![[Podfic + Translation] The Lives of Colors / Las vidas de los colores](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
Listening Options
Stream here:
“Los colores viven una vida notable después que se han aplicado al lienzo” -Edvard Munch
Ella antes solía reducirlo a solo tres colores, el platino pretencioso de su pelo, el gris distante de sus ojos, el verde serpentino de su Casa.
Conociéndolo de nuevo como un hombre, llega a conocer sus otros tonos.
No es solo un rubio, ella aprende con el tiempo. La proximidad le muestra de lo plateado y cobrizo, amarillo dorado y bronce sutilmente enhebrado, casi imperceptiblemente, a través del rubio.
En las ocasiones poco frecuentes que vuelve de una misión, áspero sin rasurar, ella busca uno de sus recuerdos favoritos, el fantasma de cabello castaño en su barba.
Los ojos que la encuentran en la puerta son principalmente plateados, pero el iris brilla con adornos: anillos de esmeralda en la orilla, manchitas de avellana. Arriba de ellos arquean cejas de un rubio oscuro, casi café, como las pestañas dobles que agudizan su mirada.
Él la mira con ironía desde un rostro que ha dejado atrás su palidez anterior. En su edad adulta ha adquirido un color melocotón bastante saludable, aunque sigue propenso a tener ojeras. Además de moretones de todos colores cuando regrese lesionado, bien sea por batirse en duelo o el combate cuerpo a cuerpo.
Los labios que la saludan con su sarcasmo afectuoso son de una ciruela clara. Más oscuro cuando los muerde con concentración – o con deseo.
Su ropa mantiene su escarcha. Debajo de su toga de Auror, suele poner pantalón gris o carbón junto con sus queridos zapatos negros de cuero calado con piel de dragón. Las camisas que ella desabrocha son de color pizarra o azul marino, las corbatas que él afloja son de obsidiana o verde oscuro. Los verdes son los que suelen caer al piso en forma de S cuando los descarta.
Las cicatrices de Sectumsempra que cruzan su torso son blancas y levantadas, le recuerdan las cumbres nevadas apenas vistas desde las nubes. Entrecruzándolos, el vello de su pecho, inesperadamente oscuro, como sus cejas y pestañas. Oscuro y salvaje: un empaste pintado sobre sus pectorales, sus pezones color vino, y la columna de su abdomen firme.
En lo que ella lo empuja a la cama, el mismo pelo oscuro se levanta en densos y enloquecedores mechones debajo de sus brazos cuando descansa las manos detrás de la cabeza. Sus caderas se arquean ligeramente, presumiendo el pelo que hace espirales repasando su ombligo y metiéndose en su pretina.
Mientras besa un camino desde su axila hacia su bíceps, navegando las venas azules de su antebrazo, se topa con más tracería blanca: la sombra de su Marca Tenebrosa ya borrada, un proceso de un año que requirió los hechizos de borrado más antiguos e intrincados.
Sobre el tejido cicatricial pálido, con tinta de color violeta profundo, tiene tatuado el signo zodiacal de su cumpleaños en junio: Géminis. Lo que él ha dicho le simboliza el renacimiento y el deseo que siempre sintió para encontrar su otra mitad.
El intenso rubor de su cuello y rostro es el último color que ella ve antes de que sus besos apaguen sus pensamientos y lo haga suyo.