
Omegas astutas
La risa ahogada de Catherine Malfoy resonó justo detrás de Abraxas, quien apenas logró ahogar un gemido de exasperación. ¿Acaso este día podía volverse más caótico?
Mientras tanto, Dumbledore observaba la escena con un brillo de curiosidad alegre en los ojos, como si estuviera disfrutando de un teatro particularmente intrigante.
Finalmente, Mordred levantó una mano, un gesto pequeño que bastó para silenciar la sala. Su presencia, como siempre, imponía respeto y un leve toque de temor.
—Creo que hemos perdido suficiente tiempo con dramatismos familiares —dijo, mirando a Walburga con una frialdad cortante—. Estamos aquí para discutir el futuro del mundo mágico, no para resolver disputas domésticas-.
El tono glacial de Mordred fue suficiente para que Walburga, aunque aún furiosa, se sentara de nuevo con un chasquido de indignación.
Mientras los demás tomaban asiento y los murmullos se calmaban, Abraxas no pudo evitar lanzar una mirada cautelosa a Sirius. El alfa estaba jugando con un mechón de su cabello, claramente despreocupado por las miradas hostiles que recibía. Catherine, a su lado, murmuró
—Bueno, al menos es entretenido. Aunque dudo que puedas manejarlo, querido-.
Abraxas cerró los ojos y suspiró. Esto sería mucho más complicado de lo que había planeado.
Su esposa Catherine por otro lado, no se dejó engañar por el porte musculoso y viril de Sirius Black. Mientras su esposo, Abraxas seguía fulminando a Sirius con la mirada, ella analizaba cada detalle con una mezcla de admiración y entusiasmo apenas contenido.
Claro que Abraxas no lo notaría, tan enfocado como estaba en despreciar lo que consideraba una amenaza para el congreso. Pero ella… ella sí veía lo que otros pasaban por alto. Si observaban bien, verían las señales claras de que aquel hombre no era un alfa.
Para cualquiera que observara con atención, las señales eran inconfundibles.
Por mucho que Sirius desbordara una presencia física imponente—más alto y ancho que el omega promedio—los matices de la interacción entre él y Lord Mordred contaban una historia diferente.
La manera en que Mordred se cernía protectoramente sobre él, una mano firme descansando en la cintura del otro, era un gesto que Catherine reconocía al instante: posesividad alfa, que solo se vería en alfas protectores con su omega embarazados. Y Catherine no era por nada, la señora del té (del chisme social). Incluso el gesto aparentemente casual de Sirius, inclinándose hacia Mordred para murmurarle algo al oído, tenía un toque de gracia omega.
Y luego estaba la pancita. Oh, sí, la pancita. No era tan perceptible para un ojo no entrenado, pero Catherine había pasado suficientes horas en los salones de té de la alta sociedad observando como para no notar algo tan evidente. Sirius Black estaba embarazado, y de un alfa como Lord Mordred, nada menos.
Catherine sonrió para sí misma, impresionada. -"Es un genio"- pensó.
Quedo gratamente sorprendida por el ingenio del otro, ella sabia lo que era ser omega en esta sociedad. Catherine no había oído nada de que el exheredero Black fuera otra cosa que un alfa, era obvio que Sirius había ocultado de genero para ocuparlo en la mejor oportunidad
Había oído todas las historias sobre Sirius Black. El hijo mayor y rebelde de Walburga, el que había traído deshonra al noble linaje Black al desertar de su hogar. Un alfa descarriado, decían. Pero ahora, al verlo allí, todo cobraba sentido. Sirius nunca había sido un alfa
-"Claro"- reflexionó Catherine, ajustando mentalmente las piezas del rompecabezas. Él había ocultado su designación secundaria para evitar el destino que habría destruido a cualquier omega con menos astucia.
Merlin, sabia que Catherine había necesitado mucho ingenio para evitar ser comprometida con una familia de menor linaje, solo gracias a su ingenio logro casarse con Abraxas.
Catherine lo sabía bien. Ella misma había luchado contra las expectativas de su designación secundaria. Aunque había nacido en una familia noble, había enfrentado la posibilidad de ser comprometida con alguien muy por debajo de su estatus. Si no hubiera sido por su ingenio y determinación, jamás habría logrado casarse con Abraxas, un alfa cuya posición consolidó su lugar en la cima de la sociedad mágica.
Pero lo que ella había hecho palidecía en comparación con las intrigas de Sirius Black, pues era el un omega masculino, algo bastante prestigioso y cotizado en la sociedad. Si Sirius no hubiera ocultado su genero, seguro Walburga lo hubiera comprometido con alguna familia.
-"¿Cómo lo habrá logrado?"- se preguntó Catherine mientras seguía sus movimientos. Sirius se comportaba con tanta naturalidad que no parecía ensayada. Su sonrisa casual, el tono despreocupado con el que hablaba… todo estaba perfectamente calibrado.
Un omega masculino, era una rareza en su sociedad, pero también lamentablemente eran considerados también un premio.
Puede que Catherine sea amiga de Walburga, pero eso no la hacia ciega al mal carácter de la otra. Walburga se quejaba todo el tiempo de su hijo mayor -"de como no la obedecía"- seguro que como venganza ella lo hubiera encadenado a una familia que su hijo aborreciera.
Si Sirius hubiera revelado su verdadera designación, Walburga lo habría comprometido de inmediato con alguna familia poderosa. Probablemente con alguien como los Mulciber, pensó Catherine, reprimiendo una sonrisa. La animosidad entre Sirius y el heredero Mulciber era bien conocida, y no era difícil imaginar a Walburga haciendo algo así solo para castigar a su hijo por su rebeldía.
Catherine supo conocer a un alma gemela, y vio que el hijo mayor de Wabulga era más astuto de lo que todos supusieron. Si logro esquivar un matrimonio insatisfactorio y ocultar su verdadera designación por tanto tiempo, Sirius Black era una mente brillante.
Jugo con las expectativas y los prejuicios de la sociedad hasta que llegó el momento perfecto para revelar la verdad. Y lo había hecho de una manera tan brillante que nadie lo había visto venir.
Mientras observaba cómo Sirius se inclinaba hacia Lord Mordred para murmurar algo que hizo que el Señor de la Muerte esbozara una sonrisa—una rara, pero impactante, expresión- que dejó a varios miembros del Wizengamot boquiabiertos.
Catherine no podía estar más impresionada, Sirius había logrado atrapar a un pez gordo y jugoso, incluso Mordred, siendo un un sangre pura tan frio había quedo hechizado por Sirius.
"Esto es más que ingenio," pensó Catherine con una mezcla de asombro y respeto. "Este omega es un maestro en el arte de la manipulación. La pancita apenas visible, el porte casual pero estudiado… ¡Ha orquestado todo esto desde el principio!"
En su mente, ya tenía el cuadro completo. Sirius había jugado el papel de alfa todo este tiempo para evitar ser comprometido con alguien indigno, esperando el momento ideal para revelar su verdadero género secundario. Y no solo eso: había conseguido un alfa como Mordred, cuya influencia y poder eran casi legendarios. Sirius no era solo un estratega; era un visionario.
"¿Y pensar que Walburga siempre se quejaba de él?" Catherine casi rió. La pobre mujer no tenía ni idea de la mente brillante que había criado.
Se permitió otra mirada a Sirius, quien ahora parecía disfrutar de la atención mientras los murmullos aumentaban en la sala. Catherine decidió que mantendría sus pensamientos para sí misma… por ahora. Después de todo, ¿quién no querría estar en la buena gracia de alguien con tanta habilidad para manejar el tablero social?
Decidida a entablar contacto con Sirius, Catherine le lanzó una sonrisa cálida y un ligero asentimiento desde su asiento, gesto que Sirius captó con un arqueo de ceja divertido. Por supuesto, Catherine no era alguien que se dejara intimidar por un gesto tan insignificante; lo veía como un reto.
Mientras tanto, Abraxas no dejaba de farfullar en voz baja, completamente indignado.
—Esto es un insulto, Catherine. Sirius Black, ¡un alfa! Casado un Lord Mordred ¿Quién lo permitió? ¡Esto arruina la imagen de las familias tradicionales!
Catherine le lanzó una mirada de advertencia, como si quisiera recordarle que era mucho más sensato mantener la boca cerrada.
—Abraxas, cariño, ¿te importaría callar por un momento y observar? Si sigues gruñendo como un hurón atrapado, vas a atraer más atención de la que ya tenemos. Además… —Se inclinó hacia él, con una chispa maliciosa en los ojos—. Sirius Black es un ejemplo de estrategia social. Deberías tomar notas.
Abraxas la miró con incredulidad, pero Catherine ya estaba pensando en cómo abordar a Sirius tras la sesión. "Este tribunal está lleno de mediocres," pensó con desdén. "Finalmente, alguien con verdadera inteligencia ha llegado a este lugar. ¡Y no voy a dejar que pase sin hablar con él!"