Augurio

Harry Potter - J. K. Rowling
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Augurio

A Christmas Carol

24 de diciembre, 1975.

Miembros de las familias más honorificas del Mundo Mágico llegaban a los acantilados de Black Ven para celebrar el baile anual de navidad. El camino neblinoso de árboles deshojados con bolas de navidad doradas colgando de sus ramas secas y los arbustos de flores marchitas adornadas con hadas llevaban a la horripilante mansión de Alphard y Seda Black; los excéntricos de la familia.

Alphard y Seda nunca antes habían escatimado en gastos, y aquel primer baile que habían organizado no sería la excepción, el salón principal fue ornamentado y acomodado para la ocasión por los elfos domésticos que servían a la antigua y noble familia hacía siglos. Haciendo juego con toda aquella escenografía, para las ocho en punto, el salón ya se había atestado de gente snob con túnicas elegantes y risas englobadas, que sostenían las copas de cristal antiguas llenas de algún licor carísimo. Sin embargo, la noche no iniciaría sino hasta que Alphard abriera un vals junto a su única hija, Lyra Black. Aunque, sin motivo aparente -o sí, y habría que preguntarle a Sirius- todos la conocen y llaman por su segundo nombre, Vulpécula.

En alguno de los seis rincones, Sirius Black, se reía solo del nombre de su prima. Imaginaba qué nuevo apodo le inventarían a la muy desagradable de Vulpécula. James una vez la había llamado pulpo, otra vez libélula. A Remus se le había ocurrido úlcera y también culebra. Mientras que Peter estaba segurísimo de que se llamaba película. La observaba fijamente, como se acercaba con la gracia que jamás había visto al resto de sus primos, a su hermano menor, pensaba que (de espaldas) fácilmente podría confundírsela con Narcisa, aunque aquella remilgada nunca soltaba el brazo de su marido, Lucius Malfoy. La mirada fría de Vulpécula se clavó en la de Sirius, con ojos sagaces se los mantuvo por un momento, hasta que sintió que la arpía podía estar leyéndole la mente. <<Molécula. Molécula. Molécula>> pensó y sonrió con burla, provocando que Vulpécula fuera la primera en apartar la mirada. Debía anotarse aquello, no podía olvidarse de ‘‘Molécula’’ para comentarlo luego.

Por supuesto que tenía algún tipo de resentimiento en contra de su prima, con quién compartía más características aparte de la edad. Sirius y Vulpécula habían ingresado a Hogwarts en 1971 y ninguno de los dos fue seleccionado para la casa predilecta de los Black. Sin embargo, pareciera que quedar en Ravenclaw no era tan deshonroso como estar en Gryffindor. Además, claro, de que Vulpécula no tenía amigos fuera del círculo que le habían impuesto las familias. Y vaya que Sirius sabía que eso era lo más valioso: los amigos, porque él sí que no sabría qué demonios hacer sin los suyos. De hecho, daría cualquiera de todos los lujos que estaban rodeándolo por estar con ellos en navidad, o, más bien, en general. Odiaba a toda su… no a todos, obligó a interrumpirse cuando Alphard corrió de punta a punta para secuestrar a Vulpécula y llevarla a la tarima donde estaba la orquesta.  Si que no odiaba a su tío Alphard, quizás, era el único que valía la pena entre todas esas personas. Alphard era la verdadera fortuna de Vulpécula, y su madre, Seda, aunque Sirius creyera que realmente estaba chiflada no se cuestionaba cuánto amaban a su hija.

— ¡Amor mío! —gritó con euforia en busca de Seda— ¡Por favor!

Entre risas elegantes, que parecían encantarlos a todos con su pasar, Seda Black tomó el brazo de Alphard para posicionarse junto a él y mirar a los expectantes invitados. Barty Crouch Jr., quien hacía tiempo había dejado de disimular lo mucho que le gustaba Vulpécula, comenzó un vitoreo en honor a ella incluso antes de que sus tíos dijeran algo.  

— Bueno. Bueno —apaciguaba el tío de Sirius con sonrisas—. Honrado estoy con la noticia que llegó esta mañana en forma de carta a mis manos, y quería comunicársela a todos con alegría y orgullo.

Sirius no notaba la alegría en la cara de Vulpécula, por lo que, un poco, le gustaba lo que estaba sucediendo, y aplaudió.

— Gracias, sobrino —dijo—. Mi asombrosa Lyra fue escogida como la nueva voz principal del Coro del Sapo en el colegio, y como es navidad, creí que podría deleitarnos con un villancico.

Sirius se rio y volvió a aplaudir, e incluso agregó algún silbido.

El resto, ajenos a las burlas, asentían y compartían gestos de aprobación, alentándola.

— ¿Cissy, preciosa? —preguntó Alphard, invitando a la hija menor de Walburga para que se le uniera. No fue sorprendente que subiera a cantar, pero sí que no lo hiciera con el fastidioso de Lucius. Sirius pensó que Andrómeda hubiera chillado y saltado por los techos si estuviera allí, también afirmó que ella sería la voz principal, su prima favorita— Samara, creo que puedes unírteles.

Las chicas rubias, junto a Seda -que también llevaba el cabello del color del oro- debatieron entre ellas por un momento, hasta que parecieron llegar a un acuerdo, y debido a su sonrisa, era la hija de Alphard la que ganó.

Como era su casa, Vulpécula, tenía su propio sapo, y un elfo domestico apareció segundos después con uno del pantano de la casa para Narcissa y Samara Fawley. Seda dirigiría.

El villancico que eligieron fue ‘‘Carol of the Bells’’.

 

Hark! how the bells

Sweet silver bells

All seem to say

Throw cares away

 

Comenzando por las campanadas y los violines la canción sonaba dulce e inocente, como cualquier otra canción de navidad, pero fue cuando sus primas Narcisa y Vulpécula abrieron la boca fue que los vellos de Sirius se erizaron. No. No eran ambas. Era Vulpécula. Parecía estar poseída, hipnotizada. Él lo creería conociendo las leyendas de la mansión embrujada de Black Ven y, asimismo, el historial de los MacDougal.  

 

Ding, dong, ding, dong

Next Christmas Eve

 

Christmas is real

Show how you feel

If you forget

Your fate is sealed!

 

La saliva bajó gruesa por la garganta de Sirius, que apretó su copa, entendiendo que Vulpécula no cantaba la misma canción que Narcissa y Samara. Asumiendo que aquel par de ojos no estaban perdidos entre la gente, sino que fijos en los de él.   

 

As you grow old

You have been told

Stay warm of heart

Keep out the cold

 

Now that you know

Reap what you sow

You have been warned

You have been warned!

 

Alguien más tenía que estar viendo el trío de ruiseñores sobre la cabeza de Vulpécula, se dijo, pero al mover su mirada de la de su prima, nadie más parecía alarmado. Prestó atención a su copa, al color del vodka y a su aroma, creyendo que podrían haberle hecho alguna jugada sin que se diera cuenta. Pero, no. Era vodka puro. El mismo vodka puro que había conseguido en Hogsmeade y traficado a casa.  

Al ritmo reciente de la música, Sirius, movía su pierna con nerviosismo.

 

All of you naughty children best prepare for some yuletide fear

 

This will be a very scary Christmas

If he finds you on his list

 

Alphard. El tío Alphard miraba sobre la cabeza de Vulpécula y movía sus ojos a Seda, que remeneó la suya sutilmente a su marido.   

 

This will be a very scary Christmas

 

Seguía el villancico, pero Vulpécula lo miraba a Sirius sin pestañear como si le estuviera hablando directamente a él. Solos, en una habitación vacía.

 

Quiet now I think he's here!

 

Susurró lo último, y Sirius lo escuchó como si estuviera parada detrás, como si se lo hubiera dicho al oído. Incluso antes de que Vulpécula gritara aterrada, a Sirius le había dado un escalofrío que le heló hasta el alma.

— ¡Lyra! —chillaron Seda y Alphard al únisono cuando la vieron caer de rodillas al suelo, llorando.  

Así, Sirius recordaría para siempre a su familia.

En la madrugada, mojado, tembloroso, adolorido y con los ojos hinchados, Sirius Black, tocaría la puerta de la casa de los Potter luego de haber huido de Grimmauld Place.

 

This Christmas time

You will be missed!