James.

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
James.
Summary
Sirius ha sido leal toda su adolescencia a una única persona.Su dicha lo era todo para él, incluso si eso traía a su propia persona muchas desdichas.Le confeso que sus peores miedo lo acechaban en su casa.Ahora todo eso le provoca una inmensa cantidad de asco.
Note
Esto tenía 666 palabras en su primer borrador. Me pareció importante señalarlo.

-¿Estás llorando, Sirius?

 

Se tapó la boca y negó.

 

Pero estaba oscuro, obviamente James no podía verlo.

 

-Prometiste decirme cuando estuvieses triste, Canuto.

 

Había un pequeño tono de burla mientras la voz se acercaba más y más a su cama, atravesando la oscuridad. 

 

Pero aunque Sirius podía notar la burla, lo hizo querer llorar con más ganas la enorme preocupación que escuchó entremezclada en la voz de su mejor amigo.

 

No le gustaba que James se preocupara por él. De hecho, no le gustaba que nadie se preocupara por él. 

 

-Hey, amigo, ¿Qué pasa? Se que no estás bien. Algo pasa desde que llegaste. Apareciste de repente y no has dicho mucho.

 

Y cualquier toque de jugueteo desapareció de la voz de James. Todo era seriedad y un toque de dulzura. James siempre se tomaba muy enserio la seguridad de Sirius, pero siempre se aseguraba de hablar a Canuto con una dulzura única. 

 

Tal vez por eso Sirius había empezado a estar tan insatisfecho con el título de mejor amigo.

 

James siempre lo miraba de una forma especial, había un cariño que le daba a Sirius la certeza de que ocupaba un muy especial lugar en el corazón de ese chico.

 

James siempre había estado ahí, era inigualable, confiable, valiente y leal.

 

James era su mejor amigo, pero no era suyo. No de la forma en que quería que lo fuera.

 

Sirius sintió el toque en el hombro y el peso en el lado derecho de la cama.

 

Por fin dejo de estar de costado. Se volteo para encarar a Cornamenta incluso si no se sentía lo suficientemente fuerte para hacerlo.

 

Cuando se trataba de James, nunca se había tratado de fuerza.

 

Si era James no importaba que tan fuerte era su magia o que tan altas eran sus notas. Su velocidad al volar y su popularidad eran cosas irrelevantes. Eran cosas que solo importaban en su casa.

 

Para James nunca había habido algo que probar. Solo había necesidad de honestidad.

 

Y aunque en la vida de Sirius nunca había existido honestidad, era fácil pensar que en lo suyo con James no existía la mentira.

 

Su mejor amigo estaba en pijamas, unas que combinaban perfectamente con el estampado de la habitación.

 

Era la habitación de James después de todo. 

 

La casa de James era su santuario.

 

Su lugar seguro. La residencia Potter. Lo más cercano que poseía a un hogar, incluso por sobre Hogwarts. 

 

Porque incluso si tenía una casa con techo y puertas y muros y ventanas, nunca poseería la calidez del hogar que James le había compartido.

 

Por eso ese había sido el lugar al que había corrido ese último día de las vacaciones de Pascuas.

 

Incluso si mañana tenía que partir a Hogwarts.

 

Incluso si en verano tendría que volver a la casa Black.

 

James lo miró profundamente preocupado. No llevaba gafas y Sirius podía notar el como encasillaba un poco los ojos buscando claridez que no podía obtener fácilmente sin los lentes.

 

Sirius se recostó finalmente boca arriba. Toda su espalda contra la colcha. Todas las lágrimas secas brillando en sus mejillas. Toda su atención puesta en James.

 

-Cornamenta... Le tengo miedo a mis padres.

 

Fue el silencio lo que prosiguió a su declaración.

 

A la mañana siguiente, cuando la Señora Potter pasara a despertar a los adolescentes para su viaje en tren, no estaría muy sorprendida de encontrarlos en un abrazo fuerte y firme debajo de las mantas en la cama que habían preparado el día anterior para Sirius. Aunque se sorprendería al darse cuenta de que James no quería soltar a Sirius. Y si su hijo parecía angustiado al despertar, no quedó rastro de ello en cuanto Sirius también abrió los ojos

 

Si James pensó en esa noche o le dijo a alguien de ese suceso, no le dio a Sirius signo alguno de ello

 

No le mostró más de la vulnerabilidad que le había mostrado esa noche, cuando Canuto le hizo su confesión.

 

Sirius no le dijo a nadie más lo que le dijo a James esa noche.

 

Incluso cuando le pidió a Dumbledore permanecer en Hogwarts durante el verano y este se negó. Nisiquiera entonces pudo sacar esas palabras como argumento.

 

De todas formas sabía que no lo entenderían.

 

Nadie que no fuese James no podría entender jamás la fuerza que poseían esas palabras.

 

Porque Sirius se había quejado de sus padres por años. Disfrutaba de hacerlos quedar mal ante cualquiera que quisiese escuchar. Le había contado a quien quisiese esuchar que eran unos padres horribles. 

 

Sirius era un Gryffindor. Y Sirius no le había temido a sus padres desde que tenía 9 años.

 

Pero James sabía bien que Sirius no podía vencer a un Boggart.

 

 

 

 

 

Tick.

 

Tock.

 

Tick.

 

Tock.

 

Tick.

 

Tock.

 

T_ck.

 

To_k.

 

Tic_.

 

_ock.

 

T__k.

 

To__.

 

__ck.

 

_ic_.

 

____.

 

 

Sirius deseo morir.

 

Pidio a todos los Dioses morir mientras escuchaba el reloj de Voldemort.

 

Cuando el sonido del reloj de ese monstruo empezó a desdibujarse rogó morir con cada pensamiento coherente que podía formular.

 

Rogó a cualquier Deidad. 

Cualquiera a la que los Muggles alabasen. 

Cualquiera a la que los Magos alabasen. 

Cualquiera que quisiese escucharlo.

 

Rogó por morir y no volver a abrir los ojos.

 

Deseo morir porque no quería traicionar a James.

 

James era el sol de su vida. Prefería morir antes que verlo extinguirse.

 

Necesitaba morir porque quería ver a James vivir.

 

Así que pidió ser débil. Por una vez, pidió ser tan débil como para no poder sobrevivir al experimento final.

 

Pero tal vez los Dioses no existen.

 

Ni en el inframundo.

 

Ni en el paraíso.

 

No hubo Deidad Celestial que escuchara sus ruegos.

 

Sirius vivió. Abrio los ojos escuchando el reloj del Lord en el fondo.

 

Y cuando pudo formular pensamientos nuevamente.

 

A Sirius ya no le importó haber vívido.

 

Cuanta alegría sentía ahora.

 

Su dicha era inmesa e inigualable.

 

Estaba vivo.

 

¡Oh! ¡Que feliz estaba por seguir vivo, lejos de los traidores a la sangre!

 

¿Cómo podía desear morir cuando ahora podía servirle a un Amo tan generoso?

 

Fue maravilloso ver el mundo como era por una vez. Entender el rol de cada persona en este enorme escenario.

 

Pero se permitió sentirse asqueado. Haberse rodeado de sucias y horribles alimañanas todos estos años. Atreverse a pensar que podían siquiera valer algo. 

 

Ahora podía verlo y su Señor era el culpable.

 

Así que allí, de rodillas ante Lord Voldemort, Sirius juro sentirse más cómodo de lo que se sintió jamás en los brazos de James.

 

Incluso si era una verdad que no se sentía completamente encajable en su cabeza.