
Encuentros y Revelaciones
La habitación de Regulus Black era un santuario de orden y elegancia, reflejo de su personalidad meticulosa. Las paredes estaban decoradas con posters de obras de ballet y retratos de compositores de música clásica, mientras que una colección de libros perfectamente alineados llenaba las estanterías. Sobre el escritorio, un frasco de tinta negra y una pluma estilográfica daban un toque clásico al espacio.
Evan Rosier, Barty Crouch Jr., Pandora Lovegood y Dorcas Meadowes estaban esparcidos por la habitación, observando a Regulus con una mezcla de diversión y paciencia mientras él buscaba frenéticamente en su armario.
"¿Qué opinan de este?" Regulus sacó una camisa de algodón negra con botones plateados y la sostuvo en alto para que todos la vieran.
Pandora ladeó la cabeza, su expresión soñadora tornándose pensativa. "Es bonita, pero tal vez un poco formal para una cita con James."
"Sí, creo que deberías optar por algo más casual," añadió Dorcas, sentada en la cama con las piernas cruzadas. "Algo que diga 'Estoy relajado, pero todavía me importa'."
Evan se levantó de la silla junto al escritorio y se acercó al armario. "Déjame ayudarte. ¿Qué tal esto?" Sacó una camisa de lino azul claro. "Es elegante, pero no demasiado."
Regulus la tomó y la observó con detenimiento. "Podría funcionar... ¿Qué piensas, Barty?"
Barty, que estaba apoyado contra la pared con una sonrisa traviesa, se encogió de hombros. "A mí me parece que cualquier cosa que te pongas le va a gustar a James. Pero si quieres impresionar, creo que deberías llevar algo que resalte tus ojos. ¿No tienes nada verde?"
Regulus frunció el ceño y volvió a revolver en su armario, finalmente sacando una camisa verde esmeralda. "Esta podría funcionar."
Pandora asintió con entusiasmo. "¡Esa es perfecta! Hará juego con tus ojos y le recordará a James por qué se enamoró de ti en primer lugar."
"Y lo mejor de todo es que es una camisa que puedes llevar a cualquier parte," añadió Dorcas. "No demasiado formal ni demasiado casual. Es el punto intermedio perfecto."
Regulus sonrió, finalmente sintiéndose más seguro. "Está bien, decidido. Esta será." Colgó la camisa en la percha y se volvió hacia sus amigos. "Gracias por la ayuda. Ahora solo espero que la cita salga bien."
Evan le dio una palmada en la espalda. "No te preocupes, Reg. Lo harás genial."
Mientras Regulus cerraba el armario, el ambiente en la habitación se volvió más relajado. Entre risas y anécdotas, los amigos disfrutaron del tiempo juntos, sabiendo que, independientemente del resultado de la cita, siempre se tendrían los unos a los otros.
Regulus se sentó en el borde de la cama, tamborileando nerviosamente con los dedos sobre sus rodillas. "No tengo ni idea de cómo actuar en esta cita," confesó, su voz apenas un susurro. "¿Qué si digo algo estúpido? ¿Y si arruino todo?"
Barty soltó una carcajada y Evan lo siguió, ambos disfrutando de la desesperación de su amigo. "Vamos, Reg," dijo Barty, sin poder contener la risa. "Es James. No creo que le importe si metes la pata."
Evan asintió. "Sí, probablemente le guste más si lo haces. Le gusta verte nervioso."
Regulus frunció el ceño y, sin pensarlo dos veces, agarró una almohada y la lanzó hacia ellos. "¡Dejen de reírse! Esto es serio."
Pandora, con su habitual serenidad, se acercó y se sentó a su lado. "Regulus, solo sé tú mismo. A James le gustas por quien eres, no por quién crees que deberías ser."
Dorcas, con una sonrisa tranquilizadora, añadió: "Relájate. Ya has tenido citas con James antes, ¿no? No puede ser tan diferente."
Regulus negó con la cabeza, sus ojos brillando con una mezcla de pánico y frustración. "Nunca he tenido citas con James. No oficiales, al menos."
Justo en ese momento, la puerta de la habitación se abrió y Sirius Black entró, habiendo escuchado las últimas palabras de su hermano. "¿Qué estás diciendo, Reg? Claro que tú y James han tenido citas. Solo que no las llamaban así."
Todos los ojos se volvieron hacia Sirius, que se apoyó en el marco de la puerta con una sonrisa divertida. "¿Recuerdas todas esas veces que iban al lago o a los partidos de fútbol juntos? Eso eran citas, aunque no lo pareciera."
Regulus parpadeó, procesando las palabras de su hermano. "Pero... eso no cuenta. Esto es diferente. Esto es oficial."
Sirius se encogió de hombros y se acercó a su hermano, poniéndole una mano en el hombro. "Mira, Reg, la etiqueta no importa. Lo que importa es que tú y James se gustan y quieren pasar tiempo juntos. El resto es solo ruido."
Regulus respiró hondo, dejando que las palabras de Sirius lo calmaran un poco. "Supongo que tienes razón."
Pandora sonrió y le dio un suave empujón en el brazo. "Por supuesto que tiene razón. Solo disfruta la noche y sé tú mismo."
Evan y Barty, aún riendo, se acercaron y le dieron unas palmadas en la espalda. "Sí, hermano, lo harás genial. Solo relájate."
Regulus miró a su grupo de amigos, sintiendo una oleada de gratitud. "Gracias, chicos. En serio."
Mientras la conversación derivaba hacia otros temas, el nerviosismo de Regulus se desvaneció un poco. Con el apoyo de sus amigos y las palabras de Sirius resonando en su mente, se sintió más preparado para lo que vendría.
Cuando los amigos de Regulus finalmente se levantaron para irse, lo hicieron no sin antes desearle suerte de todas las maneras posibles.
"Lo harás genial, Reg," dijo Evan, dándole un abrazo rápido antes de salir.
"Sí, no te olvides de respirar," añadió Barty con una sonrisa traviesa, dándole un último empujón amistoso.
Pandora le dio un beso en la mejilla. "Diviértete y no te preocupes demasiado."
"Estamos todos aquí si necesitas algo," aseguró Dorcas con una sonrisa cálida antes de seguir a los demás.
Sirius fue el último en irse, deteniéndose en el umbral de la puerta. "Recuerda lo que te dije, Reg. Solo sé tú mismo." Luego le guiñó un ojo y cerró la puerta tras de sí.
Regulus se quedó solo en su habitación, la quietud del espacio contrastando con la energía que sus amigos habían dejado atrás. Miró el reloj en la pared y se dio cuenta de que el tiempo había pasado volando. Solo le quedaban tres horas antes de que James llegara a buscarlo.
Sintiendo que su nerviosismo comenzaba a resurgir, decidió que lo mejor sería descansar un poco para calmarse. Configuró una alarma en su reloj para que sonara en una hora, dándole tiempo suficiente para prepararse.
Se tumbó en la cama, cerró los ojos y trató de relajarse. A pesar de la agitación en su mente, el cansancio finalmente se impuso y se dejó llevar por el sueño.
La habitación quedó en silencio, con solo el leve sonido de la respiración de Regulus llenando el espacio. Afuera, el sol continuaba su lento descenso, marcando el paso del tiempo mientras Regulus se sumergía en un sueño reparador, preparándose mental y físicamente para la cita que lo esperaba.
Regulus se despertó sobresaltado por el sonido insistente de la alarma en su teléfono. Con un suspiro somnoliento, apagó la alarma y se levantó de la cama, estirando los brazos por encima de la cabeza y bostezando. El sueño había hecho maravillas para calmar sus nervios, pero ahora la anticipación por la noche por delante comenzaba a crecer de nuevo.
Decidió empezar con calma y entró al baño. Encendió el agua de la ducha y se dejó llevar por el calor reconfortante. El agua tibia relajó sus músculos tensos y le dio un momento para reflexionar. Después de un rato, apagó la ducha y se envolvió en una toalla suave. Se secó bien y luego se vistió con el conjunto que había elegido con la ayuda de sus amigos: la camisa verde esmeralda de manga corta que hacía juego con sus ojos, unos jeans negros rasgados por las rodillas y unos Converse verdes.
Regulus se miró en el espejo y se dio cuenta de que su cabello, más largo ahora, requería una nueva forma de peinarse. Decidió recoger la mitad de su cabello en un pequeño moño desordenado, dejando que la otra mitad cayera en rizos sueltos alrededor de su rostro. Se puso sus anillos en ambas manos, disfrutando del peso familiar de los accesorios, y luego cogió el colgante que Sirius le había regalado durante una de sus primeras citas a escondidas. Lo pasó por su cabeza, sintiendo la tranquilidad que siempre le brindaba.
Satisfecho con su apariencia, agarró su celular para verificar si había algún mensaje de James. Sin embargo, la pantalla estaba vacía. Decidió ir a la habitación de Sirius, donde esperaba encontrar a su hermano mayor. Cuando entró, Sirius levantó la vista con una sonrisa pícara y le silbó en broma.
Regulus no pudo evitar sonreír también, contagiado por el buen humor de Sirius. "¿Crees que debería enviarle un mensaje primero?", preguntó, sintiendo un cosquilleo de nerviosismo renovado.
Sirius se levantó y se acercó a él, poniéndole una mano en el hombro. "No te preocupes, Reg. James está igual de emocionado por verte. Solo sé tú mismo, como siempre."
Regulus asintió, agradeciendo la confianza de su hermano. Con un último vistazo al espejo de la habitación de Sirius para asegurarse de que todo estuviera en su lugar, se preparó mentalmente para la noche por delante.
James
Lleno de emoción y nerviosismo anticipatorio, James había pasado todo el día preparándose para su cita con Regulus. Desde que Regulus había aceptado salir con él, James no podía dejar de sentir una mezcla de entusiasmo y alegría que lo llenaba por completo.
Recordó vívidamente el momento en que había invitado a Regulus a salir. Después de su presentación en solitario, aún con la adrenalina de la actuación corriendo por sus venas, se acercó a Regulus con una sonrisa radiante. "Bailaste maravillosamente esta noche", había dicho Regulus, sus palabras llenándolo de un cálido orgullo. Sin poder resistirse, James le había dado un beso suave en la mejilla, provocando que Regulus se ruborizara ligeramente.
Justo entonces, un coordinador de escenario los interrumpió, llamando a Regulus para atender algún asunto urgente. Regulus se disculpó y se fue rápidamente, dejando a James solo en los vestuarios. Allí, se desmaquilló lentamente, disfrutando del ritual tranquilo que le permitía relajarse después de la actuación. Luego, se sumergió en un baño reconfortante antes de vestirse de nuevo con cuidado, asegurándose de lucir lo mejor posible para la noche especial que tenía planeada.
Decidido a encontrar a Regulus, salió de los vestuarios y comenzó a caminar por los pasillos del teatro. No tardó mucho en divisar a Regulus unos pasos más adelante, pero lo que captó su atención de inmediato fue la tensa conversación que Regulus estaba teniendo con Walburga, su madre. La expresión dolida en el rostro de Regulus lo hizo apretar los puños con frustración.
Walburga notó la presencia de James detrás de ellos y, con una mirada fría hacia Regulus, se marchó dejándolos solos. James se acercó a Regulus con rapidez, preocupado por las lágrimas que veía en sus ojos. Sin decir una palabra, agarró su rostro suavemente y limpió las lágrimas con los pulgares. "Lo que ella te dijo no es verdad, Reg," dijo con voz firme pero reconfortante.
Regulus apartó la mirada, claramente afectado por la conversación con su madre. "No quiero hablar de eso," murmuró, su voz temblorosa.
James apretó los labios, sin poder soportar ver a Regulus así. Entonces, lo miró directamente a los ojos y, sin pensarlo dos veces, dijo: "¿Quieres salir conmigo? Creo que eso te hará feliz."
Regulus se sorprendió ante la pregunta directa, pero luego, como si la idea misma le iluminara el rostro, sonrió tímidamente. "Sí, quiero salir contigo," respondió con sinceridad, permitiendo que una sonrisa se formara en sus labios.
James sintió como si su corazón diera un salto de alegría dentro de su pecho. Sonrió ampliamente, sabiendo que este era el comienzo de algo especial entre ellos. Con una mano en la espalda de Regulus, guiándolo suavemente hacia adelante, continuaron caminando juntos por los pasillos, listos para disfrutar de la noche que les esperaba.
El flashback terminó en su mente, dejando a James con una sensación de cariño y determinación renovada. Con el recuerdo fresco y los sentimientos revoloteando en su pecho, continuó avanzando sus arreglos para su cita con Regulus.
James se miró una última vez en el espejo del baño, ajustando con cuidado los mechones rebeldes de su cabello. Se sentía bien con el atuendo que había elegido para la ocasión especial: una camiseta negra de cuello alto, sobre la cual llevaba una camisa a cuadros con un patrón en tonos rojo vino y negro, desabrochada para dar un toque casual pero elegante. Completó su look con unos pantalones caqui y un cinturón negro con hebilla plateada que contrastaba con el conjunto.
Justo cuando terminaba de arreglarse el cabello, escuchó un suave golpe en la puerta. "Pase", dijo James, levantando la voz para que fuera escuchado.
Euphemia Potter entró en la habitación con una sonrisa suave y orgullosa. "Ya se acerca la hora, cariño", anunció con cariño, observando a James con afecto. "Regulus estará encantado de verte".
James asintió con una sonrisa nerviosa pero feliz. Ver la hora en el reloj lo hizo reaccionar rápidamente, así que tomó sus llaves y su celular del lavamanos con determinación. "Tienes razón, mamá. Voy a bajar enseguida".
Bajaron juntos por las escaleras principales. En el pasillo, Fleamont Potter lo vio y con un tono divertido le dijo: "Al menos péinate un poco, hijo".
James soltó una carcajada. "A Regulus le gusta mi cabello así", respondió con una sonrisa juguetona, ajustándose el pelo una última vez antes de bajar las escaleras de nuevo.
Al llegar a la planta baja, James se detuvo un momento en su habitación para coger su libreta de cuero marrón. Era su costumbre anotar todos los detalles importantes para asegurarse de no olvidar nada. Con la libreta en la mano, se despidió rápidamente de sus padres con un abrazo y salió de la casa con paso decidido.
El aire fresco de la noche lo recibió mientras caminaba hacia su jeep estacionado frente a la casa. Abrió la puerta con entusiasmo y se sentó al volante, colocando la libreta en el asiento del copiloto.
Encendió el motor y ajustó el espejo retrovisor, asegurándose de que todo estuviera en orden antes de salir. Los pensamientos de la noche por delante lo llenaban de emoción y anticipación. Con una sonrisa en los labios, puso en marcha el jeep y se dirigió hacia el lugar donde sabía que encontraría a Regulus, listo para compartir una velada que ambos recordarían por mucho tiempo.
James estacionó su jeep frente a la imponente puerta de la mansión Black, sintiendo un nudo de nerviosismo en el estómago. Apagó el motor y salió del vehículo, asegurándose de tener todo lo que necesitaba antes de caminar hacia la puerta principal. Pulsó el timbre y esperó, respirando hondo para calmarse.
El mayordomo abrió la puerta y lo saludó con una leve inclinación de cabeza. "Buenas noches, señor Potter. ¿En qué puedo ayudarlo?"
"Buenas noches," respondió James con una sonrisa educada. "Estoy aquí para buscar a Regulus."
Antes de que el mayordomo pudiera responder, Sirius apareció en el vestíbulo, sonriendo al ver a James. "Yo me encargo de avisarle," dijo Sirius, con un tono amistoso. Subió las escaleras rápidamente, dejándolo solo en el vestíbulo.
Después de unos minutos que parecieron eternos, James vio a Regulus bajar las escaleras. Regulus lo saludó con una leve sonrisa, pero James se quedó sin palabras, admirando lo increíble que se veía. La camisa verde esmeralda resaltaba sus ojos y el peinado diferente, con el moño y los rizos sueltos, le daba un aire fresco y elegante. Regulus notó la falta de respuesta de James y, nervioso, agradeció que estaban solos.
"James, ¿me veo bien?" preguntó Regulus, con un tono de incertidumbre.
James parpadeó, volviendo a la realidad. "Es todo lo contrario," dijo, su voz llena de admiración. "Te ves hermoso."
Regulus se sonrojó, bajando la mirada por un momento antes de devolverle la sonrisa. "Gracias, James. Tú también te ves muy bien."
Ambos se miraron por un momento, sintiendo una conexión especial. James extendió una mano y Regulus la tomó, sintiéndose más seguro con cada segundo que pasaba.
"¿Listo para irnos?" preguntó James, apretando suavemente la mano de Regulus.
"Listo," respondió Regulus, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Juntos, salieron de la mansión, listos para comenzar su cita y crear recuerdos inolvidables.
Regulus se sintió una mezcla de nerviosismo y emoción mientras James le abría la puerta del jeep. Subió con cuidado y se acomodó en el asiento, observando cómo James cerraba la puerta suavemente antes de dar la vuelta y subir al asiento del conductor. Al acomodarse, notó la libreta de cuero marrón en su asiento y la recogió.
"Estaba en el asiento," dijo, extendiéndosela a James.
"Gracias," respondió James con una sonrisa. "¿Podrías sostenerla un momento mientras enciendo el motor?"
Regulus asintió y sostuvo la libreta mientras James encendía el motor y comenzaba a conducir. Durante el trayecto, hablaron de sus actividades del día, disfrutando de la conversación y de la compañía mutua. James le contó cómo había pasado el día preparando la cita y Regulus compartió algunos detalles sobre su ensayo de ballet.
Finalmente, James estacionó a una calle de su destino. "Espera un momento," dijo, tomando una canasta del asiento trasero antes de salir del vehículo. Dio la vuelta y abrió la puerta para que Regulus pudiera bajar.
"¿Debo dejar la libreta aquí?" preguntó Regulus mientras salía del jeep.
"No, tráela contigo. No sé si la vamos a necesitar," respondió James con una sonrisa mientras ponía seguro al jeep.
Regulus sostuvo la libreta mientras seguía a James, sintiendo una mezcla de curiosidad y anticipación. Se detuvieron frente a una puerta de madera azul en una pared de piedra, adornada con flores de buganvilla de color rosa brillante. El contraste de colores y la estética encantadora de la naturaleza entrelazada con la arquitectura lo maravillaron.
James abrió la puerta y Regulus entró, encontrándose con una estrecha calle empedrada que serpenteaba a través de lo que parecía ser un antiguo y pintoresco pueblo. Las paredes a ambos lados estaban hechas de piedras ásperas y envejecidas, parcialmente cubiertas con enredaderas verdes. En la distancia, bajo un arco, se veía un grupo de personas, y el ambiente tenía un aire histórico y encantador, realzado por la cálida iluminación de las lámparas montadas en las paredes.
Regulus caminaba junto a James, sintiendo la tentación de tomar su mano libre, pero no se atrevía. "¿Qué es este lugar?" preguntó, maravillado por los locales que se encontraban a lo largo de la calle.
James sonrió mientras avanzaban. "Lo llaman el Callejón de los Sueños. Aquí es donde mi padre conoció a mi madre."
Regulus se detuvo un momento, asombrado por la historia y la belleza del lugar. Miró a James, sintiendo una conexión aún más profunda mientras recorrían el callejón, rodeados de puestos que vendían música, libros, ropa y artesanías. El ambiente era vibrante y lleno de vida, y Regulus no podía evitar sentir que esta noche sería verdaderamente especial.
Mientras caminaban por el Callejón de los Sueños, James y Regulus se detuvieron en varios puestos, disfrutando de la variedad de artículos únicos y encantadores que se ofrecían. James observaba con atención cada vez que Regulus mostraba interés en algo, y no dudaba en pagar cuando veía que algo realmente captaba su atención.
En un momento dado, Regulus, sintiéndose más seguro y cómodo con cada paso, entrelazó su mano con la de James. El contacto hizo que ambos sonrieran, sintiendo la conexión especial que compartían.
Mientras exploraban, James notó una antigua cabina de fotos y, con una chispa de entusiasmo en los ojos, arrastró a Regulus con él hacia la cabina. "Vamos, esto será divertido," dijo, riendo suavemente.
James introdujo las monedas en la máquina y ambos entraron en la pequeña cabina. Dejó la canasta en el suelo y se acomodaron frente a la cámara. En la primera foto, ambos sonrieron ampliamente, reflejando la felicidad del momento. En la segunda, se abrazaron con calidez, sintiendo el confort y la alegría de estar juntos.
En la tercera foto, James se inclinó y le dio un beso en la mejilla a Regulus, quien se sonrojó ligeramente pero no pudo evitar sonreír. Finalmente, en la cuarta foto, formaron juntos un corazón con sus manos, sellando el momento con un gesto dulce y significativo.
La máquina emitió un zumbido y comenzaron a salir las tiras de fotos. James las recogió con una sonrisa satisfecha y se las mostró a Regulus. "Mira, quedaron geniales," dijo, pasando un brazo alrededor de los hombros de Regulus.
Regulus miró las fotos con una sonrisa, apreciando cada imagen y el recuerdo que capturaban. "Sí, son perfectas," respondió, sintiéndose agradecido por la noche mágica que estaban compartiendo.
Juntos, salieron de la cabina de fotos, sosteniendo las tiras de imágenes como pequeños tesoros. Continuaron caminando por el callejón, disfrutando de cada momento y de la compañía del otro, sabiendo que esta noche sería una de las muchas que recordarían con cariño.
Cuando ambos comenzaron a sentir hambre, James, aún con la mano de Regulus entrelazada con la suya, lo guió hacia un área verde cerca de un gran árbol. James dejó la canasta en la hierba y la abrió, sacando una manta que extendió con cuidado sobre el césped. Se sentaron juntos, y James le pidió a Regulus su libreta.
Regulus se la entregó mientras se acomodaba al lado de James, observando con curiosidad cómo James buscaba las últimas páginas donde había escrito sobre la cita. James sonrió satisfecho al ver que aún quedaban unos minutos para que comenzara el próximo evento y que estaban ubicados justo donde su madre le había sugerido. Regulus, mirando desde su lado, le preguntó qué decía.
James le pasó la libreta y le señaló el último punto escrito: Cine y cena al aire libre.
"Me encanta," dijo Regulus, fascinado por la idea.
James le sonrió y comenzó a sacar una pizza de jamón y queso, junto con un pastel de arándanos y limón. . Regulus lo observaba con curiosidad mientras James disponía la comida sobre la manta.
“¿Hiciste todo esto tú?” preguntó Regulus, impresionado.
James asintió con una sonrisa modesta. “Sí, espero que te guste.”
Se acomodaron en la manta, sirviéndose algunos pedazos de pizza justo cuando las luces del área se apagaron, señalando el inicio de la película. No alcanzaron a ver el título porque estaban ocupados sirviéndose, pero pronto se sumergieron en la trama.
Mientras la película avanzaba, Regulus comenzó a identificarse profundamente con el protagonista, un personaje cuyos padres no lo aceptaban por quien era, deseando que se conformara a sus expectativas. Sintiendo una conexión personal, Regulus se secó una lágrima que se le escapó.
James lo notó y, preocupado, le preguntó: "¿Qué pasa?"
"No es nada, solo que me siento identificado," respondió Regulus, tratando de restarle importancia.
"Si quieres hablar sobre ello, estoy aquí para escucharte cuando quieras," dijo James, ofreciendo apoyo con una mirada comprensiva.
Regulus no respondió de inmediato, pero a la mitad de la película, mientras compartían el pastel, se decidió a hablar. "Mi madre odió mi solo," confesó en voz baja.
James, sintiéndose molesto por esto, acarició la mano de Regulus en señal de apoyo. "¿En serio?"
"Sí," continuó Regulus, su voz temblando ligeramente. "Walburga me regañó e insultó por todo: la música, el baile y el vestuario. Ya ni siquiera me considera su hijo, solo de nombre. Me dijo que debería ser más como Sirius, obediente."
James negó con la cabeza, indignado. "Mándala a la mierda, Regulus. Bailaste de manera increíble y tu vestuario era celestial. Y la canción... la canción te describe perfectamente."
Regulus lo miró, sorprendido por la vehemencia y sinceridad de James. "Gracias," dijo, sintiéndose reconfortado por su apoyo y honestidad.
La noche continuó, y aunque la película seguía proyectándose, para Regulus, el momento más importante había sido esa conversación, en la que se había sentido verdaderamente comprendido y apoyado por James.
La película terminó y las luces comenzaron a encenderse nuevamente. James miró a Regulus con una sonrisa. "¿Te gustaría ir a explorar un poco más?"
Regulus asintió. "Sí, pero se me ocurre algo. ¿Te gustaría escuchar música?"
James aceptó felizmente, y Regulus sacó su celular para reproducir su playlist. La primera canción que comenzó a sonar fue "Je te laisserai des mots". Mientras la suave melodía llenaba el aire, James jugaba con los dedos de Regulus, disfrutando del momento íntimo.
La siguiente canción que comenzó a sonar fue "Everybody Wants To Rule The World" de Tears for Fears. James la reconoció al instante y, con una chispa de entusiasmo, se levantó, atrayendo a Regulus con él. Comenzó a cantar y bailar, invitando a Regulus a unirse.
"Welcome to your life
There's no turning back
Even while we sleep
We will find you
Acting on your best behavior
Turn your back on Mother Nature
Everybody wants to rule the world"
James cantaba a Regulus mientras bailaban, sus movimientos llenos de energía y alegría. Regulus, contagiado por el entusiasmo de James, se dejó llevar por la música, riendo y moviéndose al ritmo.
Mientras James cantaba "It's my own design", ambos se acercaron cada vez más hasta que sus cuerpos casi se tocaban. En un momento de pura conexión, se besaron, uniendo sus labios en un gesto lleno de emoción y deseo. Regulus rodeó el cuello de James con sus brazos, sintiendo cómo las manos de James se posaban en su cintura, sus pulgares acariciando suavemente como lo había hecho la primera vez en una de las clases de ballet.
Si no fuera por la necesidad de aire, no se habrían separado. James unió sus frentes mientras ambos recuperaban el aliento, una sonrisa en su rostro. "¿Quieres ser mi novio?" preguntó con suavidad.
Regulus, sintiendo una oleada de felicidad, respondió besándolo de nuevo, sellando su respuesta con otro beso apasionado. Se abrazaron con fuerza, sabiendo que este momento era el comienzo de algo verdaderamente especial.
Ambos, cansados pero felices, recogieron sus cosas y las guardaron en la canasta. Con las manos entrelazadas, salieron del Callejón de los Sueños. James miró a Regulus con una sonrisa. "Este se ha vuelto mi momento favorito," confesó.
Regulus, sonrojado, respondió: "Ha sido la mejor noche que he tenido en mi vida."
James, sintiendo una oleada de ternura, le dio un beso en la mejilla antes de abrir la puerta del Jeep. Regulus subió y James dio la vuelta, colocando la canasta en los asientos traseros antes de subirse él mismo. Encendió el auto y condujo mientras escuchaba a Regulus cantar las canciones que sonaban en la radio.
Cuando James estacionó el auto frente a la puerta de la mansión Black, apagó la radio. Regulus se quitó el cinturón de seguridad, se inclinó y agarró a James del rostro, dándole un beso lleno de ternura y gratitud. Al separarse, Regulus le dijo: "Buenas noches y gracias por la cita."
James sonrió, sintiendo el calor del momento. "Buenas noches, que descanses. Me alegra mucho que te haya gustado."
Regulus bajó del Jeep, cerró la puerta y abrió la puerta trasera para sacar de la canasta los libros que James le había comprado. Le sonrió a James, quien le guiñó un ojo antes de que Regulus cerrara la puerta y entrara a la mansión.
Subió las escaleras en silencio, cuidando no hacer ruido. Al llegar a su habitación, entró y puso seguro a la puerta. Dejó los libros en su escritorio y se tiró a la cama con una sonrisa enorme en su rostro. Tocó sus labios, recordando cada beso que había compartido con su novio, sintiendo la felicidad y la emoción de la noche.
Mientras las luces de la mansión se apagaban una a una, Regulus se quedó mirando al techo, reviviendo cada instante especial. Cerró los ojos, abrazado por la sensación de amor y aceptación que James le había brindado. Esa noche, se durmió con una sonrisa, sintiendo que había encontrado algo realmente hermoso y único.
A la mañana siguiente, los tres Black masculinos se reunieron para desayunar. Regulus se sentía especialmente feliz y no podía ocultar su alegría mientras comía. Sirius, sentado a su lado, se sentía contagiado por la felicidad de su hermano. Había recibido un mensaje de James en la madrugada, donde le contaba lo fascinado que estaba por Regulus.
Orión, notando la alegría inusual de su hijo menor, le preguntó con curiosidad: "Regulus, ¿qué es lo que te tiene tan feliz?"
Regulus respondió sin dudar: "Es porque mi solo fue un éxito."
Orión asintió, aceptando esa respuesta sin insistir más. Sirius, con una mirada de complicidad, preguntó por su madre.
"Tu madre ha planeado un tour y no sé cuánto tiempo estará fuera," respondió Orión.
Ambos hermanos se sorprendieron por la noticia, pero si les preguntaran directamente, dirían que ella podría quedarse fuera toda la vida y no les molestaría. Al final del desayuno, se despidieron de su padre y salieron del comedor.
Dirigiéndose a la puerta, Sirius le preguntó a Regulus: "¿Quieres ir conmigo?"
"¿A dónde?" respondió Regulus.
Con una sonrisa traviesa, Sirius dijo: "A donde el novio de Regulus."
Regulus se sonrojó. Le gustaría decir que sí, pero James no le había dicho nada sobre pasar el día juntos. Justo en ese momento, recibió un mensaje de James en su teléfono.
"Si no tienes nada que hacer, ¿te gustaría venir a mi casa?" decía el mensaje.
Regulus, con una sonrisa que reflejaba su felicidad, aceptó ir con Sirius. "Sí, vamos," respondió, sintiendo una emoción renovada al pensar en pasar más tiempo con James. Los dos hermanos salieron juntos, listos para otro día lleno de sorpresas y momentos especiales.
Ambos hermanos llegaron a la casa de los Potter. Regulus se quitó el casco y justo en ese momento sintió unos brazos rodeándolo. Reconoció de inmediato a James y correspondió al abrazo con una sonrisa. James se inclinaba para besar a Regulus cuando Sirius interrumpió, quejándose de que era un mal mejor amigo por no saludarlo primero. James hizo un puchero juguetón y se separó de Regulus para abrazar a Sirius en un abrazo asfixiante.
Después de los efusivos saludos, los tres entraron a la casa. Saludaron afectuosamente a Monty y a Euphemia con abrazos y subieron a la habitación de James.
Una vez en la habitación, James preguntó a Regulus: "¿Quieres jugar videojuegos con nosotros?"
Sirius se rió por la pregunta y Regulus le pisó el pie discretamente. Regulus sonrió y respondió: "Gracias, pero paso."
En lugar de eso, Regulus pasó junto a James y le dio un beso en la mejilla antes de coger un libro al azar del librero de James y sentarse en su lugar favorito de la habitación.
Desde su asiento, Regulus escuchó cómo James le preguntaba a Sirius si no le gustaban los videojuegos. Sirius respondió: "Le encantan, pero quiere que compartamos un momento juntos ya que tu y Regulus salen mucho."
James asintió con una sonrisa y se acercó a Regulus, acariciándole el cabello con ternura antes de unirse a Sirius frente a la pantalla de juegos. Mientras los dos mejores amigos se divierten, Regulus se sintió lleno de gratitud por tener a James y a Sirius en su vida, compartiendo momentos que sabía que atesoraría por siempre.
Regulus estaba concentrado en su libro cuando escuchó la puerta de la habitación abrirse y luego cerrarse. Distraído, no notó inicialmente que alguien se había sentado frente a él. Cuando finalmente levantó la mirada y vio la sombra frente a él, bajó el libro que tenía frente a su rostro y se sorprendió al ver a James allí.
Antes de que Regulus pudiera decir algo, James lo interrumpió con un beso apasionado. El libro cayó de las manos de Regulus mientras correspondía al beso, acercándose más a James en el proceso. Cuando finalmente se separaron, James le confesó: "He estado deseando hacer eso desde que te vi bajar del motor de Sirius."
Regulus rió, recordando el pequeño drama de Sirius porque James no lo saludó primero a él. James asintió con una sonrisa, afirmando: "Parece que te gusta este rincón de mi habitación."
Regulus le dio un pequeño beso en los labios y respondió: "Es el mejor lugar para leer."
James se inclinó para besar a Regulus nuevamente, pero en ese momento escucharon un ruido extraño detrás de ellos. Ambos se separaron y vieron a Sirius haciendo gestos de arcadas, fingiendo estar molesto.
James bromeó: "Creo que hemos interrumpido la paz de Sirius."
Sirius respondió de inmediato: "No quiero presenciar eso delante de mí."
James sonrió y recogió el libro que se había caído al suelo. Lo mantuvo frente a ellos como una especie de pantalla improvisada y se acercó a Regulus para otro beso, ambos riendo mientras escuchaban las protestas juguetonas de Sirius.
Los tres compartieron un momento de alegría y complicidad en la habitación de James, sabiendo que este sería solo uno de muchos momentos especiales que compartirían juntos.
Los hermanos Black se despidieron de los Potter al comenzar el atardecer. La luz dorada bañaba el exterior de la casa mientras James acompañaba a Sirius y Regulus hasta la puerta. James abrazó a Sirius primero, dándole unas palmadas en la espalda.
"Nos vemos, Sirius. Cuídate," dijo James con una sonrisa.
"Claro, nos vemos," respondió Sirius, correspondiendo el abrazo con una sonrisa traviesa.
James se volvió hacia Regulus y le dio un pequeño beso en los labios. "Cuídate, Regulus," le dijo suavemente, con una chispa de ternura en sus ojos.
Regulus sonrió, ligeramente sonrojado. "Tú también, James."
Ambos hermanos subieron a la moto de Sirius. Regulus se acomodó detrás de su hermano, abrazándolo por la cintura. James se quedó observándolos mientras Sirius encendía la moto.
"¡Nos vemos pronto!" gritó Sirius por encima del rugido del motor.
James levantó una mano en señal de despedida mientras la moto arrancaba y se alejaba por el camino. El viento revolvía el cabello de Regulus mientras se aferraba a Sirius, ambos disfrutando del paseo de regreso a la mansión Black.
A medida que se alejaban, el cielo se llenaba de tonos rosados y anaranjados, un hermoso final para un día lleno de momentos especiales y memorias compartidas. Regulus, con una sonrisa tranquila, pensó en cuánto había cambiado su vida para mejor con James y Sirius a su lado.
Al día siguiente, después de la jornada escolar, Regulus se dirigió a una cafetería cercana con Pandora, Evan y Barty. Era su lugar habitual para almorzar y charlar después de clases. Al llegar, encontraron una mesa para cuatro en un rincón acogedor y se acomodaron, tomando los menús para decidir qué pedir.
Mientras revisaban las opciones, Barty no pudo evitar hacer la pregunta que todos tenían en mente. "Entonces, Regulus, ¿qué se siente tener a James Potter como novio?" preguntó con una sonrisa traviesa.
Regulus rodó los ojos y continuó mirando el menú. "Es divertido y una buena distracción," respondió, tratando de no mostrar lo mucho que realmente le gustaba estar con James.
Pandora y Evan intercambiaron miradas cómplices, pero no dijeron nada, dejando que Regulus tuviera su momento. Después de unos minutos de deliberación, todos se decidieron por lo que querían comer.
Regulus levantó la mano para llamar a la camarera. "Estamos listos para ordenar," dijo cuando ella se acercó con una sonrisa. Cada uno de ellos le dijo su pedido: Pandora pidió una ensalada de pollo, Evan optó por una hamburguesa con papas fritas, Barty eligió un sándwich de pavo, y Regulus pidió una pasta al pesto.
La camarera anotó sus órdenes con eficiencia y se fue para entregarlas a la cocina. Mientras esperaban la comida, la conversación giró en torno a temas triviales del colegio y planes para el fin de semana, pero de vez en cuando, las miradas curiosas y las sonrisas de sus amigos regresaban a Regulus, evidentemente interesados en más detalles sobre su nueva relación.
Regulus, sintiéndose un poco abrumado pero feliz, intentó mantener el equilibrio entre disfrutar de la compañía de sus amigos y responder a sus preguntas con la mayor naturalidad posible.
Mientras Evan y Barty escuchaban los detalles del romance de Regulus con James, comenzaron a cantar animadamente "Regulus está enamorado" una y otra vez. Regulus se sonrojó profundamente, tratando de ocultar su rostro detrás del menú.
"¡Vamos, chicos, ya basta!" protestó, pero sus amigos no mostraron signos de detenerse hasta que la comida llegó. Para alivio de Regulus, el canto cesó y todos se concentraron en sus platos.
Regulus, muriéndose de hambre, no dudó en empezar a comer su pasta al pesto. Al tragar su primer bocado, se quedó pensando en el sabor familiar. Pandora, notando su expresión pensativa, le preguntó: "¿Qué sucede, Regulus?"
Antes de que pudiera responder, Barty intervino: "Mi sándwich tiene un sabor diferente a las otras veces que lo he pedido, pero está muy delicioso."
Regulus, aún perdido en sus pensamientos, respondió a Pandora: "Siento que ya he probado esta pasta antes..." Su voz se desvaneció cuando escuchó un grito desde la cocina.
"¡James Potter, deja de distraerte! ¡Me has dado una orden equivocada!" La voz resonó en toda la cafetería, dejando a Regulus en shock. ¿James Potter trabajando en una cafetería? ¿O acaso existían más James Potter?
Pandora, Evan y Barty también quedaron sorprendidos. Evan fue el primero en romper el silencio. "¿Es posible que sea tu James, Regulus?"
Antes de que Regulus pudiera responder, la puerta de la cocina se abrió y, efectivamente, James apareció con una bandeja de platos. Al ver a Regulus, se detuvo un momento, sonriendo nerviosamente.
"Regulus," dijo James, acercándose a la mesa. "No esperaba verte aquí."
Regulus aún estaba procesando la situación. "James, ¿trabajas aquí?"
James asintió, aún sosteniendo la bandeja. "Sí, trabajo aquí unos días a la semana por la tarde. Quería contártelo, pero no había encontrado el momento adecuado."
Barty y Evan intercambiaron miradas cómplices, mientras Pandora sonreía ampliamente. "Bueno, parece que hemos descubierto un nuevo talento tuyo, James," dijo Pandora.
Regulus, finalmente recuperándose del shock, sonrió tímidamente. "Deberías habérmelo dicho. Pero... la pasta está deliciosa."
James soltó una carcajada, aliviado de que Regulus no estuviera molesto. "Me alegra que te guste. Esta comida va por cuenta de la casa."
Regulus negó con la cabeza, aún sonriendo. "No tienes que hacer eso."
"Insisto," dijo James, guiñándole un ojo antes de regresar a la cocina.
Mientras James se alejaba, Regulus sintió una mezcla de sorpresa y calidez. Sus amigos, en cambio, no pudieron contenerse.
"¡Regulus está enamorado!" canturrearon Evan y Barty nuevamente, aunque esta vez en voz baja.
Pandora sonreía ampliamente. "Es una agradable sorpresa, ¿no?"
Regulus asintió, aún con una leve sonrisa en los labios. "Sí, lo es. No tenía ni idea."
El grupo siguió disfrutando de su comida, ahora con un nuevo tema de conversación: el inesperado trabajo de James en la cafetería. Regulus no podía dejar de pensar en lo mucho que James se esforzaba en mantener una vida equilibrada y en lo considerado que era al no querer abrumarlo con demasiados detalles.
Cuando terminaron de comer, James regresó a la mesa con una sonrisa. "Espero que hayan disfrutado su almuerzo."
"Lo hicimos," respondió Pandora. "Gracias, James."
Evan y Barty asintieron, y Regulus añadió: "Definitivamente ha sido una comida memorable."
James se inclinó ligeramente hacia Regulus. "Me alegra que te haya gustado. Nos vemos más tarde."
Regulus asintió, sintiendo el calor en sus mejillas. Mientras él y sus amigos salían de la cafetería, no pudo evitar mirar hacia atrás una última vez, encontrando a James observándolo con una sonrisa.
El grupo se despidió en la puerta, y mientras se dirigían a sus respectivas casas, Regulus se sintió más conectado que nunca con James. Aunque la sorpresa de descubrir su trabajo había sido inesperada, solo había fortalecido su admiración y afecto por él.
Mientras caminaba de regreso a su casa, Regulus no podía dejar de sonreír. Esta relación, pensó, estaba llena de sorpresas maravillosas, y él estaba ansioso por descubrir cada una de ellas.
Regulus llegó a casa y, al entrar, notó de inmediato los rastros de lodo con las huellas de Blue, su perro. Casi le dio un ataque al pensar en el desastre, pero se tranquilizó al recordar que su madre no estaba en casa para ver esto. Siguió las huellas hasta la cocina y vio a Blue esquivando a los sirvientes que intentaban atraparlo.
"¡Blue, siéntate!" gritó Regulus, y el perro obedeció de inmediato, sentándose con las orejas gachas.
Regulus miró a uno de los sirvientes, quien parecía aliviado. "¿Será complicado limpiar las manchas que Blue dejó?" preguntó.
El sirviente negó con la cabeza. "No hay problemas con eso, señorito Regulus. El problema es que Blue no quiere que lo bañen."
Regulus dejó su mochila en una mesa y suspiró. "Yo lo bañaré en el jardín trasero."
Anne, la ama de llaves, se acercó con una sonrisa. "Ya pusimos una piscina en el jardín para Blue."
Regulus se rió ante la previsión del personal. "Gracias, Anne."
Tomando a Blue de la correa, salió por la puerta trasera del servicio y se dirigió al jardín trasero. Allí, efectivamente, estaba una piscina inflable lista para el baño. Regulus miró a Blue y le prometió: "Si te portas bien, te daré tus galletas favoritas de cena."
Blue, entendiendo el trato, entró obedientemente en la piscina. Regulus tomó una esponja que los sirvientes habían dejado en una mesita, la empapó en jabón y comenzó a frotar a Blue.
"¿Cómo carajos te ensuciaste tanto de lodo, eh?" preguntó mientras trabajaba.
Blue soltó un pequeño ladrido y movió la cola, salpicando agua por todas partes. Regulus rió y continuó con la tarea, disfrutando del momento tranquilo con su fiel amigo. Poco a poco, el lodo fue desapareciendo, y Blue volvía a ser el perro limpio y reluciente que todos en la casa amaban.
Cuando terminó de bañarlo, Regulus le dio unas palmaditas y le dijo: "Buen chico, Blue. Ahora, vamos por esas galletas."
Blue salió de la piscina, sacudiéndose el exceso de agua, y siguió a Regulus de vuelta a la casa. Regulus se sentía satisfecho de haber logrado mantener el control sobre el caos y, con una sonrisa, se dirigió a la cocina para cumplir su promesa y darle a Blue sus galletas favoritas.
Cuando Regulus terminó de servirle un plato con las galletas favoritas de Blue, Sirius entró a la cocina, aún mirando detrás de él. Al volverse y ver a su hermano, preguntó: "¿Qué sucedió? ¿Por qué están todos corriendo por todas partes?"
Regulus, con una sonrisa, le respondió: "Blue de alguna forma se ensució de lodo y correteó por todas partes evitando que lo bañaran."
Sirius se echó a reír con fuerza y felicitó a Blue, quien movió la cola, muy feliz por el elogio. Regulus lo regañó: "No deberías celebrarle las travesuras, Sirius."
Sirius, aún riendo, dijo: "Este lugar merece un poco de caos de vez en cuando."
Regulus negó con la cabeza, sonriendo, recogió su mochila y salió de la cocina. Subió hacia su habitación, entró y se encontró a James acostado en su cama. Sorprendido, cerró la puerta con seguro rápidamente y tiró su mochila al suelo. "¿Qué haces aquí?" le preguntó a James.
James se levantó de la cama, se acercó a Regulus y, acorralándolo contra la puerta, lo besó profundamente. Regulus, después de un momento de sorpresa, correspondió el beso, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. La intensidad del beso hizo que todo lo demás desapareciera; sólo existían ellos dos en ese momento.
Finalmente, cuando se separaron para tomar aire, James le susurró: "No podía esperar más para verte."
Regulus, aún jadeando ligeramente, sonrió y le respondió: "Podrías haberme avisado. Casi me da un infarto."
James soltó una risa suave y le dio un pequeño beso en la frente. "Quería sorprenderte."
"Lo lograste," dijo Regulus, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de James y acercándose de nuevo. "Y me encantó la sorpresa."
Ambos se quedaron así, disfrutando de la cercanía y la tranquilidad del momento, sabiendo que, por muy caótico que fuera todo lo demás, siempre encontrarían paz el uno en el otro.
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James sonrió y volvió a besar a Regulus, esta vez con más suavidad. "Entonces, ¿cómo estuvo tu día?", preguntó James mientras se alejaba un poco, pero sin soltar a Regulus de su abrazo.
"Fue bastante bien," respondió Regulus, suspirando y recostando su cabeza en el hombro de James. "Fui a almorzar con mis amigos y, bueno, descubrí algo interesante."
"¿Ah sí?" James levantó una ceja, curioso. "¿Qué descubriste?"
"Que trabajas en una cafetería unos días a la semana por la tarde," dijo Regulus, levantando la cabeza para mirarlo a los ojos. "Nunca me lo mencionaste."
James se rió, un poco avergonzado. "Sí, lo hago para ganar un poco de dinero extra y mantenerme ocupado. No quería preocuparte con eso."
"Podrías haberme dicho," dijo Regulus con un tono suave, tocando el rostro de James. "No me hubiera molestado."
"Lo sé, lo sé," James le dio un pequeño beso en la nariz. "Prometo que no volveré a ocultarte nada."
Regulus sonrió y lo besó de nuevo, disfrutando del momento de tranquilidad y conexión. Finalmente, se separaron y James lo guió hacia la cama, donde se sentaron juntos.
"Entonces, ¿qué te gustaría hacer ahora?" preguntó James, acariciando el cabello de Regulus.
Regulus pensó por un momento y luego dijo: "Quiero pasar el resto de la tarde contigo, hablando y relajándonos. Ha sido un día largo y quiero disfrutar de tu compañía."
James asintió, sonriendo. "Me parece perfecto."
Ambos se recostaron en la cama, abrazados, y comenzaron a hablar sobre sus días, sus sueños y todo lo que se les pasaba por la mente. La tarde pasó rápidamente, llena de risas, besos y una conexión profunda que los hacía sentir más unidos que nunca.
En algún momento, Regulus recordó la situación con Blue y comenzó a contarle a James sobre la travesura de su perro. James rió con ganas, imaginando la escena.
"¡Blue siempre encuentra la manera de hacer de las suyas!" comentó James entre risas. "Me encantaría verlo en acción algún día."
Regulus sonrió y asintió. "Sí, es todo un personaje. Pero al final del día, siempre logra sacarme una sonrisa."
James le dio un último beso en la frente y se acomodaron más en la cama, disfrutando del simple placer de estar juntos.
La tarde se convirtió en noche, y ambos se quedaron dormidos, felices y contentos, sabiendo que tenían algo especial y verdadero entre ellos.
James despertó de repente por una melodía familiar que llenaba la habitación con un aire solemne y majestuoso. "Requiem" de Mozart. Regulus había mencionado lo mucho que le gustaba esa pieza hacía unos días, y James había decidido escuchar todas las obras clásicas favoritas de su novio para entender mejor su mundo. El sonido provenía de debajo de la almohada de Regulus. James, medio adormilado, estiró la mano y apagó la alarma del celular de Regulus, notando que eran las 5 de la mañana.
James miró a Regulus dormido a su lado, con sus manos entrelazadas, y no pudo evitar acercarse más. Comenzó a darle pequeños besos en el rostro: en la frente, las mejillas, la nariz. Nada de eso parecía despertar a Regulus. Finalmente, James decidió besarle los labios varias veces, de forma suave y amorosa, hasta que sintió que Regulus empezaba a moverse.
Regulus abrió los ojos lentamente, sorprendido al ver a James tan cerca, sonriéndole. James susurró con ternura: "Buenos días".
Regulus, aún un poco desorientado, se sentó en la cama y miró a su alrededor, hasta que su mirada se detuvo en el celular junto a James. "No puedo creer que nos hayamos quedado dormidos," murmuró mientras se levantaba de la cama, claramente alarmado.
James se levantó también y tomó la mano de Regulus para calmarlo. "Tranquilo, nadie sabe que estoy aquí y ni lo sabrán," dijo con una sonrisa tranquilizadora. "Además, fue una noche increíble."
Regulus, aunque aún un poco preocupado, no pudo evitar sonreír ante las palabras de James. "Sí, lo fue," admitió, sintiendo cómo la ansiedad se desvanecía un poco.
James le dio un último beso en la frente y comenzó a recoger sus cosas en silencio, preparándose para salir de la casa sin ser descubierto. Regulus hizo lo mismo, asegurándose de no dejar ninguna evidencia de la noche que James había pasado en la casa de los Black.
Ambos se miraron y, con una última sonrisa cómplice, se despidieron en silencio, listos para enfrentar un nuevo día con la memoria de una noche perfecta grabada en sus corazones.