
Cuando Crabbe y Goyle se conocieron, tenían tres años.
Cuando Crabbe y Goyle conocieron a Malfoy, los tres tenían cinco.
Fue la primera vez que Crabbe y Goyle hablaron con un niño que no fuera el otro. Y el problema en eso era que ambos odiaban al heredero Malfoy.
Los padres de ambos les pidieron Exigieron que siguieran las ordenes del niño. La tarea que les dieron era simple, ser sus perritos falderos. Porque Malfoy era un apellido más poderoso que el de ellos y eso ya le daba una jerarquía mayor en este mundo. Así que cuando a Crabbe y Goyle se les presento el niño, ya lo odiaban.
Y conocerlo solo los hizo odiarlo más.
El niño era quejumbroso, altanero, berrinchudo y, sobre todo, débil. Tanto Crabbe como Goyle eran una cabeza más alta que él, sus extremidades eran el doble de anchas que las del otro niño y todo su cuerpo era suave y frágil.
Pero solo les hizo falta un par de horas para entender porqué sus padres querían que fueran amigos del niño.
Si el niño se quejo del color rosado de algun flamenco, bastarían minutos (Tal vez menos) para que eso fuera arreglado.
Si alguien mencionaba algo que no concordase con la vista arrogante que el niño tenía sobre las cosas, entonces este alguien no era útil.
Si el niño hacía un berrinche el motivo del llanto sería arreglado en segundos.
Uno pensaría que, teniendo a elfos domésticos a su completa disposición, sirvientes humanos que viven en el compás de sus deseos y una madre que lo consiente en extremo en su afán de compensar la falta de un padre, Draco Malfoy no necesitaría nada mas.
Pero fue cuestión de horas que Crabbe y Goyle entendiesen porqué existían las bacantes de "Perros Falderos".
El niño era débil, pequeño y frágil. Para Goyle tenía mucho sentido que le buscasen compañía de su edad que tuviese la capacidad física de mantenerlo sin moretones, raspones o chichones, al menos en cierto nivel. Crabbe solo estaba más molesto, tenían suficiente cuidando el uno del otro y ahora, si querían complacer a sus padres, tenían que cuidar y soportar a un molesto niño cuyas ordenes tenían que seguir todo el tiempo.
Su seguridad no era más valiosa que la de Malfoy. No para sus padres. No para el mundo.
Si tenían que seguir las ordenes de alguien, sería de alguien más fuerte que ellos.
Al menos ese era su deseo.
Es una lastima que los deseos de dos niños grandulones no eran relevantes. No para sus padres. No para el mundo
Pero cuando tuvieron seis, fueron relevantes para Draco.
Cette nuit, intenable insomnie
La folie me guette
Je suis ce que je fuis
Je subis cette cacophonie
Qui me scie la tête
Assomante harmonie
Elle me dit, tu paieras tes délits!
Quoi qu'il advienne...
-¡Ni siquiera es seguro que seas un sangre pura!¡Asqueroso pedazo de basura irrespetuoso!¡Conoce tu lugar!
A Goyle le temblaba el cuerpo mientras gritaba.
Crabbe no podía culparlo, él estaba viendo estrellas en este mismo segundo y cuando abrió la boca, sabía que Draco podía ver el esfuerzo que estaba haciendo para contener su ira y mantener su voz en un tono bajo.
-Draco... Por favor, ve con la señorita Luna, da un paseo por los jardines.
Y Draco hizo caso, por una vez decidió no ser terco. Eso solo significaba que estaba ansioso por abandonar la sala, pero incluso así, Crabbe sospechaba que no se iría completamente tranquilo. A Draco no le gustaba que se metieran en problemas por defenderlo. Crabbe y Goyle amaban meterse en problemas para defenderlo. Claro que no era común que se presentase la oportunidad.
-Goyle.
Susurro, parándose al lado de su mejor amigo. Greg casi parecía apunto de echar saliva por la boca, pero capto el mensaje.
Ellos eran los Perros Falderos de Draco, sus guardaespaldas. No podían arriesgarse a arruinar la buena reputación de Draco causando un escándalo. Ninguno quería darle más trabajo a Draco del necesario. Preferían facilitarle las cosas al rubio tanto como fuesen posibles.
-Que Madre Magia te corte la lengua, Zabini.
Goyle escupió las palabras en un tono bajo, cargadas de veneno.
Zabini dio una carcajada burlesca. Goyle se molesto mas ante ello, pero Crabbe sabía que era solo una forma de soltar su temor, de hacer fluir sus nervios.
-No eres nadie para hablar, asqueroso sirviente... Entiende que solo es cuestión de tiempo para que la varita del Lord acabe con ese niñato Malfoy.
El silencio completo se hizo en el salón.
El único ruido era el de la música del fondo, Goyle no tenía idea de qué decía, no sabía una sola palabra de francés.
Tuant par dépit ce que je sème
Je voue mes nuits A l'Assasymphonie
Et aus blasphèmes
J'avoue!
Je maudis tous ceux qui s'aiment...
Pleurent les violons de ma vie
La violence de mes envies
La atención que Goyle le estaba poniendo a la música para evitar darle rienda suelta a sus iras se desvío de nuevo, todo porque Crabbe rompió el silencio.
-Zabini, te aconsejo que te abstengas a siquiera mencionar al Lord. Ese es un privilegio para aquellos sangre puras cuyas madres no abren las piernas a todo el mundo.
Y Crabbe le había dicho a Goyle que resistiera la ira y no armara un alboroto, pero Crabbe le dio vuelta a su copa de vino sobre la cabeza de Zabini y abandono el salón
con Goyle siguiéndolo de cerca.
Y mientras la copa de cristal se rompía contra el piso y los cristales se esparcían al ritmo de la música, Crabbe pensó en Draco.
"Vincent, puedo sangrar un poco, siempre que tú y Greg estén ilesos. Tomare muchos más castigos en sus nombres, no me deben nada por eso."
Y mientras las puertas se cerraban tras los corpulentos hombres, la música resonó.
J'avoue!
Je maudis tous ceux qui s'aiment!