𝐋𝐚 𝐒𝐞𝐫𝐩𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐲 𝐬𝐮 𝐄𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚

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Sirius sintió un hechizo golpearlo directamente en el centro de su pecho y luego cayó hacia atrás en la oscuridad, siguió cayendo hasta que ya no pudo ver los rostros de Harry o Remus ni escuchar sus voces. Cayó ingrávido cada vez más profundamente y parecía seguir cayendo. Se sentía ligero mientras parecía flotar hacia abajo pero también pesado. Sus brazos se sentían demasiado pesados para moverse correctamente, sus ojos demasiado pesados para abrirlos y su mente se sentía pesada. Parecía que no podía hacer que sus pensamientos se movieran. No podía entender exactamente qué estaba pasando y dónde estaba.

Poco a poco empezó a ver débiles destellos, algo de ello era su pasado, y reconoció la crueldad y el abuso de su madre. Algunos de ellos fueron momentos y recuerdos más felices en Hogwarts con sus amigos. Nada parecía estar sucediendo en orden, y no parecía haber ningún patrón en lo que se le mostraba, y no podía entender por qué.

Intercalados con sus recuerdos estaban los recuerdos de otro. Los recuerdos de otro niño que tenía un cuidador tan cruel como su madre, pero parecía más oscuro. Parecía triste. No tenía a nadie llamado Andrómeda que le ofreciera amor y guía durante el verano, ni un hermano con quien compartir lágrimas y abrazos la noche después de un día terrible con su madre. No tenía a James y Remus en la escuela para ofrecerle su amor y aceptación, sin hacer preguntas. No tenía a la profesora McGonagall para guiarlo hacia algo mejor cuando cometía errores. Sobre todo, no tenía nada que llamar suyo, ni dinero para comprarse ropa. No había dinero para tintas de diferentes colores en la tienda de plumas de Scrivenshaft, ni dinero para cerveza de mantequilla en Las Tres Escobas, ni dinero para comprar algunos dulces en Honeydukes para guardarlos para un mal día.

Este chico vestido de verde estaba rodeado de personas que pensaban que eran mejores que él porque tenían dinero. Le mostrarían su ropa nueva, sus caros útiles escolares y sus elegantes zapatos sólo para hacerlo sentir peor. A medida que crecía empezó a superarlos en la escuela y su poder era innegable. Cuando encontró una manera de usar su poder e influencia para tratar de sentirse mejor consigo mismo, les devolvió su crueldad.

Sirius sintió como si estuviera flotando... Ya no podía decir si estaba bajando o flotando a través de este aire espeso como una nube.

Mientras intentaba concentrarse en dónde estaba y qué estaba haciendo su cuerpo, escuchó susurros en su cabeza.

«No es el momento de este chico.»

«Aun así, hay una oportunidad de cambiarlo todo.»

«Envíalo de regreso.»

«Te guiaremos cuando podamos.» 

«Tendrás que reconstruir el resto.»

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Sirius sintió que su cuerpo se sacudía repentinamente y abrió los ojos con un grito ahogado.

Miró a su alrededor y trató de orientarse.

Estaba sentado en una mesa.

Parpadeó y miró a su alrededor, preguntándose dónde diablos estaba y qué carajo acababa de pasar. Miró su cuerpo y volvió a ser pequeño.

Vio a su prima Bellatrix en la cabecera de la mesa y sentado junto a ella estaba Rodolphus. Ambos estaban poniendo ojos saltones en su dirección. Sus ojos se entrecerraron.

No parecían estar mirándolo. Giró a su derecha y allí estaba, el propio Voldemort. Sentado justo en el medio de la mesa, en una silla más grande y grandiosa que todas las demás.

Sólo que no el Voldemort que Harry había descrito de esa noche en el cementerio. Este hombre sentado a su lado era el Voldemort de su infancia: violento, irracional, poderoso y peligroso, especialmente con su rostro humano intacto.

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El Señor Oscuro se volvió hacia él como un depredador hacia su presa.

— Hola, Sirius. —

— Hola, Señor. — su voz sonaba tan leve, tan diferente a lo que estaba acostumbrado. Aparte de lo que sonaba en su cabeza.

— Tu magia cambió de un momento a otro. Se transformó bastante repentinamente; ahora se siente más oscuro, más poderoso, pero todavía bastante amigable y travieso. — El Señor Oscuro cerró los ojos y liberó más magia. — Se siente viejo y joven al mismo tiempo. —

Voldemort se tomó un momento para recuperar su magia y abrió los ojos. Su mirada se centró en el rostro de Sirius con concentración.

Sirius se encontró congelado bajo los ojos caoba del Señor Oscuro.

— ¿Quién eres? — El Señor Oscuro le siseó.

«Muéstrale», susurraron las sombras en la mente de Sirius. Parecían mejorar su estado de ánimo.

Sirius de repente se sintió más seguro. Giró su cuerpo completamente hacia Voldemort y se acercó un poco más; lo miró directamente a los ojos y se relajó.

— Mira. — se sentía extraño comandar a alguien tan poderoso como Voldemort, pero sabía que debía hacerlo.

Lo sintió entrar rápidamente en su mente. Sirius respiró hondo y, al soltarlo, casi sintió como si las sombras lo estuvieran ayudando a relajarse, como si hubieran suavizado los movimientos de Voldemort en su mente en contra de su voluntad. Se asegurarían de que Voldemort no dañara su mente sin importar cuán violentamente la atravesara, buscando lo que querían que viera.

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Escuchó a Voldemort respirar profundamente entre dientes justo cuando Sirius sintió que salía de su mente. Tenía una idea de lo que el Señor Oscuro debió haber visto. También debieron haberle dejado ver cuán bajo había caído al intentar matar a un bebé y luego secuestrar a un adolescente para intentar resucitar.

Lo que las sombras querían que viera, él lo había visto, y el Señor Oscuro parecía inquieto.

Durante el resto de la noche, Voldemort apenas habló. No se levantó de su asiento, y cada vez que Sirius lo miraba, su magia se sentía ligeramente perturbada y su rostro mostraba que estaba completamente perdido en sus pensamientos.

Unas semanas más tarde, Sirius escuchó que el Señor Oscuro había heredado algunos libros y propiedades en Europa del Este después de que un pariente lejano falleciera. Pondría una pausa en sus actividades aquí en Gran Bretaña porque parte de su herencia incluía reliquias de Slytherin y hechizos en lengua pársel que iba a estudiar para ayudar a consolidar su lugar en la cima del mundo mágico británico. Su padre parecía orgulloso de tener acceso a tal información personal, Sirius se preguntó si alguien sabía la verdadera razón por la que el Señor Oscuro se fue.

Sirius pensó en los recuerdos que había visto de las sombras y todo lo que Voldemort había soportado. Ahora era el líder de todos esos mismos niños que se habían burlado de él y lo habían torturado. Ahora era el Señor de todas aquellas familias con sus hijos jurados a su servicio. Sirius estaba aterrorizado e impresionado al mismo tiempo. Se preguntó cómo se sentiría la presión de liderar a las mismas personas que alguna vez te torturaron. Si eso fuera en parte culpable de sus graves errores de cálculo. Esperaba que esta vez las cosas salieran diferentes; Las acciones de Voldemort habían llevado a la aniquilación de casi una generación entera antes de esa noche en Godric's Hallow. Haría todo lo posible por ser paciente y esperar para ver. Sabía que lo habían enviado de regreso para hacer algo, pero no estaba seguro de qué. Esperaba que las sombras que ahora vivían en su mente siguieran guiándolo.

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Sirius pronto se encontró de regreso en Hogwarts para este tercer año. Eso significaba que su hermano estaba en segundo año. Su madre había provocado una ruptura entre él y su hermano Regulus. De niños habían sido inseparables; Sirius había sido el protector de Regulus, y Regulus había sido su mayor animador. Amaba a Sirius y pensaba mucho en su hermano mayor, y se aseguró de que todos en la familia lo supieran.

«Me gustaría volver a ser amigo de mi hermano», pensó para sí mismo un día.

Las sombras en su mente parecían complacidas.

En su segunda noche de regreso, Sirius les dijo a James y Remus que necesitaba hablar con su hermano y se acercó a la mesa de Slytherin a la hora de la cena,

— Hola, Reggie. —

— Sirius. — su hermano asintió una vez y habló con cuidado.

— ¿Quieres sentarnos juntos a cenar? — le dio a Regulus su mayor sonrisa, la misma que solía darle a Reggie cuando eran niños. Observó como Regulus se relajaba un poco.

Regulus se acercó al final de la mesa sin decir nada y señaló el asiento frente a él.

— Entonces, cuéntame todos los chismes de Slytherin. —

Regulus se relajó por completo y puso los ojos en blanco. — Eres incorregible, Sirius. —

— No pongas los ojos en blanco, Reggie. — Entonces Sirius se enderezó y, en una perfecta imitación de su madre, dijo: — Es tan grosero. —

Se disolvieron en risas. Los Merodeadores saludaron desde donde estaban sentados, y muchos otros herederos y herederas más abajo en la mesa miraron en su dirección. La aceptación de sus amigos y la desconfianza de las serpientes le hicieron saber a Sirius que estaba haciendo algo bien.

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Era el primer día de vacaciones de Navidad durante su tercer año en Hogwarts, se subirían al tren y se dirigirían a casa cuando despertaran, pero esa noche, él tuvo un sueño; tal vez las sombras le enviaron un recuerdo olvidado hace mucho tiempo. Sirius tenía quizás cuatro años y su abuela lo había llevado a una casa que nunca había visto. Hasta donde Sirius podía recordar, nunca habían regresado.

— ¿Qué es este lugar, mémé? —

— Esta es una de nuestras Propiedades secretas, mi pequeña Estrella. —

Se volvió hacia su abuela, con los ojos muy abiertos y emocionado. — ¿Tenemos eso? —

— Sí, cariño, esta es 'Maison de paix'. Es imposible de trazar y de rastrear. Eso significa que sólo puedes venir aquí si lo sabes. —

Ella lo guió lentamente a través de la casa y llamó a los elfos para que le prepararan un refrigerio y un lugar para descansar mientras ella cosechaba algunas plantas necesarias. Regulus estuvo enfermizo durante su infancia y su abuela preparó muchas de sus pociones. Lo hizo aquí y usó algunas de las plantas del invernadero y los suministros que había traído hoy.

Sirius se tomó su tiempo para explorar la casa. No era tan grande como Black Manor, donde vivían sus abuelos. Era más parecido de tamaño a su casa, Grimmauld Place, pero mucho más cómodo. Se sentía más como el tipo de casa en la que Sirius quería vivir. Era acogedora y luminosa, con elfos amigables y muchas cosas que mirar.

Unas horas más tarde, su abuela vino a recogerlo desde donde yacía en el salón, rodeado de cosas de la oficina de su abuelo, que usaba como juguetes. Se preparó para que le gritaran.

— Es hora de irnos, mi pequeña estrella. ¿Por qué no te ayudo a limpiar para que podamos llevarle estas pociones a tu hermano? —

Él asintió y procedió a limpiar mejor que nunca en casa. — ¿Podremos volver aquí algún día, mémé? Quiero traer algunos juguetes para Reggie y para mí la próxima vez. Quizás incluso nuestras nuevas escobas. ¡El patio trasero parece grande! —

— Tal vez algun día. —

Sirius abrió lentamente los ojos al día siguiente. Su cuerpo podría tener 14 años, pero mentalmente tenía alrededor de 30 años. «¿Por qué lo habían enviado a su sueño?» 

Se sentó y pensó en su Mémé, en lo dulce que era con él y, después de su muerte, Andi había sido su única fuente de bondad en la Familia Black. Poco después se escapó con Ted; Dos años después, Sirius, ensangrentado y magullado, también se había escapado. Se giró hacia la cama de James, agradecido por todo lo que los Potter habían hecho por él. Lo habían sanado, lo habían protegido de su familia y lo habían cuidado como a su hijo. Nunca le habían hecho sentir que le habían hecho un favor, y James siempre lo había tratado como a un hermano. No adoptado, no un amigo como un hermano, sino como el hermano de su corazón.

Estaba abrumado por las emociones y la gratitud por sus amigos, pero también sabía que esta vez tenía que trabajar un poco para proteger a sus amigos también. Tal vez necesitaba acercarse a su Mémé nuevamente para ayudar a que eso sucediera. No podía dejar que su madre ganara, y sabía que ella odiaba lo cerca que estaba de su Mémé, especialmente considerando que era un secreto a voces en la familia que Lady Black odiaba a su nuera, que también era su sobrina. 

Ella había estado en contra del partido desde el principio.

Salió de la cama y le escribió una carta a su Mémé haciéndole saber que volvería a casa para las vacaciones de Navidad y pidiéndole que viniera ese día. Llamó a Kreacher e hizo todo lo posible para pedirle que se lo entregara amablemente y con una sonrisa. Considerando la respuesta de Kreacher al intento de bondad de Sirius: no estaba seguro de que fuera una relación que pudiera arreglar. Las sombras en su mente se rieron.

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Los años pasaron con las sombras principalmente en silencio. A veces parecía como si se estuvieran riendo con él, o parecían felices si él tomaba una decisión que les gustaba. Sólo una vez sintió como si lo estuvieran disuadiendo de algo. Le estaba resultando difícil controlar su temperamento cuando Snape simplemente no lo deja en paz en algúnos días. Siguió tratando de recordarse a sí mismo que tenía casi 40 años en ese momento, pero Severus era como un tiburón. Él no se rendiría y no lo dejaría ir.

Descubrió que sus hormonas adolescentes eclipsaban su mente racional mientras su ira estallaba. Estaba ansioso por pelear cuando los sintió. Le decían que lo dejara pasar, que hiciera lo mínimo. Respondió con un pequeño maleficio, si respondía sin reacción sabía que Severus sospecharía, considerando que Snape era el rival de su grupo, pero las sombras parecían advertirle que no mantuviera ningún tipo de enemistad permanente con él.

La mayoría de las demás cosas continuaron como habían sido. Sirius y James se habían convertido en animagos para apoyar a Remus, y Sirius desarrolló un vínculo estrecho con los padres de James. Remus y James parecían preocuparse por él tan profundamente esta vez como lo hicieron en su vida anterior. Pero en su vida anterior, él se había parecido más a su hermano pequeño al que tenían que administrar y proteger constantemente. Siempre lo hacían sin quejarse, pero esta vez, Sirius se aseguró de que no siempre tuvieran que cuidarlo. Que él no era sólo su amigo Sirius, que era generoso, amable y bien intencionado, sino un desastre absoluto que creaba estragos dondequiera que iba. En cambio, él era su amigo Sirius, quien tenía todas esas cosas buenas pero también confiable y estable.

Uno de los desafortunados efectos secundarios de esto fue que Remus y James le habían confesado sentimientos románticos hacia él en un momento. Sirius sabía que parte de esto se debía a que era y siempre había sido bastante guapo, pero también era más maduro que la mayoría de los demás en la escuela. Así que se sintieron atraídos hacia él porque era un adulto que parecía y sonaba de su edad; podría proporcionarles un hombro firme en el que apoyarse durante todo lo que conlleva ser un adolescente. Los decepcionó suavemente, puede que haya explorado esto en su última vida, pero como era un hombre adulto atrapado en el cuerpo de un adolescente, no habría estado bien.

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No fue hasta la boda de Narcissa con Lucius que las sombras le hablaron nuevamente. Habían estado zumbando de emoción toda la noche. Le seguían diciendo que eso era todo. Esta noche fue la razón por la que lo enviaron de regreso. Pero no importa cuánto lo intentó, Sirius no podía recordar si algo había sucedido en la guerra anterior en esta noche de su última vida. Hasta donde podía recordar, este fue uno de los momentos finales de su vida con la familia Black antes de que su madre llevara uno de sus "castigos" demasiado lejos y él huyera con los Potter. 

Algunas cosas fueron diferentes esta vez. Su Mémé todavía estaba viva, al igual que su padre. No estaba seguro por cuánto tiempo. En su última vida, su Mémé había muerto cuando tenía 14 años y su padre falleció unos meses después de cumplir 6 años.

Después de la ceremonia, se mantuvo alejado de todos en el jardín para intentar meditar y ordenar sus pensamientos.

Sirius de repente se sintió obligado a ponerse de pie.

Sirius lo sintió antes de verlo.

Las sombras parecieron volverse locas en su cabeza.

Su magia zumbó bajo su piel.

Recordó todas las veces que, cuando era joven, estaba enamorado de alguien y esa persona le correspondía, y sentías esa emoción y entusiasmo. Se sintió así otra vez pero mucho más profundo; lo sintió en su alma.

Todo su cuerpo zumbaba, podía sentir la sangre fluir bajo su piel y nunca se había sentido tan vivo.

Voldemort estuvo aquí. Sólo que no era el Voldemort que recordaba. Este hombre parecía tener poco más de 20 años, y las sombras le dijeron que efectivamente se trataba de Voldemort, pero también era Thomas Gaunt.

Thomas Gaunt, Voldemort, el Señor Oscuro, como quisieras llamarlo, parecían atraídos hacia él como un imán porque apenas miraba a nadie que le hablara. Estaba caminando hacia Sirius, con una expresión de asombro en su rostro tan clara como el día. Sólo ahí para que cualquiera pueda verlo.

Sirius extendió la mano y cuando sus dedos se rozaron, el mundo entero a su alrededor desapareció y las sombras en su mente de repente se iluminaron y se regocijaron. Esto era precisamente para lo que trajeron a Sirius, y aquí era exactamente donde Sirius necesitaba estar, junto a Thomas Gaunt.

— Sirius. — susurró el Señor Oscuro. Sirius dio un paso más cerca. — Mi dulce Sirius. —

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Esa fatídica noche, Tom había examinado la mente de Sirius y eso cambió todo para él.

Había visto su caída. Había visto cómo su mente ya se estaba desmoronando con la creación de sus Horrocruxes. Había visto que había perdido credibilidad gracias a su violencia y acciones esa noche en Godric's Hallow. Había visto a sus seguidores abandonarlo y sintió su ira mientras deambulaba como un espectro. Al mirarlo esa noche, había querido enojarse, pero las sombras le habían susurrado que era culpa suya, y él supo que tenían razón. Les había preguntado qué hacer y simplemente le habían dicho que buscara otra lengua pársel.

Había salido esa misma noche para empezar a absorber sus Horrocruxes.

Luego, Voldemort emprendió un viaje hacia el este de Asia.

Allí conoció a su familia, no a la familia con la que estaba relacionado por sangre, sino a su verdadera familia. Mientras viajaba por Pakistán y el norte de la India, conoció a otras lenguas de pársel y supo que eran sus hermanos y hermanas. Encontraría lo que necesitaba saber sobre su familia adoptiva, que estaba con ellos.

En las estribaciones del Himalaya vivía un vidente de África, Jaleel Odili. Había estado esperando a Tom durante casi seis años, Jaleel no sabía cuándo llegaría Tom, pero sabía que eventualmente estaría allí. Sólo necesitaba dirigir a Tom hacia el jefe de las lenguas pársel. El hombre que lo llevaría a donde necesitaba estar.

Se abrió camino hacia el Himalaya de forma lenta pero segura. Se despertaba, meditaba todas las mañanas y luego se aparecía en cualquier lugar que le pareciera correcto. Finalmente encontrándose en Chamoli, allí en el pueblo de Mana fue donde había encontrado a su mayor. Aquí se había topado con el más poderoso de su familia encontrada.

Aprendió nuevas formas de meditación y formas de utilizar su magia para hacer que sucedieran cosas que le habían dicho que eran imposibles. Vivían aquí porque estos miembros de su familia encontrada no solo tenían auras mágicas que rivalizaban con las suyas, sino que gracias al hecho de que todos hablaban pársel y, por lo tanto, lanzaban hechizos en pársel, podían ser destructivos mientras aprendían. Así que aquí, lejos de las ciudades y cerca de donde nació el primer hablante de pársel, perfeccionaron su oficio. Algunos optaron por quedarse y capacitar a los miembros de la familia que eventualmente los encontrarían, y otros decidieron regresar con sus familias.

Una noche, Fátima Vaishnavi se le acercó. Ella no hablaba pársel, sino la consorte de su líder.

— Estás listo para regresar. —

Tom asintió. Se sentía preparado, se sentía mejor que en años. Había podido restaurar su mente y la integridad de su alma aquí.

— Te queda una cosa por hacer antes de regresar. Necesitaremos un ritual para restaurar tu juventud. Necesitas un poco más de tiempo para hacer lo que debes. —

Él levantó las cejas hacia ella. — No tengo un buen historial con los rituales destinados a preservar mi juventud. —

Ella se rió abiertamente. — No, no es así, Thomas, pero este ritual sólo prolongará ligeramente tu vida. Necesitas ser más joven para poder convertirte en ti mismo. —

Tom se detuvo y pensó en lo que ella estaba diciendo. No era él mismo cuando se convirtió en Voldemort. Siendo joven, se le dio una segunda oportunidad de convertirse en quien debía ser.

— Estoy listo cuando tú lo estés. —

Esa noche su cuerpo había sido desgarrado y renacido. Físicamente volvía a tener 20 años, solo había una diferencia entre su cuerpo de 20 años y este. Tenía ojos marrones otra vez. Atrás quedaron los ojos rojos que tenía después de haber hecho su segundo Horrocrux.

— Vuelve, Tomás. Estáis preparados para restablecer el equilibrio mágico que Europa occidental necesita. —

Tom esperó para ver si ella tenía algo más que decir. Sintió que ella podría hacerlo.

— Primero, debes encontrar él que te equilibre. Con él encontrarás el amor que alguna vez anhelaste, el amor que todavía deseas desesperadamente. No te preocupes, no perderás a tu pequeño amor, una vez que ambos estén unidos, también tendrán una vida un poco más larga que el promedio. —

— ¿Quién es él que me equilibrará? —

Ella le sonrió levemente: — Pronto encontrarás la estrella que te guiará. —

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Tom regresó a Inglaterra con la ayuda de su familia. Se detuvo en la ubicación de Gringott en Japón para arreglarlo todo. Era Thomas Maxim Gaunt, heredero de la casa de Slytherin y Peverell, y primo tercero trasladado dos veces a Merope Gaunt. Fue considerado el último pariente vivo del Señor Oscuro Voldemort.

Regresó a Gran Bretaña, reclamó sus asientos en el Wizengamot y heredó todas las bóvedas del Señor Oscuro gracias a las conexiones que hizo en Japón. Era rico y un socio silencioso en suficientes negocios como para permitirle la libertad de vivir como quisiera y hacer planes para un mundo mágico más fuerte.

Rápidamente hizo aliados en Wizengamot con todo su antiguo equipo, y tuvo la sensación de que Abraxas sabía exactamente quién era, pero guardó silencio por respeto a su viejo amigo.

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Un sábado por la tarde se había perdido escribiendo un proyecto de ley que esperaba presentar el próximo mes en el Wizengamot cuando recordó la hora. Se vistió rápidamente sintiendo de repente la necesidad de darse prisa y llegó a la recepción de Lucius Malfoy y Narcissa Black.

Abraxas lo saludó en la entrada y le dedicó la misma sonrisa que le dedicaba en la escuela. Él asintió y le dedicó una leve sonrisa. Se había perdido la boda, pero la recepción apenas comenzaba. Abraxas le presentó a algunas personas dentro de la casa y lentamente se dirigieron hacia el bar intercambiando bromas.

Antes de que pudiera pedir una bebida, se vio arrastrado en una dirección diferente, caminaba como si estuviera en trance. Su alma parecía estar saliendo de su cuerpo hacia algo, hacia alguien.

Se detuvo lentamente frente a un joven. Allí estaba el rostro más hermoso que jamás había visto, un hermoso ángel encarnado. Sirius Black, el que le había mostrado lo que le esperaba en el futuro si hubiera continuado por el camino en el que estaba hace tantos años. Mientras Tom miraba a Sirius con los labios ligeramente entreabiertos, de repente supo que no solo el futuro que Sirius le había mostrado ya había desaparecido, sino que ahora era Sirius el único futuro que necesitaba.

El chico que había cambiado su destino ahora era mayor. Caminó lentamente hacia adelante.

Recordaba claramente esa noche: cómo había estado sentado junto al joven Heredero Black, rodeado de sus seguidores. Incluso entonces estaba haciendo planes para continuar su ascenso al poder. Cuando en medio de sus pensamientos sintió algo. Sintió un cambio en la magia de Sirius. De repente se sintió más oscuro, más poderoso y más viejo, todo a la vez. Tom había mirado, esperando que el niño hubiera desaparecido de alguna manera y que ahora hubiera alguien más sentado allí. Pero allí estaba sentado Sirius Black.

Sirius Black.

Repitió el nombre una y otra vez en su cabeza como un mantra. De repente todo quedó muy claro.

Sirius Black.

Él era quien equilibrará a Tom, y Sirius era exactamente donde Tom debía estar.

Cuando sus dedos se tocaron, Tom se dio cuenta de que estaba parado ante la Luz de su Vida, su pequeño amor, su media naranja que siempre le serviría como su brújula.

— Sirius. — exhaló — Mi dulce Sirius. —

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𝐄𝐩𝐢́𝐥𝐨𝐠𝐨:

Tom miró por la ventana de su oficina en el ministerio mientras esperaba a Sirius. En otra vida, no habría podido convertirse en él Señor Oscuro y ser elegido Ministro de Magia. Habría destruido su alma en otra vida y nunca habría llegado a la cima.

Pero no fue otra vida. Era esta vida la que estaba viviendo, una vida que le había sido regalada por el destino mismo. Era temido y admirado, sobre todo amado pero ampliamente respetado.

Sirius había llegado a su vida de repente y había cambiado todo para mejor. Pasó una cantidad vergonzosa de tiempo pensando en cuánto amaba a su maravilloso perro callejero y a los hijos que había podido tener con este hombre. También pensaba a menudo en lo extraña que era su vida, considerando que pronto saldría a cenar con su marido, los Potter, un hombre lobo y su esposa junto con Lucius y Narcissa Malfoy. No necesariamente se referiría a ninguno de ellos como sus amigos. Pero no odiaba pasar tiempo con Cissa o el lobo. A todos los demás los toleraba por Sirius. Bueno, realmente a nadie le agradaba Lucius. Pero era bastante útil y parecía seguir a Cissa a donde iba, así que allí estaban. “Amigos” de un tal Lucius Malfoy.

Incluso todos sus hijos eran amigos entre sí en Hogwarts.

A Harry y Adhara parecía gustarles Draco y eso fue suficiente para él.

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Escuchó a su marido reír a carcajadas en el pasillo mientras coqueteaba con su secretaria.

Observó a Sirius caminar hacia él; Sirius era hermoso en todos los sentidos de la palabra. Era un ángel en la tierra, pero siempre miraba a Tom como si hubiera colgado la luna. Sus ojos llenos de picardía y amor.

No podía imaginarse vivir en un mundo sin su pequeño amor.

Cuando Sirius se sentó en su regazo, disfrutó la sensación del peso de Sirius en su muslo.

Thomas lo besó profundamente, y cuando se apartó, frotó suavemente la mejilla de Sirius con su pulgar. Sirius todavía se sonrojaba cada vez que lo besaba así.

— Hola, mi amor. —

En lugar de responder, Tom volvió a besarlo.

La vida puede ser extraña, pero también era buena. 

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