Cuando Sirius Black se enamora

Harry Potter - J. K. Rowling
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Cuando Sirius Black se enamora
Summary
Cuando Sirius se enamora, James intenta ayudarlo, pero a veces tiene que dejar que su amigo lo haga por sí solo.

Corría el año 1976. James Potter estaba en la sala común de Gryffindor, mirando a dos de sus amigos: Sirius Black y Remus Lupin.

Sabía desde el año pasado que Sirius estaba enamorado de Remus, pero que nunca tuvo el valor de decirle. Aún así, James siempre solía verlos jugar entre ellos de formas en las que sólo una pareja lo haría, o esa era su percepción. Como hacían ahora. Pero sabía que no estaban juntos, sabía que tenía que encontrar alguna manera de conseguir que ambos se hicieran pareja. De la manera que sea.

James buscó con la mirada a Evans, quien también miraba a Remus y Sirius. Ella era amiga del licántropo desde primer año, y sabía que quería que ambos estuvieran juntos.

Estaba decidido: haría una reunión en la biblioteca con ella, su novio Regulus y Frank Longbottom. Se acercó a Lily.

—Lily, ¿después como a las 18 podés ir a la biblioteca? Es para un plan que tengo —le dijo en un susurro. Ella asintió con frialdad.

James se acercó a Frank y le repitió lo mismo. Perfecto, él también. Salió de la sala común y fue a los terrenos, sabiendo que Regulus estaría allí.

Y definitivamente allí estaba. Sentado junto al árbol que estaba al lado del lago, leyendo algo en un pergamino. Las rodillas casi pegadas a su pecho, mirando concentrado el pergamino, con el pelo cayéndole sobre la cara debido a que lo tenía un poco largo. Sonrió al verlo así y se acercó en silencio.

—Reggie —lo llamó quitándole el pergamino.

—¡James! —se quejó Regulus haciendo un puchero, y poniéndose de pie.

—Perdón, pero es urgente —dijo Potter—. Necesitamos juntar a Sirius y a Remus, ya.

—¿Qué tenés en mente? —le preguntó Regulus, sentándose en la rama más baja del árbol.

—Lo vamos a discutir en la biblioteca en un rato —dijo James.

Reggie asintió y lo besó. Se besaron un buen rato, hasta que tuvieron que ir a la biblioteca para idear un plan. Regulus fue en la espalda de su novio, claramente.

Llegaron y allí estaban Lily y Frank, hablando. Se acercaron a ambos y luego de saludar se sentaron, Regulus en el regazo de James. Peter se acercó y se sentó.

—¿Para qué nos juntaste acá? —le preguntó Frank—. ¿Desde cuándo venís a la biblioteca?

—No importa eso. Porque empieza el plan "juntar a Sirius Orión Black y Remus John Lupin" —respondió James, usando una voz teatral para el nombre de su plan—. Esto no puede fallar.

—Conociendo tus planes... —se burló Frank.

—Callate, mis planes siempre fueron los mejores —le dijo James.

—Mentira, funcionaban porque Remus decía qué hacer —contradijo Frank.

—Bueno, basta —les dijo Lily, pegándoles a los dos—. Digan sus ideas. —Agarró una pluma y un pergamino.

Una hora después más o menos, todos se fueron de la biblioteca, momento que coincidió con la llegada de Remus a la misma. El licántropo nunca sospechó (y si lo hizo, no le dijo nada a James) que ellos habían estado allí un rato antes.

Al día siguiente saldrían a Hogsmeade, y allí James aprovecharía para ir a las Tres Escobas con sus amigos. Pedirían una mesa y dejarían solos a Remus y Sirius con el pretexto de que tenían que ver algo en Zonko. Pero no funcionó.

Faltaba poco la la Luna llena, y Remus se enfermó debido a eso.

—Vayan sin mí, chicos —les dijo, acostado en la cama.

Sirius no quiso ir, así que James y Peter fueron solos, reuniéndose con sus amigos para pensar qué otra cosa hacer.

En el castillo, Sirius se acercó lentamente a Remus.

—¿Qué pasa? —le preguntó Remus al verlo al lado de su cama.

—¿Cómo te sentís? —le devolvió la pregunta Sirius, sentándose en la punta de la cama de Lupin para mirarlo.

—Mal —respondió Remus sonándose la nariz—. Odio tanto que se acerque la Luna llena, siempre me pasa lo mismo. —Hizo un puchero.

—Tranquilo, Remi —le dijo Sirius, acercándose y acariciándolo—. Yo te cuido.

—¿Que vos qué? —Remus se rió sin poder evitarlo.

—Sí —respondió Sirius—. Siempre me cuidas cuando estoy enfermo, y quiero devolvértelo aunque sea un día.

—Gracias —sonrió su amigo un poco sonrojado.

Ese día que no fueron a Hogsmeade, Sirius se encargó de cuidar a Remus y de tratarlo como a un príncipe. Cada cinco minutos le preguntaba si necesitaba algo.

—No, Canuto —contestaba entre risas tiernas Lupin. Sirius sonreía y lo abrazaba. Remus se seguía riendo.

Un rato después, Remus estaba leyendo algo, con Sirius en su forma animaga encima suyo. Lupin lo acariciaba mientras pasaba casi con distracción las páginas del libro, justamente, sobre animagos. De paso, comía un chocolate que le había dado Black.

Y no, Sirius no estaba haciendo todo eso para ganarse a Remus. ¿Estaba enamorado de él? Sí, pero lo hacía porque en serio quería que el licántropo se recuperara. Y no lo va a negar, también intentaba enamorarlo.

Es que, ¿quién no se enamoraría del perfecto Sirius Black?

A la noche llovía y tronaba. Lupin seguía enfermo pero con muchas cosas al lado de su cama, cortesía de Sirius, aunque ahora mismo lo único que necesitaba era acostarse con Sirius. Le tenía mucho miedo a los truenos, y por eso siempre que tronaba iba a la cama de Black y se acostaba con él. A sus amigos primero les había parecido extraño pero ya estaban acostumbrados.

—Siri —lo llamó desde su cama intentando no despertar a sus amigos.

—Mmh —murmuró Sirius entre sueños, dándose vuelta.

—Dale, Black, despertá —susurró Remus, asustándose con un trueno particularmente fuerte.

Ese trueno también despertó a Sirius, quien enseguida miró hacia la cama de Remus, sólo para verlo asustado mirándolo. Black, en silencio, salió de su cama y se acercó a la del licántropo, quien de inmediato le dejó lugar. Sirius se acostó a su lado y lo abrazó.

Remus se escondió en el cuello del animago, intentando sentirse protegido. Se terminó durmiendo, y no se dio cuenta que durante la noche Sirius cambió a su forma animaga para darle calor, ya que notaba que estaba temblando.

Unos días después, un día de luna nueva, decidieron probar la idea de Regulus: una especie de picnic para ambos. No resultó ya que ninguno apareció.

No aparecieron porque se habían olvidado del picnic, y en lugar de eso, decidieron ir a caminar. Por los terrenos, por el bosque prohibido (aunque sabían que no podían, simplemente caminaban por los bordes), por la cancha de quidditch...

—Es un día hermoso hoy, ¿no? —comentó Remus mientras caminaban.

—Sí... —dijo un poco distraído Sirius. Estaba más concentrado mirando a Remus sin que éste se diera cuenta. Si había algo que amaba, era eso: mirar a Lupin.

—¿Estás bien? —le preguntó Remus, y Sirius volvió a asentir de la misma forma distraída—. Sirius.

—¿Qué? —Sirius volvió al mundo exterior y miró a Lupin, quien había frenado su caminata.

—¿Qué te pasa, Siri? Estás muy distraído —le dijo Remus. Su preocupación se notaba—. ¿Pensando en alguien? —Y ahora se notaba su burla.

—Sí —asintió Sirius.

—Epa, ¿quién es la afortunada?

—Afortunado —lo corrigió Sirius. Había revelado que era bisexual el mismo día que lo hizo James. Y ese día también lo hizo Remus: el licántropo era gay.

—Bueno, ¿quién es? —preguntó Remus.

—Otro día te digo —dijo Sirius y siguió caminando. Remus lo miró un poco extrañado pero lo siguió.

Hablaron de cualquier cosa, y hasta pasaron un rato en la cabaña de Hagrid con el cachorro Fang y el semigigante.

—Hagrid, tenemos que volver —le dijo Sirius una hora y pico después—. No tenemos ganas pero no nos podemos quedar, ya sabés.

—Claro —susurró Hagrid. Odiaba cuando los Merodeadores se tenían que ir, a pesar de que siempre lo volvían loco. Ellos le habían regalado a Fang a principios de año, al día siguiente de la ceremonia de selección para ser más exactos—. Adiós, chicos.

Ellos le sonrieron y se despidieron, tanto de él como del cachorro, el cual los adoraba.

—Lindo día hoy, ¿no? —repitió Sirius las palabras de Remus, con una sonrisa.

—Sí —sonrió Remus.

Ambos miraron el atardecer, algo que les encantaba y que siempre que podían lo hacían. Sentían que era algo sólo de ellos dos, por eso nunca lo "compartían" con James y Peter.

—Ahora sí, ¿vamos? —le preguntó Remus. Sirius asintió pasando su brazo por los hombros del más bajo, y fueron a la sala común.

Allí, James, Peter, Lily y Frank se miraban exasperados al verlos a ambos entrar juntos y abrazados. No pudieron juntarlos para un maldito picnic.

—Chicos, se olvidaron del picnic —les dijo James apenas los vio, haciéndose el ofendido y aparentando que había ido todo su grupo.

—¿Había picnic? —fue la pregunta de Sirius.

—Definitivamente se olvidaron —les dijo Frank negando con la cabeza e intercambiando una mirada con James y Peter.

—¿También te olvidaste, Remus? —le preguntó Peter, y el licántropo asintió.

—Sí, pero estuve con Sirius todo el día —respondió, y no notó que la mirada de James, Peter, Frank, y Lily que los había escuchado, cambió al escuchar eso.

No habían ido al picnic pero habían estado juntos...

Había pasado como una semana de eso, y James aún se hacía el ofendido para risa de Remus y Sirius.

Esa noche, Sirius se despertó. Se levantó a tomar agua, pero no vio a Remus en su cama. Preocupado, buscó la capa invisible, sólo para darse cuenta de que Lupin se la había llevado. Suspiró e igualmente salió.

Remus solía ir a la Torre de Astronomía, algo irónico según Sirius. Cuando les pasaba algo, los dos iban casi siempre a la Torre, a veces hasta se cruzaban.

Black, por lo tanto, se dirigió a la Torre de Astronomía por algunos pasadizos, llevando consigo el mapa del merodeador para ver si no había nadie medio cerca.

Una vez que llegó entró en silencio, encontrándose con Remus, quien estaba sentado contra la pared mirando el exterior.

—¿Qué hacés aquí? —le preguntó Remus en un susurro, al verlo.

—Vine a buscarte —respondió Sirius sentándose a su lado—. Me preocupó no verte en la cama.

—Pero sabías dónde estaba yo —le recordó Remus, y Black asintió.

—Si querés me voy —susurró el mayor.

—No —negó el castaño—. No quiero que te vayas.

Sirius acarició su mejilla, pasando suavemente su dedo por las cicatrices de su amigo.

—Me gusta alguien —le dijo.

—¿Q-quién?

—Tendrás que adivinar —se rió Sirius guiñándole un ojo, y dándole un chocolate.

—¿Es Gryffindor? —preguntó Remus empezando a comerlo.

—Sí.

—¿Va a nuestro curso o es menor?

—Al nuestro. Yo no soy asaltacunas —se rió Sirius.

—Mmmh, ¿seguro?... Ravenclaw de tercer año..., Gryffindor de primer año..., tres Hufflepuff de primer y segundo año...

—¡Bueno, bueno! —lo cortó Sirius apartando la mirada. Remus se rió.

—Describilo —le dijo.

—Bueno. Cabello castaño corto, hermosos ojos color miel, los cuales en serio amo. Es un poco más bajo que yo, su humor está prácticamente regido por la Luna, pero aún así yo se lo logro cambiar casi siempre, y aunque él odia sus cicatrices...

—Sirius —lo detuvo Remus—. ¿Yo te gusto? —le preguntó directamente.

—¿Q-qué? —Sirius lo miró.

—Que si te gusto —repitió Remus, agarrando su cara para que lo mire.

—¿Qué te hace pensar eso?

—La descripción.

—... S-Sí —susurró Black, sonrojado—. Sí, te amo, Remus.

—Y yo a vos —susurró Remus—. En serio te lo digo. —Se acercó a él.

—¿Puedo besarte? —le preguntó Sirius, también acercándose, y Remus asintió.

Sirius lo besó lentamente. Remus cerró los ojos, dejándose llevar, correspondiendo al beso con lentitud, sintiendo su corazón latir con fuerza, y hasta podría jurar que sentía el de Sirius latir con la misma fuerza. Sintió que los labios de Sirius acariciaban los suyos, besándolo con ternura, comprendiendo que era su primer beso. Remus llevó sus manos al pelo largo de Black, enredando sus dedos en este sin separar sus labios, sintiendo como Sirius abrazaba su cintura queriendo acercarlo a él, besándolo un poco más fuerte pero sin que el beso llegue a ser brusco. Lupin sintió que podría besarlo por años, hasta que el aire empezó a acabarse, y se separó a pesar de que no quería hacerlo.

—Te amo, pulgoso —susurró, sonriendo de forma tonta.

—Y yo a vos, mi lobito —sonrió Sirius, besando su mejilla y dándole un tierno pico—. ¿Fui tu primer beso, verdad?

—Sí —respondió Remus—. Y siempre serás el único al que bese, estoy seguro.

—No digas siempre —sonrió Black—. Yo quiero seguir con vos siempre, eso sí, pero no sabemos lo que podría pasar en el futuro. —Y lo volvió a besar de forma fugaz, siendo ese contacto de labios muy efímero, muy breve.

—Lo sé —sonrió el menor.

—Remus..., ¿querés ser mi novio? —murmuró Sirius—. Debería decirtelo con algo de romanticismo, pero sabés bien que eso no me sale.

—Claro que quiero —sonrió Lupin, y lo besó de nuevo.

Claro que ninguno se dio cuenta de que James, Lily, Regulus, Frank y Peter los estaban espiando, protegidos por un hechizo invisible.

—Les dije que teníamos que dejar que se arreglen solos —les susurró Lily a los demás.

Remus y Sirius, ajenos a ello, estaban sentados muy pegados, observando las estrellas. Remus apoyaba la cabeza en el hombro de Sirius, quien rodeaba su cintura con un brazo.