Constelaciones & Estaciones

Harry Potter - J. K. Rowling Harry Potter and the Cursed Child - Thorne & Rowling
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Constelaciones & Estaciones
Summary
Miré a Draco, sus ojos brillaban con una intensidad que siempre me había parecido fascinante.- Draco- comencé - Siempre he encontrado algo increíblemente interesante en ti. Me gusta cómo tus ojos brillan cuando hablas de algo que te apasiona. Esa luz en tus ojos, es como si estuvieras mirando a las estrellas- .Draco sonrió, su dulzura y gentileza siempre me habían cautivado.- Eres como una estrella, Draco. Brillante, hermoso, y siempre iluminando mi camino. Me recuerdas a las noches estrelladas, llenas de belleza y misterio...- Miré a Draco, y luego al cielo.- Somos como el sol y la luna, Draco. Diferentes, pero de alguna manera, perfectamente alineados. Tú eres la luna, tranquilo y sereno, y yo soy el sol, ardiente y apasionado. Y aunque estamos separados por el cielo, siempre encontramos la manera de encontrarnos. Y al igual que las constelaciones y las estaciones, nuestro amor cambia y evoluciona, pero siempre permanece. Siempre estaremos juntos, Draco, a través de todas las constelaciones y todas las estaciones.
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Entre susurros y suspiros

La brisa nocturna acariciaba mi rostro mientras caminaba junto a Draco por los tranquilos jardines de Hogwarts. Las estrellas brillaban en el cielo oscuro, y el suave murmullo de la noche creaba un ambiente de paz después del bullicio del baile de estrellas.

—Este lugar es hermoso de noche —comenté, admirando el paisaje iluminado por la luz de la luna.

Draco asintió en silencio, perdido en sus pensamientos. Nos detuvimos junto a un banco de piedra, rodeado de arbustos que nos brindaban cierta privacidad.

—¿Te sientes bien, Draco? —pregunté, notando la expresión pensativa en su rostro.

Draco me miró, sus ojos plateados reflejando la luz de la luna.

—Sí, estoy bien. Solo estoy pensando en algunas cosas —respondió, con un dejo de evasión en su voz.

Decidí no presionar, permitiendo que el silencio llenara el espacio entre nosotros. Sin embargo, la tensión era palpable, como si estuviéramos al borde de algo importante.

—¿Sabes? Nunca imaginé que pasaría una noche como esta contigo —comentó Draco, rompiendo el silencio después de unos minutos.

Sonreí, reconociendo la sinceridad en sus palabras.

—Yo tampoco lo esperaba. Pero me alegro de que hayamos tenido la oportunidad de conocernos mejor —respondí, sintiendo cómo la conexión entre nosotros se fortalecía con cada palabra compartida.

Draco se volvió hacia mí, sus ojos buscando los míos con determinación.

—Hay algo que necesito decirte, Apolo —declaró, su voz apenas un susurro en la noche silenciosa.

Esperé en silencio, sintiendo el corazón latir con fuerza en mi pecho mientras lo observaba.

—He pasado mucho tiempo tratando de ser quien los demás esperan que sea. Pero contigo, siento que puedo ser yo mismo —confesó, su voz cargada de emoción.

Me acerqué un poco más, sintiendo la intensidad del momento entre nosotros.

—No tienes que fingir conmigo, Draco. Estoy aquí para ti, tal como eres —aseguré, extendiendo una mano para tomar la suya en un gesto de apoyo.

Draco me miró con gratitud, sus ojos brillando con una mezcla de emociones. Sin decir una palabra más, se acercó lentamente, sus labios apenas a centímetros de los míos.

Mi corazón latía con fuerza, anticipando lo que estaba por venir. Y en un instante, el mundo desapareció a nuestro alrededor cuando nuestros labios se encontraron en un beso apasionado.

El tiempo pareció detenerse mientras nos perdíamos en el momento, entregándonos a la intensidad de nuestra conexión. Cuando finalmente nos separamos, ambos estábamos sin aliento, nuestras miradas ancladas una en la otra en un silencioso entendimiento.

—Draco... —murmuré, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que acababa de suceder entre nosotros.

Draco sonrió, una expresión de alegría y alivio iluminando su rostro.

—Gracias, Apolo. Por ser tú mismo, y por permitirme ser yo mismo también —agradeció, su voz llena de sinceridad y ternura.

Nos miramos el uno al otro, la intensidad del momento aún palpable entre nosotros. Sin decir una palabra, nos acercamos nuevamente y nuestros labios se encontraron en otro beso, esta vez más profundo y apasionado que el anterior. Era como si nuestros corazones estuvieran hablando el uno al otro en el lenguaje silencioso de la conexión más pura. Cuando nos separamos, nuestras frentes se apoyaron una contra la otra mientras recuperábamos el aliento. Un sentimiento de asombro y emoción vibraba en el aire a nuestro alrededor.

—Draco... —susurré, apenas capaz de articular su nombre mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para describir lo que estaba sintiendo en ese momento.

Draco me miró con ternura, su mirada llena de una mezcla de gratitud y cariño.

—Apolo, no tengo palabras para expresar lo que siento en este momento —dijo, su voz llena de emoción.

Sin decir nada más, nos tomamos de la mano y comenzamos a caminar por el jardín, nuestras emociones aún palpables en el aire a nuestro alrededor. Pronto llegamos a la entrada de la Sala de los Menesteres, una ubicación mágica que parecía llamar nuestro nombre en ese momento.

—¿Qué te parece si exploramos un poco más? —propuso Draco, su voz llena de emoción mientras me miraba con una chispa traviesa en sus ojos.

Asentí con entusiasmo, sintiendo una oleada de anticipación recorrer mi cuerpo mientras entrábamos juntos en la sala de los secretos. Nos aventuramos por pasillos misteriosos y habitaciones encantadas, compartiendo risas y secretos mientras nos sumergíamos en la magia del lugar.

Finalmente, nos detuvimos en una sala acogedora, iluminada por velas parpadeantes y decorada con cómodos sofás y almohadas. Nos sentamos uno al lado del otro, nuestras manos aún entrelazadas mientras compartíamos un momento de paz y tranquilidad juntos.

—Gracias por esta noche, Apolo —dijo Draco, su voz suave y llena de gratitud mientras me miraba con cariño—. Nunca olvidaré este momento.

Nuestros labios se encontraron una vez más en un beso ardiente, lleno de pasión y deseo. Mis manos encontraron el camino hacia la nuca de Draco, mientras nuestras bocas se movían en perfecta sincronía. Sentí el latido de su corazón acelerarse bajo mi tacto, y el mío propio respondió en consonancia. Con cada beso, la intensidad de nuestra conexión crecía, envolviéndonos en una espiral de emociones abrumadoras. Mi deseo por él se volvía insaciable, y sin poder contenerme más, comencé a dejar mordidas suaves en su cuello, explorando cada centímetro de su piel con devoción.

Draco dejó escapar un suspiro entrecortado, sus manos aferrándose a mí con fuerza mientras se entregaba al placer del momento. Sus labios encontraron los míos con renovada intensidad, mientras nos sumergíamos en un torbellino de sensaciones indescriptibles. El mundo exterior desapareció por completo mientras nos perdíamos el uno en el otro, nuestras respiraciones entrelazadas en un ritmo frenético de deseo y pasión. Cada beso, cada roce, era una declaración silenciosa de nuestro amor y complicidad, uniendo nuestros corazones en un lazo indestructible.

Por un momento, el tiempo se detuvo, y solo éramos Draco y yo, unidos en un abrazo apasionado en la Sala de los Menesteres. Y en ese instante eterno, supe que nada en este mundo podría separarnos.

 

★・・・・・・・★・・・・・・・・★

 

Al despertar, mis ojos se abrieron lentamente, parpadeando contra la suave luz que se filtraba a través de las cortinas. Me encontraba en una cama cómoda en la Sala de los Menesteres, el recuerdo de la noche anterior aún fresco en mi mente. Al girar la cabeza ligeramente, noté la cabellera rubia de Draco a mi lado, su figura dormida y serena.

 

Una sonrisa se formó en mis labios al darme cuenta de que estaba allí, a mi lado. Con cuidado, me acerqué a él y lo miré fijamente, observando cada detalle de su rostro mientras dormía pacíficamente. Sus labios curvaron en una leve sonrisa, como si supiera que estaba ahí observándolo. Decidí no perturbar su sueño, simplemente disfrutando del momento de tranquilidad compartida. Pero antes de que pudiera apartar la mirada, sus ojos se abrieron lentamente, encontrándose con los míos en un silencioso entendimiento.

 

Sin decir una palabra, me incliné hacia él y nuestros labios se encontraron en un beso suave y tierno, lleno de amor y promesas silenciosas. Nos quedamos así por un momento, perdidos en el calor de nuestro afecto compartido. Cuando nos separamos, nos quedamos mirando el uno al otro, nuestros corazones latiendo en perfecta armonía. No hacían falta palabras; el simple hecho de estar juntos, de compartir ese momento de intimidad, era suficiente para sellar nuestro vínculo de amor y complicidad.

 

Nos quedamos así, envueltos en el abrazo del otro, nuestros corazones unidos en un lazo indestructible.

 

Nos levantamos de la cama con cuidado, como si temiéramos romper el hechizo de la paz que había envuelto la habitación. Nos miramos el uno al otro con una complicidad silenciosa antes de ponernos en pie y arreglarnos para el día que nos esperaba.

 

Caminamos juntos hacia el Gran Comedor, nuestros pasos en perfecta sincronía mientras compartíamos pequeñas conversaciones y risas. Actuamos como si nada hubiera cambiado entre nosotros, como si la intensidad de la noche anterior no hubiera dejado una marca indeleble en nuestras almas. Al llegar al Gran Comedor, nos sentamos juntos en la mesa de Slytherin, rodeados por el bullicio de nuestros compañeros de casa. Comimos y charlamos como si todo fuera normal, pero en el fondo, ambos sabíamos que nada volvería a ser igual entre nosotros.

 

Mientras observaba a Draco de reojo, una sensación de gratitud llenó mi corazón. Estaba agradecido por haberle dejado marcas visibles en su cuello, no como una posesión, sino como una muestra tangible de nuestro amor y conexión. Esas marcas eran un recordatorio de que éramos más que simples amigos, éramos almas gemelas destinadas a estar juntas.

 

A medida que el día avanzaba, nos manteníamos juntos, compartiendo miradas furtivas y sonrisas secretas que solo nosotros entendíamos. Aunque el mundo exterior seguía girando sin cesar, en ese momento, éramos los únicos que importábamos el uno al otro. Y mientras nos sumergíamos en la rutina diaria de la vida en Hogwarts, una cosa estaba clara: no importaba lo que el futuro nos deparara, siempre estaríamos juntos, enfrentando cada desafío de la mano, con el amor y la complicidad que nos unía.

 

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