
La cena en el gran comedor era tan espléndida como cada noche. Alguna vez se había colado en las cocinas para llevarse algo de comida y cuando le había dicho a los elfos domésticos que algo estaba especialmente delicioso se habían puestos exageradamente contentos. Jamás había probado un pure de patatas con salsa tan sabroso.
Al otro lado del comedor estaban sentados los Slytherin. Dumbledore había decidido el año anterior que debido a la intensa rivalidad entre Gryffindors y Slytherins lo mejor era poner a cada casa en una esquina del gran comedor y que estuvieran separadas por Ravenclaw y Hufflepuff.
Recorrió las otras mesas y no pudo evitar fijarse en Snape. Desde hacía años no lo soportaba, le parecía un tipo despreciable, con ideales propios de su casa, con esa altanería y aura de creerse mejor que cualquier otro estudiante. A sus 17 años no existía otro chico de su edad que soportara menos. Cada vez que lo veía sentía la necesidad de gastarle alguna broma que hiciera que se le bajaran los humos. Remus se había molestado con ellos cuando James lo colgó boca abajo y en ropa interior frente a todos. Se enfadó con James por hacerlo y con Sirius por reírse y humillarlo aún más con ridículos adjetivos. Bueno, él no consideraba aquello una broma, solo una pequeña cura de humildad. Snape no era especialmente un santo, durante años los había estado vigilando para ver qué tramaban, si hacían algo que pudiera llevarlos a ser expulsados de Hogwarts. El desagrado era recíproco.
Frunció el ceño cuando vio como Regulus se sentaba junto a Snape y le susurraba algo que le hizo gracia a este último. No, no se estaba riendo, ni siquiera estaba sonriendo abiertamente, jamás lo había visto sonreír, pero sí que en su boca se dibujó una pequeña y casi minúscula mueca de alegría.
Había comprobado que desde hacía un tiempo su hermano y Snape parecían ser amigos, los había visto comer juntos como en ese preciso momento, por los pasillos caminando juntos y en la biblioteca sentados en la misma mesa.
-¡Sirius!- la voz de James lo sacó de sus pensamientos y le hizo volver a la conversación -¿qué pasa? ¿a quién estás mirando así?
-Sí, te ves bastante molesto.
-A Snivellus, está todo el día pegado a mi hermano- se bebió el resto del zumo de un solo trago -¿de qué coño hablan? es Snape, ¿alguien lo ha escuchado decir más de dos frases seguidas?
-La verdad es que parecen bastante cercanos- susurró Remus, mirando hacia la mesa de los Slytherin.
-Y la gente habla.
Sirius frunció el ceño algo molesto ante el comentario de Peter.
-¿Habla de qué?
-Bueno- Peter se vio de repente un poco incómodo, comenzó a juguetear con las sobras en el plato -dicen que los han visto un poco demasiado juntos.
¿Estaba insinuando que Regulus y Snape, el maldito murciélago desgarbado, estaban juntos?
-¿Demasiado juntos?
-Que están liados- James soltó de repente sin mucho tacto -incluso hay rumores de que los han visto besándose.
-¿Y por qué no me lo habéis dicho antes?
-Porque no lo vemos muy probable, es Snape, ¿te lo imaginas besándose con alguien en público?- Remus les dio una rápida mirada a los slytherin y luego lo miró de vuelta.
-¿Te lo imaginas besando a alguien en general?- apuntilló James con una mueca de desagradado -además, se nota que está loco por Lily.
-Eso espero- suspiró -no te ofendas James, pero prefiero que le guste Lily a que le guste mi hermano.
Los volvió a mirar y estos estaban de pie, recogiendo sus cosas para salir del comedor. Regulus pasó uno de sus brazos por el hombro de Snape y mientras se marchaban le susurró algo que hizo que este lo mirara fijamente por unos segundos. Regulus le sonrió y desaparecieron por la enorme puerta.
Esa cercanía le hizo sentir cierta incomodidad. Regulus tampoco había sido nunca una persona especialmente cariñosa pero allí estaba, siendo asquerosamente cercano al mayor bicho raro de todo Hogwarts.
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Odiaba las clases de Slughorn. Si las tuviera que describir de alguna manera sería como insufriblemente aburridas. Por lo hablar de la clara predilección que sentía por algunos alumnos que acudían a las reuniones que organizaba el profesor. Le gusta aparentar y estar rodeado de los mejores. No era desagradable, simplemente era aburrido. Nunca se lo diría a McGonagall pero desde primer curso ella había sido su profesora favorita a pesar de las charlas y castigos a los que los sometía a a los cuatro. Era una buena profesora y estaba seguro que también una buena persona.
Slughorn los había mandado a elaborar Felix Felicis por parejas. Por suerte habían podido elegir con quién realizarla. James se había enganchado a su brazo casi tan rápido como el de Peter al de Remus. El propio Slughorn sabía que era prácticamente imposible realizar a la perfección esa poción siendo aún alumnos. Por más que siguieran las instrucción al pie de la letra resultaba imposible. Por eso les ponía a hacerla, para ver si sus mejores alumnos, los selecciones minuciosamente por él demostraban todos sus conocimientos y conseguían esa mínima variante de las cantidades de los ingredientes que demostraran que eran dignos de pertenecer a ese club privado.
Tanto a James como a él les daba igual. Con seguir las indicaciones obtendrían una buena nota. Sirius sacó de su bolsillo una diminuta botella con un líquido azulado y algo espeso dentro y se la mostró a James.
-Es un poco de poción cabeza a calabaza- se vuelve a guardar la botella en el bolsillo.
James sonrió.
-¿De dónde la has sacado?
-Conseguí un poco en Hogsmeade, pensé que en algún momento podríamos utilizarla y con quién mejor que con Snivellus.
-Señores Black, Potter, ¿todo correcto?- Slughorn apareció frente a ellos, señalando el caldero con la mirada y las manos unidas en la espalda.
-Sí señor, solo queda esperar a que repose- señaló James, observando como Slughorn removía un poco el caldero, se acercaba y olía el contenido.
Probablemente esperaba que lo hicieran bien más no perfecto. Nunca serían parte del club de Slughorn, y ambos estaban más que agradecidos.
El profesor se dio la vuelta y continuó revisando las pociones de otras parejas. No mostró especial interés más que en la de dos o tres parejas, incluida la de Lily con Hannah, y Snape con otro Slytherin cuyo nombre no recordaba. Poco después Slughorn sonrió a Snape, tocó su hombro y pareció felicitarlo. No podía ver la cara del Slytherin pues estaba de espaldas a Sirius pero estaba seguro de que tendría una mueca petulante de suficiencia en la cara.
El maldito profesor de pociones alimentando su ego una vez más, qué sorpresa.
No hizo falta esperar demasiado para encontrar el momento idóneo para utilizar la poción. Poco después de aquello Slughorn dejó salir a Snape para que fuera al baño.
-¡Señor!- Sirius se levantó a la vez que llamaba la atención del profesor -¿podría ir al baño?
-Cuando regrese el señor Snape- Slughorn se dio la vuelta para continuar con las revisiones.
-No creo aguantar hasta entonces- Sirius se sujetó el estómago poniendo cara de pena -creo que voy a vomitar, señor.
Slughorn no pudo evitar la mueca de desagrado dibujada en su rostro.
-De acuerdo, vaya- hizo un ademán con la mano y se dio la vuelta nuevamente siguiendo con su trabajo.
-Deséame suerte, amigo- Sirius se tocó el bolsillo dándole a entender a James que su plan era darle a Snape la poción.
-¡Suerte!- James le sonrió, le pasó el mapa del merodeador y Sirius salió del salón de pociones tratando de verse mal.
En cuanto cerró la puerta abrió el mapa, buscó el nombre de Snape y salió disparado a uno de los baños de las mazmorras, el que estaba más alejado del salón de clases y casi nadie utilizaba. El Slytherin siendo tan quisquilloso hasta para eso, el baño tenía que ser el menos utilizado, el más alejado de todo y de todos. Bueno, así sería más fácil conseguir que se bebiera la poción sin que nadie descubriera al causante de que la cabeza de Snivellus pasara a ser una calabaza.
Entró son sumo cuidado, tratando de no hacer ningún ruido que pudiera hacer que Snape se diera cuenta de que estaba allí. No había rastro del mismo fuera, por lo que estaría dentro de alguno de los cubículos. Aquella sería como la segunda o tercera vez como mucho que entraba a aquel baño. El frontal estaba repleto de grandes espejos. Seis cubículos en total, solo uno de ellos cerrado. El último de todos.
Se quedó esperando apoyado en los lavabos, pero el maldito Snivellus llevaba demasiado tiempo allí dentro y no se escuchaba nada. Sabía que estaba allí porque el mapa lo marcaba y el mapa nunca se equivocaba. Pero el hijo de puta era silencioso hasta para mear.
Se cansó de esperar, se metió en el cubículo de al lado, se subió con mucho cuidado de no hacer ruido a la taza y se asomó. Lo peor que podría pasar sería encontrarse a Snape sentado en la taza. Pero lo que jamás en su vida hubiera esperado era efectivamente encontrarse a Snape sentado en la taza, con la mano envuelta en su polla. Oh Merlín, el maldito Snivellus se estaba masturbando en el baño, había pedido permiso con la intención de tocarse en el baño.
En su sorpresa pudo ver que Snape introdujo la otra mano por debajo de la camisa y se tocaba el pecho. Su cabeza cayendo hacia atrás con los ojos cerrados y el ceño fruncido. Si tan solo abriera los ojos en ese momento se encontraría de lleno con la cabeza de Sirius asomada.
Lo vio morderse el labio inferior tratando de evitar que se le escapara un gemido y su mano moviéndose más deprisa. Podía ver un poco también de su estómago. Plano y blanquecino.
Sirius no sabía muy bien que hacer, sabía que estaba mal observarlo hacer aquello pero no podía dejar de mirarlo. No había asco o burla dentro de él, solo pura curiosidad de ver a otro chico masturbarse, aunque ese otro chico fuera el jodido Snivellus. Tal vez incluso que fuera él era lo que más le llamó la atención. No se lo podía imaginar besando a nadie pero ahora lo estaba viendo tocándose. Que sentía atracción por chicas y por chicos no era algo nuevo. Pero sentir como estaba medio duro en sus propios pantalones por la imagen del otro sí que era algo nuevo y completamente inesperado y sorprendente.
¿Demasiados días sin tocarse podrían explicar su erección?
Se había olvidado por completo del plan principal. Y todo se tambaleó cuando Snape abrió los ojos un instante y sus miradas se cruzaron.
Mierda.
Vio la expresión de terror en su rostro y como rápidamente se cubrió. Sirius se bajó de la taza aún desconcertado. Ninguno de los dos podría hacer como si aquello no hubiera sucedido, como si uno no hubiera sido descubierto y el otro no se hubiera quedado mirando.
Miró sus pantalones y suspiró.
Salió del cubículo y esperó a que Snape hiciera lo mismo. Tal vez estaba tratando de barajar sus opciones, tal vez asimilando que Sirius haría de su vida un lugar más miserable, que le contaría a todos lo visto y Snape sería el hazmerreir de todo Hogwarts. Pero la intención de Sirius no era esa, no era ninguna, para ser más exactos.
Se pasó una mano por toda la cara, alejando los rizos que habían caído por su frente. Lo mejor sería hablar de aquello y por una vez en su vida llegar a un acuerdo con el estúpido Snivellus por el bien de los dos.
Clic.
La puerta se abrió lentamente y Snape salió con el rostro levemente sonrojado. Tal vez esperaba que Sirius no siguiera allí aún. Se acercó al lavabo contiguo al que estaba Sirius apoyado y se lavó las manos. Sus miradas se encontraron a través del espejo, la tensión creció como la espuma en cuestión de segundos.
-¿No vas a decir nada, Black?
-No era yo el que se estaba masturbando en el baño.
-Ni yo el que miraba atentamente- Snape se cruzó de brazos, ambos mirándose ahora con el ceño fruncido.
Bueno, tampoco podía negar lo evidente. Lo lógico hubiera sido que al verlo hubiera reaccionado de cualquier otra manera pero desde luego no quedándose a verlo y ponerse duro con la vista.
-¿Vas a volver a clase así?- Sirius miró la evidente erección en los pantalones del Slytherin -todos se van a dar cuenta de que el pequeño y sucio Snivellus se estaba tocando entre clases.
Snape lo fulminó con la mirada.
-Y todos se van a dar cuenta de que el pequeño y sucio Snivellus te ha puesto duro- esta vez fue Snape el que miró la erección de Sirius.
Hijo de puta.
Sirius lo empujó contra el lavabo y lo acorraló, poniendo sus manos a ambos lados del mismo.
-Déjame pensar- Sirius mantuvo la mirada de Snape -¿ese compañero tuyo te ha puesto cachondo? ¿tal vez pensar en Lily? ¿o en mi hermano? ¿te gusta mi hermano? he visto como lo miras.
-¿Y cómo lo miro según tú, Black?- Snape no se achantó ni un poco aunque Sirius lo tuviera acorralado y fuera más alto y fuerte que él.
-Como si quisieras chuparle la polla.
Snape hizo una mueca, una especie de sonrisa macabra.
-Tal vez él me la quiera chupar a mi, Black.
Sirius sintió como la sangre le hervía de la rabia. Lo tomó por el brazo y lo llevó hasta el cubículo, metiéndolos a ambos allí y cerrando la puerta con fuerza. Lo puso contra la pared y pegó todo el cuerpo a la espalda del Slytherin.
Su ereción pegada al trasero de Snape.
-¿Qué crees que estás haciendo, Black?- el Slytherin intentó moverse pero no lo dejó -suéltame.
-¿Te estás follando a mi hermano?- le preguntó casi en un susurro.
Snape no contestó y eso lo enfadó aún más. Lo tomó del cabello, torciendo su cabeza para poder ver su perfil y sus miradas se encontraron.
-¿Te lo estás follando?- volvió a preguntar, esta vez más alto.
-No, imbécil, no- gruñó Snape -ahora suéltame.
Sirius se separó lo justo para que el otro pudiera darse la vuelta y respirar con normalidad. Sus miradas se volvieron a encontrar llenas de odio y algo más. Tensión. Era tensión lo que allí había.
Miró el cuerpo de Snape y se sorprendió de verlo aún duro, muy duro en sus pantalones. Él mismo lo estaba también.
-¿Qué miras, imbécil?- escupió con desprecio Snape.
-Eres un gilipollas- el otro lo miró frunciendo aún más el ceño -nadie se fijaría en ti aunque la otra opción fuera ir a Azkaban.
Snape soltó una risa irónica.
-Nadie excepto tú, ¿no, Black?- el otro señaló la erección en sus pantalones.
Esta vez fue Sirius quien sonrió y asintió. Si quería llevar al límite él era el rey en ese juego.
-Nadie excepto yo- se acercó de nuevo al otro acortando el espacio entre ambos.
La espalda de Snape contra la pared y sus cuerpos estaban el uno contra el otro. Podía sentir la polla del otro dura contra su muslo. En otro momento le hubiera producido nausias pero ahora solo quería que el otro cediera.
-Deberías aprovechar la situación, ¿no crees, Snivellus?- se acercó peligrosamente a su boca.
-No me llames así.
-¿O si no, qué?
Snape trató de alejarlo empujándolo pero Sirius sujetó sus muñecas en la pared, justo por encima de su cabeza.
Apretó su muslo contra la erección de Snape y este siseó, cerrando los ojos.
-No me digas que te gusta- se rio Sirius y cuando Snape lo volvió a mirar sus ojos estaban prácticamente negros.
Oh. Le gusta.
Acortó la poca distancia que separaba sus bocas y lo besó. Primero probando, tanteando la reacción del otro. Cuando este no hizo por separarse Sirius lo besó más profundo. La boca de Snape se abrió dándole permiso y sus lenguas se tocaron. Volvió a frotar el muslo contra la erección de Snape y este gimió en mitad del beso.
-Hijo de puta- susurró Sirius mientras soltaba las muñecas del Slytherin y llevó las manos al cinturón de Snape.
Le costó un poco desabrochar todo y liberar su polla. Una bonita y gran polla para alguien como Snape. Sacó la suya propia y las acarició juntas. Uno, dos tirones y el otro dejó caer los brazos rodeándolo y dejando caer la cabeza en el hueco de su cuello.
Las frotó lentamente. La suya era un poco más grande que la de Snape pero se veían bien juntas.
Con la mano libre subió la camisa del otro hasta dejar a la vista uno de sus pezones y lo pellizco, haciendo que Snape moviera sus caderas contra el puño y gimiera bajo. Justo al lado de su oído.
Tocar a Snape, tenerlo así entre sus brazos se estaba sintiendo increíble. Jamás hubiera llegado a imaginar que esa tensión entre ambos podía desembocar en ambos follando juntos en un baño de las mazmorras.
Apretó el puño y Snape levantó la cabeza y Sirius lo miró. El Slytherin lo besó y no pudo más que devolverle el beso con fervor.
Ahora sabía que Snape no era tan inocente como parecía. Si Remus, James y Peter se metieran en sus recuerdos podrían ver que efectivamente Snape se había besado con alguien. Había incluso frotado su polla contra la de otro chico. Y podía gemir como un condenado cabrón muy caliente.
-Me v-voy a venir- susurró Snape en su boca entre gemidos.
¿Desde cuando su voz era grave y profunda?
-Joder- Sirius se vino casi a la misma vez que el otro.
Sus camisas manchadas, al igual que la mano de Sirius, y sus respiraciones agitadas llenando el estrecho espacio.
Cuando miro a Snape este estaba con la cabeza apoyada en la pared y los ojos entrecerrados, mirándolo un poco desenfocado.
Se veía caliente.
Sirius llevó los dedos aún cubierto de semen a la boca de Snape, delineando sus labios y metiéndolos dentro. El otro cerró los ojos y los chupó.
Cuando los sacó juntó sus bocas y lo besó profundo. Su mente nublada por la imagen y las sensaciones.
Ambos se arreglaron en silencio y se acercaron a los lavabos. Sus miradas se volvieron a encontrar en el espejo.
¿Y ahora qué?
Había follado con Snape. Y le había gustado. Y sabía que Snape también lo había disfrutado.
Se dirigió a la puerta y con el pomo de la puerta en la mano se giró y dijo.
-El viernes a las ocho aquí.
Salió del baño sin esperar una respuesta a cambio pero sabiendo que acudiría. No sabía ni el tiempo que había pasado allí con Snape pero lo que sí sabía es que había sido uno de los polvos más calientes que había tenido hasta el momento, y que le gustaría repetirlo.