
Cicatrices del pasado.
Una de las cosas mas agobiantes que un individuo puede llegar a experimentar es la tortura a una herida sin sanar; molestarla sin dejar que una corteza se genere, o manipularla sin dejar que el ardor disminuya con el tiempo; no tratarla como es debido.
Usualmente la responsabilidad del cuidado de una herida caía en manos del herido, pero ¿Qué se hacía cuando era torturada constantemente?, ¿Y cómo se debía actuar cuando la herida no era física, si no más bien, emocional? Una herida invisible e impalpable, algo de lo que no había rastro del cual se pudiera evaluar la profundidad, lo malherido que se pudiera estar. Más que una herida era un desgarre, un desgarre al alma que solamente el poseedor podía detallar el sufrimiento al cual era sometido, y el detallar era difícil hacerlo porque en un mundo tan poco empático, comunicar tu dolor al prójimo era causas de mil augurios: signo de vulnerabilidad, blanco de burlas, debilidad mental, cosas que enciclaban y llevaban al punto inicial: la tortura.
Y Severus Snape era un claro ejemplo del arquetipo.
Los niños son vulnerables, necesitan un ambiente en donde se puedan jactar de protección y cariño. En cambio, los adolescentes necesitan la compañía para saber resolver las problemáticas de su vida, un sostén emocional y la guía de saber que es lo correcto, de saber cuál es el buen camino para llegar a plena adultez. Snape careció de todo eso, careció de padres que lo guiarán y careció de alguien que lo escuchara, careció de amor y empatía. Simplemente careció. Gracias a eso el joven Severus por decisiones erróneas y poco razonamiento lógico, por actuar con impulso, por no pensar, por no razonar, por no saber, perdió a la única persona en su vida que le hizo sentir que era escuchado y que él era válido. Gracias a la negligencia y falta de protección, Severus Snape ató su vida a la desgracia en un modo de torturarse a si mismo por sus decisiones. Una brecha de efecto domino.
El suave lirio que vivía dentro suyo se marchitó, solamente la briza del nulo aroma atrayendo al recuerdo que a su vez abrazaba ansiosamente el destrozado corazón del hombre, todo para evitar que se desmoronara a su totalidad.
...
— No entiendo la necesidad de que yo haga enmiendas con Black, Dumbledore — fue la primera frase que Severus pronunció después de hora y media de una charla con Dumbledore; que más que una charla era un sermon del viejo profesor con las nuevas órdenes que Snape tenía que acatar gracias al reciente regreso de Lord Voldermort. La mayoría de órdenes se trataban de sonsacar información del lado tenebroso, y al final la que más resonó en la cabeza del azabache no fue el tener que seducir al líder oscuro, si no fue tratar de ser amistoso con una de las personas que mas huella había dejado en su pasado.
— No es una necesidad pero te haría todo más fácil ¿No lo crees, Severus? — una pequeña sonrisa con los labios se coloco en el rostro de Dumbledore, las arrugas de sus sienes crispándose al tiempo que su sonrisa aumentaba, notorio incluso atraves de las gafas de media luna tan caracteristica del profesor. Acción acompañada de sus manos juntas sobre el escritorio.
— ¿Fácil? Nada de lo que me ha pedido en todo este tiempo ha sido fácil ¿Información, tácticas, mi ayuda con sus ridículos percances? ¡Todo de mi se lo he dado!
— Y aún así Severus, sueltas una rabieta sobre algo tan pequeño. Relacionarte con el joven Black te parece más difícil que hablar con el señor tenebroso cara a cara, cuando francamente tú muy bien sabes que no lo es.
Severus cruzó tanto como las piernas como los brazos, estrujandose a si mismo como si eso le ayudase a esconderse de aquello que tenia que enfrentar. El hombre era transparente sobre su odio, nunca escondía la forma que odiaba a la poblacion que le rodeaba: niños, adolescentes, adultos, ancianos, hombres, mujeres, criaturas mágicas y míticas. Todos iban parejos por excepción de algunas personas que en cambio el odio aumentaba por una u otra circunstancia, un gran combo de personas en la que Sirius Black iba incluído.
— No entiendo que quiere, no entiendo el fin de que él y yo nos relacionemos, no hay esperanza — más qué comprender, Snape solamente se quería deshacer del peso de la tarea — Le comprendería si la situación fuese otra, pero lo único que tiene enlazado al bastardo del lado tenebroso es su familia muerta ¿Que quiere de mí, Dumbledore? ¿Qué quiere de esto?—
— No mucho, Severus — un hombre como Dumbledore, era igual de ambiguo que sus explicaciones y por ende difícil de descifrar — Promover la unidad que hoy en dia es indispensable. Un par de tareas en conjunto nos caería de buenas.
Los ojos oscuros y de poco brillo se agrandaron, el mandamiento reposando lo suficiente para reclamar
— ¿Que? ¡No soy su experimento de moralidad Dumbledore, no soy una marioneta que puede manipular a su antojo justificandose que es "por el bien de todos" , no puede- —con la palma encarando al aire, Dumbledore detuvo a Snape antes de que pudiera continuar y escalar a mayores
— Fomentar la unidad de nuestro lado actualmente es una de mis principales prioridades, verás que eres pieza importante del rompecabezas. La pieza en comun es Harry, pieza que es enlazada a una importancia muy grande y ambos estan al tanto de ello, que tengas que cumplir unas tareas junto a Sirius por las vacaciones solo es parte del proceso
—¡Yo no estoy operando para esto!
— No me importa si crees que no estás actuando a lo que te respecta, no estoy negociando mi decision Severus. Firmaste un pacto, aceptaste los términos y condiciones — determino Dumbledore, su tono sereno cuyo no dejaba espacio a la duda - Haz lo que te pido, ¿Entendido?—
En silencio, encolerizado y sin poder refutar mas Snape asintió para así al final levantarse y dejar el asiento del escritorio vacio, dirigiendose a la puerta dejando atrás un enjambre de susurros de su capa y la migraña expuesta en su cabeza.
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El inicio del verano fue una experiencia invariablemente incómoda; con el tiempo el clima caluroso se acentuaba, conllevando a que el cabello suelto se convirtiera en coletas altas y que los azules primaverales cambiaran a amarillos chillones tan parecidos a los de un patito de hule. Un verano tan caluroso que Snape, conocido por llevar la misma túnica negra día tras día, tenía que deshacerse de los metros de tela sobrante que su icónica capa poseía al dejarla reposar sobre el perchero más cercano.
El hombre aprendió muchas cosas la primera parte del verano, como que las jaquecas le provocan sudor y que aquél sudor usualmente descansaba entre las arrugas de su frente; más que aprender, cayo en cuenta que la edad estaba cobrando factura, puesto que hace cinco años aquellas arrugas no eran mas que marcas de una constancia en la gesticulación facial y que tiempo atrás las jaquecas eran más débiles que él, pero las repetidas reuniones con la Orden del fénix le drenaban hasta el fastidio. Snape no sabia con certeza si la razón era porque la petición de Dumbledore no paraba de dar vueltas en su cabeza con un rencor latente, o si era por la forma tan altanera en la que Black se postraba con una extraña especie de orgullo en cada reunión de la orden, no pudiendo detener su gran boca por mas de dos segundos.
De una u otra forma, Sirius Black implanto un desorden en su cabeza y era el principal culpable por los dolores que atormentaban en las pálidas sienes de Snape.
El primer común acuerdo que la orden había concretado fue que Harry fuese privado de recibir cualquier información sobre la orden, por ende la comunicación con cualquier ser querido que Harry tenia era extremadamente limitada. Todos los adultos tenían una cara penosa y de resignación, en la mama de los Weasley, Molly, se presentaba con tristeza inconsolable, en Remus y la pequeña multitud de aurores se mostraba con comprensión ante el mandato, en Sirius había una clara nota de inconformidad, enojo e irritación.
En Snape por su parte presentaba la característica indiferencia en su rostro larguirucho, con pequeña satisfacción resultado de observar a Black tan frustrado como alguna vez a el lo hizo sentir, una satisfacción transparente que todos podían percibir pero algunos decidían ignorar.
—No podemos dejarlo así, ¡Es un niño! — Molly exclamo de forma tan exasperante que Remus y Arthur tuvieron que intervenir antes de dejarla arremeter
Remus se aclaro la garganta — Es indispensable Molly. Si Dumbledore dice que no podemos contactar a Harry, es por su seguridad — le hizo entender, con sosiego y firmeza.
— No hay de que preocuparse, todo esta planeado y de Harry no nos deslindaremos — aseguro Dumbledore — Seriamos bobos si lo hacemos.
— Le echaremos un ojo — Ojo-loco agrego — Si es que me entienden.
—¿Y qué, estaremos aquí esperando a que el verano pase sin saber noticias directamente de Harry? ¡Deben estar bromeando, por Merlín, es absolutamente ridículo! — Sirius no tardo en pronunciarse después de la declaración del acuerdo que Dumbledore plantó, apoyado por murmullos de aquellos que concordaban, y miradas de desafío por aquellos que tenían su fe puesta en el mago de barba blanca —¡El mantenerlo así sera como mantenerlo enjaulado!
La ultima declaración del hombre que modelaba una chaqueta de cuero inusual le provoco una risilla a Snape, no solo por la ironía y el ridículo aspecto, si no por la audacia que le perseguía; ningún signo de arrepentimiento o vergüenza se presento en Snape al hablar — ¿Te identificas, Black? — notorio sarcasmo derrochaba de la profunda voz, rápidamente captando la atención de Sirius cuya situación no era secreta. Prohibido se le tenia salir — Vaya que las actitudes pueden ser hereditarias, incluso sin ningún vinculo sanguíneo directo que lo compruebe, la falta de comprensión es compartida. Me pregunto que mas Potter ha heredado de su exasperante padrino...
— Lo principal es proteger y vigilar a Harry, es la mejor alternativa — dijo Dumbledore con su acostumbrada calma, ignorando completamente que tanto Sirius como Snape estaban en el cuello del otro, impacto y presencia suficiente al enunciar sus palabras para que toda la habitación hiciera lo mismo
— Con suerte, para hoy un par de viejos amigos míos se unen a la orden. Así que sí me disculpan, con el poder concedido y el consentimiento general, la sesión esta finalizada — de la varita empuñada de Dumbledore salieron chispas, oficialmente cerrando el foro de conversación.
Poco a poco entre murmullos la mayoría abandonaron la habitación que tomaba lugar al fondo del vestíbulo, algunos más allá hacia la entrada por las prisas, otros que se habían atrasado por la esperanza de encontrar calidez en los saludos de aquellos que les acompañaban, otro sector que iba a quedarse a deleitar los platillos que con esmero Molly Weasley se dedico a preparar y al final aun reservados en la habitación, un par de individuos que la pesadez del reencuentro no le podían permitir abandonar la habitación.
Subiendo por la espalda Snape podía sentir el fuego que emanaba de los ojos de Black con el peso de su respiración, su propia satisfacción reflejándose aún más en su rostro. Snape ya había posado su mano en el pomo de la puerta cuando segundos después la soltó, volteándose a encarar el rostro furioso de Black, mismo que no tardo en acercarse y amenazar con la varita. Snape en reflejo había hecho lo mismo, cayendo en un silencio que no duro mas de lo necesario — ¿Que, el perro te comió la lengua? No has cambiado nada y eso no es de celebrar, Black — Snape dijo y más tardo en reaccionar cuando la punta de la varita del contrario ya amenazaba en su cuello, presionando el punto de pulso con una presión preocupante.
— Te crees muy gracioso Snape, pero yo no me lo trago— ladro Sirius, acortando la cercanía.
Snape inclinó levemente la cabeza, con una confusión fingida quebrada con una socarrona pequeña sonrisa.
— No pretendas ser estúpido , tu tonto intento de redención es un acto de cobardía pero yo no me lo trago, ¿Qué haces aquí?
— Mis acciones y decisiones no te conciernen Black, pero siempre tienes que meterte donde no te han hablado, ¿Cierto? un grandísimo...
Sirius interrumpió — Esconderte en el manto de Dumbledore no limpiara tu historial
— ¿"Historial"? Dejar encerrado en las paredes de esta casa solo está atontando al perro. Alardeas de conocimientos que tú no tienes.
— Lo que sea que tengas entre manos, más te vale dejar a Harry fuera de esto, — replicó Sirius con la voz más alzada y un tono que dejaba en claro su furia
— Potter es un punto muy externo de lo que realmente me corresponde, Black, un punto muy pequeño.
— Me entero de algo y yo mismo me encargo de ti, ¿Quedó claro? — Sirius le miró de arriba a abajo y terminó empujándolo por el pecho, haciendo a Snape tambalear y que la diferencia de alturas fuese más notoria al aumento de tensión.
Esta vez fue Sirius el que cubrió el pomo de la puerta con su mano, dejando atrás a Snape fríamente desconcertado con una sensación de desprecio que no sentía tan intensamente desde hace tanto tiempo,
Y solo pudo pensar una cosa: sería un verano largo.