
Intento de secuestro
Pdv: Rozemyne
Pronto llegó la oración de primavera, y todo iba como lo recordaba del tejido roto. Pero con la diferencia, en que nuestros aposentos eran un desastre mayor de lo que recordaba. Como ahora somos dos, todo era el doble; el doble de equipaje, el doble de asistentes, el doble de carruajes y el doble de desastre. Aunque también será el doble de maná y eso es muy bueno para mí, porque con Cattleya aquí, podremos turnarnos para dedicar maná, y de esta manera no nos agotaremos tanto. Aun así, no creo que escapemos de las pociones de bondad de Ferdinand.
Y como hoy era el día en que partiríamos, nuestras asistentes nos levantaron muy temprano en la mañana, para darnos un baño y vestirnos con nuestras túnicas ceremoniales de Sumos Obispas. Y entretanto nos alistaban a Cattleya y a mí, nuestros asistentes varones estaban cargando los carruajes con nuestro equipaje. Una vez vestidas, Wilma y Rosina nos peinaron con intrincadas trenzas y finalizaron el peinado, con nuestras lindas horquillas de primavera, que nos habían hecho nuestra familia plebeya.
Pronto los carruajes estuvieron listos y cargados con nuestro equipaje. Y para este viaje, llevaríamos a nuestros asistentes principales; Fran y Zahm. Pero de igual manera, debíamos llevar a nuestras asistentes principales femeninas, tanto a Rosina como a Wilma. Y como tampoco podían faltar nuestros Chefs, llevaríamos a Hugo y a Ella. En cuanto a Todd, quien se había incorporado hace no mucho tiempo, como uno de nuestros Chefs personales, quedó a cargo de la cocina de las cámaras del director del orfanato.
Como ahora Lily fue puesta en el lugar de Lagertha, ya que la niña será adoptada por un noble, ya no podría ser una doncella del santuario de túnica gris. En cambio se le han dado túnicas azules, con sus propios asistentes. Esto era ideal, ya que con la escasez de Sacerdotes azules, que Lagertha ocupe el lugar que dejó Egmont es realmente un alivio para todos. Aunque seguirá a nuestro servicio por supuesto.
Pero regresando a Lily, ella quedaría a cargo del pequeño Nikolaus, quien se había encariñado mucho con ella. Asimismo, la dejamos a cargo de los niños del orfanato. ‘Lily es muy buena con los niños, al igual que Wilma’. En cuanto a Fritz y Gil, quedaron a cargo del taller del orfanato. Delia quedaría a cargo de nuestros aposentos, junto con Nicola y Monika, que a su vez, quedaron a cargo de la cocina de las cámaras del director del orfanato, y de que se sirva la comida a los asistentes que quedarán en el templo.
“Mis Ladys, los carruajes están listos, pero ustedes deben dirigirse a los aposentos del Sumo Sacerdote”. Fran, anunció.
“Bien. Es hora de partir, hermanita. ¿Estás lista?”. Yo pregunté a mi emocionada gemela. La cual estaba más enérgica que de costumbre.
“¡Por supuesto que estoy lista! ¡Nací lista! ¡Vamos hermanita, partamos a nuestra siguiente aventura!”. Cattleya exclamó con entusiasmo, levantando el puño en el aire.
“¡Caray! Lady Cattleya, esa expresión no es apropiada para una dama de su estatus”. Delia la regañó como de costumbre.
“Si, si, como digas Delia”. Mi gemela respondió esto, agitando su mano con desdén.
Como los carruajes ya estaban listos para partir, nos despedimos de Fran y nuestros asistentes, que partirían primero en los carruajes. Luego nos despedimos de los asistentes que quedarían en el templo. Y después de despedirnos, Cattleya y yo nos dirigimos a los aposentos del Sumo Sacerdote, acompañadas por Fritz, uno de nuestros asistentes que se quedarían en el templo.
Para cuando llegamos a los aposentos del Sumo Sacerdote, Ferdinand ya estaba allí, junto a el padre Karstedt, el abuelo Bonifatius y el hermano Eckhart. Y como esta vez, Sylvester no vendrá como en el tejido anterior. Lo cual, es un verdadero alivio, ya que con mi salvaje hermanita aquí, no le iría muy bien a Sylvester molestando a Cattleya. ‘Eso definitivamente sería un completo desastre’. En cambio esta vez vendrá el abuelo Bonifatius y el hermano Eckhart. Pero también se incorporarán Damuel y Brigitte, como nuestros caballeros de la guardia. ‘Es bueno verlos de nuevo, y me alegro de tenerlos en nuestro séquito’.
Ferdinand había planeado todo nuestro recorrido, con la ayuda del abuelo Bonifatius y el padre Karstedt. Éste último, como escolta de Aub Ehrenfest no podrá acompañarnos esta vez. Sin embargo, con el abuelo Bonifatius y Ferdinand, junto al resto de caballeros de la guardia, es más que suficiente protección. Pero de todos modos, el padre Karstedt vino a ayudar a Ferdinand, a decidir el recorrido y los hospedajes más seguros para la oración de primavera. Además, él quería estar aquí para despedirse de nosotras.
‘Esta vez al igual que en el tejido anterior, viajaríamos en bestias altas. Eso es una muy buena noticia para nosotras ¡¡¡Yahoo!!!’.
Pronto llegó el momento de partir, por lo que todos nos dirigimos a la puerta que da al barrio noble, y salimos del templo por ella. Una vez estuvimos fuera, llegó el momento de despedirnos del padre Karstedt. Y como viajaríamos con Ferdinand, nos dirigimos hacia él, cuando vimos que sacaba su bestia alta.
Entonces Cattleya y yo extendimos nuestros brazos para que Ferdinand nos montara en su león alado. Él al vernos hacer este gesto, rápidamente tomó a Cattleya y luego a mí, montándonos a las dos en su bestia alta. Luego él también se montó ágilmente, diciendo. “No te preocupes por tus hijas Karstedt, las protegeremos bien. Cualquier contratiempo que ocurra, te lo haré saber enseguida”. Ferdinand tranquilizó a un preocupado padre Karstedt, quien asintió con la cabeza con el rostro mortalmente serio.
“Tranquilo padre Karstedt, estaremos bien”. Cattleya dijo esto, para tranquilizar a nuestro padre noble.
“Uh, Uhmm…”. Yo asentí con la cabeza a las palabras de mi gemela. “Padre Karstedt, Ferdinand y el abuelo Bonifatius nos protegerán muy bien. No te preocupes”. Y luego yo también dije algunas palabras tranquilizadoras a nuestro padre noble.
“Está bien hijas, y que tengan un viaje seguro. Padre, Ferdinand les encargo a mis preciosas hijas”. Nuestro padre noble se despidió con estas cariñosas palabras.
“Karstedt, yo me encargo de mis nietas. Tú ve a cumplir con tus deberes, y si ocurre algo, te lo haremos saber”. El abuelo dijo esto, antes de elevarse en el aire, ya montado en su bestia alta. Y luego de la despedida, Ferdinand también hizo volar a su bestia alta hacia el cielo, con rumbo al primer pueblo agrícola.
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Todo fue bastante bien en realidad, no exactamente como recordaba, ya que en esta oportunidad no estaba el molesto Sylvester con nosotros. En cuanto a lo demás, todo fue igual; llenamos los cálices con nuestro maná y entregamos los pequeños cálices a cada Giebe de las provincias que visitamos.
Cada noche cenábamos todos juntos y después de cenar, tocamos un poco de harspiel, ya que al abuelo le gustaba mucho oírnos tocar. Aunque Cattleya y yo preferíamos escuchar tocar el harspiel a Ferdinand o a Rosina.
‘Aún recuerdo cuando Cattleya escuchó tocar el harspiel por primera vez a Ferdinand. “¡¿Pero qué demonios?! ¡Esto es ridículo! ¡¿Siquiera existe algo que nuestro mentor no pueda hacer?!”. Jajajaja… mi hermanita dijo esto exasperada y frustrada a partes iguales, y no la culpo, ya que a ella le estaba costando mucho aprender el harspiel’. Con estos recuerdos, y cenas agradables, la oración de primavera estaba resultando bastante sencilla y relajada, hasta el momento.
Sin embargo, cuando ya nos estábamos acercando a la provincia de Gerlach, todos tenían rostros preocupados, y el ambiente se tornó muy tenso. Aunque no pasaríamos por esa provincia directamente, la bordearíamos para dirigirnos a la provincia de los Leisegang, para alojarnos en la finca del conde Leisegang.
En la cual, en el tejido anterior, hubo un intento de secuestro. Y como esto lo habíamos hablado con Cattleya, nos habíamos preparado por si eso sucede en esta línea de tiempo también. A pesar de que en la línea de tiempo original, los bandidos se metieron en la habitación del padre Karstedt, eso podría cambiar en este tejido. Ya que muchas cosas son diferentes, y una de ellas, es que el mismo padre Karstedt no está con nosotros esta vez.
Aunque en realidad, con nuestros amuletos de protección que nos hizo Ferdinand, difícilmente podrían ponernos la mano encima. Eso, sumado a nuestras varitas y hechizos, definitivamente no tendrán ninguna oportunidad de dañarnos o secuestrarnos.
Durante el trayecto no sucedió nada importante, todo estuvo en orden y sin incidentes, hasta llegar a la provincia de los Leisegang. Y para cuando llegamos a la finca del conde Leisegang , ya era tarde, así que nuestros asistentes nos dieron un baño y nos cambiaron a nuestros nobles atuendos, para ir a cenar con los demás. La cual fue muy agradable, ya que fuimos muy bien recibidos.
Poco antes de terminar la cena, llegó una carta mágica de Lagertha, a quien le correspondía la provincia de Gerlach. Ferdinand se la había designado a ella, con instrucciones de averiguar y notificar cualquier movimiento sospechoso, a través de cartas mágicas.
La cual, en su informe decía, que al estar viajando por dicha provincia, apenas tuvo oportunidad, nos notificó, que unos hombres sospechosos habían seguido su carruaje. También notificó que cuando entregó el pequeño cáliz, Gerlach se veía bastante decepcionado de que no fuéramos nosotras, diciendo. “Es una lástima, y yo que quería conocer a las famosas gemelas Linkberg”.
Pero esto no fue lo verdaderamente preocupante, sino que fue, lo que dijo después el mismo Gerlach. “De seguro pasaron directamente a la provincia de su familia, y eso es comprensible”.
Una vez que Ferdinand terminó de leer el informe, Cattleya se jactó, de las habilidades de su pequeña espía. “Mi Lagertha es genial, no?”.
“Debo reconocer, que es bastante hábil”. Ferdinand dijo con aprobación.
“¡Pero por supuesto que es muy hábil. Si es mi pupila, después de todo. Jajajaja…!”. El abuelo también se jactó, riendo ruidosamente.
“Si, Bonifatius como digas. Pero según los informes de tu pupila, Gerlach estaba haciendo planes para capturar a tus nietas, cuando pasaran por su provincia. O tal vez, esté tramando algo más…”. Ferdinand dijo esto, de forma pensativa. “Como sea, el hecho de que Gerlach sepa que estamos en la provincia vecina y de la facción contraria, quiere decir que aún pueden atacarnos para culpar a la facción de Leisegang, de tal ataque. Esto no es seguro que suceda, pero aun así, todos manténganse alerta”. Él ordenó esto a nuestros caballeros de la guardia.
Y luego nos miró a nosotras, diciendo. “Sobre todo ustedes dos, no quiero que hagan alguna locura, pero manténganse alerta. Y no se quiten en ningún momento sus amuletos, ¿entendido?”.
“¡Entendido, Ferdinand!”. Dijimos al unísono.
“Bien, ahora vallan a dormir, ya es tarde. Necesito que estén descansadas para mañana”. Ferdinand dijo esto, enviándonos a la cama. A lo que Cattleya y yo, asentimos con la cabeza y nos fuimos a dormir sin protestar, ya que ambas estábamos muy cansadas.
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Una vez estuvimos en la cama, Cattleya y yo nos mantuvimos alertas por un rato vigilando. Y aunque luchamos con el sueño, pronto nos quedamos profundamente dormidas, ya que estábamos demasiado cansadas, como para vigilar toda la noche.
Pero de pronto un ruido de pasos acercándose a la cama, nos despertó. Y lo primero que pude ver en la penumbra, fue a Cattleya, quien también había despertado y ya tenía su varita en la mano, lista para atacar. Ella al ver que yo ya estaba despierta, me hizo un gesto con su dedo en los labios, para que me quedara en silencio. Luego me señaló la varita, en forma de instrucción, para que yo también cogiera la mía y me preparara para atacar. Así que yo rápidamente metí mi mano bajo mi almohada, y cogí mi varita.
En ese momento, escuchamos un susurro, que a juzgar por la voz era de un hombre, que habló del otro lado del dosel de la cama. “¿Estás seguro, de que entramos a la habitación correcta?”.
“Cállate y abre el maldito dosel y lo averiguaremos”. Contestó otra voz, la cual también era de hombre, pero más ronca y al igual que el primero, habló en un susurro.
Y poco antes de que se abriera el dosel, yo tomé con fuerza mi varita en la mano, lista para atacar, con el hechizo que lanzaría ya en mente. Por lo que, cuando los dos hombres abrieron el dosel, Cattleya y yo lanzamos nuestros hechizos. “¡Inmobilus!”. Cattleya dijo inmovilizando en el acto a los dos hombres.
Y yo casi simultáneamente, grité. “¡Desmaius!”. Dejando inconsciente a uno de los dos hombres ya inmovilizados.
Y antes de que callera el hombre que yo noqueé, Cattleya lanzó otro rápido hechizo. “¡Depulso!”. Ella gritó, mandando a volar a los dos hombres, que chocaron en la pared del otro lado de la habitación, con gran estrépito. Todo sucedió tan rápido, fue en cosa de segundos.
El estruendo se oyó por toda la mansión. Mas, la primera en entrar a la habitación, fue Brigitte, quién estaba de guardia esta noche. La cual se precipitó en la habitación gritando. “¡¡¡Mis Ladys!!!”. Con su espada en mano lista para atacar y defendernos de cualquier enemigo.
Pero cuando encendió la luz, y nos vio paradas junto a la cama en perfecto estado de salud, miró en la habitación preguntando. “¿Qué ha sucedido aquí, mis Ladys?”. Pero cuando terminó la pregunta, sus ojos dieron con los responsables del alboroto, los cuales aún yacían en el suelo inconscientes. Ante la visión de los dos rufianes tirados en el piso, Brigitte se adelantó poniéndose protectoramente en frente de nosotras, con su espada en mano, adoptando una pose de ataque.
Justo en ese momento, se oyó otro fuerte estruendo en toda la mansión. Pero esta vez era el abuelo Bonifatius, quien rugió. “¡¡¿DONDE ESTÁN LOS VILLANOS, QUE QUIEREN DAÑAR A MIS NIETAS?!! ¡¡¡LOS DESTRUIRÉ!!!”. Poco después del rugido, irrumpió en la habitación, siendo seguido de cerca por Ferdinand, un momento después entró el hermano Eckhart, y por último llegó Damuel.
“¡Bonifatius, no los vayas a matar, aún tenemos que interrogarlos”. Ferdinand ordenó con una expresión aterradora en su rostro.
Y después de decir esto, sus ojos dieron con nosotras, pero al ver esa expresión en el rostro de Ferdinand, dimos un paso atrás instintivamente. Al ver este gesto, él cambió su expresión de furia, por una de preocupación, y luego se acercó a nosotras con rapidez. Esto, mientras seguía dando órdenes. “Bonifatius, Eckhart, saquen a los criminales de aquí y prepárenlos para el interrogatorio”. Él dio instrucciones, entretanto se arrodillaba frente a nosotras, y comenzó a chequear que no tuviéramos ningún daño.
“¡DÉJAMELOS A MÍ, FERDINAND!”. El abuelo Bonifatius respondió furioso. ‘¡Vaya! Si sobrevivieron a Cattleya, no creo que sobrevivan al abuelo’.
Sin perder el ritmo, Ferdinand, siguió dando órdenes mientras nos hacía un rápido chequeo médico. “¡Damuel, notifica de inmediato lo sucedido, a Karstedt!”.
“¡Si, señor!”. Contestó Damuel, sacando su Schtappe para enviar un ordonnanz.
Pero Justo en ese momento, Ferdinand por instinto y sintiendo el peligro, por el maná de uno de los hombres hinchándose, nos abrazó protegiéndonos del impacto, justo antes de que el hombre explotara.
“¡Bwugh!”. ‘¡¿Pero qué demonios?!’. Maldije internamente, sintiendo como si el trueno de Verdrenna me hubiera dado justo en la cabeza. Mi mente se puso en blanco, con un pitido en mis oídos, yo sabía lo que había sucedido, mas mi mente se negaba a entenderlo.
Sin dejarnos ver en ningún momento, Ferdinand nos levantó en sus brazos y nos sacó a toda prisa de la habitación, diciendo. “No abran los ojos hasta que yo se los indique, entendido?”. Él ordenó esto con severidad, pero también pude notar un tono de preocupación en su voz.
Y aunque no podía ver la sangre, si podía olerla y sentir el líquido espeso y tibio, que me salpicó en los lugares que el cuerpo de Ferdinand, no logró cubrir. Y de solo pensar y ser consiente de ello, sentí que se me revolvía el estómago, ya que todo esto, me trajo viejos recuerdos del tejido roto, que no quería recordar.
“E-entendido, Ferdinand”. Las dos respondimos al unísono, con dificultad.
Mientras Ferdinand avanzaba, pude oír a Fran y Zahm, preguntar con voces temblorosas. “Sumo Sacerdote. ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Está usted herido?”. Zahm preguntó.
“¿Les sucedió algo a las pequeñas Ladys?”. Luego Fran continuó preguntando, muy preocupado.
Poco después se escuchó otro grito. “¡Mis Ladys!”. Las cuales eran nuestras asistentes femeninas, quienes se oían horrorizadas.
“No es mi sangre, ni de las niñas. Las llevaré a mis aposentos para que puedan dormir el resto de la noche allí. Fran, diles a mis asistentes que preparen otra habitación para mí”. Ferdinand dio instrucciones a nuestros asistentes.
“Como desee Sumo Sacerdote”. Fran respondió poniéndose en marcha.
Luego Ferdinand continuó dando instrucciones, sin dejar de avanzar. “Zahm, en cuanto regrese Fran, encárguense de trasladar las cosas de sus señoras a esta habitación, pero solo lo que vayan a necesitar durante la noche, el resto pueden trasladarlo por la mañana. Rosina, Wilma ustedes encárguense de preparar los aposentos para el uso de sus Ladys”.
“Como desee, Sumo Sacerdote”. Todos nuestros asistentes respondieron a coro.
Cuando Ferdinand por fin se detuvo, nos bajó dejándonos con cuidado en el suelo. Yo me negué a abrir los ojos, no queriendo ver ni saber nada de lo sucedido. Luego escuché a Ferdinand decir. “Waschen”. Inmediatamente después, él continuó diciendo. “Es muy tarde para que las cambien y les den un baño. Creo que con un Waschen será suficiente. Tapen su nariz”. Ferdinand nos indicó, luego nos lanzó Waschen a las dos.
Una vez estuvimos limpias, al igual que Ferdinand. Entonces se nos permitió abrir los ojos, y aunque yo tenía miedo de abrirlos, aun así los abrí, ya que el repugnante olor a sangre… se había ido. Cuando vi el rostro de Ferdinand, tenía el ceño fruncido y nos miraba con preocupación. Luego me volteé a mirar la cara de mi hermanita, la cual estaba bastante pálida.
Entonces ella preguntó. “M-mentor, ¿Qué sucedió?. Ese hombre… Eso no fue por nuestros hechizos, verdad?”. Pude ver como mi hermanita se estremecía, ante la idea de ser responsable de lo ocurrido.
“No Cattleya, eso no fue por sus hechizos. Eso sucede cuando el maná de una persona se descontrola”. Ferdinand explicó.
“S-si, entiendo…”. Mi gemela respondió asintiendo con la cabeza en comprensión, palideciendo aún más.
Y al ver a Cattleya con el rostro completamente pálido y a mí en completo silencio, Ferdinand nos miró con preocupación, mientras preguntaba. “Rozemyne. ¿Estás bien?”.
A lo que yo respondí asintiendo con la cabeza de forma mecánica, aunque era obvio que no estaba bien, ya que estaba temblando y sudando frío, era obvio que estaba en un completo Shock. En ese momento, sentí que Cattleya tomó mi mano, y dándome un apretón preguntó. “¿Estás bien?”. Y cuando la miré, pude ver la preocupación en su rostro y en sus grandes ojos dorados de luna. Por esta razón, no pude fingir que todo estaba bien, así que respondí con sinceridad, dando dos apretones. “Necesito apoyo”. Y ante esta respuesta mi hermanita me abrazó con fuerza.
Pese a que ella también tenía miedo, y lo noté porque ella también estaba temblando, aun así trató de hacer algo para ayudarme. Por eso dijo a Ferdinand. “M-mentor, mi hermanita no se siente bien. Como mamá Effa no está aquí para darle un abrazo, tal vez un “Gyu” de Ferdinand le ayude a calmarse”.
Ante la petición de mi gemela, Ferdinand soltó un suspiro de resignación, y luego les pidió a nuestras asistentes que abandonaran la habitación por un momento. A lo que ellas asintieron con la cabeza, y luego abandonaron rápidamente la habitación, serrando la puerta tras ellas. Una vez que nuestras asistentes salieron, Ferdinand nos levantó a ambas del suelo y se sentó con las dos en su regazo, comenzando a darnos palmaditas tranquilizadoras en la espalda para calmarnos.
“¡¿Eh?!”. Mi gemela exclamó algo sorprendida.
“¿Y ahora qué sucede, Cattleya? ¿Cuál es el problema?”. Ferdinand preguntó un poco exasperado.
“B-bueno… yo no necesito “Gyu”. E-estoy bien”. Ella respondió tartamudeando, ya que era obvio que estaba igual de asustada que yo.
Por eso, yo la regañé. “Hermanita, n-no seas tonta, deja de hacerte la fuerte. T-tú estás igual de asustada que yo”. Yo dije con dificultad. Luego me aferré a los dos con fuerza, queriendo sacar de mi cabeza los horribles eventos de esta noche, y los recuerdos del pasado arremolinándose en mi cabeza.
“OK, hermanita todo estará bien”. Ella respondió abrazándome con fuerza.
“Ustedes dos, son un verdadero dolor de cabeza”. Ferdinand se quejó con cansancio, sin dejar de frotar nuestras espaldas para tranquilizarnos.
“Lamento lo ocurrido, debí haberlas puesto en otra habitación, como tenía la intención de hacer, desde el principio”. Él dijo esto, tomando toda la responsabilidad como siempre lo hace.
“Mentor no te culpes por esto, porque de todos modos, yo me equivoqué de hechizo, debí usar el “Desmaius” como Rozemyne, no el “Depulso”. Lo siento mucho”. Luego mi hermanita se culpó, creyendo que realmente era su culpa.
“No seas tonta Cattleya, lo que sucedió con ese hombre era inevitable, ya que era un soldado devorador. Y no necesitas saber nada mas sobre eso, solo que no podías evitar lo que le sucedió”. Ferdinand la regañó.
Y yo sabía que él tenía razón sobre eso, pero no estaba de acuerdo con él, en echarse toda la culpa. por eso yo dije, mirándolo. “Pero tampoco es tu culpa Ferdinand. Ni siquiera los bandidos sabían si esa era o no, nuestra habitación”.
“Si mentor, los bandidos lo mencionaron, justo antes de que los atacáramos”. Cattleya explicó lo sucedido.
“Ya veo. Entonces entraron en una habitación, sin saber realmente si era o no la suya. O sea, que pudieron entrar en cualquiera”. Ferdinand dijo en comprensión, luego continuó diciendo. “Y también veo que ya se sienten mejor, y ya es tarde, deben descansar”.
“Mentor no creo que pueda volver a dormir”. Cattleya dijo esto, negando con la cabeza. Y yo estaba completamente de acuerdo con mi hermanita en eso. Además, estoy segura que si me duermo, tendré horribles pesadillas.
“Ferdinand, yo tampoco creo que pueda conciliar el sueño”. Yo dije negando con la cabeza, con miedo a dormir.
“Entiendo, pero mañana debemos continuar viajando y tendrán que ofrecer su maná. Deben descansar, ¿O prefieren beber la poción que tanto odian?”. Ferdinand preguntó con su sonrisa de rey demonio.
Ante la idea de beber la horrible poción de bondad, Cattleya y yo nos estremecimos con expresiones de horror en nuestros rostros. Entonces mi hermanita y yo negamos frenéticamente con la cabeza, y dijimos en protesta. “Mentor malvado, no tienes piedad”.
“Ferdinand, ten un poco de consideración con nuestros pobres corazones asustados”. Yo me quejé.
Ferdinand, al ver nuestras expresiones de súplica, se frotó las sienes por el creciente dolor de cabeza que le estábamos dando. Entonces respondió soltando un suspiro de cansancio. “Bien, entonces tendré que intentar otra cosa”. Él dijo esto, poniendo maná en su anillo. “Que la bendición de Schlaftraum bendiga a Rozemyne y a Cattleya con un sueño tranquilo”. Oró Ferdinand, dándonos una bendición del Dios de los sueños, haciéndonos dormir profundamente.
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¡Hola nobles y plebeyos, brujas, magos y Muggles también! 😉
Capítulo largo, pero emocionante, no? Por lo extenso quise dividirlo, pero al final lo subí entero. Como sea, espero lo hayan disfrutado, y haya valido la pena la espera.
También vimos las diferencias del canon con este nuevo tejido, a través de los ojos de Rozemyne. Además, vimos a Lagertha siendo una doncella del santuario de túnica azul, y sirviendo como espía. Asimismo, pudimos ver la incorporación de Damuel y Brigitte al séquito de las gemelas.
Si, en este episodio pasaron muchas cosas, pero la más importante es el cambio de Ferdinand, en su trato con sus pequeños Shumil problemáticos.🤭 Espero lo hayan notado, porque desde ahora en adelante cada vez se notará más, como en la última parte del cap.🥰
Próximo capítulo: “La emboscada”.
Y si nada más que decir, travesura realizada ¡Gracias por leer mi fic! 😘