El hijo de la luz

Harry Potter - J. K. Rowling
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El hijo de la luz
Summary
Según la leyenda... Llegaría el séptimo hijo... El hijo de la luz, a salvar a toda la humanidad o condenarla, y debía ser protegido a toda costa de las tinieblas.

Por siglos se había hablado de la leyenda, la profecía sobre que llegaría el elegido, que sería enviado a la tierra para salvarla… O si se corrompía en el camino terminaría destruyéndola.

Existía magia oscura, pero no cualquier magia oscura a la que los magos estuviesen habituado, sino una clase de magia que sólo se mencionaba en historias de terror antiguas que buscaban asustar a los infantes, porque esa magia era capaz de oscurecer corazones. Los magos de sangre pura antiguos son los que poseen este conocimiento, mientras que los magos guerreros de Dios son los encargados de proteger a la humanidad, y también los que deberán proteger al elegido, el mismo que ahora se encuentra en la tierra, un pequeño niño con cabellos oscuros y ojos verdes, dormitando en brazos de Lily Potter, un arcángel guerrero impuro, pero leal a Dios, mientras que su esposo, James Potter, la observa.

—Habrías sido una muy buena mamá —comentó el hombre.

—Pues lo seré, al menos hasta que él esté listo para cumplir su rol en el mundo —respondió la pelirroja.

Pasan los años, y Harry demuestra ser un niño juguetón, amoroso, lo crían sin decirle que es el elegido, tampoco que ellos no son sus verdaderos padres. Hasta que llega la famosa carta de Hogwarts a sus once años.

—¿Recuerdas que siempre te hemos dicho que tienes que aprender a controlar la magia de la luz? Pues en Hogwarts te enseñarán a hacerlo, hijo —alentó James, despeinándolo con cariño.

Harry le miró y sonrió. —¿Entonces seré un buen mago, papá?

—El mejor —respondió solemne James, Lily le dejó un beso en su frente al menor.

—Tenemos que ir a comprar todos tus útiles, pequeño —farfulló Lily, Harry asintió.

Así que es como la familia fue al Callejón Diagon, donde Harry recibió su primera varita, y se sorprendía porque por momentos veía seres oscuros que lo estaban persiguiendo.

—¿Mami, ellos qué son? —preguntó Harry señalando a los seres, vio cómo Lily hacía un movimiento con su mano casi imperceptible y susurraba unas palabras para que luego se esfumaran aquellos seres.

—Nada, cariño, creo que te los imaginaste —respondió Lily con una sonrisa, pero tenía una expresión de preocupación.

Harry frunció el ceño extrañado pero se distrajo cuando su padre le trajo una lechuza.

—Feliz cumpleaños, hijo —exclamó James, sonriente.

Harry dio saltitos de emoción y sujetó la jaula. —La llamaré Hedwig.

En el tren pudo notar que algunos lo veían frunciendo el ceño, como si tuviera un mal olor, y Harry se sintió rechazado, algo frustrado porque él se había bañado antes de salir de casa, entonces no entendía por qué lo miraban así, hasta que encontró un cubículo vacío y se sentó.

Luego entró un chico, le preguntó si podía sentarse y pudo distraerse del mal momento, él se llamaba Ron Weasley, después entró otra chica Hermione Granger, y juntos pudieron estar hasta que llegaron a su destino.

La reunión de bienvenida a los nuevos, fue cálida, aunque Harry no podía evitar fijarse que de reojo habían sombras, que por momento hacían que su piel se erizase, y escuchaba susurros en su oído, llegó a preguntarle a Hermione o Ron si habían oído algo, pero ellos simplemente decían que se lo estaba imaginando.

Hasta que estaba en un pasadizo vacío, y sintió claramente el aliento de alguien contra su oído, no discernía qué es lo que trataba de decirle, pero tampoco pudo lograrlo, pero se desapareció, dándose cuenta que a unos pasos suyos estaba un chico de su edad, rubio, con ojos plomizos, el cual lucía hermoso, sin embargo, lo miraba con desagrado, por lo pudo sentir cómo sus mejillas se sonrojaron por la vergüenza y se fue corriendo a la sala de su casa, con lágrimas en los ojos, ¿por qué le pasaba esto a él?

Por otro lado, Draco parpadeaba confundido, ¿por qué aquel niño se habría ido corriendo? Podía sentir que era el elegido, y lastimosamente los apestosos seres de la oscuridad estaban acechándolo, por eso los ahuyentó con un hechizo que le enseñaron sus padres, pero… No entendía por qué había huido de él. Ahora de igual forma tendría que protegerlo, sólo esperaba que el elegido no siempre lo rechazase.

Así es como Draco a escondidas cuidaba los pasos del elegido, sabiendo que se llamaba Harry Potter. Y se sentía frustrado, porque a sus cortos once años, cuando lo veía no sólo tenía el instinto de protección, sino también… Su corazón latía acelerado y cuando lo descubría mirándolo, se sonrojaba.

Pasaron los años, Harry seguía viendo esos seres que nadie más veía supuestamente, pero… De alguna forma siempre desaparecían, lo que por momentos le hacía pensar que tenía alguna enfermedad mental. Quien siempre estaba sospechosamente cerca era Draco, ya estaban en cuarto año y de algún modo, cuando Harry volteaba, lo veía allí.

—¿Por qué me sigues? ¿Acaso te gusto? —recriminó Harry, cruzándose de brazos y enfrentándolo.

Draco frunció el ceño. —Sólo estoy cerca, ni que tuviera tan mal gusto, San Potter —respondió, pasando por su costado, empujándolo con su hombro. Harry se giró a querer reclamarle algo más pero ya se había marchado, no es que le cayera mal… O bueno, no tanto, pero… Sí le intrigaba que siempre estuviera cerca.

Hermione se quedó mirándolo. —Harry, he estado averiguando y al parecer tienes un Don, ya no creo que simplemente estés imaginándote esos seres. He leído que algunos pueden verlos, y lucen horribles y también tienen un mal olor, por nuestra parte no podemos verlos con Ron, pero tú sí. Tal vez eres un protector —comentó.

—Vaya, ¿pero protector de qué? —preguntó Harry, con expresión confundida.

—Cuenta la leyenda que existe un elegido, que será capaz de salvar a toda la humanidad o sumirla en la completa miseria si se va por el mal camino —explicó Hermione—. Tal vez podría ser cierto y el elegido está entre nosotros, y por eso tu instinto despertó, para que lo protejas —narró.

—Pero… No sé más que lo que ustedes saben, sólo sé los hechizos que nos han enseñado en clases, y sí, veo seres raros, aunque no los he olido, pero… No veo a nadie con afán de protegerlo —comentó Harry.

—Es una teoría, podría no ser así, pero tendría mucho sentido por lo que nos cuentas —farfulló Hermione, porque ella se daba cuenta que Harry era especial, la forma en cómo a veces parecía ser iluminado por una luz, y cómo los hechizos eran algo fácil para él, por más que no se había preparado previamente para hacerlo.

Estaban en el patio cuando de pronto Ron se puso a la defensiva.

—¿Qué quieres, Malfoy? —preguntó de mala gana Ron.

—Hablar con Potter, si él me lo permite claro —comentó Draco, con el semblante tranquilo. Harry se levantó y puso una mano sobre el brazo de Ron.

—Déjalo, Ron, quiero hablar con él —pidió Harry y se hizo a un lado con el rubio—. Dime, Malfoy, ¿qué puedo hacer por ti? ¿Acaso quieres una foto mía para que ya no me sigas?

—Bueno… Creo que no hemos tenido la oportunidad de conocernos bien, pero… Yo siempre te he observado desde lejos, fijándome que estés bien —comenzó Draco, con un dejo de nerviosismo.

—Sí, te he visto varias veces siguiéndome —comentó Harry.

—Sí, bueno, no es algo raro… Sólo que… Quisiera ser tu amigo, no sé si me lo permitas —pidió Draco, y observó cómo el brillo en los ojos verdes se acentuó.

—¿Es en serio? Pero a veces me molestas, eso me confunde, ¿quieres ser mi amigo o esto es una especie de broma?

—Sólo… No sé muy bien cómo socializar, por eso es que hemos tenido encuentros desafortunados antes, pero, hey, ¿quién mejor que yo para ser tu amigo? —preguntó Draco, con una sonrisa.  

—Alguien menos presumido que tú, quizá… Pero ya, está bien, te daré la oportunidad de ser mi amigo —respondió Harry, y ambos se dieron la mano.

Para Draco fue más fácil de ese modo, así podía protegerlo con mayor facilidad, aunque… Dentro de sí estaba muy agradecido de tener su amistad, porque si él no fuera el elegido, o si no pudiera perjudicarlo de ese modo, le pediría que fuera su novio.

Harry todos estos años, ha llevado la carga de ser un fenómeno, de cómo el resto lo ve diferente, pero como nunca ha estado solo, siempre ha tenido a Hermione y Ron, es que él no se ha dejado llevar por lo negativo. Ahora tiene a Draco, el cual incluso va a verlo a la casa de Gryffindor, a escondidas, claro, para charlar y pasar tiempo juntos.

Es otra noche donde quedan de verse juntos, hacer un picnic en la torre de Astronomía.

El cielo se ve oscuro pero hermoso.

Draco llega con una canasta, le sonríe.

—Traje tu favorito, la tarta de melaza, le pedí de favor a los elfos domésticos que la prepararan para hoy —exclamó Draco, sacando una manta y poniéndola en el suelo.

Harry se sentó y vio cómo el rubio sacaba el pastel, con unos emparedados mixtos y cerveza de mantequilla.

—Vaya, sí que viniste preparado —masculló Harry, agarrando un sándwich para morderlo—. Está delicioso.

Draco abrió ambas botellas y le extendió una. —Sí, quise que fuera especial. Me alegra que te haya gustado.

—Siempre eres detallista conmigo, Draco —farfulló Harry con nerviosismo—. Tal vez debería ofrecerte algo a cambio.

—En realidad, no espero nada a cambio, me gusta pasar tiempo contigo, y como tu cumpleaños fue hace poco, creí que sería algo agradable celebrar sólo tú y yo —musitó Draco, pensando que todavía faltaban cuatro años para que pueda decirle la verdad: Que él lo cuida porque es su deber y porque lo ama.

Harry le ofreció una sonrisa y decidió levantar su botella. —Entonces hagamos un brindis, por nosotros —pidió el moreno, Draco le sonrió de vuelta y chocó su botella con la suya.

—¡Salud! —dijo Draco, para luego beber.

La noche transcurrió tranquila, comiendo tarta de melaza, que llegaron a terminar porque era una versión pequeña que daba para dos pedazos, también rieron mucho, contando sus anécdotas con los maestros, y luego Draco defendiendo a Snape, porque así sea rudo era un buen profesor, y principalmente porque era su padrino.

Al final Draco fue a dejar a Harry a la sala común de Gryffindor.

—Gracias por esta noche —dijo el adolescente, sin dejar de mirar los labios del Slytherin, el cual tragó saliva nervioso y sonrió.

—Fue maravillosa para ambos, pero ya debo irme —farfulló Draco, despertando a Harry de su ensoñación.

—Ooh, sí, supongo que es algo tarde y ya deberíamos dormir, mañana hay clases, ¿verdad? —comentó Harry. Draco asintió y se retiró. El moreno suspiró.

¿Tal vez Draco no era gay? ¿Tal vez era homofóbico? Pero aquello no tenía mucho sentido, porque Draco tenía demostraciones de afecto con él, sin contar esas “citas”, las cuales no las denominaban así pero lo eran en toda la extensión de la palabra, como la de esa noche, y otras veces más, incluso cuando se separaban del grupo en Hogsmeade, y le invitaba unos dulces en Honeydukes.

Entonces Harry se sentía muy confundido, no es que él tuviera una certeza de cómo es salir con alguien, porque no había tenido antes una novia o un novio, pero sí se había dado cuenta que le gustaban los chicos, porque desde pequeño le llamaban la atención los muchachos, se le hacían más atractivos, y con las chicas… Bueno, había intentado salir con Ginny el año pasado, y no había funcionado, sólo se tomaron de la mano y sentía cómo un rechazo al intentar besarla, por lo que se disculpó con ella y quedaron como amigos. Había pensado que su primer beso sería especial, y con una persona que realmente le gustase, mientras que con la pelirroja más bien fue como corresponderle porque ella le pidió ser novios.

Entró a la sala de Gryffindor un tanto desanimado, quizá debería esperar un poco para ver si él se le confesaba, o tal vez… Él debería tomar la iniciativa.

Ron y Hermione sentaron a Harry en el patio, y lo miraron con fijeza.

—Mira, Harry, esto vendría a ser una intervención —explicó Hermione.

El moreno los miró extrañado. —¿Y a qué se supone que soy adicto a los quince años? —preguntó Harry.

—Es que, amigo, te vemos obsesionado con Malfoy, y pensamos que ya debes alejarte —comentó Ron.

—Sé que Draco es un dolor en el culo, pero tampoco es para piensen que tiene la peste o algo —farfulló Harry, fastidiado porque se quisieran meter con sus amistades.

—No, pero no sabemos si realmente te corresponde —agregó Hermione, Harry se sonrojó profusamente.

—¿Cómo lo sabes? —cuestionó el moreno, mirando alrededor para fijarse que nadie estuviera oyendo el que le gustase Draco.

—Camarada, a estas alturas, todo el colegio debe saber que te mueres por los huesos de Malfoy, por lo mismo es que no pensamos que te conviene, porque si es tan evidente, ¿cómo es posible que no te diga si quiere ser tu novio o algo? —interrogó acusador Ron.

—Nosotros nunca hemos hablado sobre ello, y… No tenemos tanto tiempo de amistad aún como para decir que sea evidente —se defendió Harry.

—Harry, no lo decimos por cuestionarte, ni nada, pero desde antes es evidente que siempre te quedabas viéndolo, y bueno, había cierta tensión entre ustedes, por las innumerables peleas que tienen entre ustedes. Entonces… Si no quiere ser tu novio, ¿por qué está contigo? No nos malinterpretes, puedes tener el amigo que quieras, pero la forma en que te mira Malfoy… Es como si le pertenecieras, y… Siempre te acapara, entonces, por lo mismo es que nos ponemos a pensar que quizá no sea una buena idea que sigan siendo amigos —narró Hermione.

—Pues no son nadie para obligarme a separarme de él, es mi amigo, sé que es algo estúpido a veces, sin embargo, no por eso voy a alejarme de él, pero aunque digan que no lo están haciendo, sí están cuestionando mis decisiones y, si bien los quiero, no permitiré que me digan que hacer. Tal vez Draco sólo es tímido, o ni siquiera le guste, recién tenemos quince años, no tenemos que saberlo todo a esta edad. Así que les pido que por favor, no se metan —dijo Harry con determinación.

—Pero Harry… —empezó a decir Ron.

—No, Ron, hay que respetar lo que nos dice Harry, tiene razón, es su vida y él debe ver lo que hace con ella —soltó Hermione, interrumpiéndolo.

—Sí, gracias por entender —masculló Harry.

Se retiró y fue en búsqueda de Draco, se sentía un poco solo y juzgado por sus amigos, pero… Sólo él sabía que en realidad Draco era un buen chico, y no estaba usándolo para nada, ¿qué podría sacar de él? Absolutamente nada, la familia de Draco era de un antiguo linaje de sangre puras, pero igual él, entonces no tenía sentido pensar que podría aprovecharse de algo, ni siquiera era un chico popular, realmente era visto como un bicho raro en la escuela, entonces quien tenía las de perder era Draco juntándose con él.

Lo vislumbró y, no hubo necesidad de pedirlo, sólo se lanzó sobre él para abrazarlo.

—¿Qué pasó? —susurró Draco, acariciándole la espalda.

Las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas. —Discúlpame, te estoy manchando con mi llanto —dijo Harry, aún contra su hombro.

—Y tus mocos, pero eso es lo de menos, dime, ¿qué pasó? —preguntó Draco, separándolo de su cuerpo, para sujetarlo por el rostro.

—Mis amigos me pidieron que me aleje de ti, porque… Sienten que eres mi amigo por algún tipo de interés —farfulló Harry, sintiendo cómo Draco le limpiaba las lágrimas.

—Sí, quiero desfalcar a los Potter porque los Malfoy estamos en las ruinas —molestó Draco, para después besarle la frente—. Claro que no, Harry, no tengo ningún interés oculto al ser tu amigo.

—Más te vale o te haré cruciaré el trasero —amenazó Harry sin verdadera fuerza mientras seguía llorando.

—La verdad es duro que tus amigos piensen así, como si sintieran que no vales lo suficiente como para tener otros amigos. Pero… Entiendo que no les dé mucha confianza —farfulló Draco.

—Pero eso no significa que puedan prohibirme ser tu amigo —se quejó Harry.

—Sí, lo entiendo. Pero… Ya no les tomes importancia, igual no creo que eso sea suficiente para separarnos, ¿verdad? —interrogó Draco.

—No quiero dejar de ser tu amigo. Yo… Te quiero mucho, así seas el más grande idiota de Hogwarts —masculló Harry, rehuyéndole la mirada, con un sonrojo en sus mejillas.

—Yo también te quiero, Harry, así seas el más insoportable bicho raro de la escuela —coincidió Draco, sintiendo cómo su corazón latía acelerado.

—Malfoy y Potter, se ven demasiado a gusto para que el receso ya haya terminado. ¿Van a querer un momento a solas o nos van a honrar con su presencia en el salón de clases? —preguntó Snape, arrastrando las palabras con fastidio.

—No-o, profesor, ya nos vamos —dijo Harry, secándose las lágrimas y separándose del rubio.

Su momento había sido arruinado, tuvo la oportunidad de declararse a Draco pero Snape tuvo que echar a perder la escena. Suspiró. Al menos Draco pudo consolarlo y se sentía más tranquilo luego de que lo abrazara.

El hecho de que Draco también lo quisiera le daba un aliciente para podérselo confesar.

Su amistad con Ron y Hermione se recuperó después de la crisis que tuvieron.

—¿Has pensado decirle que te gusta? —preguntó Hermione cuando estuvieron a solas.

—Es una buena pregunta, Mione, ¿tú has pensado decírselo a Ron? —cuestionó de vuelta Harry.

Hermione chasqueó la lengua. —Es diferente.

—¿Por qué?

—Porque si quiera Draco te invita a salir y cosas así, con Ron pues… No hay nada de eso, sólo es… Ron, es difícil saber si realmente le gusto, o si siquiera me ve como una chica —comentó Hermione.

—Ay, Mione, pero, ¿tal vez enviándole una indirecta? —interrogó Harry, hasta que puso los ojos en blanco y se respondió solo—. Ay, ¿para qué te pido eso? Si de quien hablamos es de Ron, quien no puede notar que está a punto de caerle una pared encima a menos que se lo señales, es más, eso me hace pensar, ¿cómo se dio cuenta que estaba enamorado de Draco?

—Me preguntó que por qué Draco siempre te acaparaba, le respondí y bueno, de ahí pasó lo que pasó —explicó Hermione.

—Vaya… ¿Y no has pensado quizá robarle un beso? Si bien es arriesgado, por si te rechaza, de todas formas, el amor es un riesgo —comentó Harry.

—Si tan sólo oyeras tus propios consejos… —masculló Hermione.

—En algún momento se lo diré, sólo… Estoy esperando, no sé, una señal o algo —dijo Harry con determinación—. Pero al menos sé que si él no me lo dice, antes de terminar la escuela se lo diré.

—Ojalá que sí.

El tiempo seguía pasando, y Draco mantenía esa cercanía, cuando lo tomaba por la mano, le acariciaba el dorso de su mano y Harry se derretía por dentro, y pues, ya tenía dieciséis años, por lo que sus hormonas estaban a flor de piel.

En las noches al momento donde todos dormían, él ponía un hechizo de silencio y corría las cortinas de su cama…

Su cuerpo quemaba y tenía una erección notoria en sus pantalones de pijama, se bajó la prenda, dejando al descubierto su miembro erecto. Tragó saliva y tocó con mano trémula su virilidad, se dio cuenta que masajeándoselo así era un poco incómodo, así que se escupió en la mano y empezó a acariciarse de cuenta nueva, pero no solamente se quería masturbar por sentirse caliente, sino que lo hacía pensando en Draco, imaginando cómo su cuerpo desnudo estaría frotándose contra él, pensando en cómo el rubio lo besaría, para luego llenar de profanar su cuerpo, porque sí, Harry pensaba que Draco podría metérselo, y por ello con la otra mano se escupió en su dedo y empezó a introducírselo, pensando que su mano era la de su crush, pensando en cómo lo empotraría contra la cama, poseyéndolo.

Siguió imaginando cómo Draco lo tomaba por las caderas, masturbándole mientras se la metía. Por suerte tenía un hechizo de silencio porque estaba gimiendo sonoramente.

Gritó el nombre de Draco varias veces hasta correrse. Se hizo un hechizo para limpiarse y se durmió, soñando con Draco haciéndole el amor tantas veces que perdió la cuenta.

Al despertarse se sentía insatisfecho, porque su cama estaba vacía.

Pasaron más de dos años, y Draco seguía protegiéndolo, alimentando sus fantasías, abrazándolo, dándole besos en la mejilla, frente, enloqueciéndolo, alimentando ese deseo en su interior, y cuando discutían, a veces se empujaban y terminaban teniendo peleas infantiles en los baños, donde se lanzaban al piso y se empujaban… Era evidente que tenía una tensión sexual. Pero en ese año precisamente, cuando ya tenían diecisiete años, casi por cumplir dieciocho, tenían todo en contra, porque en el mundo estaban sucediendo catástrofes, y era como si se hubieran puesto de acuerdo, porque a pesar de los terremotos, tsunamis, huracanes y demás, también grupos extremistas habían salido a marchar, provocando vandalismo. Por lo cual el mundo de los muggles, y el mundo de los magos, estaba peligrando. Al principio los magos creyendo que era coincidencia hasta que se dieron cuenta que más parecía el principio del apocalipsis.

—Tenemos una profecía —comentó Lily, en la reunión en Hogwarts—. “El último hijo del padre, el séptimo ángel, es quién liderará el ejército de arcángeles para luchar contra la oscuridad”, debemos buscarlo. Tenemos que hacer equipos de búsqueda para encontrarlo, el mal se acerca y lo destruirá todo a su paso —pidió la pelirroja.

Se escucharon cuchicheos, los alumnos voluntarios se estaban ofreciendo.

—Tenemos que ofrecernos —exclamó Hermione.

—Sí, definitivamente tenemos que hacer la búsqueda —coincidió Ron.

—Sí, estoy de acuerdo —respondió Harry, Draco lo tomó por el brazo y lo separó un rato de su grupo.

—Harry, vales más vivo que muerto. Aún no estás listo para la lucha —le susurró el rubio. Harry frunció el ceño, eso no creía que era verdad, porque incluso una voz en su interior le dijo “prepárate”.

—Draco, yo veo seres, y tengo más fortaleza de la que aparento. Creo que puedo aportar mucho a esta búsqueda —contradijo Harry.

—Harry es muy peligroso, mírame, por favor —pidió Draco, tomándolo por el rostro­—. Vas a ayudarlos, pero no en esta búsqueda, créeme sé de lo que hablo —comentó críptico.

Harry sintió algo en su interior y accedió.

La gran mayoría había ido a la búsqueda, Draco se quedó junto a él, pero no podían dormir juntos en la misma casa ya que eran de Gryffindor y Slytherin, y ni siquiera tenía clases como para distraerse con las tareas.

Estaba harto de esconderse, y es así donde se le ocurrió algo, ¿y si le confesaba su amor a Draco? Quizá con ello ya no lo vería como un adolescente más, y se daría cuenta que había madurado lo suficiente como para abrirle su corazón, y… Tal vez así le enseñaría esos maleficios que lanzaba a los seres oscuros, porque sí, no se lo había dicho, pero él había adivinado que no era coincidencia que hiciera un movimiento con la mano, susurrando unas palabras y desaparecieran.

Así que tomó valor y fue a buscarlo, porque igualmente no había mucha seguridad en Hogwarts, así que todos podían dormirse a la hora que quisieran y por eso es que los pasillos estaban llenos a pesar de que ya iban a dar la medianoche, su cumpleaños se avecinaba, empuje suficiente como para apoyar su decisión.

Lo encontró leyendo en el patio, ¿cómo podía estar tan tranquilo en esa situación? Cuando se acercó se dio cuenta que era el boletín de los muertos, probablemente también estaría buscando si su familia salía allí. Tragó saliva, esperaba no ser inadecuado, pero tenía que intentarlo.

—Draco —llamó Harry. El rubio dejó de leer y se fijó en él—. Quería decirte algo.

—Sí, te escucho.

—Yo… Me he dado cuenta que realizas hechizos para ahuyentar a los seres que me persiguen, que bueno, no me has mencionado antes que los ves, pero sí entiendo que lo haces. Y pues, quería pedirte que me enseñes a hacer eso y a luchar… Porque quiero ayudar al resto. Y antes de que me digas que no, tengo algo más que confesar, y es que… Me gustas desde cuarto año, probablemente desde antes, pero ya conociéndote desde cuarto, y no me refiero que me pareces atractivo, porque sí, evidentemente me lo pareces, sino que me gustas y estoy enamorado de ti, como persona y todo lo que engloba —comentó su verborrea Harry, con las mejillas teñidas de rojo—. Y entonces… Quería pedirte que seas mi novio y pues, juntos luchemos en esta guerra.

—No puedo aceptar, Harry —soltó Draco, con la expresión fría, Harry lo miró fijo, no creyéndose lo que acaba de escuchar.

—Entonces era verdad, ¿no? Seguro fui una apuesta o algo así, porque, sino, ¿cómo se explica uno que el gran Draco Malfoy sea amigo del fenómeno Harry Potter? Al final todo fue una maldita mentira y mis amigos siempre tuvieron razón contigo —escupió las palabras Harry, para luego irse corriendo.

En ese instante no le importaba que toda la oscuridad lo absorbiera, era un estúpido por haberse enamorado de Draco, y más aún, por habérsele confesado. Sintió cómo el camino se iba haciendo más oscuro conforme avanzaba, pero lo que menos le importaba es perderse para siempre porque igual quería desaparecer.

Draco fue tras sus pasos, sólo quedaba media hora para la medianoche, eso quería decir que Harry estaría a merced de la oscuridad, y si era absorbido por ella, la humanidad no tendría salvación.

Corriendo dio con él, estaba flotando con las sombras rodeándole. Con su varita hizo que cayera al piso, pero sus ojos estaban blancos y no respondía.

—Harry… Por favor, reacciona, no dejes que te domine —suplicó Draco, tomándolo por el rostro, teniéndolo tan cerca que pensó que única forma de hacerlo reaccionar era con un beso.

Unió sus labios con los contrarios, y Harry reaccionó, correspondiéndole al beso, probando el sabor de su lengua y cómo era mordido por el momento.

—Pero me dijiste que no te gustaba…

—Nunca dije eso, sólo dije que no podía aceptarlo. Te lo contaré —empezó a hablar Draco, ayudándolo a sentarse—. Se supone que no podía besarte, ni mucho menos tocarte… Ni siquiera debería estar diciéndote esto, pero no puedo más. Eres el elegido, y mi deber es protegerte, desde que te conocí lo supe, pero… Según las leyes divinas, debes “morir”, es un simbolismo, en realidad quiere decir que debes cumplir mayoría de edad, y si yo te tocaba o algo… Estaría corrompiéndote, y pues no puedo hacer eso. Yo en realidad te amo, Harry, estoy enamorado desde que te vi por primera vez —se confesó Draco, Harry sintió cómo su corazón latía acelerado.

—Pero… ¿Y si yo quiero que me corrompas? No me importa lo demás. He fantaseado con tenerte desde hace mucho tiempo. La verdad no sé bien qué es lo que debo hacer como elegido, sin embargo, sé que quiero estar contigo —pidió Harry, sujetándolo por las manos.

—Supongo que… Eso degradaría un poco tu poder como ángel completamente puro ya que no lo serías más pero… No sé si sería posible que te resistas a la oscuridad.

—¿No crees que podamos intentarlo?

Draco tragó saliva, no se sentía muy seguro de ello, pero lo tenía frente a sí, ya faltaba cada vez menos tiempo para que muriera como humano. Miró su reloj.

—Ya es tiempo. Oficialmente tienes dieciocho años, y… Sólo espero que esto no arruine el mundo, pero tampoco puedo aguantarme más el besarte —sentenció Draco, para lanzarse contra él.

Esta vez el beso fue más intenso, ambos estaban cerca del Bosque prohibido, pero lo que menos les importaba era eso. Ambos sentían sus cuerpos chocar, aún con la estorbosa ropa, pero igualmente sentían su calor, y los bultos que tenían en su parte baja.

Para Draco también era su primer beso, ya que siempre estuvo enamorado del elegido, y decidió que se conservaría virgen hasta hallar al amor de su vida.

Harry lo empujó, pero para comenzar a desvestirse, quedando por completo desnudo es que empezó a apurarlo, jalándole la camiseta. Draco rió por las ansias del moreno y empezó a desvestirse rápidamente hasta quedar desnudo.

—Vaya, la tienes más grande que en mis fantasías —masculló Harry, fijándose en el miembro erecto de Draco.

—¿Eso significa un problema? —preguntó Draco, inseguro.

—No, creo… Con saliva y un par de hechizos que aprendí de la sección prohibida creo que podremos hacerlo —exclamó Harry.

Draco lo sujetó el rostro para besarse nuevamente, sintiendo ambos cómo sus miembros chocaban al estar cerca, sisearon durante el beso por la sensación. Volvieron a sentir cómo sus lenguas luchaban una contienda en su boca, cómo su pecho se llenaba de calor, y las mariposas de su vientre aleteaban tan fuerte que sentía que irían a salírsele por la boca.

Harry se aferró a la espalda de Draco, pasando sus escasas uñas por ella, y el rubio hizo que se separaran por aire, pero el moreno lo sentó en el pasto, y él se sentó encima, frotando sus miembros, y apoyándose contra sus pectorales.

Draco sintió que así Harry fuera virgen tenía mucha más experiencia que él, ¿quizá habría visto más porno? ¿O tal vez libros? En ese momento, dejó de pensar con la cabeza de arriba y usó la cabeza de abajo para disfrutar.

El cabello desordenado del moreno, y el brillo en sus ojos era algo que lo hipnotizaba, y cómo se frotaba con toda su fuerza hacía que el fuego en su cuerpo lo estuviera incendiando. Estaba por correrse, apretó con fuerzas las caderas de Harry.

—No… No… Aún no, si lo te corres ahora, no podremos hacerlo —masculló Harry, separándose de Draco.

—¿Qué?

—Sí, he leído varios libros al respecto y… Bueno, me he masturbado, y el tiempo de excitarme nuevamente no siempre es tan rápido —comentó Harry, ahora echándose en el césped—. Mira… Debes prepararme con los dedos, si no sabes, puedo hacerlo yo, incluso me sé un hechizo que me ayuda a dilatarme rápido, y bueno, necesitamos saliva sí o sí en el asunto —agregó.

—Vaya, estás más instruido que yo —farfulló Draco, con una sonrisa.

—Sí, ambos hemos somos adolescentes calientes, sólo que supongo que yo fui más allá —acotó Harry, Draco se situó entre sus piernas y se chupó los dedos frente a Harry, intentando lucir sensual al hacerlo y luego dirigió uno de ellos hacia su entrada, vio cómo el moreno hizo magia sin varita para dilatarse y se dio cuenta que era muy fácil entrar dentro suyo, pero igual metió cuatro dedos ensalivados para evitar que la fricción hiciera lo suyo.

Evidentemente no tenía algún tipo de protección en ese momento, así que luego de casi correrse, solamente con meterle los dedos en esa cavidad caliente y apretaba que tenía, decidió que debía ensalivar muy bien su pene, así que se escupió en la palma para masajearse el miembro.

—Creo que necesitarás más ayuda con eso —dictaminó Harry, empujándolo a Draco sobre el suelo, y yendo en dirección hacia su miembro.

Una de sus fantasías había incluido pensar en chupársela, así que, si esta sería su primera y última vez, en caso todo salga mal por perder la virginidad, prefería sacarle el máximo jugo a su experiencia.

Se lo metió de lleno a la boca, casi atragantándose en el proceso, y usando un poco más de dientes de lo deseado por lo que escuchó al rubio quejarse, pero luego relajó su garganta y alejó sus dientes. Se lo sacó de la boca, para jugar con la punta, lamiéndolo y luego chupándolo, sabía amargo, pero no de una forma desagradable, estaba limpio y eso iba muy acorde a Draco. Lamió como a una paleta, saboreando el almizcle del rubio, luego se metió un poco más, disfrutando un poco la sensación de ahogo, era agradable… De algún modo retorcido, y el sentir las venas latiendo hacía que se excitara más, todo eso estaría en su interior dentro de poco, cuando se hubo asegurado que estaba lo suficientemente ensalivado, se lo sacó de la boca, viendo que Draco estaba con la boca abierta, acezado y un sonrojo evidente, luciendo completamente delicioso, le sonrió y volvió a tomar su posición.

Draco por si las dudas, volvió a introducirle dedos con saliva, viendo cómo Harry empujaba sus caderas para más contacto. Tragó saliva, esperaba durar algo más que cinco minutos.

Después se situó en medio de sus piernas, dirigiendo su erección hacia su entrada dilatada, viendo cómo entraba poco a poco y él boqueaba por la sensación asfixiante que era entrar dentro de Harry, era cálido, apretado, y delicioso, no podía quejarse, sólo que sentía que iría a correrse de sólo entrar, vio la expresión de su amante, tenía la boca abierta, los labios hinchados por tanto chupársela, también rojizos, sus lentes movidos por completo, y sus cabellos despeinados, con un manto de sudor cubriéndole, trató de concentrarse en eso mientras seguía ingresando, hasta que entró por completo. Ambos sisearon por la sensación.

—Muévete… Por favor… Mi dragón —pidió Harry, gimiendo, y eso fue suficiente combustible para que Draco saliera y volviera a entrar.

Dándole estocadas torpes, evidente rastro de que era la primera vez que lo hacía, pero Harry estaba en la gloria, se sentía lleno, sentía el cuerpo de Draco contra el suyo, en su interior, su vientre chocaba contra su miembro, hasta que el rubio dio en su punto, por lo que Harry gritó fuertemente, haciendo que su amante se detuviera abruptamente y lo viera con preocupación.

—¿Te hice daño?

—No… Sigue dándome ahí, es… Delicioso —respondió Harry casi sin voz.

Y Draco fue obediente, siguió dándole en ese punto que estimulaba su próstata, lo suficiente para hacerle poner los ojos en blanco. Mientras que Draco sentía que estaban por completo conectados, más allá de lo físico, era algo espiritual, no sabía si era porque era su primera vez o porque era Harry, pero al verlo, se dio cuenta que él también sentía que estaban en esa burbuja de placer.

Siguió meciendo sus caderas, de forma errática, mientras que Harry empezó a masturbarse al ritmo de las embestidas, arqueando su cuerpo para sentir más, hasta que ambos gritaron al culminar. Draco viniéndose en su interior y Harry corriéndose en medio de sus cuerpos.

Draco salió de su interior, y vio cómo Harry lanzó un hechizo para que ambos se limpiaran.

—Yo… Te amo, Harry —masculló Draco, viéndole con adoración.

—Y yo a ti, valió toda la pena del mundo —respondió Harry, acomodándose los lentes.

Compartieron un momento echados juntos, tomados de la mano, hasta que vieron cómo el cielo se llenaba de rayos y se preocuparon. Se vistieron y luego fueron de regreso al colegio, sabían que pasara lo que pasara estarían juntos, eso fue lo que pensaron tomados de la mano. Al llegar al colegio vieron que Lily y James estaban allí, ambos miraron al rubio, y cómo tenía sujeto a su hijo, se acercaron a ellos.

—Harry, es la hora —masculló Lily—. Tenemos que hablar contigo.

—Entiendo, mamá. Pero sea lo que tengas que decirme dímelo frente a Draco. Él es quien me ha protegido todos estos años, y es mi pareja —soltó Harry con determinación.

Draco lo miró sorprendido, porque no había aclarado ese punto aún, pero no se quejaba, de igual forma le gustaba de hace mucho tiempo atrás.

—Bueno, Harry, esto será largo… —empezó Lily.

Y así es como le contó la pelirroja el origen de Harry, y su misión en la tierra, pidiéndole así que fuera fuerte para poder luchar todos juntos contra el maligno.