
Tu día inicia como de costumbre, te despiertas y consideras volver a dormir, siempre has sido una persona madrugadora, aunque a mitad de semana prefieres quedarte en la cama. Sales de la bruma del sueño, mientras caminas al baño consideras seriamente la posibilidad de cambiar de apartamento, te gusta y es acogedor, el problema es que los ruidos del tráfico son un odio.
Decides que es muy temprano para quejarte, ya tendrás oportunidad de hacerlo a media mañana cuando le sumes los estudiantes revoltosos que tienden a ir a tu trabajo pidiendo con urgencia algún libro, los ayudas y a veces dependiendo de tu humor les deseas suerte o permaneces en silencio y en tu mente ruegas que reprueben.
Caminas unas cuadras hasta tu café favorito, ese es un gran descubrimiento, caminar te ayuda a relajarte, tambien trotas en algunas ocasiones cuando te sientes estresado. Hoy no es uno de esos días, disfrutas el avance, la brisa fría que golpea tu rostro, imaginas lo rosado que te encuentras, una desventaja de lo pálida que es tu piel.
El mundo despierta, es entretenido observar el centro de Londres cobrando vida, en unas horas apenas y se podrá caminar sin tropezar con los transeúntes, es una suerte que salgas de trabajar cuando la multitud ya ha pasado. Saludas a los vendedores como si los conocieras de toda la vida, bueno quizás no tanto tiempo, pero esos dos años transcurridos se sienten asi. Piensas que no es diferente al callejón Diagon, claro tendrías que restarle la magia, aunque ni tanto eso, ahora sabes que los muggles se valen muy bien sin ella, un objeto novedoso es fácil de hallar, todos los días hay algo nuevo que ver.
Te detienes en una floristería, coqueteas un poco con la dependienta, es normal que lo hagas y ella responde, es una broma, ella tiene pareja, se conocen casi desde que te mudaste, la consideras tu amiga. Es un pedido común y ella lo prepara en un periodo corto, agrega unas adelfas, te dice que son para ti, que representan tu belleza y gracia.
Sigues tu camino, llegas al negocio en la esquina de la calle y te recibe el delicioso olor de café y pasteles recién horneados, es uno de tus momentos favoritos del día. Te acercas al mostrador y pronto aparece la dueña del lugar, te dedica una sonrisa fraternal, te ve como un nieto y la quieres como tu abuela.
—Buenos días querido —ella te saluda y le respondes con cariño, luego le entregas las flores—, oh, ¿son para mí? No debiste molestarte hijo, pero como dicen, nunca digas que no a un bello ramo de flores. —Eres recompensado con tu café favorito.
—Gracias, pero es muy temprano para dulce —mencionas, ella te ha traído también un trozo de pastel.
—Tonterías, no hay hora correcta para el dulce —ella insiste y terminas comiendo dos porciones.
Nunca imaginaste que este sería tu futuro, que tú de entre todas las personas convivas con muggles y no te quejes de ello. Eres feliz y es lo importante.
Llegas a tu trabajo, cualquier otra persona solo percibiría el silencio y la soledad, tu no, cada libro en los estantes está lleno de voces que piden ser escuchadas, historias queriendo ser descubiertas. Eso es lo que más te gusta, es tan simple como agarrar un libro, perderte en un nuevo mundo, amar, llorar, ilusionarte. Los años te han vuelto un sentimental, te regañas a ti mismo, aunque quizás siempre lo has sido y solo ahora dejas esa parte de ti al desnudo.
Aun te cuesta creer que hayas conseguido este trabajo, durante los primeros meses de tu estadía en el Londres muggle aprendiste de mala manera lo crueles que son los humanos, magos y muggles son iguales en ese aspecto. No fue nada de lo que no te repusieras, no estaba en tus planes dejarte vencer, no sabes de donde sacaste fuerzas, lo importante es que lo hiciste y gracias a ello, después de numerosos intentos hoy tienes trabajo, lo que significa comida y un techo donde dormir, fue esa la parte más dura al inicio.
Despejas tu cabeza del pasado, ya no piensas en ello, o al menos eso te dices, no es tan fácil eliminarlo, llega a ti en forma de recuerdos de las torturas o ese día que te cruzaste con Nott y paso de ti como si nunca hubiesen sido amigos, tal vez es así. Resulta un inconveniente que las imágenes del pasado aparezcan justo cuando menos lo esperas, hoy ya estás acostumbrado, te deshaces de ellas, no para desaparecerlas de tu vida, pero si quedan para otro momento.
De lo que aún no te enteras es que el caprichoso destino te mandará un torbellino de cabello azabache y ojos verdes, él será el encargado de colocar tu mundo patas arriba. En definitiva, enfrentarás el ayer, te podrás reconciliar con tu infancia, la escuela, la guerra.
Los miércoles suelen ser tranquilos, un día en donde la mayor parte de la población espera ansiosamente por el fin de semana, solo para verse atrapados de nuevo por el inicio de otra. Curioso, antes no te detuviste a pensar en el tiempo, en cómo atrapa y juega con tu cordura, se acelera o pasa lento a gusto, lo que menos te convenga. Hay ocasiones en que te distraes un segundo y te corre por delante días, semanas, meses sin que lo notes.
Últimamente le das vueltas a cada cosa, eso habla de la cantidad de lapsos libres que posees, es común que lo inviertas en organizar el lugar o en un libro. Hoy estás pensativo, esa es una ventaja, ahora puedes dedicarte solo a ello sin sentirte juzgado por la mirada de tu padre, él sin duda alguna estaría ofendido de las elecciones que has hecho, de tu vida en general, pero eso ya es lo de menos, él ya no estará más en tu vida, lo dejó claro cuando huyó poco después de la batalla abandonándote a tu suerte.
Abres las ventanas y sientes en tu rostro la luz del sol que empieza a filtrarse, algo extraño para las fechas. Cada día hay menos luz, señal de lo cerca que se encuentra el invierno, ese que esperas con ansias, te gusta ver las decoraciones de navidad, los muggles se esfuerzan por mejorar las decoraciones del año anterior.
Tal vez deberías dejar de pensar en ellos como muggles, a final de cuentas ya eres como ellos, desde el día que acabó tu juicio y te prohibieron utilizar tu varita durante un año, un fuerte castigo para alguien que creció con ella, y a eso sumarle no tener un peso. Han pasado dos años desde ese día y sigues sin utilizar la magia, a veces lo extrañas, otras te maravillas de lo que logras por ti mismo, no niegas que ha sido duro, pero es lo que te trajo a dónde estás hoy.
En la tarde aparece el dueño de la librería, casi nunca va, no recibe quejas, te encargas de que el orden fluya a la perfección. Te informa que se ha prestado el lugar para una firma de libros, te emocionas, conocer autores es otro punto a favor de tu trabajo. Preguntas de quién se trata, es un joven autor cuyo primer libro es actualmente reconocido.
Despierta tu curiosidad, has escuchado el nombre del libro en innumerables ocasiones, cada vez que vendiste uno, ahora que lo analizas no le dedicaste una verdadera atención, ni siquiera recuerdas el nombre del autor. Te habla de él, un hombre joven del que no se tiene mucha información, solo que no le gusta la fama, es la primera firma y eso convierte en un honor que sea en la librería. No conocen su verdadero nombre, sólo su seudónimo.
Es J. Black, lo escuchas y te preguntas cómo no reparaste antes en ese detalle, es después de todo tu segundo apellido.
—Necesito que esté ordenado, se espera que al menos doscientas personas se presenten en el transcurso de esa tarde. —Le dices que no hay complicación, que la librería estará arreglada—, tu trabajo depende de que salga bien Malfoy, cuento con ello.
Pronto vuelves a estar solo, porque el chico en el pasillo de cómics es irrelevante, ya conoces su rutina. Llega los miércoles, tarda alrededor de una hora en decidir que comprar, llevará un tomo, solo para regresar el sábado y llevar otros dos.
De un estante tomas un libro, lo tienes permitido, otra ventaja a la lista. J, Black sigue sonando en tu cabeza. Te fijas en la portada, es simple y bonita, el nombre del libro está en un color escarlata que te recuerda cierta casa de Hogwarts. Se llama La otra vida, vuelves a tu lugar habitual detrás del mostrador.
La historia relata el destino de un chico cuya vida cambió al morir sus padres, teniendo que vivir con sus detestables tíos, unas pocas páginas y sientes ganas de asesinarlos. El padre del chico era un famoso jugador de baloncesto, el chico heredó ese talento y gracias a ello consiguió ganar una beca que le permitió ir a una buena universidad y abandonar la horrible familia. Esto solo para enfrentar nuevas dificultades, como ese exjugador famoso que le odia y se encarga de cerrar los caminos para el pobre chico. Más adelante se descubre que ese hombre tuvo que ver con el accidente en que murieron los padres del chico.
No es en sí la historia lo que te atrapa, es su escritura, la melancolía reflejada en cada letra, el retrato tan realista de la pérdida y la soledad. Los altibajos de la fama, los pocos amigos. De dejar atrás lo que conoces por otra vida. El autor escribe de una forma en la que te sientes identificado, ahora quieres conocerlo.
Pierdes la noción del tiempo, regresas a la realidad cuando aparece el chico, y por primera vez en meses decide comprar los tres cómics.
Al cerrar la librería, te llevas el libro a casa, terminas sumergido en las palabras de ese desconocido que ha logrado atravesar tu coraza y te toca profundamente. Sientes más que nunca el peso del pasado, pero si el chico pudo salir adelante, tú también lo harás, te quedas dormido con una sonrisa y algunas lágrimas en las mejillas.
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Pasas lo que queda de la semana leyendo el libro, ya decides que odias el final y si se presenta la oportunidad le preguntaras el porqué, es un final abierto. El chico abandona el deporte por un nuevo comienzo, quieres saber qué traerá su futuro, te has metido en la historia.
El sábado llegas una hora antes de lo habitual, organizas el lugar, mueves algunos estantes y es aquí donde estarías agradecido de usar magia, al final consigues que quede perfecto. Horas después hay varios chicos haciendo fila, el autor podría pasar de incógnito ya que no conocen su rostro, descubren quien es gracias a la representante. También quieres verlo y es cortés dar la bienvenida te dices, necesitará ayuda para pasar por los ahora entusiasmados jóvenes.
Sus ojos se cruzan y tu corazón se detiene unos segundos, el mundo pareció quedarse en silencio, congelado mientras ustedes se observan. Sus ojos se abren en sorpresa y algo parecido a un sonrojo le cubre, te da una sonrisa tímida. Luego su representante le aterriza, escuchas que le llama James y la verdad hace clic en tu cabeza. Pronto te mueves, los guías e inicia la firma de libros.
Lo comprendes, la J es por su padre y Black por su padrino, apenas eres capaz de procesar que Harry Potter esté a unos metros de ti. Probablemente lo hayas mirado por más tiempo del que se considera educado, tal vez pases como un fan obsesionado.
La tarde transcurre extraña, pasas el rato embobado, como si una fuerza magnética te atrajera hacia él, simplemente no puedes evitar mirarlo cada cierto periodo y su mirada se conecta con la tuya en varias ocasiones. Tienes sin duda un millón de preguntas que hacerle, pero tampoco es que puedas, no es de sentido pues no son necesariamente amigos. Si bien es cierto que testificó en tu juicio, impidiendo que acabarás en Azkaban, no volviste a verlo hasta hoy.
¿Por qué dejó Potter el mundo mágico? Esa sería tu primera pregunta, el uso de seudónimo y ni siquiera te enteraste de que él escribía, nunca se te pasó por la cabeza la idea de él como un escritor, con lo que detestaba las redacciones de la escuela, eso lo sabes porque te fijaste mucho, de hecho, lo mirabas tal como ahora, solo que esta vez Harry se da cuenta que lo miras, antes no lo hizo.
La vida del chico cobra todo el sentido del mundo, el reemplazo de Hogwarts por la universidad, del baloncesto por la magia, el exjugador siendo Voldemort.
En estos momentos razonas porque la historia caló de forma tan profunda en ti. Ambos vivieron cosas parecidas, cada uno en su lado de la guerra, pero ninguno fue mejor que el otro, una experiencia horrible por donde se vea. Esta es la primera vez que te permites pensar de forma tan abierta en la guerra, fue un tema tabú que bloqueaste, tenía que ser Harry el que lo trajera de vuelta.
Él perdió extremadamente más que tú, y no te refieres a cosas materiales, esas al final no importaban. Hablas de la familia, el dolor terrible que él debió sentir y sobre todo la culpa, de alguna manera lo entiendes.
En la noche acaba la firma, te has movido para ir cerrando, dando espacio a la conversación que tiene con su representante. Te distraes un rato y al regresar siguen en medio de una discusión, alcanzas a oír que ella se llama Elisa.
—Te lo prometo. —Exclama él portando un rostro inocente, Elisa suspira cansada.
—Mas te vale Potter, te veo el lunes a primera hora —la escuchas irse, la campana en la puerta lo confirma.
Potter se queda en medio del lugar y tú no resuelves cómo actuar, si avanzas e inicias una conversación cordial o te escondes hasta que él no tenga mayor opción que irse.
Suspiras fuerte y él voltea hacia ti, deseas que al menos no sea tan incómoda la conversación.
—Potter —tu voz suena rasposa.
—Malfoy —le señalas unas sillas y le invitas a sentarse, son movimientos torpes.
— ¿Así que J. Black? —le preguntas para evitar el silencio incómodo que se ha creado. Su rostro vuelve a adquirir ese tono rosado, eso te genera una emoción desconocida.
— ¿Lo leíste?
—No pasa literalmente un día en que no venda un ejemplar, tenía que descubrir que gustaba tanto.
—No pensé que le iría tan bien sabes, fue la forma que me aconsejo mi terapeuta para liberar sentimientos —te sorprende que te cuente de ello con tanta facilidad.
No preguntas acerca del terapeuta, cada uno tiene su forma de enfrentar la vida, igual piensas que fue una buena opción. Te cuesta exteriorizar tus sentimientos, un desconocido no sería de ayuda para ti, pero te alegras de que a Potter le funcione.
—Es en realidad muy bueno —le dices, calmas su nerviosismo. Él te mira como si no te creyera, está sonriendo de nuevo.
—Gracias ¿puedo preguntar cómo acabaste trabajando aquí?
—Solo si yo también puedo hacer preguntas.
—Suena justo.
Te relajas muy pronto mientras lo escuchas hablar, a veces pierdes el hilo de la conversación porque te fijas en sus gestos, en el color de sus ojos, las pequeñas pecas en su nariz y en sus labios, como se inclinan en una sonrisa cuando se refiere a lo bien que le va al libro o como quedan en una línea en un tema que prefiera evitar.
Le relatas tu presenté, tu pasado no es cómodo. Mencionas tu trabajo, los clientes habituales, él realiza algunas bromas y ríes, te sientes liviano, como hace meses no estabas.
Harry te dice que terminó con su novia meses atrás, que sigue en contacto con sus amigos, ellos tienen su vida en el mundo mágico y él no quiere volver, que es complicado. No preguntas el porqué, pero lo imaginas. Ya se explica el final del libro.
Es cerca de media noche cuando deciden que ya han charlado demasiado, las horas les pasaron muy rápido, varias tazas de té son la prueba. Ofrece acompañarte a tu apartamento, e ignoras el impulso que te lleva a decir que sí.
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Es claro que en la escuela se llevaban mal, afortunadamente ambos han madurado y esa rivalidad se ha perdido, bueno, no del todo, quedan restos que son normales en ustedes. No incluye comentarios que duelan, sino en broma.
No te sorprende que él se aparezca el lunes en la tarde en tu trabajo, te invita a cine, y quieres preguntar porque te busca, cuál es su objetivo. Dices que sí, se queda contigo allí y te ayuda a cerrar. La película que eligen es un asco, salen quejándose a causa de ello, se ríen, la pasan bien.
La escena se repite la semana siguiente y la siguiente, solo que, cambiando los planes, restaurantes, paseos por parques, el Támesis.
Hoy están en tu apartamento, las palabras en la punta de tu lengua, lo dirás.
— ¿Por qué sigues buscándome? —Él te mira dejando su bebida en la mesa.
—La pasamos bien ¿no? —no niegas que es cierto—, mira Malfoy, ambos dejamos atrás nuestro mundo, no sé, pensé que...
— ¿Qué pensaste? —le apresuras cuando no dice nada.
—Vale, me gustas —muy a su estilo Gryffindor. Te ríes internamente, sin conocer la respuesta que darás.
Te quedas viéndolo en silencio, tu cabeza procesando la información. Él también te gusta, eso ya lo aceptaste el día que caminaron por el parque y tomó tu mano entre las suyas, pensaste que te besaría, te sentiste decepcionado cuando no lo hizo.
—Al principio solo tenía curiosidad, pero luego... no sé a medida que te conocía de verdad... luego de todo eso... solo sé que me gustas y me gustaría que salieras conmigo, sé que hemos salido, pero hablo de una cita, una cita, cita...
Detienes su palabrería, te levantas de tu silla mirándole fijamente, él se queda en silencio solo esperando que harás. No es la valentía lo usual en ti, los años te han cambiado, y decides que ahora quieres besarlo. Y así de simple actúas, lo besas, tarda unos segundos en percatarse de lo que sucede, es incómodo besar si no te responden. Luego él mueve su boca respondiendo y te sabe a gloria, sus labios son suaves, encajan con los tuyos.
— ¿Eso es un sí? —aún sigue cerca, solo recuperan el aire.
—Solo bésame, Potter.
—Como órdenes.
Esa noche no salen, se quedan allí besándose. Y hablan, si intentarán esa locura deben arreglarse.
Describes que paso con tus padres, que Narcissa siguió a Lucius luego de asegurarse de que tu no morirías, te dejo dinero, así sobreviviste los primeros días. También le cuentas de esos meses, lo que sufriste, te abres, él tiene algo que te permite confiar, sacas todo lo que has guardado y se siente bien.
Otro día es él quien toca temas pesados, te dice de sus pesadillas, de la culpa que trajo la guerra, de cómo ha mejorado gracias a la ayuda que recibe. Aún va a esas citas, una vez al mes se presenta con su terapeuta. Menciona la presión de ser quien es, lo que esperaban que hiciera en su vida, y que no pudo con tanto. Ya está mejor, lleva una vida tranquila
Inician la conversación de la guerra, es necesario si quieren sanar, si quieren estar juntos. Te pide perdón por ese hechizo en sexto año, tú también lo haces, intentaste usar una imperdonable en él.
Le dices que ya no usas la magia, él no te juzga, igual te devuelve tu varita, le das las gracias. No supiste lo que la extrañaste hasta que la tienes contigo.
En otra ocasión le muestras la vieja y deformada marca en tu brazo, no hay repugnancia en su mirada y lloras, es de alivio. Él besa tus lágrimas.
Los meses corren a toda velocidad, sumas más momentos con él, las salidas aumentan. Ya puedes decir que conoces a Harry. También están los sentimientos que has desarrollado. Te encanta que él te consienta, que esté al tanto de ti, te haga regalos, y no cosas caras, si no detalles pequeños. Aún no defines que te gusta más, que seas tu quien entre en su cuerpo o por el contrario él entre en el tuyo.
Una noche están cocinando, notas su molestia, es imposible que no lo hagas. No preguntas, en algún momento él te lo contará. Cuando te dice de su infancia lo comparas con el libro y el odio que sentiste hacia sus familiares crece, también te rehúsas a que vuelva a cocinar, él solo te mira, te dedica esa sonrisa que te vuelve loco y te besa, repite que si es contigo no le importa y le crees, adoras esa confianza que te otorga.
Le prestas mucha atención a él, en la forma que se mueve, como entrecierra los ojos de emoción, como esta también se filtra en el tono de su voz, has aprendido a identificar cuando está molesto o si está feliz, cuando quiere hablar o si solo le gustaría abrazarte en silencio.
Es una lástima que todo solo pueda ir bien un tiempo hasta que explote, y eso sucede cuando él recibe la invitación a la boda de sus amigos. Te pide que vayas con él y no consigues decirle que sí, las palabras se traban en tu garganta, te dice que lo entiende, a partir de allí las cosas parecen ir mal.
Esa vuelta del pasado, de la parte de su vida en la que nunca podrás encajar te perturba. En una salida él menciona que le ofrecen publicar en el mundo mágico, te alegras por Harry, trabaja en otra historia y sus ratos juntos disminuyen.
Consideras que es mejor que terminen, que sus vidas tomen caminos separados, su mirada dolida te quema, pero te mantienes firme.
Te duele el alma los siguientes días y aun así lo sigues rechazando hasta que no se presenta de nuevo en tu lugar de trabajo. Lloras y gritas, estas molesto contigo mismo.
Una mañana aparece en tu apartamento una lechuza y es el tomo del libro que sacó, es ya un éxito. También incluye una nota, participará en un evento de escritores, te invita a que vayas, que le des una oportunidad, que si no vas entenderá que no debe buscarte más.
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Preparas de nuevo tu usual rutina, piensas que debes empezar a sacar a Harry de tu vida, pero cada cosa en tu apartamento te trae recuerdos de él. Ha dejado su huella en todos los espacios y en cada parte de ti.
Te pasas por la floristería, tu amiga te recibe con una sonrisa. Te pregunta sobre el chico guapo con el que andas y no concibes que responder. Le pides un arreglo floral, has llegado a una resolución diferente a la que tenías cuando despertaste. Ella te sonríe, deduce lo que harás y se muestra feliz por ti.
El siguiente lugar en tu camino es el café, su dueña te prepara un delicioso desayuno y hoy agregas un pedido especial.
Cambias de ruta, no pasará nada grave porque no llegues a tu trabajo, eres bueno para las excusas, ya lo arreglaras.
Miras la hora y corres, quieres llegar a tiempo, asegurarte de estar allí cuando se inicie el evento, él será quien pronunciara la bienvenida.
Te decepcionas al ver en la entrada una larga fila, no podrás pasar frente a ellos a menos...
Desconoces si funcionará, das la vuelta hasta meterte en un callejón, tu varita sigue allí donde la pusiste semanas antes, en el fondo de tu mochila. La tomas y sientes esa familiaridad, agradeces que Harry la haya devuelto. Te aplicas un hechizo desilusionador rogándole a todos los dioses que no te asesines en el intento. Parece funcionar y entonces te encaminas de vuelta al lugar. Confirmas que sirve cuando pasas por las personas y nadie dice nada.
Logras empujar la puerta y te recibe lo desconocido, aplicas lógica y caminas en busca de él. Una suerte que el destino esté de tu lado, él se levanta para iniciar el discurso. Puedes verlo buscar a alguien con la mirada y sabes que es a ti, mueves tu mano en señal saludo, luego recuerdas que no te ve.
Él niega con la cabeza y da inicio al discurso preparado. Te maravillas de su conferencia, menciona su nuevo libro, no te hablo de ello, si del mágico, pero no de otro aquí.
Escuchas la sinopsis, la historia continúa, él chico enfrentará de nuevo su pasado, pero esta vez podría encontrar el amor en el proceso.
Un sentimiento cálido se forma en tu estómago, ya has decidido que te importa un carajo el mundo. Lo amas y eso es irremediable.
Te quedas pensando en cómo insinuar tu presencia una vez termine su discurso. La respuesta es gracias a la tecnología muggle. Le dejas un mensaje de texto diciendo lo que te gustó su presentación. Imaginas su rostro de sorpresa nada disimulado, lo rápido que girará su rostro buscándote. No te defrauda, se levanta de su sitio mirando entre la multitud. Te ríes y escribes otro mensaje, lo verás afuera donde podrás retirar el hechizo.
Él acepta y sales de allí. Vuelves a ser visible y esperas por él.
— ¿Buscas a alguien? —le preguntas al verlo salir apresurado, portas una enorme sonrisa en tu rostro. Él voltea hacia la voz, sus ojos te encuentran y eso es todo lo que está bien en la vida.
— ¿En serio viniste? —quieres responder con sarcasmo por lo que dice, al final no lo haces.
Te acercas a él, tomas su rostro entre tus manos y le plantas un beso, te responde enseguida, te atrae más hacia sí y coloca sus manos en tu cintura. Eres feliz.
—Son para ti —le dices al separarte, le tiendes el ramo de flores que encargaste. Son lirios amarillos combinados con peonias blancas y tulipanes rojos, según el lenguaje de la flores, acabas de proclamar una gran declaración. La suma de su torta favorita lo convierte en un éxito.
Él te atrae a un beso, repite las gracias varias veces en medio de ellos, son por la flores, por presentarte, por estar dispuesto a luchar.
Harry hizo cambios en tu vida, antes de él estabas bien, pero ahora sientes que se completa una parte de ti. Lo quieres a él para la eternidad si es posible y no importa si por eso tienes que enfrentar el miedo y el rechazo de muchas personas, siempre que tengas apoyo en sus brazos estarás bien, ambos estarán bien.