¿Quién te hizo esa cicatriz?
—¿Quién te hizo esa cicatriz? —preguntó Draco luego de varios minutos de silencio en los que simplemente él y Hermione se habían dejado llevar por el éxtasis postcoital.
Al escuchar la pregunta, pero sobre todo el tono casi enojado de Draco, Hermione se tensó y contuvo el aliento por un segundo; no era miedo ni dolor, sino el eco de un recuerdo que hubiera preferido dejar en el olvido. Tampoco era necesario preguntar a cuál cicatriz se refería, porque él se había colocado de medio lado y pasaba un dedo suavemente sobre la antigua herida, justo debajo de su seno izquierdo. Por supuesto que la había descubierto. Estaba segura de que no había dejado un milímetro de su cuerpo sin recorrer.
Pero habían pasado tantos años de aquello que casi la había olvidado, así como otras más. Esa en particular había quedado después de la maldición oscura que Antonin Dolohov le lanzó y casi la había matado en la batalla del Departamento de Misterios. Había sido una maldición no verbal, y eso había minimizado la gravedad de la lesión, pero le había quemado el torso y aunque usó díctamo, había quedado una pequeña marca en el costado.
—Mmm… ¿será la que me hice aprendiendo a andar en bicicleta?
Draco la miró con escepticismo. En el tiempo que llevaban juntos, Hermione nunca había logrado mentirle. Él sabía leerle cada uno de sus gestos.
—Fue hace mucho… —aseguró ella con un tono que restaba importancia al asunto.
—Lo que me contaste de Antonin, ¿cierto? ¡Ese desgraciado maldito! —refunfuñó Draco, con los ojos encendidos de furia. La atrajo para abrazarla con fuerza, como si con ese gesto quisiera protegerla del mundo entero, para siempre—. Si estuviera vivo, lo buscaría y lo mataría con mis propias manos…
—No digas esas cosas —lo interrumpió Hermione con voz melosa, casi ronroneando al sentir sus fuertes brazos alrededor suyo. Amaba sus abrazos—. No vale la pena hablar de esas cosas ni revivir viejos odios y rencores. ¿Qué te parece si, en lugar de eso —le dijo con picardía—, aprovechamos el tiempo en cosas… más productivas?
—¿Me está haciendo una propuesta indecorosa, señorita Granger? —preguntó, sus ojos grises oscureciéndose de deseo, sus manos empezando a volar sobre su trasero.
—Solo era una sugerencia, señor Malfoy —Hermione dejó escapar una risa entrecortada—, ya que hemos dado este paso tan… importante en nuestra relación… —murmuró, besando una de sus mejillas— tan sumamente satisfactorio… —y luego atrapó sus labios en un beso sugerente.
—Me gusta escuchar eso —susurró contra la piel, su voz tan sensual que la hizo estremecer, justo antes de jalarla sorpresivamente para colocarla sobre él con un ágil movimiento.
Ella sonrió al sentir su cuerpo listo para empezar de nuevo.