
podridos hasta el corazón
"Este botón abre la barrera", dijo el conductor. "Y este, cierra la ventana."
Regulus, estúpidamente, pensó que moriría.
Ojalá su madre nunca se entere.
También pensó que el conductor era un imbécil poco agradable, y eso era mucho viviendo de él, dado que es conocido por ser un imbécil poco agradable.
Pero dejando sus primeras impresiones atrás, realmente no podía creer que de todas las maneras que imaginó que la barrera podía neutralizarse, la única que no se le había ocurrido fue con un simple y mundano botón. Va a llevarse este secreto a la tumba, junto con la identidad de su padre y el hecho de que tiene un hermano.
Esta humillación será su tercer secreto mejor guardado.
En todo caso, Regulus se olvida del asunto más rápido de lo que esperaba y se ve inmediatamente distraído por Marlene, quien absorbe ávida y descaradamente los dulces que hay en la limusina, a su lado está Sirius, como siempre, quien tantea con más gracia y altivez los diversos chocolates, pero saboreando con la misma impaciencia.
Por otra parte, Pandora observa cautelosa cada botón, bisagra o cualquier superficie, lo sufiente escéptica para no comer nada ni tocar más de lo necesario. Las cosas siempre han sido así con ella, definitivamente es la más suspicaz de los cuatro. Sirius es el inteligente, el primero en saltar y el último en rendirse, un auténtico narcisista y un tanto maquiavélico, pero sorprendentemente carismático; Marlene es la fuerza bruta, salvaje hasta las entrañas con nervios de acero, no parece tener miedo nunca, ni vergüenza o autoconservación y es leal hasta los cimientos; Pandora es un tipo distinto de crueldad. Observadora y desconfiada, sabe los secretos de todos y siempre averigua la forma correcta de extorsionar a alguien, además de ser increíble reparando cosas que parecen no tener oportunidad de salvación.
La gente le teme a Sirius por su coraje, la confianza en si mismo que explaya y como ocupará todos sus recursos para destruir a su objetivo; la gente le teme a Marlene porque no importa quien sea su oponente, todos van a perder si ella se lo propone, porque ella es más lista, más rápida y más fuerte; la gente le teme a Pandora porque su veneno es silencio, Regulus la ha visto plantar dudas y mentiras en la gente sin una pisca de remordimiento.
La gente, en pocas palabras, le teme a Regulus porque está podrido. Existe una imposibilidad que lo abstiene de ser reparado, ha sido así desde que nació, punzante y siniestro, es secretamente un engreído, después de todo, es el hijo de un Dios, aunque Sirius sacó la mayor parte del egocentrismo que pudieron heredar. Es invulnerable, desinteresado y lacerante, sabe que sus palabras son su mejor arma, resbalándose en su boca como el cianuro y aterrorizando a las personas con solo pestañear, puede quemar a la gente sin fuego, rápidamente y conciso, en su dedo meñique hay más maldad que en cuerpo de cualquier otra persona. Posee una voluntad impecable, lo sabe, sino no existiría forma de gobernar la isla como lo hace. Ha puesto a cada hijo de villano en esa isla bajo su yugo, declarando guerras silenciosas y venganzas planeadas con cautela que gana una tras otra sin parar.
Podría decirse que es un trono heredado, pero el terror de Maléfica no fue más que una base para lo que Regulus se ha estado esforzando por construir, él incluso ha hecho lo impensable para mantenerlo y hacerse un nombre por si mismo. Junto a su pandilla, se ha salido con la suya en prácticamente todo, y más ahora que los siguen porque no hay nadie más malo que ellos.
Puede que salir de la isla por ahora esté retrasando sus intenciones, pero a largo plazo, este viaje podría cambiarlo todo.
Es por eso que está confiado de que mayor fortaleza sea su incapacidad de amar, no extrañará Azkaban, pero lo quiere por el simple hecho de dominarlo. Su madre le repite constantemente, el amor es inútil, el amor no te dará gloria en Azkaban, el amor no construirá una vida despreocupada.
La vida jamás será despreocupada.
Siempre habrá alguien atacando, alguien queriendo hacerte daño. Él conoce muy bien el sentimiento de alerta, lo alberga entre sus costillas constantemente, todos los días. En Azkaban, el que baja la guardia, pierde. Es una guerra por el poder y Regulus va a demostrar que puede ser aún más malo que Maléfica, entrará en Hogwarts, robará la varita y hará sentir orgullosa a su madre.
Ella confía en él, Maléfica jamás puso su voluntad en alguien. Regulus, como su sangre y su legado, no va a decepcionarla.
No puede decepcionarla.
Cuando llegan a Hogwarts, Regulus puede literalmente sentirlo. Su cuerpo se estremece un satisfactorio hormigueo después de haber estado sellado desde que nació.
Es la magia corriendo por su sangre y el medallón que le regaló su padre está vibrando ansioso en su cuello. Maléfica tenía razón, Hogwarts está tan lleno de magia que puede sentir sus poderes despertar y finalmente adaptarse a su piel, aferrándose firmemente a sus huesos y bombeando por su torrente sanguíneo. Es una experiencia maravillosa, Regulus se pregunta si solo con esto es capaz de causar un desastre, pero no se atreve a intentarlo; después de todo, los mejores planes son aquellos que son hechos con paciencia y rigurosidad.
Primero necesita saber sobre la varita; después puede atormentar este reino de hadas.
Si Sirius, Pandora o Marlene han sentido algo remotamente parecido a lo que Regulus sintió, todos eligen el trato silencio y ninguno lo menciona, luce desconcertado o hace señal de que algo ha pasado. Decide experimentar con su magia de manera silenciosa y busca en el libro de su madre un hechizo para el cambio de apariencia. Con dos movimientos de mano en líneas rectas, ambos cuernos en su cabeza se encogen entre la melena negra y desaparecen por completo.
Regulus sonríe de satisfacción muy ligeramente hasta que mira a Marlene jugar con una pequeña llave en forma de serpiente y sacar su lengua extrañamente reptiliana.
Vaya, a veces se le olvida que Jafar podía convertirse en una cobra gigantesca. Regulus supone que no deberá sorprenderse entonces si Sirius empieza a hablar literalmente con los espejos y que Pandora tenga una racha total de buena suerte gracias a unos dotes de manipulación ingratamente mágicos.
El auto de detiene abruptamente y casi se estrella con Pandora de no ser por los cinturones de seguridad. La puerta al lado de Regulus se abre mostrando un sol resplandeciente que no habia visto nunca en Azkaban. Los cuatro se miran expectantes, así que es Regulus quien toma la iniciativa y sale primero.
Jamás en toda su miserable y tiránica vida había visto tanto brillo y color acompañado de tanto ruido. Es, en definitiva, un mal momento para odiar la atención positiva.
Por suerte, Sirius era un glotón de la atención. Su hermano salió esplendoroso como siempre, corrigiendo en su cabeza su corona un poco chueca y sonriéndole a la gente con superioridad. Pandora y Marlene bajan justo después de él, con la primera quitándole de las manos una especie de manta a la rubia y tirándola de vuelta a la limusina.
"¡Ah, Bienvenidos, bienvenidos!" saludó alegre una mujer, detrás de ella la seguían cuatro personas que Regulus asumía que debían tener su misma edad. "Soy el Hada Madrina, directora de Hogwarts."
"¿El Hada Madrina? ¿Cómo Bibbidi-Bobbidi-Boo?" preguntó Pandora sin intención aparente, pero Regulus podía ver tan bien a través de ella que sabía que estaba burlándose.
Aunque parece que el Hada Madrina no entendió la indirecta, pues le sonríe a Pandora y asiente con entusiasmo genuino.
"Tú lo dijiste, Bibbidi-Bobbidi."
"Siempre sentí curiosidad, ¿Qué habrá pensado Cenicienta esa noche?" Regulus se acerca sigiloso, tratando de parecer amable e inocentemente curioso, casi quiere abanicar sus pestañas para ver cuan redondo puede caer esta gente en sus telarañas. "Apareciste ahí, de la nada, totalmente deslumbrante con tu magia... Tu varita brillante y una sonrisa. Debió ser... cautivador. "
El Hada Madrina suspira encantada y junta sus manos como si estuviera recordándolo con la mayor de las felicidades. Marlene resopla, tratando de disimular una risa y esconde su mueca sarcástica tras sus manos con chocolate regado en todos sus guantes. Sirius parece querer aplastar su pie con sus botas puntiagudas, rogándole a todos los Dioses para que se calle. Por suerte, el Hada Madrina parece no darse cuenta de esta interacción.
"Eso fue hace tanto, tanto tiempo. Pero como siempre digo, hay que dejar atrás el pasado, así no te perderás el futuro", responde el Hada Madrina, haciendo un gesto despreocupado. "Volviendo al presente, déjenme presentarlos. Esta de aquí es Lily, una de mis hijas, ella es la presidenta del centro estudiantil de Hogwarts; este es Peter, del comité de bienvenida; después está Remus, del comité de convivencia; y por último, pero no menos importante, James, nuestro futuro Rey."
Entonces, el mundo de Regulus estalla en una angustia un tanto particular. Lo que es raro, porque solo está mirando a lo que supone, según lo que dijo el Hada Madrina, es James, una cara que le resulta enormemente familiar. Casi onírico, un poco incómodo.
De hecho, Regulus suele sentirse incómodo con la gente sonriente. Él mismo no lo hace, Sirius no sonríe genuinamente muy a menudo, Marlene disfruta más de burlarse de la gente y Pandora es más como un rompecabezas facial antes que una risueña. Conoce a dos personas que sonríen un poco más, pero generalmente, no es algo que se les de al natural.
Este chico parece haber nacido sonriendo, con su cabello desordenado y sus ojos grandes y alegres llenos de miel. Es la bondad encarnada, un idiota con los lentes torcidos, también.
Por suerte es Sirius quien saca a Regulus de su ensoñación.
"Mi madre era una reina, creo que puedo entender un poco la posición."
Desafortunadamente, es hablando de su debilidad adquirida por su madre, la realeza y su posición como el príncipe heredero de la Reina Malvada.
"Bueno, el estatus de tu madre en realidad es insignificante aquí." Regulus puede detectar fácilmente el prejuicio sin siquiera disimular del chico más alto de los cuatro. Remus, si es que Regulus no recuerda mal, tiene una cicatriz en el rostro y el cabello entre un particular marrón dorado.
Claramente, Sirius no se dejaría intimidar. Su hermano arquea una ceja con el rostro destilando superioridad, cruza los brazos sobre su pecho y encara a una distancia segura a Remus. Un comportamiento típico de cuando quiere irritar a alguien.
"Por algo habré dicho «era», aunque no puedes ignorar lo que fue. No espero que lo entiendas, en todo caso."
"Suponiendo que se hace llamar Reina Malvada, no podemos ignorar quien fue. Después de todo, envenenó a mi madre."
A Sirius no parece importarle particularmente que este pueda ser el hijo de Blancanieves; la chica que se lo quitó todo a su madre, está incluso más enfocado en apartarse el pelo de los hombros y mirar sus uñas prolijas y bien cuidadas, sin ninguna pisca de remordimiento o pena.
Sirius tiene un talento natural para parecer un mocoso malcriado.
"Que yo sepa, mi madre ha hecho cosas mucho peores y retorcidas que envenenar a alguien, pero no creo que te interese oírlo." Sus ojos grises penetran con sorna y desinterés el ceño fruncido de Remus, quien parece querer contestar arremetiendo contra Sirius.
Por suerte, antes de que Marlene tenga que golpear a alguien y arruinarlo todo, Remus es detenido por el injustamente atractivo príncipe. Regulus siente que podría vomitar del asco, claro está.
"¡Es un placer tenerlos aquí!" Ríe nervioso por la tensión anterior. "Vuelvo a presentarme. Soy James, es un gusto conocerlos al fin."
James estrecha su mano a la persona que está más cerca, quien resulta ser Regulus. Él la toma con cautela, firme pero con movimientos rígidos mientras lo mira directamente a los ojos desde abajo. Es un poco alto, pero Regulus está acostumbrado a mirar hacia arriba para hablar con su madre, así que no opone problema.
James está enfocado en Regulus de una manera un tanto extraña, como si estuviese tratando de identificar si lo conoce de algún otro lado.
"Regulus, hijo de Maléfica."
En Azkaban, el nombre de su madre provoca que la gente se estremezca. Ella estará particularmente feliz de saber que en Hogwarts tiene exactamente el mismo efecto, hasta escuchó a quien cree que es Peter chillar un poco mudo de terror.
"¡Entonces! Mis chicos les darán un recorrido por el castillo y les indicarán sus habitaciones", interrumpe la directora. "El resto vuelva a sus respectivas clases."
La gente empieza a dispersarse y el Hada Madrina se marcha, dejando a los ocho solos frente a la entrada del castillo.
"Esta es una memorable ocasión", dijo James antes de acercarse y saludar, se aproximó a Marlene, quien rechazó discretamente la mano y golpeó el pecho de James con camaradería, quitándole el aliento en el proceso. "U-una ocasión que espero que quede en la historia."
La siguiente fue Pandora, quien ofreció su mano y apenas dió un ligero apretón antes de apartarla y desviar la mirada. Sirius, por otro lado, miró de arriba a abajo a James antes de tenderle la mano con gracia y sonreirle amistoso.
"Espero este sea el día en el que nuestros dos pueblos se unan."
La chica atrás de James asiente armonizada con la idea, a diferencia del reacio Remus o el asustadizo Peter. Regulus piensa que ella podría ser el blanco más fácil de voltear, probablemente Pandora podría encargarse de ella por si sola.
"O podría ser el día que nos enseñen donde están los baños", dijo Regulus, intentando bromear a su manera, lo cual incluye incomodar a la gente.
Solo Sirius se ríe, aunque James parece querer retorcerse nervioso.
"Sí, bueno... Déjenme, digo, déjennos mostrarles el castillo." James juntó sus manos, un gesto que la gente parece hacer muy seguido aquí. "Eh, Lily ¿Podrías...?"
"Claro, James", respondió Lily, justo después empezó a caminar, adentrándose en el castillo con el eesyo siguiéndola. "La academia Hogwarts se fundó como la conocemos hace apenas dos décadas, junto con el ascenso al poder de Rey Bestia y la unificación de los reinos en uno solo. Sin embargo, este castillo en concreto data de milenios atrás con la llegada de cuatro famosos magos al continente..."
Lily siguió hablando mientras indicaba ciertos lugares de importancia en el castillo y los respectivos horarios qje habían para instalaciones como la piscina, el comedor o la biblioteca.
"Si tiene alguna consulta con sus horarios o clases, pueden hablar con Peter", hizo una señal hacia el chico, quien saludó tímido. "Él se encarga de la aclimatación de los nuevos estudiantes y se encarga de notificarme los incidentes en las reuniones del consejo. Si tienen algún problema con respecto al resto del alumnado, pueden acercarse a Remus o directamente a algún profesor y reportar el problema. Remus les entregará sus horarios, queríamos ponerlos de a dos en las habitaciones, pero como los dormitorios están divididos por años, tuvimos que separarlos a los cuatro."
Peter les entregó una hoja a cada uno con la información básica y se paró entre Remus y Lily.
"Sirius, tú te quedarás conmigo y con los chicos", le dijo James a Sirius, apuntando con la cabeza a Peter y Remus. "Lily guiará a las chicas a sus dormitorios y Peter llevará a Regulus al suyo, yo te llevaré al nuestro mientras Remus va a recoger sus horarios de clases."
Y así, los cuatro se separan en diferentes direcciones.
Sirius es bueno en muchas cosas; sus diseños y vestuarios son lo mejor de lo mejor, coser es su talento natural, miente con facilidad y sabe mantener una buena coartada, es inteligente y aprende de sus experiencias pasadas, sabe luchar, y aunque pocas veces le ha ganado a Marlene, puede defenderse a si mismo -y a Regulus- bastante bien.
Pero a pesar de tener múltiples cualidades, la más destacable es la simplicidad que tiene al ignorar la incomodidad del resto. Esa es una diferencia abismal que tiene con su hermano, pues mientras Regulus muestra inmediatamente su molestia y desprecio por la gente a la mínima adversidad, Sirius levanta sus barreras y se vuelve aún más engreído e indiferente conforme intentan intimidarlo.
Es por eso que ahora es absolutamente flemático al silencio en la habitación. Está con James, Remus y Peter, el primero y el último hablando en voz baja y mirándolo de reojo cada tanto, como si quisieran hablarle, mientras que el otro esta leyendo en su cama. Sirius está arreglando sus cosas cuando tocan la puerta, y como es el que está más cerca, simplemente se levanta y la abre.
"¡Principito!" Sirius se aparta para dejar pasar a Marlene, quien lleva entre sus manos la enorme y pesada máquina de coser de Sirius, tratándola más como una caja vacía y no como la chatarra de sesenta kilos que realmente es. "Me dejaron esto entre mis cosas, así que antes que te de una crisis emocional por tu apego ansioso a esta basura, vine amablemente a dejarla."
"Déjala en esa mesa."
Marlene suelta descuidadamente la máquina de coser, provocando un chirrido en la mesa. Es recién en ese momento que la chica parece notar al resto de las personas en la habitación, que hasta el momento habían estado callados mirando la escena.
"¡Marls, la vas a romper, bruta!"
"Claro, como si esa cosa no fuese a sobrevivir a una bomba si se lo propone. No seas caprichoso, Principito", se burló Marlene. Sirius rodó los ojos antes de volver a lo suyo y seguir desempacando. Marlene, por otro lado, sonrió gandula y se giró a mirar a los otros tres. "Hola a todos, no me presenté antes, soy Marlene."
"Hola, Marlene, ¿Te estás adaptando bien", preguntó James, interesado realmente en su respuesta.
"¡Tú llámame Marls! Y bueno, conseguí que la dulce Lily me mostrara la cocina, y hay una chica muy desagradable en mi dormitorio que me cae muy bien."
"Te refieres Dorcas, supongo", interviene Peter. "Ella suele ser bastante mala con la gente nueva."
"Ah, yo pensé que era una extraña forma de coquetear", lamentó Marlene. Sirius le da un golpecito en la espalda y se lleva una mano al corazón.
"Veo que te estás volviendo loca sin mí, Marls, así que será mejor que te vayas y duermas o mañana tendremos que conversar sobre una lobotomía."
"Solo di que quieres irte a dormir y tener tu siesta separadora, no me enojaré." Marlene agarró las manos de Sirius entre las suyas, dejando discretamente algo entre ellas. "Regulus y Pandora dicen buenas noches."
Marlene se despide besando rápidamente la mano de Sirius antes de que este pueda golpearla y le giña el ojo a los otros tres mientras huye por la puerta. La habitación vuelve a quedar en total silencio y el ánimo de Sirius cae. Remus en ningún momento sacó su mirada del libro que tenía en sus manos.
"Buenas noches", dijo Sirius. Ni siquiera alcanzó a escuchar las respuestas antes de meterse a la cama y cerrar las cortinas.
Dentro, abre el papel que Marlene le dio y observa la correcta y elegante letra de su hermano.
Después de media noche. Asegúrate de que nadie te vea, ve a los baños en el tercer piso — R.
Sirius se queda en vela, esperando a que llegue la hora y que todos apaguen sus luces y se vayan a dormir.
Regulus ve llegar a su hermano un par de minutos después de media noche, no lleva mucho esperando, y en todo caso, Pandora llegó antes que él.
"Principito, te estábamos esperando." Marlene abraza a Sirius por los hombros.
"¡Mira lo que encontré en la cama de mis compañeras!" Dice Pandora, alzando un cubo colorido que se dividía en nueve cubos más pequeños con distintos colores. "Debes intentar ordenarlos, es imposible."
Marlene resopla soltando a Sirius y le arrebata a Pandora el cubo de la mano, ambas empiezan a batallar por el objeto.
"Nada es imposible para mí."
Por otro lado, Regulus se enconge en sí mismo, con los brazos cruzados, entre enojado e incómodo. No sabe que hacer con esta sensación de insatisfacción, la presión se lo come vivo con cada latido que da su corazón. Ve a su hermano acercarse hasta quedar apoyado en los lavamanos frente a él.
"¿Pasa algo, Reggie?" Pregunta Sirius a una distancia segura. No muy lejos como para parecer desconfiado e impersonal, no muy cerca como para invadir su espacio.
Regulus rueda los ojos.
"¡Ustedes dos, basta!" Le grita a Pandora y Marlene, ambas habían empezado a pelear más bruscamente por el cubo, ahora las dos miran a Regulus totalmente calladas. "¿Recuerdan que vinimos aquí por un trabajo?"
Marlene hace un gesto desinteresado y sigue tratando de quitarle el cubo a Pandora.
"Hada Madrina, bla bla bla, robar varita mágica, bla bla bla. Fácil. "
Sirius se ríe, Regulus le envía la mirada más venenosa que tiene con el tal de que se calle.
"Es nuestra oportunidad de probarnos ante nosotros padres." La voz de Regulus es más seria que nunca, la autoridad resuena en las paredes del baño, haciendo que Marlene se ponga seria, Sirius deje de sonreír y que Pandora preste atención. "Probarles que somos malos, despiadados, inhumanos y crueles. La peor pesadilla de Hogwarts, ¿Entienden?"
La tensión no se dispersa cuando todos asienten de manera monótona. El orgullo y sus padres es un tema complicado, vinieron a Hogwarts con la misión de liberar Azkaban y cobrar venganza, hacerlos pagar y recuperar lo que les pertenece.
El trono, la fama, el estatus, el respeto. Sus padres lo perdieron todo y lucharon con uñas y dientes para intentar darles una vida digna en esa isla mugrienta. Regulus recuerda como muchos años atrás, cuando la tiranía de Maléfica era reciente en Azkaban y continuamente trataban de derrocar su reinado, su madre lo encerraba bajo llave en una habitación pequeña junto a Sirius. Ni Maléfica, ni la Reina Malvada volvían muy seguido en ese tiempo. Sirius solía abrazarlo con tanta fuerza que sentía como sus huesos se acomodaban para adaptarse a la forma de su hermano, todo con el tal de protegerlos de los golpes y forcejeos de la puerta que nunca parecían callar, pero tampoco ceder.
Regulus no quiere volver a vivir así. Tampoco Marlene, ni Pandora, ni Sirius.
Ellos saben que este es el único camino.
"¿Alguno tiene una idea de que hacer?" Preguntó Regulus.
"Creo que tengo una idea."
Bajo la mirada expectante de todos, Sirius saca de su bolsillo un pañuelo rojo aterciopelado y lo extiende en su palma, mostrando su contenido; un trozo del espejo despedazado de la Reina Malvada.
"Mi madre no sabe que lo robé, pero pensé que su magia podría servir aquí."
Regulus y los demás retroceden, dejándole a Sirius un amplio espacio frente al espejo en el baño. Cuando Sirius avanza, se lleva con ambas manos el trozo de espejo al pecho y pregunta lo que su madre solía decir con arrogancia hace mucho tiempo atrás.
"Espejito, espejito en la pared, dime una cosa: ¿Quién en este reino es el más hermoso?"
Las luces se apagan repentinamente, provocando que todos se pongan alerta y vigilen a su alrededor. El reflejo del espejo se prende el llamas rojas, enojadas y vivas, llamando la atención de los cuatro chicos.
Sirius no puede creer lo que está viendo cuando su propia figura, tan igual pero tan diferente a él mismo, aparece en el reflejo y le responde: "Tú, mi príncipe, ¿Hay algo que desees de mí?"
Regulus ve a su hermano congelado, mirando a su versión del espejo con asombro genuino. Lo golpea en el costado para que reaccione, y aunque Sirius no abandona su estado de ensoñación, traga pasando saliva y se pone recto para hablarle al espejo encantado.
"La varita mágica del Hada Madrina es lo que deseo"
El Sirius del espejo adopta la misma mueca socarrona que el Sirius real, apoyando el la mejilla en su mano y mirando fijamente a su contraparte.
"Si la ubicación de la varita es lo que deseas, tal vez el museo cultural de historia será lo que primero veas"
El espejo vuelve a prenderse fuego, esta vez mostrando una imagen de la placa del museo por fuera.
Sirius guarda el trozo del espejo de su madre en el pañuelo y se lo mete al bolsillo, la luz vuelve y ahora los cuatro se miran cara a cara. Regulus se aparta el pelo de la frente y suspira.
"¿Y bien?" Pregunta. Marlene hace esa típica sonrisa de que está un paso adelante en el plan y saca de su chaqueta lo que todos reconocen como un teléfono celular, un artefacto que no existe en la isla. "¿De dónde sacaste eso?"
"Se lo robé a Lily", responde, engreída y muy satisfecha consigo misma.
"Si no encontremos la varita, lo devolverás apenas volvamos."
Pandora le arrebata de las manos el teléfono a Marlene y se pone a trabajar, desbloqueando el celular y encontrando la ubicación del museo en el buscador. No hay que hablarle dos veces a Marlene y a Sirius para que abran la ventana del baño y los ayuden a salir del recinto.
Hoy, si tenían suerte, volverían a Azkaban con la varita en sus manos.