Blackerton

Harry Potter - J. K. Rowling
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Blackerton
Summary
Lord Lupin parece no necesitar nada.Lord Potter y Lady Evans-Potter lo necesitan todo.Ambos hermanos Black deben casarse antes de seguir con sus vidas.¿Qué les deparará el destino está temporada? AU de Bridgerton
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III

 

El tradicional primer baile de la temporada en la residencia de los McGonagall nos ha dejado con múltiples interrogantes, mi querido lector. No cabe duda que hubo una persona que brilló por encima del resto, tanto que incluso la reina tuvo que admitirlo y nombrarla el diamante de esta temporada. Sin duda, la señorita Lily parece bastante digna de su recién adquirido título, a pesar de los rumores que pudieron oírse a lo largo de la noche sobre ella. Ser la novedad de la sociedad es siempre ser perseguida por esta clase de murmullos, y nuestro más reciente diamante no es ni de cerca la única novedad. En la velada de ayer contamos también  con la presencia del nuevo duque Remus Lupin tras una prolongada ausencia en la sociedad, quien vuelve  con un título recién adquirido tras la trágica y reciente muerte de su padre. El duque ha probado ser uno de los partidos más codiciados de la temporada, y no se le vió falto de madres y pretendientes que lo rodearan más que en dos momentos de la noche, que, raramente, coincidieron con que el mayor de los hermanos Black se encontraba en su compañía. Dado que lord Lupin no huyó inmediatamente del proclamado libertino de nuestra sociedad, esta autora no puede hacer sino preguntarse si hay algo en el señor Sirius Black de lo que nos estemos perdiendo que el duque Lupin, con su ventajosa novedad, este sabiendo apreciar, o si acaso nuestro cotizado duque no está sabiendo cuidar sus compañías y se verá prontamente arrastrado de su estatus como el mejor prospecto. Parece que la opinión de la reina se inclina hacia la segunda opción, puesto que fue veloz al emparejar a su recién adquirido diamante con otra de las sorpresas que esta temporada nos trajo: el señor Regulus Black, que al igual que su hermano, anunció sus intenciones de casarse esta temporada, y a diferencia de él, probablemente tenga mejores posibilidades de lograr su cometido. Eso, claro, si la señorita Evans-Potter no comete el mismo error que el duque Lupin y se mezcla con quien no debería. Hacia el final de la velada, se la vio frecuentando a nuestra solterona residente, la señorita Mary Mcdonald, que, si bien no es la peor compañia con la que se pudo haber encontrado, es ciertamente una elección curiosa. ¿Podrá nuestro querido diamante navegar las personalidades de la alta sociedad sin perder su brillo en el proceso? El juego ha comenzado, y solo basta ver como se desenvuelven los eventos de la temporada. 

 

***********

 

El Duque Lupin logró pasar la gloriosa cantidad de dos minutos en el baile de Lady McGonagall antes de ser abordado por lo que parecían ser las madres de todas las personas casaderas de la temporada, al igual que por  algunas de estas personas en cuestión. Considerando que el plan del duque había sido asistir discretamente al evento para presentar sus respetos a Minerva y a los Potter, la presencia de tanta gente revoloteando a su alrededor lo abrumó bastante. Nunca había asistido a un evento de la alta sociedad, pero a juzgar por las miradas que le soltaban desde el otro lado del salón personas que claramente no estaban recibiendo el mismo trato que el, asumió que esto no era la norma. 

 

Remus trató de atraer la mirada de lady McGonagall, pero en cuanto lo logró Minerva se limitó a sonreírle y levantar su copa de champagne en su dirección. El joven duque recordó entonces las intenciones de Minerva de encontrarle pareja y descartó la opción de pedir su ayuda. Conociéndola, probablemente había avivado rumores sobre su llegada para propiciar justamente este enredo.

 

Mientras Remus trataba de buscar una forma de salir elegantemente de la situación sin necesidad de comprometerse en más bailes de los necesarios, sucedió un milagro. La multitud empezó a dispersarse, y en medio del caos que esto provocó, apareció el joven más hermoso que Lupin hubiera tenido el placer de conocer, como un Moisés abriendo el mar para liberarlo. Un segundo más tarde, y el joven estaba a lado suyo, sonriendo. Observando su sonrisa, Remus recordó uno de sus viajes. Había sido un viaje urgente, tras la muerte de la esposa de lady Minerva. En medio del luto, había nevado. Remus nunca había visto la nieve, prefiriendo emprender rumbo a climas más cálidos en cuanto el frío amenazaba con aparecer. Recordaba lo bello que le había parecido la nieve. La suavidad. Lo puro. Y también lo cruel cuando, un dia después, amaneció en un crítico estado de salud tras pasar mucho tiempo a la intemperie, sin poder siquiera ayudar a lady McGonagall con los preparativos del funeral cuando su protectora más lo necesitaba. La sonrisa de su desconocido salvador era como la nieve de ese invierno. Deslumbrante, pero escondía algo peligroso a lo que Remus no estaba seguro de querer adentrarse. Se fijo en su lugar en los ojos del joven. Eran de un gris tormentoso. Demasiado familiares, por alguna razón. Remus sonrió a medias. Parecía que el joven cargaba con toda la fuerza de la naturaleza con el. Parecía que cargaba con todo lo familiar que el duque nunca había experimentado.

 

–No se si te hice un favor o un mal apareciendo. – fue lo primero que dijo su salvador misterioso. Remus quería ahogarse en el sonido de su voz, un pensamiento que lo perturbó 

bastante. ¿Quién era este joven?

 

 –¿Nos conocemos?

 

–Lo dudo. De otra forma, también habrías huido, te lo aseguro.

 

–¿Es cierto eso?

 

–Lamentablemente para mi madre, si.

 

–¿Para su madre? ¿Y qué hay de usted? ¿Esta plaga mortal que parece cargar no lo aflige?

 

–La única plaga de la que sufro es la de la mala reputación. Extremadamente contagiosa, me parece. Me tiene sin cuidado, la cultive cuidadosamente para ser dejado en paz en estos eventos.

 

–Tal vez me falta contraer esta enfermedad.

 

–No lo veo necesario. Resulta increíblemente inconveniente.

 

–¿Para su madre?

 

–Y para mi por extensión. Usted lo que tiene es otro mal. El mal de la novedad en la alta sociedad. Mis condolencias. Ese mal es peor aun. Lo conduce a la muerte por ahogamiento en el mar de personas casaderas. 

 

–No se equivoca, he de admitir.

 

El extraño soltó una carcajada, y el sonido hizo reír también al duque. Era extraño. Remus no recordaba la última vez que había reido con una felicidad tan espontánea y genuina. Sin embargo, y como si el sonido de la risa de su salvador hubiera sido la señal de entrada, se aproximó a ellos una segunda persona, y esta vez no era un desconocido para el duque. Se acerco con los mismos rizos negros, con los mismos ojos tormentosos, lo cual alivio un poco a Remus. Había sido inquietante la sensación de familiaridad que se sintió con el extraño, era reconfortante saber que tenía una fuente. Claro, por muy parecidos que fueran, el aspecto de Regulus Black era más afilado, más severo.  Había sido así desde la universidad, y era una de las cosas que Remus más admiraba de él. Su poder de imposición.

 

–Black– saludó a Remus con una pequeña reverencia.

 

–Lupin– respondió el jóven con el mismo gesto. – Oí que ahora eres duque, pero supongo que no apreciarás el uso de tu nuevo título.

 

–Supones correctamente, como de costumbre.

 

–Veo que ya conoces a mi hermano– dijo Regulus, señalando al salvador de Remus, que de pronto ya no era un desconocido.

 

–¿Eres acaso…?

 

–Sirius Black, en persona. Supongo que tu y mi hermano se conocieron en la universidad, ¿no es así?

 

–Fuimos bastante amigos, si. Oi mucho sobre ti durante esos años. Es un gusto al fin ponerle cara a las historias

 

–Lupin, si me lo permites, tengo que intercambiar unas palabras con mi hermano.

 

–Regulus…

 

–Adelante. Nos volveremos a encontrar, espero.

 

Así como así terminó el encuentro. Sirius se fue del brazo de Regulus, dejando un leve rastro de su perfume en el aire y una sensación de satisfacción en el duque que Remus trató de sacudirse, sin éxito.  

 

Vio, mientras los hermanos se alejaban, a una joven acercándose a Sirius, y a este anotando un baile suyo en el carné de baile de la señorita. Remus sintió algo removerse en su estómago tras esta imagen. Trató de sacudirselo de encima. Tampoco tuvo éxito.

 

*********

 

Tan pronto como Sirius pudo alejarse de su primera interacción con un prospecto esa noche, Regulus lo apartó del baile con cierta urgencia.

 

–No te acerques al duque, ¿me oíste?

 

–¿Quién? ¿Lupin?– tras su respuesta, Sirius volvió la mirada, casi involuntariamente. El jóven parecía haber sido tragado de nuevo por la multitud. Sirius rió ante este pensamiento. El ser la novedad de la temporada iba a resultarle un tormento, en efecto.

 

–El mismo. No lo… No lo mires.– las palabras vinieron acompañadas de un tirón en el brazo que obligó a Sirius a mirar a su hermano en lugar del duque. –Lo conozco bien ¿me entiendes? No es alguien con quien quieras estar cerca.

 

–Vaya amigo que eres, hermano.

 

–Precisamente porque soy amigo suyo te lo advierto. No te conviene establecer relación con el duque.

 

–Y el motivo sería…

 

–Que te conozco también a ti y sé que ese hombre es exactamente lo que te gusta buscar.

 

–¿Por qué sabes eso? ¿Por qué lo ves atractivo para mis estándares?

 

–Porque lo sé peligroso para los estándares de todo el mundo. Incluso si entrara dentro de lo que nuestra madre nos pide, que no es así, no sacarías nada de una relación con el. El duque reprueba rotundamente el matrimonio.

 

–¿Quién dijo algo de casarme con él? Después de todo, es un duque. Podría ser beneficiosa para nuestra casa una amistad.

 

–Lo dijeron tus ojos. Contrólalos. Ya tengo yo amistad más que suficiente con él. Concéntrate mejor en la señorita que te pidió el baile.

 

–Tu y yo sabemos que no contraeré matrimonio con Emmeline Vance.

 

–Pues entonces esfuérzate más. No te he visto mucho en la pista de baile que digamos.

 

–¿Y tú? No te veo bailar, tampoco. 

 

–No ahora mismo, no, pero a lo largo de la noche…

 

Sirius se perdió la respuesta de su hermano por un murmullo general en la sala. Curioso. La sociedad solo se ponía de acuerdo para el murmullo colectivo cuando algo sucedía. Levantó la vista y vió a dos jóvenes que no reconocía avanzar por la escalera que daba acceso al baile: una señorita pelirroja que parecía atraer toda la energía de la habitación hacia ella  y un jóven de tez morena y cabello negro que, a pesar de estar tomando su brazo,  se desvanecía en el fondo. Su acompañante, probablemente. Cuando Sirius volvió la mirada hacia Regulus, lo encontró perdido ante la vista de los recién llegados, con un brillo en sus ojos que estaba a medio camino ente calculador y  deseoso.

 

–Ah. Es por eso, entonces. Has reservado tus bailes estratégicamente.

 

–¿Disculpa?

 

–¿No decías que ibas a esperar al diamante de la temporada? Ahí la tienes.

 

–La reina no ha anunciado tal cosa. Sería poco sabio asumir.

 

–La reina sería una tonta si no la ve como el resto de nosotros. Mírala. Deslumbró a toda la sociedad con solo entrar. Se distinguir a un diamante cuando lo veo.

 

–Ya veremos

 

Tras esto, Regulus se alejó. Por primera vez en la noche, Sirius se permitió disfrutar de su soledad y se reclinó contra la pared. Quería ver cómo se desarrollaban los eventos que involucraban a su hermano.

 

******

–James, todos me están mirando– susurró Lily mientras bajaban las escaleras. A pesar del tono de pánico con el que declaró esto, ella estaba serena. Sonriendo. Parecía una princesa. No se acobardó ante las miradas, se hizo más grande. James estaba orgulloso de ella.

 

–No es para menos. Te dije que te veías excepcionalmente esta noche.

 

–Si hubiera usado el vestido rojo en vez del azul me mirarían menos, ¿no crees?

 

–Sabes que el rojo te queda fatal, Lils. Los tienes en la palma de la mano. Aprovechalo.

 

No había terminado de  pronunciar estas palabras cuando arrebataron a su hermana de su lado, llevándola a la pista de baile. James la miró, satisfecho, antes de emprender su camino a los jardines de la casa, en busca de la anfitriona. El chico sabía que la necesidad de buscar pareja en una sola temporada no era lo ideal para Lily, pero le tranquilizó el conocimiento de que ella tenía el poder de elegir cualquiera de los candidatos que fueran de su interés. Lo que más deseaba era verla feliz y estable, y el tener más opciones disponibles  aumentaba las posibilidades de ver este deseo realizado.

 

James estuvo caminando unos buenos treinta minutos por los jardínes sin encontrar a lady Minerva, a pesar de que la mujer había jurado que estaría afuera prácticamente todo el baile. Concluyendo que tal vez debió empezar su búsqueda en el interior de la sala, James emprendió el camino de regreso. El chico vio interrumpido su retorno cuando escuchó un grupo de voces masculinas riendo. James se detuvo en seco, contemplando sus posibilidades. Era prudente que se hiciera de todas las relaciones amistosas que pudiera, si acaso solo para empujar a los miembros de la sociedad a hacer avances con su hermana. Habiendo contemplado esto, decidió acercarse, y se detuvo nuevamente cuando estuvo lo suficientemente cerca como para oír la conversación. 

 

–¿Entonces buscas un matrimonio por amor, Regulus?

 

–El amor es lo que más me tiene sin cuidado. Sin embargo, si he de tener hijos, su madre no puede ser menos que excepcional para mantener el estándar de la familia. Y, sin embargo, todas las damas parecen fallar en cosas tan sencillas como sus modales o costumbres. No debería ser tan complicado elegir esposa.

 

–Elegir es lo sencillo, amigo. Espera a que la reina designe a su diamante y el trabajo está hecho. El cortejo es lo complicado.

 

–No va a ser ningún problema, te lo aseguro.

 

James se alejó de la conversación mientras los participantes reían. Se sintió asqueado. No quería tener nada que ver con gente que viera a las mujeres simplemente como medios para tener hijos, mucho menos quería presentarles a Lily. ¿Así pensaban todos en la ciudad? James solo podía esperar que se tratara de una excepción, una opinión aislada del tal Regulus. No quería dejar a su hermana en manos de gente así. Mientras pensaba esto, el chico se dirigió con prisa al interior de la residencia McGonagall, sin importarle que  este grupo de gente lo viera. Que lo vieran. Que sintieran vergüenza por hablar así.

 

Lily lo encontró apenas puso un pie dentro del baile.

 

–James, qué alivio encontrarte. La reina solicitó mi presencia.

 

El chico miró en la dirección hacia la que Lily se dirigía, y ahí encontró en efecto a su majestad la reina, observandolo de vuelta.

 

–Bueno, no la hagamos esperar– respondió, ofreciéndole su brazo a su hermana. 

 

La caminata hacia la reina, a pesar de tratarse de escasos metros, pareció eterna. Los siguieron los murmullos de toda la sala, y ahora era James quien se sentía intimidado por ellos. Ya no estaba seguro de la naturaleza de esos murmullos. ¿Eran murmullos aduladores? ¿De envidia? ¿O acaso ya estaban pensando en Lily como en una máquina para hacer bebés? La voz de la reina sacó a James de su sopor.

–No creo que nos hayamos conocido antes.

 

–Es porque no lo hemos hecho, su Majestad. Mi hermano y yo venimos de la India. Somos huéspedes de lady McGonagall esta temporada.

 

–¿Y tu hermano? ¿Acaso no hablas jovencito?

 

–Al contrario su majestad. Pero creo que encontrará las palabras de mi hermana infinitamente más entretenidas que las mías. Después de todo, usted más que nadie sabe el poder de la palabra de una mujer.

 

–¿Una mujer, eh? ¿Es así cómo te consideras?

 

–Solamente entre mis iguales, majestad. Para los caballeros soy apenas una señorita. Les divierte creerse superiores. Pero una palabra es solo eso cuando ellos la emplean. El cómo se refieran a mí no cambia el hecho de que soy más diestra de lo que les gustaría admitir en el arte de moverse en sociedad.

 

–Una señorita muy honesta, en efecto. Me preocupa que tu supuesta honestidad raye en la arrogancia.

 

–Para el resto, tal vez. Pero tengo la impresión de que usted se está divirtiendo con nuestro encuentro.

 

–¿Y crees que divertirme es lo que busco?

 

–No. Se que busca encantar. Y a alguien que pueda encantar en su nombre. La diversión es uno de los tantos caminos para lograr eso. 

 

–¿Cómo te llamas, jovencita?

 

–Lily Evans-Potter, su majestad.

 

–Muy bien Lily. Me diviertes, en efecto, una cualidad difícil de encontrar en estos días. Espero que verdaderamente tengas la habilidad de encantar, aunque, juzgando por los murmullos que te han seguido toda la noche, creo que ya tengo mi respuesta.

 

Tras esto, la reina hizo un ademán con su mano y empezaron a sonar trompetas. Este ruido le era familiar a James. Era el ruido que precedía a un anuncio. El chico tomó a Lily del brazo y la apartó para dejar a la reina a la vista de todos los presentes.

 

–Mis súbditos. Agradezco la presencia de todos en este primer evento de la temporada. Espero sea de su agrado. Sin más preámbulo, les presento al diamante de esta temporada.

 

Hubo una pausa de anticipación, aunque James presentía que ya todos sabían las palabras que seguían.

 

–La señorita Lily Evans-Potter.

 

Tras esta declaración, se escuchó un aplauso educado. James pudo observar a varias personas retirándose discretamente, probablemente no muy felices con el anuncio. Sin embargo, fueron más las personas que se acercaron a Lily para pedirle un baile. El hecho de haber sido elegida como diamante de la temporada le abría aún más puertas a su hermana. Más personas interesadas, más oportunidades para ella. Fue la voz de la  reina nuevamente quien devolvió a James a la realidad. La voz de la reina, y la presencia de un jóven bastante atractivo que cortó la multitud de solicitantes de baile en dos.

 

–Regulus Black. ¿Ya conoce a mi incomparable de la temporada?– Regulus Black. James reconocía ese nombre. Era el hombre que había respondido esa sarta de tonterías en el jardín. Tomó todas sus fuerzas para no interponerse entre esa interacción. Lily se había esforzado grandemente para ganarse la preferencia de la reina, él no podía arruinar lo que ella había conseguido.

 

–No la conozco su majestad, pero ciertamente me gustaría empezar a hacerlo.

 

–Sabias palabras como siempre. Oí que buscabas una esposa esta temporada. Si el duque Lupin sigue empecinado en no casarse, te encuentro a ti como el mejor prospecto para esta señorita. Espero no equivocarme.

 

–Raramente se equivoca, su majestad. Dudo que esta sea la excepción. Señorita Lily, le ruego me conceda este baile. 

 

Tras esto, y para el horror de James, Lily aceptó la mano de Regulus y se alejó hacia la pista sin que él pudiera pronunciar palabra alguna de protesta. Por ahora. Regulus Black iba a cortejar a Lily sobre su cadáver.

 

*************

 

Regulus esperó hasta que la señorita Lily y él hubieran alcanzado un ritmo constante mientras bailaban (francamente no tuvo que esperar mucho, lo cual le pareció una excelente señal) antes de empezar con el interrogatorio. Era un proceso que ya había llevado a cabo múltiples veces esa noche, y en días anteriores en los que había concertado citas con otras señoritas, sin éxito alguno. Ninguna le ofrecía respuestas lo suficientemente satisfactorias. Y, lo que sus respuestas ofrecían lo desmentían sus acciones, lamentablemente. 

 

–Disculpe que sea directo, señorita, pero me gustaría saber su opinión en algunos temas antes de plantearnos un cortejo.

 

–Adelante, milord.

 

–¿Qué pensamientos tiene respecto al tema de los hijos?

 

–¿Además de que me gustaría tenerlos? Aceptaré la cantidad que la vida tenga designada para mi. Estoy segura de que junto a mi pareja podremos hacer frente a las dificultades que plantea la crianza.

 

–¿Toca algún instrumento?

 

–Múltiples, milord. También se danzar bien, como podrá darse cuenta. Sin embargo, prefiero ocupar mis días con pasatiempos más serios. Idiomas, lectura. Adoro leer. También disfruto de la apreciación del arte, me parece la cúspide del ingenio humano.

 

–Noto que estaba preparada para cualquier tipo de pregunta.

 

–Cuando una persona tiene claro lo que quiere siempre está preparada, ¿no le parece, milord?

 

–Así es. Sin embargo, parece que este conocimiento escapa a la mayoría de jovencitas de la sociedad. Todas se han acobardado ante mi interrogatorio.

 

–Debería compadecerse. Suelen enseñarnos a no tener una opinión propia. Sin embargo, considero que usted también sabe lo que quiere, lord Black. La certeza es el primer paso para un cortejo fuerte, y para un matrimonio estable posteriormente. 

 

–No podría estar más de acuerdo, milady. Es usted un diamante entre las mujeres realmente. Dígame, ¿esta con usted alguno de sus padres? Me gustaría intercambiar unas palabras con ellos.

 

–Lamentablemente, perdí a mis padres dos veces, tanto a los biológicos como a los adoptivos.

 

–Mis condolencias, señorita. No sabía esto.

 

–No tenía porqué saberlo milord. No se angustie. Sin embargo, está conmigo mi hermano, James. Actúa como mi guardián. No me atrevería a contraer matrimonio si el candidato en cuestión no cuenta con su aprobación. 

 

–No se diga más.– La música paró en ese momento, así que ambos se separaron y ofrecieron reverencias, interrumpiendo momentáneamente su conversación. –¿Podría conducirme a la presencia de su hermano, milady?

 

–Inmediatamente, lord Black.

 

La señorita Lily empezó entonces un recorrido a lo largo del salón que Regulus no tuvo más remedio que imitar. Apenas habían pasado unos minutos cuando Regulus se vio detenido. Frente a él se encontraba Lily del brazo de un joven que Regulus reconocía. Era quien había escoltado a la señorita a la entrada del baile. Viéndolos de cerca, mano a mano, Regulus se preguntó si acaso la mitad del magnetismo y encanto de lady Lily no habían sido producto de la compañía de su hermano, si el jóven no había cedido toda la atención que parecía absorber por el bien de su familiar.

 

–Usted debe ser James. Un gusto, soy…

 

–Lord Black. Lo conozco lo suficientemente bien. Disculpe, pero Lily y yo debemos retirarnos de la velada. Un gusto.

 

Tras esto, lady Lily le lanzó una mirada incrédula a su hermano.

 

–¿James…?

 

–Vamos, Lily.

 

Magnético e imponente, en efecto. Ese hombre incluso había logrado que la señorita Lily, la persona más tenaz con la que Regulus se había topado en toda la noche, se retirará detrás de él sin rechistar. Esto suponía un problema para Regulus. No sabía qué clase de problema o rumor había hallado James en su persona como para rehusarse siquiera a intercambiar palabra con él y sin embargo afirmar que lo conocía, pero no podía permitir que se fuera sin exponer sus razones para un cortejo. Lily había sido muy clara en cuanto a lo importante que era para ella la opinión de su hermano, y posponer la conversación solo le haría mal a sus intentos de conquistar a la dama.

 

Asi, Regulus se decidió a alcanzarlos. La pareja de hermanos estaba prácticamente en la puerta del salón cuando el jóven logró su cometido, tomando la mano de James para impedir que siguiera su avance. El jóven se giró ante el contacto, clavando su mirada en Regulus, quien trató de ignorar la sensación eléctrica que recorrió su columna con aquella mirada y soltó la mano de James, reparando en que tal vez obligarlo a hacer contacto no fue la estrategia más sabia. 

 

–Espere, lord Evans-Potter

 

–Lord Potter.

 

–Lord Potter, entonces. Lamento la confusión. Requiero hablar con usted.

 

–Estoy seguro de que puede prescindir de mi conversación.

 

–Y yo estoy seguro de que no. Me gustaría plantearle un cortejo a su hermana, Milord, pero requiero de su bendición. Y considero que un cortejo largo es la base para un matrimonio fuerte. No nos haga esperar más de lo necesario.

 

Regulus vió como James apretaba los dientes, y se preocupó. Realmente no podía imaginar que había pasado que causara tanta incomodidad en el hombre. Sin embargo, tras un momento de silencio, lord Potter volvió a hablar.

 

–Muy bien. Lily, espérame aquí. Tengo que intercambiar unas cuantas palabras con Lord Black.

 

Tras decir esto, James soltó el brazo de su hermana y tomó el de Regulus en su lugar, conduciendo a los jardínes.

 

–Agradezco que tome mis palabras en consideración, milord.

 

–No puede ser de otra forma. Yo tomo todas sus palabras en consideración, Black. Dígame, este cortejo con mi hermana, ¿implica solamente usarla para producir hijos que estén en el estándar de su familia? ¿O acaso implica cuestionar sus modales y costumbres cuando se canse de ella?

 

–¿Disculpe?

 

–Quería que tomara en consideración sus palabras, ¿no es así? Tal vez convendría que recuerde todas las que ha pronunciado esta velada.

 

Fue entonces cuando Regulus reparó en el lugar en que se encontraban parados. Hace menos de una hora, había estado ahí parado junto a Barty y Evan hablando de las dificultades que ofrecía la temporada. Recordo también haber imaginado la sombra de alguien pasando en medio de la conversación, y se le cayó el alma al piso. Si no había imaginado aquella sombra, si había sido James…

 

–¿Ha estado espiándome, entonces?

 

–Difícilmente necesité espiarlo cuando estaba declarando abiertamente y a todo volúmen los múltiples requerimientos que necesitaba en una mujer.

 

–Eso no estaba destinado para sus oídos, milord. Mis más sinceras disculpas.

 

–Ofrezca sus disculpas a otra persona. ¿No hace las palabras más sinceras el hecho que yo no debía escucharlas? Dígame, lord Black. cuando encuentre a este ejemplar ilustre del género femenino, ¿que le hace creer que ella lo aceptará a usted tan fácilmente? ¿En serio cree que todas las mujeres pueden ganarse con nada más que unas pocas palabras y una sonrisa encantadora?

 

–¿Encuentra usted mi sonrisa encantadora, entonces?

–Encuentro la opinión que tiene de usted mismo demasiado elevada, y la opinión que tiene de los demás demasiado deficiente. Le deseo buena noche, milord. Espero no verlo entre los prospectos de mi hermana. 

 

Tras este intercambio, James se marchó, dejando a Regulus en el jardín preguntándose que acababa de pasar.

 

*********

 

Lily no esperaba chocar con nadie esa noche. Había encantado incluso a la reina y a uno de los miembros de la casa Black, por Dios. Esa noche había sucedido sin errores, sin un solo tropiezo. Lily no esperaba que esto cambiara hasta que tropezó con probablemente la mejor persona que conoció.

 

James acababa de salir con lord Black tras repetirle que no quería verla cerca de él, dejándola con la única compañía de la mesa de limonada. No es que Lily fuera a hacerle caso, francamente. Si acaso, consideraría dos veces antes de aceptar una propuesta matrimonial de su parte. Pero su presencia alrededor de ella, y sobre todo su presencia propiciada por la reina en persona, aumentaría su valor en el mercado.

 

No le gustaba pensar en ella misma como un producto, pero así era la temporada social. Puro intercambio de bienes. Ella no tenía una dote que ofrecer, así que requería hacerse deseable de otros modos. El hacer su compañía cotizada era probablemente la mejor de sus posibilidades. Y si Lord Black ayudaba con eso, aunque fuera por su cercanía, ella lo iba a aprovechar. Black, en particular, no estaba tan mal. Demasiado exigente para lo que ofrecía, pero al menos era alguien con quien se podría hablar. No podía decirse lo mismo de todos los pretendientes.

 

Lily estaba pensando en sus prospectos cuando, tratando de salir del salón en busca de James, tuvo un desafortunado encuentro con Mary McDonald; donde lo único desafortunado fue que Lily acabó vertiendo su vaso de limonada encima de la sorpresa.

 

–Dios mio, disculpame, no estaba viendo a dónde iba. Permíteme ayudarte a secarte.

 

–No es necesario disculparte. No es tu culpa. No soy alguien que la mayoría se moleste en ver. Y estaba escondiéndome, de hecho. A punto de irme.

 

Cuando la chica con la que había chocado (que para ese momento no tenía nombre) dijo aquello, Lily la observó por primera vez y se preguntó cómo es que alguien podria no querer verla. Claro, el vestido arruinado no era el más favorecedor, pero el resto de ella parecía irradiar una cierta luz que Lily no había visto en nadie más de la sociedad. Y su voz. Parecía producida por la más dulce flauta. Lily pensó, entonces, que una persona asi no solo debería verse. Debería ser escuchada, y le pareció una pena que la chica no se creyera digna de eso. Surgió entonces una idea en la cabeza de Lily.

 

–Aún así, déjame ayudarte. Por más escondida que quisieras estar, no creo que sea muy placentero estarlo con el vestido húmedo.

 

–Agradezco la oferta, pero no es necesario. El vestido está casi seco. Ha sido una temporada  muy árida, ¿no te parece?

 

–Nada comparado con mi ciudad natal, te lo aseguro.

 

–Tu… eres Lily, ¿no es así?

 

–La misma. ¿Nos conocemos, por casualidad?

 

–No esperaría que tu a mi, pero no creo que haya persona en la sala que no te conozca. Causaste una gran impresión durante la velada.

 

–¿Es cierto eso?

 

–Si ser nombrada como diamante de la temporada y bailar con el señor Black no es causar una impresión, entonces no se que lo es.

 

–¿Y por qué es tan impresionante mi baile con el señor Black?

 

–¿No te preguntas por qué es impresionante ser el diamante? Sé que es tu primera temporada. No debes estar familiarizada con las costumbres de la reina.

 

–No es necesario. Eso lo gané con mis méritos, no voy a cuestionar su importancia. Pero ser arrastrada por un lord a la pista de baile no me parece muy meritorio, ¿no crees?

 

–Tal vez no lo sería si estuviéramos hablando del mayor de los Back. Tiene fama de libertino, arrastraría con él a la desgracia a  cualquier persona de menor rango. Por eso lo encontrarás solo en casi todos los bailes, ¿ves? Oh.

 

Lily volteó discretamente hacia donde la amigable chica señalaba, y encontró a un hombre bastante parecido a Lord Regulus bailando con otro hombre, bastante atractivo. Definitivamente no solo.

 

–No veo que esté por su cuenta en esta ocasión.

 

–No, no lo está. Que curioso.

 

–¿Y por qué sería curioso?

 

–Está bailando con el duque Lupin. Otro de los mejores partidos de la temporada.

 

–¿No había declarado el duque que no tenía intenciones de casarse?

 

–Tal vez cambió de opinión. Mira cómo se juntan sus manos.

 

–Están bailando. 

 

–Pero hay algo más. ¿Por qué el señor Black, entre toda la gente? Debe haber algo de lo que nos estamos perdiendo.

 

–¿No lo estabas acusando de libertino hace tan solo un momento?

 

–Así funciona la reputación, ¿no? Si alguien en una posición más ventajosa que tú empieza a concurrirte, vas a ser asociado a lo que esa persona signifique en la sociedad, para bien o para mal.

 

–Eso parece, si. ¿Qué hay de Regulus Black?

 

–Es todo un misterio. Se la pasa atendiendo a su madre y a sus negocios. Un hombre de familia. Hay quien dice que es un heredero más apto para el título de vizconde que su hermano mayor. Muy respetado en la sociedad, cuando decide salir, claro. Por eso es tan impresionante que decidiera salir por ti.

 

–Me parece que tengo todavía que ponerme muy al corriente de los funcionamientos de este mecanismo social. Disculpa, nunca supe tu nombre.

 

–Soy Lady Mary. Mary Mcdonald.

 

–Mary. ¿Tu ya estás casada?

 

–Dios, no. Yo soy una solterona sin causa. Es mi tercera temporada. Dudo que alguien se fije en mí a estas alturas.

 

–Te propongo algo. Tu me enseñas lo que hay que saber del carácter de la sociedad, y yo te ayudo a aumentar tu valor en el mercado matrimonial.

 

–Interesante propuesta, pero ¿cómo lograrías tal cosa?

 

–Ponemos en prueba tu teoría. Tu opinión de lord Black cambió inmediatamente después de verlo en la compañía de lord Lupin.  ¿Crees que la opinión del resto cambiará si se te ve con el diamante de la temporada?

 

–Creo que soy una causa perdida. Pero admito que si sirve de pretexto para pasar más tiempo contigo, lo tomaré con gusto. Su compañía es muy placentera, lady Lily.

 

–Lo mismo digo de la tuya. Eres más observadora que el resto de la gente con la que tuve el placer de convivir hoy, Mary. Tal vez es tiempo de que te sientas digna de ser apreciada también.

 

Mary sonrió, y su rostro brilló aún más cuando lo hizo. En ese momento, James entró nuevamente al salón, y el señor Black no estaba por ningún lado.

 

–Hermano, dime por favor que no cometiste homicidio contra uno de los aristócratas. 

 

–Homicidio, no, aunque espero haber matado un poco su ego.

 

–Está por verse, entonces. Lady Mary, nos encontraremos pronto, espero.

 

–Y yo espero lo mismo, señorita Lily.

 

Lily se alejó entonces  del baile, retirandose a sus aposentos del brazo de su hermano. Una noche sin tropiezos, en efecto, puesto que incluso el tropiezo que tuvo había jugado a su favor.

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