In your soul, I will live

Harry Potter - J. K. Rowling
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In your soul, I will live
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Tiempo

 

Sus cuerpos cedieron bajo el peso al perder el sostén que brindaba la mesa, siendo recibidos por la fría acera, la hora impía del amanecer y la desnudez no combinaban bien, así que se dispusieron en segundos a pararse y volver a entrar a su hogar.  Reconocieron inmediatamente el barrio, después de todo llevaban años o meses dependientes de a quien le preguntaras viviendo allí. 

Se subieron los pantalones, todo pedazo de excitación olvidado, a favor de cubrirse, un hechizo de calentamiento haría el truco hasta que volvieron a entrar a la casa. Solo esperaban que ningún vecino chismoso los hubiera visto. 

No sabían que era peor ser denunciados por promiscuidad y exhibicionismo, o romper el Estatuto Internacional de Secreto, no creen que el Wizengamot esté de acuerdo en excusarlos por estar demasiado calientes como para aparecerse por error. 

-Si esta es alguna mierda de Potter, no quiero estar involucrado Harry- siseo ofendido, mientras se arrastraba descalzo hacia la imponente casa Black. Sus dientes rechinan mientras se abraza el pecho desnudo, congelándose por la ventisca. 

Una maldición de Harry fue lo que bastó para alertar sus sentidos, junto a su brazo tirado bruscamente hacia atrás. -Esas no son mis jodidas protecciones- mencionó mientras dejaba que su magia se arrastrara por la guardia ancestral que recubria el terreno, la firma mágica era familiar pero indistinguible. 

 

Gimió desesperado -Potter, por el culo desnudo de Merlín. ¿Qué hiciste esta vez?- pregunto frustrado mientras lanzaba su propio hechizo de rastreo sobre las barreras. Parecían las mismas, mucha magia ancestral Black pululando, con algo más de firmeza y una sensación de peligro que le helaba los huesos.

-¡Malfoy, cállate. No hice nada y me siento muy ofendido de que me culpes sin pruebas!- gimió mientras seguía examinando la firma mágica.

-¡Harry me estoy congelando las pelotas, abre la maldita casa!- gritó sin importarle si despierta a los vecinos. -Tú inútil, dame tu mano, lo haré yo mismo- refunfuño, mientras tomaba la mano derecha del castaño, y pasaba un rápido hechizo cortante leve sobre la palma pero antes de que pudiera acercar la sangre hacia el borde de la barrera le quitaron el apéndice con un fuerte jalón.

-Draco, dudo que sea una buena idea sangrar sobre unas protecciones que no conozco- mencionó mientras empuñaba la mano, intentando no dejar escapar ninguna gota de sangre. Los purasangre tenían una facilidad de intentar resolver todo sangrando. Maldita sea la magia de sangre.

-Potter siguen siendo las mismas barreras de sangre Black. Tú eres el bendito heredero Black por sucesión, y yo soy el heredero por sangre, la casa no nos puede dejar afuera- gruñó, renovando el hechizo de calentamiento. 

Suspiro frustrado, apuntando con su varita al rubio apareciendo sobre su pecho un suéter rojo de lana grueso. -Ven aquí, estás temblando- susurró mientras lo abrazaba de medio cuerpo. -No me gusta más que a ti Draco estar afuera congelándome pero algo no se siente bien con la casa. ¿Puedes confiar en mí con eso?- susurró, dándole un suave beso. -Dray, tienes los labios azules, sé que esto no te va a gustar, pero ¿crees que podamos quedarnos en la mansión Malfoy mientras desmonto y vuelvo a lanzar las guardias?- indago enredando sus manos debajo de la suave lana.

Intentó evitar el puchero en sus labios. -Tienes razón en que no me gustaría tu idea Harry- dejó que su varita apuntará al castaño mientras hacía aparecer sobre su persona un suéter esmeralda con la silueta de una serpiente plateada enrollada sobre una manga que giraba lentamente.

Observó con una sonrisa el exquisito suéter. -Ahora estás simplemente alardeando- molesto, atacando los costados sensibles del rubio. 

Una dulce risa salió de los labios azules del hombre frente así. No había forma de negar el cariño latente. No tenían solo una conexión romántica o sexual, no eran nada parecido a una pareja de ninguna forma. Pero Draco inspiraba en él una conexión que traspasaba el simple noviazgo, sus magias solían entrelazarse y danzar entre ambos, sus mentes podían compenetrarse tácitamente mientras practicaban la  oclumancia y legeremancia, incluso su frenético temperamento podía calmarse entre las suaves lecturas de Draco, pasaría horas escuchándolo narrar los más inverosímiles hechizos de magia pagana y conocimiento arcaico.

Se dejó arrastrar con confianza hacia una aparición lateral, rumbo a Malfoy Manor. Revisará unos cuantos libros en la biblioteca y pasaría en la tarde a derrumbar las barreras para volver a levantarlas. 

Sintió en medio de la aparición la sensación de bloqueo. -Harry la mansión no me dejo aparecerme en la sala de floo- musito asustado, extendiendo las manos hacia la pesada puerta de hierro que protegía la mansión. Sentía la fuerza y entereza de las barreras, reconocerlo como sangre Malfoy pero no tenía permiso para ingresar. Casi como cuando era joven, y las barreras lo reconocían como pupilo de su padre y no Lord Malfoy por derecho. 

Algo se sentía mal, todo los sentidos se lo advertían. 

-Nos voy aparecer- mencionó sacándolos de las inmediaciones de la mansión.

El callejón en Charing Cross, Londres los recibió con las escasas luces del amanecer rodeando el viejo bar mágico. -Pagaré por un cuarto, y llamaré por floo a los duendes, deben tener una mejor idea de porque nuestras casas enloquecieron y no nos quieren dejar entrar- jadeo cruzando rápidamente las puertas.

El Caldero Chorreante era una vista conocida, pese a los meses de reclusión de ambos. Había algunos cambios en la infraestructura incluyendo los muebles más nuevos y limpios.

-Hey amigo- escuchó exclamar a Potter mientras echaba un mejor vistazo a las mesas. El hombre canoso detrás de la barra, sonrió soltando el trapo con el que limpiaba algunos vasos. -¿Sabes dónde está Tom, necesitaba pedirle un favor?- cuestionó mientras se recostaba en una silla.

Una estridente risa resonó en el vacío lugar, -bueno amigo por su bien espero que siga en Hogwarts- respondió con tranquilidad, mientras se disponía a limpiar la siguiente sección de cristales. -Ese hijo mío, suele ocasionar un montón de problemas, estoy seguro que el Director Dumbledore agradecería que Gryffindor no perdiese otra vez un montón de puntos, porque decidió fugarse- tarareo mientras los estudiaba.

Sintió la sangre abandonar su rostro, su varita estaba apretada en su mano antes de siquiera saberlo y si no hubiera sido por la mano de Draco sobre su hombro hubiera sostenido al hombre a punto de varita hasta que explicara qué tonterías estaba hablando. 

Algo estaba tan intrínsecamente mal, que Draco no podía empezar a ponerlo en palabras. -Disculpe señor, ¿podría regalarme el periódico de ayer?- preguntó aguantando las náuseas. 

El movimiento de varita, atrajo hasta sus manos un delicado papel, en la portada un hombre gritaba sin sonido, mientras el titular mencionaba las últimas protestas por la ley de restitución de brujas y magos nacidos de muggles.

Y en la esquina superior como la espada de Damocles colgando sobre sus cabezas, una sola fecha parecía poner todo su mundo patas arriba.

26 de noviembre de 1956.

Estaba seguro que hasta hace unas horas estaban en agosto del 2001.

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