Epílogo; Un amor eterno
Pasaron años desde que Draco y yo nos fuimos a vivir juntos y formalizamos nuestra relación. Han sido cinco años de amor, risas y desafíos que hemos superado juntos. Nuestra felicidad es palpable, y cada día nos sentimos más afortunados de tenernos el uno al otro.
Una noche especial, decidí llevar a Draco a una cabaña cercana a un bonito lago. Había estado planeando este momento durante semanas, y quería que fuera perfecto. La cabaña era acogedora, rodeada de naturaleza, con una vista espectacular del lago bajo el cielo estrellado.
Después de una cena deliciosa que habíamos preparado juntos, lo llevé al muelle donde las estrellas se reflejaban en el agua tranquila. Tomé su mano y, con el corazón latiendo con fuerza, me arrodillé ante él.
—Draco, estos últimos cinco años han sido los mejores de mi vida. Eres mi compañero, mi mejor amigo, mi todo. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Te casarías conmigo?
Draco, con lágrimas de alegría en los ojos, asintió y me abrazó con fuerza. —Sí, Apolo, sí. Quiero casarme contigo.
Ambos nos quedamos allí, bajo el cielo estrellado, saboreando el momento de nuestra promesa de amor eterno. Pasaron unos meses y celebramos una boda de ensueño, rodeados de nuestros seres queridos. Fue un día lleno de alegría, risas y amor, un día que recordaríamos por siempre.
Poco después de la boda, decidimos adoptar un gato y un perro, llenando nuestra casa con aún más amor y felicidad. Nuestras vidas se sentían completas, pero ambos sabíamos que queríamos más. Comenzamos a hablar sobre la posibilidad de adoptar un niño. Aunque todavía estábamos pensando en ello, ambos compartíamos el mismo sentimiento de querer ser padres algún día.
Cada día, mientras construíamos nuestra vida juntos, nuestro amor solo se profundizaba. Sabíamos que, sin importar lo que el futuro nos deparara, enfrentaríamos todo juntos, con amor y determinación. Nuestra historia estaba apenas comenzando, y estábamos emocionados por todo lo que aún estaba por venir.