La única persona que merece ese rubí
La Navidad en casa de los Lupin siempre ha sido tranquila,
feliz, llena de magia e ilusión, pero tranquila.
Salvo aquellas en las que había luna llena.
Esta vez ha tenido suerte, es la mañana del día de Navidad y ya puede levantarse de la cama,
suspira cuando se incorpora y su mirada busca directamente el peluche de un perro negro que descansa a su lado.
No huele a Sirius, tampoco es igual que tener allí a sus amigos, pero es algo.
Antes de poner un pie en el suelo llaman a la puerta,
su madre entra con media sonrisa y las manos a la espalda,
si tuviera más energía frunciría el ceño.
Le da los buenos días, le desea feliz Navidad, se sienta a su lado y le mira.
Él pregunta si va todo bien, ella asiente, pero está nerviosa.
"Quiero darte algo, un primer regalo"
Remus asiente sin saber a qué, sus manos tiemblan un poco.
"Tu padre está de acuerdo, pero dice que es algo que tengo que hacer yo"
No le da tiempo a pensar, ni a elucubrar, antes de que una de las suaves manos de Hope coja una de las suyas.
La pone bocarriba, la acaricia, y despacio trae su otra mano hasta posicionarla encima, y la abre.
Algo cae en su palma, está templado, es pequeño, no pesa mucho.
"Sé que todavía eres muy joven, pero creo deberías tenerlo"
Él todavía no ha dicho ni una sola palabra, no entiende,
y cuando Hope retira las manos y Remus ve el anillo descansar en su palma,
sigue sin entender.
Sus ojos vuelven a su madre, a esa sonrisa nerviosa, a esa mirada dulce,
y entiende, claro que entiende, y se le para el corazón por un instante.
Es su anillo de compromiso.
No puede decir que no lo ha pensado, que no ha fantaseado,
no puede decir que no ha imaginado la proposición perfecta,
que no ha anhelado que llegase el día de hacerla realidad,
pero siempre se había dicho que eran sueños de un adolescente enamorado.
Ahora su madre le está diciendo, casi sin palabras, que no es sólo eso.
Que es posible, que puede hacerlo, que quizás es lo que deba hacer.
Su boca se abre ligeramente, sola, pero no salen palabras.
"No importa quien lo lleve si lo eliges tú, pero se de alguien a quien le quedaría muy bien un rubí".
Hay diversión en sus palabras, pero también emoción. Remus sigue sin poder hablar.
Pero sabe que sólo hay una persona que podría llevar ese anillo además que su madre.
No sabe cuanto tiempo pasa, pero logra asentir y nota una lágrima cayéndole por la mejilla.
Su madre se la limpia con ternura y le levanta la cabeza, él amaga una sonrisa, algo conmocionado.
Un ruido le hace girar la cabeza, su padre está apoyado en el marco.
"Hace unos años pensaba que no sería capaz de darte un futuro feliz, pero tú has conseguido construir un puente hacia él.
Te mereces llegar a dónde quieras y creo que vas bien acompañado."
Y es en ese momento cuando todo le viene de golpe,
cuando su mente mira el puzle desde lejos,
cuando su corazón grita.
Sus padres creen que puede ser feliz,
que puede serlo con alguien más,
que puede formar una familia.
Y aceptan que quiera formarla con Sirius Black.
"Gracias", es lo único que puede decir antes de lanzarse a los brazos de su madre.
El anillo bien apretado en su palma, no piensa dejarlo ir.
Al menos hasta que esté en el anular de la única persona que merece tenerlo más que él.