frustrado mientras unta su tostada con jalea. La tostada se rompe bajo presión, el niño se desanima aún más.
—No hay que ser pesimistas. —expone Daphne Greengrass, uniéndose a la conversación—Tal vez solo estén fingiendo para salvar las apariencias. Bulstrode asiente a su lado.
—Solo soy realista —responde Theo, encogiéndose de hombros—, los números nunca se equivocan.
—Pero las posibilidades son inciertas, por lo tanto, hasta la más mínima posibilidad se puede voltear a nuestro favor —refuta la niña Greengrass.
—Estoy de acuerdo —acota Pansy—, muy bien chicos, coman rápido, luego de esto tenemos que revisar las pancartas.
—Bien —responden los tres antes de acabar la cena.
Al final terminan las pancartas faltantes y con muchas emociones albergadas se van a dormir.
El día siguiente Lucian se arregla temprano y espera la intervención de Pansy, la cual no tardó en despertar a Blaise con un grito. Fue divertido presenciar, como él decía «Mamá, cinco minutos más » y procedía a acostarse de nuevo. No le duro mucho y entre risas disimuladas de los demás niños, Lucian entra al comedor; el resto de la mañana paso rápido.
Primero se da la clase de Herbología con la profesora Pomona Sprout, siendo seguido por la clase de Historia de la Magia. Como siempre, el profesor Binns hizo dormir a media clase en los primeros minutos de empezar. Lucian casi se duerme, pero logró resistir a duras penas, sus compañeros, en especial Crabbe y Goyle, no tuvieron tanta suerte.
Ya en la comodidad de la sala común, Pansy muestra orgullosa, las pancartas y afiches para el partido.
— ¿Qué les parece? ¿Quedaron hermosas?
—Por supuesto que sí, nosotros ayudamos a hacerlas —contestó Blaise con orgullo.
—Sí, sí, aunque Theo fue el que más contribuyó
— ¿Cómo? — exclamó desconcertado.
—Él se encargó del mensaje hechizado de las pancartas y afiches —dijo mostrando el efecto.
—Si lo observan ahora dice “Slytherin vencerá” pero si lo volteamos y ponemos de frente dice directamente “Los leones perderán, Gryffindor caerá”, esto —señala la pancarta— se lo debemos a Theo.
— ¿Cuándo ocurrió? —preguntó Lucian interesado por el didáctico hechizo.
—Mientras ustedes estaban ocupados decorando y poniendo adornos, yo sí estuve trabajando —respondió altanero.
— ¡Oye, decorar también requiere trabajo y dedicación! —exclamó Blaise indignado.
—Sí, lo que digas —Theo le restó importancia.
—Yo elaboré un trabajo extra —murmuró Lucian a propósito.
— ¿Así?, ¿Qué cosa?
—Hice publicidad. —lo miraron confundidos— Se trata de anunciar nuestra futura victoria y hablar sobre el tan buen equipo que tenemos….también repartí algunos afiches —inventó rápidamente.
—Chico con iniciativa —interrumpió Pansy—, es inusual si consideramos el hecho que no querían tener nada que ver con el desarrollo de las pancartas.
—Trabajo extra, es voluntario —aclaró y ella asintió conforme.
—Muy bien, ya es momento de partir, pronto empezará el partido —informo Blaise, ajustándose el gorro verde con cintas plateadas.
—Sí, ya vámonos —siguió Pansy— ¿Theo?
—Lo sé, síganme, conseguí los mejores asientos —camino por delante siendo seguido rápidamente.
— ¡Slytherin! —coreo Blaise y los tres lo siguieron hasta que por fin se pudo ver la entrada del estadio.
Es mi oportunidad, ahora o nunca.
—Chicos, adelántense. —Lucian menciono, atrayendo la atención—Tengo que aprovechar la oportunidad de que todos estarán en las gradas para infiltrarme y obtener un objeto valioso.
— ¿Qué cosa? —preguntó Pansy con incertidumbre.
—Luego les cuento, es especial —atinó a decir y antes de escuchar su respuesta, Lucian corrió de vuelta al colegio.
—Es hora de actuar —susurró dirigiéndose a su próximo destino.
El reto fue ir a la torre de gryffindor sin que su presencia por los pasillos se cuestione. La mayoría de los estudiantes estaban metidos en la faena de trasportar sus aportaciones y mensajes positivos para su casa favorita que no prestaron atención a otros asuntos. El recorrido fue largo, pero Lucian no se cruzó con ningún estudiante que pudiera presentar algún inconveniente a futuro. Cuando llegó a la entrada de Gryffindor; se ocultó a la espera de su objetivo con varita en mano, justo a tiempo, vio pasar a un estudiante conocido.
—Longbottom, esto es necesario. —dijo para sí, antes de pronunciar un Desmaius y sostenerlo con otro hechizo— Cúlpate a ti mismo por tu vulnerabilidad.
Procedió obtener la réplica de su atuendo, y saco un libro de las mangas de su túnica. Este ejemplar lo había conseguido, semanas antes, en una extenuante investigación en la sección prohibida de la biblioteca.
Uno de los hechizos más interesantes que había encontrado era Facere duplicem, que te permitía obtener la apariencia exacta de otra persona. Había tres condiciones: no tener un vínculo con ella, no haber realizado ningún hechizo oscuro en la victima y que su sangre sea compatible contigo. Asimismo, su uso era limitado: no más de cincuenta minutos, no poder acceder a la magia o habilidades de la persona plagiada, no poder matar al “original” durante el proceso y no poder dañar a las personas cercanas al imitado. De no ser así, se recibiría un castigo. ¿Cuál era?, eso no estaba incluido en la información del tomo.
Era una jugada algo arriesgada pero ciertamente intrigante. Lucian movió al inconsciente niño hasta uno esquina oculta y conjuro el encantamiento. Unos instantes después sintió los cambios, su apariencia se modificó sobre la base del modelo original. Si alguien externo los viera, se frotaría los ojos de incredulidad ante el espejismo de ver a dos personas completamente iguales.
Cronometró su reloj de bolsillo y ocultó su rostro parcialmente con la túnica. Longbottom tenia una ventaja, siempre llevaba las contraseñas de su sala común en su bolsillo por ser olvidadizo, un chisme que circulaba por la escuela en son de burla al chico. Esto beneficio a Lucian, quien tuvo fácil acceso a la sala común. Lucian arrugo la nariz ante el desorden total de la habitación: la ropa tirada en el suelo, los pergaminos desparramados sobre las sillas, las sabanas casi al ras del suelo y el olor a sobras de comida descompuesta en una de las mesas de noche.
—Que asqueroso—murmuro con disgusto, dirigiéndose al baúl que parecía ser de uno de los gemelos.
La mayoría de los hechizos eran molestos por sus repercusiones juguetonas, Lucian no desactivo las defensas para no levantar sospechas pero le tomo más tiempo rebuscar en el baúl que parecía interminable. Habían sustancias y artefactos muy cuestionables pero originales que Lucian nunca había visto.
Deben ser sus propias invenciones—razono—No me sorprende que en un futuro tengan su propio negocio de sortilegios.
Cuando por fin encontró lo que necesitaba, volvió a colocar todo en su mismo lugar y bajo las escaleras. Camino con pasos acelerados hasta que, casi un cuarto de hora después, ingresó al estadio. Se situó estratégicamente en las gradas de Gryffindor, lejos de los amigos de Longbottom y con una vista de lleno al campo de juego. Este ya había comenzado hace no mucho y estaba siendo muy ovacionado por los estudiantes.
El amigo de los gemelos Weasley, Lee Jordan, era el comentarista del partido de hoy. La profesora McGonagall lo supervisaba muy de cerca.
—….Vamos, ahora Angelina… el guardián Bletchley se lanza… no llega… ¡GOL DE GRYFFINDOR!
Los gritos de los de Gryffindor llenaron el aire frío, junto con los silbidos y quejidos de Slytherin.
Lucian vislumbro las caras pétreas de los jugadores de Slytherin, a través de los binoculares. La velocidad de los jugadores dificultaba la tarea de encontrar a los buscadores.
Los comentarios ocasionales y divertidos de Jordan y los regaños de la profesora McGonagall hacían que el público se mantuviera entretenido hasta la aparición de la snitch.
—Slytherin en posesión… Flint con la quaffle… la pasa a Spinnet, que la pasa a Bell… una bludger le da con fuerza en la cara, espero que le rompa la nariz (era una broma, profesora), Slytherin anota un tanto, oh, no…
Los de Slytherin vitorearon, Lucian rodó los ojos y siguió en bajo perfil. De pronto, la gente comenzó a señalar hacia Harry Potter por encima de las gradas. Su escoba había comenzado a dar vueltas y el niño apenas podía sujetarse correctamente.
—Ahora —susurró cuando vio que Potter estaba teniendo problemas.
Se paró y rápidamente se escabulló rumbo al otro extremo de las gradas donde antes había visualizado a Quirrell, por el rabillo del ojo notó a Granger, pero no le dio importancia.
Sin embargo, cuando llegó, listo para acabar con el asunto ya no estaba y por más que lo busco con la vista no lo encontró.
Es como si se hubiera esfumado en el aire; maldición, uso un hechizo indetectable. Inteligente. En otras circunstancias lo podría haber detectado por la concentración de magia, pero está aprovechando la multitud para encubrir sus huellas. Es hora del plan de respaldo: el mapa.
Lucian rápidamente saco el pergamino de su bolsillo y susurro el encantamiento revelador. Las líneas se formaron, trazando no sólo todas las aulas, pasillos, y todos los rincones del castillo, sino que también cada centímetro del terreno. Lucian busco el nombre de Quirrel y lo encontró pero no era nítida como el de todos los demás , en cambio, en su lugar había una mancha casi desvaneciente de los dos nombres superpuestos del profesor y su maestro que entorpecían la lectura; parpadeaban como si quisieran desvanecerse. Lucian teorizo que era porque ambos están en una línea fina entre la vida y la muerte.
Justo en ese preciso momento, Lucian recordó como había sucedido el escenario original.
“Viendo que Harry tenía problemas con su escoba, Hermione corre sobre las gradas en dirección a Snape porque sospechaba que era el responsable de esto, en su camino tropieza con el profesor Quirrell, pero no presta atención a este hecho. Yendo donde Snape y lanzando un incendio en sus túnicas.
Snape al percatarse, conjura un hechizo y se olvida de Potter, quien finalmente recupera el control y sigue jugando. Logrando así atrapar la snitch y ganar el partido”
Lo que ellos no sabían era que Quirrell fue quien controlaba la escoba y no Snape. Cuando Granger tropezó con él por accidente, perdió control del hechizo, pero como Snape también lo hice al apuntarse a sí mismo, eso condujo a suponer que era el culpable.
Lucian sintió un martirio en su sien, como si su cabeza amenazara con partirse en dos. Se tambaleó agarrándose de la barandilla para no caer, los oídos le zumbaban y el reloj en su bolsillo delantero parecía arder. A pesar de ello, su brazo derecho seguía levantado, el hechizo se había debilitado, pero aún está ahí.
Esta debe ser la información adicción que fue omitida, los efectos.
—Vamos Granger, apúrate y empuja de una vez a Quirrell —siseo Lucian ante el repentino mareo.
De pronto unos pasos apresurados se escuchan cerca, Lucian ladeo un poco la cabeza y pudo ver a la niña apuntándole con su varita.
Objetivo equivocado —quiso señalar, pero una tos lo detuvo. Por el rabillo del ojo, vio sangre—Bueno, esto no es señal reconfortante.
— ¡Desmaius!
— ¡Protego! —pronuncio Lucian rápidamente y desviando su hechizo dicta— ¡Petrificus Totalus!
Un fuerte viento hace que la capucha de su túnica se levante, Lucian observa a la niña sin interés, antes de volver a acomodarse, le haría un Obliviate si estuviera en mejores condiciones pero su magia esta siendo drenada a una velocidad preocupante.
Logra escuchar un ¡Hermione! por parte de Weasley antes de desaparecer entre la multitud.
No tomo en cuenta el factor de error del mapa, Lucian lo anoto mentalmente. No cometería el mismo desacierto dos veces, la próxima vez eliminaría la amenaza de una vez por todas.