James Potter, Lily Evans y la razón favorita para seguir.
Hay mucha gente que vive por inercia, que se deja llevar,
gente que se encoge de hombros, que mira sin ver,
hay gente que no tiene ese qué, ese algo, ese cómo.
James siempre lo había tenido, pero el día que Lily Evans empezó a sentir algo por él,
supo que jamás iba a perderlo.
Lily era como brisa por la mañana, pero también tenía la fuerza de un huracán,
sus ojos eran verdes como la esperanza, pero eran capaces de reflejar el fuego más candente,
sabía hablar con palabras que se clavaban en el corazón y colocar los silencios en los puntos de inflexión más justos.
Había días que dolían, amaneceres que pesaban, noches que se hacían eternas,
pero James no habría sido de negar jamás un mañana,
porque el sol seguía entrando por la ventana,
porque el amor estaba en el aire que llenaba sus pulmones,
porque tenía muchas razones para seguir,
y su propósito de vida era conseguir que Lily siempre las tuviese también.
Lily reía acompañada y lloraba sola,
otras veces era al revés,
en ocasiones se despertaba con un suspiro colgando de los labios,
y algunas noches desearía no tener que irse a dormir.
Pero siempre esperaba que hubiera un mañana,
para ver, para descubrir, para ser cada vez un poco más,
y porque un día más de vida era un día más de James Potter.
James que reía con la fuerza de un león y caminaba con la seguridad de un dios,
con la mirada penetrante que parecía leer el alma, pero también te ofrecía cobijo seguro,
sabía que palabras usar para hacerte sentir parte de su mundo y cuando callar para que le mostraran otros.
Había días que asustaban, cielos que se oscurecían y ocasos que parecían el final,
pero Lily siempre esperaba con ansias un nuevo despertar,
porque la brisa seguía refrescando su interior,
porque el amor rugía en su pecho como una fiera,
porque tenía muchos motivos para continuar
y algo calentaba su corazón pensando que ella podía llevar algunos hasta James.
Lily y James eran afortunados, tenían ese qué, ese algo, ese cómo,
lo tenían de muchas formas, en muchos lugares,
lo tenían en forma de magia, en forma de cariño, en forma de ilusión,
pero en un rincón de su corazón, importante como ninguno,
está esa cosa especial,
ese sentimiento pleno,
que sólo consiguen hacer aparecer el uno en el otro.