
Bastardos
El te en la mesa se había enfriado hace mucho, la sirvienta había dicho que Gwayne estaba atendiendo algunos asuntos por eso tardaría en llegar.
No lo creía, no cuando al otro lado del castillo la puta de Rhaenyra se desangraba pariendo a su sexto bastardo, porque sí, Alicent lo sabía, todos los hijos que la princesa había engendrado eran bastardos. Los rasgos fuertes en Jacaerys, Lucerys y Joffrey habían sido demasiado evidentes en cuanto nacieron.
Para nadie era un secreto quien era el verdadero padre, Harwin Strong se había marchado a tomar su lugar como heredero de Harrenhal en cuanto el tercer niño nació, aunque Laenor Velaryon se jactara de que los tres eran suyos para todos era obvia la verdad, "la sangre Arryn y Baratheon pudo más" decían mostrando con orgullo a los tres niños de cabello oscuro. Todos se hacían de la vista gorda ante lo evidente, todos menos ella, Alicent sabía de donde provenían esos niños, eran bastardos se les notaba a leguas.
—Hermana. —Gwayne saludo como se debía tomando asiento en la pequeña mesa.
—Tardaste. —se sentó frente a él observándolo con detenimiento.
—Si, tenía asuntos que arreglar. —claro que los tenía, Alicent sabía muy bien cuáles eran esos asuntos.
—Claro que si, tu tercer hijo está naciendo en estos momentos. —el desconcierto en el rostro de Gwayne casi pareció real.
—¿Hijo? ¿De que hablas Alicent? —podia admitir que su hermano fingía muy bien.
—Lo se todo Gwayne. Tu eres el padre de los hijos de Rhaenyra. —el alfa se levantó abruptamente haciendo que su silla cayera en el proceso.
—¿Acaso enloqueciste? ¿Si quiera sabes la magnitud de tus palabras? —se levantó encarandolo.
—Ya no mientas Gwayne, lo sé todo.
Tardó en descubrirlo pero lo había hecho, cuando Rhaenyra tuvo a su cuarto hijo pensó que por fin Laenor Velaryon había cumplido su deber después de tantos años, el niño nació con todos los rasgos Valyrios, tal y como debía ser. La princesa había tenido la osadía de nombrarlo como ella a su primer hijo, Aegon, desde ese momento los comenzaron a llamar Aegon el menor y Aegon el mayor para diferenciarlos, lo peor que su primogénito le tomo cierto afecto al pequeño quizá porque compartían nombre.
Solo un par de años después la princesa volvió a quedar en cinta, otro varón, decidieron nombrarlo en honor al Rey, se llamo Viserys y al igual que su hermano el pequeño había heredado todos los rasgos Valyrios de ambos padres, hasta ese momento Alicent no veía nada malo en ellos, eran dignos príncipes Targaryen como sus propios hijos, a la princesa le tomo menos de un año para volver a embarazarse, en el trascurso de ese embarazo fue que sus sospechas comenzaron.
Todo comenzó cuando al observar los entrenamientos de sus hijos junto con su esposo pudo observar a Ser Laenor interactuar mucho con un caballero Velaryon, uno al que ya había visto varias veces antes, pero solo hasta ese instante se percató del exceso de confianza que había entre ambos alfas. No era desconocido para nadie que el esposo de la princesa gustaba de compartir su lecho con otros alfas, de ahí dependía que en los primeros años de matrimonio con ella no hubieran dado príncipes al reino.
Lo que le siguió termino de hacerle ver que algo andaba mal con esos niños, su hermano Gwayne llevaba varios años ya en la corte, era el comandante de la guardia de la ciudad, vivía en la fortaleza y a ella le agradaba tenerlo ahí, desde la muerte de su padre ese lugar se sentía demasiado solo, su única compañía eran sus hijos, pero estos habían crecido ya, estaban en edad de comprometerse y sabía pronto la abandonarían, la llegada de Gwayne fue un alivio para ella, pero dejo de serlo cuando descubrió que su querido hermano se escabullía hasta el Torreón de Maegor con regularidad, lo supo gracias a Ser Criston, el único ahí que le seguía siendo leal únicamente a ella. Por eso mismo pidió al guardia que vigilará a su hermano de cerca durante estuviera en la fortaleza, el capa blanca así lo hizo, solo tuvieron que pasar algunos días para que esté llegará con noticias que destrozaron su corazón, su hermano, su querido hermano había caído en las garras de la puta de Rhaenyra, no sabía cómo había sido posible aquello, pero según el Ser, Gwayne visitaba los aposentos de la princesa con regularidad. Desde ese momento la duda se instaló en ella, comenzó a fijarse mejor, a ver con detalle el comportamiento de ambos, no grata fue si sorpresa al ver que su hermano trataba a Rhaenyra con una extraña amabilidad, esta apenas tenía unos meses de embarazo pero cada que coincidían en algún lado su hermano siempre le tendía su brazo para caminar, le ayudaba en cualquier cosa que la princesa quisiera, hasta parecía que Gwayne era su esposo. Fue ahí que ato cabos fácilmente. Lo termino de confirmar cuando en uno de sus paseos por el jardín se encontró con las nanas de los pequeños príncipes, Aegon y Viserys estaban muy pequeños aún, el segundo apenas y hacía poco que había aprendido a caminar por si mismo cualquiera que los viera pensaría que eran gemelos, se dispuso a tomar el té mientras los observaba jugar con sus cuidadoras, su taza cayó al ver como los niños corrían bajo el sol persiguiéndose mutuamente, ambos tenían el cabello rizado con el típico tono Targaryen, aunque bajo el sol, este parecía que resplandecía dándole un bonito tono rojizo, la verdad cayó como un balde de agua fría sobre ella, sin pensarlo se acercó hasta ellos, el pequeño Aegon le obsequió una flor de las que habían en el jardín, nunca había tenido oportunidad de verlos así de cerca, las pocas veces era solo de lejos ya que los niños siempre estaban con sus hermanos mayores o con sus padres, sus padres, en ese momento le recordaron tanto a sus propios hijos cuando estaban pequeños.
—Oh, mira querida, al menos algo heredaron de ti.
Esas habían sido las palabras de Viserys cuando vieron a Helaena y Aegon jugar en ese mismo jardín con el pequeño Aemond de ese entonces, el cabello de los tres brillaba en un tono rojizo bajo los rayos del sol, en ese momento solo sonrió dándose cuánta que al menos ese rasgo Hightower habían heredado, aunque con el tiempo su cabello tomo el típico tono Targaryen.
Después de eso, todo concordó a la perfección, la llegada de su hermano, el repentino embarazo de la princesa después de tantos años, se sintió estúpida al no darse cuenta antes, quizá no podía haber nada pero quería escuchar la verdad de boca de su hermano, pero este aún con todas las pruebas en su contra se negaba en aceptar la obvia verdad.
—¿Que diría nuestro padre de todo esto?
—Que enloquesiste seguramente. —la reto.
—Ya no lo niegues Gwayne, lo descubrí todo. ¿Como pudiste? Eres un alfa respetable, ¿como pudiste caer en sus redes? —su hermano levantó la silla que había caído antes y volvió a sentarse. Se veía tan calmado que hasta le hizo dudar.
—Bueno, he de confesar que sí, algo de lo que dices es verdad. He caído en las garras del dragón, los omegas Targaryen son una tentación para cualquiera. Pero sin duda no es por quien tú piensas, en realidad mi. . . —la puerta fue tocada varias veces interrumpiendo.
—¿Quién? —casi grito, había ordenado que no la molestarán.
—Dyana mi Reina, su majestad pide su presencia para conocer al hijo de la princesa heredera. —¿Asi que lo había logrado? En verdad deseo que Rhaenyra muriera desangrada en el lecho de parto—. La esperara en los aposentos de ella.
—Iré en un momento. —respiro un par de veces antes de ponerse de pie, esa situación se le hacia tan familiar, recordó cuando el último de los bastardos de pelo castaño nació, Joffrey habían tenido el descaro de llamarlo como el difunto amante de Laenor, y pensar que por un momento creyó que esos nuevos tres niños eran príncipes legítimos, parecía ser que la princesa solo podía parir bastardos—. Seguiremos después. —Gwayne asintió quedándose en su sitio—. Acompáñame, irás conmigo a conocer a tu nuevo hijo. —el alfa suspiro obedeciendo.
—Deberias ser más prudente hermana, quizá tengas que tragarte tus palabras.
No le hizo caso, ambos caminaron hasta los aposentos de Rhaenyra, afuera Viserys ya la esperaba, entraron juntos a conocer al nuevo príncipe.
—¿Que hacen aquí? —le sorprendió ver a tres de sus hijos ya ahí, el único que faltaba era Daeron.
—Esa no es forma de saludar querida. —reprendio su esposo.
—Pido disculpas. Princesa, Lord Laenor. —ambos asintieron notablemente incómodos con su presencia, no los culpaba ella estaba igual, más ahora que sabía toda la verdad—. ¿Como te sientes Rhaenyra? ¿Donde esta el bebé?
—La. —corrigió Aemond—. Es una niña y se llama Aemma. —así que una niña.
—La están limpiando la traerán en unos momentos. —intervino Laenor.
Después de un tiempo entre felicitaciones y buenos deseos una de las parteras por fin llevo a la niña, saludo y los paso de largo a todos poniéndola en los brazos del alfa directamente.
—Es hermosa como su madre. —hablo Laenor mientras la arrullaba.
—Ya lo creo. —concordo el Rey.
—¿Quieres cargarla cuñado? —para su sorpresa su hijo no se negó, Aemond se acercó cauteloso tomando a la bebé entre sus brazos con una delicadeza y ternura que hasta esos momentos le eran desconocidos, nunca había visto a su hijo comportarse así con nadie, quizá era el hecho de que era una recién nacida.
—Tienes la verdad ante tus ojos y ni así la quieres ver. —Gwayne le susurró al oído, se quedó viéndolo confundida sin entender que quería decir.
Después de un tiempo la habitación se fue quedando vacía, ella no quería irse, no sin antes hacerle saber a Rhaenyra que conocía su secreto.
—Reina Alicent, mi esposa necesita descansar igual que Aemma, ¿podría?
—Oh claro. —dejo una última caricia en el rostro angelical de la bebé antes de devolvérsela a su "padre"—. Antes de irme quisiera unas palabras contigo Rhaenyra, ¿es posible? —la omega asintió aún ante la obvia negativa de Laenor.
—Damela, ve a ver si los niños necesitan algo.
—Ser Erryk está afuera por si necesitas algo, no tardaré. —era patético, no era tan estúpida como para dañar a Rhaenyra frente a todos.
—¿Y bien? —hablo ella en cuanto Laenor cerró la puerta tras de sí.
—Lo se todo. —dijo con seguridad—. ¿No te basto con tres? Claro que no. —contesto ella misma—. Lo que no entiendo, ¿por qué mi hermano? ¿Es para obligarlo a apoyarte en un futuro? ¿O es una venganza contra mi?
—Reina Alicent, no entiendo de qué hablas. —rio sin gracia, era de esperarse que negara todo.
—No te hagas la tonta Rhaenyra, seis bastardos es una falta grave a la corona. —la princesa rio—. Pero que se podía esperar de ti, tus desvergüenzas no tienen límite. Tardé, pero me di cuenta, no puedo creer que hayas arrastrado a mi hermano a esto.
—Si mi padre te escucha será tu fin, te aseguro que ni tus hijos podrán salvarte.
—No menciones a mis hijos, ellos a diferencia de ti son dignos príncipes Targaryen, tres alfas que muy bien podrían ser herederos de Viserys. No entiendo cómo te sigue considerando después de tus acciones.
—Mi padre nunca cambiará de sucesor, no importa que sea mujer, no importa que sea omega, seré la primera Reina de Westeros y nadie lo podrá evitar. Ni si quiera tu, me asegure de eso. —eso le causó gracia.
—¿Piensas que porque Gwayne es padre de tus bastardos yo no lucharé por el derecho de Aegon? —negó sin dejar de reír—. El es solo un caballero sin ejército ni hombres a su disposición, no te servirá de nada.
—¿Acaso estás insinuando que usurparas el trono de hierro? —fue turno de la princesa de reír—. Pues ya que nos quitamos las máscaras hablemos con la verdad. Sí, mis hijos podrán ser bastardos a tu parecer, pero creeme, supe elegir un buen padre para cada uno. —el horror la invadió—. Jace es el siguiente en la línea de sucesión, tiene sangre Targaryen y eso es lo que importa, Harwin iría a la guerra sin dudar por el, Harrenhal es el asentamiento más grande se Westeros sería una buena base para reunir ejércitos.
—Eres una. . .
—Corlys por otro lado daría su vida por Luke lo ama tanto como a Laenor. —casi se tambaleó al comprender—. La flota Velaryon es basta, son la casa más rica de Westeros, mi hijo tiene sangre Velaryon después de todo, la Serpiente Marina no dudaría ni un instante en apoyar mi reclamo.
—¡¿Pero que dices?!
—Mi amado Joff, ¿nunca te haz preguntado por qué es el consentido de Laenor? —nego sin saber que más hacer—. Joffrey Lonmouth fue un alfa formidable tanto en batalla como en la cama. Una pena que tu perro guardián acabará con el justo el día del nacimiento de nuestro hijo, Laenor espera ansioso el día que Criston cometa un error, no durará en alzar su espada en su contra por arrebatarlo de nuestro lado, Joffrey fue lo único que nos quedó de el.
—Rhaenyra. . . —esta sonrió aún más, disfrutando su desconcierto sin duda.
—No lo negare, mis tres pequeños tienen sangre Hightower. —su espalda choco contra la pared al escuchar la confirmación de sus sospechas, la princesa acarició los cabellitos platinados de su recién nacida mientras la veía con adoración—. Te aseguro que lo último que tus hijos harían sería intentar algo contra mi. Gwayne menos, no importa lo que hagas o digas Alicent, seré Reina después de mi padre, y nadie podrá impedirlo menos tu, una simple Lady hija de un segundo hijo sin herencia ni bienes a su disposición.
—¡Tu! —queria abalanzarse contra ella—. ¡Eres una puta desvergonzada!
—¡Cuide sus palabras lady Alicent! —Laenor Velaryon entro impidiendo se acercara más a Rhaenyra—. Váyase ahora si no quiere que informe al Rey sobre este agravio contra mi esposa y nuestra hija. —quiso reír al escucharlo, "su hija" claro que sí.
—No te saldrás con la tuya Rhaenyra, esta vez no. —advirtió al salir.
Tuvo que apoyarse en las frías paredes de la fortaleza al caminar mientras se alejaba de ahí. Todavía no podía creer todo lo que había escuchado.
—Maldita seas Rhaenyra. —susurro avanzando por los pasillos, su hermano había caído demasiado bajo al enredarse con alguien así de desvergonzada como lo era la princesa.
Debía hacer algo y debía hacerlo ya, tenía que encontrar la forma de que Aegon fuera el heredero, buscar aliados y hacer lo que fuera para que el reclamo de su hijo fuera sólido. Quizá era momento de dejar su rectitud y moral a un lado, hace mucho había rechazado la idea de su padre de casar a Aegon y Helaena, sus mellizos se llevaban bastante bien y su padre había visto potencial en ello, en su momento le pareció una aberración, nunca seguiría las costumbres de los Targaryen. Pero ahora, ahora debía hacer que Aegon fuera un digno heredero, su hermana sería la mejor opción para ser su Reina, no importaba que ambos fueran alfas Helaena era mujer y podía procrear. Debía planear bien todo antes de llevarlo a cabo.
Conforme pasaron los días su plan fue tomando forma, el tiempo ayudo a elaborarlo mejor, Aegon y Helaena debían casarse sin duda y tener herederos cuanto antes, después de todo los Targaryen eran queridos en el Reino era mejor seguir con la pureza en su sangre. De igual forma Aemond y Daeron servirían para hacer alianzas a través de matrimonios, aunque Daeron fiera beta no lo hacía menos príncipe, cualquiera se sentiría honrado de casarse con un príncipe dragón. Viserys aún contaba con salud, había tiempo para ganarse a la gente y a los grandes Lores de Westeros, la moral y la decencia debían prevalecer y con Rhaenyra sabía eso no sería posible.
Seis lunas habían pasado ya desde el nacimiento de la hija bastarda de Rhaenyra, no le importaba que fuera su sobrina era hija del pecado y la promiscuidad nunca sería digna de algo, mucho menos de su afecto. Para ese tiempo ya había comenzado a insinuarle a su esposo el deseo de buscar compromisos para sus hijos, cuando por fin se lo propuso este acepto con gusto diciéndole que efectivamente sus hijos ya tenían edad suficiente para hacerlo, que incluso pensó que para esas alturas ya tuvieran sus primeros cachorros. Si bien era verdad la realidad era que ella nunca quiso imponerles nada, a diferencia de ella quería que sus hijos se casaran por amor, aunque sabía eso era imposible, lo confirmaba en esos momentos, ellos tendrían que casarse con quién más les conviniera a sus planes.
—Mi Reina los príncipes no están por ningún lado, pregunté a otros sirvientes pero no los han visto. —eso la inquieto, había mandando llamar a sus hijos para tomar el té juntos, aprovecharía la oportunidad para hacerles saber de sus planes, pero escuchar que no estaban la preocupó, ahora sabía Rhaenyra sería capaz de todo con tal de ser Reina.
—¿Estas segura, los cuatro? —Dyana asintió.
—Le pedí a Ser Criston que los buscará, quizá el tenga mejor suerte.
Esperaron ahí, después de unos momentos la puerta fue tocada, Dyana salió al encuentro del Ser.
—Los encontró mi Reina.
—¿Donde están?
—El príncipe Daeron salió a volar junto al príncipe Joffrey hace algún tiempo, la princesa Helaena y el príncipe Aegon y Aemond están en las guarderías con los hijos de la princesa Rhaenyra.
Se levantó de inmediato, ¿como era posible? ¿Que hacían sus hijos ahí? Sin dudarlo salió de su habitación rumbo a las guarderías, no tardó mucho en llegar quizá fue el enojo que hizo que no sintiera el camino. Cuando entró lo último que espero ver fue a sus mellizos con lágrimas en los ojos mientras sostenían a los bastardos de Rhaenyra en brazos, Helaena cargaba al pequeño Viserys y Aegon a su homónimo, los niños reían más qué contentos, todos tenían su vista en otro lugar de la enorme habitación, ni si quiera se percataron de su presencia.
—Dignos príncipes Targaryen. —hablo Aegon acomodando los rizos del pequeño, el nudo en su garganta fue evidente.
—Es bueno saber que no pasaran lo mismo que nosotros. —dijo Helaena, no entendía a que se referían.
—Que sus huevos no hayan eclosionado no significa que ustedes no lo fueran. —su sangre hirvió al ver a Rhaenyra acercarse a sus hijos, alzó sus manos acariciando el rostro de ambos, parecían tan cómodos con su tacto—. Ustedes son dragones y lo han demostrado muchas veces, estoy segura lo seguirán haciendo. —no paso desapercibida la mirada que los tres compartieron.
—Esperemos el de Aemma sea igual. —ese era Aemond, se acercó más viendo como su hijo cargaba a la mencionada en sus brazos mientras Lucerys hacia reír a la pequeña.
—Lo será. —respondió Rhaenyra—. Pero si no igual puede reclamar uno cuando crezca, seguir los pasos de su tío favorito no estaría mal. —boqueo al ver a Aemond sonrojarse, no comprendía como sus hijos podían comportarse así con esa maldita. Nunca los había visto tan cómodos como en esos momentos.
—Tambien viniste. —la voz de Viserys llamo la atención de todos haciendo que se fijarán en ambos.
—Si. —respondio nada más.
—Que bendición, ¿no? Nunca ha habido tantos dragones como ahora.
—Todo se lo debemos a Dreamfire. —Rhaenyra se acercó ayudando a Viserys a terminar de entrar, ella se había quedado en su sitio sin saber de qué hablaba su esposo—. Egg y Vis serán jinetes de dragón como sus padres. —la sonrisa de Aegon y Helaena se ensanchó.
—Ven querida. —su esposo llamo—. Estas crías de dragón son hermosas, hace tanto que no hay unas en la Fortaleza, desde que mis primeros nietos nacieron. —se acerco corroborando que si, dos pequeños dragones se acurrucaban cerca de la enorme chimenea, y efectivamente uno era de un turquesa brillante con pequeños cuernos negros mientras el otro era dorado, tanto que con la sola luz de las brazas sus escamas brillaban.
—No te preocupes hermano, pronto habrá más. —Daemon hacia acto de presencia, y detrás de él Gwayne también, fijo su mirada en el, no comprendía como esos bastardos habían logrado hacer sus huevos eclosionar aún siendo mitad Hightower, sus propios hijos no lo habían logrado en el pasado.
—Se más cauteloso hermano, nadie tiene que saber el verdadero por qué de tu apresurada boda. —Daemon rio acercándose más a Viserys.
—Bueno, aquí solo hay familia, no hay secretos entre la familia. ¿Verdad?
—¿De que nos estamos perdiendo? —intervino Lucerys.
—Tu tío favorito pronto se casará pequeño omega. —la sorpresa fue evidente en todos.
—¿Quién es la víctima? —Helanea golpeó el brazo de su hermano en reprimenda.
—Bueno, creo que los Targaryen tenemos debilidad por los malditos Hightower.
—Daemon. —reprendio Viserys.
—¿Miento? —hubo algunas risas—. ¿Luke? ¿Nyra? Y tú no te quedas atrás hermano, aunque nosotros tuvimos mejor suerte. —no paso por alto el sonrojo en el rostro del bastardo de Rhaenyra, mucho menos en la mirada que compartió con Aemond, ¿sería posible?
—Mejor diles de quién se trata de una vez. —respondio Viserys.
Daemon se acercó a Gwayne, este no tardó en abrazarlo por la cintura pegándolo más a el, todos lucían sorprendidos, todos menos Viserys y Rhaenyra. No lo podía creer, ¿como era posible? Negó un par de veces alejándose un poco del grupo, todos reían y felicitaban a la pareja. Ella aún seguía en shock, ¿su hermano y Daemon? ¿A él se refería Gwayne cuando lo confrontó? ¿Entonces? Los hijos de Rhaenyra. . .
—Tío ya dámela, yo también quiero cargar a mi hermana. —pudo escuchar la voz de Lucerys a lo lejos hablándole a Aemond mientras intentaba que le diera a la bebé, esta lucia más que cómoda siendo sostenida por su hijo, Aegon y Helaena seguían con los pequeños en brazos observando a las crías de dragón intentar llegar hasta sus jinetes.
—Sí, mis hijos podrán ser bastardos a tu parecer, pero creeme, supe elegir un buen padre para cada uno de ellos—
Tuvo que sentarse en una silla cercana cuando todo encajo. ¿Como había sido tan ciega? ¿Como no se dio cuenta? Sus hijos, sus amados hijos.
—No puede ser. —susurro por bajo.
—Te lo dije, la verdad estaba ante tus ojos hermana. —Gwayne se acercó solo parándose a su lado—. Perdiste el día en que la princesa volvió a la Fortaleza Roja, los Targaryen y sus costumbres ¿Verdad?