
Una vista del Sirius del pasado
Para Sirius, James era más que un amigo.
Siempre lo había sido. Desde el primer día en que se conocieron, James iluminó su vida de una forma que Sirius nunca había creído posible. En su mundo oscuro, frío y vacío, James era su sol.
James brillaba como ningún otro que hubiera conocido, la magia de James era tan cálida y tan energizante que Sirius quedo hechizado como cualquier otro Black, a Sirius le atraía la magia, solo que al contrario de su familia, la magia oscura no le daba el placer que todos los demás Black compartían.
Sirius descubrió que la magia luminosa era aquella que le atraía como una polilla. Y James, con la sola presencia de James, Sirius sentía mariposas en el estomago y su corazón empezaba a palpitar sin control. La magia de James era tan clara, tan luminosa que Sirius quedo enamorado.
Sirius quería quedarse toda la eternidad envuelto en la presencia del otro y respirar hasta el cansancio la magia tan fascinante del otro.
Y como Ícaro, Sirius no podía evitar acercarse a esas llamas, aunque supiera que lo quemarían… tarde o temprano.
En su séptimo año James , Su querido James, con sus ojos de venado brillando de alegría que Sirius tanto amaba, se acercó y le dijo
—Esta es la última vez, Sirius. La última vez que invito a salir a Lily. Si me dice que no, lo dejo-.
Sirius sonrió con sorna, pero por dentro sintió un alivio traicionero. ¿Y si Lily decía que no? Tal vez, por fin, Sirius encontraría el valor para decirle lo que sentía. Pero esa pequeña chispa de esperanza se extinguió rápidamente. Lily dijo que sí. Y el mundo de Sirius se desmoronó.
Era difícil de explicar, incluso para él mismo. Sirius no odiaba a Lily; de hecho, en algún nivel, la admiraba. Era inteligente, valiente y encantadora. Pero eso no cambiaba el hecho de que, a los ojos de James, ella se había convertido en el centro del universo. Y Sirius... no podía envidiarla.
¿Cómo era posible? de que solo por el simple hecho de existir Lily se apropiarse del corazón de James. Cuando Sirius había echo de todo para que James lo mirara. Siempre había estado ahí para James.
Necesita un amigo para platicar, ahí esta Sirius. Necesita un compañero de travesuras, ahí está Sirius. Necesita alguien con quién quejarse, ahí está Sirius
Había estado allí siempre. "¿Por qué no te das cuenta James? Cuando te darás cuenta que eres el dueño de mi corazón".
El dolor era constante, un peso que Sirius llevaba todos los días. Lo escondía detrás de bromas, de risas y en noches fingía que todo estaba bien.
"Pero nada estaba bien".
Cuando James hablaba interminablemente de las mil y un razones por la que Lily es fantástica, Sirius asentía, sonreía y escuchaba, aunque cada palabra le rompía el corazón en mil y un pedazos.
Cuando James logro que Lily saliera con él, Sirius se preocupó. Tal vez ahora James sospechara del porque Sirius seguía soltero así que, si James iba a tener una novia, él también lo haría.
Le pidió a McDonald una estudiante nacida de Muggles que fingieran salir. Mary McDonald era una chica de Hufflepuff: Una linda omega rubia con cara redonda muy amable, no pregunto las razones de Sirius y le ayudo.
Lo que al principio era un compromiso falso se transformo en algo más. Mary se convirtió en su su amiga, alguien que no esperaba nada más de él que su compañía.
Durante su último año en Hogwarts, James y Sirius paseaban con sus respectivas parejas. Sirius lo soportaba, pero el dolor se volvía insoportable en momentos como el baile de graduación.
Allí estaba James, con Lily en sus brazos, mirándola con un amor tan puro que hacía que Sirius quisiera desaparecer. Él deseaba, con cada fibra de su ser, que James lo mirara de esa forma al menos una vez. “Solo una vez, por favor” suplicaba en silencio.
Cuando Hogwarts terminó, Mary le pidió a Sirius que terminaran, ya que había encontrado a un chico que amaba y quería casarse con el. Mcdonald y Sirius se habían vuelto muy buenos amigos y Sirius, después de darle el visto bueno al chico, la dejo ir.
Pero la historia que le contaron al resto era diferente. Dijeron que Sirius no estaba interesado en el compromiso, que no quería atarse a nadie. Y todos lo creyeron, porque Sirius Black siempre había sido el chico libre, el rebelde.
Nadie sabía la verdad. Nadie más que Sirius.
La discusión fue inesperada, pero no sorprendente. Sirius llevaba años acumulando resentimientos, pequeños fragmentos de tristeza que jamás se atrevió a expresar. Cuando James le gritó esas palabras, cuando lo acusó de cobardía y le lanzó el golpe bajo de Marlene, algo dentro de Sirius se rompió.
-No lo entiendes. Nunca lo has entendido. Fue todo lo que pudo decir antes de marcharse.
Y Sirius sabía con la certeza más dolorosa, que James ni siquiera notaría su ausencia. En algún momento, tal vez después de semanas o meses, James se daría cuenta de que su mejor amigo faltaba. Pero lo descartaría como un capricho, un berrinche de Sirius. Sirius siempre volvía, ¿no?
Pero ahora, mientras se alejaba de todo, Sirius se dio cuenta de que, aunque el dolor era insoportable, era también liberador. Por el momento se emborracharía en la primera taberna que encontrara para olvidar sus penas y luego de eso iría a otra taberna a emborracharse.
Y cuando ya no pudiera recordar ni quien era y estuviera arrumbado en la esquina de algún bar. Sirius volvería como siempre lo había hecho.
“Después de todo desde la primera vez que vio esos ojos de venado supo que estaba condenado”