
La primera cosa que te enseñan en la escuela de como ser patético es a enamorarte de tu mejor amigo. Y Remus Lupin siguió aquello al pie de la letra.
Pero a ver, no le tenemos que juzgar porque fue algo que al final era completamente inevitable, de hecho, ni siquiera fue un movimiento inconsciente. A Lily le gustaba describir su enamoramiento por Sirius como una progresión natural de las cosas, algo que iba a pasar si o si y que nadie lo podía evitar.
Tenía un punto al pensar en ello y era la justificación que se daba a sí mismo para poder dormir tranquilo por las noches.
Tenía catorce años cuando se dio cuenta que estaba enamorado de su mejor amigo. Recuerda a la perfección la manera en que todo le cayó encima y cómo tuvo su momento de claridad de la manera más “chistosa”, por llamarla así.
Era un día particularmente lluvioso durante los exámenes de mitad de periodo y él acababa de salir de su sesión intensa de estudio en solitario en la biblioteca. Moría de ganas por una buena ducha y una siesta reparadora de más de seis horas, cuando vió a James mirando por la ventana de uno de los pasillos, prácticamente con corazones y pájaros cantores a su alrededor. Remus rodó los ojos y se acercó a sabiendas de qué su amigo estaba viendo a Lily. Se preparó para hacer algún comentario jocoso que nunca terminó de salir de su boca porque la vista le llegó demasiado.
En un primer plano estaba la pelirroja, siendo tan hermosa como siempre. Su largo cabello rojizo caía pegado a su alrededor y se veía como estaba más pesado por el agua. Se movía con soltura en su típico baile para liberal el estrés. Era una vista agradable, si, pero no era lo que le llamó la atención a Remus.
Lo qué le impactó fue el hecho de que el acompañante de Lily no era otro que el mismísimo Sirius Black, quien imitaba con una gracia un poco ilegal, los movimientos de Lily y reía a su par. Ambos se estaban divirtiendo e interactuando como los mejores amigos que habían aprendido a ser desde el comienzo de aquel año extraño. Los dos bailaban con soltura bajo la lluvia y disfrutaban de la compañía del otro de un modo que de alguna manera lo hizo sentir celoso. Si había alguien que debía estar ahí, sacándole esa risa a carcajadas a Sirius, debía ser él, no nadie más.
―En verdad te gusta. ―dijo James todavía sin apartar la mirada de Lily.
―¿Qué? ¡No!
―Te estás atacando.
―No tienes ni un solo motivo de peso para decir eso.
James suspiró y por fin alejó su vista de Lily, quién ahora estaba a horcajadas en el pecho de Sirius, haciéndole cosquillas. James colocó sus manos en los hombros de Remus y lo miró tal cual como un padre mira a su hijo antes de confesarle algo importante o darle la típica charla de sexualidad y la importancia de usar condones. Nada raro proviniendo de James, pero si le preguntas, en ese momento donde justo acababa de tener una revelación que impactaría negativamente en su vida, prefería no tener esa conversación incómoda con nadie, pero incluso aún menos con la persona más leal hacia Sirius.
Aún así, James Potter es una persona caracterizada por ser insistente y un auténtico grano en el culo cada vez que se propone en serlo. Así que ninguna mala cara y actitud reservada podría competir ante la insistencia de un chismoso natural.
―No te atrevas a mentirme en la cara, Remus. Literalmente lo estabas viendo con la misma cara de idiota enamorado que tengo yo cada que veo a Lily.
Remus sintió como su cara se sonrojaba y decidió que había tenido suficiente de aquella conversación insufrible y decidió distraer a James, lo cual era tarea sencilla considerando que Lily Evans estaba enfrente de ellos. Lo logró sin mucho esfuerzo y así pudo disfrutar en silencio de la manera en qué la ropa mojada le daba un mejor detalle del cuerpo esbelto de su mejor amigo.
Aquello fue un punto clave en su relación con Sirius y desde aquel momento fue más consciente de la forma en qué Sirius y todo lo relacionado a él podían hacerlo reaccionar de maneras un tanto extrañas y para nada heterosexuales ni mucho menos platónicas. Tampoco ayudaba mucho el hecho en qué Sirius fuese la persona más pegajosa del mundo con todo el maldito mundo menos con Remus. El pobre ha estado en un estado de abstinencia constante en cuanto a lo que respecta al contacto físico con Sirius porque su mejor amigo nunca lo toca a menos que sea estrictamente necesario.
Eso claramente ha repercutido en la forma en la que percibe como cero, las posibilidades de algún día poder tener una oportunidad real con Sirius, por lo que se ha resignado a simplemente fantasear con escenarios poco realistas y nada probables durante sus sesiones de observación a Sirius con fines un tanto egoístas y personales en los que prefiere no ahondar demasiado.
En su momento pensó que su enamoramiento no era algo más que un sentimiento pasajero que estaba de la mano con el hecho de que su mejor amigo fuera increíblemente atractivo y que él mismo tuviese solo catorce años y las hormonas a flor de piel. Era un proceso natural por el que cada persona homosexual debía pasar (algo así le contó Lily, lo que tenía mucho que ver con su enamoramiento pasajero por aquella chica rubia rarita que fue su mejor amiga por un tiempo), pero a medida que iban pasando los años y suspiros constantes al pensar en él no mejoraron, supo que estaba jodido.
La mayor parte del tiempo ignoraba el sentimiento. Aquello era mucho más grande que él (a pesar de que él mismo era un puto poste), por que realmente no es como que pudiese fingir mucha demencia al respecto, pero aún así se las arreglaba para hacerlo. La única cosa aquí es que no siempre sale todo bien.
Todo se complicó más un día frío de noviembre. Él y James estaban sentados en uno de los sofás aledaños a la chimenea. Remus leía tranquilamente y James observaba con cara de idiota a Lily, quién estaba en el sofá de enfrente, con un libro en una mano y la otra ocupada acariciando el cabello de Sirius, que estaba adormitado en el regazo de su amiga con un libro en la cara, el cual se suponía que estaba leyendo.
De vez en cuando, James intentaba empezar una conversación y lograba captar la atención de Lily por solo unos segundos antes de que ella volviese a su lectura. Con cada momento que pasaba, era visible la frustración de James y a Remus le divertía porque en parte le recordaba a sí mismo cuando trataba de llamar la atención de Sirius, aunque claro, Remus siempre tiene una tasa de éxito más elevada en ese aspecto.
Le dio una mirada de reproche al chico de gafas y este sonrió maliciosamente. Remus rodó los ojos y se preparó mentalmente para ser atacado personalmente.
―Chicos, ¿cuál es su tipo? ―preguntó con inocencia fingida.
Remus en venganza, agarró ambos lentes de las gafas de James y dejó sus huellas marcadas en la mitad de ellos. El otro chico se quejó y empujó a Remus, haciendo que este se cayera del sofá, quien a mitad de camino del suelo intentó agarrarse de James, para solo provocar que ambos cayeran al piso muertos de la risa.
Escuchó a la distancia como Lily resoplaba y le susurraba algo a Sirius, quién incrementó su risita a una carcajada sonora e hizo reír a Lily también. Bueno, al menos la pregunta totalmente desubicada de James había servido para que ambos escucharan sus sonidos favoritos en el mundo.
―Yo solo tengo claro que el mío al parecer son idiotas o rubias, ah y puntos extras si están en mi círculo cercano. ―respondió Lily y Sirius se rió aún más, como si estuvieran compartiendo una especie de broma interna.
―Oh, mi tipo son nerds tímidos. ―respondió Sirius. Es una lástima que Remus se haya perdido el rubor que invadió las mejillas de Sirius al confesar aquello. Pobre chico.
Al escuchar aquello, la cabeza de Remus giró tan rápido hacia Sirius que pudo sentir incluso su cuello resintió el movimiento y crujió de manera audible, por fortuna para él aquel horrible sonido fue opacado por las risas de sus tres amigos.
Bueno, definitivamente había algo aquí que se estaba perdiendo.
Una de las desventajas de que tu mejor amiga y tu primo sean a la vez, mejores amigos de la persona que te gusta, es que ellos siempre tendrán mucha información sobre ellos que no podrán darte por temas de lealtad (como por ejemplo información referente a ti)
Así que intentó indagar un poco en ello de manera disimulada.
―¿Te gusta alguien?
O bueno al menos lo intentó.
―Eh… Si…No… Algo así…¿Tal vez?
James soltó una carcajada aún más fuerte y Lily lo siguió en ello.
―El mismísimo Sirius Black está nervioso de confesar que está enamorado. Vamos cariño, yo sé que puedes hacerlo mucho mejor que eso. ―el comentario lo hizo ganarse otro empujón de Remus, pero no le importó. Parecía estar en su elemento.
Sirius rodó los ojos y se sentó correctamente en el sofá, medio enfurruñado y con el mismo aspecto de un niño al que le acaban de negar su golosina favorita.
―Está bien, si. Me gusta alguien. ¿Estás contento ahora?
―Muy contento. ―respondió James con una gran sonrisa plasmada en el rostro.
Si el corazón de Remus decayó al escuchar aquella confesión es un detalle que prefiere guardar para sí mismo. A ver que Remus jamás se hizo una esperanza de que su mejor amigo algún día correspondería sus sentimientos, pero al menos su continua soltería y aparente falta de interés cualquier persona, le reconfortaba un poco el corazón porque le ayudaba a sus celos y a no sentirse tan mal consigo mismo. Él no podía tener a Sirius, pero al menos nadie más lo tenía y eso era mucho mejor que nada.
―¿Por qué no le invitas a salir?
Sirius rodó los ojos.
―¿Por qué no invitas tú a salir a la que te gusta? así pruebas que tan fácil es.
James se levantó del suelo y se colocó frente a Lily, quien estaba viendo a Sirius como si este le hubiese traicionado de la peor manera posible. James tenía esa sonrisa de satisfacción que podía resultar fastidiosa, lo que hizo que Remus negara con la cabeza y se esperase lo peor.
―¿Quieres salir conmigo, Evans?
Lily hizo una mueca con la boca y levantó las cejas, mirando a Sirius, quién solo rodó los ojos y pretendió haber continuado con su lectura. Nunca antes Remus había deseado tanto que Sirius no se atreviera a cumplir un desafío de James.
―No hay universo en el que acepte eso.
James suspiró de manera melodramática y Remus pudo ver como la chica se aguantaba una sonrisa. Oh definitivamente tenía mucho para hablar con ella después de esto.
―Bueno, supongo que hoy no es el día ―se encogió de hombros y se volteó hacia Sirius, quien rodó los ojos―. Es tu turno ahora.
Sirius volvió los labios una línea fina y fijó su mirada en Remus. Esbozó una sonrisa tímida por unos segundos antes de volver a su actitud segura de siempre. El cambio fue tan rápido que Remus se lo perdió por completo.
―Remus, ¿quieres salir conmigo?
Remus frunció el ceño y lo miró confundido. No se esperaba en lo absoluto el que su amigo lo utilizase como una especie de chivo expiatorio y definitivamente no tenía ni el valor, ni las ganas de enfrentar algo como eso a tales horas.
―No, a mí no me van a coger para sus jueguitos.
Se levantó del piso mientras que el silencio entre los tres amigos se hacía más grave. Lily y James se veían algo incómodos mientras que Sirius abrió mucho los ojos, entrando un poco pánico antes de levantarse y seguir a Remus en su paso acelerado hacia la biblioteca. Le alcanzó el brazo justo cuando estaba por entrar y se disculpó repetidas veces, pero Remus, cegado por la irracionalidad y terquedad que lo caracterizaba, le aseguró que todo estaba bien, le pidió que lo dejara en paz y que se verían para la cena. Sirius aceptó las condiciones, a pesar de tener la mayor cara de cachorro triste que pudo y dejó solo a Remus.
***
Remus, en esencia, es un alma dramática. Siempre ha sentido demasiado las cosas y la gran parte de los días cree que es el mayor problema de su vida. Ha pasado una infinidad de noches fantaseando con todas las maneras en que su mejor amigo por fin correspondiera sus sentimientos y le preguntasen por una cita. No era como que realmente se lo esperara, no, porque tampoco es idiota, pero es un soñador nato. Cuando creces teniendo una vida de mierda y teniendo que lidiar una vez al mes con una bestia que literalmente está en tu interior; terminas aprendiendo que el confort nunca va a venir de otra cosa que no sea tu propia mente.
Con el pasar de los años, Remus se acostumbró a que la mayor parte de su felicidad provenía de sus fantasías antes de dormir, pero eso era todo lo que podía tener como el solitario hijo único que era. Exceptuando, claro, las pocas noches en el mes en las que sus padres le dejaban ir a casa de James y el chico le demostraba que en ocasiones, la vida podía estar llena de alegría.
Cuando llegó a Hogwarts y aquellas noches aleatorias con James se convirtieron en su rutina diaria y de paso se sumó Sirius a la ecuación y las cosas desde ahí se volvieron una montaña rusa de emociones. Remus nunca había sido tan feliz como lo ha sido en su época de colegio, pero eso no implica que haya dejado de fantasear. Hay cosas que no son tan sencillas de arreglar con solo un par de buenos amigos.
Así que claro, como el dramático que es, cuando siente que las cosas se salen de su control, va de nuevo a su lugar de fantasía donde todo es seguro. De niño descubrió que la lectura le proporcionaba nuevos mundos a los que escaparse cuando las cosas iban mal y desde aquel momento utilizó la lectura como su forma más segura de escapar de la realidad.
Leyó un libro corto en un sofá, aclarando su mente en el proceso y una vez se sintió con la suficiente claridad mental como para poder ser capaz de enfrentarse a Sirius, salió del lugar en dirección a su cuarto. En el trayecto de las escaleras de subida se lamentó de haberse perdido la cena porque el estómago le ardía un poco ante la falta de comida, pero suponía que James debía de tener algo dulce guardado por ahí y lo iba a encontrar.
Lo que no se esperó al entrar, es que iba a encontrar a Sirius sentando su cama con una bandeja y dos platos llenos de comida frente a él. Jugueteaba con su tenedor descuidadamente y tenía la cabeza apoyada en su mano, con la mayor expresión de aburrimiento plasmada en su rostro.
Bajó la vista hacia los platos que contenían una cena deliciosa compuesta por pollo, puré, ensalada y un cupcake de chocolate como postre. También, en ese momento se dio cuenta de que la comida de Sirius estaba intacta.
Sirius lo había estado esperando para cenar juntos.
―¿Hace cuánto estás aquí?
Sirius se sobresaltó y levantó la vista. Se veía un poco como un completo desastre. Su cabello que hasta hace poco estaba perfectamente arreglado y con rizos definidos por obra de Lily ahora estaban recogidos en un moño descuidado y su flequillo estaba hecho nada, seguramente como resultado de haberse pasado las manos por él demasiadas veces. Se veía cansado y triste, lo que solo ablandó el corazón de Remus.
―No sé, una hora quizás. ―se encogió de hombros―, vi que te estabas demorando en bajar a cenar y pensé que sería una buena idea venir a cenar contigo, porque sé que sueles olvidarte de comer cuando estás muy concentrado en algo.
Dejó el tenedor en su plato y se levantó de la cama con un suspiro.
―Supongo que no quieres cenar conmigo. Iré a molestar a Lily con mis lamentos.
Remus agarró la mano de Sirius y lo detuvo antes de que avanzara más.
―No he dicho nada de eso.
Los ojos de Sirius se centraron en los suyos y Remus pudo sentir cómo su corazón se aceleraba por el contacto visual. Merlín, era el hombre más patético del mundo porque cómo podía ser posible que con una sola mirada se sintiera capaz de ceder a cualquier cosa que el otro hombre le propusiera.
―Sé que no esa no fue la mejor manera de decirlo, pero en verdad quiero salir contigo e hice todo esto para sorprenderte y mostrarte que es verdad. No es como que fuese un juego para mí esto, porque jamás pongo en juego las cosas que son importantes para mí y tú eres lo más importante que tengo en mi vida. ―soltó rápidamente, si Remus no hubiese estado prestando atención se habría perdido el significado de aquella confesión―. Sé que una primera cita improvisada no es lo que te mereces y por eso realmente había planeado algo como ir a patinar por las calles de Hogsmeade en nuestra próxima salida, pero estoy seguro de que no sabes patinar y para ser honesto yo tampoco sé cómo hacerlo a pesar de que Lily lleva semanas intentando enseñarme para que el día de la cita fuese todo perfecto. Pero todo se fue a la mierda y no me tocó más que una pequeña cena improvisada. Hice que James y Pete se fueran a dormir a la habitación de Frank y colocó por una hora todos tus discos favoritos ¡Incluso puse velas! pero sé que no te diste cuenta de nada de eso, porque nunca te das cuenta de todo lo que hace por ti la gente que te ama, Remus. Estás siempre enfrascado en tu mundo y en el autodesprecio que pasas por alto todas las maneras en que nosotros demostramos que te amamos.
El corazón de Remus se detuvo por un instante ante lo que insinuaban aquellas palabras. Miró a su alrededor, encontrándose con las velas que estaban consumidas en su mayoría a la mitad. También notó que el tocadiscos estaba detenido y pensó rápido, es más, ni siquiera pensó mucho en la manera en la que sacó su varita del bolsillo e hizo que la música empezará a reproducirse nuevamente. De inmediato la habitación se llenó con la melodía de "Lay All Your Love On Me" de ABBA. Aquello lo hizo sonreír porque reconoció la influencia de su amiga.
―¿En serio estabas escuchando ABBA?
―Lily fue la que me ayudó a seleccionar la música, supongo que coló ahí algunos de sus gustos. ―se encogió de hombros y esbozó una sonrisa tímida―. En verdad me estás haciendo hacer todo esto al revés porque según mis planes para cuando llegara este punto al menos ya habríamos comido y reído un poco más, pero bueno supongo que quedará más dramático y más al estilo de tus libros si lo hago de esta manera.
Se acomodó frente a él y agarró sus manos. Carraspeó la garganta y se preparó para decir lo que parecía ser un discurso bastante elaborado.
―Remus, he sido consciente de que estoy enamorado de ti desde que tenía quince años, pero sé que te he amado desde mucho antes. Enamorarme de ti fue el proceso más natural de todos y a pesar de que la gran mayoría del tiempo me la he pasado quejandome con Lily y James sobre porque no me amas de vuelta, sé que he sido muy feliz todos estos en los que he tenido el placer de compartir una vida contigo. No sé el momento exacto en qué te vi y supe que quería pasar el resto de mi vida contigo, pero sé que es lo que pasa por mi mente cada vez que te hago reír, cada vez que te hago enojar y cada vez que te hago rodar los ojos. Quiero estar siempre contigo y conocerte en todas las facetas de tu vida y que tu me conozcas en las mías.
»Sé que somos jóvenes y de que apenas tenemos dieciocho años y esto puede sonar un poco alocado, como si estuviera influenciado por la locura que conlleva estar en último año y que cada decisión que tomes en este momento repercuta en tu futuro y un poco también por las novelas románticas que Lily me hizo leer para tener inspiración ―ambos se rieron un poco, compartiendo sonrisas y el temblor en las manos―. Pero sabes que cuando me decido por algo, ese algo se me termina metiendo entre ceja y ceja y no dejo de intentarlo hasta que lo consiga y en este momento lo único que quiero es que tu me ames de vuelta. No pido nada más en este mundo más que tu amor y lo acepto sin quejarme de nada, porque te quiero por lo que eres y no por lo que tú crees que eres para los demás. Te amo por lo que eres y no por la idea de ti y lo puedo decir como alguien que ha vivido contigo los últimos siete años y te ha soportado desde tus mejores momentos hasta cuando dejas medias apestosas tiradas por ahí. Ahora mismo, solo soy un chico que lo único que desea es ser amado por el amor de su vida.
Remus tenía lágrimas en los ojos y el corazón latiendo a un ritmo desesperado. Las manos le temblaban a la par de las de Sirius, pero al menos su chico estaba ahí para sostenerlas por él cuando no se sentía capaz de hacerlo por sí mismo, tal como siempre lo había hecho. Abrió la boca para decir algo, pero no encontraba una manera coherente de reorganizar cinco años de sentimientos retenidos.
Entonces, hizo lo que hasta diez minutos le parecía absolutamente impensable.
Liberó sus manos y con el temblor todavía bastante presente, y las colocó en el rostro de Sirius. Acarició con suavidad la mejilla de su amigo y luego acercó su rostro lentamente para dejar un tierno y corto beso en sus labios.
No duró más de tres segundos, pero puede jurar que nunca antes había sentido tanta felicidad. Abrió los ojos solo para encontrarse a Sirius con una enorme sonrisa plasmada en su rostro.
―Voy a tomar eso como una confirmación de que el sentimiento es mutuo.
Remus amplió su sonrisa.
―Lo es.
―Me esperaba una confesión mucho más dramática o un primer beso mucho más apasionado, pero supongo que me tendré que conformar con esto hasta que estés preparado.
―¿Querías un beso más largo?
―No he deseado otra cosa desde que me di cuenta de qué me afectaba un poco ver como te pasas la lengua por los labios cada veinte minutos cuando estás concentrado haciendo algo.
―¿Mediste qué tan seguido hago eso?
Se encogió de hombros.
―Te sorprendería la cantidad de tiempo que he invertido en verte.
―¿Invertido?
Asintió.
―Ni uno solo de los momentos que he pasado contigo, así sea solo mirándote desde lejos, los considero como tiempo perdido.
Remus lo besó, esta vez dándole a Sirius lo que quería y se permitió invertir más tiempo en ello. En explorar su boca y descubrir lo mucho que lo afectaba los pequeños suspiros que le arrancaba a Sirius de vez en cuando. La sesión de besos terminó con Remus besando toda la cara de Sirius mientras que este reía.
―Supongo que te debo una segunda cita real, pero mientras tanto disfrutemos de lo que queda de la primera. Además, me estoy muriendo de hambre.
Remus estuvo de acuerdo con eso y ambos se sentaron en la cama para cenar. Intercambiaban de vez en cuando algunas cucharadas y unos cuantos besos, mientras reían y hablaban sus cosas. Al terminar, dejaron las bandejas en el piso y se acostaron boca arriba en la cama con las manos entrelazadas a disfrutar de la música.
Supongo que a pesar de todas las dificultades enfrentadas, al final terminó siendo una primera cita muy agradable. De todos modos, ambos tienen toda una vida por delante para mejorar las cosas y hacer que todo sea mejor.